El esclavo del profesor (2.0 Violación Mental)

“… ahora ponte de pie y quítate la ropa, el esclavo no debe usar ropa frente al amo, ni el animal frente al hombre…” ... Continua el plan sádico del profesor Rivera para convertir a Diego en su esclavo sexual.

El esclavo del profesor

2.0 Violación mental

Capítulo anterior: Diego, un joven estudiante heterosexual de 19 años, es presa de las drogas que su perverso profesor Luis Rivera le da sin que él lo sepa, como parte de un ardid para convertirlo en su juguete sexual. En esta ocasión, veremos cómo inicia la segunda fase del plan, cuyo objetivo es confundir más a Diego, haciéndolo sufrir una tortura psicotrópica en su cuerpo debilitado por las drogas.

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Había pasado casi un mes desde que Diego era drogado por Rivera, quien cada dos o tres días visitaba su departamento para colocar en sus alimentos y bebidas la sustancia que le provocaba ese intenso calor, que se transformaba en un ansia sexual cada vez más difícil de reprimir. Había sido un proceso continuo y calculado con exactitud por Rivera, quien iba aumentando la dosis, provocando no sólo un aumento en la ardiente pasión de Diego, que sólo se calmaba hasta poder eyacular, sino también una progresiva adaptación, de forma que su pene se volvía cada vez más insensible a las manipulaciones, retardando el tranquilizador disparo de semen que aliviaba su malestar. Cada noche, cuando sentía que su cuerpo se calentaba y empezaba a transpirar, llenando su habitación del aroma masculino, salvaje y sexual de su sudor, trataba de calmarse desnudándose, abriendo una ventana y tomando un vaso de agua. Sus esfuerzos resultaban inútiles y pronto sentía como su verga se ponía dura y caliente como un hierro al rojo. Irremediablemente tenía que masturbarse, tan rápido como pudiera, sin siquiera buscar ni sentir el más mínimo placer. La eyaculación se convertía en una obsesión; su mano era el instrumento para conseguir expulsar aunque fuera la más pequeña gota de esperma. Cuando por fin lo lograba, el calor desaparecía casi al momento y él llegaba a llorar de alegría pero también de impotencia por no saber qué le pasaba. Sus sueños eran pesadillas en las que constantemente se sentía caer en abismos hirvientes recubiertos de fluidos viscosos y despertaba mojado de sudor y de su propio semen untado en todo en abdomen, agotado, seco. Se levantaba y tomaba todos los líquidos que encontraba, con la garganta quemando y la droga acumulándose más y más en su cuerpo.

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Ese día, Diego se sentía especialmente mal y para colmo resultó que tenía examen sorpresa con Rivera, o como este decía "una puñalada previa al fusilamiento", una frase que podría sonar a chiste pero que dicha por él era casi literal. En cualquier caso, Diego estaba en una condición en la que era incapaz de contestar nada e incluso empezó a dormitar, tanto era su cansancio. De pronto sintió la mirada penetrante, presintió la sombra inquisidora de su (futuro) verdugo, percibió la ligerísima nota resinosa del perfume de su captor... Rivera tomó suevamente el examen y lo leyó en silencio, mientras toda la clase volteaba a ver la próxima escena de burla descarada del profesor seguida de la explosión de ira del alumno. En cambio, Rivera sólo miró a Diego y dijo en voz silbante, como una cobra que saborea de antemano a su presa indefensa:

-Una vergüenza, como siempre, Soto. Lo espero hoy a las 6:30 en mi laboratorio. Esta vez tendremos que tomar medidas drásticas.

Fuera por su debilidad o por la droga que sin saber ingería, lo cierto es que esa voz helada y esa mirada perforadora bastaron para infundir en Diego un sentimiento de terror que raras veces había conocido. Empezó a temblar y si no se desmayó fue únicamente por un resto de orgullo y del miedo a hacer el ridículo frente a sus compañeros, que le dio fortaleza para mantenerse caminando mientras salía del salón.

