El Experimento 3: Una gran oportunidad
Tras haber disfrutado unos días inolvidables puedo salir por la puerta y buscar nuevas experiencias, nuevos cuerpos a los que poseer.
-¡Aah, ah, iigh, AAAH! ¡¡Vamos cariño, no pares, dame más fuerte!!
-Erik Holmes respondió agarrando mis dos piernas con más fuerza y se me echó encima con todo su peso mientras sus sacudidas se hacían cada vez más bruscas. Su mirada seguía ansiosa el movimiento de mis grandes pechos bamboleándose.
-¡¡AAH, AH, AH NO, AAH!!, ¡Eso es el útero de mamá!, ¡Me la has clavado hasta el fondo!
Llevaba ya una semana dentro del cuerpo de Martha Holmes, y sin duda alguna habían sido los días más felices de mi vida hasta el momento. Había estando disfrutando de su vida como nunca antes imaginé, gozando de todas aquellas experiencias que me podía ofrecer un cuerpo femenino de tal calibre. Con el tiempo había empezado a pensar en Martha como en mí mismo, y cada mañana me paraba frente al espejo totalmente desnuda y despeinada solo para asegurarme de que seguía metido en ese sueño del que no quería despertar jamás.
Por supuesto esas exhibiciones solían terminar conmigo masturbándome encima de la moqueta y dejando una mancha húmeda en medio de la habitación.
A pesar de todo, ahora era una madre soltera y responsable -me decía a mí mismo- y tenía que cumplir un papel.
-Apariencias, apariencias, hay que aparentar- repetía siempre con buen humor.
Cada mañana me vestía, preparaba el desayuno, despedía a Erik en la puerta con un beso en la boca(con lengua) y luego me marchaba a trabajar. Durante ese tiempo solía dejar que la personalidad de Martha saliera a la luz, ya que, extrañamente, a esa mujer le apasionaba su trabajo... aunque eso no impedía que de vez en cuando me escaqueara en algún descanso y me masturbara en los baños privados. Solía inmortalizar esos momentos con una selfie desde el móvil, fotos que luego enviaba a mi querido hijo por correo.
Después del trabajo y de haber cumplido mi rol como buena mujer trabajadora, conducía de vuelta a casa y esperaba pacientemente a que Erik volviera a casa y así poder violarlo de nuevo.
...aunque ya se hacía difícil saber quién violaba a quién.
-¡¡ME CORRO, ME CORRO, ME... AAH, AH, AAAH AAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!- Un violento orgasmo sacudió todo mi ser a la vez que sentía como la polla de mi "hijo" liberaba toda su carga en mi interior, llenando mi vientre de una agradable calidez.
-eh, eheeeeeh...
-Mamá, estás babeando.
-¡Ah! Ummm, disculpa.
Sonreí mientras le limpiaba con el antebrazo y el me devolvía la sonrisa, todavía excitado.
Las cosas habían cambiado en esos 7 días. Controlar la mente de Erik insertando parte de mi cuerpo en su cerebro acabó por ser demasiado arriesgado ya que era difícil y requería mucha concentración manipularlo constantemente. además de que no sabía que pasaría si se alejaba demasiado de mí, así que había encontrado otra forma mucho más sencilla: en lugar de controlar su mente, probé a manipular sus deseos e impulsos. Y con un par de experimentos comprobé que resultaba mucho más fácil influir en su subconsciente y controlar su producción de hormonas sexuales que manipular su voluntad.
Observé como Erik sacaba su polla impregnada en semen de mi vagina. Bastaba una leve orden mental para que cayera a mis pies con la polla bien tiesa y adorando el hecho de tirarse a su madre.
-Creo que padeces un serio síndrome de Edipo, cariño.
-¿Qué?
Yo me limité a reír por toda respuesta.
-Mami está algo cansada, pequeñín, ves a ducharte y luego a dormir.
-¡Si, mami!- me respondió Erik con una voz insoportablemente infantil y melosa.
Tal vez había influido demasiado en su subconsciente.
-Me pregunto si seguirá igual después de marcharme.
Abrí mucho los ojos y miré mi reflejo en el espejo, pensativo. Era la primera vez en una semana que me planteaba marcharme a otro lugar(y a otro cuerpo), y esa idea no sonó nada mal. Seguía sintiendo una curiosidad brutal por mis capacidades y había muchas cosas que quería probar.
