El Ex Ataca

La aventura de nuestra joven protagonista no tiene por qué acabar bien, no siempre es asi, pero que no falten los orgasmos por favor

Llevaban dos meses peleados, lo suyo no tenía salvación alguna por lo que él se acabó yendo de la casa que habían acordado preservar por siempre cuando eran aun adolescentes con las hormonas a flor de piel.

El gato se quedó con ella, y desde aquel día no se volvió a separar de su lado, incluso no se alejó aun cuando la joven encontró una nueva pareja, por temor a que fuese otra persona tóxica supongo.

Ellos vivían ahora felices, cambiaron de casa porque la chica llegó a tener pesadillas, encontró algo con lo que entretenerse en un bar nocturno como camarera y el chico por suerte ya tenía trabajo como subdirector en una empresa de alimentos, por lo que tenían la vida resuelta.

Pero algo pasaba, la chica no se encontraba contenta con su situación, eran rosas todo, pero aún tenía ese agujero en lo más hondo de su ser, un hueco en su interior que lloraba por ser rellenado, como una herida sin curar, una que no puede cicatrizar.

Y entonces ocurrió, recibió un mensaje de su expareja, se había dejado algunos libros de la universidad en su casa, libros los cuales ella se había llevado a la nueva casa esperando inconscientemente que ese mensaje llegase alguna vez.

Le dio la nueva dirección y quedaron un domingo en el que su pareja no estuviese por casa, ya que era algo celoso y no quería preocuparlo.

No volvió a tener noticias suyas hasta la tarde en que su puerta sonó indicando que la hora había llegado.

La joven suspiró hondo un par de veces, recogió la caja en la que había guardado los libros y se dirigió a la puerta con paso decidido.

Al abrir se derrumbó, podía parecer muy dura y todo lo que quieras, pero una persona que ha llegado tan profundamente en tu pecho con un simple suspiro puede derrotarte completamente.

La chica cayó de rodillas y un par de lágrimas brotaban atravesando sus mejillas, el joven se mantuvo impasivo durante los dos primeros segundos, pero dos después se abalanzó al suelo a abrazarla, intentando calmar su ataque de nervios.

Quedaron en el suelo durante unos minutos, mientras ella se desahogaba y él contenía sus lágrimas intentando no ponerla más nerviosa aun, porque puede ser todo lo hijo de puta que quiera, y puede haber decidido que esto era lo mejor por los dos, pero eso no quita el hecho de que la ame. Pues tantos años atrás de amor es imposible que se borren tan rápido, que habrán pasado, ¿dos meses?

Cuando se relajaron la joven le invitó a entrar para tomar un té o algo y entretenerse un rato mientras le cuenta alguna de las historias que ha vivido sin él.

La tarde se pasa rápido, al novio aún le faltan un par de horas para llegar y la conversación entre ellos toma un tono bastante más adulto del que ella quería, demostrando que aún estaba bajo su hechizo, nuestra ingenua joven todavía tenía mucho que aprender de los hombres y sus intenciones.

De un momento a otro se vio envuelta entre sus brazos, aquellos que le habían hecho tener tantas sensaciones durante probablemente los años más felices de su vida. Pero no tenían unas intenciones demasiado infantiles, ya que atrapó sus labios entre los de él, aclamando un "aun te amo" con único cometido el llevársela a la cama, pero a ella le daba igual.

Había sufrido demasiado como para dejar de lado esta oportunidad.

Devolvió el beso con suavidad pero rápidamente tomo un tono más ardiente, la levantó de la silla y se la llevó a la cama. Esa cama en la que llevaba viviendo medio mes con su nuevo, y ahora claramente cornudo, novio perfecto.

Colocó con algo de fuerza sus manos por encima de su cabeza mientras no abandonaba sus labios, la rodeó mil veces con los suyos recorriendo cada centimetro entre sus labios y el final de las clavículas, unidas al hombro.

Se separó un segundo, la observó, estaba completamente colorada debido a la excesiva excitación que le había creado en segundos.

Se quedó atónito con la imagen, pero eso no impidió que, con su mano libre, comenzase a acariciar suavemente su vientre, como si de una pluma se tratase, con cuidado y lentitud.

A los minutos abandonó sus muñecas para eliminar la tela que separaba sus torsos, primero se deshizo de su camiseta, mostrando que el tiempo que habían estado separados no lo había desaprovechado en cuanto a gimnasio se refiere, pues cada músculo de su cuerpo quedaba demasiado eróticamente marcado, aunque la joven no se había quedado atrás, porque sobre su blanca piel se distinguía unos pechos algo mas grandes, aun cubiertos por el sosten, de lo que el chico podía recordar, y la barriga de sofá que se le había creado tiempo atrás ahora era un intento de abdominales poco marcados que harian suplicar a cualquiera que los viese.

La joven se mordió el labio inferior con la imagen que se le mostraba, apoyó sus manos sobre sus brazos y madre de Dios, eso no era ni parecido a lo que su actual novio sería capaz de lograr con la figura de tirillas que tiene.

Pero su escaneo acaba rápido, pues vuelve a tener al joven sobre sus labios, susurrando a la vez que le encantaba el cambio que había dado, eso es que no se había mirado al espejo, pues cualquier persona que se viese su torso creería que habría visto a una especie de ángel o nefilim.

Sus besos bajaron suavemente hacia los pechos de la chica, donde se encargó de desabrochar con algo cuidado su sostén y echarlo hacia un lado, dejando a la vista un par de pezones rosados que contrastan perfectamente con su piel.