Conforme se acercaba la hora de la cita con Rivera, Diego se sentía menos intimidado, después de todo, ya nada tenía que perder (o eso creía). Seguramente Rivera se limitaría a lanzar sus ataques acostumbrados, quizá con más sarcasmo que de costumbre y al final lo expulsaría de su clase. Fin del asunto. Diego repetiría la asignatura al ciclo siguiente y nada más. No sabía que estaba a punto de enfrentar por primera vez a Rivera en su propio campo, el primer contacto con su próxima realidad de esclavitud sexual, cuidadosamente planeada por el sádico profesor.

Se introdujo en el ala del edificio de Investigación que correspondía a Rivera, a todas luces la más extensa que cualquier investigador tuviera para sí mismo, una verdadera muestra del prestigio del científico y la envidia de muchos de sus colegas, que sufrían en sus estrechos cubículos de mesas y estantes abarrotados. En cambio, Rivera contaba con diversos laboratorios, amplios, pequeños, abiertos, aislados, todo lo necesario para la ejecución de sus múltiples proyectos, apoyado por sus alumnos, empleados e investigadores. Diego llegó a la oficina de siempre, más en esta ocasión intentó esperar afuera, para no tener que soportar el desagradable humo que ya conocía, pero en esta ocasión se sorprendió cuando Rivera salió a su encuentro y lo hizo pasar de inmediato a otra sala. Esta era más espaciosa que la de costumbre y no tenía el hipnótico vaho de aquella, aunque tampoco tenía ventanas. En cambio, tenía un sofá grande, tapizado con piel de cebra, un gusto exótico que Diego, de haber estado en sus 5 sentidos y con sus plenas capacidades de observación, hubiera encontrado extraño, tratándose de Rivera, en apariencia tan frío y minimalista.

Apenas entraron, Rivera indicó a Diego que se sentara en una de las sillas que había frente a escritorio, otro mueble de esa habitación. A partir de ese momento, sin embargo, Rivera actuó como si Diego no existiera: Se dirigió a un armario y sacó de él una botella y una copa. Se sentó frente a Diego, se sirvió un líquido incoloro y con un fuerte olor cítrico, pero no alcohólico y bebió la copa de un solo trago, pero reposadamente. Dejó la copa y por primera vez miró a Diego.

-¿Quieres algo de tomar? Ja, no creerás que te daré esto. Es una bebida que yo mismo desarrollé. No te importa saberlo ni tengo que decírtelo pero está diseñada para aumentar la resistencia física, lo que en inglés llaman stamina , aunque sé que no tienes ni idea de que es eso. En todo caso, no es para ti. Pero puedo darte agua y creo que lo haré, tienes una pinta de muerto de sed.

Rivera sacó una llave del bolsillo de su pantalón y volvió al armario, abrió una puerta con cerradura y tomó un vaso y una jarra con agua. Quien lea esto, deberá entender la incongruencia de tener a la mano una supuesta fórmula tan innovadora como la bebida energética y en cambio tener bajo llave una jarra con simple agua… a menos que no fuera simple agua… Pero esto no lo sabía Diego, quien ingenuamente respondió al impulso que ya era costumbre en él y se apresuró a beber el líquido del vaso que Rivera procuró llenar hasta el tope.

-Soto, creo que ya le había advertido de su mala trayectoria en mi clase. A mí me exigen ser paciente con ineptos como usted bajo el falaz argumento de que todos merecen respeto. En lo personal creo que esa idea es propia de débiles mentales que han visto demasiada televisión. Como yo lo veo, los seres humanos, a pesar de la inteligencia o precisamente por ella, deberían seguir los dictámenes de la evolución y actuar bajo la ley del más fuerte o en este caso del más inteligente. Usted no es inteligente y por tanto, no merece mi respeto. Pero bueno, yo soy sólo un humilde servidor de este estúpido sistema y tengo que ser consecuente con usted

