El escondite (3)

Los 2 amigos recién adolescentes siguen compartiendo el sexo entre ellos, pero ahora con menos culpa y más libertad, sin saber que pronto algo cambiará sus vidas.

"El Escondite III"

Hola a todos los amigos de todorelatos, en especial a los que me han enviado sus opiniones. Lamento no haber enviado antes esta tercera parte, pero no había podido terminarla antes. Forgive me for that. Gracias a las personas que me pidieron que continuara con esta serie.

Ya lo había hecho con Alex. No puedo decir que me sentí en el cielo, pues sería una total hipocresía. Ya me estaba acostumbrando a las movidas dentro de este "ambiente" que aún no llegaba a entender, en parte porque tenía 10 años y en parte porque me contradecía. En el momento lo disfrutaba, pero luego me sentía culpable, y en cierta forma asqueado por lo que acababa de suceder. Pensaba en las posibilidades de que mi familia se enterase de las actividades secretas que su, para ellos, maravilloso hijo solía hacer con sus amigos en un pequeño claro dentro del bosque que todos los muchachos llamaban el escondite. Allí sucedían tales cosas, que si os adultos se hubiesen enterado lo habrían clausurado para siempre. También iban los más pequeños a ser desvirgados, ya sean de forma gay o straigh (hétero), como me había pasado a mí. Los que estaban más entrados en la adolescencia, incluso los adultos jóvenes que ya habían conocido de las delicias de este escondite tropical, iban allí a coger con el de turno o incluso a traficar drogas, pues era bien conocido por todos que era una guarida nocturna de delincuentes, pasada la medianoche. Se trataba de una pequeña neo-sodoma, del tamaño de una casa familiar, encallada en pleno bosque húmedo de las zonas montañosas de Caracas.

Pero mi amigo Alex, el Alex de mi vida, estuvo teniendo sexo conmigo y era muy difícil asimilarlo. Y lo más difícil era pensar que había ingerido su semen, lo cual me llenaba de repugnancia. Incluso hoy en día, a mis 18 y mucho más experimentado, no soy asiduo a esta práctica, pues porque me hace sentir en el extremo de la sumisión y también porque es una forma muy fácil de contagiarse de una enfermedad de transmisión sexual, fue de hecho la única vez que lo hice. Esa noche, estuve bastante callado durante la cena, y mis padres me preguntaron si me sentía mal. Les dije que sí, y naturalmente no estaba fingiendo pues me sentía demasiado mal, pero por dentro. Incluso, aunque Alex fue muy delicado cuando lo hizo conmigo, me dejó full cansado y estropeado. Me bañé durante largo tiempo, en la tina de mi cuarto, ya que me sentía algo sucio por lo que acababa de suceder apenas algunas horas antes. Fui a mi cuarto y me acosté temprano. Usualmente veía una que otra película, pero no esa noche. Estuve bastante tiempo reflexionando con la almohada. Al día siguiente, me tocaba ir a la escuela, donde cursaba, como ya he dicho antes, sexto grado. Llegué tarde porque estaba muy congestionado el tráfico, y gracias a esto no tuve que encontrarme en la entrada con Alex, ni hablar con ninguno de mis amigos. Entré y me senté en uno de los primeros asientos que era de hecho mi puesto fijo, sin ver para atrás, solo dije buenos días. La clase era de geografía, sobre las fallas y terremotos, según recuerdo. Yo siempre he sido un alumno sobresaliente, así que era el secretario de la maestra, y ella prestaba mucha atención a lo que hacía. Ya me sentía algo nervioso, pues 2 puestos tras mío estaba sentado Alex. Al terminar la clase la maestra se dirigió al salón:

-niños, hoy tenemos una actividad especial. Con motivo de la campaña de educación sexual en respuesta a la proliferación de niñas embarazadas y promiscuidad en las escuelas, hoy ha llegado una doctora del ministerio de salud que nos va a hablar un poco de ello, los dejo con la Dra. Fernández-

La señora entró y nos repartió un panfleto, donde había información de enfermedades, el uso del condón, y una parte de desviaciones sexuales, donde la homosexualidad, lamentablemente, estaba incluida. Esto no hizo más que aumentar mi culpabilidad. Estuvo un rato hablando y dijo: - niño, pon atención- yo brinque del susto y me quedé como momificado en el pupitre, yo pensaba en otra cosa mientras la veía a la cara. Terminó y dijo que íbamos a hacer una actividad sobre el tema, como tarea para traerla al día siguiente, y nos repartió un formato con preguntas o cosas que teníamos que completar, pero lo íbamos a hacer en parejas. Estaba leyendo la hoja cuando escuché:

-Ricky, ¿te parece si lo hacemos juntos? Dijo la conocida voz de Alex, que esta enfrente. Levanté la mirada y lo ví con una gran sonrisa, como era siempre, como si nada hubiese pasado, solo que esta vez la sonrisa era un poco pícara y el acento de la pregunta estaba cargado de mucha sensualidad. Yo no quería, y traté de rechazarlo.

