El final del verano

Las chicas inexpertas son las más fáciles de pasarte por la piedra. La protagonista lo es tanto que se la follan a pelo. Unas amigas deciden ir juntas a quemar la última noche del verano.

Era el último fin de semana de las vacaciones de verano, así que unas amigas y yo pedimos permiso a nuestros padres para poder salir sin toque de queda aquella noche. A mis padres les costó pero al final accedieron.

Me vestí, me maquillé y fuimos a cenar todas juntas

  • Que ruleeee esa sangríiiiiaaaaa – dije.

  • Si que ruleeeeeee – dijo mi amiga, que se sentaba a mi lado.

Salimos del restaurante que todo nos hacía gracia, nos metimos en una discoteca y totalmente desinhibidas comenzamos a bailar contorsionándonos y riéndonos. La discoteca estaba a reventar, hasta los topes. Entonces es cuando Carla entró en acción y comenzó a lazarles besos a unos chicos que estaban sentados en la barra que comenzaron a devolvernos esos besos y guiños de ojo, cuchicheábamos entre nosotros y devolvíamos los gestos.

Eran chicos bastante más mayores que nosotras, supongo que se lo tomaban como un juego, hasta que comenzaron a hablar entre ellos se acercaron y comenzaron las presentaciones y a bailar con nosotras, poco a poco se fueron formando parejas. Yo estaba con Carlos, un chico alto, de manos grandes, y una mezcla de timidez y decisión, no hacía más que decirme que si estaba muy guapa, que si tenía unos ojos muy bonitos y un pelo muy suave, total que me parecía un chico super encantador. Todo iba perfecto hasta que estalló una pelea en la discoteca, menudo mal rollo se respiraba, yo perdí de vista a mis amigas y Carlos me invitó a su casa que estaba pegada a la playa, a pocos metros de donde estábamos. Estaba un poco aturdida después de la pelea que acabábamos de ver, así que Carlos comenzó a besarme y me dijo que podríamos seguir en su casa.

Dudé un poco, pero acepte, me convenció su carita de cachorrillo abandonado, así que les envié un sms a mis amigas diciéndoles que me había ido con Carlos y que si alguien preguntaba por mi ellas decir que estaba con ellas.

Mientras subíamos por el ascensor de la casa de Carlos me preguntó:

  • ¿Estas nerviosa?

  • Un poco

  • Porque? no tendrás novio y te estarás sintiendo culpable, verdad?

  • No, no tengo novio

  • No me lo creo... – me dijo mientras metía la llave en la cerradura.

Era un apartamento bastante modesto, me dijo si quería beber algo y encendió una lámpara que poca luz daba la verdad, nos sentamos en el sofá y sin decir nada seguimos con lo que habíamos dejado a medias.

Poco a poco nos fuimos tumbando sobre el sofá y mis manos tímidas recorrían su cuerpo, él hacía lo mismo conmigo. Había comenzado un poco dudosa, pero la cosa iba a más, era como una bola de nieve que iba creciendo a medida que descendía. Fue acariciándome los pechos por encima de la ropa, luego por debajo de la ropa y luego sin ropa. Con tanto roce mi falda había quedado hecha un buruño en mi cintura y sus manos se acercaban a lugares más íntimos sobre mis braguitas. Ahí no pude llegar, me daba un poco de vergüenza tocarle a él, Carlos se dio cuenta de eso.

  • Qué pasa? nunca, vaya, eres virgen?

  • Si, espero que no te importe

  • No, no, claro que no me importa, además no vamos a hacer nada que tu no quieras.

Esas palabras me tranquilizaron.

  • Quieres tocarme – me dijo Carlos

  • Si, me gustaría.

  • Pues es muy fácil – me dijo mientras se deshacía de sus tejanos y liberaba su polla.

Me sorprendí al ver una polla en vivo y en directo, era algo nuevo para mi, comencé a tocarla tímidamente, a rodearla con mis deditos y Carlos comenzó a gemir, eso me indicaba que lo estaba haciendo bien, así que me relajé y seguí haciendo mientras Carlos me tocaba, sus dedos comenzaron a investigar dentro de mis braguitas, que pronto me desprendí de ellas, me encantaba como me tocaba y su mano dentro de ellas era torpe, funcionaba mejor sin sentirse oprimida entre la ropa y yo.

  • Quieres que te masturbe? – me dijo Carlos – te va a gustar.

Yo asentí con la cabeza y Carlos se puso encima mío como si quisiera metérmela, entonces puse cara de sorpresa:

  • No, no, no te preocupes me pongo así porque roza mi mano con tu pierna y eso me da placer, tranquila.

Comenzó a mover sus dedos dentro de mi, acariciando mi clítoris a la vez, notaba como estaba muy mojada, no sabría decir si me metía un dedo, dos o tres y veía la cara de Carlos disfrutando mientras me masturbaba, sentía un calor concentrado en la parte baja de mi ombligo, de pronto sentí como un pellizco, no sé algo raro:

  • Uh! me has hecho daño!

  • Lo siento, perdona he hecho un giro raro de muñeca, estas bien? continuamos?

  • Si, si estoy bien, sigue por favor

Carlos siguió masturbándome, cuando sentí que el orgasmo me venía, era el mejor orgasmo de toda mi vida, gemía y jadeaba sin control, me había masturbado millones de veces pero nunca pensé que que lo hiciera otra mano sería tan placentero, Carlos seguía masturbándome, mientras los últimos escalofríos del orgasmo me recorrían, Carlos comenzó a convulsionarse levemente, se iba a correr, cuando noté algo que me ardía en mi interior, en algún momento Carlos había cambiado sus dedos por su polla y se corría dentro de mi, dejándome una enorme lechada dentro de mi recién estrenado coñito, entonces recordé aquel pequeño pellizco, no podía reaccionar y Carlos acabó de vaciar sus huevos dentro de mi y salió despacito.

  • Lo siento, no he podido evitarlo – me dijo, mientras yo misma me tocaba y notaba que había semen no sólo dentro, sino a los alrededores de mi coñito, había dejado casi toda la leche dentro, la sentía caliente, recorriendo y bañando todo mi interior con el riesgo que aquello conllevaba. – bueno, si hubiera querido me hubiera corrido fuera, pero a las putitas de discoteca como tu hay que darles una lección de vez en cuando, vístete que te acerco a tu casa.

judithxxx@ono.com