El Experimento 2: En terreno desconocido

Acabar en la casa de mi peor enemigo tal vez represente la oportunidad de poseer el cuerpo de mis sueños y de averiguar más sobre mis nuevos poderes.

No estoy seguro de cuanto tiempo estuve encerrado en esa mochila. ¿Una hora?¿Dos horas? Tenía miedo y la única pista que tenía de lo que ocurría en el exterior eran las ocasionales sacudidas, el murmullo de conversaciones ajenas y ruido de motor. En mi estado actual de espeso lodo azul todos los sonidos me llegaban ensordecidos y casi en forma de eco; no tenía ni idea de por donde escuchaba o de qué órgano usaba para ver, pero el caso es que conservaba todos mis sentidos(salvo quizá el del gusto).

El fondo de la mochila estaba lleno de antiguos apuntes arrugados, justificantes y migas de pan y galleta. Me daba un poco de asco, pero si no quería que Erik Holmes me descubriera si decidía hurgar en su mochila me tenía que apretujar lo más abajo posible.

Un fuerte sonido me sorprendió en medio de mis pensamientos; se parecía al soplido que hacen las puertas del bus al abrirse. Entonces noté un fuerte balanceo seguido del vaivén rítmico del andar de una persona. Todo me indicaba que Erik se había bajado del bus y estaba andando hacia su casa. Oírlo silbar despreocupadamente durante todo el camino me enervó, como si inconscientemente lo culpara a él del mal rato que estaba viviendo.

De pronto, los pasos se detuvieron y sonó la melodía de un timbre. Unos segundos después se abrió la puerta.

-¡Hola cariño! ¿Qué tal ha ido la excursión?- preguntó una agradable voz de mujer. "¿Su madre?"

-Pues... bien... aburrida, supongo- respondió la voz de Erik.

-Ya veo. Bueno, cariño; voy a darme una ducha. He comprado bollos rellenos por si quieres merendar.

-Vale, mamá.

De repente todo estaba más silencioso, solo se escuchaba la televisión de fondo. Unos pasos sobre la moqueta, subir unas escaleras... y de repente una sensación de vértigo como si estuviera cayendo al vacío seguido de una fuerte sacudida. Me quedé un rato en la misma posición, aplastado por los libros y apuntes, cuando deduje por fin que Erik debía de haber lanzado su mochila despreocupadamente y se había alejado a hacer cualquier otra cosa.

No me moví durante dos minutos, escuchando atentamente, hasta que me decidí a echar un vistazo. Me apretujé contra la cremallera y empujé por detrás hasta que se abrió una grieta de luz por donde pude asomarme. Me encontraba encima de una cama y delante mío había un escritorio con un PC rodeado de posters de boxeadores y cantantes que no conocía(debía de ser la habitación de Erik).

Con cuidado, fuí deslizando la substancia que componía mi cuerpo fuera de la grieta y me dejé caer encima de la moqueta para luego esconderme debajo de la cama. En ese espacio me sentía más seguro.

-"¿Será así como se sienten las ratas?"- pensé. Llegué a la conclusión de que solo era sentido común. Una masa de lozo azul fosforito con vida propia no podía permitirse el lujo de pasearse por espacios abiertos.

Delante mío, la puerta que daba al pasillo estaba abierta. Consideré buscar un escondite por la habitación, y no resultaría difícil ya que Erik no parecía ser un amante del orden. Entonces podría esperar a la noche y tratar de poseer un nuevo cuerpo... pero la ansiedad pudo conmigo y decidí salir con cuidado.

Siempre a cubierto, me deslicé por el rellano de la puerta, este daba directamente a unas escaleras que bajaban hacia el salón. Un rápido vistazo me dijo que Erik había enchufado la consola de videojuegos y estaba jugando a alguna clase de juego de tiros. "vía libre"

Avancé por el pasillo lentamente hasta que noté que desde la segunda puerta a la derecha surgía un murmullo de agua cayendo.

-"¡Su madre se estaba duchando!"- recordé. Me emocioné sin remedio, ya había encontrado un nuevo objetivo.

