El extraño gusto de mi primo, y que me encanta

Mi primo me confiesa algo de sus fantasías más ocultas y ambos nos dejamos llevar

Después de la ducha nos sentamos con mi primo a desayunar en la galería que da al patio, la cual queda oculta a la vista de los vecinos al igual que lo está la pileta y todo el patio, por lo cual decidimos salir a desayunar ambos en ropa interior y nada más. Él con un ajustado bóxer azul oscuro, en tanto que yo escogí una tanga celeste con un corpiño blanco. Yo estaba feliz después de haber conocido el sexo con él y entre los dos se había dado una suerte de relación entre amantes más que entre familiares.

Charlando de todo un poco muy pronto llegamos al tema relaciones y sexo y me preguntó como era que estaba soltera y que hasta la tarde anterior había sido virgen. Yo con un poco de vergüenza le conté que hasta ese día no me habían interesado los hombres, y que en realidad creía que iba a terminar siendo lesbiana y le conté sobre Silvina. Casi se cae de la silla cuando se enteró.

Rodrigo por su parte me contó que después de muchos años con su ex, habían decidido terminar la relación porque buscaban distintos caminos, sobretodo en lo sexual, y que desde su ex sólo había tenido un par de encuentros sexuales casuales muy malos e insatisfactorios. Yo intrigada quería saber más acerca del camino sexual que mi primo quería seguir pero él me cambiaba de tema y no me quería contar, sólo me repetía que su ex era muy básica en la cama.

  • Dale Rodri, después de haberte conocido cómo te conocí anoche, que verguenza podes tener - le insistí

  • Es que no Sofi, no son cosas normales que uno aceptaría frente a otro -

  • Después de que te confesé que soy la amante de mi amiga ¿pensas que me puedo asustar de algo? - le pregunté casi riendo por lo divertido de la situación. Él estaba rojo como un tomate - ¿Tenés fantasías con otro hombre?-

  • Con otro hombre no, pero algo así. ¿Vamos al agua?- preguntó intentando escapar de mi pregunta.

  • No, al agua no, no me pienso mover de acá hasta que me cuentes. Si no es con otro hombre, debe ser con una mujer. Capáz que yo pueda ayudarte a cumplirla. ¿Cómo sería eso de que no es un hombre pero algo así? -

Tras mucho insistirle, Rodrigo finalmente accedió a contarme esa fantasía que no le había contado a nadie, ni siquiera a su ex.

Mi primo fantaseaba con la idea de que una mujer se lo cogiera por el culo, pero no sólo eso, sino que quería llevar adelante la idea de ser penetrado, mientras usaba ropas de mujer. Yo me quedé de piedra ya que nunca había escuchado algo así. Si bien sabía de la existencia de hombres que se visten de mujer, pero lo hacen para tener sexo con otro hombre.

Le pregunté si quería que lo ayudara a vestirse de mujer e incluso a ayudarle a buscar algún hombre que le diera por el culo, pero él me aseguró que no era esa su fantasía. No quería estar con otro hombre, sino que quería sentirse una nena penetrada por otra nena.

Evidentemente confesarle eso a su prima lo llenó de vergüenza y vi como se apagaba su entusiasmo en lugar de sentirse liberado.

Con Silvina teníamos un acuerdo en que cada vez que una tenía una fantasía, por muy loca que fuera, la probabamos para saber si a ambas nos gustaba. Si alguna de las dos no se sentía cómoda con ello, quedaba en el recuerdo de haberlo intentado al menos. Si a ambas nos gustaba, pasaba a formar parte de nuestros juegos sexuales.

Acostumbrada a eso, y tras verlo a mi primo tan decaído, decidí tomar la iniciativa y poniéndome de pie le tomé la mano y le dije que me acompañara a la habitación.

Cuando llegamos a mi pieza le saque su boxer. Supongo que era por los nervios o no se que, pero lo cierto es que su pija estaba dormida y más chiquita de lo que yo recordaba de la noche anterior. Me preguntó que hacía y le respondí que íbamos a cumplir su fantasía, y tras decirle eso me fui directo a mi bolso, saqué todas mis prendas íntimas y las tiré sobre la cama. Mi primo no sabía donde meterse de la vergüenza, pero yo lo tranquilicé explicándole que yo mejor que nadie sabía que no había que quedarse con las ganas de probar algo nuevo y que el sexo de los ultimos dos días eran la prueba.

