El fin de la broma

(Segunda parte de "El hermano invisible") La broma me ha cambiado. Ya no soy la que era. Por eso debemos ponerle fin.

Tras aquel excitante trió con mi hermano, Francis, y con Hanna, mi mente comenzó a salirse de si misma. Cada vez que pensaba en mi hermano, este se me aparecía desnudo en mi imaginación y me hacia alcanzar un orgasmo tras otro, lo que provocaba que tuviera que marcharme al baño más cercano o alejarme de la gente para tranquilizarme y que nadie se diera cuenta de que estaba excitada.

Todo esto provocó que evitara cruzarme con Francis, cosa que él también parecía hacer. Al fin y al cabo éramos hermanos y nos habíamos acostado. Por otro lado las veces que Hanna y yo "estudiábamos" juntas aumento en un número considerable. Incluso Hanna pareció darse cuenta de mi cambio, aunque no sabía a qué se debía.

Mi preocupación estaba alcanzando límites insospechados. Tal era así, que había veces que cuando Hanna y yo estábamos intimando que veía la imagen de Francis cerca nuestro, preparado para participar, lo que me hacia detenerme en seco y fastidiar la tarde junto a Hanna.

Esto me estaba llevando a dos posibles opciones. La primera, la que menos me gustaba, era que estaba obsesionándome con mi hermano, de tal forma que quería tenerlo de nuevo, aunque esta vez solo para mí. Y la segunda, y por desgracia la menos probable, era que la idea de haberme acostado con mi propio hermano me estuviera perturbando. Dos hermanos no deberían de acostarse.

Entre aquellos pensamientos y demás, casi dos semanas después del trió, llegue a mi casa antes de lo previsto. Lo que me sorprendió, fue que al entrar en casa, no hubiese nadie allí. En realidad el único que podía estar era Francis, pero aun así no estaba. Fui directa a mi cuarto y suspiré aliviada por la posibilidad de estar un rato a solas en casa. Era jueves, y como todos los jueves, me tocaba darme una ducha. Una ducha que iba ayudarme a relajarme y liberar mi mente de pensamientos que solo hacían mas que agobiarme.

Pero al abrir la puerta del baño, mi mente fue un caos durante una milésima de segundo. Después vacio y mi cuerpo reacciono igual que hace casi dos semanas.

Tras la mampara que hay en el baño Francis estaba duchándose. El contorno de su cuerpo me daba a entender que era el único de mi familia que podía ser. No hice más que dejar la toalla sobre el inodoro, pero el pareció darse cuenta que alguien había entrado.

-¿Quien esta ahí?- Preguntó extrañado cerrando el grifo de la ducha. Yo por mi parte me puse frente al espejo que teníamos sobre el lavabo y comencé a mirarme, como juzgándome a mí misma. Al no tener ninguna respuesta, pero ver como había alguien en el baño, Francis, asomó la cabeza, desplazando la mampara. -Joder, Mel. ¿Qué cojones haces aquí?- Preguntó extrañado al verme, pero yo no moví un solo musculó.

Mi mente estaba concentrada en hacer como si Francis no estuviese allí. Lo que en un principio había sido una broma hacia casi dos semanas, ahora se había convertido en la mejor forma que tenia de poder ver desnudo a mi hermano, ver como se masturbaba y masturbarme para él. Cada momento que pasaba, temía que realmente estuviera obsesionándome por mi hermano, si es que no era así ya, pero era algo que no podía evitarlo. Por ello siguiendo con mi actuación, comencé por quitarme la camiseta y quedarme con el sujetador.

-Joder, se va a duchar y no me ve. Vuelvo a estar de suerte.- Se alegró Francis, pensando que yo no podía escucharlo, y con cuidado de no hacer ningún ruido salió de la ducha para mirarme más de cerca.

Aquello me había de excitado de tal forma que sin darme cuenta, comencé a acariciar mi cuerpo de forma sensual. Sabiendo que no podía entretenerme mucho, desbroche mis pantalones y los deje caer al suelo. Todo ello sin dejar de acariciar mi cuerpo. Al parecer yo no era la única excitada, ya que Francis, estaba masturbándose de forma lenta pero placentera, sin apartar sus ojos de mi cuerpo.

