El estornudo del cornudo
De como un estornudo cambio la relación con mi marido y con mi amante
Hace bastante tiempo escribí unos relatos que son casi totalmente ciertos. Agregué algunas cositas que me parecían excitantes y me hubiera gustado que pasaran, pero esta vez el relato es totalemente real. El título no es el que más le agrada a mi marido, ya que dice (con razón) que cornudo es aquel que no sabe del amante de su esposa, mientras que él no sólo lo sabe sino que además lo disfruta. Pero así hemos nombrado el episodio los tres, tal vez por la rima, pero principalmente porque todo se desencadenó con un estornudo.
Con permiso de mi marido, hace tiempo que tengo un amante, con el que nos encontramos bastante seguido. El no sabe del permiso, así que supone que mi marido no está al tanto de la situación. Sin embargo, cada vez que vuelvo de un encuentro con él (llamaremos Pedro, como el del primer relato) le cuento a mi marido cada detalle. Desde la cena hasta el beso de despedida. Mientras tanto, lo masturbo, y siempre (por la excitación que le provoca) termina llenandome la boca.
Lo cierto es que con el tiempo mi marido ha insistido en que quiere verme en uno de esos encuentros. Pero como me averguenza un poco hablarlo con Pedro, decidimos que lo mejor sería que el estuviera escondido y vea parte de la acción. Así fue que un día le dije a Pedro que nuestra casa estaba disponible, lo invité a cenar y podía quedarse después "un poco más". Cuando llegó a casa, la cena estaba preparada, mi marido en el patio que da a la habitación para poder espiar, y yo vestida con un vestido suelto, poco más arriba de la rodilla, y sin ropa interior.
Invité a Pedro a sentarse en el sofá mientras yo ponía la mesa. El miraba televisión, me miraba a mi, me piropeaba, y cuando estuvo todo listo se acercó a la mesa, me abrazo y me besó y nos sentamos a comer. Pensaba que era una lástima que mi marido no pudiera ver esta parte, aunque seguramente algo escuchaba, porque ya durante la cena hablabamos de lo que vendría. Que te voy a chupar hasta los huevos, que te voy a meter un dedo en la concha, que te voy a lamer toda la pija, que te voy a pasar la lengua por el culo. Por suerte con Pedro no teníamos problemas en decirnos las cosas que nos calentaran.
Después de semejante cena, lo invité a volver al sofá, pero la respuesta fue clara: ningún sofá, vamos a la cama ya mismo. "Pero un poco de digestión!" dije. "Acostate en la cama que tengo para un buen rato antes de empezar a movernos"contestó misterioso Pedro.
Así lo hice. Intenté sacarme el vestido, pero me dijo que él se ocuparía en su momento. Entramos a la habitación y le hice un guiño a mi marido que observaba desde atrás de las persianas. Me acosté, y Pedro se acostó a mi lado, besandome y acariciandome por todo el cuerpo, levantando el vestido de a poco. Me pasó la lengua por los pechos, me acarición la concha, me toco el culo, mientras yo apenas disfrutaba gimiendo. Luego se savó la ropa, quedando sólo con el calzoncillo. No pude resistirlo mucho, su pija parada parecía que iba a salirse de la ropa, así que empecé a acariciarlo a través de la tela. Tiene una pija bastante grande. No la mayor que he visto, pero bastante grande, y sobre todo, gruesa. Me gusta chuparle desde la punta, con la lengua, bajando de a poco hasta sus huevos. Como a él también le gusta, eso hice. Mientras tanto, invisible para nosotros, mi marido espiaba.
Llegado el momento, saqué un forro de la mesa de luz y se lo puse a Pedro, al grito de "metemelá de una vez". Pedro me puso en cuatro, que no es mi posivión favorita, pero es por la que empezamos casi siempre. Después de un rato, me senté yo arriba de él, dandole la espalda a la ventana. Imaginaba a mi marido viendo el espectáculo... Para entonces, ya gemía con ganas, mientras Pedro me acariciaba el culo, jugaba con un dedo, lo metía y lo sacaba, y como siempre, me pedía metérmela por ahí. Nunca lo había hecho con él, por el grosor de su pene. Pero el insistía y yo le prometía que la próxima, y con eso nos exitabamos tanto que finalmente acabé a los gritos.
