El examen suspenso

Una estudiante de universidad tiene una sesion más privada con su tutor de lo que ella podía esperar.

EL EXAMEN SUSPENSO

-Ha hecho un examen pésimo, Srta. Clara.

Pero los ojos del rector no hablaban del examen.

-Sí, lo sé, pero últimamente me cuesta concentrarme. Tengo…problemas.

Sus ojos se encontraban fijos 15 centímetros más abajo, en aquella camiseta blanca que como de costumbre llevaba dos botones desabrochados de más. Aquel escote demasiado generoso dejaba a entrever las generosas formas de su abultado pecho.

-¿Qué tipo de problemas?.

La pregunta era superflua, poco le importaba. Aquellas torneadas piernas que se veían gracias a lo corta de su falda lo tenían cautivado. No eran esas piernas musculadas como las de gimnasia rítmica, ni palillos como los de las chicas de primer grado, la mayoría tan delgadas que casi parecían sufrir anorexia. Se veían tersas y suaves al tacto, de un color muy saludable, nacarado suave.

-Bueno…es que mi novio y yo…no atravesamos un buen momento

-¿¡NOVIO-y aquella pregunta lo descolocó-!?. Srta. Clara-vociferó ya con un modulado tono represor de rector-, se encuentra en los exámenes finales de carrera. Está en la mejor universidad del país estudiando una de las carreras más duras para así colocarse en un puesto importante, con unos exámenes en los que cualquier distracción es fatal…¿¿y pierde el tiempo con novios??. Concéntrese en el estudio, y olvídese de los amoríos. Deje esas cosas para más tarde.

-¡ESO A USTED NO LE IMPORTA-saltó ella a la defensiva-!. Eso es mi vida privada y usted no tiene autoridad en ella.

-Si su vida académica se ve afectada por sus vida sentimental sí me importa. De hecho, ha suspendido el examen previo al de fin de carrera, y ha suspendido con muy mala nota. No tengo más remedio que ponerle un negativo en su media de curso, lo que va a serle muy malo para la nota final cuando haga el último examen.

-¡NO-gritó ella aterrorizada-!.

Sus ojos azules se abrieron de par en par. Él casi podía ver el mar en ellos del azul tan marino que tenían. Al menos no eran como los de su asistenta, un azul claro tan intenso (casi blanco) que cuando lo miraban se quedaba petrificado. Clara enseguida se puso a jugar a entrelazar sus dedos, un gesto habitual cuando se sentía nerviosa.

-¿No hay forma de que pueda hacerme un examen de reválida de cara a mejorar la nota, antes del examen de final de carrera?.

-¿¿A usted sola-preguntó tan sorprendido como escandalizado-??. Porqué usted ha sido la única en sacar una nota por debajo de 5. Sus compañeros no han bajado del 9.

-¡Pues a mí sola, me da igual-los desairó-!. ¡Quiero hacer el examen, necesito subir la media!.

-No-dijo él tan tranquilo-.

-¿Cómo-se quedó ella a cuadros-?.

-No. He dicho no-repitió con la misma naturalidad y soltura-. No pienso darle ese capricho, ¿quiere que me acusen de favoritismo?, ¿qué por una sola persona haga todo un examen, con lo que supone?.

-Entonces lo haremos fuera de clase, cuando todos se vayan, para que nadie se entere. Prometo no decir nada, ¿le parece bien?.

-Ni bien ni mal. No es no, en este y en cualquier otro idioma.

Clara veía que la cosa no funcionaba. No había manera de convencerlo de hacer el examen de nuevo. Nerviosa, se mordió el labio inferior, un gesto que al rector enloquecía especialmente cuando lo veía en alguna alumna, sobretodo cuando se trataba de labios carnosos y de sensual forma, como en el caso de ella. Como aderezo, su largo pelo rojizo brillante de onduladas formas daba el punto de combinación perfecta con aquellos labios. La sensualidad de Clara estaba haciendo que aquel despacho privado se empezara a cargar con una atmósfera de excitación.

