El fin del privilegio

María duda sobre su relación con Laura, y sobre su destino como agente y esclava personal. Ella decide renunciar a su hermafroditismo, lo que supondrá la liberación para las dos.

RECOMIENDO LEER MI RELATO DE LAS VIGILANTES DE LA DIOSA MADRE. AUNQUE NO ES DEL TODO NECESARIO PARA ESTA FUTURA SERIE.

Eiji agarró de la correa a Laura, mientras esta se mordía la lengua. La acercó a su entrepierna. Laura le bajó los pantalones, comenzó a chuparsela. Ella estaba completamente desnuda, solamente tenía un collar en el cuello.

–Te gusta ver a tu chica tener sexo, como a mí con Eiji. La diferencia es que tu chica  es mi Laura.–dijo Esmeralda que grababa la escena

–Fue ella la que quiso meterse en esto, yo estoy pensando seriamente pasarle su papel a Emilia, y tener a Laura cómo sumisa.

–Entiendo por qué quiso meterse en esto, pero no está bien, María. Me gusta verla desnuda y disfrutar, pero no las causas.

–En realidad las causas son la consecuencia, Esmeralda, el paso de sumisa eclipse fue el paso lógico que tomó Laura. Puedes estar tranquila, nunca le haré daño.

Nuestra conversación nos hizo perdernos el espectáculo que nos dieron esos dos viciosos que terminó de forma lógica, con la eyaculación de Eiji.  Se levantó y con el semen en su boca, se besó con la sumisa de Eiji. Esmeralda, mientras se besaba con Laura, me dió una cachetada en el culo y me señaló el escenario.

Yo sabía que ese par de dos se dedicaba a un tipo de porno especial. Ellos no eran humanos, y utilizaban eso para grabar. Eran famosillos. Yo percibía en mi lo que ya me habían advertido hace tiempo, que en algún momento me volvería muy dominante con los demás y eso me llevaría por mal camino. Así que decidí unirme a esos dos, para que me quitasen ese papel dominante. Tener sexo con Eiji me resultaba terapéutico siendo una hermafrodita.

Como todas las semanas, entré en el escenario y me puse a cuatro patas en la cama. El demonio escamado se acercó a mí, y frotó su miembro contra mi coño.

–Esta vez acuéstate. Tráeme la mordaza y las esposas.

Esmeralda buscó en una caja lo que pedía y se lo trajo. Yo me puse en posición que me pedía mientras Esmeralda me ponía la mordaza y me encadenaba las manos a una parte de la cama. Él masturbó mi vagina y entró cuando vió que estaba húmeda.

–Se me hace raro verla en mi lugar.–dijo Laura.

Sentía su miembro entrar y salir de mi cuerpo, lo único que podía darle eran gemidos de placer.

–Necesitas una hermafrodita o un hombre que te den el amor que necesitas, María. Necesitas sentirte querida y no necesito ser psicólogo para eso.

Aceleró las embestidas, y lo ignoré mientras follabamos. En cierta manera tenía razón, me comenzaba a arrepentir de lo que le hice a Laura, me gustaba más cuando era solo una zorra. Y ahora acudo a que Eiji me de lo que no puede darme nadie. Continuó dándome embestidas y yo gozando hasta que sentí su simiente en mi interior. Mi orgasmo fue doble, me corrí con ambos sexos. Me relajé en la cama mientras de mi vagina salía semen. Impedí que Laura me limpiara, y en su lugar lo hice yo misma cuando me soltaron. Me fui desnuda a la ducha y perdí mi tiempo allí, dejando caer el agua caliente. Esmeralda en ropa interior se presentó en el baño con Laura.

–Laura y yo conocemos a alguien que te podría interesar, es un alyvir al que le gusta este rollo del BDSM, pero de verdad.

–¿Un vampiro?–pregunté, no me acostrumbraba a llamarlos por su nombre real.

–Si, creo que puede darte lo que necesitas ahora mismo y no hace ascos a nada.

–E iría contigo, ama.–dijo Laura.

–No puedo pedirle ayuda a ninguna hermafrodita, pues estamos hechas para el sexo puro y duro, cualquier cosa que se sale de eso nos hace sentir raras. Necesito renunciar un tiempo a mi papel dominante y de hecho me gustaría renunciar un tiempo a mi hermafroditismo.

