El exorcismo de Little Lupe capitulo 2

El descarado cura abrio su sotana para dejar a la vista una grotesca verga terriblemente bien parada que se bamboleaba orgullosamente ante los atemorizados ojos de la joven Lupita

–Está bien hermana Lupe, le explicaré y le adelantaré un poco de eso que Usted quiere saber, pero necesito que se aplique al máximo, y lo que no pueda ver necesito que lo imagine.

–Así será padrecito decía la adolescente monja Lupita de solo 18 añitos… así será… ahora explíqueme por favor…, -la monjita se mantenía arrodillada y con sus manitas entrelazadas a la altura de su cintura, su sumisa mirada en todo momento era hacia al suelo tal como lo había aprendido en sus años de formación espiritual.

–Bien, antes que nada quiero que Usted misma me diga y explique detalladamente lo que le hacían a esa mujer que vieron en el parque, y que cosa de todo eso es lo que más la atormenta.

–Ehhhhhhh… es que me da algo de pena decirselooo… es que según las hermanas eso era algo pecaminoso y diabólico, le dijo desde su posición y mirándolo de soslayo.

–Solo dilo hija mía… y no temas a nada, tú estás conmigo ahora…,

–Ehhh… recuerdo que la mujer estaba con sus piernas abiertas, mientras un hombre le sobajeaba cierta parte de su cuerpo, -inconscientemente la bella religiosa se mordió su labio inferior producto de su nerviosidad al estar confiándole al sacerdote lo que ella había visto, no entendía el porqué, pero el caso era que aquella conversación la enervaban los sentidos.

–Que parte de su cuerpo más precisamente era el que le manoseaban a la mujer…!?, -el cura cada vez estaba más salido, y ya quería lanzarse sobre ella para quitarle esas feas ropas y sencillamente proceder a culearsela en el mismo piso de la solitaria sala de oración que estaba llena de imágenes, esculturas y mosaicos religiosos.

–Recuerdo que era como la parte de al medio de su cuerpo, le detallaba la hembra que al decir eso ultimo su extraño nudo en el estomago bajaba peligrosamente a su zona vaginal.

–Indícame con tu dedo índice en tu cuerpo para tenerlo más claro… cual era la zona que le sobajeaban…!?, -el padre Ramón junto con hacerle la pregunta se pasaba un pañuelo por su frente y por su cuello para sacarse el sudor, el hombre estaba excitadísimo.

–Ehhh creo que era aquí…, -la monjita le señalaba con su dedito apuntando a su propia vagina, claro que esta estaba tapada por el hábito.

–Estas segura que era ahí?

–Si padrecito estoy segura que era ahí…

–Ohhhh Dios mío…!!!, esto es más grave de lo que yo pensaba…!!!, es por eso hija mía que a ti también te han bajado las ganas, así que continua…

–Por la cara que ponía la mocosa parecía que sufría, pero también dejaba ver una extraña sonrisa, Usted ha visto alguna vez a una mujer que se ría pero que también sufra al mismo tiempo…!?, pues esa criatura sí que tenía esa cara…

–Si lo entiendo hija mía, y efectivamente hay situaciones en que las mujeres ponen esa cara, por eso mismo ahora te lo explicaré… la cara de esa mujer estaba en esas condiciones porque ella también tenía ganas…

–Tenía ganas? Las mismas ganas que yo tengo…!?, -la monjita recién a estas alturas se daba cuenta que al padrecito se le levantaba la sotana con algo alargado por debajo de esta.

–Si hija mía ella tenía ganas… las mismas ganas que a ti te han atacado en este último tiempo y que de ahora en adelante te atacaran con mas ferocidad. –Mientras le explicaba todo esto al caliente sacerdote poco a poco sus ojos se le iban inyectando en sangre por lo traumático y morboso que era el darse cuenta que la joven y atractiva religiosa le hablaba mirándole la verga tapada con su sotana, pero él debía actuar con naturalidad para no espantarla.

–Ohhh que horror…!!!, pero porque ese hombre le sobaba en esa parte?, -le consultaba sor Lupita sin quitar su cristalina mirada del notorio levantamiento de la sotana del clérigo.

–Es que esta es la parte más difícil de explicar hija mía, y créeme que para mí no es tarea fácil entregarme a tal sacrificio…

–Solo explíquemelo mi buen padre Ramón, así estaré mejor preparada para cuando llegue el momento de que me purifique con el ritual…

–Ponte de pie hija, así lo entenderás mejor, antes de que entremos en detalles más importantes debo enseñarte algo…

–Así está bien?, -la joven ya estaba de pie mirándole desde el interior de su habito.

–Así está perfecto hermana… pero ahora tendrás que ser muy valiente por lo que vas a ver y sentir…

–No se preocupe por eso… podré entregarme a cualquier tipo de sacrificio si soy guiada por Usted mi buen padrecito…

–Pues necesito que toques y sientas esto…!!, le dijo el cura a la misma vez que le agarraba una de sus manitas y se la ponía en la verga.

–Ohhhh…!!!, pero que es esto padre…!!!, -exclamó algo asustada la joven, pero al saberse segura en la compañía del sacerdote en ningún momento pensó en soltarse de ese grueso instrumento que la habían obligado a agarrar.

–Dime… que es lo que sientes…!?. -La pareja estaba muy junta una a la otra, y la joven religiosa ahora se agarraba con sus dos manos a la gruesa herramienta del padre Ramón, mirándola y tanteándola, por lo que luego de tragar saliva se dio a decirle lo que ella estaba sintiendo.

–Es algo duro… y muy largo… es… es… está bien grueso… es como un palo muy endurecido, pero porque lo esconde debajo de sus ropas…!?