-bueno, perdona Alex pero ya tengo grupo- para mí no era un inconveniente pues cualquiera querría trabajar con el mejor alumno del salón.

-Por favor, sabes que sino voy a salir mal, y mis padres no están muy contentos con las notas-

-No seas tan jala bolas Alex, no le supliques al marico del salón, seguro le rompieron el labio por querer besar a un hombre- dijo una voz ya adolescente a nuestro lado. Era mi tocayo anglosajón, Richard, que había repetido 3 veces primer grado, y ahora en sexto tenía como 15 años, y era el más buscado por las muchachas del salón. Era el único que decía que yo era maricón, en toda la escuela. Lo que sucedía es que en Venezuela, por el mestizaje, la gran mayaría de las personas eran morenas, mientras que yo era blanco como una hoja de papel, y con ojos verdes, y aunque no tenía el pelo rubio, todos me decían catire, como se les llama a los rubios en mi país. Entonces mi físico no era, muy común en Venezuela, además de que mis rasgos eran muy delicados, tenía y tengo cara de ángel de cuadro de Da Vinci, no se sabe si es de hombre o mujer, bastante andrógino y heredado de mi familia española y mis ancestros nórdicos, pero no soy loca ni mariquita, no suelto plumas, de hecho todos mis amigos creen que soy hétero.

-Bueno, Alex, está bien, lo hacemos en tu casa, ¿te parece?

-Ok, Ricky, nos vemos a las 4-

-Solo quería hacerse de rogar por un hombre-

-cállate ya, idiota-

-mejor cállate tú sino quieres que te vuelvan a romper la boca- dijo

-ya déjalo en paz- dijo Alex, un poco molesto.

-Que pasa ahí niños-

-Oh, nada maestra- dije de inmediato

-Vuelvan a sus asientos de ipso facto- dijo la maestra de nuevo

Gracias a Dios estaba nuevamente solo con la pizarra, me había salvado por ahora de los golpes del niño abusador y pendenciero del salón, que milagrosamente no dijo que me esperaba a la salida de clases. El tiempo transcurrió cual verdugo, muy lentamente, hasta que por fin el timbre de salida sonó a las 12 pm en punto, generando gran algarabía en toda la escuela. Recogí rápido todas mis cosas y salí del salón lo más rápido que pude para evitar encontrarme con Richard y con sus puños. Estaba ya a 2 cuadras de la escuela, cuando oigo que me silban

-Hey, no corras tanto, soy yo, espérame- Era Alex de nuevo

-Me detuve de pronto, vigilando que no estuvieran Richard y sus amigos por allí, sentía que el corazón se me salía por la boca y que mis piernas no daban para más. Creo que materialmente me era imposible correr otra cuadra más. Alex me alcanzó, también cansado y sudando, rojo como un tomate, en ese momento me sentí muy atraído por él

-Pareciera que te está persiguiendo el diablo-

-Si claro, y se llama Richard-

-Tranquilo que no te está buscando, parece que ya se aburrió de golpearte- dijo sonriente. Esto me tranquilizó un poco

-Gracias por defenderme Alex-

-No vale pana, para eso somos amigos ¿verdad?. Bueno, ya tengo que irme a mi casa, me muero de hambre, solo quería saber si vas a ir a mi casa esta tarde a hacer la tarea-

-Sí claro, a las 4, como me dijiste-

-Ah, bueno, nos vemos amigo- y yo respondí -Chao Alex, hasta la tarde-

Llegué a mi casa, comí y me dí un gran baño, me puse a hacer otras tareas escolares y al terminar fui a ver comiquitas o caricaturas, no recuerdo con exactitud cual eran. Solo recuerdo que veía mucho el Chavo del Ocho, un programa mexicano de Chespirito, que todavía veo porque es un clásico.

