El finalizador 7
Sandra y Álex se "relajan" en casa tras finalizar el trabajo con Alba. Tras casi un Año sin publicar retomo este serie con un capítulo que se puede leer perfectamente sin conocer la historia. !Eso sí! Si te gusta no dudes en leer la historia entera
Creo que con toda probabilidad habían pasado años sin que me despertará teniendo alguien en mi cama, pero que lo primero que vieran mis ojos fuese el cuerpo perfecto de Sandra no me desagradó. Al día siguiente de finalizar el trabajo de Alba, cobré uno de los cheques más abultados de mi carrera de la mano de su más que contento ex marido. Seguía sin creerse lo que Sandra y yo habíamos conseguido y eso se reflejó en un pago más alto de lo estipulado en nuestro primer contacto. Con un dineral en mi cuenta y una diosa en mi casa decidí que era un buen momento para tomarme un descanso y simplemente disfrutar de lo ganado. Esa misma noche decidí que celebraríamos nuestro éxito con una buena cena en un restaurante de categoría. En cuanto se lo dije a Sandra, empezó a dar saltos de alegría –va a ser la oportunidad perfecta para ponerme uno de los vestidos que me compré- dijo con una sonrisa picarona – es un vestido que siempre he querido ponerme pero no veía la oportunidad trabajando donde trabajaba…-
Como aún era temprano decidí que dedicaría el tiempo que quedaba hasta la cena para tomar el sol en mi piscina. Estaba tumbado dormitando cuándo el ruido de alguien saltando al agua me despertó completamente. La cabeza de Sandra apareció entre las aguas y nadando grácilmente se acercó al borde de la piscina.
-Gracias por todo lo que has hecho por mí, no me creo que me esté bañando en una piscina- se notaba en su cara que estaba en el séptimo cielo, la verdad es que yo tampoco podía quejarme. –Me apetece un mojito ¿quieres que te prepare uno a ti también?- Le dije que me apetecía realmente un mojito, así que en ese mismo se apoyó en el borde de la piscina y empezó a sacar su cuerpo de escándalo del agua. Las gotas de agua resbalaban por todo su pecho mientras que al ir alzando su cuerpo más y más, sus brazos estrujaban sus pechos, ya de por si grandes, haciéndoles parecer enormes. Detrás de ellos empezó a aparecer su ombligo y tras él su perfecto cuerpo vestido solamente por las gotas de agua que resbalaban por su suave piel. Como ya sabréis a causa de mi trabajo estoy acostumbrado a la desnudez femenina pero ¡¡¡Joder que hembra tenía enfrente!!! Riendo empezó a andar lentamente como una modelo, hacia el minibar que tengo junto a la piscina. A cada paso posaba su pie en una perfecta línea recta lo que hacía que su trasero, esculpido por Dios, se balanceara al ritmo de sus caderas en un rítmico movimiento. Sabiendo que la estaba observando embelesado se arrodilló con las piernas separadas para alcanzar el pequeño congelador haciendo que sus nalgas se separan dejando al descubierto sus jugosos labios así como su ano. Luego se alzó y empezó a preparar las bebidas mientras bailaba suavemente al ritmo de una música inexistente. He de decir que en mi interior nació una idea que me sorprendió a mí mismo. Me estaba empezando a gustar compartir mi casa con alguien, en especial si ese alguien era una mujer de ese calibre. Si verla irse hacia el minibar fue hermoso verla acercarse a mi completamente desnuda con sus enormes tetas entre sendos vasos de mojito fue glorioso. Sandra me mostraba una de sus mejores sonrisas, una sonrisa de verdadera felicidad, en apenas unos días su vida había pasado de ser poco más que una puta a recuperar gran parte de los lujos que yo mismo le quité, y eso se notaba en su mirada. Me ofreció un vaso y se volvió a recostar en la tumbona que estaba frente a mí. Mientras tomábamos los mojitos no pude evitar repasar con mis ojos toda su anatomía y eso no le paso por alto a ella. Lentamente abrió las piernas dejándome un plano directo de su vagina completamente depilada a excepción de ese cuadradito negro perfectamente perfilado que tanto me gustaba. Recostada en la tumbona sorbía sensualmente la pajita de su vaso mientras con la otra mano se masajeaba uno de sus