Me agarré los pechos tal y como había estado haciendo docenas de veces cada día y sentí que, seguramente, jamás me cansaría de un cuerpo como el de Martha Holmes.
-Me da un poco de pena dejaros -dije, hablando con mis dos pezones- pero siempre puedo volver cuando me apetezca.
Me estiré como una gata perezosa después de haber tomado mi decisión para seguido ponerme el pijama y apagar las luces. Bien metido en la cama, me dediqué a cambiar un poco los recuerdos y la mente de Martha para que todo siguiera como entonces hasta que me dormí.
...
Sonó el despertador.
Me incorporé en la cama y dí un sonoro bostezo. Me dí cuenta de que tenía los pezones extrañamente duros.
-Hoy es el día, ¿eh?- Me agité un poco y dejé que mis pechos botarán de forma juguetona. -jiji... ¡Bien, allá vamos!
Me levanté y realicé la rutina de cada mañana, hasta que llegó el momento de despedir a Erik en el umbral de la puerta. Cuando le dí el beso, hice que toda mi sustancia que seguía en su cuerpo entrara por mi boca. En cuanto nos separamos, parpadeó un par de veces con pinta de estar aturdido, pero en seguida me sonrió y dijo alegremente:
-¡Adiós mami, te veo luego!
Respondí con un gesto de despedida y cogí el bolso para después cerrar la puerta. No me acababa de decidir cual sería mi próximo objetivo
-¿Bien, ahora a donde vamos?
Tenía tantas ideas en la cabeza que no sabía por donde empezar, así que me empecé a caminar hacia el centro de la ciudad.
¿Podría intentar poseer a una chiquilla de instituto? Siempre me habían atraído a las que eran más jóvenes que yo. Una chiquilla rubia o pelirroja con el cuerpo menudo y un buen culo... ¿o tal vez a una veinteañera universitaria de cabello ondulado y dos grandes tetas?
Me reí un poco ante la idea.
-Ji ji ji ji, no estaría mal, aunque fueran implantes
Pasó el rato y yo todavía no me decidía. A mi izquierda, al lado de un garaje, vislumbré un restaurante de comida rápida y me dí cuenta de que tenía hambre.
-Tampoco tengo prisa, ahora que lo pienso.
El local estaba casi vacío a esa hora temprana. Tan solo veía una empleada aburrida(no demasiado agraciada) detrás del mostrador, un hombre de color fregando el suelo y un cliente oculto detrás de un periódico en la otra punta del local.
Me dirigí tranquilamente a la barra y pedí un menú completo con hamburguesa, bebida y patatas.
-Lo sentimos mucho, señora- me respondió la empleada. -Todavía estamos sirviendo desayunos y no han terminado de limpiar la freidora. Si quiere hamburguesa y patatas tendrá que venir dentro de una hora.
Yo puse mala cara, pero enseguida se me ocurrió una idea. Miré con disimulo al hombre negro que seguía con sus tareas de limpieza.
-Entiendo, no pasa nada. ¿Puedo usar los servicios mientras tanto?
-Eh, si, si, claro.- La empleada me respondió con parquedad y empezó a chatear por el móvil.
Me dirigí hacia mi objetivo y miré al hombre de arriba a abajo. Iba vestido con gorra y uniforme y parecía bastante jóven.
-Disculpe- dije con una sonrisa -¿Me podría decir donde está el lavabo?
-Ah, eeeehm, ¡Si, claro, señorita! Están justo ahí- me señaló a una esquina desde donde no se veía el mostrador.
"Qué oportuno", pensé.
-Muchas gracias- sonreí de forma todavía más exagerada. El hombre de piel color caoba me respondió de la misma manera y varios asentimientos. Era evidente que se esforzaba por no mirarme las tetas.
Entré al baño de mujeres, tarareando, y me bajé las bragas para después sentarme en el WC y dejar escapar el chorrito caliente con un suspiro de satisfacción. Cuando amainó, me limpié la zona con un trocito de papel de baño y me volví a subir las bragas sin tirar de la cadena. Luego salí por la puerta y me dirigí de nuevo al mismo hombre.
-Estooo, disculpe de nuevo- me reí, fingiendo estar avergonzada. -¿Podría venir un momento? Es que la cadena del baño no funciona.
