El factor sorpresa
Una mañana que me encontraba sola, me metí a darme un baño. Serian aproximadamente las 10:00 am cuando solo el timbre de la puerta, envuelta en una toalla corrí hasta el interfon de la recamara y...
Hola a todos:
Ya no podía esperar más para compartirles otra de mis vivencias.
Decidí publicarla en INTERCAMBIOS, ya que esto no fue una infidelidad.
Como ya les comente en mis relatos anteriores; soy una mujer casada, y tengo una filosofía de vida ¡MUY ESPECIAL!, la cual comparto con mi marido, Mauricio. Ambos somos propensos a las aventuras sexuales. Gozamos una confianza inquebrantable, me atrevería a decir envidiable.
Entre narraciones anteriores, que he publicado en esta página, he descrito mis experiencias personales, todas ellas reales, y lo he hecho a modo de terapia, ya que el anonimato me permite no omitir ningún detalle. Un ejemplo de ello es “Siempre es mejor entre amigos” donde narro como, mi marido y yo, acompañados por una pareja de amigos, visitamos un bar swinger, y al final terminamos los cuatro en n motel, donde tuve mi primer encuentro con Mario y Rocío, nuestros amigos. Pues bien, en esta ocasión les platicaré mi segundo encuentro con Mario nuestras que cada vez que tiene oportunidad, me pide que tenga sexo con otro hombre. Incluso me ha llegado a comentar como uno de sus mejores amigos se siente atraído por mi. No tengo idea de como es que los hombres lleguen, entre ellos, a tener ese tipo de conversaciones, pero supongo que en el caso de Mauricio, mi esposo, Mario, su amigo, debe ser común. Se conocen desde hace años, y siempre se han llevado muy bien, además de que se tienen toda la confianza del mundo.
Los hechos que aquí platico son 100% reales, no estoy agregando nada, pero si omitiendo un par de detalles, y se dieron cuando Mauricio tuvo que viajar a Campeche por asuntos de negocios, y su viaje no seria de un día para otro. Su plan era permanecer, por lo menos, una semana fuera.
Una mañana que me encontraba sola, me metí a darme un baño. Serian aproximadamente las 10:00 am cuando solo el timbre de la puerta, envuelta en una toalla corrí hasta el interfon de la recamara y pregunte:
-¿Quién?
-Soy Mario - escuche la voz por el auricular.
-Te abro, jala la puerta- he hice sonar la chapa eléctrica.
Cuando sentí que había entrado a casa le grite desde mi recamara:
- Mario, estoy en la regadera. Dame un minuto y bajo.
Regresé a la ducha para acabar de enjuagarme el cabello y el jabón que me quedaba en el cuerpo. Cerré la llave, me envolví de nuevo en la toalla, me une mis cremas, me pase un cepillo por el cabello para darle un pronto acomodo, y salí del cuarto de baño. De repente escucho la voz de Mario en el pasillo:
-¿Se puede?
Brinque del susto,
- Espera- le respondí- me estoy vistiendo
No había terminado de decir eso cuando él ya estaba cruzando el umbral de la puerta. Me sentí sorprendida, pero no asustada, y mucho menos avergonzada.
-Perdona, pero vi la puerta abierta, y pensé que estabas disponible - comento Mario al ver mi cara.
-No te preocupes, pasa y siéntate en el sofá, yo entrare al vestidor - después de todo ahí estaba mi ropa.
-¿Puedo encender la computadora? -pregunto-
-¡Claro! - la computadora estaba dentro de la habitación, y retirada del vestidor, y según mis cálculos mientras la encendía y checaba su correo, y alcanzaría a vestirme sin problema.
Entre al vestidor, tome las prendas , las puse sobre una silla que había dentro y deje caer mi toalla.
Fue en ese momento cuando sentí el aliento de Mario en mi cuello. Se había metido al vestidor, y ahí ¡SI ME SORPRENDIO!. Me tomo de la cintura, y acerco su boca a mi cuello. Mi piel se erizo y mi corazón aumento sus palpitaciones. Tenía una serie de sentimientos encontrados. Mario, según sabía por Mauricio, se sentía atraído por mi. A mi también me atraía él. Por otra parte yo empezaba a excitarme. En otras palabras; las circunstancias se acomodaron.
Lo que paso enseguida, eso si no lo esperaba. Cuando Mario me tomo por la cintura, y acerco su boca a mi cuello fue solo el preámbulo. De repente acerco más su cuerpo y pude sentir su pene, que se encontraba fuera de su pantalón, juntarse a una de mis nalgas. En ese momento algo exploto dentro de mi, sentí como empezaba a prenderme. Su pene rozaba una nalga y se recorría hasta la raya de mi trasero, ahí lo empezó a presionar, y podía sentir como crecía.
Voltee rápidamente mi cabeza para decir ¡NO!, pero fue cuando él me beso, y entonces supe que todo estaba perdido, o mejor dicho ganado.
