El eterno precio del sexo
Un joven entrega su vida al sexo.
El eterno Precio del Sexo
Regresaba del barrio colinas del golf en Mar del Plata, eran las 3 de la madrugada y la noche era muy oscura, apenas si se veía la ruta.
Regresaba de una reunión, donde las cosas no me habían salido del todo bien, aunque había conversado con algunas mujeres, no me había podido llevar a ninguna a la cama .
Hacia varios días, que no hacia el amor y estaba tan excitado, que en la reunión, apenas pude ocultar mi erección.
A la altura del cementerio Parque, divisé una mujer muy atractiva, que me hizo señas con la mano, paré el auto y la invité a subir, era una mujer de unos 40 años, muy atractiva, pero de rostro muy pálido.
Ya en el auto deslicé una mano sobre su pierna, ella se dejo hacer, estacione el auto y comencé a besarla y a acariciarla, recline el asiento y me bajé los pantalones, mi pene hinchado quedo a la vista, ella lo tomo entre sus labios y comenzó a chuparlo, de una forma que creí que se lo iba a tragar entero, con su constante movimiento de lengua y con pequeños mordiscos, pronto me llevo a un éxtasis tal que no aguante más y eyacule en su boca
Le subí el vestido, le bajé el bikini y comencé a chuparle la concha, ella me acariciaba el pelo, aunque no mostraba experimentar placer alguno, con los movimientos de mi legua.
Una vez que mi pene se hubo recuperado, me situé, sentado en el asiento del auto y ella se montó sobre mi miembro y comenzó a cabalgarme frenéticamente, sus anchas caderas subían y bajaban aun ritmo infernal, mientras su lengua serpenteaba dentro de mi boca, me sentía tan excitado y tan potente como nunca me había sentido, su lengua recorría mi cuello y se detenía en mi oreja para después volver a rozar mi cuello, mi pene se había agrandado mas de lo común, experimente un placer, por el que hubiera dado mi vida, en un momento creí no resistir más y en el preciso momento en que empezaba a eyacular en su interior, dos poderosos colmillos se hundieron en mi cuello y bebieron de mi sangre, mientras yo eyaculaba mas y mas, mi sangre caía por mi camisa y por el asiento del auto y termine por desmayarme
Me desperté, con la garganta seca y con mucho hambre en un espacio reducido y oscuro, un olor a flores rancias lo cubría todo, mis manos a tientas tocaron madera, me encontraba encerrado en una especie de caja, de la cual pude salir con mucho esfuerzo, una placa recordaba mi nombre con dos fechas
Desde ese día solo en la noche, recorro las calles en busca de alimento, en busca de un cuello que cobije mis dientes
Un precio muy alto por una noche de placer, pero no importa, tengo toda la eternidad para pagarlo
Autor Lacon