-¡Ohh, si si! ¡No hay problema!- Dejó la fregona apoyada en la pared y entró en el lavabo. Se quedó mirando un momento la tapa del vater mientras y entraba detrás de él y cerraba la puerta con pestillo.
El chico se agachó y accionó la cadena, que se encontraba a un lado de la cisterna. El mecanismo por supuesto reaccionó y el agua se derramó sin problema.
-¡Vaya, lo arreglaste!- exclamé. Me asomé por encima de su cabeza apoyándome en sus hombros. No me olvidé, por supuesto, de apretar mis pechos contra su nuca.
El empleado dio un respingo.
-¡Ah, perdón! Creo que le he empujado- me reí, avergonzada. -Deje que le ayude a levantarse.
-¡Oh, eh, ah no nono! ¡No hace falta señorita, ya puedo yo!- respondió, poniéndose en pie rápidamente. Era difícil saberlo por el color de su piel, pero juraría que se había puesto rojo.
Me apoyé en la puerta, obstaculizando su salida, y crucé mis brazos por debajo de las tetas provocando que el escote sobresaliera todavía más. Observé la identificación pegada a su uniforme mientras él, sin poder evitarlo, me miraba los pechos.
-Te llamas... maaaalik... sou.. Sougu. ¿Malik Sougu?
-¿Ah? Eh...
Era evidente que estaba confuso y algo asustado. Decidí aprovecharme de ello y alargué la mano hacia su mejilla.
-Pareces muy joven- le sonreí. -¿Qué edad tienes?
-Eh, ¿Qué? Ehm, yo, ah...- era evidente que la situación le superaba.
-¿Dieciocho? ¿Diecinueve?
-Di, dieciocho; señorita.
-Huhu. Así que ya eres todo un hombre. Y no pierdes de vista lo que te interesa.
-Ah no, yo, ¿Eh...?
-¿Te gustan mis pechos, Malik?- Le interrumpí.
Me miró a los ojos, escandalizado, como si le hubiera pillado cometiendo un delito.
-Ji ji ji. No tienes por que ser tímido. Dime la verdad, ¿Te gustan?- le pregunté agarrándome las tetas por debajo y exhibiéndolas.
Mi sonrisa pareció tranquilizarle un poco. Aún así tragó saliva.
-S...si... señorita.
-Hummm. Eres un chico muy educado... ¿Quieres verlas?
-Eh, ¡¿Eh?!.
Sin esperar respuesta, me desabroché la blusa y luego hice lo mismo con los sujetadores(había elejido unos con el cierre por delante). Sentí el peso liberado de las enormes tetas de Martha, que se bambolearon enfrente de un sorprendido Sougu.
-¿Qué te parecen?
-Ah... gra... ¡Grandes, señorita! ¡¡Son increíbles!!- exclamó
-Puedes tocarlas- le invité con una voz profunda y sensual.
Sougu no pareció necesitar mucho más acicate, ya que enseguida levantó sus manos y sentí como sus palmas ásperas y calientes me masajeaban los pechos. Parecía fascinado por su tacto.
-Ti... tienes las manos grandes y, ¡Aah! Sé un poco más gentil.
El hombre no parecía conocer el significado de "gentil" pues siguió estrujando mis pechos con los ojos como platos.
-Geniales... son muy blanditas y esponjosas, señorita... ughmf- se llevó un pezón y toda su aureola a la boca y empezó a succionar con fuerza.
-¡¡Ah, Eeh, ESPERA, ah, aaAAh!!- me tapé la boca para ahogar mis gemidos y evitar llamar la atención.
-schlick, chup, ummm, aaaaaahh...- esos sonidos me tenían hipnotizada. Nunca me habían chupado las tetas de esa forma, y sentía como empezaba a mojarme ahí abajo. Apreté las manos contra mi falda, como si de alguna forma pudiese frenar esa sensación.
-No... no... Ah, Noo, para. Si sigues así me voy a... ¡Aaahh! Es demasiado pronto... me AAH, me corro... me, ¡¡UUUUGHMMFFFF!!
Malik Sougu me tapó la boca sonriendo mientras se me saltaban las lágrimas y un potente orgasmo me recorría el bajo vientre. Noté como mis bragas se mojaban de jugo vaginal y mis rodillas temblaban hasta que fallaron y caí al suelo, echando vaho por la boca.
-Ah, hah, aah, ah... ¿Eh?... ¿que... qué es esto?- pregunté.
