El Experimento

Una panda de señores se dispone a hacer un experimento muy peculiar para demostrar su hipótesis:Las niñas de hoy son todas unas zorras.

-Échate más colonia-Le ordenó Alfredo a Paco. Eran viejos conocidos. Habían hecho la mili juntos, hacía ya años, cuando Franco era cadete, le gustaba a Paco añadir-No queremos asustarlas. ¡No lo olvidéis!-les gritó a los demás. Otros siete hombres estaban en aquella sala, esperando-¡Ya estarán bastante asustadas! Nada de gritarles, nada que pueda hacerles daño. ¡No quiero cerdos!

-¡Para cerdas ya están ellas!-respondió Juan. Y los demás se rieron. Pero luego, se agachó y aseó la sábana que cubría el colchón en el suelo, acomodando también el cojín. Bebió un trago de agua justo cuando una furgoneta entraba en el jardín. Acudieron todos, el conductor se bajó y abrió el portón de cargas. Dentro se oían las palabras y los sollozos de chicas asustadas.

-Diez, como pediste-le dijo ALfredo-Todas de la misma escuela.

-¿Mayores de edad?

-Supongo-aunque se encogió de hombros. Las ayudaron a bajar del automóvil, guiándolas hacia la casa, con los ojos vendados. Les susurraban palabras tranquilizadoras.

-Es un concurso de la tele-le dijo Alberto, un hombre de cincuenta y dos años y calvo a una de ellas-Nada más. No vais a quedar nada bien en la pantalla cuando os vean así. No va a pasar nada.

Una vez dentro, cerraron las puertas y les quitaron las vendas. Les pusieron la tele... dibujos, para que no pasaran miedo.

-Hola, jovencitas-se presentó Alfredo-Por favor, no os asustéis-Pero eso solo hizo que algunas sollozaran-Nada malo va a pasaros, todo lo contrario.

-¿Qué vais a hacernos?-preguntó una chiquilla guapísima, de rostro redondo y pálido, labios carnosos y cuerpo menudo.

-Ven conmigo.

-No-dijo de repente, arrepentida de haber hablado. Tuvieron que cogerla entre tres para sacarla de aquel cuarto. La llevaron a otro, con una cama en el suelo, donde se echó a llorar sabiendo que un montón de abuelos la iban a violar. Ninguno bajaba de los cincuenta.

-A ver...

-Yo-se ofreció Paco, y se tumbó en el colchón.

-Quítate la falda-Ella, que se llamaba Rocío, se puso a llorar-Venga, venga... no te va a pasar nada. Quítasela, Oriol. Y las bragas. Queremos verla bien-La desnudaron y la miraron-Miradla pero no se toca, eh. No te preocupes, pequeña. Hinca las rodillas-le ordenó. Ella se nego y tuvieron que obligarla. La hicieron sentar prácticamente sobre la cara de aquel Paco, que llevaba un bigote castaño rojizo y tenía la frente despejada. Podía verle el bulto en los pantalones que indicaba que estaba empalmado.

-No, por favor.

-A ver, un minuto, eh Paco. ¿Tenéis el cronómetro?

-Sí, yo.

-Escucha, pequeña. Solo tienes que estar aquí un minuto, después, si quieres, te vas. Pero si no quieres, te puedes quedar. Vosotros, aguantadla durante un minuto, luego la soltáis y que se vaya si quiere.

-Quiero irme ahora-lloriqueó-No, por favor...

-Venga, Paco, ¿estás listo?

-Que se siente del todo-la empujaron y se quedo sentada sobre la cara de aquel hombre-Aquí huele de maravilla.

-¡Ya!-gritó el del cronómetro. La boca de Paco estaba justo en la entrada de Rocío. Tenía un olor fuerte, de un día entero de estudios en una silla. Ella se retorcía, así que en vez de comérsela a lametones, abrió la boca y sacó la lengua, dejando que fuese ella la que se restregase. A los pocos segundo acompañó sus movimientos con rápidos lametazos, profundos. Su lengua separaba los labios finos y suaves de la pequeña... que dejó de sollozar y retorcese. Paco la agarró por las caderas y la movió adelante y atrás, limpiándola con la lengua, dejando que su saliva trabajase la entrada estrecha de la cría y el clítoris, redondo y duro. Succionó el agujerito y succionó el clítoris y ella lanzó un gritito.

Los demás solo atinaban a ver la barbilla de su amigo, porque el resto de la boca se escondía en el chochete de la chica. Veían el mentón moverse, y de vez en cuando, asomaba la lengua cuando saba un lametón a modo de barrido, por todo el coñito.

-¡Tiempo!-gritó el del cronómetro. Y los hombres soltaron a la niña. Paco paró.