Rivera siguió hablando, pero Diego empezó a perder rápidamente la noción de lo que decía. Las palabras del profesor adquirieron un eco, como si las dijera en una caverna amplia y vacía, en un templo hueco, un santuario de vicios y perversiones "…pero todo tiene un límiteeehhhh…" Diego empezó a sentir el calor que lo agobiaba por las noches "… no hay mejor disciplina que un buen castigoohhh…" la frente de Diego se cubrió de perlas de sudor. Su camisa se adhería a su pecho palpitante, dejando entrever sus pezones erectos "…sólo hay dos tipos de personas, las que mandan y las que obedecen-cen-cen…" entre sus piernas, su verga se hinchó de sangre y empezó a forzar contra las telas que la cubrían, irritada por no poder elevarse en libertad "… yo aquí mando y a usted le corresponde ser el que obedezcaaahhh…" la respiración aumentó, las manos de Diego , en su regazo, se crispaban para no tener que dirigirse a jalar el mástil que se erguía a poco centímetros de ellas. En algún momento, la consciencia de Diego se dividió en dos, como si se tratara de gemelos siameses, separados por primera vez. Él, Diego, se perdía en las profundidades de su propia mente, mientras que un ser desconocido parecía tomar posesión rápidamente de su carne, su lujuriosa carne "… ahora ponte de pie y quítate la ropa, el esclavo no debe usar ropa frente al amo, ni el animal frente al hombre…" Diego escuchó una voz que parecía idéntica a la suya, pero él no había hablado. Era ese segundo yo que hablaba torpemente, como si lo hiciera por primera vez... "SI, MAESTRO, ME QUITARÉ LA ROPA…"

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Diego se encontraba recostado. Estaba oscuro. Soplaba una brisa ligera de alguna parte. Alzó sus manos tratando de agarrar algo pero no pudo. Se puso de pie. Estaba descalzo. El suelo le pareció aterciopelado, sedoso. Caminó lentamente y tropezó. Al alzar la vista, observó estrellas a su alrededor, puntos brillantes que empezaban a multiplicarse y a unirse entre sí. La red cobró un aspecto inquietantemente opresor por encima de su cabeza. Los puntos crecían en tamaño y resplandor y los hilos que los unían conducían a su vez nuevos puntos. Neuronas, conexiones, redes, luz, jaulas… luz… jaulas… de pronto la red brilló intensamente, desapareciendo y dejando ver un cielo raso celeste y despejado. Diego miró a sus pies y vio una inmensa piel de cebra que se extendía en todas direcciones. Empezó a correr, tratando de encontrar algo que no fueran esas interminables líneas blancas y negras. El suelo a sus pies cambió de forma. De pronto, las líneas negras se desprendieron y empezaron a cerrarse en torno a él. Diego huía pero pronto se vio rodeado. Los oscuros trazos lo envolvieron como cuerdas, levantándolo hacia el azul, mientras que el blanco de la cebra parecía cada vez más distante, allá, abajo. Diego luchaba contra sus ataduras y de pronto estas se rompieron. Ahora Diego caía, sus ropas habían desaparecido y se dirigía desnudo al encuentro con el blanco mar que había debajo de él. Se estrelló en una masa líquida, tibia, un océano de leche masculina y secreciones que empapaba su piel expuesta, provocándole intensas sensaciones de placer y al mismo tiempo el pánico de ahogarse en el esperma, de no ingerir ese asqueroso fluido