-¿No hay nada que pueda hacer para convencerle?.

El rector, absorto, no dejaba de admirar las curvas de su alumna, de la que era a su vez el tutor. Desde el primer día la había deseado, era con mucho la más femenina y morbosa de sus estudiantes, además de la más inocente. Era la única de la que no iban circulando historias por los pasillos sobre a cuantos hombres se había cepillado un fin de semana, o sobre a quien le había hecho algún favorcillo de fin de semana. "Una chica formal", se dijo, y la idea lo tuvo tan excitado que ni se dio cuenta de que, de no ser por la mesa que los separaba, Clara podría admirar su gran erección.

-¿Uh-se quedó confuso al volver a la realidad-?...¿que?...oh no…no creo, vamos. No creo que pueda hacer algo para convencerme.

-Haré lo que sea-imploró-. Lo que sea por hacer ese examen.

Y en su determinación, sin darse cuenta, se levantó de la silla y se inclinó para poner los puños sobre la mesa con cara de furiosa resolución. Debido al escote que ella llevaba, le dio al rector todo un espectáculo: salvando el pezón, ocultado por la blusa, todo su pecho quedó a plena vista. Era suave y voluptuoso, de formas proporcionadas a la par que generosas. Podía intuirse una areola rosada, con lo parecía que sus botoncitos debían ser de un tono parecido al de su piel.

-Y ese "lo que sea"-insinuó-….¿que abarca?, ¿a que está dispuesta?.

Clara, extrañada del tono meloso de su tutor, no comprendió lo que ocurría hasta que al seguir la mirada de aquel hombre de mediana edad vio que sin darse cuenta casi le estaba haciendo un topless. Su primer impulso fue taparse, pero como si una luz se le encendiera en su mente, percibió la clase de "acto" que tendría que hacer para conseguir su propósito, y con más vergüenza que excitación, deslizó sus brazos y se desabrochó los botones de su blusa, haciéndola a los lados. El rector observó atentamente todos los gestos de Clara, y como sacó de la prisión del sujetador ambos senos. Lo que antes se insinuaba ahora se veía en todo su esplendor.

-Es realmente precioso-dijo él con voz sinuosa-. Venga aquí-le dijo haciéndole señales con el dedo-.

Clara se sentó en el borde de la mesa, enfrente de él y luego lo hizo en su regazo siguiendo sus instrucciones. Sus manos temblorosas avanzaron con lentitud hasta que se posaron sobre aquellos senos abultados y firmes. El tacto lo embriagó. Era mejor de lo que se había imaginado. Sin dudarlo llevó su boca y tomó un pezón con la lengua. Ella, debatiéndose entre el miedo, la vergüenza y la excitación, estaba paralizada como una muñeca, sin saber que hacer. Fue él quien llevó la iniciativa, y quien deslizó sus manos por la esbelta y curvada anatomía de Clara. La derecha se apoderó del seno izquierdo, y la izquierda acarició el interior de los muslos de sus piernas para adentrarse más aún, a tal punto que con la yema de los dedos notó la tela del tanga que ella llevaba.

-Un tanga de cuero-percibió medio asombrado-…Vaya, vaya…pareces una niña inocente, pero en el fondo eres una salvaje-y se sonrió-…Oh dios mío-se sorprendió al deslizar sus dedos al otro lado de aquella prenda íntima-. ¿Pero qué?.

Si ya el tanga de cuero lo había sorprendido, más lo sorprendió el ver que algo faltaba por allí dentro: pelo. No había un solo pelo en su pubis, nada. Estaba liso y muy suave al tacto, lo que no solo descolocó al rector, si no que a Clara provocó gemidos tan intensos que casi la hacían desmayarse.

-Está totalmente sin pelo en el chochito. ¿A que se debe?.

