El exceso de escribir sintiendo
Acudo al cajón de mis juguetes y opto por el de color azul, liso de unos 15 cms con vibración y con una anchura adecuada a mi negro agujero.
Desde que frecuento esta página y leo relatos, he observado que en ocasiones el autor/a tiende a presentarse y explicar algo de sí mism@
De mí cotidianamente diré que llevo una vida sencilla como la de cualquier persona con la que os podáis cruzar en una calle, un metro...
¿Físicamente? Estoy en la talla treinta y cuatro, de extremada delgadez (he sido siempre así, de hueso fino). Me castigaría la crítica en la pasarela, pero por suerte mi 1.59 de estatura me "salva" de entrar en ese mundo. Aunque no me veo descompensada ya que tengo un pecho grandecito (de herencia materna). Facialmente es otro cantar, se podria decir, que aires latinos adornan mi rostro. Hay hombres que me puntuarian con un nueve, pero reconozco que un 7/8 sería lo correcto.
Debo a algún/na lector/ra, el por qué, en mis relatos las descripciones son minuciosas al principio, y terminan en una corta resolución.
Pues bien ahí va el proceso creativo.
Debo decir que la idea nace en algún escondido lugar de mi mente. No se si será dominación (como en muchas ocasiones acabo colocándo..., puede, que erroneamente), si será lesbico, o no consentido, o una mezcla de todo.
Para empezar suelo sentarme ante mi escritorio, y tomo unas bolas de esas chinas plateadas, que sirven para pasear por las manos ayudando a la relajación, pues en mi caso, no son nada relajantes. Las deposito en la silla y me siento encima, una queda justo en el agujero anal y la segunda en el vaginal. No tengo que decir que eso despierta mi mente en caso que estuviese dormida.
Entro en la escena y adopto el rol de unos de mis personajes, posiblemente muchos, equivocadamente, crean que como sometida. Mis dedos siguen escribiendo, sin tener en cuenta los puntos, las comas, o la ortografía, sólo mi mente turbada va por delante de todo cuánto escribo.
Evidentemente con el peso, las bolas se van incrustando, y crece la necesidad en mi, al igual que en la escena pero intento controlar ese ánsia de correr hacia el deseo insatisfecho.
Los personajes se aproximan empiezan las penetraciones, y ahí mi urgencia es palpable, mi sexo esta mojado y la segunda bola en el trasero esta dilatando el agujero y reclama más, así que acudo al cajón de mis juguetes y opto por el de color azul, liso de unos 15 cms con vibración y con una anchura adecuada a mi negro agujero, lo unto con lubricante y vuelvo a la silla, lo coloco de punta y me siento, con una fuerte exclamación de alivio, de golpe encima de él.
Oigo mi propia exclamación al notarlo incrustado en mi trasero, y la vivo en mi personaje, sé como se desarrollará la próxima escena, pero no consigo escribirla con la suficiente rapidez, y mi clítoris palpita (como ocurre ahora al contároslo), reclama mi atención y me debato entre acudir a él o escribir un poco más antes de ello. Gana él, mojo mi dedo con flujos que he ido expulsando y lo acaricio suavemente, gimo excitada, y deseo continuar, pero si no sigo con mi relato, perderé el hilo de la situación y no recordaré las duras palabras que me dicta mi mente enfebrecida.
Mis pezones que durante años estuvieron dormidos, o simplemente olvidados, despertaron un día en una prueba que hice al colocar unas pinzas de la ropa en ellos. Probé con unas de esas clásicas de madera y el dolor era brutal, pero encontré un pequeño truco que consiste en forzar un poco el muelle en sentido contrario a la apertura, y ¡milagro! se consiguió una presión estupenda. Al principio dolia un poco, aunque era un dolor rozando el placer y me di cuenta, que un morbo tremendo habia estallado en mí, y de forma inmediata me mojaba una barbaridad, ufff, recuerdo que en dos minutos estaba lista para alcanzar el climax más rápido nunca logrado. Me recordaba un poco, a lo que a veces los chicos explican que sienten al poseernos y la dificultad de aguantarse.
Total, que tomo dos pinzas que tengo siempre en un rincón del cajón del escritorio, y pinzo con ella mis amarronados pezones, y a la vez, enciendo la vibración del juguete. Ya estoy totalmente perdida... la urgencia es absoluta, no podré soportarlo mucho más, debo acabar cuanto antes y así acudir al reclamo de mi endiablado y lascivo cuerpo,
Deseo insultos, mis oidos los piden, me siento la mujer más perra, y quiero el semen, la prueba de tanta lujuria, el relato ha llegado a uno de sus finales, y mi cuerpo se alegra porque sabe que ahora le toca llegar al orgasmo. Mi dedo viaja al endurecido clítoris y empieza la fricción, mi cadera se mueve buscando más. Pellizco los suaves y depilados labios de mi sexo. Releo el final del texto y no puedo evitarlo, grito, gimo y noto como mi trasero está empezando con las contracciones, a las que le siguen mis musculos vaginales, ya es un hecho, me estoy corriendo y grito, me retuerzo en la silla, alcanzando el climax absoluto, hasta llegar a la calma absoluta.
¿Qué he hecho? Primeramente excitarme pensando en dominar y acabo sintiéndome dominada... otra de las incognitas, de mi entramada red mental.
Ahora sólo queda repasar lo escrito y añadirle las correcciones necesarias, que menudas ganas quedan.
Un beso especial a todos los que me animais a escribir y a pasármelo tan bien mientras lo hago.