El fin de Tristán Grimm
Tras meses de investigaciones y favores cobrados, Sonia Reid ha juntado suficiente evidencia para poner en jaque a Tristán Grimm y aunque sabe que juega con fuego, está dispuesta a todo por lograr su último objetivo.
En la oficina de Tristán Grimm se respiraba un ambiente tenso y Yuliana, de pie en medio de la habitación, lo sabía.
Su jefe y amo se encontraba detrás de su escritorio, revisando unos documentos, con los labios tensos y la cara ligeramente roja, mientras que del otro lado se encontraba una mujer de larga cabellera rubia y un cuerpo muy bien torneado para una mujer de, según había calculado Yuliana, treinta años. Esa mujer era Sonia Reid, quien le había llevado esos documentos que ahora tenían tan contrariado a Grimm ¡Y ah! También era la hermana mayor de Cleo, el juguete sexual favorito tanto de la pelirroja como del hombre de negocios.
Grimm mientras tanto se llevó la mano a la boca y mordisqueó un poco su dedo índice, suspiró, dejó las hojas en los documentos y dijo:
—No sé qué me impresiona más de usted señorita Reid, que haya reunido todos estos testimonios: un ex jefe de policía, alumnos de una prestigiosa universidad, un ex padrote, entre tantos otros que le llevaron directamente a mí para acusarme de la creciente ola de desapariciones de mujeres alrededor del globo, o que tenga las agallas de pararse en mi oficina y arrojarme esta bomba a la cara.
Sonia sabía el riesgo de su misión, pero tenía varios ases bajo la manga y sabía que tenía la mano ganadora, solo tenía que mantenerse confiada y no mostrar miedo ante ese hombre.
—Ese es el problema de hombres como usted señor Grimm, que nos ven a las mujeres como meros objetos: subestiman lo que podemos hacer.
—Y en mujeres como usted, a veces sobre estiman sus habilidades. Ya sabe lo que hacemos aquí, ¿qué me impediría llamar a mis guardias para que se la lleven y que yo deje que mi adorable científica aquí presente la reduzca a poco menos que una vagina con patas?
Sonia sonrió y confiada, dijo:
—Porque tomé mis precauciones señor Grimm. En cuanto unos contactos que tengo sospechen que algo está mal conmigo, procederán a liberar esta información y usted estará acabado.
Grimm volvió a resoplar, pero se controló. Miró a la reportera y dijo:
—Ok. Usted no vendría a poner esto frente a mí si sus intenciones fueran destruirme de una vez. ¿Qué quiere?
Era el momento, Sonia tenía que hacer su jugada:
—Solo quiero una cosa señor Grimm. Quiero que me regrese a mi hermana Cleo como estaba justo antes de que le hicieran esa cosa de las muñecas. Cumpla esa simple petición y tiene mi palabra de que esta información no saldrá a la luz y usted podrá continuar con su… negocio.
Grimm se recargó en su silla, se rascó la frente para denotar su molestia, pero al final dijo:
—Tiene suerte de que aprecie un trabajo bien hecho y las agallas, señorita Reid. De acuerdo, me parece un trato aceptable el que me propone. ¡Yuliana!
—¡Sí señor! —dijo la pelirroja poniéndose en firmes al escuchar su nombre.
—Prepara a Cleo para que la señorita Reid se la lleve a su casa.
—Entendido se-señor —dijo Yuliana y se retiró para hacer justo como le habían ordenado.
—Lárguese de mi oficina y espere en el estacionamiento —ordenó Grimm apoyando su rostro en su puño—, mi adorable doctora le tendrá a su hermana en un rato.
—Perfecto señor Grimm —dijo Sonia poniéndose de pie—. Un placer hacer negocios con usted.
—Sí, sí, ya largo —dijo Grimm con mala cara.
Sonia decidió no seguir forzando su suerte y se apuró a salir de ahí, usando todas sus fuerzas para que no se notara que estaba temblando de emoción… o quizá de miedo.
La reportera bajó hasta el estacionamiento tal y como le habían dicho y ahí se encerró en su vehículo por seguridad, todavía temiendo que Grimm no fuera a cumplir su palabra. Pasó una hora y justo cuando se empezaba a temer lo peor, al fin ocurrió: la puerta del elevador se abrió.
Sonia miró a la persona que salía y no lo podía creer. Vestida con ropa de mezclilla y con la mirada baja, salía Cleo. Se apuró a salir del auto y la llamó:
—¿Cleo?
La muchacha tatuada levantó la mirada, los ojos se le llenaron de lágrimas y dijo:
—¿So-Sonia?