Mi cara estaba justo en frente de los pantalones de Sougu. Era realmente difícil no distinguir el bulto recto que le recorría el interior del muslo desde su entrepierna hasta casi la rodilla.
-¿Es realmente...?
Hice ademán de bajarle los pantalones, pero seguía débil tras el orgasmo. Sougu se rió con sorna y me ayudó desabrochándose el cinturón. Pero en lugar de bajarse los pantalones se me quedó mirando sin dejar de sonreír.
-¿Señorita quiere ver por sí misma?
Me estaba impacientando así que lo hice. Le bajé los tejanos del uniforme y cuando lo que había debajo se elevó un poco me quedé sin habla.
Medio aprisionada y sobresaliendo de la pernera izquierda de los boxers ví el miembro erecto de Malik: nada menos que una gran polla negra más o menos del tamaño de mi antebrazo.
-"No puede ser, es alucinante, ¡¿Como demonios la tiene tan grande?!"- pensé, seguía sin ser capaz de articular una sola palabra.
Le bajé los boxers con cuidado y el miembro de Malik se elevó en todo su esplendor.
-...joder...- dije con voz débil -"es más del doble de larga que la de Erik... y al menos tres veces más gruesa.
Toqué sus huevos con timidez, más propios de un caballo que de una persona y luego palpé la mata de vello púbico. Malik me dejó hacer, sonriendo orgulloso.
-¿Qué le parece, señorita?- dijo, burlón.
Yo le miré, y algo en su cara me hirió en el orgullo. Me levanté con decisión, era hora de volver a tomar la iniciativa. Sougu abrió un poco la boca pero lo le agarré de los hombros y lo senté en el WC.
-Voy a devolverte el favor, ahora pórtate bien cariño.
Me agaché y puse su grueso falo entre mis pechos; pero me dí cuenta de algo y tragué saliva, me sentía insegura otra vez. Ya le había practicado cubanas a Erik, pero con Malik era totalmente distinto; en este caso su polla no solo me llegaba a la cara, sino que la punta quedaba por encima de mi frente. Y ni siquiera sabía si me cabría en la boca.
-"Nunca lo sabrás si no lo intentas"
Cambié un poco mi posición y me incliné hacia atrás. Me acomodé en esa postura y pasé mi lengua directamente por debajo de su glande, saboreándolo.
-¡¡Ooh!!- exclamó, sorprendido.
-"Sabe bien"- pensé -"y huele aún mejor".
Solté un poco de saliva y me metí la punta entera en mi boca. Me quedé unos segundos así, usando la lengua por dentro para darle placer.
-¡¡OOOooh, señorita!! Se siente muy bien.
Apreté mis pechos y comencé a frotarlos arriba y abajo usando mi saliva como lubricante. Seguí con la faena succionando con fuerza y tratando de meterme un poco más de su carne en mi boca, pero solo con la punta ya sentía como mi quijada no podía más.
-¡¡AAah, ahhh, OOOhhh, Siiiii!!- Sougu lo estaba disfrutando de verdad. Sin darse cuenta empezó a mover sus caderas.
Yo tenía la boca llena de polla cuando noté sus manos encima de mi cabeza empujando y acelerando mis sacudidas. Sentí que no podía respirar pero me era imposible parar en ese momento, Malik Sougu estaba a punto de llegar al clímax.
-¡¡¡ME VENGO, VOY A ACABAR SEÑORITA, VOY A, AAAAAHHHH!!!
Un chorro de semen me inundó la boca y la garganta como un géiser descontrolado. Traté de tragármelo rápidamente pero en seguida me atraganté y tuve que dejarlo chorrear por mi cara, tetas, cuello, nariz, y todo lo que estaba a su alcance. Sougu se la sacudió y me bañó con otra andanada de su corrida antes de que por fin amainara y yo pudiese respirar.
Estaba totalmente aturdida, tratando de procesar la información. No tenía ni idea de que una persona pudiera correrse tanto, pero, al levantar la mirada, sentí que esto estaba lejos de terminar.
-Ah, hah, uh, ah- Malik se levantó jadeando y, sin decir palabra, me ayudó(o más bien me obligó) a levantarme y me puso contra la pared.
-¿Eh... qué...?- pregunté, confusa.
Sougu me desabrochó la falda y la tiró a un lado. Cuando me bajó las bragas mojadas me descubrí temblando.
