El extraño siempre llama tres veces

Para perder peso, una ama de casa, experimenta una extraña dieta.

Teresa ya había cumplido sus tareas matinales. Después de dejar a sus dos hijos en el colegio se enterró en sus quehaceres hogareños que no le llevaron más de una hora, y no eran ni las diez cuando la nevera comenzaba a llamarla.

No es que estuviera gorda, pero la maternidad había ensanchado sus caderas y siempre veía su culo enorme, a parte de haber ganado unos kilos. Su 1,65 aguantaban bien sus cerca de 68 kilos, pero aun así, la tarde anterior visito a un dietista que le recomendó una madre del colegio.

Según le dijo su problema era la soledad y tenía que luchar contra ello con voluntad, le dio un plan de comidas y una sesión de relajación donde la recomendó tranquilidad y voluntad. No salió muy convencida pero después de los 100€ que costó la visita, al menos se propuso intentarlo, según el médico en una semana perdería 5 kilos. Al menos le había dado una caja con 5 compartimentos cada uno de ellos con dos barritas, una color beige y la otra color chocolate, que debía comer cada día a las diez de la mañana la beige y a las 5 de la tarde la otra.

Así que se sentó en la cocina, y abrió la caja, cada par de barritas iba dentro de una especie de saquito, de donde la saco y en dos bocados devoró la matinal, no sabía a nada, pero según le dijo contenía los ingredientes necesarios para que luego comiera lo que le diera la gana. Guardo el saquito en su compartimento y entonces sonó el timbre tres veces.

No esperaba a nadie, y se extrañó más cuando al abrir un hombre mayor de unos 55 años estaba junto a su puerta.

  • Hola, ¿me deja llamar por teléfono?

  • si claro pase, dijo extrañada, dejando pasar a un desconocido al interior de su hogar

Teresa cerró la puerta acompañando al extraño al salón que sin más se sentó en el sofá

  • ¿no quería llamar?

  • prefiero que me comas la polla

Teresa quedo perpleja, y aun más cuando vio que se dirigía a aquel hombre y se arrodillaba entre sus piernas. Sus manos desabrocharon el cinturón y el botón del pantalón bajando a continuación la bragueta. Pensó que no pasaría de ahí pero su mano tiro hacia abajo del elástico del bóxer dejando a la vista un pene grueso y venoso.

  • venga puta, métetelo en la boca y empieza a chupar

Teresa no entendía nada, no le agradaba nada el sexo oral, y a su marido se lo había hecho en contadas ocasiones, pero aquello era diferente. Además la higiene de aquel hombre brillaba por su ausencia y el olor lo delataba, pero aun así, su boca no tardo en engullir el flácido miembro.

  • ostias, que boca más caliente, ya me dijeron que serias la ostia pero esto lo supera.

El nauseabundo sabor inundo su boca pero no cejo en su trabajo, y más cuando aquel miembro comenzó a crecer en su boca, y mientras lo hacia su sexo se mojaba ante su incredulidad.

  • joder zorra, que manera de chupar, te voy a llenar la boca de leche, pero antes podías sacarte esas tetas y masajear mi polla con ellas

Teresa soltó su caramelo y mirando a aquel hombre se desprendió de la camisa y el sujetador que llevaba

  • menudas tetas

Y sin más atrapo el pene mojado con su saliva y lo atrapo con sus pechos, lo que aparte de hacer gemir a su invitado desconocido la llevo a un nivel de excitación que casi no recordaba.

  • así me gusta, obediente y calladita, joder que bueno

Sus gemidos llenaban el salón, mientras no dejaba de masturbar con sus tetas a aquel hombre. Pero no tardo en notar como su mano se ponía en su nuca, la obligaba de nuevo a metérsela en la boca, aunque ahora era él el que le follaba la boca.

  • joder que boca tienes mamona, si, así, toma, toma, joder, me corro, traga

Le oía gritar mientras en su boca se estrellaban uno tras otro los latigazos de semen espeso y grumoso que se apresuraba en tragar para no ahogarse. La polla perdió algo de su dureza pero él la obligo a mantenerla dentro de ella.

  • que gustazo, perra, límpiamela bien.

Teresa hizo lo que le pidió. Cuando acabo él se levantó arreglándose los pantalones  metiéndose la camisa en él.