–Necesitas caña, y aquí no hay sitio para tanta gente.

Estaba decidida a ello, necesitaba esta prueba de voluntad. Laura no lo entendía pero yo tenía que ponerme a prueba como sierva de nuestra diosa, sometía a mis amantes sin quererlo y en ocasiones me sentía mal por eso. No puedo seguir así sin convicciones firmes. Por esa razón, oficié un ritual a la diosa del Eclipse para pedirme que me quitara el don. Hice todos los pasos requeridos, y supe que iba bien cuando me desmayé.

Aparecí en un jardín, una mujer con las túnicas de sacerdotisa me ayudó a levantarme. Yo llegué totalmente desnuda a ese lugar. La sacerdotisa que me ayudó desapareció.

–Mi cachorro favorito, adoro verte utilizar tus dones.

Bajé la cabeza a modo de sumisión cuando apareció mi diosa. Ella se acercó a mí en busca de mis palabras.

–Habla.

–Tú sabes que yo tengo una esclava, una agente eclipse. Además me habrás visto tener sexo, y practicarlo con quién he querido.  Pero dudo de mis deberes, no puedo seguir dominando, no me siento bien utilizando esa mente vulnerable. Necesito aclarar mi mente, renunciar a mi posición dominante y ver si puedo seguir o debo ser la esclava de alguien más.

–¿Y ya tienes al amo apropiado que te ponga a prueba?

–Me han recomendado uno, si.

–Normalmente me niego a dar estos favores que os alejan de mí, pero sé que dices la verdad. Te despojaré de todos los dones que te he concedido. Serás una mujer corriente.

–Gracias, majestad divina.

–Laura será libre de tus ataduras  mentales a partir de ahora. Tienes suerte de que no la hayas sometido a la fuerza, vete. Laura también está a prueba.

Cuando me desperté, me sentí diferente. Sólo tenía una vagina entre las piernas, y estaba despojada de la necesidad sexual que nos caracterizaba. Mi mente no estaba llena de imágenes sexuales todo el rato, me sentí muy rara y vacía por dentro. Entonces llamó Laura a la puerta.

–Entra.

–Ha pasado, ¿verdad?

–Necesitaba romper nuestro vínculo, necesito aclarar mis ideas.

–¿Te llevo con mi amigo?–preguntó Laura.

–¿Aún quieres venir?–le pregunté a Laura, que seguía teniendo su cuerpo de siempre.

–Me apetece algo un poco duro, pero igual te dejo sola. Ya veremos por el camino, también necesito ver cómo estoy mejor. Aunque probablemente renuncie al control mental.

Me ayudó a levantarme y me dió un abrazo.

–Quitaté el sujetador, le encantará verte sin él.

Hice lo que pidió y me sonrojé, mis pechos eran del tamaño suficiente para deformar la camiseta. Me la quitó, y me tapé mis tetas. Me sentía un poco avergonzada.

–Vete, y ponte algo con escote, no muy descarado. No queremos que te confundan por puta.

No se porque me avergonzaba llevar el torso desnudo, nunca me había sentido igual, pero  cogí confianza y me vestí con una camisa desabrochada a la mitad.

–Ahora posa, a ti no te ha visto nunca.

Eso sí que lo hice bien, y me salieron bien las fotos. Jugamos con las perspectivas, y tras un par de fotos nos montamos en el coche. Laura conduciría todo el camino, el viaje duró unas horas en coche. Tiempo que me dió para avisar a mi amante y a Emilia, que debían estar pasándolo bien ellas dos.

–No te preocupes, María. Las amas y esclavas que han recorrido vuestro camino  también han tenido sus dudas. Haced lo que tengáis que hacer.

Llegamos a la vida urbana, en especial paramos en un local cerrado con estética gótica. Aparcó el coche y llamó a su amigo a la puerta. Nos recibió una mujer pelinegra y de ojos rojos, me miró de arriba a abajo y nos invitó a pasar.

Entramos en una sala, donde un hombre y una mujer descansaban juntos. Nos dimos la mano y nos invitó a sentarnos.

