El eslavón perdido (3)
Atravesando el desierto encontraras las montañas grises, escondiendo un tesoro muy preciado, el deseo...
La despiadada lluvia desafiaba el improvisado refugio que ayer tarde construí previniendo la tormenta que se avecinaba, subido en las rocas con mirada de cansancio podía imaginar que todo el bosque se había convertido en un gran lago, hasta donde me alcanza la vista, los árboles bailan con las cristalinas gotas, los pájaros escondidos entre sus toscos escondrijos, el silencio es paralizador, todo el bosque enmudece al paso de la bendecida lluvia, menos a mí, después de tres días caminando por sus entrañas no he podido encontrar ninguna señal de los tres hombres y la pobre chica , pero aunque mi estado de ánimo cada días es mas débil, por otro lado mis ganas y fuerza no cesan, tengo que encontrar a la chica y averiguar porqué la llevaban atada de pies y manos, la idea de que puedan hacer lo mismo con mi hija me aterroriza, el estado en que vivían mis pequeños amigos, escondidos en el interior de aquella montaña en la boca del volcán me hacia pensar que aquellos hombres tenían mucha culpa del porque de su aislamiento, algo me decía que el tiempo se me acababa, mi hija estaría embarazada y de ella dependía la supervivencia de todos sus compañeros.
Miré al cielo y a lo lejos observé que la tormenta empezaba q disiparse, aunque mis fuerzas flaqueaban intente ponerme en pie, rebusque en la mochila algo para llevarme a la boca pero mis últimos alimentos los termine la noche anterior, tenia que comer algo o no duraría mucho en estas condiciones. Recordé que el muchacho que me condujo de vuelta a casa la ultima vez, me alimentaba con hojas, raíces y hierbas que extraía de la tierra, miré a mi alrededor y encontré unas hojas muy pequeñas que salían del suelo, intenté arrancarlas pero en cambio unas raíces muy profundas continuaban a las pequeñas hojas, continué tirando y dos metros mas a la derecha encontré unas semillas, eran redondas y grandes, muy parecidas a los ajos que yo conocía, limpie el barro que los rodeaba y oliéndolos primero me los metí en la boca, al principio hice ademán de vomitar pero un estallido de sabor inundo mi boca, no me lo podía creer pero estas semillas tenían buen sabor, no pude compararlas con ninguna otra fruta que yo conocía, busque por todos lados y comprobé que estaba rodeado de hojitas, comencé a extraerlas y solo de pensar en el banquete que estaba preparando, me dolía el estomago.
Deguste todas las que pude y las que sobraron las guarde en la mochila, era increíble pero yo siempre había sido un paleontólogo de laboratorio y nunca había estado en campo, pero la simple idea me daba ánimo para proseguir mi camino. La lluvia ceso y dio paso a un sol brillante y sus rayos calentaban de justicia, levante la mirada para saber en que lugar me encontraba, detrás de mi había unas montañas enormes y supuse que acababa de cruzar la gran sabana por la que días atrás mi guía me condujo, no era muy bueno caminado pero la memoria era fotográfica y estos parajes formaban parte de mis recuerdos.
De un salto abandone las rocas que me servían de refugio y con un paso firme me dirigí hacia las montañas, era increíble pero las semillas me habían recuperado todas mis fuerzas, aunque he de decir que el aroma que desprendían al comerlas era muy parecido a un vino muy conocido, quizás por eso mi estado de animo era altísimo, todo me parecía pequeño y muy cercano, supuse que las semillas contenían algún estimulante, pero la idea no me pareció del todo mala, pues una dosis de alegría era muy bien acogida.
El sol repartía suerte para todos los que caminábamos por estas llanuras, cien metros mas adelante observe como dos animales, que por su aspecto debían de ser dos hienas, atacaban con intención de comerse a un indefenso perro salvaje, iba a ser espectador de la escena más cruel pero natural de la misma naturaleza, con gesto de enfado agarre un trozo de leño seco que encontré en el suelo y me dije que esto no era justo, eran dos contra uno, no podía permitirlo, así que empecé a dar gritos y con la improvisada arma intente asustar a las hienas, las cuales al verme correr hacia ellas y con este escándalo decidieron abandonar a su presa.