Faltaba 1 cuarto para las cuatro:

-mamá, voy a casa de Alex a hacer una tarea-

-sí claro, pero no vengas de noche- presentía que iba a violar esta regla una vez más, tal vez por eso me bañé tan concienzudamente.

Salí y llegué justo a la hora a casa de mi amigo, que vivía a una cuadra y media de la mía. Toqué el timbre y me recibió con un short y una camisa roja, tenis de goma, recién bañado y perfumado, tenía sobre la piel algunas gotas de agua. Ahora me sentía más culpable, pues estaba tan sexy, era tan atractivo en ese momento, que quería abrazarlo, pero a pesar que habíamos estado juntos pensaba aún que no era incorrecto. Su aroma a varón limpio que embriagaba me confundía cada vez más.

-Hola Ricky, te estaba esperando, pasa-

Estaba oyendo en la sala a los Rolling Stones. Lo apagó a mitad de canción

-Ven a la cocina, quieres algo de tomar-

-Bueno, jugo de naranja está bien- Sirvió sándwich y jugo en una bandeja.

-Vamos a mi cuarto, allá tengo todos mis útiles-

Subimos la escalera y entramos a la típica habitación de adolescente, algo desordenada pero bastante juvenil y limpia. Con algunas cosas en el suelo, revistas de historietas y otras. Estar en esa habitación me hizo darme cuenta que ya estábamos entrando en la adolescencia. Pasamos a otro lado del salón donde había una computadora y un escritorio inmenso, pues su papá era arquitecto. Nos sentamos en uno de los escritorios y mientras él buscaba sus materiales yo sacaba los míos de mi mochila. Sacamos el cuestionario que teníamos que llenar y el material de apoyo para hacerlo. Comenzó a leerlo en voz alta mientras escuchaba. Hablaba de las relaciones sexuales, del pene y la vagina, de cómo se hacían los niños y yo me estaba excitando, pero trataba de simular que estaba poniendo atención. Terminó de leer y comencé a decir las respuestas en voz alta para que el también las escribiera, mientras que sentía como si mi pene quisiera reventar el pantalón, al imaginarme haciendo lo que decía el libro con él.

Terminamos, seguimos terminando de merendar y en eso le pregunté algo que debí preguntar desde que llegué:

-¿Y tus padres?-

-Salieron a un funeral de un tío lejano, que vivía en Miranda, llegaran algo tarde, pero quedé al cuidado de mi prima, que salió con el novio hace algún rato, estarán haciendo lo que dice el libro, jajaja!- Me limité a sonreir un momento antes de continuar tomándome el jugo de naranja.

-Ya terminamos, mejor me voy a mi casa-

-No te gustaría ver antes un rato televisión, va a estar terminando el Chavo del ocho de aquí a que llegues a tu casa-

-Bueno, pero solo hasta que termine, O.K, no puedo llegar después que se ponga el sol o mi madre se molestará conmigo de nuevo- dije pensando en que estaba abusando de la libertad que tenía ahora que mi padre estaba de viaje en Tenerife.

-Vamos a mi cuarto-

Nos sentamos en el pie de su cama y vimos lo que quedaba del chavo del ocho. Luego nos pusimos a jugar las Tortugas Ninja es un nintendo asiático que era una de las mejores consolas en aquel tiempo.

Ya estaba cansado de jugar y me estaba parando cuando él me agarra de un hombro y me hala hacia la cama, pero me desequilibré y caí de espaldas en ella

-Ya me cansé de este juego ricky, que te parece si jugamos otra cosa- dijo Alex mientras permanecía sentado en los pies de su cama-

-¿tienes un nuevo videojuego?-

-No, pero podemos jugar a lo que hicimos ayer, como dice el libro ese, a mí me gustó mucho-

Mientras decía esto se acostaba encima de mí y me besaba en la boca

-Lástima que se te esté curando tu lindo labio roto-

-No Alex, mejor déjame ir, no es buen momento para esto-

-Vamos, no haremos nada que no quieras, además de que yo sé que quieres-

Me siguió besando por largo rato, encima de mí, llenándome con su olor. Evitando que respirara otra cosa que no fuera su aliento. Acariciando mi cabello con sus manos y mi lengua con la suya, apretándome fuertemente contra él. Pasaba su lengua por mis labios, tragaba su saliva, era un beso muy intenso, casi pornográfico en adolescentes de 11 y 12 años. Una situación muy erótica. Su olor inundaba el aire de la habitación y su aliento humedecía mi rostro. Solo podía cerrar mis ojos, era tanto placer que no podía mantenerlos abiertos. Ya sabía que lo que más me gustaba era que me abrazara con fuerza, y eso precisamente estaba haciendo mientras me besaba como si quisiera arrancarme los labios. Las sábanas blancas me envolvían a todos lados y yo sabían que pronto serían manchadas con semen y sudor sexual, era sudor cuyo olor inunda las habitaciones y que todos sabemos que es olor a sexo.