  • ah, se me olvidaba, toma

Le extendió un billete de 10€ y sin decir nada más se dirigió a la salida. Teresa estaba semidesnuda sentada en el suelo y apoyada en el sofá. Su mente intentaba digerir aquello y sus sentidos embotados solo se centraban en el sabor del semen con el que aquel hombre había regado su boca, y pese a ello, lo único que alcanzo a hacer fue meter la mano en sus bragas y se froto el clítoris hasta explotar en un rápido pero intenso orgasmo que la dejo tirada un rato.

Pasados diez minutos su cuerpo comenzó a reaccionar, y como pudo se levantó. Aun no entendía lo que había pasado, pero si sabía que un extraño, un viejo guarro se había corrido en su boca, aunque la verdad es que había sido ella la que le había proporcionado una mamada monumental. Y lo peor de todo es que le había pagado como a una vulgar puta, claro que igual a ellas les pagaban más por aquel servicio.

Se abotono la camisa dejando el sujetador para otro momento, y con los diez eros en la mano, estuvo dudando, al final se decidió a esconderlos en el saquito de la caja de barritas, ya vería que haría con ellos, no quería juntarlos con el dinero de su marido, le parecía asqueroso y si no pasaba nada acabaría quemándolos de la misma forma que intentaría quemar aquellos recuerdos de tan desagradable experiencia.

Después de lavarse los dientes concienzudamente, se miró al espejo e intento arreglarse un poco, tenía su melena desbaratada, pero nada que un momento de cepillo no pudiera arreglar. Cuando acabo se miró satisfecha, y se dio cuenta de que los pezones de marcaban de forma inequívoca en su camisa, y recordó el sujetador en el suelo del salón. Así que comenzándose a desabotonar la camisa se dirigió hacia allí, pero no había acabado con el tercer botón cuando sonó el timbre de la puerta, tres toques.

Y sin más cambio el rumbo de su destino y abrió la puerta, dos jóvenes de aspecto sudamericano, en chándal.

  • Hola, ¿me deja llamar por teléfono?

Teresa respondió afirmativamente, y los chicos pasaron sin más. Claro que al entrar y cerrar la puerta la arrinconar contra ella.

  • has visto primo, esta zorra estaba esperándonos joder que tetas

Y sin más cogió la camisa e hizo saltar todos los botones lanzándose a comerle los pechos mientras el otro no perdía el tiempo y metiendo la mano bajo su falda buscaba su entrepierna no tardando en llegar al mojado sexo de teresa.

  • joder y esta mojada la muy puta

Terea veía impotente que, mientras uno le comía una teta y con su mano le magreaba la otra, el otro había encontrado su sexo y lo masajeaba sin ningún tipo de delicadeza, y su cuerpo respondía con una excitación tal, que lo único que salía por su boca eran gemidos de placer.

El chico que le sobaba la entrepierna no tardó el bajarle la cremallera de la falda haciéndola caer a sus pies y sus bragas la siguieron, y sin más se hincó para comerle lo más íntimo sin ningún tipo de preámbulo.

Aquello le llevo a un orgasmo entre gritos de placer que no pudo contener, sus piernas flaquearon y habría caído de no ser que se hallaba firmemente agarrada por aquellos jóvenes.

  • Venga llévanos a la cama

Teresa, totalmente desnuda se dirigió al dormitorio, pensando que no debería meter a aquellos intrusos en lo más sagrado de su matrimonio, pero sus pasos la llevaron hasta allí entre azotes nada inocentes en sus nalgas e insultos variados.

Al llegar al dormitorio ellos repararon en la foto de boda y no tardaron en reparar que era casada y era su hogar.

  • Mira la zorrita, se trae el trabajo a casa y se acuesta en su propia cama, y seguro que el cornudo de tu maridito no sabe nada

Teresa negó con la cabeza

  • menuda zorra, venga metete en la camita que te voy a follar como fuera tu cornudo.

Teresa abrió las sabanas y se introdujo bajo ellas y vio como el más alto se quitaba el chándal dejando ver una nada despreciable erección, y rápidamente se puso junto a ella. Comenzó a besarla y ella le respondió, mientras notaba como su mano recorría todo su cuerpo. Claro que no tardó mucho en ponerse sobre ella y tantear con su polla la entrada de su mojado sexo. La estocada fue brutal y de un golpe se la introdujo entera, comenzando a follarsela salvajemente.

  • joder qué coño más caliente zorra

Teresa solo podía gemir de placer, aquel hierro que la quemaba por dentro la estaba machacando sin piedad, las embestidas de aquel joven nada tenían que ver como la suavidad y cariño con la que la trataba su marido, y aun así, su sexo se revelaba con un grado de excitación no conocido.

