El esposo de mi vecina
Conocía a mi vecino de vista, era casado y un buen día comencé a ayudarlo en un trabajo y las cosas se fueron calentando ...
El esposo de mi vecina.
Era verano y en esa época del año los hombres de Madrid se visten de ropas ligeras, camisas de mangas cortas y bermudas. Ahora por donde quiera puedes ver los brazos y piernas hermosas que el frío invierno les obligó ocultar. Y ahora fue que pude descubrir como era verdaderamente el esposo de la vecina de mi casa. Teníamos dos pisos contiguos que compartían una pequeña terraza, donde aquella mañana me lo encontré sin camisa, haciendo el trabajo de reparación de un mueble viejo. Al ver a aquel hombre velludo sin camisa de verdad que me quedé como extasiado. Nos saludamos como de costumbre, pero me di cuenta que mi excitación por verlo así no había pasado inadvertida. Me di cuenta que el captó mi admiración y también me di cuenta que a él eso no le molestó, pues continuó conversando conmigo como si tal cosa, mientras continuaba haciendo su trabajo. Incluso en un momento me invitó a que lo ayudara a sujetar el mueble que estaba reparando. Ahora estábamos muy cerca y lo podía contemplar mejor, como me di cuenta que a él eso no le disgustaba ahora mientras el trabajaba yo me daba placer en observarlo más de cerca.
De verdad que por ser un hombre casado y por imaginarme que en cualquier momento pudiera aparecer su esposa en la escena, pues no me propasaba en lo más mínimo. Sin embargo de vez en cuando sus brazos rozaban los míos y yo sentía como su sudor me mojaba, aquello me estaba volviendo loco, pero yo trataba de no darle a eso ninguna importancia. Pero los roces descuidados continuaban y no pude contenerme a rozarlo yo también con aparente descuido. Al momento en que yo lo roce entonces me volvió a rozar el brazo pero lo hizo con un tiempo menos breve que me puso muy nervioso, lo que me delató tanto que su mano caliente y ardorosa la puso sobre mi mano y me dijo. ¿Que te pasa? ¿Te sientes mal?. Yo le respondí de inmediato que no y su mano subió por mi brazo, acercándome a sí y me dio un beso en la boca. Sus labios eran pulposos y su lengua que se introducía en mi boca casi hasta la garganta me dejó perplejo. Aquello no terminaba, el sudor de su pecho me mojaba de forma que me excitaba enormemente. Al fin volví en mi y me separé como pude y le recriminé el peligro de que su esposa viniera en cualquier momento.
Raúl, que así se llamaba mi vecino, me dijo que no me preocupara que ella no iba a venir ahora. Y de nuevo volvió a acercárseme, a abrazarme con sus brazos fuertes y de nuevo comenzó a besarme. Yo estaba muerto de miedo, pero no tenía fuerzas para alejarme, me atraía como un imán y dejé a un lado el miedo a ser sorprendidos y solté mis riendas y comencé a acariciarle el pecho que me encantaba tanto, sus manos acariciaban mi espalda, mientras mis manos y bajaron hasta su paquete que estaba al borde de explotar. Ahora supe que estaba bien provisto y él no espero mucho y se abrió la bragueta y dejó suelta aquella polla mojada que yo inmediatamente bajé a introducírmela en la boca.
El gemía de placer, aquello era una locura, yo estaba muy nervioso y le dije que nos fuéramos para adentro de nuestra casa. El no me hizo el menor de los casos y me quitó los pantalones y comenzó a besarme la espalda. Comenzó a meter un dedo en mi boca, yo se lo chupé y bien mojado empezó a meterlo en mi culo. Primero fue un dedo, después dos y finalmente me metió los tres dedos. Me estaba retorciendo de placer, pues al ser un hombre de trabajo tenía las manos robustas. Cuando me sacó los tres dedos entró su polla por mi culo. Yo metí un gemido de dolor y placer. Y así empezó a follarme de una forma tan enérgica que yo creía que me iba a correr en cualquier momento. Ya enganchado me empezó a dirigir para que entrara en mi casa.
