El fin de semana en la sierra con mi profesor (I)
Después de nuestro reencuentro, hemos iniciado una relación abierta en la que quedamos a menudo a follar. Esto es lo que pasó al poco tiempo en una casa rural. Primera Parte.
Estimados amigos. Siento haber hecho esperar a los lectores que me seguís. Cómo os podéis imaginar, y tal y como conté en el último relato, estoy manteniendo una activa relación sexual con mi profesor. Por cierto, se llama Alberto. Desde que nos volvimos a acostar, apenas hemos dejado de quedar para follar, follar y follar. Apenas unos días más tarde de nuestro segundo encuentro, volvimos a quedar y decidimos poner picante a nuestro polvo. Nos fuimos a un descampado con su coche, nos pusimos en la parte de atrás y echamos un polvo espectacular. Para el reducido espacio que tiene, hay que ver las posturas que se pueden hacer. Aunque la que más disfrutamos fue la que más nos gusta a los dos: a horcajadas. Me puse encima de él hasta que se corrió. Después, consiguió que lo hiciera yo masturbándome analmente y pajeandome.
Ese mismo fin de semana fuimos a una casa rural. La alquilamos para nosotros solos en la sierra de Madrid. Era preciosa, lo único que le faltaba era jacuzzi. Eso sí, tenía una bañera enorme que no tardamos en estrenar. Nada más llegar nos despelotamos y nos metimos en ella. Vernos allí, desnudos, con la casa para nosotros solos, para follar donde quisiéramos y hacer todo el ruido posible nos puso muy calientes y la situación no se sostuvo por más tiempo. Estábamos el uno en frente del otro, mi pie se fue hacia su pene y comencé a acariciarlo suavemente mientras crecía. El mío también empezó a crecer cuando su pie comenzó a acariciar mi polla. Yo le intentaba hacer una paja con los dos pies, algo que era difícil pero que le estaba poniendo tremendamente cachondo. Su pie, de mi polla bajó hasta la entrada de mi culo y su dedo gordo intentaba abrirse camino por él. No podíamos más, así que me incliné hacia él y comencé a chupársela mientras él me acariciaba el pelo. Me pidió que me pusiera de espaldas a él y que lo cabalgara. No tardé en hacerlo. Comencé a chapotear con el culo con su polla dentro de mí. Es curioso ver como ya apenas hace falta que me ponga lubricante ni nada por el estilo para que me penetre. Parece que mi culo se ha acostumbrado a tragar pollas. Tras unos minutos cabalgando, estaba cansado y decidimos salir del agua y estrenar la cama de la habitación.
Hicimos un 69 larguísimo, tan largo, que aquí experimenté otra cosa que me gustó. Siempre solía ser yo el que disfrutaba de un larguísimo beso negro. Sin embargo, en esta ocasión decidí que, si el me lo hacía a mí, por qué no devolverlo. Estábamos de lado sobre la cama, él comiéndome polla y culo y yo solo polla, pero decidí alargar un poco más la cabeza, abrirle un poco los cachetes, sacar la lengua y comenzar a comer el culo de un tío por primera vez en mi vida. Es curioso, porque, después de haberme follado a unos cuantos tío después que Alberto, cuando volvemos a follar es con él con el que experimento una sensación nueva del sexo. El gimió un poco y dijo "Me encanta, cariño" Así que decidí seguir innovando. Le metí el dedo en el ano y comencé a meterlo y a sacarlo cada vez más rápido, a moverlo dentro buscando su Punto G. Él hacía lo propio conmigo. Alberto me dijo esta vez: "Quiero que hoy me penetres tu a mí" Saqué el dedo, me di la vuelta y fui hacia su boca y le besé.
-¿Seguro? Pregunté.
-Sí, quiero que seas el tercer chico que me penetra. Quiero que me folles como yo te follo a ti.- Me dijo.
Eso me puso eternamente cachondo. Iba a dar por el culo por primera vez a un tío, a Alberto. Quería hacerlo, pero también quería que me follara él a mí. Así que le pregunté cómo quería hacerlo, el me dijo que, primero, me quería ver la cara. Así que se abrió de piernas, me puse encima de él, le levanté un poco las piernas, me chupé un poco el dedo, le acaricié la entrada de su ano y se lo humedecí. Después fui metiendo poco a poco la polla en su culo mientras él gemía fuerte. Mis huevos hicieron tope en su culo y él soltó un desgarrado grito al tiempo que me dijo "Despacio, ¿vale?" Así que, delicadamente, fui metiendo y sacando mi polla de su ano, que iba dilatando poco a poco. Él gritaba más fuerte, resoplaba de dolor y de placer y me agarraba, clavándome las uñas en mi espalda. Eso me hacía ponerme más cachondo, así que aumentaba la velocidad de mis penetraciones mientras él me pedía más suavidad. Sin embargo, poco a poco nos dejamos llevar y comencé a follarle fuerte mientras el gemía sin protestar. Ya estábamos calientes, así que decidimos cambiar de postura. Se puso a cuatro patas, yo detrás de él por primera vez, le metí dos lenguetazos a su ano para que no perdiera "lubricante" y volví a clavársela, esta vez sin tanta piedad. Él volvió a gritar, pero ya no me pedía que fuera despacio, quería caña. Así que comencé a follarle fuerte, esta vez eran mis huevos contra sus nalgas lo que se oía en la habitación de la casa rural. Yo le agarraba por la cintura y tenía ganas de azotarle, pero me corté por si no le gustaba convertirse en el dominado. Estaba a punto de correrme no podía más, le estaba destrozando el culo, le dije que se pusiera encima pero dijo que no, que quería que me corriera dentro de él... Así que no tardé en hacerlo, él gemía al tiempo que decía "qué rica, la noto dentro de mí cariño"... Me apoyé encima de él, exhausto, con la polla aún dentro mientras perdía erección y salía lentamente de su culo.
