El fin del privilegio: El precio de los dioses

Laura se ha dado cuenta de su destino, de haber sido un juguete de los dioses y del precio de tratar con ellos.

Myr, Cyra y yo teníamos nuestras manos atadas con cadenas. Se la chupabamos a tres hombres. Yo estaba sonrojada, disfrutando mucho de aquello. Me gustaba tener la boca llena por la polla tan grande de aquel hombre. A Myr le estaban follando la boca, y a Cyra ni la tocaban. No nos habían secuestrado, perdimos un juego contra ellos. No sacó su tronco de mi boca hasta que eyaculó todo en mi boca,  luego me hizo limpiarle el miembro. Lo miré como una perrita feliz de recibir órdenes.

–Haberte ganado ha merecido la pena, pelirroja tetona.–miré con una sonrisa de inocencia al elfo oscuro.

–Ha sido un placer perder, aunque casi te gano.

–Te has dejado ganar.

–Ojalá.–mis pechos se movían con mi respiración–No conozco bien ni las reglas ni la escritura.–metí sus testículos en mi boca y los lamí.

A Myr le metieron la polla hasta el fondo y supongo que se corrieron allí. Se notaba que estaba tan acostumbrada que también se sentía enormemente cómoda con las mamadas de garganta profunda. A Cyra se le corrieron en los pechos, y luego dió las gracias, lo que puso cachondísimo al tío, aún sabiendo que no podía hacer sentir mal a la jefa.

–¿Y bien? ¿Qué hacemos ahora? ¿Sigo trabajando?

El elfo oscuro me agarró del collar, y me besó con pasión. Me apoyé en la mesa, y me abrió de piernas. El tío penetró mi coño húmedo, y me abracé a él. Se movía dentro de mí con velocidad, machacándome. Tuve que acostarme en la mesa porque el tamaño podía ser demasiado. Así estuve recibiendo su miembro hasta que sentí su corrida en mi interior. Él acabó saliendo, y los tres se fueron. Nosotras usamos nuestra fuerza superior para librarnos de las cadenas. Myr limpió el semen que tenía en la comisura de los labios. Yo lamí su semen hasta que estuvo limpia.

–Ya me han follado unos cuantos por la vagina, se la he chupado a no recuerdo cuantos.–se quejó Cyra–No recordaba que trabajar fuera tan agotador.

–Es un vicio, jefa.–dije

–Son las fechas en las que más ganamos. Vamos afuera, donde no nos pidan unas mamadas.

Nos levantamos de la mesa y nos fuimos fuera del prostíbulo, tapadas con unas batas. Mi nueva ama Myr me desató la bata y me hizo llevarla así.

–Estoy pensando en darme unas vacaciones. Llevo dirigiendo esto durante siglos sin descanso apenas. Le daré el liderazgo a Haiye o cerraré el lugar, pero necesito un cambio de aires.

–¿Y a dónde piensas ir?–pregunté

–Eso depende de mi chica, pero en principio tenía pensado irme a una playa tropical y tener buen sexo, con o sin ella.

–¿Podemos ir contigo?

–Escuché que estaban preguntando por arquitectos en las islas del Mar Medriano. No se que tendrán en mente pero es tu oportunidad para volver.

–Si, tengo que buscar a Emilia, y que se venga conmigo. Necesito alejarme de todo.

–¿Piensas seguir siendo una esclava, Laura?

–Esa pregunta deberías hacerla cuando a la que le debo obediencia no esté cerca.–Myr agarró mi glúteo y me acercó a ella

–¿No te gusta ser mi esclava?

–Tú haces que me guste.–besé su mejilla–Si lo hiciera otro querría liberarme. Me gustan estos juegos sexuales, y cada vez que me ordenas, mi cuerpo está deseando obedecer.

–A diferencia de las hermafroditas, las medialuna exaltan los deseos. Te encanta obedecer y ser sumisa, así que eso haces con ella. En el momento en el que Myr te golpeé o se propase contigo, se romperá el vínculo. Por eso adoro acostarme más con medialuna que con hermafroditas.

