El experimento de mi hermana (3)

Las amigas de mi hermana toman el mando y hacen lo que quieren con ella y conmigo.

Este relato es la continuación de “El experimento de mi hermana (2)” que podéis encontrar en este mismo web.

Realmente estar en bolas y esposado a la cama en una habitación pequeña, donde hay cinco tías mirándote es imponente… y el que diga lo contrario miente.

La que me había esposado era Belén, una auténtica morenaza con unos grandes y perfectos pechos que asomaban a través de un generoso escote de su blusa blanca a la que le faltaban varios botones por abrochar. Su culito también llamaba poderosamente la atención. Ella fue la primera en entrar en la habitación, ella parecía la líder del grupo y desde luego parecía que iba a hacer valer esa supremacía.

Rocío y Raquel eran dos chicas más normalitas, no tan exuberantes. Rocío era rubia, Raquel morena, eran delgaditas y no tenían mucho pecho, pero no por eso dejaban de ser realmente atractivas. Por último estaba la que menos había participado, Sandra, morena con el pelo largo y rizado, una chica increíble, parecía más inocente, más ingenua, pero a la vez era la que estaba más buena de todas. Tenía una mirada que te comía con sólo verte, en medio de una cara de niña buena impresionante. Unas tetas enormes, un culo maravilloso.

Rocío y Raquel habían cogido a mi hermana y se la habían llevado a una silla, pidiéndole a Sandra que buscara alguna cuerda por la casa. Al rato, Sandra subió con una y la ataron allí. Para que no chillara le taparon la boca. Mi hermana forcejeaba, protestaba, pero estaba inmovilizada, no podía moverse.

  • Eres una puta viciosa – le dijo Belén mirándola – pero más puta que viciosa.

Mi hermana la miraba con desprecio y trataba de protestar.

  • Será mejor que le vendemos también los ojos – dijo. Y Raquel procedió a hacerlo – Bien, bien, ahora que estás en esta situación, vamos a hacer algo que a ti tanto te gusta: grabarte. Esta vez tú serás la protagonista de un vídeo en vez de estar detrás de las cámaras. Elige: o te soltamos a ti para que le comas la polla a tu hermano, o le soltamos a él para que te coma el coño a ti. Da un golpe con la cabeza si quieres comerle o dos si quieres que te coma.

Mi hermana dio un golpe con la cabeza, y luego otro… quería que yo la comiera. Pensé que me soltarían, pero en vez de eso, Belén habló con Rocío al oído y ésta se acercó a mi hermana.

  • Pues aquí tienes a tu hermanito, ábrete un poco de piernas y él te comerá mientras te grabamos.

Sandra cogió la cámara y empezó a grabar… mi hermana pensaba que era yo quien la comía, pero en realidad era una de sus amigas!!! Yo desde la cama no me perdía nada del espectáculo. Rocío le metio una lamida, y luego otra, y empezó a mordisquearla suavemente mientras le acariciaba los muslos y el culo. Rocío se notaba que no era la primera vez que hacía algo así, desde mi posición podía ver perfectamente cómo sacaba su lengua y recorría de arriba abajo la vagina de mi hermana provocándole un estremecimiento.

  • Ay, cómo se quieren los hermanos – dijo Belén.

Mientras decía esto, Belén se iba desabrochando la blusa, sin perder detalle de lo que ocurría. Se llevó las manos a la espalda y pude ver cómo, en cuanto se desabrochaba el sujetador, sus enormes pechos saltaban como un resorte. A continuación se descalzó y se bajó los pantalones. Llevaba un tanga no más grueso que un hilo dental, que acabó también en el suelo, y girándose hacia mí me dijo, muy bajito:

  • Y esto que ves es para ti.

Y se subió a la cama abriéndose de piernas delante de mi cabeza para que yo la lamiese a ella. Saqué mi lengua y recorrí la cara interna de sus muslos lo más suavemente que pude. Lo siguiente que hice fue lamer su vagina. Muy suavemente también. La chica, tan aparentemente fuerte, demostró ser muy vulnerable, ya que en cuanto mis labios entraron en contacto con ella, aquella superioridad, aquel carácter tan fuerte se transformó en la más tierna de las dulzuras y de las sumisiones:

  • Ay, sigue, por favor – me dijo, muy bajito, para que mi hermana no se diera cuenta de que yo estaba en otro lugar de la habitación.

Empecé a rodear su clítoris con mi lengua y ella se retorcía cada vez con más fuerza, con más violencia, suspirando, jadeando. Mis lamidas tenían un ritmo estudiado. Mi lengua entraba en su interior y de repente mis dientes atraparon con mucha suavidad ese clítoris haciendo que ella se licuara, se volviera loca, se derrumbara, fuera bajando sobre mi cuerpo, y yo pudiera sentir aquella vagina recorriendo mi pecho, y al poco a la altura de mi ombligo, y al poco la lengua de Belén penetrando en el interior de mi boca mientras iba acomodando su vagina para que mi pene pudiese entrar dentro sin ningún problema. Y empezó a follarme.