-Quítate la camisa- dijo en el momento que pudo desprenderse de mi boca, mientras el se quitaba la suya. Yo esperé para poder ver como dejaba al descubierto su pecho lampiño pero con la musculatura adecuada, solo tenía un poquito de vello en las axilas. De resto era totalmente liso. Cuando lo hizo, lanzó la camisa a un lado y me dijo, casi ordenándome: -que esperas- Yo incliné en la cama y lance mi camisa sobre la suya, dejando mi delgado y pálido torso al descubierto.

Wow, cuando se acostó nuevamente sobre mí un escalofrío recorrió mi espalda y casi llené mi ropa interior de leche, de leche de guevo, como Alex me había enseñado la vez pasada a llamar al semen. Hice un esfuerzo, pero ya estaba cayendo la tarde y llegando el frío, mientras que me sentía protegido y caliente debajo de la hirviente piel de Alex, que me estaba cubriendo todo, me abrazaba mientras tenía su cabeza al lado de la mía, estaba chupándome la oreja, mientras que yo cuando no tenía los ojos cerrados del placer, estaba viendo estrellas en el techo blanco de la habitación de mi amante, pues desde ese momento era mucho más que mi mejor amigo. Oh Dios, su lengua en mi oreja, no aguanté más, en un segundo estaba nadando en lo que yo creía era un mar de mi propia leche que mojaba mis interiores y pantalones. No pude resistir y hacía unos momentos había eyaculado mientras Alex devoraba el lóbulo de mi oreja izquierda. Era mi primer polvo del día y apenas estaba comenzando la sesión.

-Quítate los pantalones- Cada vez la situación derivaba a cosas más calientes y profundas, y yo creo no estaba preparado para asimilarlo tan rápido. Que quité los pantalones y con el interior me sequé lo que quedaba de leche sobre mi vientre. Estaba todo pegostoso, terminé con leche hasta el pecho tratando de secar la que estaba sobre los escasos vellos púbicos. Creo que se hubiese pegado una hoja de papel de mi piel con solo colocarla encima. El olor era a sexo salvaje e indomable. Violento incluso. En un momento estaba Alex de nuevo sobre mí, abrazándome. Me sentía culpable, incluso pecador, pero estaba dejando que Alex me llevara a su infierno. Estábamos desnudos como dios nos trajo al mundo, sintiendo cada centímetro de nuestras cálidas pieles. Sentía su guevo contra mi pubis, suave, como destilaba líquidos que se evaporaban en mi encendido cuerpo. Comenzó a bajar de mi boca a mis pezones, por mi pecho, lo lamió recogiendo la delgada capa de leche que lo cubría, y así siguió bajando hasta encontrarse con mi pene, que era normal para un niño de 11 años, como de 12 cms. recto, suave, no circuncidado y de apariencia sana. Lo acarició de arriba abajo por unos momentos, antes de metérselo completamente en su boca. Era una sensación tan maravillosa, mi Alex estaba tocando las partes más intimas de un hombre, en este caso de un prepúber. Le lamía la cabeza, y luego bajaba por el cuerpo. Comenzó a chupar, a veces tan duro que me dolía. Lo que me preocupó es que seguía bajando por mis testículos hacia mi culo. Hacía menos de 24 horas que me había cogido y ya quería hacerlo de nuevo. No me parecía buena idea porque sentía mi trasero muy adolorido como para hacerlo de nuevo. Sin embargo, lo que siguió fue fabuloso. Se fue acercando hasta mi ano y comenzó a chuparlo, le pasaba la lengua con una velocidad inverosímil, parecía como si estuviese comiéndose un helado. Ya sentía que me moría del placer, nunca me habían hecho algo así. Estaba temblando. Él tenía medio cuerpo fuera de la cama, el pecho en el borde y con sus manos me abría de piernas mientras trataba de penetrarme con la lengua. Yo estaba boca arriba, con los ojos cerrados, disfrutando del suave y húmedo masaje que mi amado Alex le hacía a mi culo, que todavía estaba adolorido de la cogida a ayer. Volvió a mi verga y continuó chupándola por otro rato, hasta que me vio a punto de eyacular, momento en el cual suspendió la mamada de golpe.

