El esperado Fin de Semana (1/5)

¡Comienza el Fin de Semana! Primero de los cinco últimos relatos...


Esta historia se puede leer independientemente de haber leído o no mis anteriores relatos. Sin embargo, uno comprenderá mejor la historia si anteriormente ha leído los capítuos de Irene, Eva y Susana.


Es cierto que aquellos cuatro días que tanto había preparado Toni se habían torcido bastante, pero por otro lado, iba a quedar compensado con una reunión que pintaba más que bien.

Irene estaba en la piscina dándose un chapuzón cuando vio llegar el primer coche. De él, bajaron Pedro y Ágata, que se quedó embobada mirando la mansión.

Pedro, al ver a Irene en la piscina, la saludó con la mano. Toni se asomó a la terraza y al ver a Irene, aún dentro de la piscina, le dio el toque:

  • Número nueve… ¿Qué haces todavía en el agua?

  • Yo… - dijo Irene, intentando excusarse.

  • Déjalo, vamos, que ya han llegado – concluyó, metiéndole prisa.

Irene salió de la piscina, se enrolló una toalla alrededor de su cuerpo y descalza, entró de nuevo en la casa. Allí, Toni esperaba a los primeros invitados en la puerta:

  • Al final me vas a tener que enviar una foto tuya, para que pueda verte, desaparecido – dijo Pedro a Toni, dándole un abrazo.

  • ¡Ja, ja, ja! Tienes razón, tendremos que obligarnos a buscar un hueco para vernos… que si no pasa como ahora. – contestó Toni.

Ágata permanecía un paso detrás de Pedro, mientras seguía observándolo todo: la casa, la entrada y a Toni, intentando hacerse a la idea de qué tipo de hombre era. Irene apareció tras Toni, enrollada en la toalla:

  • ¡Pedro! ¡Hola! - saludó entusiasmada.

  • Vaya, Irene – dijo Pedro, dándole un beso y mirándola de arriba abajo - ¡Estás guapísima! Te queda bien el pelirrojo

  • ¡Gracias, Señor! – contestó sonriente.

  • ¿Qué le pasa? ¿Se ha vuelto muda? – comentó Toni en tono de broma, señalando a Ágata.

  • Ágata, di hola, mujer… - dijo Pedro.

  • Hola – dijo ella, escuetamente.

  • ¡Qué escueta! – anotó Pedro – Todavía debe estar medio atontada, ésta no ha sido su mejor semana

Irene saludó con la mano a Ágata y le sonrió.

  • Vaya, no sé por qué no os he hecho pasar… podríamos haber hecho los saludos dentro en vez de aquí – dijo Toni, dándose cuenta de que continuaban en el umbral de la puerta – Pasad, pasad

Entraron en la casa y Ágata volvió a quedarse pasmada, mirando la decoración minimalista y asombrada con las dimensiones de aquella sala.

  • ¿Y Sergio? – preguntó Pedro.

  • Pues tiene que estar al caer… ¿Quedásteis no hace mucho, no?

  • Sí, unos tres meses – contestó Pedro – Y ya conoce a Ágata… ¿verdad preciosa?

Ágata bajó la mirada y se sonrojó. Toni soltó una carcajada.

  • Ya veo… – dijo Toni - Pero esta vez venimos todos, ¿no?

  • Sí, sí – contestó Pedro – Tendremos que hacernos una foto de grupo, o algo

  • ¡Ja, ja, ja, ja! – rió Toni – Bueno, ya sabes dónde está todo. Dejad las cosas y poneos cómodos.

Pedro y Ágata se alejaron por el pasillo y se perdieron tras una de las puertas.

* Hooligan – dijo Toni, cogiendo a Irene del brazo – Ahora te esperas a que llegue Sergio para decir hola… y luego vas a la ducha, te cambias y apareces como una persona, ¿vale?

  • Vale – contestó sonriente.

  • Y te quedas porque a Sergio aún no le conoces, pero es la última vez que recibes a la gente en bikini y toalla. Esto no es un Spa.

  • ¡Ja, ja! – rió ella – De acuerdo, lo siento

Toni le dio un beso en la frente y le sonrió. Desde fuera, se escuchó el sonido de un claxon.

  • ¡Ya están aquí! – dijo Toni, animado.

Le dio un cachete en el culo a Irene y volvió a abrir la puerta.

  • Hola, disculpe, ¿es aquí la reunión anual de perras? – dijo Sergio, con voz seria.

  • ¡Ja, ja, ja, ja! – rió Toni - ¡Tío, me alegro de verte!

Ellos se dieron un abrazo. Irene esperó un tanto nerviosa a ser presentada por Toni.

  • ¡Pasa, pasa! Es que antes he hecho todas las presentaciones en la puerta… - dijo Toni a Sergio.