Me apretujé debajo de la puerta y poco a poco fuí entrando en el cuarto de baño. Había una gran diferencia de temperatura entre el baño y el resto de la casa y enseguida me encontré rodeado de vapor. Justo delante mío, una figura se movía detrás de la puerta de plástico opaco que cubría la bañera.

Me subí al borde de la bañera y empecé a ascender por la parte donde la puerta se unía a la pared. Estiré mi cuerpo viscoso hasta el límite y pronto empecé a bajar. El riesgo de que la mujer me descubriera me mantuvo en tensión, y no me arriesgué a mirar arriba hasta que me recompuse entero en el suelo de la bañera.

Las piernas de la Sra. Holmes llenaron mi visión como dos grandes columnas de carne. Las dimensiones de sus caderas y su gran culo colmaron mi visión mientras se meneaban de forma sugerente envueltas en regueros de agua de la ducha. Una cascada de pelo negro empapado caía por su espalda y los grandes bultos de sus pechos se insinuaban a través del vapor. Me la comí con los ojos sin decidirme, pero suponía que lo primero era encontrar un agujero por donde entrar.

Al final me decidí y, con un fuerte impulso, escalé una de sus piernas. Escuché un gritito sorprendido pero ya no había marcha atrás; así me hundí entre sus nalgas y entré directamente por el ano. La mujer intentó taparse con las manos pero no pudo hacer nada y en unos segundos estuve dentro de su culo. Ascendí por el tracto digestivo y fuí absorbido por su sangre en medio de un concierto de borboteos. No tardé en llegar al cerebro y entonces volví a escuchar el pitido a medida que iba tomando consciencia de mi nuevo ser, a adquirir tacto en manos y pies y sentir mis propios jadeos.

En cuanto conseguí calmarme, mi vista se aclaró y vi que estaba apoyado en la pared mientras el agua seguía corriendo por mi espalda. Mi única reacción fue reincorporarme parpadeando y mirarme las tetas... estuve así durante 20 segundos, con la vista clavada en esos dos grandes bultos pálidos sin saber como reaccionar.

-joder...- susurré. Me agarré las tetas con fuerza. -son grandes...

Me empecé a reir como una estúpida mientras me masajeaba los pechos. Eran grandes, al menos de una copa F o G, y estaban ligeramente caídos aunque también mucho más firmes de lo que cabría esperar con un tamaño semejante.

-Ah, aaah- solté mis tetas y me pasé las manos por el cuerpo, explorando sus formas: me toqué la cara, los brazos; me agarré un momento el dobladillo de grasa debajo del ombligo y acaparé mis anchas caderas, centrándome más de la cuenta en masajear mi culo, grande y blandito.

-Joder siiii, esto es increíble. Mira qué pedazo de culo tengo, ajajaa, aaaah.

Me hundí un dedo en el ano, justo el sitio por que que había entrado un minuto antes, y luego lo olí. Extrañamente, olía a gel de baño.

A continuación incliné la cabeza para ver mi nuevo coño, pero las tetas me tapaban la vista. Aparté una con una mano mientras con la otra tanteaba la espesa mata de vello púbico que tenía entre las piernas.

-Debe de ser por aquí, ¡AH!- mis dedos fueron a parar directamente a un bultito que me provocó un calambre por toda la zona inferior -mierda casi me caigo...ooohhh. "El clítoris, ¿Eh?"

Maldecir con mi voz de mujer madura se me hacía extraño, a pesar de que, pocas horas antes, ya había pasado por una experiencia parecida. Solo que este cuerpo se sentía... diferente. Me volví a reir de nuevo y decidí darle duro a mi nueva anfitriona.

Con un húmedo sonido de succión, metí dos dedos en mi coño y los retorcí hacia arriba.

-¡AAAanh! Eh, es... diferente ¡IIIIIHH!

El coño de la Sra. Holmes también se sentía diferente al de Sarah. No era tan estrecho y mis dedos entraban con facilidad; era el coño de una mujer que había sido madre.