Sin más demoras, me desnudé completamente para darle a mi hermano pequeño lo que deseaba. Una vez completamente desnuda me dirigí hacia la ducha y entré. Francis no se quedó, y entró tras de mí, pero sin llegar a tocarme. Mientras yo dejaba correr el agua para que se calentara, podía ver por el rabillo del ojo el miembro de Francis. Duro y grande, mientras este lo movía con tranquilidad.

Dándole la espalda me relamí los labios, deseando poder lamérselo, poder meterlo en mi boca y hacerle gozar, pero no podía destapar mi farsa. O más bien no quería hacerlo. Cuando el agua estuvo en su punto me metí bajo el chorro y todo mi cuerpo se mojó. De nuevo con mis manos acariciaba mi cuerpo, provocándolo ya que ahora no quedaba fuera de lugar.

El mejor momento llegó cuando me enjaboné con el gel de baño. Ahora mis manos resbalaban con más facilidad por todo mi cuerpo, lo que hacía que el rozamiento fuera mayor y me excitara aun mas. Francis por su parte continuaba disfrutando de las vistas sin acelerar el movimiento de su mano.

La excitación era tan grande que sin desenjabonarme empecé a pellizcar mis pezones, los cuales estaban ya duritos, mientras que con una mano acariciaba mi vagina. Este hecho no paso por alto por Francis que inconscientemente aceleró el ritmo de su mano. Al verlo tan excitado, mis propias manos se movían mas rápido, haciendo que gimiera por el placer.

-Ahhh... Ummm...- Sin ninguna vergüenza, cosa que me sorprendió conociéndome, me puse contra la pared que quedaba frente a Francis y colocando mi trasero en pompa, continúe masturbándome, esta vez dejándole una perfecta visión de lo que estaba haciendo. -¡Oh! Si... Francis... no pares de metérmela...- Gemía mientras introducía dos dedos en mi húmeda vagina.

Al tener la cabeza apoyada en la pared, podía ver a Francis muy cerca de mí, mirando atentamente mi entrepierna, sin detener sus movimientos. Lo que provocaba que me excitara aun mas. Y poco a poco todo junto iba llevando a mi orgasmo.

Pero cuando una explosión de placer debió de ocurrir, todo se detuvo para mí. Fue un instante, pero aquello hizo que detuviera en seco mis manos. Incluso mi propia excitación se anulo. Ahora solo me veía desnuda, completamente expuesta a mi hermano, y bajo el agua de la ducha.

Para mi sorpresa, Francis no debió de darse cuenta de mi parón por su propia excitación, y continuó masturbándose hasta que con un bufido eyaculo sobre mi espalda y mi trasero. Ni si quiera en ese momento sentí excitación alguna, aunque escasos segundos atrás lo deseara de forma incomprensible.

Como si nunca hubiera estado allí, Francis, se lavó y se marchó de la ducha jadeando ligeramente, dejándome sola. El agua que caía sobre mí, limpio mi espalda sin que yo tuviera nada que hacer, pero yo continuaba quieta, pensando. Y entonces, caía de rodillas y comencé a llorar en silencio.


-¿Qué te pasa, Mel?- Me preguntó Hanna cuando nos encontramos como todas las mañanas cerca de la uni. No respondí nada. Me había pasado buena parte de la noche llorando hasta que me quedé sin fuerzas y caí rendida en la cama. Realmente debía de estar desastrosa. -Vamos a tomar un café y me lo cuentas tranquilamente.- Me sugirió Hanna. Yo traté de negarme, ya que debíamos de ir a clase, pero Hanna se impuso a mí y terminamos en la cafetería de siempre, con un café con leche cada una. -No tengo prisa. Cuando estés lista.- Me dijo con voz cariñosa y cálida.

Tardaría al menos un minuto hasta que me diera cuenta de que debía de contárselo o sino no saldría de aquella cafetería. Además, en el fondo sentía que debía de contárselo.

-¿Te acuerdas de la broma a mi hermano hace casi dos semanas?- Le pregunté mientras le daba vueltas al café.

-Si.- Contestó extrañada.