Sin poder creer que su hermana la había reconocido a diferencia de en aquella fiesta, la reportera corrió al encuentro de su hermana y esta hizo lo mismo y las dos hermanas se fundieron en un abrazo, con Cleo empezando a llorar de felicidad.
—Ya Cleo, ya —le consolaba Sonia—. Desahógate todo lo que necesites, pero no aquí, hay que irnos.
—Sí —gimió Cleo mientras se limpiaba las lágrimas.
Así, las dos hermanas subieron al auto de Sonia y se apuraron a alejarse de esa pesadilla.
Las dos hermanas llegaron al departamento de Sonia y nada más estar ahí, Cleo se derrumbó en un sillón y empezó a llorar. Continuó así por un largo rato y no se controló hasta que había anochecido.
Sonia llegó y le dio una taza de té a su hermana.
—Gracias... —dijo la menor agradeciendo el gesto.
—Por nada —respondió Sonia—. ¿Cómo sigues?
—No quiero hablar mucho de eso —respondió Cleo dándole un trago a su bebida—. Recuerdo todo lo que ese maldito hijo de puta me hizo y es… es…
Empezó a hipar, amenazando con volver a llorar. Sonia se apuró a tomarla del rostro y a decir:
—Oye, oye, ya, no pienses más en ello, ahora estás a salvo.
Cleo asintió y dijo:
—¿Pero y las otras chicas?
Sonia bajó la mirada y respondió:
—De momento no puedo hacer nada más. Mi principal prioridad era rescatarte y bueno, ya estás aquí. ¡Pero oye! Dame algo de tiempo y pensaré en cómo rescatar a las otras chicas que están convertidas en muñecas, ¿de acuerdo?
Cleo sonrió y dijo:
—Sí…
Pensando que ya habían tenido suficiente por ese día, las dos hermanas decidieron irse a dormir, con Cleo tomando la habitación que Sonia por lo general reservaba para sus invitados.
La voluptuosa mujer se puso su pijama y se metió en la cama, tratando de alejar su mente de esa pesadilla. Lo único que debía importarle es que había rescatado a Cleo, ahora lo siguiente era conseguirle ayuda psicológica para que olvidara el infierno que había pasado y una vez estuviera recuperada, ahora sí buscar una forma de salvar a las otras chicas y derribar la operación de Grimm.
Con ese último pensamiento, apagó la luz de su habitación, se puso cómoda y pronto se quedó dormida.
La despertó una sensación fría en el cuello. Quiso mover la mano para revisar que era eso que sentía, pero su brazo no respondió, de hecho, ninguna parte de su cuerpo. Ahora sí se despertó por completo, respirando agitada al darse cuenta de la situación.
«¿Se me subió el muerto?», fue lo primero que le pasó por la cabeza, pero pronto una voz en su habitación le mostró lo equivocada que estaba.
—Un mensaje del amo Grimm: nadie jode conmigo.
Si su cuerpo hubiera tenido aún algo de movilidad, ahí Sonia la hubiera terminado de perder al reconocer la voz de su hermana.
La luz de la habitación se encendió y ahí al lado del apagador se encontraba Cleo, pero no era el mismo manojo llorón de esa tarde, estaba toda rígida, con el rostro inexpresivo y para empeorar las cosas: con los ojos en blanco.
«No…», gimió Sonia en su mente al no poder mover sus labios.
—Cleo Doll ha capturado al objetivo usando el collar de control. Procediendo con siguiente parte de las instrucciones. De pie Sonia.
—Esta unidad obedece —se escuchó Sonia decir a sí misma mientras salía de la cama.
—Ponte ropa para salir, pero el amo Grimm especifica que nada de ropa interior.
—Esta unidad obedece —volvió a decir Sonia mientras que empezaba a quitarse su pijama, el sostén y las bragas, para luego ir a su closet y tomar una blusa y unos jeans, los cuales tal y como le habían ordenado, se los puso sin siquiera reparar en ropa interior.
—Esta unidad cumplió con la instrucción —dijo Sonia con su voz robótica—. Esperando nueva instrucción.
—Sígueme —ordenó Cleo Doll—. Debemos regresar con el amo Grimm.
«¡No! ¡No por favor, no!», gritó Sonia en su mente mientras trataba de resistirse y recuperar el control de su cuerpo, pero que este respondiera con un:
—Esta unidad obedece —y empezara a seguir a Cleo Doll le hizo comprender que era una pelea que no podía ganar.
Las dos controladas hermanas bajaron por las escaleras hasta la planta baja del edificio y al llegar a la calle, Sonia vio a uno de los gorilas de Grimm al lado de un auto negro. El tipo sonrió, saludó con la cabeza y dijo:
—Buenas noches.