Cuando llegue al lugar de la escena me encontré al pobre perro en el suelo, la sangre le brotaba por todo el cuerpo, su mirada era de agradecimiento pero el dolor que le producían quedaba reflejado en su rostro, busque en la mochila y encontré un pañuelo que mi hijo me regalo para el día del padre, dos metros mas lejos había un charco de agua turbia pero pensé que al ser de las lluvias del día anterior aun no estaría en mal estado, empapando el pañuelo me acerque al perro y con mucho cuidado comencé a limpiar las heridas producidas por los afilados dientes de las hienas, al hacer desaparecer toda la sangre descubrí que en verdad no tenia tantas heridas, la mas escandalosa era un corte que reflejaba en el lomo derecho, aunque la hemorragia ya había cesado coloque el pañuelo en la herida y la presione, me quite la camisa y cortándola en tiras improvise un vendaje para sujetar el pañuelo a la herida, una vez terminado intente levantar al animal pero no tenia fuerzas ni para levantarse, su mirada era triste y sabia que si lo abandonaba aquí moriría o lo peor, sus enemigos se darían un banquete, intente darle agua pero fue inútil, entonces una idea explotó en mi cabeza, aun tenia semillas en la mochila , por lo menos conmigo habían resultado, ¿por qué con el no..? Extraje dos de las semillas y con mi boca las mastique a fin de hacerlas una pasta, con ambas manos abrí la boca del animal y escupí la pastosa mezcla de semillas y mi saliva, cerré su mandíbula y presione su nariz, de forma que al no poder respirar se tragaría la comida, y así sucedió, repetí la escena hasta que me que me quede sin semillas, la verdad es que no me preocupo demasiado, ya encontraría mas por las montañas.
Aguarde al lado del animal durante dos horas, la noche ya caía sobre nosotros y lo mejor era buscar un lugar seguro para ambos, levante la mirada y a lo lejos aun veía las altas montañas, por un momento tuve la impresión de que esas montañas me esperaban impacientes, una sensación de ser vigilado me inundo de terror, pero no era el momento de tener miedo.
Sostuve al animal con ambas manos y me dirigí hacia un árbol que escogí como refugio por su altura y por el grosor de su tronco, podríamos dormir en una rama y no correríamos peligro de caer al suelo, me recordó mucho al árbol que mi abuelo plantó en nuestro jardín, acomode al perro y cortando unas ramas lo asegure al tronco, después de subir a lo alto del árbol y comprobar en que lugar nos encontrábamos, me asegure una buena cama que construí con hojas secas y ramitas pequeñas que encontré en el suelo, no quería arrancar ni una solo hoja o rama de este árbol, su aspecto me impresionaba y infundía respeto.
Una vez acomodado intente dormir pero el estomago me hacia ruido debido a que no había comido desde la mañana, escrudiñé la mochila pero la ultima semilla la gaste en curar a mi protegido, pero no me resistía en irme a dormir con el estomago vacío ,así que empecé a buscar por el árbol algún alimento, en la copa había unas bolitas de color rojo, no sabían si eran comestibles pero si eran el fruto de este árbol no podían ser peligrosas, me introduje una en la boca y comencé a morderla con cuidado con cierto temor, pero al contrario, su sabor era delicioso, me recordó a las uvas, aunque eran mucho mas grandes, una vez sacie mi apetito recogí una cuantas para el perro, se las coloque en la boca y el solo las engullo, me alegre mucho al ver que estaba mejor ,por lo menos comía por si solo.
Mientras comía cambie el vendaje de su herida gastando el ultimo trozo de camisa y asegure ambas camas al tronco, estaba cansado y pronto me quede dormido, la ultima imagen que recuerdo es que coloque mi mano derecha en el lomo del animal en señal de protección, mire al perro y me devolvió el gesto sacándome la lengua.
