El fin del privilegio: La pérdida del control

Mientras que la antigua hermafrodita ha renunciado a su bendición y se ha entregado a la sumisión. Laura y Haiye reciben la orden de satisfacer a dos nuevas clientas, unas sacerdotisas que vienen con un peligroso mensaje.

MARÍA

Renn me acababa de follar analmente, y limpié su polla. Las ocho mujeres que me observaban aplaudieron al vernos terminar.

–Se deja follar bien, y sus gemidos son ciertamente tiernos. Le doy un ocho.

–El detalle de que sea una caeliana oscura seguro que debe incomodar a Aelia.

–Callate, zorra. Si me incomodara no habría firmado un contrato con sacerdotisas lunares.

–Esta caeliana oscura llamada María, es multimillonaria. Ahora tú serás su ama y compañera. Idos a su mansión, las dos.

–Si, amo.–dijimos las dos a la vez.

–Maria, mientras yo no esté le debes obediencia, pero cuando esté con vosotras ambas me obedeceis.

Hicimos una reverencia y nos vestimos ambas. A Renn le gustaba exhibirme delante de otras personas, y a mi me gustaba ser exhibida. En ocasiones eran sus amigos o sus trabajadoras. Nos vestimos y cogí mi coche para irnos a mi casa. Hubo cierta incomodidad durante el camino, queríamos hablarnos pero no podíamos. Al final, casi llegando me atreví a cortar el silencio.

–¿De dónde eres?

–No reconocerías el nombre, ¿y tu?

–Oskria, el mundo de los alas negras. Alive, nuestra líder mató a mis padres y nos torturó con magia a mi hermana y a mi. Caimos en manos de las hermafroditas hasta que decidieron darme su bendición, me enseñaron muchos trucos y vine a la tierra.

–Mi historia es parecida, con la diferencia de que los vuestros arrasaron mi pueblo. Huí a Enandrar. Caí en manos de un demonio lunar,y conseguí escapar. Fui esclavizada por sacerdotisas lunares y aquí estoy.

–No somos tan distintas, podemos hacer las paces y tener un buen rato. Mira, ya hemos llegado.

–Es un casoplón.

–Ven, te enseñaré mi casa.

La cogí de la mano y le di una visita guiada por toda la casa. Le enseñé la cocina, el amplio salón, subí a las habitaciones y dejé por último el sexo-gimnasio, el almacén de "juguetes" y la piscina.

–¿Gimnasio sexual? Menuda viciosa estás echa. ¿Eso es una máquina folladora automática?

–Si, me gusta disfrutar sola en ocasiones. ¿Nos desnudamos y vamos a la piscina?–se encogió de hombros y fuimos a fuera.

–¿Sabes que el amo Renn tiene dos formas de cobrarse los servicios que estás utilizando? Te exigirá un pago monetario, u otro que puedes pagar con tu propio cuerpo. De momento no tienes que preocuparte, pero cuando llegue el momento debes decidir cómo le pagas. ¿Recuerdas la mujer que dijo que si teníamos problemas? Esa es una sicaria que no le pagó con dinero los servicios que Renn le dió, así que ahora es su puta hasta que haya pagado.

–¿La forzó?

–No, probablemente ella quiso someterse voluntariamente. Piensa que Renn es un tío bueno y dominante.

–¿Y tú?

–Mi caso es más complicado, pero tranquila no lo paso mal.

Me encogí de hombros. Ella se lanzó a la piscina, yo estaba por hacer lo mismo cuando sonó el móvil. Fui a cogerlo, y resultó ser quien debía ser, Renn.

–¿Habéis llegado?

–Si.

–Vas a grabarte desnuda en tu casa, quiero material pornográfico tuyo.

–Si, amo.

Me hice un par de fotos con el móvil, estando desnuda y luego me lancé a la piscina. Me había metido en una espiral de sexo y sumisión de la que como Renn se volviera malo, no podría salir. Me relajé en un rincón de la piscina.

–¿Que pasa?

–Me cuestiono mis decisiones vitales, es solo que no se si debería haberme metido en esto o haberle pedido a una hermafrodita que me follase bien follado. Si Renn se pone malo puede hacerme lo que quiera.

LAURA

Acudí a Cyra, y esperé que hablara.