Le pregunté si quería elegir él o si prefería que eligiera algo yo, y como no sabía qué responder nos pusimos los dos a revolver entre las prendas. La verdad es que todas mis bombachas, a pesar de ser tangas son muy simples y de algodón dado que yo hago mucha actividad física y las de encaje me irritan. Así que decidí ir un paso más allá y traje todas las prendas que Silvina había dejado en su valija. Ella tiene de todo tipo y variedad, porque tanto a ella, como a su novio les excitan la lencería fina. De entre todas las prendas de mi amiga la que más me llamó la atención fue un bodie muy cavado y colaless, negro de encaje. Un sueño de prenda. Le pregunté si era algo así lo que buscaba y me dijo que no. Que él prefería si se podía, usar lo que yo traía puesto. Sin dudarlo me saqué la tanga celeste y suavemente le ayudé a ponersela. Su pija tuvo su primera reacción y se notaba que se le empezaba a poner gomosa. le pregunté si solo quería usar una tanga o si su fantasía incluía algo más y me confesó que no sabía. En su fantasía, era la mujer la que decidía por él que iba usar y que iban a hacer. Entendí entonces que lo que mi primo quería era ser dominado por una mujer, y eso le iba a dar.

Lo hice que diera un par de vueltas para mi y decidí que el celeste no iba bien con él. Mientras él se quitaba la tanga celeste, yo me termine de desnudar y le indique que cerrara los ojos. Tomé entonces el bodie de mi amiga y me lo puse. Es increíble como el sólo hecho de ponerte una prenda puede hacerte sentir tan distinta. Enfundada en esa pieza de encaje negro me sentía una femefatal.

Cuando Rodri abrió los ojos no lo podía creer.

  • Si vas a ser una nenita, que además es virgen, entonces esa tanga no es para vos - le dije mientras del montón de bombachas escogía una bombacha tipo vedetina que a veces suelo usar y que es más bien infantil porque es rosita con corazoncitos de colores y atrás tiene mucha más tela que una tanga - y además creo que esto le va a combinar bien - y agarré un corpiño también rosa haciendo juego.

Su pija ya estaba a medio pararse, se notaba que el juego le estaba gustando, y para ser honesta a mi tambien. Le ayudé a ponerse la bombacha y luego le puse el corpiño. Cada vez que podía acariciaba su cola o su espalda, este juego me estaba excitando bastante.

Aunque él es muy varonil en su físico, la imagen de su cuerpo en bombacha y corpiño no era para nada desagradable, es más, me gustaba mucho.

Busqué entonces entre el resto de mi ropa y encontré una pollera de lycra blanca que suelo usar para jugar al tenis que a mi me llega a media pierna pero que a él, al ser más alto que yo, le quedaba como una minifalda.  Para la parte de arriba le escogí una musculosa negra. La verdad es que mi primo vestido de nena se veía muy apetecible. El culo que se le marcaba bajo la mini era como el de cualquier mujer bien entrenada.

Lo lleve entonces hasta el espejo y lo hice que se mirara. Sus ojos se encendieron de lujuria y lo que esta hacía poco era vergüenza, ahora era calentura.

Él se giró hacía mí y nos dimos un largo beso mientras mis manos acariciaban su cola sobre la pollerita. La escena era super tierna, pero yo ya no era yo, y la verdad es que quería dominarlo y someterlo cómo era la fantasía.

Lo hice acostar en la cama, até sus manos con una bufanda y sin miramientos me arrodille sobre su boca para que me lamiera la concha y el culo. Mi primo empezó a comérmela como nunca antes nadie lo había hecho. De mi interior corrían ríos de flujo y sentir que a él se le dificultaba respirar con mi cuerpo sentado sobre él, solo hacía que me calentara más. Recordé la vez que habíamos jugado un juego similar con mi amiga, solo que aquella vez yo había sido la sumisa. Me quedé a horcajadas sobre su lengua hasta que explote en un tremendo orgasmo.

Un poco más recuperada y ya satisfecha por la primera acabada, lo llevé a que se pusiera en cuatro patas y expusiera su culo para mi. La cabeza de su pija estaba tan parada que la cabeza le asomaba por sobre el elástico de la bombacha y de la pollera.

Me alejé unos pasos para mirarlo mejor y me excitaba su imagen de sumiso que espera que le rompan el culo que me daba mi primo. De un tirón le quite la pollera. Quería verlo sólo en bombacha.

Me acomode tras de él, hice a un lado la tela de la vedetina y hundí mi lengua en su culo como él lo había hecho conmigo anteriormente. Su cuerpo se estremeció, y esa reacción me gustó mucho.