–Cuentamé tu historia, hermafrodita, o…

–Ahora  solo María. He renunciado a mi hermafroditismo, y busco renunciar a todo lo que me hace especial. Quiero una mano dominante, estar un tiempo con alguien y ver que rumbo tomo en mi vida. Soy una alada oscura, pero no tengo grandes problemas a mis espaldas.

–Eso está muy bien, y tú, Laura. ¿Vienes de visita o quieres una mano dominante tú también?

–Acabo de liberarme de sus ataduras mentales, quiero que me den caña. Luego, ya veré qué hago, pero que no sea muy lejos, quiero ver a María un poquito.

–¿Hombre, mujer o hermafrodita?–me señaló.

–Hombre, las hermafroditas están muy condicionadas por su propio ser.

–Lo que sea, quiero sexo duro.

–Tenemos el lugar apropiado para las dos, hay una habitación donde estrenaremos a la ex hermafrodita, tú qué dices querer caña y que quieres ver a María hay otro lugar.

LAURA

Renn el alyvir de aquel local, era un viejo amigo mío, siempre le había gustado todo ese mundillo. A mí cuando me empezó a gustar el sexo, me hice más cercano a él, y le pedí algún favor que otro.

Esta ocasión era distinta, a las dos nos pusieron collares, y unas pulseras represoras. Nos desnudamos allí mismo, y les seguimos. Siendo sincera, estaba abierta a casi cualquier cosa que a la que me sometieran pero no esperaba que la habitación tuviera un hueco que servía como Gloryhole. La chica me hizo ir a la otra habitación, que estaba llena de hombres y alguna mujer.

–Es nueva, nada de meados, vómitos, cigarros o cagadas, o si no les dejaré que os mate la zorrita. Entra, putita pelirroja.

Metí la mitad del cuerpo en la abertura, que daba a un mueble bien acolchado que me ayudaría a apoyar el cuerpo, mientras que tenía toda la otra parte para ellos. La mujer, volvió a la habitación y me dió mi teléfono.

–Gracias, Lilla.

–¿Sabe tu vieja ama que cuando no estabas en casa venías aquí?–sentí la primera polla entrando dentro de mí.

Cerré los ojos, y gemí

–No, quería...mantener ciertas...en secreto.

María, que comenzó a satisfacer a Renn, me ignoró por completo. Yo me aferré al mueble mientras me follaban el coño. Sentía ese miembro abrirse dentro de mí, y follarme sin miramientos.

–Con la esclavitud mental, había olvidado lo bien que se sentía el sexo. Noto muchas más sensaciones que antes. Diosss.

La primera polla se corrió, y otra entró. Esta debía llevar condón, me agarró de las piernas y entró en mi coño. Mientras, María le mostraba su veteranía en el mundo del sexo con la boca. Su boca devoraba esa polla por completo, sin sufrir ni una sola arcada, la sacaba, la lamía y de vuelta a su garganta. Nunca la vi hacer mamadas tan buenas como la que le hacía a Renn. Entonces, Renn agarró la cabeza de María y esta llevó sus manos a la espalda, comenzó a follarle la boca. Detrás de la pared, esa polla me daba una gran follada. Lilla cogió mi teléfono y comenzó a grabarme.

–Se te ve muy bien, Laura.

El cabrón que me follaba, se estaba esmerando en darme placer. Y en vez de quitarle el móvil, miré a la cámara y sonreí.

–Voy a ir a la otra habitación a grabarte, chica.

Renn eyaculó en la boca de María, esta tras mostrar el contenido de su boca, se lo tragó todo. La dejó un momento en la cama mientras este buscaba algo en un cajón, sacó una fusta y una mordaza. Para cuando se corrió, ya había tenido dos orgasmos, por suerte decidieron darme tregua.

–Nunca te he visto chupar tan bien, María.

–Te dije que fui escort. Chupo mil veces mejor que tú.

–¡Ja! Eso habría que verlo.

Cuando sentí una polla en mi culo, volví a aferrarme al mueble y apoyé mi cabeza sobre la almohada.  Como dije antes, sentía mucho más placer sin esas ataduras mentales, era como si esas ataduras redujesen las sensaciones y aumentasen la necesidad de tener sexo. Volviendo al acto sexual, una polla se abrió paso por mi culo hasta el fondo. Ese hombre dió paso a taladrarme el culo con su polla, y tuve que levantar un poco mi torso para no aplastar mis pechos. Mientras, Renn azotaba a María en la vagina o en el culo con la fusta. Lilla continuó grabandome en la habitación unos minutos más hasta que se detuvo. Llegó el momento en el que tras azotarla, la atrajo hacía sí y la penetró vaginalmente.