–Luego te lo explicaré hija mía…, por ahora solo tócalo a plenitud, apriétalo si así lo quieres, necesito que te familiarices con este santo instrumento… Ohhhhh…!!!

–Padrecito y porque cierra sus ojos y pone esa cara, le duele algo…!?, la joven religiosa se preocupaba por ver la cara congestionada del sacerdote en los momentos en que ella le agarraba inocentemente la verga.

–No te preocupes hija… solo es parte de la iniciación del ritual… por favor sigue recorriéndolo con tus manitas…

La chica sintiéndose autorizada por el buen sacerdote le hizo caso y siguió sintiéndola y tanteándola.

–Ohhh… padrecito… este instrumento esta algo caliente, su calor traspasa la tela de su sotana… y mis manos se humedecen por un extraño líquido que al parecer sale del bendito instrumento.

–Quieres que te lo enseñe al descubierto…!?

–Si es necesario que lo vea descubierto para estar preparada para el ritual creo que si… enséñemelo… quiero verlo…, -la monjita Lupita a cada segundo se iba desatando y de verdad que sin ni siquiera ella poder entenderlo ya se sentía conectada por que aquella gruesa dureza que el padre Ramón le estaba enseñando.

–Pues vee…

Los sonoros pasos del grupo de hermanas que se venían acercando sacaron a la pareja de la ardiente plática a la cual estaba entregados, fue el sacerdote quien cuando estuvo a punto de subirse la sotana para dejar al descubierto su verga cayó en cuenta que las demás monjas ya debían estar por ingresar a la sala, así que acomodándose la verga rápidamente le ordenó.

–Sigue orando tal cual como estabas… yo echaré incienso para que las demás hermanas no se den cuenta de lo que estábamos haciendo, y recuerda hija mía, la envidia les corroe el alma a esas pobres mujeres es por eso que no se deben enterar de nada lo que haremos juntos de ahora en adelante, y que es por tu bien.

–No se preocupe padrecito… que yo no se lo diré a nadie…

–Y recuerda, mañana en la noche te podré enseñar esta herramienta que es la principal para llevar a cabo el ritual que te he dicho, así cuando ya estemos encerrados en mi cuarto te seguiré explicando que era lo que deseaban hacer el hombre con la mujer que tú me decías.

–Delo por hecho mi buen padre que ahí estaré para aprender, y para que me muestre ese instrumento que esconde ahí abajo.

–Ahí vienen ponte a orar. –La joven monjita rápidamente se lanzó al suelo con sus brazos extendidos, mientras el sacerdote se perdía por detrás de unas largas cortinas moradas oscuras que se veían al fondo de aquella sala.

El resto de la tarde la joven y atractiva religiosa no pudo entregarse a la oración después de todo lo hablado por el viejo sacerdote. –El padre Ramón era el único que estaba de su parte, -pensaba al interior de su claustro, nuestra Lupita estaba vestida solamente con un delgado camisón de dormir que le llegaba hasta las rodillas y esta vez nuevamente estaba con sus largos cabellos sueltos. La pensativa y confundida hembrita se arrodillaba a los pies de su cama, se extendía en el suelo y aun así no lograba concentrarse, solo pensaba en eso de que a ella le habían dado ganas, e increíblemente ya deseaba que llegase lo más pronto posible la noche siguiente para ella ir a presentarse a la habitación del obeso cura para iniciar la preparación del ancestral ritual que a ella le correspondía según las palabras de este mismo.

Y asi fue que la religiosilla que nos confiere estaba de muy buen ánimo, y en sus oraciones matinales pedía porque todo saliera bien esa noche en que ella se iba a someter al secreto ritual en manos del padre Ramón, como también oraba por este mismo para que el altísimo le concediera la sabiduría necesaria para el poder prepararla y guiarla, y por sobre todos para poder sobre llevar el asunto ese de que a ella le habían dado ganas, ya que sabía que el buen padrecito con su ritual le sacarían esas arrebatadores deseos que ella ya creía llevar adentro de su cuerpo, ni mencionar de que otras ansias mas grandes todavía casi la carcomían por ver al descubierto ese robusto instrumento que el padre llevaba bajos sus negras vestimentas y que ella misma había sentido y tanteado con sus manitas por sobre la tela.

Por su parte el buen padre Ramón estuvo gran parte del día tentado a masturbarse, la hermanita Lupita lo había dejado muy caliente, y con el solo hecho de ya haber pasado gran parte del día sin que la madre superiora viniese a recriminarle por algo relacionado a lo que él vilmente le había hablado a sor Lupe tenía un solo significado, y ese significado era uno solo, la muy guarrilla no les había ido con el cuento a las demás religiosas, por lo que la presencia de ella con todas esas cositas ricas que se cargaba debajo de su hábito con toda seguridad las tendría a su merced en muy pocas horas.

Ya casi al atardecer del día acordado con el padre Ramón la hermana Lupita temblaba de nerviosismo apoyando su cuerpo contra la gruesa puerta de hierro fundido de su humilde celda, de sopetón le vinieron unos extraños remordimientos de conciencia ya que en los años que llevaba de novicia y el escaso tiempo de monja (solo un par de meses) nunca había contradicho las exigencias de su orden, y ahora estaba solo a minutos de quebrantar una de sus más rigurosas normas, ellas tenían estrictamente prohibido dejar sus celdas desde las 18:00 hasta las 08:00 del día siguiente, pero lo hablado con el buen padrecito solo hace un día había sido todo tan convincente y sin ninguna mala intención de por medio, además que según sus palabras él iba a hacer un tremendo sacrificio para sacarla de su estado, era lo que pensaba la vacilante Lupita, pero con solo recordar que parte de su preparación también ella iba a conocer el venerable instrumento que el padre Ramón guardaba celosamente debajo de su sotana, con solo eso la monjita dio media vuelta con su cuerpo para llevar su manita al asa de la puerta y definitivamente la giró, su suerte ya estaba echada, ella debía asistir a la habitación del buen clérigo.