Como no se quedaba quieto de tan caliente que estaba, le di un fuerte chirlo en la cola, y luego otro y después un tercero más fuerte que los anteriores, mientras le indicaba que la que mandaba era yo y que él se tenía que dejar hacer lo que a mi me diera la gana. Sentirme con tanto poder me gustaba mucho más que jugar el papel de sumisa que siempre hacía con Silvina. Tal vez debía probarlo con ella también.

La tela de la vedetina me molestaba así que se la bajé hasta las rodillas y volví a chuparle el culo con deleite. Sentía su esfínter contraerse y dilatarse con cada embestida de mi lengua. Al parecer mi primo también no se depilaba esa zona y eso me sorprendió ya que casi todo su cuerpo estaba depilado. Pero ya iba a llegar el momento de remover esos pelos molestos.

Pase mi mano por entre sus piernas y le agarre la verga que en ese punto parecía que iba a explotar con sólo un par de roses. Pero no era tiempo de que acabara. Yo quería seguir disfrutando de mi nueva amante y ella también.  Le dije que a partir de ese momento, si quería que yo siguiera jugando, tenía que aceptar un par de condiciones. La primera es que la iba a llamar Valeria, que es una chica de mi clase que me resulta muy atractiva, y que además por el resto del día iba a tener que ser  mi sumisa personal. Valeria me dijo que sí sin pensarlo de lo caliente que estaba.

Me arrodille detrás de ella, le di un chirlo más en la cola y le pregunté si estaba lista para perder su virginidad. Ante su afirmación, que fue casi una súplica, escupí la entrada de su culito virgen y empecé a acariciarlo con mis dedos. Valeria tenía sus manos atadas aún, por lo que no podía hacer nada más que relajarse y dejarme hacer. De a poco comencé a meter uno de mis dedos en su culo. Lo metía solo unos centímetros y lo sacaba para volver a escupirle la cola y lubricarlo. Pero cada vez que empujaba mi dedo dentro, lo hacía un poco más profundo. Ella/él se retorcía de placer. Cuando finalmente pude meterle todo el dedo dentro, empecé a buscar su punto G, el mismo que había descubierto cuando se la había chupado, y para mi sorpresa lo encontré al primer intento. Como estaba en cuatro, era mucho más fácil acceder a su próstata. La calentura no era sólo de él, en ese momento yo estaba largando jugos a mares de lo excitada que me había puesto la situación.

Le pregunté si se iba a aguantar un dedo más adentro de su culo y afirmó con su cabeza. Ahora eran dos dedos que entraban y salían y que le acariciaban la próstata. Mientras yo literalmente lo culeaba con mis dedos, recordé de pronto que Silvina me había contado que había traído nuestros juguetitos, los cuales siempre los habíamos usado en ella ya que yo era virgen y en ese entonces no tenía intención de perderla con un plástico. Deje a Valeria en la misma posición y fui a la valija de Silvina a buscarlos. Se veía tan lindo mi primo en esa posición de sumisión que hasta quería sacarle una foto, algo que finalmente no hice.

Volví a la cama con los dos dildos que compartimos con mi amiga, un dildo verde de 14 cm, otro azul con forma de pija enorme que tendría unos 22 cm de largo y un lubricante.

Le pregunté si estaba lista para la sorpresa que le tenía preparada y me dijo que sí, así que le puse lubricante en la cola y se estremeció por el frío del gel. Con mis dedos volví a masajear y a meterlos dentro hasta que pude meterle tres dedos. Ya había dilatado lo suficiente y él gemía de placer, señal que no le dolía.

Sin decirle nada saque mis dedos, apoye la punta del dildo mas chico y se lo fui metiendo de a poco hasta el fondo. Su sorpresa fue total ya que no se esperaba algo con forma de pija abriéndose camino en su virgen culito. Y más se sorprendió, cuando termine de clavarlo entero y le puse frente a sus ojos el otro juguete de 22 cm y mucho más grueso que una pija normal, al tiempo que le decía que ese era el próximo que le iba a meter por la cola, así que mejor que se preparara.