-¡Ah, HAAah; UMMMMn!

Inconscientemente, apreté la otra mano contra mi esternón, justo entre mis pechos, los cuales ya estaban duros con los pezones erectos como dos torpedos apuntando a objetivos diferentes. Hundí otro dedo más en mi coño provocándome unos tremendos espasmos de placer y me pellizqué uno de los pezones. No quería gritar más de la cuenta pero los jadeos eran incontrolables. Estaba a punto de perder el equilibrio y caerme de culo en la bañera.

-¡EH, OOHH! Más, un poco... ¡¡¡MAAAAAS!!!

Estaba a punto de correrme y lo sabía. Me agarré otro pecho y sus dimensiones me permitieron doblarlo hacia arriba y meterme el pezón en la boca. Me conseguí meter otro dedo en la vagina y aumenté la velocidad de las sacudidas. Mi propio pecho ahogó el gemido que surgió de mi boca al correrme.

-¡¡¡MMMMMMHHHFFUOOOOOGH!!!

Me tambaleé un momento y conseguí agarrarme a la abrazadera de la ducha antes de caerme. Poco a poco mi culo entró en contacto con el agua del fondo y me recosté en la bañera tratando de recuperar el aliento. Me quedé un rato así, anonadado, chupeteándome los dedos y disfrutando del agua caliente que seguía corriendo por mi cuerpo desnudo.

-So, soy Martha, Martha Holmes, aaaaahhh...- el nombre de mi nuevo cuerpo me vino enseguida a la mente. Me recogí un momento mi larga y húmeda melena y la escurrí, pensativo, hasta que decidí apagar la ducha y abrir la puerta.

El frío repentino me puso toda la piel de gallina, incluidos los poros de los pezones -advertí, divertido- y la amplia aureola de color marrón. Con cierta naturalidad, dejé que el cuerpo de Martha tomara el control, ya que yo no sabía que hacer.

Rápidamente, me envolví el torso con una toalla atada a la altura del escote; luego me seguí escurriendo la melena por partes para a continuación envolverla en otra toalla y enrollármela encima de la cabeza. Mientras me secaba, me adentraba cada vez más en los recuerdos de Martha e iba recitando:

-Me llamo Martha Holmes, tengo 37 años, divorciada desde hace 4. Soy madre de dos hijos, el otro está con su padre; trabajo en un negocio de ventas online, uso una copa G de sujetador y tengo un chevrolet aparcado en el garaje...

En cuanto el espejo del baño no estuvo tan empañado, pude echarme un buen vistazo: Martha era una mujer realmente hermosa y de rostro afable, sus ojos azules destacaban encima de una piel sin arrugas perceptibles, de nariz respingona y labios carnosos.

Retrocedí un poco, con los ojos clavados en mi figura y no pude evitar comparar el cuerpo de Martha con el de Sarah. Si Sarah era una chica atlética de cuerpo esbelto y delgado y vientre plano, Martha era una mujer... exuberante. Con anchas caderas y grandes pechos y un michelín de grasa encima de las caderas, tal vez fruto de la maternidad o de la vida sedentaria. Pero eso no le quitaba atractivo alguno.

-¿Eres una puena pieza, eh?- murmuré agarrándome los pechos.

Entonces decidí vestirme y empecé a coger mis prendas, deteniéndome más de la cuenta en admirar los grandes sujetadores o para hundirme cómodamente las bragas en la raja del culo. Me puse una camisa de manga larga y cuello ancho, una falda ajustada y me pasé el secador distraídamente. Completé el proceso recogiéndome el pelo en un elaborado moño que por lo visto era lo más habitual en ese cuerpo.

Todo lo hice sin vacilar un momento, como si tuviera piloto automático(me reí ante la idea). Mi cuerpo sabía exactamente qué hacer, y eso me hacía preguntarme con cierto nerviosismo si Martha era consciente de alguna forma de lo que estaba haciendo con su cuerpo o de mi simple intrusión.