–Esas dos sacerdotisas han pagado por vosotras dos. Ellas dos sabían que tú estarías aquí mucho antes de que lo hicieras, dijeron que su diosa se lo había dicho. Estáis a su disposición siempre que quieran usaros, pero el trato empieza como tal en la noche así que controlaos un poco.

–Me sorprende que esta vez me estés tratando como una más del lugar.

–Esta vez vienes a trabajar y yo te voy a poner a trabajar.

–Si, señora.

–Que sepas que hay mujeres que suspiran por tí. Cuando la sacerdotisa se entere que estás aquí otra vez va a venir corriendo, y Haiye también te deseaba. Decía que quería bailar contigo más a menudo, y recoger el premio después.

–¿Y qué hago?

–No lo sé, pero esa chica nueva, la bisexual reprimida, también se muere por tí. No se del amor, así que te aconsejaría que o les hagas entender que no las deseas o juega con ellas. Si quieres jugar con ellas, yo puedo echarte una mano.

Miré la habitación, y las miré a todas. Me encogí de hombros, era hora de tener un poco de acción yo también. Cyra me agarró del cuello y me besó. La abracé y respondí al beso.

–Eres mía, Laura. Eres hermosa, sería una pena que te convirtieras en una esclava de una hermafrodita.

–Si, sería una pena, ama.

Eli se levantó y vino hasta nosotras. Cyra me agarró de la mano.

–Me da igual lo que hagáis, pero he pagado por ella. Espero que lo recuerdes, Cyra.

Cyra caminó hacia ella mientras la hermafrodita retrocedía por cada paso que daba la otra. No se atrevía a desafiar a mi jefa. Yo estaba detrás de ella, observando la escena.

–Aquí soy yo la ama, la que manda sobre estas zorritas.–agarró a Elisana por la polla con la mano que tenía libre.–¿Me entiendes?

–Si, señora.

Cyra se arrodilló y comenzó a pajear esa polla que volvía a estar erecta.

–Hay dos tipos de hermafroditas, las que solo quieren correrse en un coño, y las que se dejan domar. Mientras estés aquí, harás lo que yo diga.

La jefa abrió la boca y se metió por completo la polla en la boca hasta la garganta. Nunca vi a Cyra chupar una polla, y la reacción de Haiye me dijo que tampoco. Sacó un momento la polla y miró a Elisana.

–¿Me has entendido?–asintió–No te oigo.

–Si, señora.–Cyra besó su polla y se levantó otra vez.

–Por favor…

–Tu y tu compañera seréis el broche final al espectáculo erótico que darán Haiye y Laura. Os quiero hambrientas, ven Haiye. Cuando termine el espectáculo, podréis correros todo lo que queríais.

–No puedes dejarme así.

–Si quieres algo mío tienes que ganartelo, chica, las cosas son así aquí.

La forma de actuar de Cyra con la hermafrodita me sirvió como una valiosísima lección de cómo tratar con las hermafroditas. La suficiente actitud dominante para que te hagan caso, pero dispuesta a complacer sus necesidades básicas. La rubia obedeció a Cyra porque sabría que al final de sus órdenes había un premio.

–¿Cómo lo haces para no sucumbir a su influencia?

–Si no te atraen, no pasa nada. Ella es hermosa, pero puedo recibir  placer de cualquiera en este lugar o dárselo a alguien.

Las tres nos sentamos en una mesa. A Haiye y a mi, nos trajeron unas faldas y una ropa interior que nos tapaba nuestras vergüenzas. Excepto a mi, que iría con el torso desnudo. Luego nos trajeron unos bocadillos con salchichas y unas cervezas. La elfa oscura salió de la habitación y se dirigió hacia nosotras. Nosotras ya habíamos empezado a comer, nuestra jefa invitó a la elfa a sentarse en la mesa. No se andó con rodeos, se la chupó mientras comíamos. El jueguecito con la rubia le había salido caro. Solo paró cuando la elfa eyaculó en su boca.

–Gracias, creía que mi disciplina era suficiente para aguantar el deseo, pero he perdido fuelle.

–No pasa nada, ella es bastante poderosa. La verdad es que te felicitaría si consigues domarla.

–¿Ella a que se dedica?

