El experimento de mi hermana (2)

Mi hermana y sus amigas habían montado una fiesta en casa para ver vídeos porno en que salía yo... ¿cómo reaccionarían al comprobar que yo estaba en casa en ese momento?

Este relato es la continuación de “El experimento de mi hermana” que podéis encontrar en este mismo web.

Al medio minuto ya tenía delante de la puerta de mi habitación a 5 tías borrachas frente a mí. En medio, mi hermana.

  • ¿Se puede saber qué significa todo esto? – le pregunté mirándola solo a ella.

  • ¿Y se puede saber qué significa todo esto? – preguntó ella, desafiante, mirándome a los ojos y llevando su mano directamente a mi paquete, agarrándolo por encima del pantalón y comprobando que ya estaba bastante excitado por todo lo que había oído.

  • Mireia, deberías saber que

  • Y tú deberías callarte un poco, guapito – y dicho esto me empezó a dar un morreo impresionante, sin apartar su mano de mi polla, a la que acariciaba encima del pantalón. Poco a poco ella fue caminando, y yo marcha atrás, entrando en mi habitación y las amigas detrás mirándolo todo pero sin hacer ni decir nada.

Yo no rechacé el beso, es más, puse la mente en blanco y me dispuse a pasarlo lo mejor posible, sin ningún prejuicio. Mientras nos seguíamos besando, la mano de mi hermana bajó la cremallera de mis vaqueros y tiró de ellos hacia abajo, y a continuación del calzoncillo, dejando libre mi polla.

En cuanto estuvo fuera se apartó de mí para verla en persona, se agachó y la agarró con sus dos manos.

  • Esto es lo que quería yo hacer

Y se la metió entera en la boca. Yo no me podía creer lo que estaba pasando, de hecho me mentalicé precisamente de lo que dije antes, de no pensar y de disfrutar lo máximo posible.

Mi hermana chupaba como nunca me habían chupado y mantenía muy bien el ritmo. De pronto se detuvo, miró a sus amigas, sonrió y les dijo:

  • Marcháos.

  • ¿Qué? – preguntó una - ¿a esto nos has traído?

  • Que os marchéis, joder, esto no estaba previsto, y si pensabais que iba a compartirlo con vosotras estáis listas. Cogedle el portátil y marcharos al salón si queréis a ver sus vídeos, pero la puerta de esta habitación se cierra ahora mismo.

Ellas protestaron pero a la vez supongo que lo entendieron, y ni cortas ni perezosas cogieron mi ordenador como si fuera lo más normal del mundo y se fueron cerrando la puerta. Mi hermana echó el cerrojo mientras yo me tumbaba en la cama, con toda mi ropa pero con los pantalones y calzoncillos bajados.

Ella se paró junto a la puerta, se puso muy seria y me dijo:

  • Hermanito, tú no sabes hacer un striptease. Ahora vas a aprender cómo se hace. Se acercó a mí y terminó de sacarme los pantalones y los calzoncillos. Me abrió las piernas y se hizo un hueco encima de mí en la cama, colocándose poco a poco sobre mi cuerpo y llegando a mi boca con la suya para darme un beso impresionante mientras su mano juguetona me hacía una paja muy despacito. A continuación me sacó la camiseta y me dejó totalmente desnudo.

Se apartó de mí, se puso de pie frente a la cama y empezó a desabrocharse su blusa, muy lentamente, mirándome a los ojos, bajando luego la mirada a mi polla y en ese momento lamiéndose los labios. Botón tras botón fue llegando hasta abajo, y cuando terminó con el último, se sacó la blusa y la tiró al suelo. Delante de mí habían aparecido dos pedazo de tetas impresionantes cubiertas tan sólo por un minúsculo sujetador negro.

Empezó a mover sus caderas mientras desabrochaba su pantalón y se lo bajaba, terminando también en el suelo. Bajo el pantalón llevaba un tanga negro por el que se intuía que estaba depilada.