-Pues resulta que ayer, pensando que estaba sola en casa, me fui a dar una ducha como siempre.- Comencé a contarle, ante su atenta mirada. -Pues resulta que no estaba sola. Francis estaba dándose una ducha. Y la cosa es que cuando entré en el baño, sin si quiera pensarlo o razonarlo, casi de forma automática, recordé aquella broma y la puse en marcha.

-Mel...- Hanna era incapaz de continuar la frase. Sus ojos abiertos como platos me miraban sorprendida.

-No hice nada...- Dije, cosa que alivio o medio alivio a Hanna. -O casi nada.- Terminé atrayendo la atención de mi amiga. -Fue verlo desnudo, de nuevo como la primera vez, y mi cuerpo se movió solo.- Empecé a contarle, mientras unas lagrimas asomaban en mi ojos. -Mi cuerpo vibraba con el deseo de poseer y ser poseída por Francis. Mientras que mi mente, nublada por el morbo, dejaba a mi cuerpo actuar.- Terminé entre sollozos.

-No te preocupes, Mel. Yo te voy a ayudar a superarlo.- Me dijo Hanna con convicción mientras me abrazaba.


Serian las ocho de la tarde como era costumbre, cada vez que llegaba a casa. Y esta vez iba acompañada de Hanna. Me había explicado y razonado porque íbamos a hacer lo que íbamos a hacer. Pero yo aun seguía viéndole pegas. Demasiadas. Aun así, logro convencerme de dar el primer paso, que fue llegar a casa y volver a hacer que mi hermano pareciera invisible a nuestros ojos.

Pero cuál fue nuestra sorpresa cuando en mi cuarto, descubrimos esperándome no solo a Francis, sino también a un amigo suyo. Alguna vez ya lo había visto pero nunca había escuchado su nombre. Era bastante atractivo, con un cuerpo atlético pero sin ser excesivamente fibroso. Tenía el pelo mitad rubio, mitad castaño y uno ojos claros.

-Eh, Francis...- Le llamó el amigo a mi hermano que estaba algo distraído, cuando nos vio entrar en mi cuarto.

-Ya verás cómo no nos ve... ¿Hanna también?- Se sorprendió Francis al ver a mi amiga. Al parecer no la esperaban a ella. Aun así, ambas aguantamos sin hacerles caso, mientras ellos nos miraban. De vez en cuando el amigo de Francis le hacia alguna a pregunta a este entre susurros como con miedo a que lo descubriéramos, pero siempre suspiraba aliviado al ver que no era así.

Un rato después, Hanna y yo, nos fuimos al baño. La idea de Hanna no había salido como ella quería, y necesitábamos reorganizarnos. O en mi caso, plantarnos y dejar aquello. Pero Hanna no quería.

-Vamos, Mel... No sería la primera vez con dos chicos.- Me dijo tratando de convencerme. -Además, yo te ayudare.- Y me guiño un ojo. -Cuanto mejor sea, mas fácil podrás quitártelo de la cabeza.- Me aseguró Hanna tendiéndome una mano, lista para volver a mi cuarto.

Sin estar muy segura, agarré la mano de Hanna y me deje llevar por ella. Cuando volvimos del baño, Francis y su amigo nos esperaban y pudimos notarlos algo impacientes. Yo aun no estaba preparada, pero a Hanna aquello debía de gustarle ya que sin previo aviso pego sus labios a los míos y me besó con pasión y fogosidad.

Ante aquella visión Francis y su amigo se acercaron un poco para vernos más de cerca, cosa que encendió aun mas a Hanna, aumentando la intensidad del beso, lo que provocó que yo fuera excitándome poco a poco y empezara a olvidarme de todo, entregándome a Hanna.

-¿Lo ves, Toni?- Le preguntó Francis a su amigo sin dejar de mirarnos.

-Joder, es verdad.- Afirmó Toni, también sin dejar de mirarnos. -Que buena esta tu hermana y su amiga...- Añadió mirándonos de arriba a abajo de nuevo, ya que no era la primera vez.

-No pensaba que estaría Hanna, pero mejor así.- Dijo Francis.

Aquella conversación sobre nostras, por parte de dos chicos salidos, nos había excitado mas. Y llevadas por el morbo nos dirigimos a mi cama, donde Hanna se tumbó sobre mí, para seguir besándonos. Tras un rato, Hanna se incorporó y se quitó la camiseta, quedándose vestida con un sujetador amarillo que realzaba sus pechos.