Salí al pasillo y me apoyé en la pared, pensativo. Decidí experimentar:

Concentrándome el máximo, traté de retirarme poco a poco de la mente de la mujer. Durante dos minutos no noté nada, mi frente se perló de sudor, pero poco después empecé a escuchar ese pitido que surgía cada vez que poseía un cuerpo seguido de un jadeo repentino.

-Eh... ¿Qué hago aquí fuera?- noté con espanto que mis labios se movían por sí solos. Mi anfitriona se llevó las manos a las sienes.

-"¿Y por qué me duele la cabeza ahora?"- escuché sus pensamientos claramente, también noté la irritación y el desconcierto de Martha.

Martha observó la puerta del baño unos segundos y se recolocó inconscientemente las gomas del sujetador.

-Cierto, me acabo de duchar.

Yo estaba asustado, pero también eufórico. Estaba dentro de su cuerpo como un mero espectador. Veía, escuchaba y sentía lo mismo que ella; incluso sentía su lengua chupándose la dentadura involuntariamente. También escuchaba sus pensamientos y sus emociones a cada paso. Me pasé el resto del día en ese estado, mientras Martha hacía diversas tareas del hogar, escuchaba música de un reproductor de MP3 y le preparaba la cena a Erik.

En ocasiones, la veía pasar en frente de un espejo para atusarse el moño o bajaba la mirada y se fijaba en el movimiento de sus grandes tetas(que ella consideraba una molestia), en esos momentos yo me excitaba sin remedio y, como vivía en su subconsciente, ella también. Como resultado, sus pezones se endurecían y le dolían o sentía un inexplicable calor en el bajo vientre. Martha lógicamente no entendía nada y se miraba los pechos con perplejidad.

En esos momentos yo no tenía más remedio que aguantarme la risa, aunque pareciera imposible reírme en ese estado. Pero en una ocasión, justo después de cenar, la risa me pudo y proyecté un pensamiento en forma de carcajada.

-"JAJAJAJA, ahhhh".

Martha se paralizó en el acto.

-¿Que, quién? ¡¿Erik, estás ahí?!.

-¿Qué quieres, mamá?- respondió la débil voz de Erik desde el salón.

-Oh, emmm, nada cariño. Por cierto, ves recogiendo tus cosas que es hora de dormir. "¿Me lo habré imaginado?".

Me asusté por un momento. -"¡Me ha escuchado!"-

-"¿Ho... hola?"- dije, proyectando de nuevo mi pensamiento.

Martha se dio la vuelta con los ojos muy abiertos y miró por toda la cocina, visiblemente nerviosa.

-¡¿Qué?! ¡¿Quién es?!

Reaccioné lanzándome de lleno sobre su mente y volviendo a tomar el control. No me llevó más de dos segundos.

-Bufff, ha ido de poco.- flexioné los dedos con fuerza para asegurarme.

Apagué las luces y subí a la habitación, de camino encontré que Erik hacía lo mismo.

-Buenas noches, mamá.- Me dijo con una sonrisa.

-Buenas noches... cariño- contesté con toda la naturalidad de la que fuí capaz. -"Veo que eres un niñito obediente, ¿Eh, cabronazo?"- pensé con rencor.

Estaba algo enfadado y no sabía por qué, así que cerré la puerta con pestillo, me senté en la cama, me subí la camisa y me empecé a estrujar las tetas por encima del sujetador.

Obviamente, quería pasarme un buen rato masturbándome con ese maravilloso cuerpo para mejorar mi humor o por simple lujúria, pero paré de repente. Cada vez iba descubriendo más y más mis nuevas capacidades, y no hace mucho me había dado cuenta por fin que ahora vivía bajo el mismo techo que el mismo cabrón que me había hecho la vida imposible durante gran parte de mi vida escolar. Sonreí con maldad.

-Tal vez, debería experimentar...- la voz de Martha jamás había parecido tan fuera de lugar.

Recordé todas las veces que me había deformado, estirado e incluso dividido en varias partes y me pregunté si podría controlar todas las partes de forma independiente.