Cabalgué un poco más, pero conociendo los gustos de mi amante, pronto me bajé de su pija, le saqué el forro, y se la empecé a chupar hasta que acabó en mi boca. Como siempre hago con él (y sólo con él) tragué todo. Nunca he tragado, pero con él siempre es la excepción. Se que eso lo calienta tanto que me garantiza una segunda vuelta. Y eso me tendí a esperar. Los dos acostados, abrazados, conversamos un poco, preparandonos para otra vuelta. En eso vamos al baño, y cuando dejamos la habitación lo inesperado. Se esuchó un estornudo. Bastante fuerte. Pedro, asustado, dijo "Hay alguien en el patio. Llamemos a la policía y salgamos de acá". Yo intenté convencerlo de que no había nadie, a lo que respondió "voy a ver". Lo frené, le dije que se quede tranquilo, pero insistió en que había esuchado un estornudo, aunque yo decía que no había escuchado nada. Vueltas y vueltas, finalmente le dije que nos sentaramos en el sofá, que tenía que hablar con él. Allí le dije lo que realmente pasaba. Que le pedía disculpas por no habérselo dicho antes, que si estaba molesto era lógico, pero que no había de que preocuparse.
Cuando se le pasó el susto, se rió, lo que me dejó tranquila. No quería perder esa pija, claro. Dijo también que entendía los temores y las vergüenzas, pero que con él no había ningún problema, que mi marido podía mirar todo lo que quisiera, que hasta podía participar si así lo deseabamos, pero que nada con él. Le expliqué que mi marido no tenía esos gustos, que solamente me quería ver a mi con otro, y que aprovechando que yo tenía amante, lo mejor era que fuera de esa manera. Desde luego, ahora que todo estaba aclarado, las cosas serían distintas, le dije a Pedro, lo que él aceptó sin problemas. Nos pusimos de acuerdo en que seguiríamos teniendo nuestros encuentros, pero que en algunas ocasiones, mi marido estaría presente. Pedro aceptó sin problemas, y hasta propuso que fueramos el próximo fin de semana a su casa a cenar. Le dije que eso tendría que consultarlo con mi marido, pero que seguramente no tendría problema. También le dije que podía esperar un momento a que lo hiciera entrar del patio, pero Pedro dijo que por esa noche era suficiente, que prefería irse y esperar a la cena en su casa. "Me vas a dejar sin segunda ronda?" le pregunté. "Por lo que me contaste, creo que tenés uno en el patio esperando para dartela, no?". Y era cierto. Así que se vistió, se fue, y le dije a mi marido que podía pasar. Yo aún desnuda, le expliqué loque había pasado. Me dijo que se dio cuenta que algo pasaba, que no había podido aguantar el estornudo, que se había hecho la paja máslarga de su vida viendonos, que algo escuchó de lo que hablamos. Le conté bien cual era la idea, y por supuesto que aceptó.
Así fue que nos preparamos para el próximo fin de semana. Yo algo nerviosa, porque si bien Pedro es mi amante desde hace dos años, la situación era distinta. Mi marido con una mezcla de excitación y nervios. Y Pedro, con quien hablamos por teléfono cada día, contento de no tener que ocultarse más. En nuestras charlas telefónicas estuvimos de acuerdo en mantener la discresión y el respeto, e incluso habló Pedro con mi marido como para saber ambos cuales eran sus limites, además de los que yo misma ponía. La idea era que aquel primer encuentro de los tres fuera tranquilo, relajado, que todo se de naturalmente, sin apuros, sin nada forzado, y sobre todo con respeto entre los tres.
Así fue que al sábado siguiente todo estaba listo. Me puse una lencería comprada especialmente para la ocasión: el tanga cola less, el corpiño sin breteles, con algo de encaje, en color rosa suave. Mi marido, excitado con eso, me preguntó "Así que te gusta estrenar ropa interior con él?". "Claro, y no es la primera vez"le dije. Le conté de aquel conjunto blanco de encaje que a él tanto le gustaba. "Lo estrenaste con tu amante?" preguntó soprendido. "Si, y después lo usé solamente con vos", le dije. "Pero calmá esa erección, que esto recién empieza" agregué con una risa.