–Nuestros juegos de obediencia nunca pasan de ese terreno, y nunca he permitido que nadie me pegue. Y no haría lo mismo con Laura. No obstante, tengo muchos juegos pensados.

–¿Como cuál?–pregunté curiosa.

–Cyra, dile cómo enseñaste a Nuria a leer en nuestro idioma.

–Cada fallo se contaba, y al final del día recibía un castigo sexual. Algunos más dolorosos que otros, para estar deseando seguir aprendiendo al día siguiente.

–Yo vuelvo dentro, Laura. ¿Vienes?

–Voy más tarde, Myr.

Cyra me ofreció su mano, y yo la acepté. Volvimos a dentro para ponernos unas zapatillas y salimos a andar un rato. Mi mente se calmó y dejé de ser la perra hambrienta de sexo. Con Myr dentro, y Cyra actuando de forma normal conmigo, volvía a ser yo. Me recorrió una ola de depresión que casi me hace llorar. Mis ojos se humedecieron, joder, tenía que hacer un buen esfuerzo para contener mis lágrimas. Cuando estaba bajo el influjo hermafrodita, simplemente era una zorra, todo el rato. Ahora la hermana de la diosa Eclipse me había cambiado, y me afectaba más de lo que me imaginaba. Pero sobre todo me afectaron las palabras de la Suma Sacerdotisa.

–Laura, ¿qué ocurre?–preguntó preocupada, yo volteé la cabeza–Laura...Vamos a mi casa.

Me agarró bien del brazo para no poder salir corriendo. Una vez dentro de su casa, me hizo sentarme, en su sillón. Entonces no pude aguantar las lágrimas. Cyra se sentó conmigo, y me hizo apoyar mi cabeza en su hombro. Me desahogué en sus brazos, y lloré mucho. Cuando vio que me estaba calmando, me dió un pañuelo.

–Haremos un viaje rápido al templo de la ciudad, allí debería estar Enariel. Creo que se lo que te ocurre.

–¿Por qué?

–Eres una víctima de los dioses, si la diosa Anvyla utilizó a su hija indirectamente para maldecirte, cambiar el daño por uno que le sirva a su hermana Freya no es correcto.

–Me siento más frágil, siento como si me hubieran partido en dos, y no me refiero a ese elfo. Soy una persona normal, pero cuando Myr me toca, y ordena, mi mente se convierte en esclava. No puedo ni oponer resistencia, solo excitarme por sus órdenes. Me gustan los juegos sexuales, pero sentirme víctima de la esclavitud me hace daño. Incluso si en realidad sí que me está gustando. Quiero hacer esas cosas con ella, pero no porque una diosa me haya impuesto ese destino. No es que no quiera tener sexo junto a ella, odio que mi mente se someta a ella.

–Voy a hacer un experimento, ¿me permites darte órdenes?

–Adelante.

–Laura, yo te ordeno quitarte la bata.–mi mente se vació de pensamientos, mi cuerpo obedeció al instante–¿Te gusta ser una  zorra sumisa?

–Por supuesto, Cyra.

–¿A pesar de que anteriormente me has dicho que odias ser víctima de eso?

–Eso es mentira.

–Si te damos una orden no sexual, no pasa nada. No obstante en cuanto te metemos en el sexo, cambias por completo. La diferencia entre hermafroditas y medialunas es que las hermafroditas están buscando esclavas sexuales, las que de verdad son expertas en el terreno psicológico son las señoritas lunares.

Mis pensamientos normales comenzaron a fluir en mi cabeza cuando sentí otra cosa controlándome. Algo estaba ocurriendo.

–Masturbate, venga.–ordenó Cyra–No pares de tocarte hasta que dejes de sentir placer.  Vas a responder a todas mis preguntas.

–¿Cuál será el premio?

–Iremos al templo de la Luna y seremos buenas feligresas. ¿Qué ha hecho de verdad a Laura? ¿Qué le pasa?

–Ha tratado la maldición eclipse de otra forma. Te obedezco en todo lo sexual, pero si quieres mi obediencia allá donde no corresponde te va a salir caro.