  • ¡Ah! ¿Ya han llegado? – preguntó Sergio.

  • Sí, hace nada…- en ese momento, Toni se percató de que no había nadie detrás de Sergio - ¿Has venido sólo?

  • No. Está en el coche contando hasta quinientos… - aclaró Sergio, consiguiendo una nueva carcajada de Toni – Es que lleva todo el camino como un flan… Cuando termine, ya picará al timbre.

  • Genial, pues adelante – dijo Toni, haciendo pasar a Sergio.

Sergio entró en la casa y vio a Irene, nerviosa, mirándolo sonriente.

  • ¡Hombre…! – exclamó Sergio – Ya tenía ganas de conocerte, Irene

  • Encantada… - dijo, nerviosa.

Sergio la miró de arriba abajo y luego miró a Toni, que asintió con la cabeza. Al recibir la respuesta de su amigo, Sergio quitó la toalla que rodeaba el cuerpo de Irene, quedando ante ellos con el bikini. Sus mejillas se sonrosaron. Sergio la puso de espaldas a él:

  • ¿No nos conocías a ninguno… o ya habíais quedado con Pedro? – preguntó, acariciando su culo lentamente.

  • A… a Pedro ya lo conocía, Señor… - contestó Irene, de forma educada, con la respiración agitada.

  • Puedes llamarme Sergio, en esas parafernalias soy como Toni… me gustan cuando tocan, no a cada momento - dijo, metiendo sus manos por debajo de la parte de arriba del bikini, apretando sus tetas y mirando a Toni con cara de alucine al tocarlas – ¡Sí señora, unas tetas estupendas! – le dijo, sacando sus manos y devolviéndole la toalla. – Pues eso, que en lo de hablar de usted, ése es Pedro

  • Sí, a mí tampoco me hacen falta en cada frase… - comentó Toni – Además, con ésta – dijo señalándola con la cabeza – sería como darme cabezazos contra la pared

  • ¡Ja, ja, ja! – rió Sergio - ¿Por tozuda o por despistada?

  • Despistada y caótica – contestó Toni, acercándose a Irene y pasando el brazo por encima de su hombro – Si es que la niña lo tiene todo: distraída, nerviosa, charlatana… - dijo Toni, apretándole una mejilla - ¡Y menos mal que este fin de semana quedamos en mi casa y no en la de Pedro, porque si no… gracias a Irene llegaríamos el lunes!

Irene bajó la cabeza, abochornada.

  • ¡Ja, ja, ja, ja! – rió Sergio – Bueno, ¿Y Pedro?

  • Tercera puerta – anotó Toni.

  • Genial… voy para allá. – concluyó.

Sergio se dirigió hacia el pasillo y al llegar a la tercera puerta, picó fuertemente con los nudillos. En cuanto la puerta se abrió, Sergio gritó:

  • ¡Servicio de habitaciones! – dijo, bromeando.

Pedro abrió la puerta y se saludaron, también con Ágata, que sí conocía a Sergio. Toni aprovechó que sus amigos se saludaban para enviar a Irene a ducharse y arreglarse. Ella subió las escaleras y desapareció por la puerta.

Sonó el timbre de la puerta. Toni hizo un gesto a Sergio para advertirle que ya iba él a abrir la puerta y al abrir, se encontró a Eva, resoplando fuertemente, una y otra vez, exageradamente:

  • Hola. – la miró y sonrió - Supongo que no estás de parto… - dijo, con sarcasmo.

  • Genial, un gracioso...- contestó Eva, mirándolo fijamente. Toni levantó una ceja – ¡Lo siento…! ¡Estoy muy nerviosa! No estoy de… Vengo con

  • Tranquila, sé quién eres. Adelante, Eva – dijo Toni amablemente, invitándola a pasar.

Eva volvió a resoplar y entró en la casa, mirando de un lado a otro. Al verla ya en el comedor, Sergio se acercó hasta allí, seguido de Pedro y Ágata.

  • Bueno, esta es Eva – dijo Sergio, presentándola oficialmente – Estos son Pedro, Toni y Ágata

  • Encantada… - dijo Eva, con la respiración agitada, mientras saludaba a cada uno.

  • ¿Por qué no subís al piso de arriba a cambiaros de ropa? – dijo Toni, amablemente - Irene está allí también y tiene la ropa para todas.

Las dos chicas asintieron con la cabeza y se dispusieron a subir, cuando Sergio cogió del brazo a Eva.

  • Eva, tú quédate aquí un momento – dijo Sergio, seriamente – Ágata, ves para allí, Eva subirá en un momento.

  • De acuerdo… - dijo Ágata, subiendo las escaleras.