Me puse también un vestido azul ajustado, apenas por encima de la rodilla y strapless. "Este le gusta a Pedro. Dice que es fácil de sacar, e incluso se puede dejar puesto", le dije a mi marido. Más excitación, claro. Y para los pies, unas sandalias de taco. "Las que me gustan a mi" dijo mi marido. "Claro, para vos también hay" le dije acariciandolo por arriba del pantalón. Lo dejamos ahí porque se nos hacía tarde.
Subimos al auto y le iba indicando a mi marido como llegar a la casa de Pedro, la que ya conocía bastante bien, porque era el lugar de nuestros encuentros habituales. Al llegar mi marido se sorprendió que yo entrara con mi propia llave. Pasé, y al darme vuelta para que pase él lo recibí con una sonrisa pícara. "Llegamos" grité, para que Pedro escuchara desde el fondo, donde seguramente estaría. "Pasen" se escuchó desde la galería. Ahí había instalado la mesa para los tres, y ya estaba todo servido. Al entrar, le di a Pedro un beso en la boca, breve, un piquito. Los presenté, ambos ya más tranquilos, abracé a mi marido y le di un beso, y luego fui al baño. Allí quedaron los dos congeniando un poco. Si iban a compartir a la mujer, al menos que se llevaran más o menos bien, no?
Cuando volví, Pedro nos invitó a sentarnos a la mesa. Durante la cena hablamos un poco de lo extraño de la situación, mientras yo acariciaba la mano de uno, la pierna de otro, y ambos me elogiaban. Llegando al postre, como era habitual, empecé con las "indirectas" (bastante directas) a Pedro. "Mucho elogio pero no dijiste nada del vestido" le dije. Pedro respondió "no hay nada que decir. Ya vas a ver cuando te lo saque". Le anticipé "y linda sorpresa te vas a llevar". "Porqué?" prefuntó. "Ah, es sorpresa. Ya lo he visto, y mejor no decirte nada" agregó mi marido. Se miraron con esa complicidad masculina que lo dice todo, o sea, que Pedro entendió perfectamente que debajo estaba para el infarto. Claro, era lo que opinaban mis dos machos calientes, no se si sería para tanto, pero se dedicaron a bromear un rato con eso.
Terminado el postre, pasamos a la sala a sentarnos un rato en el sillón. A la pasada, besé a mi marido y le dije" Bueno, ahora me siento con Pedro, dale?" Me sonrió encantado a arpobando. Con Pedro en un sillón, mirando tele, y mi marido en el sillón individual. Pasaban una película no muy buen, cambiamos un rato de canal, abrazados y besandonos un poco cada tanto, mientras mi marido miraba fascinado. Mientras tanto charlabamos, ahora un poco más deshinibidos, como era nuestra costumbre con Pedro. Le agarré el bulto sobre el pantalón, diciendo "Esta si que me la voy a comer". "Un día vas a ver por donde te entra" dijo Pedro. "La próxima" respondí yo siguiendo el chiste. "Menos mal que no comiste mucho, porque tengo bastante para que tragues" dijo Pedro. "Estoy ansiosa, como siempre" le contesté besandolo. Y así un buen rato que tanto nos calentabamos nosotros, como mi marido que escuchaba y miraba en silencio.
Cuando no aguanté más le dije a Pedro "vamos a la habitación o empezamos acá mismo?" a lo que respondió "Qué apurada, tantas ganas tenés?" Me levanté, lo agarré de la mano, y lo llevé a la habitación, seguidos por mi marido. En el camino le aclaré "Así pasa casi siempre, Pedro me hace desear y lo termino llevando a la cama medio a la rastra, si es que no empezamos en el sillón". Nos reimos los tres y al entrar a la habitación me restregué un poco en el bulto de Pedro. Me agarró de las cadera mientras mi marido miraba y me apoyó con ganas. Me besaba el cuello, y pronto me levantó el vestido hasta la cintura y se quedó admirando mi culo. "Que linda cola, con que ganas te la haría" dijo corriendo el cola less para un costado y acariciandome el culo con un dedo. Yo ya estaba muy excitada, y por lo visto mi marido también. Se había sentado y asomaba su pija en una mano.