–Más de una vez nos hemos divertido, quiero que eso vaya a más, Laura. Quiero que te conviertas en mi compañera.

No quise responder hasta que terminaran de usarme, diría que una media hora después, por fin pude arrastrarme hacia delante  y dejar de estar allí. Por el agujero me despedí de los hombres y me senté. Renn había acabado temporalmente con María, además le habían llamado. Las tres nos fuimos a los baños, unas duchas sin puerta para taparnos. Nos limpiamos en silencio, al menos nosotras dos, porque Lilla se mojó un poco y se envolvió con una toalla. Una vez limpias en todas partes, nos fuimos a un jacuzzi.

–¿Entonces qué dices, Laura?–nos metimos, y me puse cómoda.

–Tengo que pensarlo.

María se acercó a mí, me agarró del brazo y apoyó su cabeza en mi hombro.

–Nunca había tenido sexo como las mujeres normales.

–Y yo nunca había estado en un hole de esos, se portaron bien esos hombres.

–Normalmente no suele ser así, son más gamberros pero me alegro de que lo hayas pasado bien.

Una parte importante de mi, quería estar en la Casa del Edén con las demás chicas. Era un lugar increíble, pero no quería dejar sola a María.

–¿Conoces la Casa del Edén?–pregunté a Lilla

–No, ¿que es ese lugar?

–Es el lugar donde descubrí mis inclinaciones sexuales, era un prostíbulo muy curioso. Lo llevaba una mujer, y era un lugar más respetuoso del que se podría esperar. Me gustaría volver para estar con las chicas.

–Lo entiendo, me decepciona pero lo entiendo.

–Te puedes venir y ver el lugar. En vez de trabajar contigo aquí, puedes venirte y así ves mundo.

–Pero si te vas me dejas.–dijo María

–Vendré a verte cada semana, a ver tus progresos.

–Tenemos aquí a una caeliana de luz muy cariñosa con la que seguro que harás migas. Sería divertido que os enamoraseis.

–Vale, pero ven a verme.

Tal y como decidí. Nos fuimos. Renn estuvo de acuerdo y no puso quejas. Antes de irnos, decidí hacer una llamada a Esmeralda para avisarle de que me iba.

–Otra vez allí, bueno cuídate.

Abracé a Lilla y aparecimos en un bosque. Mi poder era más que suficiente para llevarnos ahí. Miramos a nuestro alrededor y me tomó un tiempo orientarme antes de encontrar el susodicho lugar en la lejanía.

Me di cuenta que ella me cogía de la mano, no mentiría si dijera que sabía con certeza que yo le gustaba a ella. En vez de soltarme, dejé que me cogiera de la mano. Nos miramos y sonreímos, era una chica guapa y en cierta manera a su forma, era buena. Yo me alegraba de saber que no era una hermafrodita, no es que el sexo con María fuera malo, pero más allá del sexo, no hablamos casi nada. Una parte de mi creía que podía encontrar pareja, aunque en el fondo se que no puedo mostrar sólo este lado sexual si quiero encontrar pareja. Una pareja que me tratase como algo más que una muñeca sexual.

Llegamos a la Casa del Edén. Me encontré a Haiye, con el torso desnudo, sentada en la mesa, mirando a otra puta. Era de día, por lo que apenas había actividad en el lugar.

–Ey, esas tetas. Las dos.–me levanté la camiseta y le mostré las tetas. Lilla también lo hizo.–Quítate la camiseta, y déjate ese collar. Ve a ver a la jefa.

Aún recordaba dónde estaban las cosas así que no tuve problemas en encontrarlas. Llamé a su oficina y me dejaron pasar. Cyra y Nuria se daban placer mutuamente, ambas estaban desnudas, con Nuria sentada sobre las piernas de la jefa. Tenían sus manos en sus piernas por lo que supongo que se masturbaban a la otra. Nosotras ahí estuvimos observando, algo excitadas la escena lésbica. Cuando acabaron se corrieron y se besaron.