-Es mi turno- dijo con ansiedad. Mientras se arrodillaba a mi lado y colocaba la punta de su pene en mis labios. Todos nosotros sabemos lo increíble que es sentir un guevo en la boca. Es una sensación demasiado fuerte. Es como entregarte totalmente a la masculinidad de otro hombre, sin embargo manteniendo la suficiente dignidad de macho para no tomarte su leche. Era una pinga fenomenal. No les mentiré diciendo que era gigantesca, pero a mí me parecía porque ya se estaba desarrollando, razón por la cual era algo más grande que la mía, y despedía un excitante olor almizclado que me enloquecía. También tenía un poquito de velo púbico, y como ya he mencionado antes el vello púbico me excita a un punto en el que hago cualquier cosa, en especial si es de un hombre lampiño. Estuve lamiendo el tronco de su verga por un momento y luego le comencé a chupar la cabeza, que era del mismo tamaño que un caramelo en mi boca. Mamaba y mamaba tanto que a veces me provocaba morderlo. Comencé a lamerlo de nuevo para descansar cuando Alex dijo:

-No, chúpame solo la cabeza- Regresé a chupar la cabecita de su guevo por bastante tiempo, tanto que me estaban doliendo las mandíbulas. Pero lo seguía haciendo mientras lo atraía con desesperación hacia mí tomándolo de sus suaves nalgas. Tenía a mi mejor amigo y a uno de los muchachos más lindos de todo el colegio dentro de mi boca mientras gemía de placer. Era mi dueño durante ese corto tiempo. Dejé de pensar, y me dediqué solo a sentir, hasta que una cálida sustancia comenzó a inundar mi boca. Era espesa y dulce, y a pesar que me gustaba, el solo hecho de pensar que era la leche de otro hombre me impedía tragármela; aún así, degusté su sabor, y comencé a escupirlo, como estaba boca arriba me escurrió por entre los labios, corriendo por mis mejillas, bajando por mi cuello y llegando a las sábanas, que ya estaban siendo manchadas con el sexo más pasional que dos adolescentes comenzaban a descubrir. Me incliné sobre el borde y lo terminé de escupir en la alfombra del cuarto de Alex, ya me estaba dando algo de asco. No pude terminar de hacerlo, pues mi amigo me colocó boca arriba y me besó de una forma más bien tierna que ruda. El semen de Alex se disolvía en nuestra saliva y se transformaba en un elixir íntimo que deseaba compartir conmigo. De esta forma fue más fácil para mí beberlo. Desde que vi el semen en aquella hoja del escondite, nunca me imaginé tomando yo "leche de guevo" como Alex lo había bautizado desde la propia verga de mi amigo. Cuando terminó aquel espeso y profundo beso, él se acostó a mi lado: -Oh Ángel, eres uno verdadero; tu segundo nombre dice realmente lo que eres.- ángel es mi segundo nombre, y lo usan casi con tanta frecuencia que el primero. –date la vuelta- Me puse boca abajo y el se acostó encima. Me abrazó y permanecimos así un rato.

-quiero cogerte- dijo con bastante ligereza

-Alex, es que todavía me duele de ayer-

-Ya verás que ahora te dolerá menos- me indicó mientras metía su dedo índice en mi boca.

-Chúpalo bien-

Me puso boca arriba y el se colocó entre mis piernas, en la posición que llaman el misionero. Sentí su dedo en mi adolorido culo, primero masajeándolo por encima, y luego comencé a sentir como comenzaba a meterlo dentro de mi culo, yo tenía los ojos cerrados. Agarré su mano con la mía, para evitar que lo metiera de golpe, mientras nos besábamos. Jamás había estado en una situación tan caliente como esa. Comenzó a meterlo y sacarlo mientras yo miraba sus hermosos ojos azabache. Mirándonos a los ojos y disfrutando. Sacó su adorable dedo y fue entonces cuado sentí la cabeza de su guevo en la mi entrada anal. En ese tiempo no le temíamos al SIDA ni nada por el estilo, por eso no usábamos condón. Era la piel de su guevo contra la piel de mi culo, era la cabeza húmeda de verga tocando la piel de mi recto. Lo sentía muy caliente. Él sostuvo su pene con la mano y los dedos que me estuvo metiendo y empujó y metió toda la cabeza, no me dolió tanto como la primera vez, solo sentía algo cálido dentro de mi culo. Luego vino lo más difícil, sacó su mano de mi perineo las pasó debajo de mis brazos sujetando mis hombros, y comenzó a empujar mientras nos mirábamos a los ojos y nos besábamos. Seguía empujando lentamente hasta que comencé a sentir dolor.