-Veamos...

Me senté en la cama con las piernas cruzadas y me concentré de nuevo. Me costó un rato, pero al fin noté como una pequeña parte de mi ser se despegaba del cuerpo de Martha. Prestando atención sentí como recorría su sangre e intenté decirle que se concentrara en un punto. El primer sitio que pensé fué el bajo vientre.

-¡AH!- dí un gritito. Notaba un gran calor en el útero y como éste se llenaba. -¡Joder qué raro es esto!

Entre jadeos me subí la falda y puse mi mano bajo el coño mientras con la otra me apartaba la tela de las bragas. Enseguida un viscoso lodo azul(una parte de mi cuerpo real) borboteó fuera del coño. Lo acerqué a mi cara , totalmente anonadado.

-Increíble...- Con solo quererlo, la masa se movía y se deformaba. -"Puedo dividirme de verdad".

Me dio un ataque de risa ante el descubrimiento, pero me tapé la boca a tiempo. Luego me tragué el lodo y sentí como mi anfitriona lo absorbía de nuevo.

-Vale, ahora pasemos al siguiente nivel.

Me volví a concentrar en separar mi cuerpo de la mente de Martha, pero esta vez, dejando atrás una parte de mí. En unos segundos, salí totalmente por nariz y boca y caí en su regazo.

Martha se tocó la frente como si estuviera mareada y miró la habitación, desorientada. Yo le envié una orden mental.

-"¡Duérmete!"

La parte de mí que había dejado en su cerebro hizo su trabajo y Martha cayó rendida encima de la almohada. Era alucinante.

Ansioso por lo que iba a hacer, bajé de la cama y me dirigí a la habitación de Erik. Pasé por debajo de la puerta y lo escuché dando vueltas a la cama, todavía no estaba dormido. Decidí esperar.

Una imposiblemente larga media hora después, escuché como respiraba con regularidad.

-"Ésta es la mia".

Repté por la pata de su cama y me subí encima de la manta. La tenue luz nocturna mostró que se hallaba dormido de lado. Un momento de vacilación después cubrí su cara por completo para que no se despegara si decidía reaccionar con violencia. Erik se despertó sobresaltado y abrió la boca, pero su grito quedó ahogado por mi cuerpo viscoso. Entré por boca, nariz y orejas y 7 segundos después, Erik estaba inclinado sobre su cama tosiendo.

-¡¿Qué(COF)... coñ(COF, COF, COF) era eso(COF, COF)?!- Corrió al baño rápidamente y empezó a toser sobre el retrete.

Como siempre, mi cuerpo fue absorbido por el anfitrión, pero en lugar de lanzarme a dominar su mente me mantuve a distancia.

-"Hola Erik"- dije, proyectando mi voz en su cabeza.

Erik levantó la cabeza, confuso.

-¡¿Quién anda ahí?!

-"¡...anda, pues sí que me oyes!"

¡¿Qué... quién eres tú?! ¡¿Quién me habla?!- Erik volvía su cabeza de un lado a otro, confuso y asustado.

-"Vaya, ¿No reconoces mi voz? Ah, y por cierto, deja de mirar a todas partes como un idiota, te estoy hablando desde tu mente...o eso creo."

-¿Qué? No, no se quién...

-"Te daré una pista: me "perdí" esta mañana en medio de la excursión".

-¡¡Para ya, sal de mi...!! Espera... no, no puede... ¿Daniel?- Había auténtico pavor en su voz.

-"¡Bingo, colega! Un accidente de laboratorio me ha convertido en una especie de moco azul y ahora puedo poseer a la gente."

Erik estaba completamente paralizado, movía la boca como si quisiera decir algo pero le temblaba la mandíbula.

-"Y bien- proseguí -por avatares del destino he acabado en tu casa así que he decidido aprovechar y vengarme de tí por haber sido un hijo de puta durante años."

Erik emitió un sordo gemido de miedo, aun sin terminar de creérselo. Se volvió a agachar sobre el retrete y trató de meterse los dedos en la garganta.