El obeso Cura había puesto una buena botella de vino tinto con dos copas en una redonda mesa que estaba ubicada en un rincón de su alcoba, al gozador sacerdote realmente le gustaba pasarlo bien cuando se daba a estos menesteres, también sobre la misma mesa había ubicado varios velones que ya estaban encendidos todo para darle un ambiente más clerical al asunto que ahí se llevaría a cabo, pero al contrario de todo ello el único ambiente que en aquella habitación predominaba era el de la perversión, el muy miserable estaba decidido a esa misma noche cogerse a la mas joven de las monjas que estaban bajo su tutela, y como no iba a desearlo si la hermanita Lupita había nacido con un cuerpazo que ya hasta casi hacían revivir de calentura a todas las estatuas de aquel olvidado monasterio.

–Dios bendito…! gracias… muchas gracias…!, -murmuró el muy infame cuando siendo las 18 horas con 40 minutos alguien tocaba a su puerta, y ese alguien ya todos sabemos quién era.

–Hermana Lupe… llega con más de media hora de retraso…, -fue lo primero que le dijo el aprovechador una vez que la joven religiosa estuvo adentro de su habitación con el ya cerrando con llave su puerta sin antes echar una buena mirada con cara de sátiro, asegurándose que por los pasillos del edificio no hubiese andado deambulando algún alma perdida.

–Perdóneme padre…!, pero me vi asaltada por muchas dudas antes de quebrantar una de las más estrictas normas de nuestra orden… Usted sabe que nos…

–Es normal hija mía, esa fue otra obra de Satanás quien intenta por todos los medios impedir el santo ritual del cual tú serás objeto esta noche. –Le dijo a la misma vez que ya servía dos copas llenas de vino tinto y le extendía una a la sorprendida hermanita que nunca antes en su vida había bebido una sola gota de alcohol.

–Mi buen padrecito yo… yo… no bebo… soy religiosa…

–Lo sé hija… lo sé, pero es necesario que lo hagas, esto también es parte del ritual, con el solo hecho que tu ya estés decididamente entregada y que sea conmigo con quien lo llevarás a cabo ya estas perdonada, así que solo bebe.

Lupita La monjita pensando en las sabias palabras de su autoridad espiritual le encontró toda la razón del mundo, si era el mismo padrecito quien le había servido la copa de vino, que problemas podría haber con ello. En eso temblando de una extraña emoción al estar en el dormitorio del sacerdote puso atención en la opulencia de la habitación del cura, que contrastaba en un 100% a la humildad de su reducida celda que solo eran 4 paredes y suelo de cemento, y que a parte de un crucifijo de madera .

Mientras le daba los primeros sorbos al vino, la hermanita Lupita veía con admiración un tremendo crucifijo de casi dos metros de altura hecho de metales relucientes que estaba ubicado en el muro en que se encontraba arrimada la gran cama del sacerdote, esta también era metálica y de altos pilares dorados en sus 4 puntas, la joven calculaba que ahí perfectamente podrían dormir sin incomodidades unas 5 personas, toda la habitación era alfombrada y de color colcho vino, un cielo alto en donde perfectamente podría alcanzar para otro piso, y fijándose en los gruesos cortinajes que estaba cerrados no dejando ver los grandes ventanales fue cuando otra vez escuchó la áspera voz del sacerdote.

–Te gusta lo que estás viendo…?, -el sacerdote le preguntaba con orgullo al caer en cuenta de cómo la muchacha estaba encandilada con los lujos de su habitación.

–Mi buen padrecito… perdóneme, pero es… esto… esto es muy oneroso, nuestra orden se caracteriza por la humildad y el sacrificio…

–No te preocupes hija mía que así es, -le cortó el ahora fastidiado sacerdote al notar las mamadas con las que le estaba saliendo la atractiva monjita, por lo que siguió intentando de convencerla, –Todo lo que tu vez aquí son bendiciones de nuestro señor,

–Pero entonces a lo mejor se podría haber vendido para darles de comer a los más po…

–Otro día podremos dedicarnos a debatir de este apasionante tema, -le cortó otra vez el muy descarado, para luego seguir: –por ahora solo nos dedicaremos al asunto que nos confiere, te parece?

La obediente hermana Lupe otra vez recordaba su posición ante el obeso sacerdote, por lo que solo se dio a bajar su mirada para decirle:

–Perdóneme mi buen padre yo no soy quien para contradecir sus determinaciones, una vez que terminemos con el ritual me daré a la oración para corregir mis indiscretos impulsos que con toda seguridad provienen del mismísimo demonio.

El muy infeliz veía con regocijo como la hembra escondida dentro de ese hábito se humillaba ante él, pensando que hoy en día este era el mayor problema existente en la vida del hombre común, si hasta habían guarrillas que se daban el gusto de mandar en los hogares, situación tan repudiable como reprobable para él y toda su cofradía, lo bueno que este tipo de contrariedades aun no lograba traspasar las barreras de su aislado monasterio donde él era amo y señor.

–Lo sé hija… lo sé… que tal si ya comenzamos con tu preparación… estoy seguro que anoche no pudiste orar nada debido a tus ganas, no es así?

La joven religiosa recordando al instante los motivos por los cuales ella se encontraba en la habitación del clérigo, casi con emoción olvido la suntuosidad desmedida de la alcoba en la cual la tenían metida para entregarse en cuerpo y alma a la preparación del caliente cura, claro que esto último ella no lo sabía y menos aun lo entendía.