Aquello era una cosa sorprendente, yo caminaba para entrar a mi casa y él continuaba follándome. Entramos en la cocina y me dijo que me pusiera en cuatro patas y continuó follándome, y me dijo vamos para el salón. Yo iba caminando en cuatro patas hacia el salón mientras él continuaba follándome. Así llegamos a la alfombra del salón y su cuerpo sobre el mío me hizo acostarme boca abajo, mientras comenzó a meter y sacarme la polla de una forma que me estaba retorciendo de placer. Sudaba copiosamente y su sudor me estaba mojando totalmente me estaba retorciendo de placer. Poco antes de correrse me sacó la polla y sentí como su leche caliente recorría por mi espalda. Luego empezó a masturbarme y enseguida logró que me corriera. Mi leche en sus manos me hizo estremecerme de sensación y finalmente se limpió sus manos en mi pecho. Para luego sudado pegar su pecho al mío y terminar besándonos muy tiernamente. Así nos quedamos tendidos por un rato hasta que Raúl fue el que rompió el silencio y me dijo, tenemos que ducharnos, pues mira como estamos.
Rápidamente me incorporé y fui a preparar el baño, puse a llenar la bañera, busqué toallas limpias y él se metió en la bañadera y me invitó a que entrara también. Nos bañamos el uno al otros, de esa forma no había un milímetro de un cuerpo que no acariciara el otro. Así estuvimos largo rato, no teníamos para cuando acabar aquel placer de caricias que nos estábamos dando que solo terminó cuando me di cuenta que estaba empalmado y como yo estaba sentado sobre su vientre empecé a sentir que su polla me tocaba las nalgas. Me incorporé un poco para que su polla tuviera al alcance mi culo y no hubo segunda oportunidad, su polla entró por mi culo como nunca, creí que me reventaba, porque el me puso mis piernas sobre su pecho. Nunca me había entrado tanto una polla. Cuando Raúl le salía de los huevos me empujaba hacia arriba y entonces era cuando sentía como el tronco de su polla que era la parte más gorda me entraba y parecía que me reventaba. Allí me tenía todo cuanto quería, le suplicaba que bajara, lo acariciaba, le rogaba desesperado; pero ahí me tenía hasta que le salía de los huevos bajarme. Aquello me daba un morbo extremo, yo lo besaba, lo acariciaba y él volvía a clavarme su polla hasta el final y de nuevo volvía a apoderase de mí esa sensación de desespero y entrega total al macho que te gusta. En su cara aparecía esa sonrisa de placer cada vez que me la volvía a meter hasta el tronco mientras yo me retorcía sintiendo su polla en lo más profundo de mis entrañas.
Luego me la sacó y nos pusimos de pie por un momento pues enseguida me volvió a colimar y esta vez comenzó a follarme con tanta energía que sentía miedo; pero mi culo estaba tan dilatado que no ponía resistencia alguna a la entrada de su devoradora polla. Sentía como sus huevos me golpeaban las nalgas. Como sus manos apretaban mis tetillas y yo lleno de lujuria también apretaba con mis nalgas su polla para que sintiera más placer. Aquella follada duró mucho tiempo, pues al habernos corrido tan recientemente hizo que su orgasmo se alargara. Cuando empezó a correrse empezó a gemir con tanto placer, me apretaba las nalgas con tanta fuerza que también me corrí casi junto con él.
Estábamos extenuados, al fin salimos de la bañera. Yo tenía mi culo lleno de su leche. Nos secamos uno al otro. El se puso su bermuda, me dio un tierno beso en la boca y se marchó.
Esa noche.