-"¡Joder, no hagas esas guarradas! Vomitar la cena no conseguirá expulsarme."

Como ví que no atendía a razones y seguía intentando vomitarme, tomé el control de su cuerpo y lo paré. Me puse lentamente en pie controlando mi nuevo anfitrión, volver a tener un cuerpo masculino se me hacía... extraño.

-"¡¿Qué?! ¡¿Por qué mi cuerpo se mueve solo?!"- la voz de Erik resonó como un eco en mi mente.

Me sorprendí al advertir que me había olvidado de dormir su consciencia. Esbocé una sonrisa y me situé frente al espejo -esto iba a ser divertido.

-Lo siento, pero ahora este cuerpo lo controlo yo- Mi sonrisa se amplió al notar un cosquilleo en los brazos, intentos de Erik por retomar el control.

-"¡¡No, no NO, no tienes derecho a hacer esto!! ¡¡¡SAL DE MI CUERPO!!!"

-¿Sabes, colega?- dije hablando con mi reflejo, el reflejo de Erik, en el espejo. Su voz sonaba extraña en mi boca. -Me has hecho pasar por un infierno en el instituto y ahora voy a hacértelo pagar con creces.

-"¡¡¡TE VOY A MATAR!!! ¡¡¿¿ME OYES??!! ¡¡¡ESTÁS JODIDO, CABRÓN!!!"

-Vaya, sí que eres ruidoso.- me toqué la barbilla, pensativo -...aunque bien parecido...

Se me ocurrían muchas formas de vengarme: pasearme desnudo por las calles, grabarme haciendo guarradas y subiéndolo a internet, quemar sus cosas, tirar sus videojuegos al río... pero no conseguía decidirme, y los gritos de la consciencia de Erik me dificultaban la tarea.

-Ahora que lo pienso... tu madre está muy buena.

Los gritos cesaron de repente.

-"¡Que... que te jodan, pajero asqueroso!"- ya no solo destilaba furia, también pánico.

-¿Sabes? Yo soy, o era un chico virgen.

-"N, no... ¡¡NI SE TE OCURRA!!"

-No te estoy pidiendo permiso, estúpida voz en mi cabeza.- dije al espejo, con esa sonrisa petulante que tanto odiaba.

-¡¡¡NI SE TE OCURRA CABRÓN!!! ¡¡¡NO LO HAGAS!!!

-JA JA JA, veo que al niñito de mamá le da cosa violar a su madre. Pero no puedes hacer nada. Y ya que estamos, veamos qué tienes aquí.

Me quité rápidamente el pijama y me bajé los calzoncillos.

-"¡No! ¡Para!"- dijo Erik con voz más débil.

Me miré con curiosidad mi nueva polla, flácida y con una mata de vello púbico castaño oscuro.

-No parece gran cosa- dije, burlón -, a ver a ver...

Me la sacudí un poco y no hizo falta mucho más para que la polla de Erik se pusiera dura.

-Oohh, es algo más grande que la mía, si te sirve de consuelo- de repente solté una carcajada y abrí la puerta del baño para a continuación entrar en la habitación de Martha con la polla palpitante.

-"¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!!"

-Mamá, ¿Estás despierta?- inquirí con voz inocente. No hubo respuesta, seguía profundamente dormida. Parecía que la voz de Erik se había calmado de pronto, como si temiera despertarla.

Encendí la luz, la mujer se hallaba tumbada boca arriba con las manos extendidas a los lados. Sus tetas parecían dos grandes montes que trataban de abrirse paso por su ropa..

-Joder, realmente está muy buena. Debe de ser difícil ser su hijo y vivir cada día con ella sin matarse a pajas.- de repente un recuerdo fugaz floró en mi mente -¡Oh, espera...!

Me interné un poco en la memoria de Erik y descubrí un par de cosas interesantes.

-¡¡JAJAJAJA, pero si te las haces sin faltar cada día!!

-"¡¿Qué?! No..."