-¡Menudos melones!- Exclamó Toni.

Hanna excitada por el comentario, se toco sus pechos, recorrió su cuerpo con picardía, hasta alcanzar el mío y tiró de mi camiseta para dejarme igual que ella, pero con un sujetador verde, y volvió a descender para buscar mis labios. Con la pasión y la fogosidad de siempre, Hanna empezó a besar mi cuello y a descender, pasando por mis pechos que no dudo en amasar sobre el sujetador, hasta alcanzar el pantalón. Sin ninguna prisa empezó a desabrocharlos y a deslizarlos por mis piernas, mientras las besaba y las acariciaba con dulzura.

A diferencia de Hanna, Francis y Toni, no habían tardado ni un segundo en dejar caer sus pantalones al suelo, y liberando sus miembros comenzaron a masturbarse. Por el rabillo del ojo, ambas los miramos y comprobamos que ninguno se quedaba a otras en cuanto a tamaño o grosor y con una sonrisa picara nos mordimos el labio excitadas.

-Mel... ¿Cuándo volveremos a probar una polla juntas?- Me preguntó sensualmente, mientras con una de sus manos acariciaba mi entrepierna sobre la ropa interior, del mismo color que el sujetador, con tranquilidad pero excitándome.

-No se... Sabes que me gustaría darte lo que quieres... pero soy algo tímida...- Disimulé poniéndome roja, mas por la excitación que por mi actuación.

-¿Por qué no esas dos de ahí?- Me preguntó señalándome con la cabeza a Francis y Toni.

Ellos tardaron unos segundos, ya que estaban distraídos con nuestros cuerpo y el morbo del momento, en darse cuenta que Hanna se refería ellos. Al principio sus manos se detuvieron lentamente, luego se pusieron rojos por la vergüenza y al final trataron de subirse los pantalones.

Pero antes de que pudieran terminar de desabrocharse los pantalones, Hanna había saltado de la cama y se había puesto entre ellos y la puerta de mi cuarto. Francis y Toni se quedaron como piedras y sus pantalones volvieron a caer al suelo.

-No, no... De aquí no va a salir nadie...- Dijo Hanna divertida, acercándose a ellos. Yo por mi parte me había incorporado de la cama y ahora estaba sentada en el borde de la misma, mirando a mi hermano y su amigo. -¿Acaso pensáis iros, así sin más?- Les preguntó colocándose en frente de Toni.

-¿A... así... sin más...?- Preguntó entre asustado y tímido, Toni.

Pero Hanna no contestó. Para sorpresa de ambos, se arrodillo ante Toni y agarró su miembro, el cual había reducido su tamaño por el susto, y comenzó a masturbarlo suavemente.

-Mas os vale satisfacernos, o no saldréis de aquí.- Amenazó, Hanna seriamente, y como si nada, empezó a lamer el miembro de Toni, el cual se estremeció por el placer.

-Ya le has oído.- Le dije a Francis, acercándome a él y arrodillándome. Cuando me encontré cara a cara con el miembro de Francis, el cual había perdido tamaño igual que el de su amigo, aunque volvía a recobrarlo al tenerme a mi arrodillada ante él, mi corazón comenzó a latir muy deprisa y mi vagina se mojó como nunca.

No dudé, y como Hanna, agarré el miembro de Francis y empecé a ayudarlo a que volviera a su máximo esplendor. Cuando ya estuvo listo, lo metí en mi boca y lo devoré. Lo disfrutaba como nunca había disfrutado antes haciendo aquello. Completamente fuera de mi, metí mi mano bajo mis braguitas y comencé a masturbarme.

-¿Te parece si cambiamos?- Me preguntó Hanna, sacándome de mi pequeño trance, mientras masturbaba a Toni.

-Claro.- Respondí. En verdad no quería, pero sabía que debía alejarme un poco de Francis o no lo hubiera soltado.

Cuando me planté bajo Toni, este me miró y devolviéndole la mirada le di el mismo tratamiento que a Francis. Este por su parte, colocó una de sus manos en mi cabeza acariciándome.