Claro que además el aguante de aquel joven era extraordinario, el polvo con su marido no solía durar más de cinco minutos, y aquel pene llevaba más de 20 minutos barrenándola sin descanso, los orgasmos se encadenaban uno con otro sin poder evitarlo.

  • a que tu marido no se folla así, puta, joder que buena estas, te estaría follando todo el día cabrona, y más con las ganas que tengo, que la estrecha de mi novia solo me alivia los fines de semana, joder, te voy a llenar las entrañas cabrona.

Todo aquello le decía mientras no dejaba de asestarle profundas embestidas, y pensando estaba en el horror de que aquel desconocido le bañara su desprotegido interior con su semen cuando lo oyó gemir y estremecerse, y mientras se apretaba contra ella le vacío sus huevos en lo más profundo de su ser.

  • sí, puta, que corrida. Venga primo toda tuya.

El que la había follado salido de la cama dirigiéndose al baño mientras el otro se introducía en su lecho.

  • venga zorrita, que yo quiero tu culo, date la vuelta.

No podía ser verdad, aquel chico quería sodomizarla y ella se daba la vuelta sumisamente para permitírselo, su marido alguna vez lo había hecho, pero no era lo mismo.

  • ¿tienes lubricante?

Teresa alargo la mano alcanzando la mesita, y saco del cajón un bote que a veces habían usado para juegos matrimoniales.

  • perfecto, dijo, ponte a cuatro patas, como una perra.

Y no tardo en sentir el frescor y la suavidad del líquido deslizándose por su raja, claro que tampoco tardo en sentir el cabezón del pene en su entrada trasera. Su culo se abría lentamente con la presión constante, y con la ayuda de la lubricación no tardó en sentir como aquella herramienta se enterraba profundamente en su interior. Y pese al dolor, solo pudo emitir gemidos de placer con tan tremenda intrusión.

  • menudo culo tienes putita, ahora veras como te lo follo.

Y teresa comenzó a sentir las embestidas de su segundo visitante, que hacían sonar sus nalgas de forma evidente. Allí estaba a cuatro patas con una verga taladrándole el culo, siendo asida de forma firme por la cintura.

  • te lo voy a reventar cerda, porque ya veo que te gusta.

Ella gemida de gusto descontroladamente con cada envite, al principio lentamente pero la cadencia y fuerza fueron subiendo con el tiempo. Sentía como su culo protestaba por aquella intrusión, pero a la ver su sexo ardía de deseo.

Una de las manos del chico la agarro del pelo sin ninguna delicadeza mientras la otra fue a parar a uno de sus pechos mientras seguía embistiendo sin síntomas de cansancio.

  • joder, como me gustaría hacerle esto a mi novia, pero tú te vas a quedar con toda mi leche perra.

En uno de los envites teresa, perdió la postura y cayo boca abajo pero el chico se mantuvo junto a ella y con su cuerpo aplastándole seguía dándole continuos golpes de cadera, notaba su respiración en la nuca, mientras sus manos habían tomado sus pechos como puntos de apoyo y los agarraba con fuerza para seguir con su frenético asalto.

Casi 15 minutos después de comenzar, los movimientos del pene comenzaron a ser más erráticos y el chico empezó a gruñir, y teresa noto como el semen caliente inundaba sus entrañas.

  • así, puta, todo el culo lleno de leche, joder

Teresa estaba destrozada, y no se podía mover, ni aun cuando el peso muerto de aquel extraño desapareció rumbo al baño.

  • ¿qué tal?

  • joder tío, tiene un culo de escandalo

  • la próxima vez cambiamos

  • vale

Los oyó reírse, y cuando acabo de ducharse el segundo, no tardaron mucho en vestirse

  • ah, perra, te dejo aquí esto.

Y se fueron sin más

Teresa estaba derrotada y aun así, su sexo ardía, así que su mano desapareció bajo su cuerpo buscando su coño, que tras un corto periodo de masaje exploto en un profundo e intenso orgasmo que la volvió a llenar de vergüenza, allí estaba masturbándose después de que dos muchachos la hubiera poseído sin ningún tipo de consideración en la cama conyugal, y además la habían dejado totalmente llena de semen que en esos momentos se escurría de sus dos agujeros mancillados e impregnaban las sabanas.