-No te hagas el tonto, que te puedo leer la mente. Cada día en la bañera, en tu habitación, en el sofá cuando mamá no está... ¡Incluso en el baño del instituto! JAJAJAJAJA ¡¿Y me pusisteis a mí el mote de pajero?!

-"¡¡¡HIJO DE PUTA, HIJO DE LA GRAN PUTA!!!"- la voz sonaba desesperada y avergonzada, pero yo no le hice caso.

Me subí a la cama y le empecé a masajear las tetas con entusiasmo. En las manos de Erik, se sentían como dos grandes globos de agua. Mis manos se perdían en ellas. Martha se removió un poco.

-¿Mamá, te he despertado?

-¿Eh... Erik? ¿Qué haces en mi habitación? ¡¡AAnh!! ¿Qué me haces en las...?

-Es que he estado toda la tarde pensando en ti, mamá; y el pene no deja de dolerme, me siento raro.- Con una breve orden mental, supe que seguía estando bajo mi control.

La expresión de Martha cambió de repente. Compuso una sonrisa lasciva

-Vaya, eso no es bueno. ¿Entonces quieres que mamá te ayude?- inquirió la mujer mientras se incorporaba y se sentaba sobre sus talones.

-"¿Q...qué? ¡¡NO, PARA!!"- gritó la consciencia de Erik.

-¡Sí, mamá! Por favor.

Martha se agachó y cogió mi verga con una mano mientras se metía la punta en la boca y empezaba a chupar con ganas.

-¡Ah, aaaahhh, oh mamiiii!- Sentía su lengua recorriéndome el glande como si chupara un caramelo. De vez en cuando se la metía entera en la boca o la aplastaba con su paladar. Nunca antes me habían hecho una felación y se sentía genial.

La consciencia de Erik también empezó a gemir involuntariamente, perplejo ante su propia reacción. Yo sonreí, cogí a "mi" madre por la cabeza y comencé a mover las caderas adelante y atrás con fuerza. No tardé en sentir un orgasmo que me me hizo temblar de placer.

-¡¡OOOhhh, ohh, UUUUUGH!!- La boca de Martha se llenó de la corrida de su hijo. Se lo tragó todo y me miró con una mirada extraña, mezcla entre lujuria y orgullo de madre.

-Veo que has crecido mucho, cariño.

Yo me incliné y la besé con pasión mientras Erik gritaba frustrado. Música para mis oídos.

-Ahora quiero follarte, mamá.- dije de repente, con severidad. -quítate el pijama.

Ella se sorprendió y vaciló un poco, pero enseguida cumplió con mi orden y posó ante mí, desnuda como el día en el que nació. De repente la voz de Erik calló y sentí un cosquilleo por todo el cuerpo señal que que seguía intentando recuperar el control. Me reí con arrogancia.

-Ni lo intentes, no recuperarás tu cuerpo hasta que a mi me de la gana. -luego me dirigí a Martha, que me miraba sin entender nada- Ponte como un perrito, mamá, quiero sobarte ese gran culo.

Ella me hizo caso y hundí la cara entre sus nalgas, chupando toda su raja y abarcando sus caderas con las manos. Ella dió un respingo y dejó escapar un gemido.

-Aaahh, ahhh. Voy a meterla.- Martha me miró, excitada, y elevó aún más el culo.

Me agarré la polla y tanteé un poco, hasta que, con un rápido movimiento, se la hundí hasta el fondo.

-¡OOOhhh! Con que esto es lo que se siente... ja... ja ja... ¡¡¡JAJAJAJA!!!

Me empecé a reír como un loco mientras penetraba el coño de Martha Holmes y Erik, su hijo, gritaba sin ser escuchado. Estaba húmedo y estrecho. Era mil veces mejor que masturbarse y cada sacudida era puro éxtasis. En mi vida anterior jamás habría soñado con tener una experiencia semejante, pero me daba cuenta de que en mi nueva vida todo era posible, y estaba eufórico.