-Es... espera. Espera, no se si me va a caber. ¡Espera!.
Noté algo duro y caliente entre mis muslos rozando mis labios vaginales y ví que el hombre estaba restregando su polla antes del momento crucial. Yo tenía miedo, pero estaba más excitada que nunca, así que apreté los dientes y me preparé.
-...joder, joder...
-Aquí voy señorita.
Sentí como la punta hacía presión y como mi coño cedía ante el empuje de la polla de Malik.
-¡AH! Igh...
Era grande, muy grande. sentía una presión y un calor que nunca antes había sentido mientras el hombre se abría paso por mis entrañas.
-¡¡Espera, esperaespera, es IH! ¡¡¡AAAAaaaAAAHHh!!!
Había aparecido un bulto bien visible en mi bajo vientre y solo había metido la mitad. La sacó un poco, tanteando para todo seguido agarrarme las nalgas y metérmela hasta el fondo de un buen empujón.
Su, mano me tapó la boca y evitó que gritara. Y antes de que pudiera descasar, empezó a meterla y sacarla lentamente.
-¡¡Oh, OOooohh, se siente bien, se siente GENIAL!!- exclamó Malik con alegría.
No la había conseguido meter toda, pero esto ya era demasiado para mí, para Martha. Sentía como me presionaba el estómago y como mis entrañas se desplazaban cada vez que penetraba mi vagina con esa enorme polla. Empecé a gemir sin remedio y mis ojos se inundaron de lágrimas. Era maravilloso, mejor que nada que hubiera sentido antes.
Sougu aumentó la velocidad, castigando mi coño con fiereza y golpeando mi cérvix con cada sacudida. A esas alturas ya me había rendido totalmente y me encontré babeando contra la pared, disfrutando como loca de los espasmos de placer y con la única preocupación de levantar el culo y mover las caderas para que me pudiera follar sin impedimentos
-¡¡AH, AAaahh, AH, OH, AH, AHH, AH, SI, MÁS, DAME MÁS DURO!!
Sougu se pegó un poco más a mí y me empezó a estrujar las tetas por detrás. Me estaba follando más rápido y más brusco que nunca y sentí que el coño de Martha nunca volvería a estar satisfecho con otra polla que no fuera esa.
-¡¡SEÑORITA, SEÑORITA, DENTRO, LO HARÉ DENTRO, LA DEJARÉ EMBARAZADA!!
Yo estaba en las nubes y apenas me enteré de sus palabras. Mis piernas acabaron cediendo, pero el hombre me apretó contra la pared y evitó que me cayera. Su pelvis chocaba contra mi culo a cada sacudida.
-¡¡¡TENDRÁ MIS HIJOS, MUCHOS HIJOS, ME AH, AH OOOOOOOOOOHHHH!!!- Malik Sougu vació su caliente descarga directamente en el útero de Martha.
Estaba caliente, espeso, y se sentía genial. Otro orgasmo se apoderó de mí y en ese momento perdí el conocimiento.
...
Una sacudida.
-¡Señorita, señorita!
Parpadeé un momento y por fin salí de mi sopor.
-¿Cuanto...?
-Hace solo un momento, señorita, se ha desmayado- contestó el hombre con una sonrisa.
Lo miré un momento: un alegre chico negro con la camisa del uniforme todavía puesta, sin pantalones y esa enorme salchicha que era su polla colgando semierecta y empapada en semen y fluidos vaginales. Yo estaba sentada en el WC con la tapa levantada y mi vagina chorreando el semen de mi interior. Le devolví la sonrisa y sentí que era el momento de despedirse de ese cuerpo.
-Eres increíble Malik, ji ji ji. Me has follado mejor que nadie en toda mi vida... pero, ¿No querrías otra ronda?
Abrí las piernas totalmente y me masajeé el coño con un par de dedos mientras jugueteaba con uno de mis pechos. Esa escenita provocó una reacción en el miembro de Sougu, que volvió a ergirse como un mástil.
-"Estos días van a ser la ostia"- pensé.
La cara de Sougu reflejaba pura ilusión, era como un niño pequeño con su regalo de navidad. No perdió tiempo y se acomodó directamente para volver a penetrarme, pero esta vez iba a ser distinto: en cuando metió la mitad de su polla, cerré mis piernas en torno a él, le abracé con fuerza y pegué mi boca a la suya. Enseguida hice que mi sustancia, mi verdadero cuerpo viscoso se acumulara en la boca de Martha, y de ahí entrara en el cuerpo de Malik Sougu.