–Es relativamente nueva, muy impulsiva y demasiado activa sexualmente. Hacía viajes conmigo por todo el continente.

Por lo que me pude fijar. El resto del día ella se controló aunque nos miraba mucho. Yo por mi parte decidí controlarme también y no ser sus putas. En su lugar cuando comenzó a venir gente, Lilla y yo nos pusimos a trabajar. Yo serví de camarera, servía bebidas, comida de la cocina, y unas mamadas. Era ciertamente más tranquilo que trabajar completamente. En resumen mi trabajo era provocar a los clientes, y alguna clienta a usar los servicios de prostitución. Me veían, me deseaban, y ponía a Lilla a satisfacer sus deseos. Me gustaba hacerle eso a la gente, que sintieran esa lujuria que los embargaba. A mitad de la jornada, me permití descansar.

Uno de los prostitutos me dió una bebida alcohólica, que me sentó bien beberla.

–¿Cómo te ha ido?

–Mejor de lo que se puede pedir. Envidio tu posición de camarera, lo que haces es promover nuestros servicios sin satisfacerlos.

–Hoy quería hacer algo más tranquilo antes del espectáculo. Haiye tampoco trabaja mucho hoy.

–¿Por qué has vuelto?

–Una parte de mi añora esto, de cuando estuve aquí.

–¿Puedo pedirte que me hagas una demostración de tus servicios?

–Claro, por supuesto.

Me arrodillé  y acaricié esa polla. Cuando se puso dura comencé a darle placer con mis tetas. Así hasta que decidí meter esa polla en mi boca y darle placer con mi boca.

–Eres buena.–dijo el tipo gimiendo.

Seguí un buen rato más hasta que eyaculó en mi boca. Después volví al trabajo.

Hoy quería reservarme para la noche. Cuando comenzó a atardecer decidí servir a un último cliente, Nuria que me pidió una cerveza.

–Dejame tocar esas tetazas.

Me apoyé en la mesa, y dejé que me manoseara los pechos. Me azotó la teta y me mandó a por la bebida.

–Aquí tienes, bebida y una buena vista.

Me quedé de pie hasta que me dejó ir. El resto del día lo dediqué para lavarme, limpiar mi boca y practicar un poco con Haiye. Teníamos unas pocas líneas cuando aparecían, básicamente teníamos que ofrecernos a la diosa. Haiye me dijo que aún conservaba mi talento para el baile, lo cual me alegró bastante. Finalmente llegó la noche y nos vestimos adecuadamente para bailar. Me acerqué a la elfa antes de salir.

–¿Cómo te llamas? Aún no sé tu nombre.

–Ves.

Había venido más gente de la que esperaba para la capacidad del recinto. Como no quería decepcionar a todas las personas que vinieron, comencé a bailar de la forma más erótica posible. Nos desnudamos poco a poco, y conforme íbamos mostrando más carne más nos animaban a seguir. Haiye estaba acostumbrada, pero yo sentí algo raro estando ahí arriba, no era desagrado era…¿placer? Me gustaba hacer eso, ojalá pudiera estar con nosotras Nuria, pero se había retirado para ser amante de la jefa. Cuando nos habíamos desnudado por completo fue el momento para arrodillarnos y hacer llegar al par de dos.

–Ahora nos ofrecemos como siervas de la diosa. Aceptad nuestra ofrenda.

Ellas que iban desnudas, nos ofrecieron sus pollas. Comenzamos a chuparsela bien chupada frente al público. En ese momento descubrí otra cosa, nosotras éramos las protagonistas de alguna especie de ritual. Mi cuerpo dejó de responder solo para dedicarse a la mamada, la gente comenzó a desaparecer del escenario y solo pude moverme cuando todo había cambiado a un gran jardín.

Al fondo se encontraba una mujer, la diosa, que tenía la polla erecta. Nosotras gateamos hasta ella con la intención de sacarle placer.

–Dejanos chuparla.

–No, chupadla solo si queréis hacerlo.–hizo un gesto en el aire.

–La verdad es que solo quiero sentarme y acurrucarme contigo.–dijo Haiye, la diosa le dejó sitio a su lado.

–Yo quiero hacerte una mamada.

–¿Cuál es tu razón para desear complacerme aún cuando te he liberado de tus deseos?–nunca me habían hecho esa pregunta antes.