Cuando pudo reaccionar se fue directa al baño, y se limpió concienzudamente, pero sabía que en su interior había semen que no podía controlar, pero ahora lo más urgente después de su aseo era la habitación, cambio las sabanas con tremendos manchurrones de fluidos y aireo la habitación que olía a sexo por los cuatro costados. Entonces fue cuando reparo en los 40 euros de la mesita, le habían pagado otra vez, y de nuevo lo dejo en la bolsita del lunes, dándoles vueltas a todo lo sucedido.

Con la única vestimenta de la bata del baño se sentó como ida en el salón. No podía ser verdad lo que la estaba pasando,  ella no era así, pero aquellas pollas desconocidas la habían puesto a mil, y no solo eso había gozado como nunca. Y pese a todo, su sexo ardía. Y sonó el timbre, tres veces.

Se encamino rápidamente a la puerta, y un negro imponente estaba tras ella.

  • ¿llamar teléfono?

  • si claro pasa – dijo teresa que le dejo entrar sin más preguntas.

El negro nada más entrar le dio un morreo mientras su manaza le sobaba el culo sin miramiento, y sin más él dijo algo que no entendió, pero lo repitió más claramente.

  • ¿cama?

No debía saber hablar mucho, así que le cogió de la mano y lo llevo al dormitorio de su hijo, y nada más ver el colchón, la hizo sentarse en él y la echó para atrás. En aquella postura vio cómo se desnudaba, dejando su cuerpo a la vista, y con ello un pollón erecto que nada tenía que ver con lo que había visto hasta ese día.

No ando con muchas contemplaciones, ya que le desabrocho la bata y sin más encajo aquella herramienta en su sexo comenzando a presionar. No le entendía nada de lo que decía pero no cejo hasta enterrársela entera, sentía que iba a romperla en dos y si había algún tipo de telaraña en su interior esa herramienta seguro que la había derribado. Comenzó a moverse lentamente dentro de ella y cada centímetro de movimiento era un suplicio de placer que la hacía gritar sin control, mientras que él no se quedaba atrás en exteriorizar su placer, aunque de repente comenzó a darle fuerte y sin esperarlo comenzó a gemir, entendiendo que la excitación había podido con él y le había llenado el interior sin remedio.

  • 20 más, 20 más

Dijo aquel hombre mientras comenzaba de nuevo el lento movimiento, parecía como si fuera a darle más caña y vaya si se la dio. Después de haberse aliviado y sin sacarla volvió a la carga con su mástil, y esta vez no hubo sorpresa, y durante más de media hora estuvo machacando sin piedad su sexo, los gemidos se transformaron en gritos de placer que no pararon hasta que por fin el acabo, y lo hizo de forma sorpresiva, ya que la saco de su interior y comenzó a machacársela sobre ella hasta que comenzaron a brotar hasta cuatro largos chorros de cálido y grumoso semen que se repartió desde su ombligo a sus tetas. Teresa pensó que si aquello era su segunda corrida, la primera debió inundar su matriz de forma irremediable, aquello era una locura, y más cuando aquél negro dejo 50 euros sobre la mesa y le dijo en tono apremiante.

  • tu chupar

Aun tenia más, pensó teresa, que sin más se arrodillo entre sus piernas y se metió la pringosa herramienta en la boca, la trago con deseo, hasta que fue de nuevo creciendo y solo podía introducir parte en su boca. Los gemidos del negro eran inequívocos, estaba disfrutando, y aunque le costó, la dedicación tuvo su premio y tres latigazos más de leche inundaron su boca.

  • tu puta buena – dijo mientras se vestía, para desaparecer por dónde había venido, dejando a teresa embadurnada de semen y con los muslos chorreando líquidos que salían de su sexo.

Cuando pudo reaccionar se dio la segunda ducha y volvió a asearse como puro, aunque esta vez tuvo que esmerarse ya que su sexo no dejaba de soltar semen, la corrida de aquel negro en su interior debía haber sido espectacular.

Cuando consiguió que no saliera más se puso unas braguitas con slip, y un sujetador y arreglo su dormitorio, dejándolo como si no hubiera pasado nada. No había hecho nada más que ponerse un vestido cómodo cuando volvió a sonar el timbre, tres toques nada más.

Al abrir la puerta dos hombres conocidos estaban ante ella

  • hola teresa, ¿nos dejas pasar y llamar por teléfono?

Teresa les dejo pasar, era el dietista y su ayudante, le extraño la visita pero no dijo nada.

  • joder, esta buena la cabrona, verdad doctor

  • claro, yo siempre las elijo buenas, a ver teresa llévanos a tu dormitorio

Teresa los condujo hasta él y al llegar los dos no tardaron en desnudarse, el doctor se sentó en la cabecera de la cama sobre su almohada con su polla a medio gas.