No recuerdo cuánto rato estuvimos haciéndolo, pero llegó un momento en que le dije que me faltaba poco y ella se detuvo bruscamente y salió de mi cuerpo. Se giró y los dos vimos cómo mi hermana estaba teniendo un orgasmo y cómo Rocío, que para entonces estaban ya completamente desnuda, complacía a mi hermana con su lengua mientras que, ella, a su vez, era comida por Raquel. Sandra, la única que llevaba todavía ropa encima, de hecho la llevaba toda, estaba grabando todo lo que le iba sucediendo a mi hermana.

Raquel se levantó y salió de la habitación. Cuando volvió traía encima el frasco con mi semen de unas horas antes y se lo dio a Sandra:

  • Toma, que tú no te has divertido nada hasta ahora y debes estar sedienta.

  • Gracias.

Y Sandra, directamente, y sin pensárselo dos veces, se bebió todo el contenido de aquel frasco y vino caminando hacia mi cama.

  • ¿Es ya mi turno, Belén?

  • Por supuesto, es todo tuyo, no se ha corrido todavía.

  • Perfecto, así podrá hacerlo dentro de mi culito.

Belén se dirigió hasta donde estaba mi hermana y, mientras Rocío la seguía lamiendo, le quitó la venda de los ojos. Mi hermana contempló con sorpresa que era una de sus amigas la que le había suministrado tanto placer. Belén le quitó también la venda de la boca para que pudiera hablar:

  • Pero, jodeeeeeeeeeer, ¿qué ha estado pasando aquí????

  • ¿Pensabas que era tu hermanito, no, mona? – preguntó Belén – pues no. Para que lo sepas, Raquel y Rocío son bisexuales y les encanta comer conejitos, aunque no le hacen ascos a una buena polla como luego, cuando llegue su turno, harán.

  • ¿Y esto por qué no me lo habíais dicho?

  • Porque una vez hiciste un comentario despectivo sobre los bisexuales – dijo Raquel – y ahora mismo acabas de comprobar que podemos ser mucho más interesantes de lo que pensabas.

Empezaron a discutir todas menos Sandra, que estaba delante de mi cama quitándose la ropa.

  • Tú no les hagas caso, cariño – me dijo mientras se desabrochaba el sujetador y mi polla alcanzaba unas dimensiones descomunales al ver toda aquella materia junta – ellas que discutan, que nosotros vamos a lo nuestro.

Al minuto tenía a la chica más maciza que os podáis imaginar, con su cara de buenacita, diciéndome:

  • ¿Verdad que si te suelto de aquí me vas a recompensar follándome por el culito?

Todo aquello me ponía a dos mil por hora, llevaban un buen rato calentándome, follándome y luego cortándome el rollo y mis huevos necesitaban correrse de una vez. Sandra miró a Belén buscando su aprobación y en cuanto la tuvo, me soltó de la cama y se puso a cuatro patas para mí:

  • Soy toda tuya, ya te he soltado, espero que cumplas tu parte del trato.

Y empecé a penetrar ese culito mientras, girándome, comprobé que no sólo ya habían soltado también a mi hermana, sino que las cuatro chicas habían hecho las paces y estaban besándose y tocándose todas con todas. Aquello me dio todavía más energía, y empecé a entrar y salir del culito de Sandra, notando toda la fricción de su cuerpecito en mi polla, notando sus gemidos, sintiendo su respiración. Llevé mis manos a esas grandes tetazas y se las acaricié mientras ella gemía:

  • Oh, síiiiii, me encanta que me toques, me encanta que me folles el culito

La verdad es que con toda la tensión acumulada no tardé mucho en sentir que me corría. Se lo hice saber y ella se lo sacó y avisó a las demás chicas:

  • Chicas, tenemos lechecita bien caliente para todas

Y al instante las cinco chicas estaban delante de mí, todas desnudas, todas reconciliadas, esperando para ver salir mi leche. La posición frontal la ocupaba mi hermana y a su alrededor todas las demás. Terminé de pajearme a mano y empezaron a brotar chorros de leche. El primero fue a parar a la cara de mi hermana, luego me giré y cayó otro sobre las tetas de Belén, y un tercero consiguió alcanzar las de Raquel. Me dirigí hacia Rocío para salpicarla también en las tetas y por último me situé delante de Sandra y ella con su boquita recogió los restos que iban saliendo en último lugar.

Esa noche tuve otros dos orgasmos más. En el primero me dejaron ya follarme en condiciones a mi hermana y terminé en su interior. El último fue en el interior de la boca de Marta, que me pidió como favor personal una corrida en su boquita sólo para ella, ya que tenía mucha sed y le daba pereza acercarse hasta la cocina.

Belén, Raquel y Rocío acabaron haciendo un trío en la habitación de mi hermana y yo terminé durmiendo en mi cama con Sandra y con mi hermana, una a cada lado.