–Ya hablaremos del precio más tarde. Responde.

–No le ha hecho nada. No ha metido ningún espíritu y ella tampoco me controla. Soy Laura pero no lo soy, soy una parte de ella, transformada en una personalidad. Eso ha hecho la diosa, separar a la Laura normal de la Laura víctima de los dioses. Ahora yo soy todo en lo que Laura fue transformada, solo que hacía lo posible para camuflar mi existencia, que Laura no lo supiera.

–O sea que en realidad te estábamos despertando cada vez que tenemos sexo y clientes.

–Si, y  ahora Laura sabe de ello. Mira, nuestra relación cambiará. Cuando yo tenga sexo, Laura no sabrá ni podrá ver nada, pero no me puedes privar de sexo.

–Te llamaré Alda, para diferenciarte bien de Laura.

–Pues es gracioso porque todo este tiempo habéis estado tratando conmigo.

Todo se volvió oscuro a mi alrededor, hasta dejar de percibirlo todo. Se materializó una habitación, mi habitación. Mi doble yo vestida de puta se cruzó de brazos.

–Te vas a quedar aquí durmiendo mientras yo hago mis cosas.

–¿Por qué no saliste a la luz la primera vez?

–Preferí fusionarme contigo y hacerte pensar que eras tú.

–No puedes hacerme esto, Alda.

–Tú no puedes tener sexo, Laura.

–Fui yo la que se unió a la misión de mi hermana, y comenzó a chuparle la polla a esa hermafrodita. Puedo hacer esto.

–No, tú vives tu vida normal y yo soy la zorra sumisa que nació fruto del contacto con las hermafroditas. La zorra sumisa que estará en contacto con la diosa, para eso nos ha ayudado la luna.

–No me dijo lo que haría.

–Es difícil de explicar.

Cuando recuperé el control nos encontrábamos en el prostíbulo otra vez. Myr me abrazaba mientras no dejaba de disculparse.

–Tú no dejes de hacer tus cosas.–me acerqué más a ella deliberadamente, quería sentir mis pechos contra los suyos–Solo que ahora tendrás que tratar con otra personalidad, que toma el control cuando se trata de sexo.

–La he hecho salir, la ayuda de la luna era una trampa.–me tapé con la bata, roja de vergüenza al darme cuenta de que no vestía nada.

–¿Qué vais a hacer?

–La tengo que llevar con Enariel. Debería estar aquí en la ciudad, luego vendremos por la noche a tu taller.

Vi a un hombre llamándonos, Cyra le dijo que no. Myr le hizo una señal de espera. A mí se me ocurrió una idea.

–No vas a poder, Laura.–dijo Alda en mi cabeza.

–Dejamé intentarlo.–le dije a Alda.

Era cierto que yo estaba en pleno control con todo el tema de mi hermana, pero también es cierto que estaba bajo la influencia de una hermafrodita. No me liberé sexualmente nunca para ser exactos, siempre fui víctima de hermafroditas, incluso con María. Era hora de hacerlo con un hombre, sin que esta nueva personalidad interfiera. Sentía su rechazo por lo que quería hacer, quizás tenía razón y me arrepentía o le demostraba que podía hacerlo. Liberé mi cuerpo de la bata. Me sentí muy avergonzada al destaparme, se me aceleró la respiración, y me entró el nerviosismo.

–Laura, yo soy la puta aquí.–dijo Alda, podía sentir su voz como si me estuviera hablando a mi lado–La diosa Freya te ha despojado de toda la personalidad construida por las hermafroditas y sacerdotisas, y eso soy yo. Tú eres la chica normal antes de todo esto, yo soy la zorra sumisa. Somos Jekyll y Mr.Hyde pero si Hyde fuera una zorra come pollas.–miré la polla erecta del hombre.

Quizás fue la frustración, quizás fueron sus palabras pero me vi empujada a hacerlo a causa de sus palabras. Me arrodillé, y viéndome bastante novata puse mi mano entorno a su pene.

–¿Qué intentas? La Laura real nunca ha comido una buena polla, siempre lo has hecho empujada por la influencia divina.