Decidí entonces dejar el juguetito dentro de su cola para que se fuera acostumbrando, y me fui a poner delante de él, pero dejándolo en cuatro patas como una perrita. Me abrí bien de piernas frente a su cara, solté los broches que cerraban el bodie en mi entrepierna y mirándolo a los ojos me empecé a meter el consolador grande por la concha. Yo me daba cuenta que era muy grande, pero estaba tan mojada que no me costaba nada meterlo casi hasta la mitad. Cada tanto lo sacaba chorreando mis jugos y lo lamía. El gusto de mi concha también me gusta y no era la primera vez que lo llevaba a mi boca. En una de las veces tuve el impulso de llevarlo a su boca y decirle que había llegado el momento que aprendiera a chupar una pija. Su cara mostró un poco de fastidio, como si no fuera parte de su fantasía chupar una pija, pero esta ahora se había vuelto también mi fantasía y era yo la que mandaba. Le di un par de cachetadas con el consolador y le dije que así no se iba a comportar mi putita, que iba a abrir las boca por las buenas o por las malas. Estaba realmente sacada por la calentura.

Mi primo abrió entonces su boca y se metió la punta dentro. A lo pocos minutos no sólo estaba haciendo eso, sino que lamía con su lengua todo el largo del juguete hasta dejarlo limpio para que yo me lo pudiera meter en la concha nuevamente. Sabía que le iba a terminar gustando.

Yo quería un nuevo orgasmo, así que empecé a cogerme nuevamente con el dildo mientras llevaba la lengua de mi primo a mi clítoris. Esa combinación fue tremenda y a los pocos segundos exploté en un tremendo orgasmo.

Había llegado el momento de hacerlo gozar a él como una yegua. Me volví a acomodar el bodie y me situé detrás de él. Suavemente fui sacando el dildo pequeño de su cola y cuando estaba fuera bajé con mi lengua a acariciar esa zona dolorida. Su pija jamás se había bajado, señal de que todo esto le estaba gustando. Volví a ponerle lubricante y le pedí que se diera vuelta, que se acostara boca arriba con las piernas abiertas ya que quería ver su cara cuando los 22 cm de pija lo penetraran. Até sus manos con la misma bufanda al respaldar de la cama y lentamente comencé a empujar dentro suyo. Su cara daba muestras de dolor y de placer al mismo tiempo. Cuando me quise dar cuenta los testículos de plástico de la base del dildo ya estaban haciendo tope con la cola de Rodrigo.

  • Felicitaciones Valeria - le dije - la tenes toda adentro de tu colita, ahora ya sos toda una señorita. Ahora podemos empezar a disfrutar de tu primera cogida.

Suavemente empecé a sacarla y meterla. Unos pocos centímetros al principio, para ir aumentando cada vez más en ritmo y velocidad. Él bufaba de placer y me pedía que no parara, que lo estaba llevando al cielo. Me puse entre sus piernas y apoyé el dildo a mi pubis. Ahora era mi cuerpo el que empujaba como si esa pija enorme fuera parte de mi cuerpo. Él me rogaba que le soltara las manos o que le hiciera la paja porque quería acabar, pero yo me resistía a ello. Lo estaba gozando tanto que no quería que acabara, así que le dije que si quería acabar podía, pero ni sus manos ni las mías le iban a dar ni una sola caricia en la verga.

Lo seguí cogiendo por un largo rato y cada vez le daba más rápido y más duro. Rodrigo, ya en la piel de Valeria, me imploraba que lo hiciera acabar y yo sólo le sonreía con malicia. Sentía que yo también estaba cerca del orgazmo.

Cuando ya lo estaba cogiendo sin piedad, él empezó a decir la palabra no varias veces y me avisó que acababa. Yo simplemente aceleré la brutal cogida y escuché un grito salir de su garganta mientras de su pija manaba en forma de río muchísima leche que fue a caer sobre su estómago. Recuerdo que me sorprendió que no saltara en chorros sino que fluía como chocolate derretido. Más tarde aprendí que así son los orgasmos inducidos por la próstata.

Al mismo tiempo que Valeria descargaba su leche en su panza, yo estaba experimentando una nueva acabada sin siquiera haberme tocado la concha. Fue una experiencia increíble.

Pero quedaba algo más por hacer. Limpiar esa leche caliente que había manado de él, y a la cual yo ya era adicta. Sin sacarle el consolador de la cola, junté con una de mis manos su semen y me lo fui llevando a la boca.  Ese sabor a hombre en mi lengua me extasiaba.

Cuando lo tuve todo dentro de mi boca, acerque mi cara a la suya y tomando su cara  con mi mano fui haciendo que abriera la boca, y mientras sacaba de un tirón el consolador de su culo, vacíe dentro de su boca lo que quedaba de leche en la mía, para luego meter mi lengua y fundirnos en un tremendo beso al tiempo que compartimos su semen.

Espero que les haya gustado, si es así espero sus comentarios.

Besos, Sofi