-Alex, me esta doliendo, espérate- Bajé mi mano hasta tocar su guevo, que solo estaba enterrado hasta la mitad dentro de mi recto. Fue muy morboso tocar el palo de mi amigo mientras estaba en parte dentro de mí, y eso además provocó un gemido de Alex. Me dolía tanto que me movía hacia arriba para sacármelo un poquito, mientras Alex no dejaba de besarme y lamerme el rostro. El dolor menguó

-Continúa- dije. Y él me siguió apretando sobre él, clavándome en su palo hasta que sentí su vello púbico entre mis nalgas. Y allí estábamos los dos, yo abajo mirando su cara de placer mientras él me apretaba hacia él, halándome por los hombros, teniéndome lo más clavado que podía en su verga. Estábamos teniendo sin duda una maravillosa cogida. Me dolía, era una penetración muy profunda y mi culo aún no estaba muy acostumbrado a ello. Alex lo notó y permaneció inmóvil

-Oh ricky, que culo tienes. Esta apretado y más caliente que un horno, dejaría mi guevo aquí para siempre- decía jadeante mientras me tenía apretado contra él. Al rato comenzó a moverse, y me cogía con facilidad mientras me miraba a los ojos y me besaba cuando podía. Estábamos sudando y la habitación olía a guevo, no lo puedo describir de mejor manera. Era un sexo muy masculino y salvaje. Nos dimos la vuelta y él continúo penetrándome de ladito, mientras sentía su aliento en mi nuca. Me agarraba de la cintura y me movía hacia él, tantas veces que ya el trasero me dolía. Estando de lado me agarró por la cintura y gimió profundamente, mientras yo sentía algo caliente que me inundaba por dentro, mientras él seguía moviendo su guevo dentro de mí, de forma tal que la leche de Alex comenzó a salirse de mi culo y a correr entre mis nalgas y uno de mis muslos, para terminar manchando todavía más la alfombra. Era más fácil que me cogiera así pues el semen añadía una lubricación extra. Pero no aguantó seguir cogiéndome luego del orgasmo, y se salió de mí. Ya sentía el culo mojado y a la vez adolorido. Nos acostamos uno al lado del otro con los ojos cerrados y abrazados por unos minutos pero sin dormirnos.

Abrí lentamente los ojos, Alex estaba descansando a mi lado. Muy tierno. Y vi la hora, las 7:00pm. ¡Las 7!

-Alex son las 7, me tengo que ir, mi madre me va a matar-

-Oye, espera- me vestí lo más rápido que pude, soportando el dolor que salía de mi trasero. Y vi que el también se estaba vistiendo.

Bajé corriendo las escaleras y salí gritando.

-Chao Alex, nos vemos-

En el camino pasé cerca del escondite, y me monté entre las rocas, vi a un hombre cogiéndose a otro, que parecía mucho más joven y me sonreí. Pero seguí mi camino disfrutando de la sensación de haber estado con mi mejor amigo. Al día siguiente, en la escuela, después de haber regresado del recreo, encontré una nota dentro de mi morral. "Ya sé que Alex te coge cuando quiere, si no quieres que toda la escuela se entere de que son maricos, ven mañana al escondite" Luego de leerla el corazón me latía como si quisiera escaparse de mi pecho. "Ahora si tenemos problemas", pensé. Mi vida estaba a punto de dar un vuelco, y no me imaginaba que sería de 180 grados.

Bien mis panas, muchas gracias por escribirme. Como siempre, cualquier comentario, sugerencia, propuesta, etcétera, pueden hacerla a scandinavianmors@yahoo.es que con gusto les responderé. Deseo recalcar que todo lo que he relatado es real y narra mi vida sexual desde los 11 años, cuando perdí la virginidad con Alex, espero que les haya gustado.