Pero ninguna de las dos mujeres respondió, Cleo Doll solo abrió la puerta trasera y le indicó a Sonia que entrara, orden que esta obedeció para luego subir ella también. Con la “mercancía” ya cargada en el vehículo, el gorila subió al auto y lo puso en marcha.
Estuvieron viajando por minutos que se le hicieron eternos a Sonia hasta que a la distancia la reportera vio el edificio de Grimm, como si necesitara más pistas de lo que iba a ser su funesto destino.
Llegaron al edificio y el gorila llevó el vehículo hasta el estacionamiento en el piso inferior y nada más apagar el vehículo, Cleo Doll bajó de este y comenzó a caminar hacia el elevador con Sonia siguiéndole de forma muy obediente. Subieron y al fin se detuvieron en el último piso, la puerta se abrió y frente a ellas estaba aquel pasillo con la gran puerta de Grimm al fondo. Ambas hermanas marcharon por ahí y al llegar a la puerta, Cleo Doll la abrió sin siquiera anunciarse y al entrar a la oficina, Sonia se sorprendió por lo que vio:
En uno de los sillones de la mini sala, estaba Grimm sentado, desnudo. Y no era el único, vistiendo solo una bata de laboratorio, aquella pelirroja demente le estaba montando el fierro y por su expresión y gemidos, parecía que le estaban dando la follada de su vida.
Grimm notó a las dos recién llegadas, sonrió e hizo a un lado a Yuliana, quien cayó en el sillón que aunque había tenido interrumpido su coito, continuaba sonriendo ebria del placer.
—¡Vaya! ¡Hasta que llegaron mis invitadas estrella de esta noche! —dijo Grimm mientras se acercaba a las hermanas.
Sonia quería evitarlo, pero no podía dejar de ver esa polla erecta que se acercaba peligrosamente a ella.
Grimm al fin se le plantó cerca, sonrió y apretó un botón en el collar de control, con lo que Sonia recuperó el control de por lo menos el cuello para arriba.
—¡Grimm hijo de puta! —gritó de inmediato la reportera— ¡Teníamos un trato!
Grimm torció sus labios en una cruel sonrisa y respondió:
—No llegué hasta donde estoy rindiéndome ante el primer problema. Yo aplasto todos los obstáculos, pero si hay algo que disfruto, es darles a mis enemigos una falsa sensación de victoria para que así, sea más doloroso cuando los aplaste.
Sonia solo pudo gruñir por haber sido tan estúpida de haber creído que sería tan fácil.
Grimm mientras tanto se dirigió con Cleo Doll que continuaba en posición de firmes, le acarició el rostro y dijo:
—Antes de regresarte a esta muñequita, la adorable Yuliana aquí presente le puso un par de instrucciones, de que a media noche activaría la función de Cleo Doll y que se encargaría de traerte con nosotros con el collar de control que le dimos. Pero bueno, ahora que ya cumplió su misión, creo que ya es hora de recuperar a Cleo. Yuliana, ¿me haces los honores?
Yuliana, quien se había estado masturbando mientras todo eso ocurría, se puso de pie y dijo:
—¡Sí amo!
Para ir corriendo hasta Cleo Doll y susurrarle al oído:
— Despierta niña bonita .
Cleo Doll cerró los ojos un momento y cuando los abrió, sus iris verdes habían regresado, sonrió y abrazó a Grimm.
—¿Cómo estuve mi amor?
Grimm sonrió y respondió:
—Estuviste fenomenal. Te ganaste una recompensa.
Cleo chilló emocionada, dio unos saltitos mientras aplaudía y acto seguido, se tiró de rodillas frente a Grimm, tomó su erecta polla, la masturbó un poco y la engulló para empezar a darle placer oral al hombre.
—¿”Có-cómo estuve”? —preguntó Sonia pasmada mientras veía a su hermana tan feliz haciendo un felatio— ¡¿Todo el tiempo estuvo actuando?!
—Claro que no —respondió Yuliana llamando la atención de Sonia—. Cuando logré revertir el proceso de dollyficación, logré restaurar la menta de Cleo, de ahí, solo fue cuestión de acomodar un par de neuronas para crearle nuevos recuerdos y personalidad a juego con lo que mi amo Grimm demandaba. En términos simples…
Se agachó para darle unos toques con el índice al cráneo de Cleo, los cuales esta ignoró porque estaba ocupada chupando esa polla que la tenía tan sometida.