–Me liberaste de la esclavitud y me estás dando la oportunidad de ver que quiero hacer con mi vida. Quiero darte las gracias.

Me apoyé en sus piernas y comencé a hacerle esa mamada. Usé mi lengua, chupé y lamí bien esa polla mientras salía y entraba en mi boca. Llevé mis manos a mis pechos y comencé a manosearlos para placer de la diosa.

–He empezado a ver qué mis niñas se están desbocando, las tradiciones se están perdiendo y todo comienza a perder su sentido. La esclavitud sexual con las hermafroditas tenía un significado más especial. Las sacerdotisas no abusaban de sus poderes, y no había tanta maldad.

–¿Y por qué no intervienes?–preguntó Haiye.

–Chica, me voy a correr.

Saqué la polla y dejé que toda la corrida fuera a mi boca y cara.

–La Suma Sacerdotisa está robando mi influencia, está haciendo uso del poder del Gran Árbol para hacer con las sacerdotisas y hermafroditas lo que le apetece. María es suficientemente fuerte para permanecer fuera de ese control. Necesito recuperar ese poder, te necesito Laura.

–¿Qué necesitas de mí?

–Dos cosas, que hables con Elisana y tu fuerza.

Cuando volvimos al mundo real, la función ya había terminado con una corrida en nuestras bocas. La gente estalló en aplausos, y las sacerdotisas nos llevaron a su habitación. Ahí las detuvimos. En ese momento sentí como perdía el control de mi cuerpo.

–Elisana, detente.–ella se quedó helada, parecía reconocerla–Necesito tomar tu cuerpo, no te pasará nada.

Elisana solo pudo asentir antes de que perdiera el conocimiento. Cuando despertó, sus ojos eran violetas, no como los míos, sus ojos eran completamente violetas. Le aparecieron marcas brillantes por todo el cuerpo. Ves se arrodilló ante ella.

–Necesito recuperar mi poder, y mi lugar como diosa. Entonces volveré a ser la mano que guíe a mi gente.

La diosa calló y se miró la erección que tenía entre las piernas. Cogí su mano y la llevé hacia la cama. Me senté en la cama, y acaricié su mano.

–Diosa, úsame para satisfacer tus deseos.

–No vas a ser mi esclava, Laura. Eso debe cambiar.

–No estoy ofreciéndome como esclava, estoy ofreciendo mi servidumbre. Quiero cuidarte, diosa.

–De acuerdo, tardaremos un tiempo en irnos. Necesito ver cuál es el alcance del daño de la usurpación.

Me puse a cuatro patas y se acercó. Miré hacia atrás y esperé a su penetración.

–Gracias de verdad por ofrecer tu servidumbre, necesito una sirvienta para tener sexo. Tu entrega será recompensada.

Su polla entró en mi culo, y se abrió paso hasta que la metió toda. Puso sus manos en mi culo,  y comenzó el vaivén. Al principio era lento pero la diosa se fue animando a acelerar la penetración. Yo bajé la cabeza y gemí de placer por cada vez que sentía esa polla taladrarme. Miré un momento hacia atrás para ver qué había entrado en trance, e incluso así podía mantener el ritmo. Tardó un par de minutos en volver en sí aceleró más el ritmo. .

–Los otros dioses me han traicionado y han colaborado en este golpe de estado.

–¿No puedes ir y recuperar tu poder?–preguntó Ves

–El Gran Árbol canaliza nuestro poder sobre este mundo y nuestros descendientes. Si se hacen con ese control, estamos limitados. Físicamente he tomado este poder y ahora Elisana está en mi mundo.

–¿Y qué vas a hacer?

–Cuando descubra el alcance de su daño, y del peligro, actuaré como debo hacer. Ya he elegido a mi adalid para dialogar con los demás dioses.

La diosa me tiró del pelo y se corrió en abundancia en mi culo. Yo tuve un gran orgasmo una vez acabó, y mi alma se llenó de una gran sensación de realización. Me acosté en la cama sonriendo a la diosa mientras jadeaba. Ves y Haiye se quedaron allí, viéndonos sin decir nada.

–Este cuerpo lleva todo el día sin tener relaciones sexuales. Prepárate sirvienta, hoy vamos a tener una noche movidita.