-Cosas de mi novio-respondió-…No le gusta el pelo, le asquea mucho…y bueno, a él le encanta…bueno, que prefiere más ponerme su boca "ahí"…a poner "lo otro"

Con una mueca jocosa, el rector vio la vergüenza y el recato de Clara y casi se empezó a reír, pero la excitación lo dominaba y prevalecía sobre todo. Gracias a la luz que entraba por la ventana situada detrás de él y que daba directamente a Clara, ésta se parecía más a una ninfa o un ángel que a una estudiante de universidad. Su pelo brillaba con la luz de las últimas horas de la tarde, y su piel resplandecía. Al fijarse en el alfeizar de la ventana, (a mayor nivel que la mesa), el rector le dijo a ella que se apoyara en el borde del alfeizar y que separara las piernas todo lo que pudiera levantando su falda, no sin antes quitarle el tanga. Al hacerlo, éste tuvo una visión clara y nítida de la vulva de la estudiante, cuyos labios dibujaban una forma biconvexa, fina y alargada. Tenía una abertura de apenas dos o tres centímetros, con lo cual era evidente que aquello recibía tratamiento masculino de manera asidua.

-Es perfecta-se dijo él en voz alta-. Es el mejor coño que he visto en mi vida.

Acercándose a ella con la silla de oficina de ruedas, se puso a la posición idónea para poder toquetearla mejor. Con dos dedos la penetró con lentitud, y Clara estremeció sobremanera todo su cuerpo ante aquella invasión de su intimidad, pues fue más suave que la de su novio solía hacer. Los dedos entraban y salían notando una humedad más que incipiente, y la otra manera le acarició los pechos antes de llevarla a su mejilla y de apoderarse de aquella boquita sensual con la suya propia. Ya puesto en pie y llevado por el momento, el rector bajó sus pantalones y sacó la espada que tenía por verga, llevando una mano de ella para que lo acariciara. Clara se sobresaltó y cuando dejó de besarla, su mirada se posó en aquella tranca que tenía agarrada.

-¡MADRE DE DIOS-exclamó asustada-!, ¡ESTO NO ES UN PENE, ESTO ES UN MISIL TIERRA-AIRE!.

-¿Un pene-casi se rió de la formalidad de ella-?. No Srta. Clara, esto no es un pene, es una polla como dios manda, un señor pollón que ha conseguido mantener todos sus 24 centímetros al paso del tiempo. Adelante, toque toque, admire que dureza y vigor tiene. Esto no se ve todos los días.

Clara posó ambas manos sobre aquel trozo de carne dura y caliente. Hervía al tacto y debía tener como cinco centímetros de diámetro en grosor, un monstruo de pija masculina que contrastaba del todo con la altura y gran delgadez del rector.

-Es algo normal. Los hombres delgados y altos tienden a lucir pollas gruesas, y los bajitos y obesos suelen tenerla más pequeña. Quiero que la chupe.

-¿QUÉ?.

-Ya me ha oído. Me encanta una buena felación. Ya puede empezar.

-Pero…es que no puedo. Yo nunca he hecho "eso".

El rector no sabía si le estaban tomando el pelo o no, pero dada la seriedad de su alumna, tuvo que creerse a duras penas sus palabras.

-¿Nunca?, ¿ni con su novio?.

-No, nunca….él quiere…pero me daba vergüenza…no me atrevo

-Pues nunca más-negó él con la cabeza-. Ahora va a aprender como se hace. Ya está tardando.

Obedeciendo las indicaciones, Clara se arrodilló para poder verla más cerca y así llevársela a la boca, aunque dudaba que pudiera entrarle todo. Primero fueron caricias con ambas manos, y luego, la frescura y humedad de una boca jugosa e inocente que por primera vez acogía en su interior una verga. Su rector y ahora amante la instruyó en las artes de la felación con magistral destreza: la enseñó a controlar el ritmo, la cadencia, la manera de pasar la lengua por el tronco, de lamer la punta y de descapullarla. Aquella primera mamada resultó ser un viaje más delirante y excitante que aquellos que él tuvo en su juventud con el LSD. Enseñar a su alumna favorita a chupar un miembro fue algo tan morboso que no dudó en darle una sorpresa inesperada al correrse en su boca, y que ella se lo tragara todo al no dejar apartarse de él.