Sin apenas tiempo para reponerme, me dijo "me toca hacerte subir al cielo". Estaba sin erección, así que me pidió que se la chupara, algo que hice encantado, quería mi ración de polla. Cuando ya la tenía dura, me puse encima de él y volví a cabalgarlo como más me gusta. Mi culo volvía a sentirse dominado después de que yo le follara a él. Me volvía a agarrar las nalgas, clavándome las uñas al tiempo que yo gemía y gemía de placer.
-Azótamelas-. Dije, y él lo hizo mientras yo solté un tímido grito.
-Más fuerte-, le pedí. Él volvió a hacerlo y yo cada vez me ponía más cachondo, así que aumentaba la velocidad de mis cabalgadas mientras gemía. Él también gemía y notaba que estaba a punto de correrse.
-Córrete en mi culo también, quiero sentir tu leche, quiero sentirla-, le susurraba. Y entonces, noté como se derramaba toda la leche dentro y caían algunas gotas fuera. Yo seguía y seguía cabalgándolo hasta que, finalmente, terminé fatigado al tiempo que dejaba seca su polla.
Caimos rendidos en la cama, uno al lado del otro, sudando como si acabáramos de correr una maratón, con nuestras penes secos y nuestros culos húmedos del semen del otro. "Vaya polvo, cariño", dijo Alberto de forma entrecortada por la fatiga. Estábamos rendidos, habíamos echado otro polvo del siglo que había empezado en un inocente baño de pareja y había acabado en una penetración conjunta. Nos dimos un beso en los labios y me abracé a él tiernamente. Comenzamos a hablar de por qué me había pedido que lo penetrara.
-Has sido el tercero que me folla-. Me dijo.-Perdí la virginidad con un chico siendo yo el penetrado, y no me gustó mucho. Fue con 19 años, en la residencia universitaria. Me dolió mucho y el chico era un poco torpe, así que la siguiente vez dije que no me gustaba que me penetraran.- Continuó contando. -Después tuve mi primer novio, que era activo también, pero estaba tan enamorado de mí que siempre hacíamos lo que yo quería, y disfrutamos mucho. Pero le dejé que me penetrara de vez en cuando. Y después con Julio (su último ex novio) siempre fui yo el que le follé. Era muy pasivo. Así que me acostumbré a ser yo el activo. Cosa que prefiero la verdad. Pero hoy, cuando me has lamido el ano, me has puesto muy caliente y he querido que fueras el tercero que me lo follara. Y lo has hecho muy bien.- Tras esto me besó y yo comencé a preguntar.
-¿Y no has follado con más tíos?
-Sí, claro. Con todos era yo el activo y si había alguno que no quería ser penetrado, lo dejábamos en mamadas, pajas y esas cosas... La verdad es que pensé que contigo también sería así la primera vez que lo hicimos, pero me equivoqué... Y gracias a Dios porque me encanta penetrarte...
Nos dimos otro gran beso con lengua mientras nos acariciábamos... No le había contado que había tenido más experiencias y cuando me preguntó por qué era pasivo le solté todo.
-La verdad es que a mí me pasó algo parecido que a tí.- Comencé a contarle. -El primer día que nos liamos creía que iba a quedar todo en alguna mamada o que, en todo caso, te follara yo a ti. Pero cuando me lamiste el culo me encantó tanto que dije que la penetración sería mucho mejor. Y aunque me dolió al principio, nunca pensé que mi culo dilatara tan bien y disfrutara tanto siendo penetrado. Así que, después de ti han habido más chicos...
-¿A sí? Pensaba que era yo el único que había que había follado contigo.- Dijo
-Si... La verdad es que han sido muchos.- Dije mientras él ponía cara de sorpresa. -Me gustó mucho y si lo pienso bien parezco un putón. Pero vamos, que el que más me gustó fue con un cubano que estaba muy fuerte y que tenía una polla enorme. Es la vez que más me dolió. Me dejó el culo echo una mierda... Pero dios, qué bien me lo pasé.
-¿Más que conmigo? Preguntó.
-Diferente.- Salí del compromiso.
Tras esta pequeña conversación, nos fuimos quedando dormidos y hasta la mañana siguiente. Los demás días, fueron más intensos sexualmente, si caben. Pero eso, lo contaré en la segunda parte...