–Si, así es, mi buen padre Ramón, las ganas esas que Usted dice que yo tengo ya casi me superan, anoche estuve horas intentando orar y no pude, necesito que hagamos el ritual lo antes posibleeee…!, -ahora la monjita Lupita de solo 18 añitos lo miraba directamente a sus pequeños y porcinos ojos negros. Le veía su morena cara mofletuda, y sus pelos canosos enmarañados, con vistosas patillas bajando por cada lado de sus cachetes dándole un aire muy empobrecido de los hombres nobles en los años 1800.

–Entiendo hermana Lupe, le puedo decir así verdad?, he escuchado que algunas hermanas así le llaman…

–Ehhhh… si Usted así lo desea… yo no soy quien para oponerme a sus deseos.

“…yo no soy quien para oponerme a sus deseos…”, pero que frase más exquisita se gritó el vejete al instante después de haberla escuchado, la tarea le estaba resultando más fácil de lo que había pensado, aun así sabía que debía irse con cuidado, la hembrita por muy inocente que fuera igual había puesto atención de la desmedida opulencia en que a él le gustaba vivir.

–Bien hermana Lupi, entonces como primera parte de iniciación antes del ritual necesito que se saque el velo y descubra sus cabellos…

–Pero padre…!!!, eso… eso no puedo hacerloooo…!!!, –la carita de la monjita era de escandalizada, –Tengo estricta prohibición de quitarme…

–Solo hágalo…!!!, y no se preocupe…, -la interrumpió el sacerdote mientras serenamente se dedicaba a llenar otras dos copas de vino, –Ya le dije que al estar entregada a este ritual todas sus acciones por muy pecaminosas que parezcan estarán perdonadas, vamos quítese el velo y descubra sus cabellos, es necesario…

La joven y casi adolescente religiosa poco a poco llevó sus manos a la parte superior de su cabeza y lentamente fue descubriendo su negra cabellera la cual también liberó de sus trabas quedando con sus desordenadas sedosidades adornando seductoramente su hermosa cara.

El viejo cura con solo tenerla en esas condiciones ya tenía ganas de besarla, al tener a la chica tan cerca de él sin el velo, y con distintos mechones castaños oscuros revoloteando por su rostro caía en cuenta que era más hermosa aun de lo que él veía cuando la espiaba desde el techo de los baños, tenía unos ojos café claros preciosos, una naricita muy bien perfilada y unos labios tan rojos como las frambuesas.

–Así… así está bien?, -le consultó con sus manitas entrelazadas a la altura de su cintura.

–Si… así está bien hermana Lupe… ahora acérquese…

La chica nerviosamente se acercó al grotesco cuerpo del obeso sacerdote, este era un verdadero elefante de 1.90 metros por lo menos, contra el 1.68 de la bien proporcionada jovencita.

–En que estábamos ayer?, -le volvió a consultar el ansioso vejete, quien se relamía sus gruesos labios oscuros al estarle mirando su angelical rostro de tan cerca.

–U… Us… Usted me había enseñado un instrumento que guarda bajo su sotana, -le dijo la nerviosa monjita ahora con sus cabellos sueltos y apuntando débilmente hacia la verga del feliz y descarado cura.

–Ahhh claro, ya recuerdo y dime… te gustó lo que tocaste ayer…?. –el miserable ni se arrugó para encender un cigarro delante de la chica, quien no entendía que un hombre de Dios fuera tan entregado a algunos vicios mundanos, aun así le contesto con la verdad.

–No lo sé… pero sentí algo raro, era tan tieso y estaba algo afiebrado…, -la chica poco a poco se iba soltando además que con la segunda copa de vino y al no estar para nada acostumbrada al alcohol su nivel de deshinibimiento iba en franco aumento.

–Dime hija, anoche pensaste en mi herramienta, o sea, intentaste imaginártela…?

–Claro que si padrecito…!, -la respuesta fue en forma enfervorizada por parte de la hembrita, ella entendía muy bien que cuando el clérigo se refería al instrumento o a la herramienta se refería a la misma cosa, por lo que continuó, –El motivo principal del porque no me pude dar a la oración fue por pensar en lo alargada y gruesa que era su herramienta…!

–Entiendo…! entiendo…!!, y es por eso que hice que te acercaras, -le contestaba el facineroso sacerdote tomando aire para lo que ahora estaba dispuesto a realizar, –Así que bebe esta otra copa de vino y ponte de rodillas, la posición en que empezaremos la preparación del ritual es contigo de rodillas y con una actitud de sumisión por tu parte.

Sor Lupita ni se la pensó para beberse la tercera copa de vino al seco, para luego casi arrojarse a los pies del buen padre Ramón.

–Y ahora que viene padrecito?, -le consultó desde abajo.

–Tantea mi sotana y sondea el instrumento que tanto deseas… con este ya en tus manos entenderás muchas cosas hija mía, vamos búscala tu misma.

La chica con algo de temor fue subiendo una de sus manitas para tantear la parte baja de la cintura del grueso religioso quien veía la operación fumando su cigarrillo, estaba feliz con los logros alcanzados, pensó que fue un verdadero acierto haberla dejado en su monasterio cuando la chica llegó solo como una más de las tantas novicias que pasaban por este.

–Ohhh…!, lo encontré padre Ramón, pero ahora siento la herramienta mucho más blanda que anoche…, -la cara de la monjita Lupe era de desconcierto, esta manguera que otra vez agarraba por encima de la sotana no tenía nada que ver con la que ella había conocido una noche atrás.

–Solo tantea y sobajéala hija, ya verás que gracias a ti esta va adquirir dimensiones considerables y ya estará en condiciones para que la puedas admirar a plenitud.

Tras unos breves minutos, uno o dos tal vez, la hembrita otra vez se dirigía al sacerdote pero ahora con un dejo de entusiasmo en su voz.