—La verdadera Cleo sigue atrapada en esta cabecita mientras que a nuestro placer la cambiamos entre Cleo Doll y esta adorable ninfómana. La dejamos salir solo un rato para que la llevaras sin sospechar nada a tu casa, pero ahora que ya no la necesitamos, la volvimos a atrapar dentro de la prisión que ahora es su propio cuerpo —Yuliana miró a Sonia y sonrió con crueldad—. Si prestas suficiente atención, casi la puedes escuchar gritando “¡ayúdame hermanita, ayúdame!” dentro de esta cabeza hueca.
Los ojos de Sonia se vidriaron por la situación que se negaba a creer que era realidad.
—No… —gimió.
Grimm sonrió y dijo:
—Basta de explicaciones. Quiero castigar a esta putita antes de que le lavemos el cerebro y la reprogramemos.
—¡¿Qué planean hacer conmigo?! —exigió saber Sonia. Grimm respondió:
—Me impresionó la forma en la que hizo su trabajo de investigación sobre mis operaciones, señorita Reid, y creo que podría usar sus talentos para mi organización, pero dadas las circunstancias, dudo que acepte una oferta de trabajo así que… voy a pedirle a la adorable Yuliana que le reordene un poco las ideas, para que acepte gustosa trabajar para mí y claro, sometérseme como una buena esclava sexual. ¡Pero no se preocupe! Habrá beneficios, una vez que la tenga bajo mi bota, Yuliana podrá arreglar que esta Cleo la trate como su hermana —Grimm bajó la mirada a Cleo y preguntó—. ¿Qué dices mi amor? ¿Te gustaría tener a esta puta como tu hermana?
Cleo dejó de chupar el pene de su amo y se giró hacia Sonia, la evaluó y luego dijo:
—Me gustaría más tenerla como mascota, pero lo que tú mandes está perfecto para mí, mi amor —y regresó a seguir chupando la verga de Grimm.
Derrotada, a Sonia no le quedó nada más que atenerse a lo que Grimm tuviera planeado para ella, y eso no tardó en llegar.
—Suficiente Cleo —ordenó Grimm y Cleo se sacó la verga de su amo de la boca—. Yuliana, por favor prepara a Cleo mientras que yo me empiezo a follar a esta entrometida reportera.
—Sí amo —gimió Yuliana.
—Sígueme por favor Sonia —ordenó Grimm yendo al sillón mientras que la reportera no podía más que ver como su cuerpo obedecía las órdenes de ese hombre.
Grimm llegó al sillón y se sentó con las piernas abiertas y la polla roja toda erecta, el hombre sonrió y dijo:
—Desnúdate y follame putita.
Sonia puso una cara de asco que no iba para nada con lo que estaba haciendo su cuerpo: se quitó la ropa hasta quedar completamente desnuda, se montó al sillón con su coño justo arriba de la verga de Grimm y empezó a bajar hasta que poco a poco sintió como ese pedazo de carne se le iba metiendo a las entrañas. Su cuerpo no se detuvo, continuó bajando hasta que lo sintió tocando su cérvix para que después sus piernas empezaran a moverse para subir y bajar con esa verga entrando y saliendo de ella.
Con esa sensación, Sonia solo pudo cerrar los ojos rezando porque todo terminara rápido, pero se obligó a abrir los ojos cuando sintió que Grimm le había tomado las tetas para acercarlas a su boca y empezar a chupar y mordisquear sus pezones.
Ya que había sido forzada a abrir los ojos, pudo ver algo al lado de ellos: Cleo ya se había desnudado, o casi, ya que se había colocado un strap on el cual la científica se encontraba lubricando con su boca. Era claro que Grimm iba a hacer que su hermana la follara con ese enorme dildo de color negro, por lo que se preguntó si iba a dejar de follarla pronto, pero al recordar lo sádico que era ese hombre…
«Ay no…», gimió en su mente.
Yuliana dejó de chupar ese falo de goma, sonrió y dijo:
—Ya estás lista.
—Sí —dijo Yuliana con la cara roja por la excitación.
Sonia vio a su hermana empezar a caminar hasta ponerse detrás de ella y eso confirmó su temor.
—No… —suplicó— Por ahí no, por favor.
Grimm entonces la abrazó y la obligó a recostarse sobre él para que su ano quedara más expuesto.
—Me parece apropiado Sonia —dijo Grimm disfrutando el momento—. Yo le rompí el culo a Cleo antes de volverla una doll, así que ahora dejaré que sea ella la que te rompa el culo antes de que te lavemos el cerebro.