Pedro me puso en cuatro en la cama y me empezó a pasar la lengua por el culo, cosa que hacía muy bien, y sólo él me lo había hecho. Me calentaba tanto que me empezaba a tocar yo misma. Pronto liberó también mis tetas, y maravillado por mi corpiño (y por el relleno, claro) me masajeó los pechos. Me di vuelta, lo besé, y empecé a desnudarlo. Para terminar, me arrodillé delante de él y empecé a chuparsela, viendo de reojo a mi marido, que desde un costado se masturbaba relajadamente.
Cuando Pedro estaba listo para la penetración saqué con toda naturalidad un forro de la mesa de luz y se lo puse. Lo chupé un poquito más y luego le di la espalda, inclinada sobre la cama, abriendo las piernas. "Metemela toda" le dije. No tardó ni un segundo en llenarme la concha de pija, y yo gemí cerrando los ojos y sonriendo de felicidad. Mi marido miraba poseido, sin parar de pajearse. Así me cogió Pedro un buen rato, hasta que se acostó en la cama y dijo: "Vení, cabalgá un rato que eso te calienta, putita". Esa palabra me pone a mil. Siempre me gustó que mi amante me diga putita, y él bien lo sabía. Me subí a su pija y me empecé a mover. "Ay, como me entra toda" decía, "ay, que buena pija, como me gusta". "Te gusta, putita? te gusta?" preguntaba Pedro. "Me encanta" contestaba yo. Y le pedía más, y más. "Decime que soy tu putita" pedía entre jadeos. "Claro que sos mi pùtita, calentona" y mientras me acariciaba el culo con un dedo me decía "te voy a hacer acabar como a una putita". Yo, al borde del orgasmo, me sacudía y le pedía más. "Si, haceme acabar, dame toda tu pija así acabo como una putita" y ya estallando en el orgasmo "Si, si, soy tu putita, tu putita".
Me desplomé sobre mi amante, como cada vez que cogíamos, y lo miré a mi marido. Seguía con la pija en la mano, pajeandosé. Entonces pasé al toque final. Para ambos. Le saqué el forro a Pedro y se la empecé a chupar mirando a mi marido de vez en cuando, para ver como reaccionaba. Chupaba esa enorme pija sabrosa, bajaba hasta los huevos. Incluso ese día le chupé un poco el culo, cosa que a Pedro lo excitó muchisimo. Volvia a la pija, desde la punta hasta los huevos, y le decía "Me vas a dar tu leche? yo soy tu putita, quiero tu leche". Pedro cada vez más caliente, preguntaba "Te la vas a tragar toda, putita". "Si, como siempre" le contestaba entre chupada y chupada, "Como siempre, me la quiero tragar toda". Pronto noté que estaba a punto. Saqué la pija y la apunté a mi boca, para que mi marido viera como me llenaba. Ya tenía bastante práctica en eso de embocar toda la lecha en la boca, así fui recibiendo cada chorro en la lengua, metiendo un poco la punta de la pija, para no chorrear nada, y cuando estuvo todo en mi boca lo miré a Pedro y mela tragué con una sonrisa, pensando en la segunda vuelta.
Mi marido todavía se pajeaba, así que me levanté y fui a darle una ayuda. No hizo falta mucho. En cuanto me la puse en la boca me llenó también de leche, con un gemido. La contuve en la boca un momento, esperé a que terminaran sus espamos, y entonces si, me saqué la pija de la boca y fui hasta el baño.
Cuando volví, pedro estaba acostado en la cama, y mi marido todavía sentado en el pequeño sillón de la habitación. Fui hasta él, me senté a upa, lo abracé y lo besé. "La de Pedro siempre me la trago, pero es la única, ya lo sabés." le aclaré. "Claro, no hay problema" respondió. Y agregó "Ahora viene la segunda vuelta?". "Si, en un ratito" dije riendo.