–Si… lo siento padrecito su bendita herramienta crece cada vez más, mire como le levanta la sotana…, -y efectivamente con semejante tratamiento manual la gruesa verga del aprovechador cura había adquirido una erección temible, su sotana se levantaba de tal forma que la hermanita Lupita veía partes de sus flacuchentas y blancas piernas que solamente tenía pelos en algunas partes de ellas.

–Ponte de pie hija, ya es hora de dar el primer paso antes de que te la muestre.

Una vez que Lupe se puso de pie el oscuro sacerdote puso sus dos manos en los hombros de ella, dándose a contemplarla con su negro hábito caído hacia tras de sus cabellos mientras la monjita respiraba por su boca ya que sabía que algo le iba a hacer el buen padrecito, este último diciéndose para sus adentros que la atractiva muchacha así tal como estaba parecía una verdadera sacerdotisa hecha para las artes tanto carnales como amatorias, así que ya no esperando mas se dio a decirle:

–Esto… esto es obra de la divina providencia hermana… solo piensa en esoooo…, -y sin más bajó sus manos a su estrecha cintura y le estampó su asquerosa bocota abierta en los cerrados labios de ella comenzando a besarla efusivamente abrazándola y atracándola contra su obeso cuerpo.

La contrariada y joven religiosa recibió el húmedo besuqueo con espanto, solo se quedaba quieta con sus ojos bien abiertos intentando comprender que era lo que estaba pasando, ahora recordaba que eso que le estaba haciendo el padre Ramón era lo mismo que le hacía el hombre del parque a la mujer rubia.

Luego de un rato en que en la clerical habitación solo se escuchaban los chapoteantes labios del cura este se separó de la boca de su víctima para aclararle como era la cosa de ahora en adelante.

–Abre tu boca cuando yo te este besando hermana Lupe… o acaso quieres arder en las llamas del infierno…!? Esto es parte del ritual…!!!

–Ohhh…!!!, no padrecitoooo…!!!, yo no quiero arder en el infierno…!!!

–Entonces abre tu boca…!!!

En el mismo momento en que el asqueroso religioso otra vez se lanzó contra los vírgenes labios de la chica ella abrió su boca casi en el acto sintiendo como la gruesa lengua del padre Ramón invadía con toda potestad la suya.

–Ahora necesito que muevas tu lengua contra la mía… así debe ser hija, recuerda que una de tus virtudes es la de la obediencia…, -le dijo en un momento que otra vez se separaba de sus rojos labios, para luego volver al ataque.

Esta vez la joven monjita con el viejo sacerdote se besaban como si de verdad ellos lo desearan. Por parte del aprovechador clérigo así era, él la deseaba con bravura y ahora que sentía su fresca lengua batirse con la de él sabia que ya una parte de la persona de la chica le pertenecía, pero él la quería entera e iba a dar su vida con tal de lograr poseerla esta misma noche.

Por parte de la asombrada hembrita ella solo correspondía a eso que le hacían porque se lo estaban ordenando, nunca en su vida había escuchado que un hombre con una mujer juntaran sus bocas y lenguas para demostrarse afecto, simplemente ella no tenía ni mierda de idea de lo que estaba haciendo tan comedidamente, pero si puso atención de algo duro que le oprimía el buen padre a la altura de su abdomen, al instante cayó en cuenta de que se trataba del bendito instrumento que si ella quería conocer.

El viejo cura casi se la estaba devorando, más que besos eran verdaderos tarascones los que le plantaba con ferocidad en su dulce boquita, sus regordetas manos sobajeaban todo lo que podía, y muy peligrosamente se acercaban a las prominentes y redondeadas nalgas de la joven, para luego volver a pasearlas por sus caderas y sentir aquella estrecha cintura, sencillamente la joven hermanita Lupita era una hembra de infarto se decía para sus adentros mientras no se cansaba de comérsela.

–Ahhhhh…!!!, tu boca es tan dulce como la mejor miel del oriente… ya tendré tiempo de seguir probándola, ahora ha llegado el segundo paso de tu preparación, -le dijo una vez que la liberó de su opresión mientras la asustada religiosa intentaba recuperar la respiración. El caliente cura le había arrebatado hasta el último aliento.

–Como Usted diga padrecito…!, -fue lo único que atinó a decir una vez liberada.

–Vuelve a arrodillarte ante mí en señal de sumisión y humildad, -la voz del viejo sacerdote era grave y autoritaria. La joven otra vez estaba de rodillas con su carita de inocente que solo Lupita podría tener, mirándolo hacia arriba y mirando de reojo la tremenda carpa que se formaba a la altura del apéndice del religioso.

–Que paso viene ahora…?, -le consultó mirándolo alternadamente a él y a la verga aun oculta por la oscura ropa del sacerdote.

–El paso que viene es esteeeee…!!!!, -el descarado cura simplemente abrió su sotana para dejar a la vista de la monjita una grotesca verga temiblemente bien parada, eran por lo menos 25 centímetros de carne oscura que se bamboleaba orgullosamente ante los atemorizados ojos de la joven Lupita, fue el viejo quien rompía el hielo ante tan enloquecedora situación, –Te gusta mi instrumento…!?

La hermana Lupe, solo tragaba saliva estudiando ese descomunal falo de carne que hasta ese día desconocía que los hombres tuvieran. Lo que veían sus escépticos ojos inocentes de la ahora confundida religiosa era un miembro enorme y muy gordo, algo así como una manguera hecha de carne, se decía para sus adentros, esta estaba llena de venas multicolores que pulsaban rápidamente producto de la acelerada presión sanguínea de su dueño, notando que ese descomunal y alargado trozo de carne que nacía desde mas debajo de la peluda panza del padre Ramón también tenía debajo de su base dos bolsas de piel bien arrugadas pero que al parecer tenían dos pelotas del porte de un durazno conservero al interior de ellas, nunca en su vida había visto o imaginado algo parecido, como a la misma vez se sorprendía con esa espesa mata de pelos gruesos entre negros y canosos que abundaba en la base del bendito instrumento que por fin conocía y veía tan cerca de su cara.