No supe más de Raúl en todo el día, pensé que estaba con su esposa, quizás había salido con ella a algún lugar. A cada rato miraba al patio para ver si aparecía por algún lado, pero no lo vi en el resto del día y de la noche. En definitiva estaba tan cansado que esa noche cené temprano y me recosté en el sofá a ver la tele y medio me quedé dormido. De pronto como a eso de las 10 de la noche sonó el timbre de mi casa, sonó muchas veces hasta que me desperté y cuando miré por el visor mi sorpresa fue mayúscula, era Raúl el que tocaba en mi puerta. Yo estaba medio dormido todavía pero al verlo me empalmé de repente y le abrí la puerta inmediatamente. Entró a mi casa y comenzó a besarme con tanta intensidad como por la mañana en el patio. Yo le dije si estaba loco, que como iba a dejar a su mujer en su casa sola para venir a follar conmigo y ahí me di cuenta porque había sido tan osado en el patio por la mañana. No te preocupes por mi mujer, nuestras cosas no andan bien y desde ayer está para casa de sus padres en el pueblo y yo hace mucho tiempo que esperaba este momento para poder estar contigo, pues estaba seguro que tus miradas en el elevador me indicaban que cuando te quisiera follar lo iba a lograr.
Así que prepárate que esta noche si duermes vas a dormir caliente.
Nos fuimos a la habitación desnudándonos y dejando nuestras ropas en el camino, totalmente desnudos nos acostamos en la cama y apagamos las luces. En la oscuridad absoluta nuestros cuerpos se pegaron desesperadamente, nos besábamos nos acariciábamos y su polla se metió entre mis piernas. Yo se la apretaba desesperadamente mientras él empezó a lamerme el cuello. Aquello me dejaba la mente en blanco, le abría mis piernas para que me penetrara pero el seguía disfrutando de mi cuello. Después empezó a mamarme las tetillas y me las succionaba que casi se las metía entera en su boca. Después me mordía la puntica y yo me retorcía de placer. Su polla estaba mojada y en un descuido me le escapé y empecé a mamarle los huevos, Raúl se retorcía de placer, mientras yo veía como su polla mojada estaba desesperada porque se la chupara. El boca arriba y yo sobre él chupándole sus huevos llenos de leche. Cuando empecé a mamarle la polla mi culo quedó cerca de su boca y empezó a comérmelo de forma que me desesperaba, su lengua entraba por mi culo y yo trataba de tragarme su polla hasta lo último de la garganta. Así estuvimos hasta que él se incorporó, me arrastró por los pies hasta el borde de la cama y clavó su rabo tan fuerte en mi culo que solté un grito desesperado. Su polla había entrado con tal violencia que sentí mucho su penetración, yo le pedía que me la sacara aunque fuera un instante para acostumbrarme pero en no me oía. Solo me follaba con tal energía que yo no tuve otra alternativa que dejarme poseer besándolo y dejándolo que me gozara el culo al deseo de sus cojones. Sudaba copiosamente. Yo le lamía su sudor salado y me retorcía de placer mojándome con su sudor. Cuando nos corrimos esta vez su leche cayó sobre mi pecho y sobre el suyo velludo. Nos continuamos besando mientras yo me corría y mi leche embarraba sus cojones. Había leche por toda la cama, le invité a bañarnos y él me dijo que eso lo haríamos después que el olor a leche que teníamos a él le daba mucho morbo.
Nos quedamos así embarrados el uno junto al otro. La leche se secó en nuestros cuerpos y de nuevo a los 30 minutos estábamos empalmados de nuevo y comenzamos a follar de nuevo. Con mi boca le fui chupando toda le leche que tenía seca en los vellos de su pecho y me la fui comiendo. Le dejé limpio los cojones y su polla y cuando lo tenía bien limpio me volvió a enganchar desaforadamente. Follamos de forma salvaje hasta que de nuevo nos corrimos y nos volvimos a embarrar de leche. Así nos quedamos dormidos y extenuados y no nos bañamos hasta el día siguiente cuando nos despertamos y me volvió a follar en la bañera. Luego se vistió y se marchó me dijo que iba a casa de sus padres pero que después regresaría a dormir conmigo.