A la mañana siguiente abrí los ojos con un sobresalto, algo estaba sucediendo, me levante de un salto y mire a mí alrededor, todo estaba como la noche anterior, excepto que mi compañero no estaba, busque en el suelo temiendo que por la noche se habría caído del árbol, pero no lo encontré, me deslice por las ramas y un trozo de camisa colgaba de unas de ellas, ¿qué habría pasado? ¿Dónde estaría? Me subí a las ramas mas altas y a lo lejos pude distinguir una silueta que lentamente se movía, no podía ver si era el, lo que estaba seguro era que esa silueta venia en mi dirección, en principio me asuste, pues y si no era el, nadie sabia que estaba aquí, y nadie me buscaba.
Rápidamente recogí unos frutos del árbol y las guarde en mi mochila, de un salto baje del árbol y empecé a correr dirección las montañas, a veces me detenía para ver si mi perseguidor proseguía su campaña de atraparme, no pude ver nada y eso me tranquilizo, a medio camino había unas rocas y opte por esconderme entre ellas, porque mi estado físico dejaba mucho que desear y a campo abierto era una presa fácil, al llegar al montículo me quede paralizado, delante de mi tenia a tres lobos, tenían el pelo negro con un mechón en el cuello de color blanco, sus bocas abiertas dejaban ver los grandes y afilados colmillos, sus ojos de un verde que nunca podría imaginar, el mas grande de ellos se coloco a mi derecha y su tamaño era tal que su sombra cubría todo mi cuerpo, mis músculos se paralizaron, la respiración se me entrecortaba, no tenia armas para defenderme y de poco hubiera servido, los dos lobos restantes me rodearon y pensé que este era mi fin, di unos pasos hacia atrás pero mi espalda topo con una enorme piedra plana que a la vez hacia de pared, los tres lobos se acercaron muy despacio estudiando lo que iba a ser su próxima cena, pero algo paso, los lobos miraron con sus ojos verdes por encima de mi cabeza y empezaron a retroceder por sus mismos pasos, mire por encima de mi cabeza y allí estaba mi amigo, salto por encima de mi y se coloco en medio de los lobos, pero aunque se le veía un poco mejor pronto comprendí que no tenia nada que hacer contra los tres lobos, pero de repente se giro y me miro, su mirada era como la de la noche anterior, y no lo comprendí, los lobos se pusieron al lado del y se sentaron, ya no parecían tan fieros, y comprendí lo que estaba sucediendo, mi amigo era jefe de una manada de lobos, aunque el no era exactamente un lobo, ya con mas calma después del tremendo miedo que sufrí, observe que los lobos eran hembras , mi salvador era el macho, me acerque a el para darle las gracias con un gesto de tranquilidad, pero me mordió mis pantalones con sus colmillos y tiro de mi, no tuve otra opción que seguirle, rodeamos las rocas y entre unas hojas de árbol encontré dos piezas de carne, ahora lo veía todo claro, había ido de caza y me traía el desayuno, no sabia de que animal provenía la carne, pero guisada a fuego lento estaría deliciosa.
Después de comer y reponer fuerzas me pregunte que seria ahora de nuestro amigo, seguro se iría con su manada y yo proseguiría mi camino hacia las montañas, lo mejor seria irme después de comer, guarde los restos de carne y sin decir nada intente abandonar las rocas, los lobos estaban durmiendo a la sombra de las rocas, pero al oír mis pasos se levantaron y empezaron a seguirme, intente asustarlos pero fue inútil, de un salto apareció mi amigo y mirándome a los ojos supe que nuestro viaje no terminaba aquí, la verdad es que la idea no me molestaba, al contrario, la compañía de tres lobos y un perro salvaje, me venían muy bien para defenderme por estas montañas perdidas de la mano de dios, mirando a mis acompañantes pensé que lo mejor era ponerles nombres y saber diferenciarles, uno de ellos tenia los ojos muy grandes y verdes, a el le puse BAMTU, el mas pequeño pero con las patas grandes y fuertes, ZOMKER, el tercero que aunque su aspecto era muy delgado pero muy veloz, KEMDO, y a mi amigo lo bautice como, TYMSON. Los agarre uno a uno y mirándoles a los ojos fijamente les repetí varias veces sus nombres, no se si me entendían pero caminando nombraba uno a uno y al escuchar su nombre giraban la cabeza y me miraban, fue una de las experiencias mas gratificantes del día, y ay estábamos los cuatros viajeros caminando dirección a las montañas, ninguno de nosotros giro la cabeza para mirar atrás, no advertí si ellos sabían donde íbamos pero estaba convencido de que me acompañarían donde yo quisiera y sin dudarlo ni un momento me protegerían asta el fin de sus días.