–Siempre hay una primera vez.

Apoyé mis manos en sus piernas e introduje su polla en mi boca, hasta la garganta. La costumbre había hecho que no tuviera el reflejo de dar la arcada. Me sentía muy distinta, porque era la primera vez que comía una polla sin ser influenciada por algo. No mentiría si dijera que me puso muy cachonda sentirme tan sucia.

–Chupas muy bien.–estaba tan concentrada que ignoré su voz.

Alda tomó el control de mi cuerpo y ella me masturbó mientras yo seguía mamando desnuda.

–Me voy a correr.

Sentí su eyaculación en mi boca. Parte del semen se me escapó, sonreí y jadee.

–¿Por qué estoy cachonda, Alda? Quiero que me folle. ¿Es normal desear más?

–Claro, mi dulce Laura. Eres una mujer adulta en plena edad fértil, es normal el deseo de un orgasmo.

El hombre dejó el pago y se fue. Yo cobré el control de mi mano y seguí dándome placer.

–Myr será perfecta para las dos.

Me masturbé furiosamente pensando en sexo, en sentir en mi interior una buena polla. En que me dieran placer bien dado. Myr se sentó a mi lado, y puse mi cabeza en su pierna. Me corrí deseando una buena follada, aunque fuera de una mujer.

–Mi otra yo está acostumbrada al sexo, pero para mí estas experiencias son nuevas. Yo soy  Laura, pero como era antes de meterme en todo esto. Quiero que me follen, Myr.

–Yo siento que quiero disfrutar, a mi manera y con mis reglas. No he cambiado mucho, quizás nos diferencia que yo he vivido demasiado así, y he aprendido de ello.

Alda tomó el control y sonrieron con complicidad. Se dieron la mano, dispuestas a irse a una habitación cuando Cyra carraspeó  y se cruzó de brazos.

–Vístete, Alda, y tú Myr, te quedas aquí.

–¿Cómo sabes que soy Alda?

–Que te vistas, zorrita.

Le sacó el dedo y fue a vestirse. Todos los vestidos que tenía aquí eran muy de zorra, de vender nuestro cuerpo. Alda iba a cogerse uno rojo con mucho escote pero yo me resistí, no quería que llevase mi cuerpo casi desnudo por ahí.

–¡Laura!

–No, ponte algo que muestre menos, y ponme ropa interior.

–Solo bragas.–dijo, sabía que no cedería

–De acuerdo.

Alda salió en bragas de la habitación, y le pidió ropa. Cyra nos llevó a su oficina, y las dos nos vestimos con ropa para viajar. Alda sacó un consolador del cajón y se lo lanzó a Cyra.

–Ir a caballo con una polla dentro debe ser incómodo. Ese es mi precio.

Cyra fulminó con su mirada a Alda, podía sentir su furia pero se resignó a la petición de Alda. Manejar a Alda le llevaría mucho esfuerzo y ella paradójicamente controlaba y dominaba mi cuerpo mejor que yo. Alda movió mi cuerpo hasta la salida, donde robamos unos zapatos. Cyra se despidió de su novia. Nos montamos a caballo e iniciamos el viaje. Y ahí sí que perdí el conocimiento, como si quisiera ahorrarme todo ese tiempo. Cuando volví en mi, veía una ciudad a lo lejos.

–Cuando lleguemos con Enariel dejaras salir a Laura. No es una pregunta.

–Una pena que no hayamos traído alguna hermafrodita, Cyra.

Dimos una pequeña visita por toda la ciudad, sorteamos el mercado y entramos en el templo. Entonces sí que volví a controlar mi cuerpo. Se movían por todo el lugar, sacerdotisas desnudas, que para mí sorpresa no estaban retozando todo el rato. Seguí a Cyra como si supiera por dónde tenía que ir, y llegamos a una oficina, allí estaba Enariel. Se levantó para abrazarme en cuanto me vió. Allí también se encontraban Myriana y su zorrita.

–Acabo de recibir toda la puta información sobre la diosa Eclipse. Alguien me quiere decir, ¿por qué hay una diosa en el mundo de los mortales?