-¡BUAGH!....¡que asco, que espeso y caliente!….aaaaagh-gimió en arcada-…uhm que salado-se tapó la boca con la mano para recuperar el control y no vomitar-

-Lo siento-mintió-…es que me sobreexcité y no pude avisar antes…Tenga esto para limpiarse la boca

Le acercó un pañuelo de papel y ella tosió en él, intentando en vano sacarse la leche que ya había tragado del todo. Por lo menos había sido breve y pasado rápido, de modo que la sensación no el duró mucho.

-Esto no acabó. Puede que me haya corrido, pero eso no significa que hayamos terminado. Aún queda mucho por hacer.

-Volviendo a ponerla en la mesa, pero está vez tendida a la larga, se dedicó por un tiempo que a ella se le hizo eterno a devorarle su cuca caliente, haciéndolo de modo más intenso y excitante que su novio. Cuando el rector se dio por satisfecho, decidió jugar con el morbo y volver a poner a Clara apoyada en el alfeizar de la ventana, pues ésta daba al campus universitario donde el resto de alumnos estaban paseando, jugando o mirando apuntes.

-Prepárese…esto es algo que no va a olvidar

Y acercándola contra su cuerpo, guió su herramienta y la penetró hasta el fondo. Clara se sintió asombrada que semejante pértiga pudiera entrarle entera, pero así fue, y abrazándose a él con fuerza, el rector dio inicio al tan fantástico "mete saca" que puso a la veinteañera en órbita. El rector de vez en cuando miraba por la ventana para ver si alguien se fijaba en aquel ventanal, donde el rector se estaba tirando a su alumna más deseada desde el principio del curso. El tiempo que no pasaba mirando por la ventana lo hacía besándose con Clara, enseñándola a besar, a dominar el arte del beso de tornillo.

-No….dentro no…no se corra dentro…estoy en días fértiles…por favor-decía ella entre gemidos, casi suplicando-

-Pues yo me quiero correr dentro-dijo él tajante-….una de dos: o lo hago por delante o por detrás.

-¿Por detrás-y de no ser por la excitación que tenía, se hubiera ido de allí-?.

-No pienso correrme fuera…ni en la boca…quiero acabar dentro…usted elige.

-No me preñe-imploró-….haga lo que sea pero no me preñe.

-Hecho.

Pronto se arrepintió de haber hecho su petición. Obedeciendo la orden de ella, el rector se la sacó de su conejito ardiente y la giró, arqueándola de cara al ventanal para ponerle el culo en pompa. Lo cacheó varias veces y abriéndolo con sus manos para así poder barrenarla. Le costó más esfuerzo de lo que suponía, pero finalmente, logró el tan ansiado premio: le dio por el culo.

-Mmmmmmmmm que culazo…es el mejor culo que he probado nunca…uffffff que maravilla…esto es la gloria

Clara, viendo las estrellas del dolor que era aquella primera intrusión en su orto, se limitó a dejarse llevar por las ansias de él. Con los pechos asomando fuera de la ropa y las manos del rector manoseándolos como un panadero haciendo masa de pan, éste se la trajinó hasta el final a base de fuertes y secas estocadas con su verga dura y recta. Ella se sentía como empalada, casi la sentía que iba a salirle por la boca, aquello era inmenso y la hacía sentir cosas que nunca creyó poder conocer. Él, pasado ampliamente el punto de no retorno, dio unos últimos estertores y al fin eyaculó en el ano de Clara, que sentía aquel burbujeo deslizarse por aquella estéril concavidad y no podía sino derretirse ante el orgasmo producido por los dedos de él, que hábilmente tocaban su clítoris y todo el labios superior para que ella se corriera después de él.