El viento de la mañana hacia tambalear el improvisado refugio que construí para cobijarnos de la oscura noche, alce la mirada y pude ver a TYMSOM a mi derecha, tenia las orejas erguidas y clavaba su triste mirada en las montañas, con gran esfuerzo me levante y al alzar la mirada pude observar que una gran oscura nube cubría la cumbre, me sorprendió mucho puesto que no encontré ninguna otra nube, el cielo estaba completamente azul y limpio, mas aun me sorprendí al comprender que el fuerte viento soplaba en una única dirección, como si la montaña atrajese hacia ella toda su fuerza, recorrí con la vista todo el refugio y descubrí que los demás perros lobos estaban en la misma posición que TYMSOM, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y un mal presagio alentó mi corazón, pero un impulso me empujo a seguir adelante, recogí la poca comida que me quedaba del ida anterior, la introduje en la mochila y con un leve silbido de mi boca emprendimos nuestro camino,.
Al mismo tiempo que avanzábamos hacia la cima una gran cortina de un humo tan negro y espeso que no nos dejaba ver aun metro de distancia, dos veces tuve que parar y mirar a mi alrededor para asegurarme que no avanzaba solo y dejaba atrás a mis queridos amigos, pero ellos estaban hay a ambos lados de mi, mirándome y esperando mis movimientos, la verdad es que pense que ellos temían que no fuera yo el que se perdiera, una cosa me extraño y era que el humo que nos envolvía no olía a nada, era como si estuviésemos envueltos en una niebla tan densa que al respirarla se convertía en liquido pero a la vez perdía todo olor posible, observe a los perros y todo su cuerpo estaba cubierto de agua , o por lo menos eso me pareció, las gotas se deslizaban por sus patas, hocico y orejas, intente limpiarlos con mis manos pero era imposible, mire sus ojos y su cansancio era notable, toda esa fuerza que expresaban en la llanura había desaparecido, y desde aquí no parecían tan fieros, la sensación que tuve al mirarlos fue de vejez, era increíble pero mis compañeros estaban envejeciendo por momentos, cada gota de sudor que caía al suelo les acercaban a su fin, intente ayudarles empujándolos pero las patas traseras les fallaban, al momento me acorde de las semillas que el día anterior tan buen resultado me habían dado , rebusque en la mochila y allí estaban, al abrir la palma de mi mano la densa niebla las envolvió y delante de mis ojos observe como simplemente cambiaron de color y se desvanecieron entre mis dedos cayendo al húmedo suelo, alce la mirada y mis cuatro compañeros estaban tumbados en el suelo, sus lenguas totalmente fuera de la boca e intentando respirar el poco aire que les llegaba a sus pulmones, de repente un fuerte dolor estallo en mi pecho, no podía respirar y la garganta me ardía, una violenta convulsión azoto mi cuerpo y empece a dar vueltas por el suelo, pense que era el fin, la misma oscura fuerza que estaba acabando con los perros ahora lo estaba haciendo conmigo, no podía abrir los ojos y la lengua me ardía, pero cuando pense que todo acabaría note que el dolor desaparecía, poco a poco todo volvió a la normalidad, todo mi cuerpo estaba cubierto por una espesa sudor que a la vez me abrasaba, agarre la camisa y de un tirón me despoje de ella, con gran asombro observe que el bello de mi cuerpo había desaparecido, no tenia ni un pelo en todo mi cuerpo, no lo entendía, incluso los músculos habían sufrido un cambio sorprendente, todo mi cuerpo era fibroso y lo mejor era que me sentía en perfecto estado, nunca había estado mejor, la verdad es que no me importo demasiado, todo era muy extraño pero me gustaba, mire a mi alrededor y observe los cuerpos de los perros sin vida, muchos recuerdos pasaron por mi cabeza en memoria de mis cuatro compañeros, pero yo tenia que seguir adelante, alce la mirada hacia la gran muralla de humo que se alzaba a escasos metros de mi y cerrando los puños seguí mi camino.