–Contéstame hija… te gusta mi instrumento…!?, -el pernicioso cura ya resoplaba como un toro embravecido.

Sor Lupita como una verdadera zombi solo se dio a contestarle sin quitar su vista de aquella preciosidad recién descubierta.

–Creo que siiiii…!, su… su instrumento me llama mucho la atención padrecito…!, es… es… hermosoooo…!!, -le dijo ahora respirando un poco mas aceleradamente.

–Entonces vamos…! tómalo como lo hiciste hace un rato… es todo tuyoooo…!!!

La chica sin pensar en lo bueno ni en lo malo ya solo actuaba guiada por su propia sensualidad y por su instinto de hembra, en forma refleja subió ahora sus dos manitas quedando firmemente asida a la gruesa verga del cura, la pobrecita ni se imaginaba aun lo que le deparaba cuando el clérigo decidiera metérsela.

–Ohhhh… padrecitoooo…!!!, el bendito instrumento late como si tuviera vida propiaaaa…!!!, lo siento en mis manos como pulsa aceleradamenteeee…!!!, -las palabras de Sor Lupita le nacían del alma, y como era que no si la monjita había quedado caliente del mismo día que había estado en la capital, solamente que ella no lo sabía.

–Te gustaaa como pulsaaa…!!??

–Me… me… encantaaaa…!!

–Dale un beso…!!!

–Un… un beso…!?, -ahora la inocente monjita lo volvía a mirar hacia arriba.

El padre Ramón acordándose que la monjita era novata en esas lides se dio a enseñarle cómo hacerlo.

–Si… debes fruncir tus labios y estamparle un beso en la punta que es esa parte morada que estás viendo…,

La muchacha entendiendo que eso era parte de su preparación movió sus exquisitos labios rojos como anteponiéndose a lo que iba a realizar, hasta que por fin:

–Muachsss…!, así… así está bien…!?, -le consultó después de su primer ósculo a una verga.

–Siii… pero ahora le darás un beso con lengua…!!!, así lo demanda el ritual hija mía, vamos… hazlo de una vez, yo se que tu puedes hacerlo.

–Con lenguaaa?, no entiendo padre…!!

–Debes abrir tu boca y meterte todo lo que puedas al interior de ella, y una vez que ya no caiga mas debes acariciarla con tu lengua y frotarla con los labios… esa es la forma hija mía… vamos hazlo, que esperas?

La joven beata entusiasmada con tan tentadora tarea poco a poco fue acercando sus rojos labios al aceitado glande del padre Ramón, lo notaba inmenso y achatado, y la punta de la uretra parecía ser el ojo de un ciclope que la miraba para comérsela, así que aguantando ese fuerte aroma a orina que expelía de aquel aparato carnal ella simplemente fue abriendo su boca lo que más pudo para meterse por primera vez en su vida una verga entre los labios.

El excitado cura desde su posición veía que la joven monjita se acababa de comer todo el glande de verga, es que su aparato era tan robusto y grueso que difícilmente la chica podría ahondar más en la oral tarea, por lo que el hombre rápidamente le empezó a dar instrucciones:

–Así… así está bien hermana… ahora retire sus manos de mi herramienta y aplíquese solamente con los labios y la lenguaaaa…, -esto se lo decía con sus ojos salidos para afuera.

La curvilínea y portentosa Sor Lupita hizo caso en el acto, al parecer ya se le había pasado el miedo a lo desconocido, ni siquiera pensaba en sus demás hermanas que a esas horas estaban dadas a la oración mientras ella le practicaba la primera felación de su vida al padre Ramón.

La inexperta mamada que le estaban propinando al obeso y asqueroso cura se le hacía exquisita para este mismo, en varias ocasiones la hermana Lupe se la mordía debido a su ignorancia en estas artes, pero el sexagenario sacerdote las aguantaba con estoicismo, ya que veía que la joven poco a poco iba tomando su propia técnica.

La veía de a momentos parar para tomar un poco de aire, lo hacía sin sacarse el trozo de carne de entre medio de sus labios, para luego volver a succionarla metiéndosela cada vez un poco más adentro de la boca.

Por su parte la joven Lupita ahora gracias a sus fuertes y rítmicas succiones y movimientos linguales se la sentía más dura y más recia que antes cuando le rozaba el paladar, la verga ya lograba metérsela hasta un cuarto de su longitud, y esta pasaba a llevar su campanilla por cada empujón que le ponía el sacerdote cuando ella iba en avance, y por cada vez que miraba al cura como queriendo preguntarle si se la estaba chupando bien veía que este solo le sonreía en forma desvergonzada, hasta que escuchó nuevamente el tercer paso de lo que le tocaba hacer,

–Ya déjala… déjala hija… que ahora viene tu tercer paso en la preparación…, -el cura había tenido que casi quitarle su aparato a la chica por miedo a eyacularle allí mismo dentro de su pequeña boca, que con entusiasmo se la había seguido chupando cuando este pretendía sacarla.

–Ohhhh el tercer paso… ordene padrecito… como cree que lo estoy haciendo, me podrá sacar esas ganas que Usted dice que tengo…!?, -la jovencita religiosa se lo preguntaba aun puesta de rodillas, con varios ríos de líquidos pre seminales adornando su barbilla.

–Vas muy bien hija…! vas muy bien…!!, pero esta prueba que viene ahora es un poco más complicada que las anteriores, pero es crucial para poder llevar a cabo el ritual.