-Vaya con tu hermana Francis. La chupa que da gusto.- Comentó Toni, sin dejar de mirarme.

-Ya lo creo. Pero Hanna no se queda a tras.- Le respondió este.

Ante aquel comentario, desvié la mirada y me fijé en Hanna. Había desabrochado sus pantalones, anquen nos se los había quitado, y tenía un de sus manos dentro del mismo moviéndose, a la vez que amasaba sus propios pechos. Todo ello sin descuidar a mi hermano. De nuevo volví a mirar a los ojos a Toni, y me sentí realmente excitada.

-Melisa... me corro...- Me avisó Toni. A lo que yo aumenté el ritmo de mis movimientos, dejándole que eyaculara en mi boca.

Fue una gran cantidad la que soltó, y tuve que tragar parte para no ahogarme. Pero antes si quiera de poder decidir qué hacer con el resto, Hanna se presentó a mi lado y me besó, de forma que parte del semen que tenía en la boca pasara a la boca de Hanna y otra parte cayera por nuestros cuerpo. Con esto pude ver como el miembro de Toni no descendía ni un poco, sino que además, daba unos pequeños botes.

-Pensé que te ganaría...- Dijo Hanna con cierta decepción mientras se levantaba y se desnudaba completamente, siendo el centro de atención de los dos chicos. -¿Quien quiere comerme el coño?- Les invitó tumbándose en la cama y abriendo sus piernas de par en par.

Como con desesperación Toni se lanzó hacia la entrepierna de Hanna y empezó a lamer a diestro y siniestro, mientras sus manos se perdían por el cuerpo de mi amiga, la cual ya gemía. Ante aquella escena no pude evitar excitarme y también me desnudé. Francis, pareció darse cuenta de mis movimientos y se terminó de desnudar mientras se acercaba a mí.

-¿Puedo?- Me preguntó con cierta timidez. A escasos centímetros de mi.

No pude resistirme y con un ligero gesto con la cabeza lo invité a que hiciera lo que quisiera. El por su parte me besó, tumbándome en el suelo y colocándose sobre mí. Fue un beso ardiente y morboso, que me hizo estremecer.

Excitado como estaba, Francis,  bajo por mi cuello hasta mis pechos para lamerlos y pellizcar mis pezones. Tras un corto rato, siguió su descenso hasta meterse entre mis piernas y comenzó a lamerme. Su lengua era puro vicio. Me estremecía ante cada golpe de su lengua en mi clítoris. Veía las estrellas cada vez que la introducía lo máximo que podía. Todo ello sin contar que sus manos acariciaban mi cuerpo y de vez en cuando lo ayudaban en su tarea en mi vagina o con mis pezones. Pude escuchar a Hanna gritar de placer ante un orgasmo, lo que nos encendió e hizo que Francis se empleara más a fondo.

Al final, con la espalda arqueada y entre gritos de placer, mientras agarraba la cabeza de Francis, yo también tuve mi primer orgasmo. Cuando el entumecimiento se me pasó me incorporé y vi a Francis, sentado frente a mi mirándome. Parecía haber estado esperando a que me recobrara. Le sonreí y el me sonrió.

-Al parecer solo que das tu...- Le insinué gateando hasta él.

-Tranquila, puedo terminar yo solo.- Me contestó con una sonrisa.

-De eso ni hablar, hermanito...- Y con un pequeño empujón lo tumbé en el suelo y me coloqué a ahorcajadas sobre él. -Solo acuérdate de avisarme.- Le pedí guiñándole un ojo, para después agarrar su duro miembro y, tras apuntarlo en mi vagina, lo introduje lentamente. -Joder, Francis... qué grande es...- Le dije, una vez la tuve toda dentro.

-Que estrechito es tu coñito, Mel... me encanta...- Me dijo agarrándome de las caderas.

Una vez acostumbrada, ligeramente, al tamaño de su miembro, comencé a subir y a bajar. Tenía la vista puesta el techo, por el intenso placer que me recorría, con cada milímetro que entraba o salía de mí.

-No te creas que has acabado conmigo.- Le avisó Hanna a Toni, al ver que este se quería acercar a mí. Y este, al girarse, se encontró con Hanna a cuatro patas sobre la cama dispuesta para él.