–¿Qué haces aquí? ¿Y quién es tu compañera?–dijo jadeando y sonriendo a Nuria.

–Vengo a trabajar aquí y aclarar mis ideas. Y ella también.

–Esta noche bailas con Haiye, el espectáculo acabará con unas mamadas a unas sacerdotisas eclipse muy guapas.

–Tengo que practicar el baile, hace tiempo que no lo hago. Mi ama me tenía chupándosela todo el día. Aunque se supone que Haiye no está en ese tipo de cosas.

–La he convencido de que haga una excepción. Por cierto, te prohíbo taparte las tetas, una norma especial para ti, Laura.

Me eché hacia delante y miré coqueta a Cyra.

–¿Ah sí? ¿Cuál es el castigo si me las tapo?

–Te azotaremos, Laura. Ahora sal, y práctica en el escenario con Haiye.

Me pregunté qué estaría haciendo María en mi ausencia, sería la esclava sexual de Renn o él tomaría otro camino con la ex hermafrodita. Yo estuve practicando con Haiye, en el escenario como nos pidieron. Lilla se quedó observando el erótico espectáculo.

–Va a venir el comité real a la ciudad cercana en unos días. Es muy probable que la reina Tinuviel visite este lugar, ¿que quieres hacer?

–Ya veremos.

Lo que tenía por seguro, es que Cyra querría sacar provecho de mi, le encanta verme trabajar. Cuando vi a unas mujeres con túnicas sagradas salir de una habitación y verlas, vi lo hermosas que eran. Una era de tez oscura, era una elfa olivyria con un atractivo natura, de pelo negro.  La otra chica no parecía una elfa, pero por el diseño de su túnica, debía ser una alada. Esta era rubia, de ojos verdes con una sonrisa encantadora, con unos grandes atributos femeninos para ser hermafrodita y de piel clara. Les hice una señal para que se acercasen. La elfa oscura no se veía atraída por el espectáculo, al menos eso decían sus expresiones porque su entrepierna decía otra cosa. No obstante la alada se fijó en mí al instante. Entonces bajé del escenario y me acerqué a la ricura rubia. Puse una mano en su hombro y se me quedó embelesada. Bailé un poco más hasta que me bajé la falda que me puse y las bragas.

–Vente.

La rubia me agarró de la mano y me llevó hasta la habitación de la que salió. No se andó con rodeos, me tiró contra la cama y me abrí de piernas para ella. Me folló con ganas la rubia. No fuimos las únicas, la otra chica y Haiye entraron también en la habitación. La hermafrodita tomó a Haiye en la posición del perrito, Lilla se quedó y se sentó a vernos.

–Se supone que tenéis que follar ya de noche, en el escenario no ahora.–dijo Lilla

–Hemos pagado por ellas, hasta que no nos vayamos, son nuestras.–dijo la elfa mientras las demás hacíamos un coro de gemidos.

Tuve varios orgasmos gracias a esa chica rubia. Y por fin llegó el momento en el que la hermafrodita también se corrió. Permanecí abrazada a ella y de la misma forma ella dentro de mí.

–Eres muy guapa, chica rubia, y tus tetas son grandes.–dije jadeando.

–Gracias, soy Elisana, puedes llamarme Eli. Tu también eres una belleza, me ha encantado verte bailar.

–Y tu follas muy bien.–pensé que volvería a seguir, pero agradecí que sacara su polla de mi coño.

Mientras Lilla aún montaba a Elisana, me fijé en que Cyra nos observaba sonriente desde afuera de la habitación. Me hizo una señal para que me acercara a ella. A ser, que podía querer la jefa del prostíbulo.

Haiye gemía como la puta que era, y pedía más. Nosotras dos las observamos acostadas. Entonces Lilla se acercó a Elisana y la montó. La elfa oscura y Haiye terminaron en un increíble orgasmo por parte de las dos.

Bueno, he vuelto a la página y con más energías que nunca. Traigo el primer capítulo de una serie que vengo preparando, no hace falta leerse los relatos anteriores pero recomiendo leer:la trilogía de Infiltrada como Puta, En la mansión de la hermafrodita y el que se menciona arriba. En verdad no es necesario hacerlo, pero se entienden mejor los personajes principales. Iré subiendo el resto de los que tengo preparados pronto.