Se arrodilló en la cama y se inclinó sobre mí, besando mi nariz, pasando la lengua por mis labios, mi barbilla, la mordisqueó y empezó a besar mi cuello mientras me agarraba mis dos manos con las suyas y las llevaba a su espalda en busca del enganche de su sujetador. Mis manos torpemente consiguieron desabrocharlo y ella se apartó un instante para sacárselo. Se incorporó para que pudiera verle bien aquellas grandes tetas y a continuación bajó de nuevo, colocando una de ellas a la altura de mi boca. Yo empecé a lamerla, a mordisquearla, estaba deliciosa, eran unas tetas grandes y hermosas, muy suaves. Pasé a la otra teta y repetí la misma operación, con lamida y succión incorporadas.

Ella volvió a levantarse y a ponerse de pie ante la cama, me dio la espalda y empezó a bajarse el tanga muy despacio, agachándose hacia delante enseñándome bien el culito. Luego se dio la vuelta y pude verla desnuda en todo su esplendor. De nuevo se acercó a la cama y se volvió a colocar encima de mí. Muy encima de mí. Su cara a la altura de mi cara, sus pechos a la altura de mi pecho, su vagina a la altura de mi pene, rozando el uno con el otro, primero eran roces, luego frotamientos. Volvió a besarme y a meterme la lengua del todo y poco a poco se fue colocando de manera que le abrió paso a mi polla en el interior de su vagina, lentamente fue entrando. Ella me besaba, notaba toda su dulzura, notaba su respiración, su sudor. Aquello era como un sueño. Ella empezó los movimientos sexuales, con mucha suavidad. La chica mala de apenas unos momentos antes había desaparecido, ahora era la persona más tierna que alguien puede imaginarse. Su piel, suave, era recorrida continuamente por mis manos. Su espalda, lisa, su culito, tan redondito.

Ella controlaba el mete y saca de manera que yo, simplemente, tenía que dejarme hacer. Ella era la hermana mayor y estaba cuidando de su hermanito pequeño. La verdad es que no sé como no me corrí enseguida de lo puro cachondo que estaba, al principio tuve miedo, pero supe aguantar, cómo me gustaba tenerla ahí… Era sencillamente impresionante.

De repente, se escuchó un ruido en la ventana. Mi hermana se giró… Eran las chicas desde la terraza a la que daba la ventana, asomándose e intentando entrar. Una había metido la mano para abrir el cristal más de lo que estaba y otra ya tenía prácticamente una pierna dentro.

  • Joder, ya os vale!!! – les gritó mi hermana comprensiblemente molesta.
  • A la que ya le vale es a ti, bonita – dijo la chica que trataba de entrar y que ya había conseguido colarse en la habitación, mientras le abría paso a la segunda – somos cuatro y tú eres solamente una. Y lo que estás haciendo no es democrático.

  • Joder que no es democrático – dijo mi hermana  - ¿os quejaréis si hasta esta noche he compartido todo con vosotras? – iba entrando la tercera chica – además, todo empezó por vuestra culpa, vosotras empezásteis a envolverme con este tema y así hemos acabado donde hemos acabado, pero ya que estamos así, os pido por favor que salgáis por donde habéis entrado y nos dejéis solos.

Las cuatro chicas ya estaban dentro.

  • Tú lo has dicho – soltó una que parecía la líder – nosotras hemos conseguido traerte hasta aquí, y nosotras decidimos, y desde luego nuestra opinión no coincide con la tuya.

Una de las chicas sacó dos pares de esposas y entre otras dos cogieron a mi hermana, completamente desnuda, y la apartó de la cama. No sabía dónde la iban a esposar, me imaginé que a la puerta del armario o algo así, pero la chica de las esposas permanecía inmóvil mirándola. De pronto se giró y me miró a mí, primero a los ojos, luego bajó la mirada a mi polla, sonrió, volvió a subir la mirada y me dijo:

  • Tranquilo, guapo, que las esposas son para ponértelas a ti

(continuará...)