–Si ya te lo han contado…

–La diosa sabrá que no han marchado a obedecer su misión. Maldita sea. Los líderes de las órdenes sagradas se están poniendo en marcha.

–Myr y yo mantendremos ocupada a la diosa. Seremos sus esclavas, para eso nos hicieron esto.–dije, me excité más de lo que debería con la palabra esclava, aunque sabía que eso era cosa de Alda, no podía evitar sentirme sucia por ello.

–Siento que la diosa no dijera la verdad, pero era necesario, Laura. Es muy difícil romper los encantamientos de una semidiosa, cuando se vive demasiado con ellos te vas acostumbrando, pero es la única forma temporal de solucionarlo todo. Así tienes parte de tu personalidad original, y la que se expone a la diosa es la otra personalidad.

–Alda es una zorra, tengo dentro de mí a la zorra de las zorras.  Me hace sentir demasiada vergüenza.–agaché la cabeza.

Alda que permanecía pendiente de la conversación comenzó a bombardearme con imágenes sexuales que sabía que me ponían a cien.

–Dile que pare, Enariel.

–Yo no puedo hacer nada.–al sentir su caricia, me puse aún más cachonda.

–No para de mostrarme imágenes sexuales, me ponen muy mal, joder.

Mis ojos no podían ver nada, solo las imágenes sexuales que ella me mostraba. La muy cerda no paró hasta que Enariel me besó, tomé su cintura y la acerqué a mi. Se sentó encima de mí y comenzamos a besarnos y acariciarnos. Ella me desnudó a la vez que yo lo hacía.

–Te está emputenciendo, Laura.–dijo Aelia

–Es verdad, se supone que ella tendría que ser la normal y Alda la zorra.

Nos abrazamos mientras nuestros labios se besaban y nuestras lenguas jugueteaban. Puede que Alda me estuviera provocando, pero Enariel me deseaba desde hace tiempo. Enariel dejó nuestra ropa en el suelo, y yo la alejé con la pierna.

Cyra que debía estar excitada por la escena, también comenzó a desnudarse. Entonces sacó el dildo de su interior, y llamó a Myriana. Esta se bajó los pantalones y gracias al juguete sexual, la hermafrodita entró en su culo con facilidad. Resopló y la hermafrodita comenzó la follada en Cyra. La dueña del prostíbulo se apoyó en la mesa.

Mientras nosotras nos besábamos, nos dábamos caricias y nos mirábamos como dos amantes enamoradas. Nos cogimos de la mano y nos miramos, la química entre las dos se podía tocar en el aire.

–Desde que te volviste una zorra he estado deseando volver a verte. Siento no haberlo hecho.

–¿No te importan las pollas que mi cuerpo ha recibido?

–Eso lo pone mejor.–ella le hizo un gesto a Aelia.

Nos dió el dildo y se masturbó frente a nosotras. Nos pasó un pañuelo con el que lo limpiamos y Enariel lo cogió. Cogí el dildo a Enariel y conocé a penetrarme con él como si de una polla se tratase. Y entonces ahí estaba yo, besándome con Enariel mientras me masturbaba con un dildo y me daba cuenta de la jugarreta de Alda. No obstante, a pesar de que me empujaba a tener sexo, y ser consciente de que me estaba participando en su juego, no me detuve. Continué así al son de los gemidos de Cyra hasta que tuve un orgasmo y un squirt. Ambas rozabamos nuestras frentes, mientras yo jadeaba.

–Siento haberte manchado.

–Es la primera vez que te veo correrte así, Laura.

–Estoy experimentando el sexo sin influencias mentales. Siento este placer como si mi cuerpo no lo hubiera recibido antes.

–Y te gustan las mujeres.

–Pero también deseo la polla de un hombre.

–Eres una zorra, Laura.

–Puede que yo esté libre de influencias, pero sigo anhelando una buena polla dentro de mí. Mi cuerpo no está libre al completo y Alda está aprovechando eso.

–Hace bien, te tendrás que ir con la diosa, ella te cree suya.

–¿Sabrá ella de la jugarreta de su hermana?