Sonia ya no pudo replicar más: sintió la punta de ese pedazo de plástico acariciando su ano y después, sintió como poco a poco Cleo iba forzando su camino por su recto y aunque Yuliana hubiera dicho que lo había lubricado usando su propia saliva, era claro que eso no bastaba para hacer que el juguete se resbalara por ese estrecho pasaje y a la reportera solo le quedaba sentir en agonía como su ano se iba expandiendo ante ese plástico invasor hasta que con grandes lágrimas bajando por sus ojos, sintió al fin que el vientre de su hermana rozó sus nalgas y ahí comprendió que al fin ese aparato ya no llegaría más lejos. Pero su suplicio estaba lejos de terminar, porque como si lo hubiera tenido practicado desde hace mucho (y tal vez así era) Grimm y Cleo empezaron a follarla con una coordinación impecable.
Sonia sentía como sus dos agujeros estaban siendo follados y aunque su vagina ya estaba acostumbrada a polvos rudos, su ano era nuevo en eso y la verdad, más que estarlo disfrutando le dolía bastante y solo podía gemir y llorar ante esa humillante tortura mientras que por su parte, Yuliana estaba en el suelo, metiendo sus dedos tanto en su coño como en su ano, recordando cuando ella había sido la que había “interpretado” la parte de Sonia.
Finalmente luego de minutos que parecieron horas, Grimm llegó a su límite y empezó a gruñir hasta que llegó el orgasmo y dejó que todo su semen bañara el útero de Sonia, quien al sentir ese líquido caliente empezar a llenarle las entrañas, sintió un poco de paz al saber que al menos eso, se había terminado.
Así, Cleo salió del ano de su hermana dejando ese agujero bastante dilatado y adolorido, para que luego Grimm le pudiera dar la orden a Sonia de quitarse de encima.
Una vez que se recuperó de ese delicioso orgasmo, Grimm sonrió y dijo:
—Eso estuvo bueno, pero es hora de regresar a trabajar. Cleo, como acordamos, por favor lleva a la señorita Reid al laboratorio para que le laves el cerebro. Recuerda dejar su personalidad casi como está, solo recuerda hacerla completamente fiel a mí y ya de ahí puedes incluirle las directrices que quieras.
—Muchas gracias amor —gimió Cleo frotándose las piernas—. Voy a convertirla en mi vaquita lechera.
Grimm sonrió por los planes de su esclava. Cleo por su parte se acercó a Sonia y le dijo al oído.
—Sígueme.
Sonia se limitó a gemir mientras que su cuerpo empezaba a seguir a Cleo para llevarla al punto de no retorno para ella.
Una vez que las dos hermanas salieron de la oficina, Grimm miró ceñudo a Yuliana y le dijo:
—¿Y tú qué? Mi verga no se va limpiar sola.
El clítoris de Yuliana vibró ante la orden de que ahora tenía que limpiar la verga de su amo de los fluidos de Sonia con su lengua.
Ya habían pasado varios días desde el lavado de cerebro de Sonia. Tal y como Grimm había ordenado, Cleo dejó su personalidad intacta, pero la convirtió en una devota esclava atada a la voluntad del hombre. Grimm tenía el plan de convertirla en su vocera personal para mejorar su imagen pública, pero primero tenían que encargarse de las personas a las que ella le había dado la información para que en caso de a ella le pasara algo, difundirla.
Con el cerebro lavado, Sonia no tuvo reparos en traicionar a todos sus amigos y contactos y Grimm revisaba la lista de estos, no tendría problemas en encargarse de todos ellos, eliminar a los hombres y a las mujeres volverlas mercancía, pero había un nombre que le preocupaba.
—Nunca me esperé que conocieras al señor Edgar Baxter —dijo Grimm pasándose la mano por la barbilla.
—Es el político más honesto que he conocido amo —dijo Sonia frente al escritorio de Grimm, al lado de Cleo y Yuliana—. Por eso confié en él esta información.
Grimm siguió revisando la información de Baxter. En efecto, tenía una carrera política impecable libre de escándalos. Sería difícil sacarle algún trapo sucio y el homicidio no era posible considerando que no solo era un político muy querido por la gente, sino que también estaba muy perfilado para ser el siguiente gobernador y más si tenía como promesa de campaña resolver la creciente ola de desapariciones de mujeres.
Pero Grimm no iba a rendirse, sabía que todo hombre tenía un precio y nada más habría que encontrar el de ese hombre y al fin dio con una fotografía en la que Baxter salía junto con una chica delgada de cabello castaño hasta los hombros y una bonita sonrisa. Ellie Baxter, la hija del político.
Grimm sonrió y entrelazó los dedos, pues ya se estaba formulando un plan dentro de su perversa mente y hasta se sintió tonto por no haberlo pensado antes.
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