-Ya está, ya te puedes ir, si quieres. También puedes quedarte y mi amigo te acabará. Dime, ¿quieres que te siga lamiendo? No tengas vergüenza...-la niña lo miró y asintió levemente.

-Claro que quiere...-comentó otro. Cómeselo más, Paco, hasta que se corra-Y eso hizo, pero esta vez levantó la mano y le sobó las tetas. Ella no dijo nada, solo se movía sobre su boca, sobre su lengua, llenándole la cara de sus flujos. No tardo ni otro minuto en correrse. Se quedo gimiendo y temblando de gusto sobre la cara de su amigo, que se levantó con una sonrisa. Su boca, sonrosada, y la cara, húmeda, provocaron la carcajada de los demás.

-Venga, acompáñala a que se relaje y trae a otra.

-¿La que yo elija?

-Sí.

-Pues a esta me la como yo. Ven y ayúdame-Acompañaron a Rocío a otra habitación, le dieron una coca cola fría y le dieron un montón de golosinas-Ya ha pasado. ¿Ves como no te hemos hecho nada? Vamos a hacerle lo mismo a las otras chicas, y luego os llevaremos a casa y os daremos un premio. Un poco de dinero. ¿Vale?

-Vale-dijo simplemente dando un trago a la bebida. Fueron a la otra sala y Oriol, que era un hombre gordo, calvo y corpulento, que parecía reunir todos los defectos físicos imaginables, eligió a una chica joven, rubia, con un flequillo lateral y las tetas diminutas. Tenía, sin embargo, las caderas un poco anchas para lo flaca que estaba. Ella tiró y lloró, pero la arrastraron igualmente.

-¿Cómo te llamas, pequeña?-Repitió la pregunta cuando no le contestaron.

-Nuria.

-Qué nombre tan bonito, Nuria. Quítate la ropita, anda, guapa-Ella gritó e intentó salir corriendo. La atraparon y, con delicadeza, le quitaron la falda, las braguitas, el suéter y todo lo demás.

-Te dije que habría sido más fácil pagando-le dijo Paco a Alfredo.

-Estamos aquí para demostrar que son todas unas zorras, incluso dicen que no. Si hubiesen cogido el dinero, ya habríamos sabido lo que eran. No, tenían que ser así... dulces, modositas.

Oriol se echó en la cama, boca arriba-Ven y siéntate aquí-le dijo a Nuria. Ella no lo hizo, así que como a Rocío, tuvieron que obligarla.

-Crónometro listo... y ¡Ya!-Oriol escupió un salivazo al chochete y luego gruñó. Vieron la barbilla del hombre pegada a aquel chochete rubito. Tenía más pelitos que Rocío, pero no lo parecía por ser tan claros. Parecía que Oriol iba a meter toda la cabeza dentro de la niña viendo como hundía la boca y la lengua en aquel chochete. Lamió, chupó, se restregó, succionó y escupió. Nuria tardó menos aún que Rocío en correse, y antes de que acaba el minuto ya estaba gimiendo como una perra y chorreando flujos vaginales. Los hombres se descojonaron.

-Ya está, ya te puedes ir-le dijeron al pasar el minuto. Ella miró a Oriol como si viera a un hombre, a un auténtico hombre, por primera vez. Y él se limpió los flujos de ella con el dorso de la mano. Luego se quitó un pelito de la lengua y escupió al suelo.

-Te lo hago luego otra vez, si quieres-le ofreció. Ella se puso colorada, pero todos se dieron cuenta de que volvería a pedírselo. La acompañaron a donde estaba Rocío.

-Dos de diez. Parece que tenemos un veinte por ciento de zorrería entre las niñas de hoy-dijo Alfredo-Voy a por la mía.

Alfredo se pidió a la más alta de todas. Era morena y sin duda, era la chica más peluda del grupo. Estaba ás averngozada por que la vieran desnuda que por lo que le fueran a hacer. No tuvieron que obligarla como a las demás. Se llamaba Vívar, porque todos la llamaban por el apellido. Tardó un montón en correse, unos cinco minutos, pero no tuvieron que sostenerla apenas y le frotó el paquete a Alfredo mientras a ella se lo comían.

Una a una, uno a uno, cada hombre tuvo su ración de comida de coñito, hasta que pudieron extraer sus conclusiones. Rocío, que había sido la primera y luego Helena, la octava, fueron las que más se resistieron. Vivar, Toñi y Bárbara, las que más disfrutaron... las que menos se resistieron. Vanesa, una chica regordeta con unas tetas preciosas, incluso le chupó la polla a Vicente, que fue el que se la pidió.

Todas repitieron.

La conclusión del experimento les quedó clara.