pechos. Sus coño empezó a humedecerse y mi bañador era una olla a presión. Tomo un hielo de su vaso y lo fue pasando por la aureola de su pezón que automáticamente se puso duro, toda la piel de Sandra se erizó al notar el frio tacto del cubito de hielo. Me miró fijamente mordiéndose los labios y empezó a deslizar el hielo hasta su ombligo perfectamente redondo. Finalmente el hielo franqueo el pequeño cuadrado negro en su monte de Venus y alcanzó su clítoris. Durante unos minutos Sandra estuvo masajeándose con el cubito mientras el agua que se derretía se mezclaba con sus jugos y goteaba hasta el suelo. Era una vista preciosa, seguía siendo increíble que una mujer mantuviese esa figura a pesar de un hijo y de años de mala vida. Sus pechos subían y bajaban rítmicamente al igual que su vientre se hinchaba al inspirar y se contraía, mostrando sus costillas al exhalar un jadeo suave y profundo a la vez. Sus piernas abiertas hacia mí me invitándome y su mirada clavada en mis ojos hicieron levantarme como un autómata y arrodillarme frente ese coño húmedo, sujetándole los muslos abrí todavía más sus piernas forzando a que sus concha se abriese ante mí y hundí mi boca saboreando una parte de mojito y una parte de Sandra, una mezcla que se me antojó deliciosa. Al mínimo contacto con su clítoris Sandra se revolvía en la tumbona, había dejado el vaso y utilizaba ambas manos para manosear sus pechos con suavidad. Me fascinaba la capacidad que tenía esta mujer para no perder la clase y el “glamour” incluso desnuda y con una lengua clavada en sus partes nobles. Mi lengua no paraba de repasar su punto sensible una y otra vez mientras lentamente introducía mis dedos y los curvaba para alcanzar su punto G. Aquello hizo que Sandra arqueara todo su cuerpo y estirase las piernas intentando escapar de la presa que hacía con mis manos. En esa posición parecía una modelo posando para una cámara. El sol se reflejaba en el pelo que le caía hacia atrás y podía ver como un temblor recorría constantemente su cuerpo empezando por la pelvis y acabando en sus hombros que apenas sujetaban su cuerpo recostando los codos en la tumbona. Notaba como su coño empezaba a hincharse anticipando un potente orgasmo, en ese momento aparte mi boca y deje paso a mi polla. Los 24 centímetros de carne entraron sin apenas fricción mientras la penetraba lenta pero inexorablemente hasta llegar a tocar su húmeda vagina con mi pubis. Durante esa primera embestida Sandra estaba completamente quieta con su mirada fija en mí, cada centímetro de mí que entraba en ella hacía que Sandra abriese un poco la boca. Hacía la mitad de mi embestida ya tenía la boca abierta de par en par y cuando quedaban poco menos de dos centímetros su lengua asomaba entre sus hinchados labios. Al llegar al final soltó un grito tan potente que seguro que hizo que mis vecinos me envidiarán. Follaba a Sandra lentamente usando todo el largo de mi miembro, no tenía ninguna prisa, y eso la mantenía constantemente al borde de un potente orgasmo que no llegaría a no ser que acelerase un poco. Su respiración bailaba al compás de mis movimientos. Cuando empezaba a penetrarla empezaba a coger aire hasta que al meterme entero en ella aguantaba la respiración esperando que volviese a retirarme para empezar a exhalar.
-Es la mejor follada que he tenido en años- me susurro entre jadeos - no dejes que me corra, quiero disfrutar todo lo que pueda-
Le acaricie la mejilla y le hice darse la vuelta en la tumbona dejándola a cuatro patas. Ese culo que me había vuelto loco años atrás seguía siendo tal y como lo recordaba. Unas nalgas grandes pero perfectamente en su sitio me permitían admirar su ano que se me antojaba delicioso. Tomando sus nalgas con mis manos, las separé tanto como pude para dejar expuesto ese estrecho agujero. A algunos quizás no os guste comer culo, pero tampoco es que fuese un culo cualquiera. Su agujero era del mismo color bronceado de su piel y estaba pidiendo a gritos un buen lametón. Al notar el contacto de mi lengua contra su ojete Sandra dio un respingo y se giró para mirarme con cara de sorpresa.