No pude contenerme, lo confieso, baje mis manos hasta su pene y lo tome. ¡Que ancho era! Tal y como lo recordaba desde aquella noche que terminamos en un motel con nuestras respectivas parejas.. Mario paso de mi boca a mi pecho con una agilidad increíble, yo frotaba su falo. Lentamente empecé a doblar mis rodillas para quedar a la altura de su miembro. Me urgía tenerlo en mis labios. Cuando llegue a él había alcanzado su mayor dimensión, empecé a chuparlo, primero con miedo, después con desesperación. Mario se deshizo de su camisa, empezó a desabotonar su pantalón, yo le ayude a bajarlo. Boto sus zapatos, me tomo de la cabeza y volvió a hundir su polla en mi boca, era imposible zafarme, él presionaba mi cabeza para que su verga entrara lo más profundo, pero yo no tenía tal capacidad, sentía que me ahogaba. Lo empuje para sacarlo de mi boca y poder respirar, mi saliva se escurría por su miembro, y mi vagina también se sentía escurrir por la excitación que sentía.
Me tomo de los brazos y me ayudo a ponerme de pie recibiéndome con un beso intenso, caminamos a la cama y me acomodo boca arriba, mis nalgas y piernas habían quedado fuera del mueble, solo mi espalda y cabeza estaban postradas. Fue en ese momento cuando levanto mis piernas y las separo dejando expuesto toda mi vagina, se arrodillo y sin dudarlo clavo su lengua entre mis labios vaginales.
-¡¡Ohhhh!! – exclame.
¡Que forma de mover y de besar mi concha recién depilada.
Sentía como emanaban mis líquidos y se mezclaban con su saliva, podía sentir las gotas que se deslizaban desde la entrada de mi vagina por mi entrepierna, y llegaban a mi ano.
Mario no lo pensó más, se puso de pie, y sin soltar mis piernas apunto su ancha verga hacía la entrada de mi coño, sabiendo que estaba tan húmedo y dilatado me penetro de un golpe.
-¡¡¡AAhhgggggg!!! Cabrón- me salió esa expresión del alma.
Sentí como se ajustaba a mi interior, caliente, venoso, ancho y de una dureza ¡espectacular!. Me bombeaba con maravillosa destreza.
Mientras empujaba su herramienta hasta el fondo de mi vagina, se recostó sobre mi, y me susurro al oído:
- Cuéntale a Mauricio la forma en que te cogí. Él estará feliz de saber que te la metí en su propia cama.
- ¡Estas loco! - exclame entre jadeos.
- Él me ha dicho que gozo cuando nos vio coger en el motel.
En ese momento sospeche que Mauricio. Ya me parecía extraño que Mario supiera exactamente que día mi marido no estaría en casa. Así que tome esta situación como un regalo de Mauricio.
Mario se levanto y ahora me dijo:
-Ponte a gatas, ya verás como te va a gustar.
No lo dude un momento, me puse como me indico, me tomo de la cintura, y me acomodo cerca de la orilla de la cama, él de pie a tras de mi, puso su mano en mi espalda e hizo presión hacia abajo, indicándome de esta forma que parara las nalgas, así lo hice. Mario se inclino hacía mi, y ahora hizo algo ¡maravilloso! ¡Clavo su experta lengua en mi ano!, ¡QUE DELICIA!, Demostró la misma maestría que antes ejecuto en mi vagina. Podía sentir su lengua muuuuy dentro, y como chocaba con las paredes de mi recto. Se incorporo, y volvió a penetrarme por el coño al tiempo que me introducía un dedo en el ano. Yo estaba literalmente en las nueves.
-En el cajón del buró hay lubricante- le dije.
Pude sentir el chorro de aceite cayendo en mi ano, y después la forma en que inroducia dos dedos, sin embargo no retiraba su polla de mi vagina, seguía bombeando y estaba durísima.
A estas alturas yo ya había tenido un par de intensos orgasmos, y Mario se había dado cuenta porque soy de las mujeres que no pueden evitar escurrir. Fue entonces cuando escuche a Mario decir:
-Me guarde lo mejor para el final. Te voy a llenar el culo de leche. Esa siempre ha sido mi fantasía.
Acto seguido pude sentir como salía su verga de mi coño y se postraba en la entrada de mi ano. Basto un pequeño empujón de su parte para que la cabeza entrara, pero yo tome mi iniciativa, y empuje las nalgas para que ensartara todo su tolete de un golpe.
-¡¡¡Ayyyyy, cabrón, está grande!!! – insulte entre el placer
-Lo está – dijo él
-¡Me encanta, me duele, pero me encanta! – dije entre soltando un gemido.
Me bombeo duro, no se cuantas veces, quizá 30 o 40, en una de esas la clavo hasta el fondo y se quedo engarrotado. Su verga palpitaba dentro de mi, era la señal de que se estaba viniendo. Podía sentir los chorros chocando contra las paredes de mi recto. ¡QUE CALIENTES!
Estuvimos unos momentos sin movernos, sudando copiosamente. Mis piernas temblaban, y mis líquidos fluían por mi conchita. Su verga se fue haciendo cada vez más pequeña, hasta que se salió de mi. Momentos después empecé a escurrir semen por mi ano que se mezclo con mi liquido vaginal.
Mario se incorporo, tomo su ropa y se vistió. Fue entonces cuando me dijo:
-No me digas que esto no lo planearon entre los dos – le dije.
-Claro que no, yo solo pase a saludarte y a ver si necesitabas algo. Lo que paso aquí fue espontaneo.
No se que tipo de emociones me asaltaron al escuchar eso.
¡En fin! Habrá más oportunidades, después de todo Mario y yo logramos concretar un segundo encuentro. Esto fue el principio que facilitaría las cosas que vendría más adelante.