Con la punta de mis dedos roce la espesa tela de humo que me cortaba el camino, note un escalofrío por todo el cuerpo, pero no sentí temor alguno, al separar los dedos observe que los tenia impregnados de un liquido muy denso pero su perfume me agradaba, no podía localizar su origen pero me era muy familiar, mire hacia atrás y comprendí que no era momento de echarse atrás, y de mal gastar todo el esfuerzo asta ahora sufrido, así que de un salto me abalance hacia delante e intente sobrepasar la tela de humo, ya me daba igual lo que me ocurriese al otro lado.
Al entrar en la blanquecina cortina note como mi cuerpo caía al vacío y no encontraba final, pense que era el fin, me estrellaría en el fondo sin remedio alguno, de pronto la sensación de caída desapareció y note suelo bajo mis pies, intente dar unos pasos hacia delante y salir de ese lugar, al instante una luz agradecida transformaba el paisaje, a los pocos segundos todo la niebla desapareció y me encontraba frente aun lago, tenia los músculos paralizados y no daba crédito a lo que mis ojos veían, estaba en el centro de la montaña, no sabia como había llegado asta aquí, pero no me importaba, lo que tenia delante de mis ojos era suficiente recompensa, el lago se perdía con la vista, unas altas cataratas inundaban el espacio con una brisa muy refrescante, arboles, arbustos e infinidades de flores brotaban por todos lados, el piar de los pájaros rompía la sensación de inmortalidad, me acerque aun árbol donde sus ramas se doblaban por el peso de sus frutos, alcance el sabroso manjar y tras llevármelo a la boca experimente la sensación mas refrescante que nunca jamas había sufrido antes, su sabor era delicioso pero no podía averiguar de que fruto de trataba, todo parecía un sueño y no quería despertar pero no estaba en este lugar para deleitarme con sus maravillas, así que comencé andar por entre los arbustos, no había ningún camino ni nada que indicase que alguien había estado antes aquí y eso dificultaba mi caminar, a lo lejos encima de una roca encontré un hueco de entre los arboles, no sabia muy bien lo que era pero era lo único anormal que pude encontrar, trepe por unas ramas y pude llegar asta el pequeño agujero que visto desde aquí distinguí una gran puerta que estaba oculta bajo las enredaderas, con cierto temor me adentre en la oscuridad, al momento me encontré otra vez con la soledad de la noche, pero a lo lejos oí unas voces, me oculte lo máximo posible y arrastrándome por el sucio suelo pude llegar a ver de donde procedían los ruidos, a unos diez metros encontré a cinco hombres hablando entre ellos, aunque no entendía lo que murmuraban si veía sus gestos, vestían un simple taparrabos que les cubría casi todos las piernas pero dejaban todo su torso al descubierto, cabellos largos y sucios tenían todo el cuerpo cubierto de pintura de color rojo, miraban hacia una cueva que se encontraba a su derecha y allí encontré a la pobre chica que idas anteriores llevaban amordazada, no podía creer lo que veía, por fin la había encontrado, ay estaba a unos doce metros de mi tendida en el suelo y completamente desnuda, su curvas eran preciosas e invitaban acariciarlas, no podía ver su rostro pero todo indicaba que estaba sumida en un profundo sueño a pesar de su situación, volví la mirada a sus vigilantes , de repente empezaron a emitir en gruñido y levantar sus sucios y largos brazos, no sabia porque el motivo de tanto jubilo, pero pronto lo averigüe, por la derecha asomo un sexto hombre, llevaba entre sus lomos u animal, desde mi posición no lo distinguía bien pero por su tamaño y pelaje creí que se trataba de un ciervo, el sexto hombre lo lanzo al suelo con tal brusquedad que pude oír sus huesos romperse al chocar con la fría roca, al instante todos se lanzaron sobre su presa y a la vez cena, al ver con la fiereza que atacaban se me encogió el estomago, la escena era impresionante, por mi mente me rozo la idea de aprovechar el momento de descuido para intentar liberar a la pobre chica pero mi cuerpo no obedecía mis ordenes, algo me decía que no era buena idea, se me descubriesen yo podría ser el postre tan elocuentes comensales, hay me quede viendo como destrozaban y decoraban a su nueva presa.