Pegué su cuerpo al mío y con una mano estrujé uno de sus pechos mientras con la otra le metía dos dedos en la boca, que ella chupaba con ganas; siempre sin dejar de follarla. Jadeaba como un caballo en celo y no tardé en llegar al orgasmo de nuevo. Se la saqué rápidamente y me la sacudí, enviando chorros de semen encima de sus nalgas.

-Ah, arf... ah. Ha sido fantástico mamá.- dije, recuperando el aliento. Me sentía totalmente debilitado.

-"Juro que ésta no te la perdono, ¿Me oyes? ¡¡SE QUE ME OYES!! ¡¡¡NO TE LO VOY A PERDONAR JAMÁS!!!"- gritó Erik, fuera de sí.

-¿Conque esas tenemos, eh?- respondí. De repente se me ocurrió una idea. -Mamá, date la vuelta y túmbate.

Me concentré y separé una parte de mi cuerpo dejándolo en la mente de Erik, tal y como había hecho antes con Martha, y concentré toda mi sustancia restante en el estómago. Esta vez lo hice mucho más rápido.

-Abre la boca, dí: aaaaaahhhh.- Martha cumplió mi orden y me vomité a mí mismo en su paladar. Entré por su garganta y no tardé en poseerla de nuevo.

-Vaaaaaya, de vuelta con Doña Tetas jajajajaja.- dije pellizcándome uno de mis pezones erectos.

Miré hacia Erik, que se tocaba la cabeza con la mirada desorientada.

-¿Te encuentras bien, hijito mío? ¿Quieres un poco de teta de mamá?- Dije, burlona, mientras esgrimía mis dos tetas, ofreciéndoselas.

Erik empezó a recordar.

-¿Qué? No... Eres... ¡¡CABRÓN!! ¡¡¡SAL DE MI MADRE HIJO DE PUTA!!!- me cogió de los hombros y me agitó violentamente adelante y atrás.

Yo le respondí con una amplia sonrisa y con una sonora bofetada que retumbó por la habitación. Erik cayó en la cama, aturdido y tocándose el lado de la cara. Le agarré firmemente y me puse encima de él.

-No te he criado para que seas un maleducado. ¡¿Es que no ves que mamá aún no se ha corrido?!- Me hundí su polla en la vagina y él un gemido sorprendido.

Empecé a mover el culo arriba y abajo mientras disfrutaba de las oleadas de placer de otra nueva experiencia.

-¡¡Ah, aaaaaahhh, esto es... geniaaaaAAAAAAHH!!- Sentía la verga de Erik empujar una y otra vez las paredes de mi cavidad liberando sonidos extraños y provocándome espasmos a cada movimiento. -¡¿Conque, eeeehh, conque este es el placer de una mujer?! ¡¡AH, AAAAHHH, AHH!!

Mis gemidos eran incontrolables e incluso Erik había empezado a mover las caderas de forma inconsciente.

-¡¡¡ME CORRO CARIÑO, ME CORRR AAAAAAAAAAAAAAHHH!!!- El orgasmo agitó todo mi ser con un estremecimiento que me recorrió todo el cuerpo empezando por el bajo vientre y me dejó con la lengua fuera, paraa por el placer. Los jugos que salieron de mi coño, chorrearon por la pelvis de Erik e impregnaron las mantas de debajo.

Me quedé quieta un momento tratando de respirar con normalidad mientras miraba la cara de mi "hijito". Sonreí con maldad.

-Tu madre es fantástica, creo que me quedaré con su cuerpo durante un tiempo.

-No... no...- respondió Erik, debilitado tras haberse corrido dos veces. Miré abajo un momento. "Puede que hayan sido tres..."

-Abre la boca, cariño.- la parte de mi cuerpo que había dejado en su cabeza le obligó a cumplir la orden. Le dí un largo beso con lengua, disfrutando de su mirada de pánico.

-¿Ves? Todavía sigues bajo mi control.- Me reí mientras me sacaba su polla de dentro y me restregaba el clítoris con una mano.

Ahora, cariño, haz el favor de chuparle el coño a mamá.

Continuará..