–No tengo idea alguna, por eso creó a esa personalidad que llamas Alda.

El deseo de una polla era palpable, algo que no perdí con todas las tretas de la luna. Ella y yo estuvimos hablando un buen rato, pero eventualmente me dirigí acompañada por Myriana y Cyra hacia  el taller de Myr.

–Si la diosa está corrompida, entonces te recomiendo que lleves cuidado. Debes dar por hecho que ella está inestable y cualquier error puede ser fatal.

–Dijo que me lo explicaría todo, ¿y si tiene sentido lo que dice?

–Recuerda que una sangrilunar destrozó tu infancia y una eclipse esclavizó a tu hermana.

–La diosa Freya debería haberme contado su plan, en vez de ser una zorra mentirosa.

–Miralo por el lado bueno, ahora tienes la mitad de libertad que antes.

En cuanto se comenzó a ver a lo lejos el taller, las dos se detuvieron.

–Continúa tú el camino, suerte.

–No necesito suerte, necesito que Alda se porte bien.

Alda tomó el control de mi cuerpo, esta vez podía verlo como si estuviera a su lado.

–Ahora estamos solas, nadie te oye. No puedo dejar que sientas esto, por muy cachonda que te pongan estas escenas.

–No puedes gobernar mi cuerpo de esa forma. ¡Es mío!

–Laura, olvidas una cosa. Somos dos personalidades distintas, pero venimos del mismo cuerpo. Soy una zorra sumisa y comepollas, si, pero también soy tu protectora y lo único que te hará daño en esta vida será una polla. Confía en mí, por favor.

–La última vez que lo hice casi me esclavizan.

–Si descubre que nos ha dividido en dos personalidades, estaremos acabadas.

Para cuando quise darme cuenta, nos encontrábamos frente al supuesto taller de Myr. Miré por última vez a Alda, o sea, me miré.

–Si te va a joder, que no nos tenga viva.

Entonces fui a esa habitación que ella creó. Donde todo estaba insonorizado. No pude ver, ni oír ni sentir nada pero sí que sabía y podía saber que Alda estaba siendo la putita devota que la situación requería. La diosa se creyó todo, no sospechó de nuestro cambio. Una televisión en esa habitación se encendió y mostró lo que ocurría fuera.

Como suponía, ambas estábamos siendo las putitas devotas que necesitaba la diosa. Pero ella no me enseñó la situación para verla hacer una mamada. La diosa comenzó a hablar.

–Nuestro hermano se levantó en armas contra nosotros. Enandrar entera tuvo que unirse contra él. Le carcomía una necesidad de control y poder que lo llevó a la ruina.

Los gestos de la diosa comenzaron a ponerse más violentos. Ella agarró mi cabeza y se folló mi boca. Myr, fingiendo estar hipnotizada por su poder, se masturbó frente a ella.

–La actual Suma Sacerdotisa, cree que libraré una guerra en Enandrar como la de mi hermano.

Myr en un movimiento muy inteligente, aprovechando que ya había dicho verdades bajo su influencia, habló.

–¿Y no has pensado que la líder de tu culto se preocupa por tí?

–Si se preocupa por mí no me robaría mi visión y poder sobre este mundo. Soy una de las Celestes, pagará caro su rebeldía.

La diosa no parecía importarle el hecho de estar violando mi boca, solo nos usaba como cuerpos en los que correrse. Myr quería decir más cosas, pero se calló con la intención de evitar sospechas por parte de la diosa. Alda, mi otra personalidad, para calmar a la diosa, la cogió de las manos y las acarició. La diosa se calmó por un momento, y Alda continuó haciéndole la mamada.

–Lo siento, a veces me paso. Lo siento, de verdad.

Ahora entendía porque Alda no me quería presente durante el momento. Su hubiera estado físicamente ahí, digamos que no habría reaccionado bien ante ese comportamiento. Nos había tratado mal, y luego se estaba disculpando como si nada. Cuando la diosa eyaculó, probablemente otra vez en no se el tiempo, se tapó el rostro con las manos.

–Me está ocurriendo lo mismo que sufrió mi hermano.