  • venga teresa, ven aquí a cuatro patas como una buena perrita y comete mi polla

Teresa hizo lo que le pidió sin rechistar, subiendo a la cama, y plantándose ante aquel miembro que no tardo encomenzar a engullir.

  • joder que boca que tienes cabrona, así chupa.

No tardo teresa en tener el duro miembro del doctor en su boca, palpitando de placer.

  • sabes zorra, la chupas de maravilla, y ahora voy a ver como follas.

Teresa noto como el otro hombre subía a la cama y se ponía detrás de ella, le levanto el vestido dejando sus nalgas al aire y sintió como sus bragas se deslizaban pos sus piernas, y después la dureza de un pene grueso en la entrada de su sexo.

  • venga perra, demuéstrame que saber hacer dos cosas a la vez y entiérrate esa polla en el coño mientras sigues chupando.

Teresa no tardo en obedecer y mientras se tiraba para atrás ensartándose ella misma un nuevo pene no tejaba de chupar, y a la vez aunque ahogados por la polla de doctor emitía gemidos sin cesar.

El doctor no tardo en llenarle de leche la boca a teresa, que trago sin rechistar

  • joder como tragas, claro, que no tienes opción, venga chaval fóllatela a gusto

  • ¿le puedo dar por culo?

  • joder claro

El hombre saco su polla del encharcado coño de teresa y se la enchufo sin ningún tipo de delicadeza en el culo, y pese al dolor teresa gimió de placer ante tal acción, y más cuando la empezó a bombear, mientras oía la voz del doctor

  • menuda putilla estas hecha, claro que no puedes decir nada, de hecho en todo el día no has dicho ni palabra, ¿verdad?, normal, no puedes hablar solo obedecer y correrte de gusto con cada cosa que te hagan, como la enculada que estas recibiendo ahora.

Teresa escuchaba con estupor lo que el doctor decía, quería hablar pero de su boca solo salían gemidos de placer.

  • y además ejerces de puta, te mando clientes y tú los atiendes, te van a estar regando con semen la semana entera. Además con lo buena que estas igual te aguanto un par de semanas. No más, porque con tanto ajetreo igual alguno te deja un regalito y no quiero problemas.

Teresa no podía creer lo que oía, y eso a pesar del orgasmo devastador que acababa de sentir al ser toqueteado su sexo por su penetrador.

  • y lo mejor no es eso, sabes para que sirven las barritas, la primera activa tu obediencia a los tres timbres y tu silencio. La segunda te liberara de los recuerdos desde la primera barrita. Así que no te preocupes, cuando vuelvas a la consulta no te acordaras de nada, habrás perdido peso y me darás la caja con la recaudación pidiéndome más barritas.

El asistente la embestía duro, y de vez en cuando le regalaba un sonoro y fuerte cachete en sus nalgas que hacían que sus gemidos fueran cada vez más intensos y guturales.

  • pero no creas, el control no tiene nada que ver con las barritas, si no con la sesión de relajación que hicimos, allí te programe para esto, y como ves soy bueno.

El ritmo de la follada se intensifico y poco después el asistente se vació en el culo de teresa que sintió el calor en su interior fruto de una corrida abundante. El asistente la empujo a un lado y dejándola en la cama se dirigió al baño a limpiarse

  • bueno, y eso es todo, lástima que todo esto lo vayas a olvidar en una hora más o menos.

Y riéndose comenzó a vestirse mientras el asistente salía del baño y hacía lo propio. Teresa estaba en shock, aquel hombre la había emputecido contra su voluntad, le denunciaría, acabaría con él. Pero antes tenía que limpiar aquel nuevo estropicio.

Se levantó y volvió a ducharse, y después arreglo la cama.

Andaba leyendo distraída una revista en el sofá cuando entro su marido.

  • hola cariño, que silencio, ¿no están los niños?

  • están estudiando en sus cuartos

  • ¿qué tal el día?

  • aburrido, como siempre, ¿qué quieres cenar?, que yo ando con el régimen ese, y ya me he comido las barritas.

  • pero si no estás gorda, todo lo contrario

  • deja deja, me sobran unos quilitos

Y rieron dándose un beso, mientras teresa pensaba en lo excitada que estaba, esa noche se comería a su marido, hacía tiempo que no tenían sexo, y a ella ya le apetecía. Además tenía que decirle a su hermana lo de la dieta, igual le interesaba.