–Yo seré obediente mi buen padrecito… solo continuemos con mi preparación…, -dentro de su inocencia la chica juraba que lo estaba haciendo bien, además que con su nivel de humildad y sumisión según lo ordenaba su orden quedaría muy bien puesta a los ojos del cura.

Por su parte el despreciable hombre continuaba con sus instrucciones con la sola intención de seguir pervirtiéndola.

–Así sea hija mía, bien, ahora que ya te has congraciado oralmente con la herramienta con la que te haré el trabajo…

–Será con el bendito instrumento con lo que me quitara las ganas…!?, -le interrumpió la joven Sor Lupita no dejándolo terminar, sus ojos cristalinos ya estaban casi vidriosos.

–Ehhh… no me gusta que me interrumpas…!, -el padre Ramón, buscaba rápidamente en su mente una respuesta convincente que darle a la chica, así que no le quedó más remedio que confirmárselo concluyendo que si la hembrita no se había hecho problemas para mamársela con esta otra nueva idea tampoco deberían haberlos, –Pero ya que lo preguntas debo confiarte que así es… será con esta herramienta con la que trabajaré en el ritual. –El viejo Cura ya estaba con toda su sotana abierta y agitándose la verga delante de ella mientras le decía lo último.

–Pero que me hará con ella, no entiendo…!!!. –Sor Lupita estaba cautivada con todas estas nuevas emociones recién descubiertas en su sensualidad, incluso ya casi no le espantaba ver al sacerdote casi desnudo, sus ojos no se cansaban de ver esa tremenda panza peluda y que en su pecho la densidad de pelos canoso se hacían más tupidos y lago plomizos.

–Hermana… ya lo entenderás cuando estemos acostados…! Ahora solo qui…

–Nos acostaremoss…? Pero porque…!?, -le volvió a preguntar Lupita al cura, eso de acostarse con él para nada estaba en sus libros, nunca había escuchado de ese tipo de rituales, algo en su mente la estaba asustando y poniéndola en alerta, pero ese extraño nudo en el estomago y que se expandía hacia ciertas partes de su cuerpo la animaban a continuar.

El obeso sacerdote volvió a tomar aire para seguir buscando las palabras necesarias para hacerla caer con ella poniendo de su parte.

–Si hija, debo ponerte en antecedente que nos acostaremos, y será así porque el ritual así lo demanda hija,

La chica pensando ahora seriamente en el asunto, y por muy rica que hubiese encontrado la herramienta que le había enseñado el sacerdote y que hace solo un rato había tenido puesta entre sus labios, creía entender que a pesar de sus palabras eso de acostarse con el no era apropiado.

–Ohhh… mi buen padre no sé si seré capaz de hacer eso… yo nunca…

–No temas hija mía, -ahora era el viejo quien rápidamente no la dejaba terminar, –Recuerda que yo soy la autoridad máxima en este monasterio, y tu orden te exige obediencia y sumisión, ya verás que serás santificada con este bendito instrumento con el que has dado claras muestras de aceptarlo.

La monjita ahora un poco dudosa no sabía si realmente sería capaz de tenderse en la misma cama junto al sacerdote, pero las palabras del aprovechador clérigo aun le sonaban algo coherentes, hasta que otra vez recordando cuáles eran sus virtudes dentro de su orden le dijo:

–Si, es verdad… entonces cual es el paso que viene ahora padre Ramón…?, extrañamente la chica ahora ya no lo trataba de mi buen padrecito, esto era producto de los tremendos nervios que la embargaban.

–El paso que ahora te toca superar hermana es el retirar toda la ropa de tu cuerpo, debes quedar totalmente desnuda ante mi presencia.

–Padreeee…!!, es que no sé si eso sea correcto…!, -la cara de la joven Sor Lupita se desfiguró por lo escandaloso de la prueba que ahora le tocaba realizar.

–Ya te lo dije Lupita… tú me debes obediencia porque así lo has jurado antes Dios, vamos yo te ayudaré con esta difícil tarea, ya verás que en poco tiempo te acostumbrarás a estar encuerada ante mi presencia, Jejeje…

El viejo Cura poco a poco iba corriendo la cortina de lo que el realmente deseaba obtener de la incauta monjita.

La ahora si asustada hermana Lupe que en un principio había imaginado estar recostada sobre la gran cama del sacerdote aprendiendo cosas nuevas, ahora con solo verle la cara de depravado que este había puesto cuando le pedía que se quitara la ropa pensó que quizás todos eso de las ganas y del famoso ritual que este decía podrían ser puras patrañas para hacer cosas horrendas con ella, así que rápidamente se puso de pie mientras le decía,

–Padreeee…, yo creo que hasta aquí ya esta bueno, ahora me iré a mi celda y me entregaré a la oración para ped…

El salido sacerdote viendo que su joven hermanita se le quería echar a volar automáticamente se abalanzó sobre su cuerpo para arrojarla sobre la cama y comenzar el mismo a quitarle el hábito, en tanto la asustada monjita solo se dejaba desnudar estando paralizada por el pánico.

–Noooo, pa…dreeee… que haceeee…!?

–No temas dulzura… esto es necesario para iniciar el ritual… y te anticipo que en un principio tu misión será de martirio, pero luego cuando ya lo estemos haciendo firme serás bendecida por el mismísimo espíritu santo… no es una maravilla…!?, -el viejo sacerdote resollaba mientras a puros jaloneos le iba quitando sus oscuras vestimentas, que ella débilmente intentaba sujetar con sus manitas.