Me acosté con Pedro, como haciamos habitualmente, y hablamos un rato los tres de lo bien que la estabamos pasando. Como de costumbre, empezamos con las charlas un poco más secuales al poco tiempo. "Estabas más caliente que nunca" dijo Pedro. "Es que hay espectador" respondí. "o sea que les viene bien que yo esté, no? parece que cogen mejor" terció mi marido. "La verdad, querido, si. Me pongo como más putita, no Pedro?". Pedro apenas contestó agarrando mi mano y llevandola a su pija. Ya estaba creciendo. "Ah, te gusta acordarte de como me la trago, no?" le dije. Y empecé a chuparlo de nuevo. Mientras tanto, Pedro me tocaba la concha, y mojando sus dedos me los pasaba por el culo. En ese momento, con mi cuerpo relajado, decidí darles una sorpresa. Le pedí a Pedro que mojara bien mi cola. Así lo hizo, metiendo un dedo, luego dos. Yo seguía chupando la pija que cada vez se ponía más grande. Cuando la tuve lista, y mi cola estaba bien penetrada por dos dedos de mi amante, miré a mi marido que se pajeaba nuevamente, y saque otro forro de la mesa de luz. Se lo puse a Pedro, le acaricié los huevos un poco, y le pedí algo que lo dejó perplejo un instante: "Estoy tan putita hoy que quiero que me hagas la cola". Pedro me acostó boca abajo, con las piernas bien abiertas, levantó un poco mi cintura con dos almohadas, y apoyó la cabezota de su pija en mi culito, acostumbrado un poco a la pija de mi marido, o de algún otro amante con pija más chica, y algo estirado por los dedos que me había metido. Sin hacer fuerza la fue deslizando adentro, mientras yo le decía "Ay, si, esa pija, esa pija que linda, me vas a llenar el culo de pija?" Pedro respondió: "Ya la tenés hasta la mitad, viste que se podía, putita?". "Ay, si, meté un poquito más, un poquito más, despacio para que no duela". Así, de a poco, la fue metiendo, mientras yo miraba a mi marido pajeandose como loco.
Pedro empezó a bombear, diciendo "Ya está toda adentro putita, toda en el culito, te gusta?". Y yo decía "Si, me gusta, dame más, rompeme el culito". Pedro bombeaba, y yo me excitaba, y le pedía más "Dale, ahora si me podes decir putita culoroto, decime, dale". "Ah, si, que buen culito, además de putita tragaleche ahora sos una putita culo roto", y bombeaba, y yo empecé a tocarme el clítoris, y así acabé entre gritos de placer. Pedro bombeó un poco más y no tardó en acabar mientras yo le pedía "acabame en el cultio, dale, quiero ser tu putita culoroto, acabame en el culo".
Mi marido, todavía pajeandosé, se acercó a mi boca y me la hizo chupar. Todavía ensartada por el culo, se la chupaba y le acariciaba los huevos. Cuando estabapor acabar me la sacó de la boca y desparramó todo sus semen por mi cara. Pedro salió de mi culo y se acostó boca arriba.Mi marido se sentó en el sillón, y yo me fui al baño nuevamente a limpiarme. Cuando volví, estaban en la misma posición, ambos exaustos. Le saqué el forro a Pedro "Siempre se lo pongo y se lo saco", le aclaré a mi marido, que apenas se movía para respirar, de tan excitado que había estado.
Nos vestimos los tres y pasamos otra vez al sillón de la sala. Allí me senté nuevamente con Pedro, y entre besos y abrazos casi nos quedamos dormidos. En eso estabamos cuando mi marido me dijo "Que te parece si te quedás a dormir acá? yo me voy para casa, pero si querés...". Sorpendida, le pregunté a Pedro que le parecía la idea. "Por mi no hay problema" dijo. "Perfecto", dije, "Entonces mañana, al despertarnos puedo tener mi tercera vuelta". "Sin público?" preguntó Pedro, "no se si me conviene, hoy estuviste más putita que nunca". "No te hagas problema" lo tranquilicé "siempre voy a ser tan puta como vos quieras".
Decidido entonces que me quedaba, acompañé a mi marido hasta la puerta, lo despedí con un largo beso, y le dije "Mañana vuelvo bien cogidita y te cuento".
Y así fue. Desde entonces, sigo encontrandome con Pedro a solas, pero también muchas veces nos encontramos los tres. Y la pasamos así de bien.