El hombre se revolvió, algo asustado al sentir de repente un líquido viscoso bajando por su garganta, pero no pudo hacer nada para impedirlo. No tarde en llegar a su cerebro y tomar posesión de mi nuevo cuerpo.
Como un flash, me sorprendí al estar mirando directamente la cara de Martha, casi sin conocimiento; y todas las nuevas sensaciones me dejaron paralizado en el acto.
Me notaba más delgado y... "consistente". La repentina dureza de mi pecho, muslos y vientre me eran totalmente extrañas tras haber pasado siete días en el cuerpo de una mujer madura. Pero no era solo eso. La mandíbula, mi cara, el pelo corto y tupido; todo se me hacía extraño. Pero lo más raro de todo era...
-Dios...- dije mirando directamente a mi nueva polla. Me la agarré. Estaba pegajosa y palpitaba y... y era demasiado grande. No estaba acostumbrado a notar esa sensibilidad tan lejos de mi cuerpo, no conocía otra forma de explicarlo.
-Heh, he he. Joder...
Miré otra vez a Martha.
-Ho, hora de despedirnos, preciosa.
Le dí un profundo y largo beso con lengua que ella no correspondió y le puse la punta de mi miembro en su coño. De un empujón entró una buena parte y un potente cosquilleo recorrió todo mi cuerpo.
-Ah, hah, qué pasada... umfff
Empujé un poco más y me noté más apretado que nunca. Mi nuevo pene apenas cabía en su vagina. Sentí como ésta se estrechaba y deformaba mi miembro a medida que la penetraba mientras sus jugos y el semen de su interior hacían de lubricante.
Empecé a follarme a la mujer como un animal y esta empezó a gemir aún en su estado de semiinconsciencia.
¡OH, JODER, AH, UFF, OOH!
Seguí penetrándola cada vez más rápido. Su interior se sentía húmedo y muy estrecho, pero mi polla se deslizaba con facilidad.
Cuando llegó el momento y sentí que me ba a correr, me eché encima de la mujer y empujé lo más fuerte que pude. Sentí como algo cedía en su interior a la vez que conseguía meter toda la longitud de mi miembro. Ahogué el grito de Martha juntando nuestras bocas y liberé mi semen directamente en su útero en un potente orgasmo que nos hizo aullar a ambos.
El momento terminó y al fin pude respirar tranquilo, sintiendo una placentera debilidad por todo el cuerpo.
-Vaya... ah... ah... ha vuelto a perder el conocimiento... heh.
Me quedé cerca de un minuto así, respirando, sintiendo el calor y los restos de mi corrida que salían del coño de Martha, bajaban por mis huevos y acababa todo en el WC.
Con un gruñido, saqué mi larga verga de su coño, liberando un chorro de fluidos varios y me la limpié un poco usando las bragas de Martha que estaban tiradas en el suelo. Luego me puse los calzoncillos como pude seguidos de los pantalones.
-Hasta otra- le dije a la mujer que tan buenos ratos me había hecho pasar. -estoy seguro de que te volveré a ver.
Salí del baño y miré con cautela por el local. La dependiente se estaba riendo mientras chateaba con el móvil y el resto se hallaba totalmente vacío. Decidí largarme y buscar un buen sitio donde comer y descansar un rato. Tiré la tarjeta de identificación a la basura y salí por la puerta, me daba lo mismo ese trabajo. Rebusqué un poco en las memorias de Malik.
-Ummmm... vivo en un piso pequeño con 4 compañeros. Mis padres son de Etiopía y yo emigré de ahí hace tres años...
Decidí que no me apetecía "volver" a ese piso así que decidí abusar un rato de mis capacidades y buscar a alguien, a ser posible alguien rico, que "quisiera".
15 minutos después, en una calle sin nadie a la vista, conseguí acorralar a una chiquilla de instituto que parecía de buena familia.
-Hola, monada. ¿Donde están tus padres?
Se la veía claramente asustada(y con razón). Controlarla iba a resultar muy fácil, después tan solo tenía que improvisar.
Gracias por leer este relato, espero que lo hayan disfrutado. Si quieren que lo continúe, déjenme su opinión en los comentarios, ya que eso es lo que realmente me motiva.