  • Chicos, tomad asiento, por favor – dijo Sergio – Tenemos que hablar de Eva.

Pedro y Toni se sentaron, expectantes. Eva se quedó de pie frente a ellos dos, mientras Sergio permanecía al lado de ella. Empezó a sentir cómo sus mejillas ardían y cómo sus manos estaban más y más sudorosas.

  • Bueno, sabéis que Eva ha estado en fase de prueba – ellos asintieron, mientras Eva miraba a Sergio con cara de sorpresa, cualquiera diría que ella no lo sabía – La rubia metió una buena cagada la semana pasada, se pasó todo la semanita entera haciendo las cosas al revés. Pero mejor que os lo explique ella

Eva abrió los ojos como platos y miró a Sergio, con una mirada suplicante, asustada y avergonzada. Sergio se sentó junto a Toni y los tres permanecieron en silencio esperando su explicación:

  • Bueno… - comenzó a decir ella – Yo… estuve haciendo… cosas mal a propósito… para que me… - sólo de pensar en decirlo en voz alta, quería morirse de la vergüenza - para que me… castigara.

Pedro y Toni sonrieron, mientras Sergio le hizo un gesto para que siguiera explicando. Ella volvió a abochornarse:

  • Bueno, no sé… qué más contar – dijo, bajando la mirada - ¿Qué más quieres que explique?

  • Podrías explicarles tu situación con las chicas… - contestó Sergio, seriamente – No te preocupes, si veo que algo no lo explicas bien, ya lo aclararé yo. Adelante.

  • Bueno… el caso es que no suelo congeniar con chicas… - explicó Eva.

  • Sí, esa es la parte aburrida – resumió Sergio – Ahí donde la veis, parece una pija mega-popular, pero que va. Con las chicas es más fría que el hielo… Cuéntales lo de Laura.

  • Eso, eso… - dijo Toni, animado – Cuéntanos lo de Laura

  • Laura… era… es… - Eva se frotaba las manos, que las tenía sudadas – Bueno, era… mi chica.

Se quedaron en silencio por un instante. Eva, allí de pie, sólo deseaba que la tierra se la tragase… Esos segundos se le estaban haciendo eternos.

  • ¿Tu chica? – preguntó Pedro, extrañado - ¿Tienes novia?

  • No… - dijo, bajando de nuevo la mirada.

  • ¿Entonces? – volvió a preguntar Pedro.

Eva los miró y vio sus caras, sus sonrisas y sus miradas, esperando que lo dijese. Y entonces se sintió como una idiota: estaba claro que todos estaban más que informados. Tragó saliva y sin pensar soltó:

  • No era mi novia… era mi sumisa.

  • Ah – contestó Pedro, sonriente – Mira que han pasado algunas chicas por aquí, pero esto es nuevo

  • Gracias Eva, ya continuo yo – dijo Sergio – Entonces, la parte de los castigos pendientes ya la hablaremos luego los tres a solas… Pero quería comentaros eso de las chicas. ¿Qué os parece si Eva juega a dos bandas? – comentó Sergio a sus compañeros, ante la mirada de incredulidad de Eva, que no podía creer lo que estaba oyendo.

  • ¿A dos bandas? Y eso, ¿Cómo iría? ¿En plan espía ruso, que nos explica lo que hablan a escondidas? – dijo Toni en plan cachondeo.

  • Más bien había pensado en que esté donde le toca, que es con las chicas… pero que en el momento en que os apetezca, podáis cambiarla de bando. Tengo ganas de ver cómo se desenvuelve tratándolas

  • A mí me parece interesante, sí señor. – anotó Pedro.

  • Por mí bien – comentó Toni.

  • Aunque Eva, si ellas consiguen enterarse de esto antes de que ocurra, – dijo Sergio, con tono amenazante – prepárate

  • ¿Y… y si no quisiera hacerlo? – preguntó ella, levantando la cabeza, orgullosa.

  • Pues entonces, creo lo harías a disgusto, ¡Ja, ja, ja! – contestó Toni, con sarcasmo.

  • Entiendo… - concluyó Eva.

  • Pues ahora que ya está claro, ve para arriba con las chicas – dijo Sergio, finalmente.

Eva asintió y se fue escaleras arriba, con el resto de las chicas. Los tres chicos quedaron solos y se acomodaron más distendidos en el sofá:

  • Bueno – dijo Toni – Os explico la versión rápida: Irene tiene un total de doce faltas

  • ¡Pero tíos! – dijo Pedro, sorprendido - Uno con tantas faltas que nos llama preocupado… tú con doce faltas… ¡Esto parece una casa de putas!

Todos quedaron en silencio durante un segundo, y luego estallaron en una gran carcajada.