Pero el viejo sacerdote era mucho más fuerte que ella, este prácticamente a puros tirones le arrancó el hábito y su ropa interior que no era muy mojigata para ser monja, esta era blanca y del tamaño normal, dejando a la joven religiosa totalmente desnuda, enseguida de debajo de sus almohadas saco dos par de esposas con las cuales rápidamente la dejó inmovilizada con ambos brazos extendidos y sujetos a los fierros centrales del respaldo de la cama,

–Que hace padre Ramón… porque me amarra a la cama…?, – la desnuda muchacha le preguntaba jalando sus brazos y cayendo en cuenta que de ninguna manera podría liberarse, si es que no lo hacía el cura.

–Ya te dije que no debes poner en dudas mis actos hija mía, solo lo hice por tu propia seguridad… el rito es muy peligroso y podrías hacerte daño, pero cuando yo vea que te has entregado a él te liberare para que sucumbas a sus exquisiteces…, -fue en eso cuando su ardiente mirada dio con aquel sedoso triangulo de tiernos pelitos negros y brillosos quedando literalmente hechizado con ellos.

–Acaso… acaso me va a hacer un exorcismo…?

El padre Ramón casi no la escuchaba, por fin la tenía desnuda y tendida en su cama tanto como él lo había soñado desde que la criatura había llegado a su monasterio, sin embargo por ahora solo se daba a devorársela de pies a cabeza, pero que buena estaba la muchacha se decía en forma boquiabierta sin quitar sus porcinos ojos ahora puestos fijamente en sus tetas que si ser grandotas eran del tamaño perfecto para cualquiera, pero lo que si tenía muy bien desarrollado según su análisis era toda la parte de su cuerpo desde su ombliguito y estrecha cintura para abajo, deliraba con esas caderotas muy remarcadas que daban paso a unos muslos fuertes y muy bien formados, la más joven de sus monjas era un verdadero monumento de mujer se gritaba para sus adentros, y cuando por fin se convencía de la suculenta hembra que estaba solo a minutos de cogerse, se dio a contestarle lo que ella le había preguntado.

–A… al… algo parecido hija… algo muy parecidoooo…!, solo que con este ritual te sacaré esas tremendas ganas que llevas dentro…

Junto con decirle lo ultimo el gozador y casi infartado clérigo como un verdadero poseso se lanzó a las piernas de la chica abriéndoselas de par en par y con fuerzas desmedidas, sin importarle el dolor que le causaba a la aterrorizada hermana Lupe, para luego de tenerla con ambos muslos abiertos y recogidos ir acercándose a la apretada y virgen vagina para proceder a olerla, el aroma que desprendía la tierna panocha de la joven Lupita era para enloquecer a cualquier hombre, la miró bien de cerca y se la olió hasta el cansancio, y una vez que el sentido de su olfato ya estuvo impregnado de aroma a hembra fue cuando le dijo:

–Ahhhh… que rico hueles aquí abajo hija mía, de verdad que huele a hembra caliente y sedienta de verga, jejeje,

La asustada muchacha que no imaginaba lo que le iba a ocurrir igual se dio a preguntar por esa extraña palabra que por primera vez en su vida escuchaba:

–Sedienta de verga…!!?? Padrecitoooo… que es la vergaaa…!!??,

–Pues la verga es el bendito instrumento que entusiasmadamente estuviste mamando solo hace un rato, esta es la vergaaaa…!!!, -le bufó a la misma vez en que rápidamente se retiraba su sotana y se ubicaba ahora totalmente desnudo a la altura de su rostro para comenzar a azotar su endurecido miembro contra su cara. –Mírala bien hija, que en un rato mas te la voy a meter, jajajaja…!!!

Diciendo esto último otra vez se desplazó hacia la parte central de sus muslos para volver a abrírselos, acto seguido abrió su bocota babeante y lentamente se fue acercando a esa atrayente y virgen panocha para comenzar a devorársela a su total antojo.

El padre Ramón lamía y succionaba aquella núbil hendidura como un verdadero endemoniado, estaba fascinado con ese cuerpo de fabula que tantas veces había soñado después de espiarla en los baños, se la chupaba, se la lamía y se la escupía, para luego explorársela con sus gruesos dedos regordetes, todo aquello era más que excitante para el lujurioso cura, y lo que más le calentaba era saber que estaba solo a minutos de ser él quien iba a desvirgar a tan apetitosa hembra creyente que tuvo la mala suerte de caer en su monasterio.

La joven hermana Lupe ahora sentía un poco de aversión por todo lo que le estaban haciendo, pero al saber que ella también le había succionado su cosa al padre Ramón, pensaba que quizás esas lamidas en su parte intima no estaban muy lejos de ser normal para lo que era su preparación, luego una lejana parte de su mente le hacían pensar que eso que le estaban haciendo era una acción de lo mas reprobable para una sor recién nombrada al servicio de Dios, pero lo que no imaginaba la pobre jovencita era que lo peor estaba por venir.

En tanto el perverso cura abría todo lo que pudo su asquerosa boca goteante de babas y se sumía en esa exquisita y joven vagina que se estaba comiendo, Sor Lupita por su parte de un momento a otro ya era víctima de un desfalleciente hormigueo en su casto tajito al sentir los gruesos labios del padre Ramón abarcarle toda la extensión de su pequeña fisura carnal y sintiendo como su áspera lengua hurgaba intentando adentrarse al interior de su rendija, fue abriendo ella misma y en forma voluntaria lentamente sus piernas, hasta quedar totalmente abierta de patas.

Los gemidos de la joven religiosa no tardaron en llegar a los oídos del caliente clérigo por lo rico que estaba sintiendo.

CONTINUARA… ESTA ABERRANTE COMO PROHIBIDA HISTORIA DONDE NUESTRA HERMOSA MONJITA LLAMADA LUPITA, SE ENTREGARA AL PECADO CARNAL EN MANOS DEL PERVERTIDO CURA RAMON.