Daba miedo tocarla, por temor a ensuciarla, parecía demasiado pura.

Sus puntos se endurecieron con algo de rapidez, como si llevasen mucho tiempo esperando por ello.

Y el hombre aprovechó para mordisquearlos con sinceridad, no es como si él fuese un santo, el también llevaba mucho tiempo con ganas de tocar ese cuerpo tan propio de la mismísima Afrodita.

La miró a los ojos durante unos instantes, el azul intenso y la rojez de sus mejillas le pedían más caricias, y, aunque sabía que no iba a estar bien después, no iba a ser él quien se las negase.

Sus manos se deslizaron por sus muslos, apretando, a la vez que su lengua se paseaba hasta su ombligo, las manos de la mujer, una vez sueltas, habían decidido acariciar su espalda y cabello, maravillada por la majestuosidad que la tocaba.

El hombre se estiró de repente, se quitó de encima para quitarle lentamente los pantalones, observando que sus muslos también habían cogido una forma más sana, cualquiera diría que una ruptura como la que tuvieron fue buena para los dos al fin y al cabo.

Sus manos apretaron un par de veces más los muslos mientras los masajeaba ligeramente y se centraba en la única tela que la cubría.

La retiró tras depositar un par de besos sobre ella, y llevo sus manos a él interior de su cavidad, estaba algo húmeda ya, bastante más de lo establecido como normal en ella, acarició un par de veces mas la zona y dirigió sus dedos a la boca de su compañera, para que probase su propia esencia y terminase de lubricar.

Volvió a su interior con un par de dedos lentamente, mientras acariciaba uno de sus pechos y la observaba, tenía los ojos cerrados y temblaba bajo el pulso del varón, su piel ardía, como si fuese una lumbre encendida, por la cual a nadie le importaría derretirse, o al menos así lo veía él.

El sudor empezaba a brotar de sus poros a la vez que un par de gemidos se escapan de su garganta con un matiz de necesidad.

Sonrió y le abrazó dejando la mano quieta en su interior, un abrazo dulce "quiero que vuelvas conmigo, a nuestra casa" susurró en su oído con una voz demasiado melodiosa para ser un hombre.

La mujer asintió con la cabeza y el chico volvió a su ataque, soltando su cinturón esta vez para liberar un miembro endurecido, el cual choca suavemente contra el estómago de la joven, esto la altera y su respiración comienza a agitarse cada vez más, le mira a los ojos directamente y pasea su mano por la espalda, el hombre simplemente baja de nuevo hasta su entrada y comienza a repartir besos por la zona, algún que otro lametón intentando limpiar la zona, con el claro objetivo de empaparla más mientras los gemidos no dejan de brotar.

Tras un rato así decidió que le necesitaba dentro, y, tras un grito como súplica entró en ella, con tranquilidad, disfrutando de cada pliegue que se llevaba por delante, jadeando ligeramente debido al apretamiento que tenía que aguantar hasta llegar a lo más profundo que pudo.

Soportaron la postura unos instantes, la joven arañaba la espalda de su compañero y apretaba las sabanas cuando empezó a moverse muy muy muy lentamente en su interior, logrando un piel con piel completo.

Y de pronto la puerta de la habitación se abrió, la joven se separó del chico de golpe como acto reflejo y se cubrió con las mantas que segundos antes estaba estrujando, el chico simplemente se giró para dar cara al intruso mientras subía sus pantalones.

Y como no, el novio tenía que ser, se quedó observando la escena sin decir palabra.

La chica hizo un intento por explicarlo pero su amante se acercó al novio con paso decidido, le agarró por el cuello de la camisa y le levantó un poco del suelo, obligándole a estar de puntillas, simplemente susurró "Aquí ya no hay nada que puedas hacer", el novio de la joven hizo un intento por defenderse pero realmente no tenía nada que hacer, solo consiguió arañar el rostro del nuevo amante, anterior ex pareja, a lo que este respondió con un puñetazo en la mandíbula que le mandó fuera de la habitación.

El novio salió de la casa casi llorando, había perdido a su novia contra un mastodonte, era muy triste, penoso la verdad, simplemente se fue de allí y ya fuera llamó para denunciar una paliza.

Cuando oyeron la puerta de la entrada, el hombre volvió con su chica, la cual estaba algo asustada, como es natural, pero la tranquilizó haciéndole creer que se lo merecía por no saber complacer a una chica como ella.

La chica volvió a acariciar su torso y bajó cada vez más, hasta llegar a la línea de su pantalón, la cual atravesó con su mano y comenzó a acariciar el bulto, ahora empapado de jugos femeninos.

El hombre cerró los ojos y acarició el cabello de la chavala mientras dejaba escapar ligeros jadeos con cada caricia propinada por la joven.

Cuando notó que estaba lo suficientemente duro lo sacó del pantalón y lo acarició un par de veces más, para segundos después depositar ligeros besos en su punta y lametones.

Dio un pequeño mordisquito en la punta y al escuchar la queja del compañero se la metió hasta el fondo de la garganta de una vez, empezó a subir y a bajar, respirando con algo de dificultad debido al tamaño mientras que con sus manos acariciaba su torso.

Un gemido roto salió de sus labios y cada vez estaba más y más dura, incluso la joven tuvo que aguantar una pequeña arcada cuando toda su esencia se desparramó por su garganta, casi escupiendo en su garganta ayudado de un gruñido del amante.

Tras esto, la joven se quedó dormida encima del chico mientras este le acariciaba, y el que fue su novio tirillas lloraba en algún rincón de la zona.