  • ¡Ja, ja, ja! Bueno, pero son faltas diferentes, creo yo… - explicó Toni – Anteayer fuimos a cenar y le dije que no podía decir la a.

Pedro y Sergio volvieron a echarse a reír.

  • ¿Y desde cuándo eres fan de Pasapalabra? – dijo Sergio entre risas.

  • ¡Ja, ja, ja! Es que mola un huevo – comentó Toni – Es extremadamente competitiva… Cuando la vi el otro día, por un momento creí que me había estado ocultando una parte suya, pero… ¡Ja, ja, ja! Nada más lejos de la realidad. Es una gatita, charlatana pero gatita al fin y al cabo. Hasta que se apuesta o se juega algo. ¡Entonces es como "Jekyll y Hyde"! Aunque aún no tengo muy claro por qué le pasa eso… Sus amigotes me dijeron que es así desde pequeña… Así que creo que tendremos que hacer algo para que la veáis, porque en serio: Es tremendo. Se vuelve una energúmena.

  • ¡No me imagino a Irene de ese modo! – anotó Pedro – Doña "peros" es muy alegre, como una muñequita, pero no tiene pinta de

  • Créeme – interrumpió Toni a Pedro, poniéndole una mano en el hombro – T-R-E-M-E-N-D-O

  • Y… bueno, lo de Eva es extraño. – empezó a explica Sergio - En serio os juro que por un momento estuve a punto de mandarla a la mierda. Pero después de enterarme de la historia entera, le he dado otra oportunidad. Aún no se lo he dicho, pero le doy una semana más, y si veo que no me convence, puerta.

  • ¿Tan mal os va? – preguntó Pedro, preocupado.

  • Tiene un carácter muy fuerte, y sabéis que de los tres, soy el más moderado – explicó Sergio – Sólo ha estado con dos tíos… y conmigo. Aunque sepa toda la historia de sus chicas… sigo pensando que no está preparada para esto. Necesito ver si realmente vale la pena hacer el esfuerzo. Por mí, tenéis vía libre con ella

  • ¿Estás seguro? – preguntó Toni a su amigo.

Sergio asintió con la cabeza.

  • ¿No te habrá engañado con esto también, no? – preguntó Pedro – A ver si ahora la supuesta novata, se las come de tres en tres como quien se ata los cordones

  • Lo dudo bastante… - respondió Sergio - ¡Si estaba nerviosa perdida, sólo de pensar en venir! Nunca ha estado con más de un tío

  • Reconoce que aunque aún le estés pillando el punto, has traído toda una novedad – dijo Pedro, disfrutando – Una perra novata que encima es una hija de puta con las tías. Aunque sólo sea para este fin de semana, es interesante.

  • ¡Ah! Y prepara unos combinados tremendos – añadió Sergio, contento.

  • ¡Joder! Todavía mejor – concluyó Toni.

Se quedaron en silencio y Sergio y Toni miraron a Pedro, expectantes. Al verlos, Pedro con una sonrisa de oreja a oreja, fingió seriedad… aunque sin lograrlo.

  • ¿¡Qué!? – dijo él, haciéndose el loco.

  • ¿Nos lo cuentas ya, o hemos de esperar al año que viene? – dijo Toni, sarcásticamente.

  • ¡Ja, ja, ja, ja! – rió Pedro, viendo a sus compañeros tan ansiosos por saber.

  • ¿Lo que explicabas en el mail… va en serio? – preguntó Sergio, con curiosidad.

Pedro asintió con la cabeza y sus compañeros se quedaron pasmados.

  • ¡Qué fuerte! Creo que es lo último que esperaba este fin de semana… - comentó Sergio.

  • Va a ser un fin de semana acojonante… - concluyó Toni. – ¡Me encantan estas reuniones!

  • Y esta pinta muy muy bien… - añadió Sergio – Aunque ahora mismo, sólo nos queda esperar.

  • Oye, vamos a la terraza, a esta hora se está de puta madre – animó Toni a sus colegas.

Pedro sacó su móvil y miró la hora.

  • Id vosotros, yo ahora vendré – dijo sonriente - ¿No te importa, no?

  • Sí, claro, me ofende muchísimo – contestó Toni, con ironía - ¡Ja, ja, ja! ¡Que va, tío! Tú como en tu casa.

Sergio y Toni salieron afuera y Pedro se dirigió hacia la entrada de la casa. Abrió la puerta y se acomodó en un banco que había justo delante. Tras un rato a solas, vislumbró un taxi en el horizonte, que se acercaba. Dio un gran suspiro y soltó una carcajada.


¡¡Muchas gracias por leerme!!

Como siempre, recordaros que me hacéis un gran favor puntuando con las estrellitas de abajo y comentando, tanto por aquí como por mail.

¡Un saludo!

Susana.