-Me encantan las chicas como tu...- Comentó colocándose tras Hanna y penetrándola de un solo golpe, arrancándole un gemido de placer. Tras este, Toni, empezó a moverse con rapidez.

Yo no llevaba ni diez minutos sobre Francis, cuando otro orgasmo iba a recorrer mi cuerpo, por lo que aceleré el lento ritmo que llevaba. Esto hizo que alcanzara el nuevo orgasmo y cayera sobre Francis con la respiración entrecortada.

-Ahora quiero hacértelo yo...- Me pidió Francis. Y yo de nuevo no pude negarme.

Asique le dejé ponerme como el más quisiera, y me sorprendió encontrarme contra la pared de mi cuarto y de puntillas para que mi vagina estuviera a su altura. Él se colocó tras de mi e hizo rozar su miembro contra mi excitándome, mientras acariciaba mis caderas y poco a poco subía por los costados de mi cuerpo hasta alcanzar mi pechos, los cuales amasó con ganas además de pellizcar mis pezones.

-Me encanta verte con el culo en pompa...- Dijo dándome un pequeño azote, que me hizo gemir. -Me pones mogollón.- Y sin la ayuda de sus manos consiguió atinar a penetrarme.

Aquella primera entrada dio paso a una ráfaga de embestidas fuertes y rápidas, que me hacían gemir sin parar. Mientras que una mano la tenia apoyada en la pared, con la otra lo agarraba por la muñeca de su mano derecha, la cual estaba agarrando mis caderas. Sin pensarlo giré mi cabeza y busque su boca. Él hizo lo mismo, al ver mi movimiento, y nuestras lenguas se entrelazaron.

-Vamos hermanito... fóllame...- Le gritaba de puro placer. -No pares... sigue, sigue... Fóllate a tu sucia hermana con esa pedazo de polla que tienes...- Mi mente había desconectado. Había vuelto al momento aquel en la ducha, antes de que mi moral me detuviera. Pero ahora nada me iba a detener. -¡Ah! ¡Ah! Francis... Fóllame sin parar... No pares de meterla...- Cada internada de Francis dentro de mí, era algo parecido a un orgasmo, con la diferencia que no quedaba agotada después de cada uno.

-¿Has visto como follan?- Le preguntó Hanna a Toni, el cual seguía embistiéndola sobre mi cama.

-Es increíble... a su propia hermana... pero me pone demasiado solo de pensarlo...- Le contestó Toni. -Ya me falta poco...- Le aviso.

-No te preocupes... Tomo la píldora...- Consiguió decir Hanna, ante las nuevas embestidas de Toni que terminaron con una enorme eyaculación dentro de Hanna, a la cual le vibró todo el cuerpo con un nuevo orgasmo.

Ambos quedaron tendidos en la cama, pero Hanna se levantó segundos después para acercarse a mí. Y una vez a mi lado, de frente a Francis nos miró y comenzó a masturbarse.

-¿Folla bien tu hermanito?- Me preguntó mordiéndose el labio.

-Es increíble...- Conseguí contestar, ya que con un nuevo grito tuve otro orgasmo. Aunque Francis, una vez empezado, no parecía que iba a quedarse satisfecho, por lo que me agarró con ambas manos de las caderas y continuo embistiéndome. -Dios, Francis... me vas a matar...- Pero no quería que se detuviera. Mi cuerpo me pedía mas. Mi cuerpo quería que Francis continuara utilizándolo.

Por eso en seguida conseguí recobrarme y al tener al Hanna a mi lado, me lancé a por su labios. Esta me los entregó encantada y yo excitada, llevé mi mano hasta su entrepierna y la ayude con su propio placer, manchando mi mano con sus jugos y el semen de Toni.

-Disfrútalo, Mel... Lo máximo...- Me recordó Hanna.

Y eso era lo que hacía. Toda la tensión sexual y todo el morbo que había autogenerado a raíz de la broma, comenzaba a desaparecer. Pero su lugar lo estaba llenando un enorme placer. Algo que nunca había sentido antes.

-Mel... me voy a correr...- Me avisó. Francis sin detenerse.

-¿Donde quieres... hacerlo?- Le pregunté, extasiada con la idea de recibir su semen.

-Dentro... lo quiero dentro...- Contestó.

