El español del chat
Lo conocí en el chat. Nunca pensé que pasaría momentos tan intensos con él, sobre todo porque estábamos en países tan distantes
Julián
Lo conocí en el chat. Nunca pensé que pasaría momentos tan intensos con él, sobre todo porque estábamos en países tan distantes
Como todas las noches entré en el chat y me encontré con la persona que, sin yo saberlo todavía, me haría pasar momentos intensísimos de sexo y placer. Se llama Rodrigo y es español, tiene 28 años y una figura preciosa. Cuando vi. su foto semidesnudo me quise morir de placer. Estaba en una pose en la que se le veía todo su cuerpo, salvo su pene, pero todo lo que sugería ese cuerpo y, sobre todo, ese rostro, me dejaron a mil.
Comenzamos a hablar y se estableció entre nosotros una inmediata confianza, a pesar de existir una diferencia de edad bastante grande, ya que tiene 28 años. Y a medida que intercambiábamos conversaciones fuimos entrando en el terreno sexual y cuándo yo le decía que era una lástima que no pudiéramos conocernos personalmente él me respondía que nada es imposible.
Pasaron los meses y nuestras pláticas continuaron, yo estaba embelezado con ese españolito tan particular, que me hacía reír y disfrutar de nuestras conversaciones. Y siempre aquello de que "nada es imposible".
Un día me dice que en su trabajo (una multinacional con sucursales en Argentina, donde se desempeñaba como Junior) lo enviaban junto con otros empleados a hacer una serie de estudios internos en la sucursal de mi país. Y me propuso conocernos personalmente ("Viste que nada es imposible?", me dijo).
Así que fijamos fecha de encuentro en Buenos Aires; yo soy del interior del país. Él se alojaría en un hotel de primera categoría de los que abundan en la capital. Desde ese día en adelante mi vida fue de una ansiedad tan grande que no podía soportarla. Hasta que el día antes de nuestro encuentro viajé y me instalé en un hotel que yo conocía, pero que no estaba dentro de la categoría del suyo.
Y el día señalado, me preparé. Me afeité, me bañé, me di una enema para tener mis intestinos totalmente limpios ya que esperaba que algo pasara, me puse mi mejor pilcha, el perfume Kenzo que encuentro tan sensual y me dirigí a mi cita.
Mientras iba hacia la cita mi corazón palpitaba fuertemente. La ansiedad era muy grande. Aunque habíamos intercambiado algunas fotos me preguntaba como sería él personalmente y cómo me encontraría a mí. Le gustaría? Él a mí seguro que sí.
Llegué a su hotel y pregunté por él en recepción. Llamaron a su habitación y me indicaron un lugar donde esperarlo en el amplio y lujoso salón, donde nunca había entrado. Estaba allí esperando, cuando de pronto escucho una voz muy sensual que mencionaba mi nombre. Levanté la vista y lo ví, fue como si fuera la primera vez que lo veía. Mi corazón casi dio un vuelco. Porque quien estaba frente a mí era uno de los chicos más lindos que he visto en mi vida. Aunque las fotos me decían mucho, no era lo suficiente, comparado con la realidad.
No excesivamente alto: 1,78 mas o menos, cabello corto castaño oscuro, piel trigueña, ojos café, y una sonrisa de esas que derriten. Me tendió la mano y fue un apretón que me dejó más tieso de lo que ya estaba. Y luego un abrazo. En realidad se mostró muy afectuoso. No llegó al beso como se estila en mi país, pero fue un saludo muy cordial. Yo no paraba de mirar a ese hermoso ejemplar masculino, de 28 años, vestido con un pantalón de vestir gris claro que dejaba traslucir algo de su paquete y una camisa color pastel mangas cortas abierta que permitía ver parte de su torso cubierto de vellos, aunque no muy abundantes, y que resaltaba los bíceps que mostraban todo el trabajo de gimnasio.
Hablamos un rato de cómo habían estado nuestros respectivos viajes. Me mencionó algo sobre su trabajo y me invitó a cenar en el restaurante del hotel, aprovechando que sus colegas habían salido para cenar fuera del hotel.
La cena fue magnífica desde todo punto de vista: la comida, la bebida, la atención de los mozos pero, sobre todo, su atención hacia mí. El dominó toda la conversación, ya que yo estaba tan excitado que hasta me costaba hablar. Lo veía desempeñarse tan bien en la mesa, con sus atenciones, sus brindis y esos ojos que parecían decir todo sin decir nada. Una mirada penetrante, que me derretía.
Terminada la cena me invitó a tomar una copa en su habitación. Por supuesto que acepté, completamente ansioso de lo que yo quería que pasara. Pero que no sabía que iba a pasar dado que en la mesa no se habló de sexo. Pero deseaba ansiosamente que estuviera decidido a hacer algo conmigo.