Entonces Lilla entró oliendo a lociones y pareciendo limpia. Se acercó a la diosa, y le puso una mano en el hombro. Llevaba un camisón blanco semi transparente, se le veía todo debajo.

–¿Ya has empezado Elisana?

–¿Te acabas de bañar?

–¿Huelo bien?

–Te has acicalado. ¿Qué deseas?

–Que me den un poco de amor, y cariño. Está bien trabajar, pero no es lo mismo cuando te lo dan a ti.

–Desnudate, y acuéstate al lado de Laura.

Lilla se colocó delante suya y se levantó el camisón. Se acostó y la esperó. No creo que se esperase que ella le hiciera sexo oral, como hizo. Se colocó entre sus piernas y comenzó a arrancarle gemidos. Mi culo chorreaba semen así que fui a limpiarme con una servilleta, a pesar de que su corrida fue abundante y tardaría un buen rato.

–Ven un momento Laura, luego te limpias el culo.–me encogí de hombros y me acerqué a Ves y Haiye.–Siéntate, quiero comprobar una cosita inocente.

–¿El que?

–Tú siéntate.

Me senté y dejé que Ves hurgase en mi cabeza, no hacía nada, más porque no podía hasta que retiró sus manos. Me miró sorprendida.

–Eres una eclipse, Laura.

–¿Como que soy una eclipse?

–¿Tú sabes que los sangrilunares son gente que porta los poderes natos de la diosa de la Luna? Pues lo mismo para nuestra diosa, me extrañó tu rápida sumisión a ella.

Cogió mi mano y salimos un momento.

–Esta es una gran oportunidad para ti, puedes pedirle algún favor a la diosa, cuando recupere su poder.

–¿Y de que me sirven mis poderes?

–Con entrenamiento puedes cambiar la apariencia de cualquier parte de tu cuerpo, puedes hacerte invisible, leer mentes y meditar para ascender al paraíso de la diosa cuando te apetezca.

–¿Y por eso me he sometido a la diosa?

–Cuando eres eclipse, sientes un amor nato por la diosa que te dió sus dones. No es malo, y descuida, la diosa es mucho más buena y benevolente de lo que parece. Nunca te forzará, ni se aprovechará de ti. Es más como decirlo, bonachona que su hermana.

–Ahora entiendo su comportamiento.

–Si la tratas con respeto, ella te tratara con respeto. Si vas a seguir sirviendo a sus deseos, no la traiciones.

Volvimos a la habitación, la diosa se turnó entre nosotras dos para follarnos toda la noche hasta caer dormidas. Nos despertamos en sus brazos, sonreí y bostecé. Me tomé un tiempo descansando en su hombro, Lilla besó su mejilla. Se la veía tan pura, como si la noche anterior no nos hubiera follado hasta quedar agotada.

–Ves dice que soy una Eclipse, ¿es eso verdad?

–Tiene razón, posees la capacidad innata de ser una sacerdotisa eclipse con todo lo que eso conlleva.

–Asi que por eso el deseo de cuidarte.

–Si.

–Ves me ha dicho que eres buena, que no te traicione.

–Las sacerdotisas lunares son demasiado perversas y depravadas sexualmente. Los solardiente están obsesionados con el control de la magia y el poder. A mí no me gusta elegir entre las dos, prefiero mantener el equilibrio.  Yo no trataba de esclavizar a nadie, y las nuestras tampoco. No sé en qué momento caí en esta espiral de decadencia hasta que me quitaron el poder y no pude ver que se estaba haciendo.

–¿Qué serías capaz de hacer si lo arreglas todo?

–Primero, la influencia mental que provocan las hermafroditas, es de lo peor que pude hacer. Segundo, aumentaré el placer que sienten las hermafroditas. Tercero, se acabará la adicción al sexo de las hermafroditas. Tendré que meditarlo más cuando vuelva a tener mi control sobre mi parte del gran árbol.

–Si eres una diosa también puedes renunciar al árbol y expandir tu influencia como diosa que eres.

–No te equivoques, soy una diosa en el sentido literal de la palabra, pero el Gran Árbol ejerce una poderosa influencia sobre el mundo y es en teoría una prisión que contiene nuestra forma física real. Por eso necesito recuperar el control, aunque debo aprender de esto.