-Dentro no puedes... Otro sitio... por favor...- Le pedí. Aunque yo quería que me llenará, sentir su semen dentro de mí y explotar en otro orgasmo.

-Ya no aguanto... mas...- Me dijo realizando un sprint que consiguió nublarme lo poco de cordura que me quedaba...

-Está bien... lléname, Francis... Córrete dentro de tu sucia hermana... ¡¡Lléname con tu corridaaaa!!- Le grité.

Aquello debió de ser una liberación para él, porque sin dejarme terminar de gritar, comencé a notar los chorros de semen golpeando mi útero de forma violenta, lo que hizo que mi gritó se alargara al alcanzar otro orgasmo. Y para mi sorpresa, aun cuando mi interior estaba completamente lleno, Francis continuo moviéndose, provocando que su semen se saliera resbalando por mis piernas.

-Mel... no sé qué me pasa... No puedo detenerme...- Me explicó.

Yo por mi parte volvía a gemir. Mis peores fantasías se hicieron realidad. Francis seguiría utilizándome hasta que no le quedase ni una gota de energía. Y yo no iba a dejarle que se detuviera hasta que aquello ocurriera. No solo lo quería, sino que lo necesitaba. Hanna me lo había dicho. "Cuanto mejor sea, mas fácil podrás quitártelo de la cabeza." Y aquel polvo iba en camino de ser el mejor de mi vida, si es que no lo era ya.

-No te detengas, Francis... Sigue, sigue... mas, mas... ¡Ah!- Un gemido mitad placer, mitad exclamación salió de mi boca al sentir a Hanna lamer mis piernas, limpiándolas, hasta alcanzar mi vagina.

Con una de sus manos se masturbaba a si misma, con la otra acariciaba los testículos de Francis y con su lengua lamia mi clítoris. Mientras tanto Francis y yo volvimos a besarnos, a la vez que, este, levantaba una de mis piernas no solo para que Hanna tuviera un mejor acceso, sino también para que el rozamiento fuera distinto.

-Oye, Hanna...- La llamó de pronto Toni. -Tengo más si quieres.- Le propuso señalándose su miembro, completamente erecto, tras un pequeño reposo y seguramente la visión de nuestro trio.

-Ummm... Me voy con él, Mel...- Me avisó y tras un ultimo lametón que la llevó hasta los testículos de Francis, se levantó y tras tumbar a Toni en la cama empezó a cabalgarlo. -Te vas a enterar de lo que es bueno.

De nuevo solos, Francis me tumbó en el suelo y continuo empujando contra mí, pero esta vez yo lo abrazaba con mis piernas y manos, mientras nos besábamos.

-Mel... otra vez...- Me avisó con un nuevo sprint.

-Sí, Francis... lléname otra vez... Siiiiii...- Y con un nuevo grito, otro orgasmo por parte de los dos, que volvió a llenar mi útero. Aunque era su segunda vez, fue una gran cantidad, ya que con su miembro dentro de mí, su semen se desbordaba.

Y como en la anterior vez, su pene no disminuyo de tamaño, aunque esta vez sus movimientos sí que empezaron siendo lentos. Yo sorprendida la miré a los ojos, pero no pude decirle nada. El placer era mayor a cualquier otra cosa. Y yo solo quería placer.

-¿No te cansas de llenarme?- Le pregunté pícaramente, mordiéndome el labio.

-Es lo mejor que he sentido nunca, Mel...- Me confesó.

-Pues aquí tienes el coñito de tu sucia hermana, para que te corras todo lo que quieras...- Le dije, lo que provocó que Francis no se contuviera y volviera a embestir contra mí.

Pero esta vez ya no le quedaba tanta energía, aun así, nuestros orgasmos coincidieron con los de Hanna y Toni, que nos volvieron a llenar el útero a cada una, respectivamente. Y ahora sí, muertos de cansancio, Francis y yo, quedamos tirados en suelo, y Hanna y Toni en mi cama.

Pasaría media hora hasta que por fin, los chicos se marcharan de mi cuarto. Para evitar problemas, Hanna amenazó a Toni y este prometió no contar nada de lo sucedido. Tal y como lo acordamos, en cuanto Toni se marcho de casa, Francis se duchó. Después de él, nosotras. Momento que aprovechamos para hablar de todo.