En el ascensor seguimos conversando durante los primeros pisos porque iban otras personas, pero en el cuarto piso quedamos solos y entonces su mano agarró la mía y entrelazó nuestros dedos. Creo que casi acabo en ese mismo momento. El calor de su piel, tan intenso, fue como un disparador que me decía lo que iba a pasar.
Entramos a la habitación, amplia con ventanales que daban hacia el río. Me invitó a una copa y nos sentamos en uno de los amplios sillones que estaban dispuestos como si fuera en un living. Seguimos charlando, tenía tema para todo.
Hasta que, de pronto, se hizo un silencio. Me miró fijamente a los ojos y sacó la copa de mi mano y se fue acercando a mí. Y tomando mi cabeza la atrajo hacia él y me besó. Fue un beso apasionado en el que nuestras lenguas jugaban sin parar, mientras empezábamos a desnudarnos.
Pronto estuvimos en calzoncillos. Él con unos boxers negros Calvin Klein bien ajustados que resaltaban el tamaño de su paquete que yo empecé a masajear. Mientras seguíamos besándonos, nos levantamos y fuimos a la cama, donde nos acostamos y empezamos a acariciarnos, a descubrir nuestros cuerpos hasta que empezamos a bajarnos lo poco que nos quedaba y quedamos totalmente desnudos.
El siguió besándome por toda mi cara, mis orejas que me ponían a mil, y fue bajando por todo mi cuerpo. De pronto me preguntó si me animaba a jugar un juego que a él le gustaba. Yo estaba totalmente dominado por él y respondí que sí. Entonces fue a buscar un par de corbatas y comenzó a atar mis brazos y mis piernas a la cama. Jamás había tenido una experiencia como esa y primero no me gustó mucho, pero después, cuando sentí como pronunciaba mi nombre mientras volvía a besarme, me dejé llevar.
Y fue la dominación total. Todo mi cuerpo fue recorrido lentamente por su lengua. Mi cara, mis ojos, mis labios, mis orejas. No dejaba espacio sin recorrer, acostado encima de mí. Después fue bajando hasta que de pronto lo sentí en mi pija, lamiéndola como un helado primero, pero después colocándola dentro de su boca, mientras jugaba con mi glande. Yo estaba cada vez más excitado, me la chupó un rato y me hizo ir al cielo. Pero cuando estaba por acabar se salió. Y se sentó de rodillas sobre mi pecho y puso su pija en mi boca. No alcanzaba a tragarme toda su pija, por la posición en que me encontraba, pero él no dejaba de arremeter. Me estaba cogiendo por la boca. Y de pronto, los gestos de su rostro y sus gemidos me indicaron que estaba por acabar y me preparé a recibir su semen en mi boca. Varios chorros de semen caliente, agridulce y suave me inundaron la boca y lo fui tragando mientras él mantenía su pija dentro. Sinceramente no daba más de ganas de acabar yo también, pero él me pedía que no lo hiciera. Me apretaba fuerte la base de la pija y así impedía que yo eyaculara.
Cuando terminó en mi boca, se quedó un ratito más allí y bajó a besarme. Quiero saber qué gusto tiene mi leche, me dijo. Estuvimos besándonos, mientras mi pija dura se estremecía bajo su cuerpo.
Volvió a empezar todo de nuevo, sus besos, sus lamidas por todo el cuerpo, y yo sin poder hacer nada más que gozar de aquello tan espectacular que nadie me había hecho nunca. Mejor dicho, que sí lo había experimentado pero no de esa manera. Atado a la cama. Volvió a mamarme un buen rato pero sin dejarme que acabe. Yo estaba a mil. Parecía que me iba a morir del placer. Cuando de pronto se levantó de la cama y fue hasta la mesita de luz de donde sacó un frasquito. Metió los dedos y los untó en una crema que pasó por mi pija y después por su culo. Y ahí me di cuenta de lo que estaba por hacer. Se acomodó encima de mí y lentamente se fue sentando y encajándose en mi pija, que estaba cada vez más dura. Nunca creí que pudiera durar tanto. Cuando quise acordar tenía toda mi pija encajada en su culo, mientras él me acariciaba y me decía palabras dulces y calientes a la vez. Estuvo un rato entrando y saliendo hasta que le grité que no aguantaba más, entonces en un gesto de su cabeza vi que él tampoco y me volqué totalmente dentro suyo.
Se quedó un rato sentado y luego salió de mí y se bajó y me chupó la pija y me limpió los restos de semen que habían quedado y me volvió a besar, con lo que sentí el sabor de mi semen en mi boca. Entonces me desató y se acostó bien pegado a mí mientras me acariciaba y me decía lo bien que la había pasado. Nos quedamos no sé por cuánto tiempo así, sin decirnos nada, sólo acariciándonos y besándonos, hasta que me preguntó si quería tomar un baño.