Al cabo de una hora cuando ya poco quedaba de la suculenta cena, ya todos yacían tumbados en el frío suelo, pero entre ellos intercambiaban gruñidos intentando comunicarse, el mas joven se levanto dirigiéndose a la silenciosa chica, con una roca que acababa en punta y aun chorreaba la sangre del ciervo serró las cuerdas que ataban sus delicadas muñecas, agarrándola de los cabellos y arrastrándola por el suelo hasta llegar junto a sus compañeros, al instante todos se abalanzaron sobre ella, por un instante creí que iba a presenciar la muerte de la chica pero con asombro observe que empezaron a quitarle las pocas ropas que llegaba encima dejándola desnuda, me sorprendió mucho al descubrir que ella no ponía resistencia, al contrario, abrió los brazos y se entrego a sus opresores, su piel era blanca como la leche , resaltaban entre los cuerpos sucios de los seis hombres, el mas alto la agarro por la cintura y la coloco encima de él, mientras tanto el mas regordete la cogió por la nuca y de un fuerte movimiento metió su gran y pene en la boca de la pobre muchacha, mientras tanto los cuatro restantes empezaban a masturbarse entre ello, observe que la muchacha acariciaba el pene del hombre que tenia debajo de ella y con leve giro la introdujo en su húmeda vagina, el alarido de placer que exhaló todo su cuerpo me confundió enormemente, era increíble pero lo estaba disfrutando, las sacudidas que el muchacho emergía contra la chica eran bestiales, uno tras otro fueron penetrándola una y otra vez sin parar, los alaridos de placer se intercalaban de tal forma que empece a excitarme, agarre mi duro pene y empece a masturbarme, mientras tanto uno de los hombres se levanto y empezó a correrse encima de la chica, pero esta el notar el caliente semen sobre su espalda se gira y se introdujo el pene en la boca, relamiendo el dulce liquido, así uno tras de otro, parecía enloquecida reclamando su premio, al ver la escena mi excitación llego a su final y mordiéndome la lengua temiendo dejar escapar algún gemido de placer,
Eyacule a la vez que con la mirada reclamaba esa boca tan jugosa ,pero no era lo más apropiado.
Una vez saciado el apetito sexual de los seis hombres y por lo acontecido, también de la joven muchacha, retrocedí mis pasos asta la entrada de la cueva, avance mi camino por unos rocas que sobresalían de entre las rocas, intente alejarme lo mas posible de la presencia de los hombres, pues comprendí que mi camino nunca se uniría a la de los seis hombres, respecto a la chica acepte que no era mi deber rescatarla de sus manos pues era su papel el estar entre ellos.
Me encontraba en un saliente, revise las rocas y entendí que el camino era muy peligroso y mas aun para mi que no estaba acostumbrado a caminar por situaciones tan extremas, mire hacia abajo y observe que el lago terminaba en una pequeña cascada así que armándome de valor, sujete la mochila hacia mi y cerrando los ojos salte al vacío sin pensar las consecuencias, olvidando lo sucedido en las entrañas de la misteriosa montaña y así prosiguiendo mi largo camino...