-Desde que me metiste un dedo la primera vez, nadie ha vuelto a tocarme ahí- no me acordaba de lo pervertido que eres
-Tranquila Sandra, no te voy a follar el culo, al menos por ahora-
-No sé si eso me alegra o me apena. Recuerdo que me encanto lo que hiciste simplemente con un dedo, no me imagino que podrías hacerme sentir con esa polla que tienes- me dijo mientras se pasaba la lengua lentamente por su labio superior.
Sonriendo le dije – no me tientes o te arrepentirás- para acto seguido volver mi atención de nuevo en su ano mientras con una mano seguía masturbando su clítoris que ya estaba completamente hinchado.
Decidí que ya había sido bastante gentil y con suavidad tomé la cabeza de Sandra por la nuca y la fui bajando hasta que toco la toalla con la que cubría la tumbona. Me tome unos segundos viendo aquella obra de arte hecha mujer. Particularmente os he decir que es una de mis posiciones preferidas. Encuentro realmente excitante tener en frente una mujer a cuatro patas con la cabeza baja y el trasero en alto ofreciéndose sin reservas esperando ser penetrada sin saber que agujero recibirá la primera embestida.
Sandra estaba completamente quieta, a la expectativa mientras yo simplemente me masturbaba con mi izquierda mientras con la derecha acariciaba sus nalgas sin apartar mis ojos de esa hermosa hembra. Me acerqué poco a poco y pose la punta de mi glande en su ano. Note como la respiración de Sandra quedaba en suspenso. Ejerciendo un poco de presión, resbaló hasta la entrada de su vagina que se abrió para abrazar mi miembro en todo su grosor. Sandra volvió a respirar al saber que su ano había sido perdonado esta vez pero enseguida empezó a gemir bajo el ritmo de mis embestidas. Durante un buen rato simplemente me dejé llevar por la lujuria de tener ese trasero a mi merced. Simplemente mantenía un ritmo constante mientras se la metía a Sandra hasta el fondo para sacarla casi entera y luego volver a empalarla con mi miembro, todo eso mientras sujetaba las nalgas de Sandra que seguía con la cabeza recostada en la tumbona, con ambas manos agarraba con fuerza la toalla mientras jadeaba dulcemente o soltaba un “¡Oh Dios, Joder!!” de repente cuando algún punto de mi polla tocaba una zona especialmente sensible dentro de ella. Pasados unos minutos más empezó a gemir con más fuerza.
-Álex me.. me voy.. a correr- me dijo con la voz entrecortada por pequeños gemidos.
-Creo que si te corres ,yo tampoco podré evitarlo- le confesé
-Te quiero… pedir un favor- con la cabeza asentí preguntando qué quería- cuando te corras quiero que lo hagas encima de mi ano-
Un aumento del ritmo le valió como respuesta. Ni treinta segundos pudo aguantar sin correrse, explotado en un orgasmo realmente potente a juzgar por sus gemidos. Eso fue suficiente para que yo mismo me viese en un clímax increíble. Saqué mi polla justo a tiempo para empezar a eyacular sobre el ojete de Sandra mientras ella con una mano empezó a jugar con su pequeño agujero empapado de mi corrida. Con la palma de la mano se frotaba la vagina mientras con su dedo índice y corazón jugueteaba con mi corrida haciendo como que se introducía los dedos en su culo, para retirarlos justo después. Estuve como hipnotizado viendo aquel espectáculo hasta que Sandra llegó a un segundo orgasmo, esta vez sin contar con mi colaboración excepto como mero observador.
Voy a ducharme y ponerme guapa- me dijo de repente todavía a cuatro patas y jadeando- tengo muchísimas ganas de ver a dónde me vas a llevar-
Me quede mirándola mientras se alejaba con el culo goteando mi corrida hacia la ducha con una sonrisa sincera en mi rostro.