Me dejó elegir entre la ducha y el jacuzzi y yo elegí los dos. Baja. Pero la ducha primero. Así que me tomó de la mano y me llevó al baño. Entramos los dos juntos a la ducha, y mientras el agua caía sobre nosotros nos besamos como si nada hubiera pasado antes. En ese momento empecé a sentir como mi pija volvía a ponerse dura y se encontraba con la dureza de él. Nuestras manos empezaron a jugar con la pija del otro un rato y después buscamos el jabón y empezamos a enjabonarnos uno al otro. Nos enjabonamos largamente nuestras pijas y nuestros culos.
Cuando el agua se había llevado todo el jabón de nuestros cuerpos, él volvió a besarme y luego me dio vuelta y me apoyó contra la pared. Se deslizó y se quedó de rodillas y mientras sus manos separaban mis nalgas, comencé a sentir su lengua que jugaba en mi ano y me empezaba a hacer sentir sensaciones nuevas esa noche. En un momento dado su lengua comenzó a penetrar y a lubricar mi ano. Fue un rato en el que sentí un placer tan grande que ya casi había perdido la noción de la realidad.
Cuando me lubricó bien con su lengua, hizo jugar primero un dedo y luego dos para que se dilatara bien y se paró, haciéndome inclinar para que pudiera hacer lo que él y yo queríamos. Su cabeza se apoyó y lentamente empezó a entrar. Por suerte no era muy grande, porque aunque ya me habían cogido otros, hacía ya un tiempo que no lo hacían y yo tenía algo de temor. Pero siempre fue así. Con Miguel y con Damián me pasó lo mismo.
Se quedó un momento allí y cuando yo no lo esperaba, mientras decía "vas a ver cómo vas a gozar", "como me gusta este culito", "quiero que seas mío" y frases por el estilo, empezó a penetrar. Yo sentía su dureza como iba haciéndose lugar en mi cuerpo, avanzando y retrocediendo, hasta que sentí sus huevos contra mi culo. El agua que caía de la lluvia y lo caliente de su cuerpo me habían puesto casi al borde del desmayo. Pero el placer que sentía era tan diferente a las otras veces! Cuando terminó de entrar, comenzó a moverse, entrando y saliendo, haciendo movimientos circulares, quedándose quieto por momentos. Yo sentía que esa noche sólo existía él y esa cogida que tanto había deseado.
Mientras me cogía jugaba con mi pija y me masturbaba. Hasta que me dijo, quiero terminar en el jacuzzi. Así que sin salir de mi cuerpo caminamos hacia el jacuzzi y el se sentó y yo quedé sobre él. Ahí sentados empezamos a mover nuestros cuerpos al mismo tiempo, mientras me besaba y me masturbaba. No sé cuánto tiempo pasamos en esa posición hasta que me dijo que estaba por acabar, yo le dije que yo también. Un momento después sentí cómo mi cuerpo era inundado por su semen y el mío caía en sus manos que continuaban masturbándome. Salí de él y me senté a su lado y comenzamos a besarnos.
Estuvimos allí un rato largo, hablando de lo bien que lo habíamos pasado, mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, y cuando salimos del agua y empecé a secarlo con la toalla tan mullida que proveía el hotel, empecé a notar como se le estaba poniendo dura de nuevo. Esos 18 cms de carne parecía que tenían vida propia.
Cuando me disponía a volver a mamársela, me dijo muy suavemente que mejor descansáramos porque al día siguiente tenía una jornada muy dura, pero que por la noche podríamos volver a disfrutar.
Así que me invitó a quedarme a dormir y nos acurrucamos en esa cama tan cómoda en posición de cucharita. Yo admiré su dominio de sí mismo, ya que su pija dormía pegada a mi culo, y el estaba abrazado a mí mantuvo su posición de esperar hasta el otro día y luego de decirme más cosas calientes, me besó y se quedó dormido.
Fueron cuatro las noches que pasamos juntos en ese hotel. Él prácticamente no conoció la ciudad, salvo lo que veía durante el día cuando iba a su trabajo. Y a pesar de que algunas de esas noches cenamos fuera del hotel, en seguida volvíamos para gozar de nuestros cuerpos cada noche.
Lástima que lo bueno siempre se termina, y su trabajo se terminó. Él debió volver a España y yo a mi ciudad. Pero antes de despedirnos y cuando le dije que quizás no volveríamos a vernos me dijo. "Te acordás cuando te dije que nada es imposible?".
Sólo me queda la esperanza de que en su trabajo vuelvan a enviarlo a la Argentina. Mientras tanto seguimos como amigos del chat.
Si les gustó, pueden escribirme a fern_pon@hotmail.com , o agregarme a su lista de contactos.