La verdad es que el plan de Hanna había funcionado. Me sentía libre de aquella carga que yo misma me había puesto. Aun así, al día siguiente debía de ir a por una pastilla del día después, para evitar problemas.

Sobre las once de la noche, Francis y yo estábamos en el salón viendo la tele. El vestía un pijama largo, mientras que yo llevaba una blusa larga y unos short. Hacia un buen rato que Hanna se había marchado y mis padres acaban de llamar diciendo que tardarían en volver.

-Francis...- Lo llamé para que me mirara. -Has sido un hermanito malo.- Le dije acercándome a él y colocando directamente mi mano sobre su miembro el cual creció de forma casi instantánea. -Muy malo, diría yo.- Continúe sin dejarle hablar, mientras empezaba a recorrer su largura a través del pantalón de pijama, el cual me permitía acariciarlo sin molestias. -Has visto como tu hermana se tocaba mientras te hacías una paja, para terminar corriéndote en mi cara.- Le dije recordándole el primer día de la broma.

-¿Pero cómo?- Pregunto sorprendido, aunque no hizo además de apartar mi mano de su entrepierna.

-Después hiciste lo mismo, pero cuando estaba con Hanna. Incluso nos follaste y te corriste en nuestra cara.- Su miembro pedía ser liberado, por lo que no dude en sacarlo de su pantalón y comencé a masturbarlo recreándome en su longitud y grosor. -También me viste ducharme y gemir con tu nombre.- Le seguí contando, ahora susurrándole al oído, haciendo que con mi aliento se estremeciera.

-¿Como lo sabes?- Preguntó, aunque se le notaba más interesado en que continuara a que respondiera su pregunta.

-¿De verdad, pensaste que no te veíamos?- Le pregunté con un poco de burla, pero sin detener mi mano.

-Yo... yo...- Quiso responder algo, pero por culpa de mi mano no encontraba las palabras.

-¿Acaso estabas cegado por el deseo y el morbo de que fuera tu hermana?- Le sugerí, mientras acaricia su glande al descubierto.

-Si...- Respondió tímidamente.

-Y encima esta tarde... Hoy si que has sido un mal hermanito.- Volví a utilizar aquel tono picante acercando mis labios a su oreja. -Has dejado que te comiera esta pedazo de polla... Me has comido las tetas y el coño hasta que me he corrido... Has dejado que te cabalgara... E incluso me has follado...- Su respiración se aceleraba por momentos. Mi mano debía de estar realizando un buen trabajo. Eso sin añadir lo que le iba contando.

-Mel... voy a correrme...- Me avisó con la cabeza levantada y los ojos cerrados.

-¿Quieres córrete dentro de tu sucia hermana?- Le pregunté para provocarlo aun mas.

-Si... Quiero correrme dentro de ti...- Me dijo, mientras yo podía notar como su liquido pre-seminal empezaba a manchar mi mano.

-Pero eso es ser muy malo, hermanito. No puede correrte dentro de mi.- Le piqué moviendo cada vez mas rápido la mano. -¿Acaso quieres volver a llenar a tu hermana? ¿Dejar mi útero lleno de tu corrida una y otra vez?

-Siiiii...- Contestó a la vez que terminaba por eyacular en mi mano. A diferencia de la tarde, fue una cantidad muy pequeña la que soltó, aun así tenia la mano llena de su semen.

-Has vuelto a ser un mal hermano.- Le dije continuando con movimientos lentos. -Pero me ha gustado tanto que te voy a perdonar.- Le avisé llevándome la mano a la boca para limpiarla con la lengua. -Y recuerda que ya no habrá mas de esto.- Y como si nada, me levante para irme del salón. -A menos que un día...- Empecé a decir, pero me detuve al llegar al marco de la puerta. -Seas invisible de verdad.- Terminé guiñándole un ojo y marchando a mi cuarto completamente excitada.

Con esto doy por finalizada esta "serie". Un proyecto que era de un solo relato y que por petición popular, termino siendo algo más. Realmente he disfrutado escribiendo sobre Mel y cia. Y espero que todos hayáis disfrutado leyéndolo.

Un abrazo a todos.