Fue un orgasmo tan sumamente obsceno que expelió una cantidad inusitada de fluidos, que él se bebió como si llevara una semana sediento. Clara se sentía más sucia y cerda que nunca en su vida, pero al mismo tiempo se sintió más excitada que nunca. Un lado salvaje, como el rector le había dicho, que de pronto había descubierto de la forma más asquerosa: cambiando sexo por la oportunidad de graduarse. Con su cuerpo agotado por la maratoniana sesión de sexo que había tenido, se vistió como pudo para volver a parecer una estudiante formal, aunque pudo comprobar un último detalle antes de irse de aquel despacho: que su rector era más pervertido de lo que parecía, pues tenía su tanga en la mano y se lo llevaba a la cara para olerlo.

-Me encanta el olor a mujer por la tarde-sonrió-.

-Aayy-se quejaba-…casi no puedo ni andar…¿me devuelve el tanga?.

-No, me lo quedaré hasta la fecha del examen. Será la semana que viene, en este despacho, a la misma hora. Le sugiero que se aplique, más le vale no volver a sacar otro suspenso como el que acaba de tener. Puede irse.

-Pero-protestó para no ir sin ropa interior-

-Lárguese de aquí antes de que cambie de idea-amenazó-.

En tanto el rector se quedó tocándose mientras olía el tanga de Clara, está salía del despacho, encontrándose al doblar una esquina con un chico al que saludó con un largo beso.

-Hola Borja. ¿Llevas mucho esperando?.

-No. ¿Qué tal con el rector?.

-Te odio-dijo entre dientes, con voz llena de furia reprimida-. Acertaste en todo. No solo se me ha pasado por la piedra, si no que encima me ha dado por el culo y para colmo no llevo ropa interior. Como el viento me levante la falda voy a ser la puta de la universidad-se cruzó de brazos, deteniéndose-.

Borja la abrazó por detrás, y girándola la dio un beso para consolarla.

-Ya te dije que ese tiene de casto y puro lo que yo de astronauta. Lo del tanga no me lo esperaba, pero lo del culo sí, es un sodomita rematado…Uhm, es verdad que no llevas tanga-la toqueteó-.

-¡Para loco, que nos pueden ver-le detuvo-!.

-¿Y qué?, así aprenderán como se lo monta uno con una mujer de verdad-se dijo orgulloso, como creciéndose por el hecho de tenerla de novia-.

-Calla ya, chiflado, aún tengo el culo irritado de la ensartada que me metió. En mi vida había visto semejante verga.

-¿Cómo la mía?.

-Casi. La de él es mayor.

-Vaya-se asombró-. Conocía los rumores de su fama de saltador "con pértiga", pero no me imaginaba que fueran reales.

-Déjate de eso y llévame a casa, necesito descansar tras el polvo que me ha dado. Me ha dejado casi muerta.

-¿Conseguiste el examen al menos?.

-Sí, para la semana que viene…en su despacho.

Borja estuvo a punto de estallar en una sonora carcajada, pensando en lo que el profesor le haría aprovechando aquella intimidad.

-Ya me contarás que cosas te hará entonces, creo que se lo va a pasar en grande.

-¡Déjate de eso!. Cambia de tema ya, por dios, no quiero saber más de esto. Lo que me interesa ahora es saber si el casarnos sigue adelante.

-Claro. No pienso dejarte escapar, Clarita. Tú eres mía, pelirroja.

-¿Y no crees que algún día me tendrás que presentar formalmente a tu padre?.

Borja miró por encima de su hombro, hacia la universidad que estaban dejando atrás rumbo de vuelta a la ciudad. Volviendo a mirar a su novia, la rodeó con sus brazos y son sonrisa divertida le dio un cálido beso en los labios.

-Ya habrá tiempo para conocer a tu futuro suegro-rió-. Además, creo de momento ya tiene bastante con ser tu tutor