Abrió los ojos. Se encontraba en su cama. Las sábanas yacían a sus pies, el aire frío entraba por la ventana, acariciando su bien delineado pecho, sus abdominales marcadas y sus velludas piernas. Eran las 8 de la mañana. Diego trató varias veces de incorporarse, pero las piernas le flaqueaban y volvía a caer. Le dolía un poco el brazo, en el área del codo. Finalmente logró incorporarse. Se dirigió a la ducha y tomo un baño con agua fría, para lavar su cuerpo y eliminar las costras de semen reseco que le cubrían y apagar los últimos rescoldos del fuego que le quemaba Semen… semen… cebra… Rivera… ¡¡Rivera !! Diego recordó de pronto que había estado con Rivera, en una sala desconocida de sus instalaciones, con un horrible sofá recubierto de piel de cebra, donde Rivera había tomado una copa de una bebida que él había inventado y… y luego… luego nada… ¿estrellas en la noche?... un mar… ¿de qué?... ¿blanco?... Poco a poco, la mente de Diego se encargó de rellenar ese vacío con una historia que al menos pudiera entender. Era obvio que Rivera le había soltado una más de sus reprimendas y Diego había salido de ahí y se había dirigido a su casa como de costumbre. Había vuelto a tener su extraño padecimiento, tal vez sólo un poco más fuerte que de costumbre, aunque ahora que ya había desayunado y se disponía a irse a la escuela, curiosamente se sentía más descansado que otros días… "Que Rivera se joda, si me expulsa, simplemente tomo su materia el próximo semestre" Todavía antes de salir, Diego volvió a la cocina, abrió el refrigerador y sacó un litro de leche, bebió unos cuantos tragos y se secó los labios satisfecho… En una esquina de su departamento, una diminuta cámara registró la escena y la envió por radio al laboratorio de Rivera, donde sería analizada y tomada en cuenta en el reporte de caso HE344-D-Soto.

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Reporte de caso HE344-D-Soto

Sujeto: Diego Soto

Edad: 19 años

Grupo objetivo: Esclavo tipo A1e

FASE 1. Desafío físico sexual.

Objetivos:

Conocer las capacidades sexo-activas del sujeto (fuerza y resistencia de verga, intensidad de eyaculación).

Enfrentar al sujeto a un ambiente hostil de baja recuperación e intensidad creciente para debilitar su estructura física y mental y acondicionarlo para la segunda fase.

Día 3. Se sometió al sujeto al gas Submission-4 (250 ppm) para obtener información personal

Día 4. Se colocaron los dispositivos estándar en el domicilio del sujeto. Se inicia la administración de la sustancia 2-beta (~5 mg). Esa misma noche se observaron efectos de sudoración y bochorno… Tiempo de eyaculación: 6 minutos. Probabilidad de éxito del proyecto: 60%

Día 6. Exposición a 2-beta, 12 mg. Se observa efecto de erección de verga y comportamiento obsesivo-compulsivo. Tiempo de eyaculación: 16 minutos

Día 31. Exposición a 2-beta, 100 mg. Dosis máxima. Se mantiene el carácter obsesivo-compulsivo. Tiempo de eyaculación: 193 minutos. Sujeto apto para entrar a la fase 2. Probabilidad de éxito del proyecto: 67%

FASE 2. Primera etapa de disociación psíquica.

Objetivos:

Evaluar la proporción de personalidad sumiso vs dominante en el sujeto

Iniciar el tratamiento para reforzar la personalidad sumisa en su aspecto físico y la personalidad dominante en su aspecto mental

Día 39. Determinación de la razón de personalidad sumiso vs dominante. Se administró por primera vez la sustancia 4-épsilon, vía oral, 10 mg. Los resultados muestran una disociación de 70%, anormalmente rápida, que delata una posible personalidad sumisa intensa . Las probabilidades del proyecto aumentan a un 81.5%. Sin embargo, la personalidad sumisa, que se denominará Diego-Esclavo (DE), apenas alcanzó una proporción psíquica de 4:96. Se tomó una muestra de sangre de vena del brazo para analizar el caso y promover su prevalencia eventual. Luego de las sesiones de prueba , se le administró al sujeto una dosis de 100 mg de Mnemotech para eliminar la memoria reciente y se traslado a su domicilio. A la mañana siguiente, el sujeto exhibió la confusión típica asociada a Mnemotech. Se sospecha sobre la primera reacción inconsciente a la 4-épsilon por su saciedad ante la leche

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Bueno, pues esta es la segunda entrega de este relato. Agradezco la excelente respuesta de todos los lectores. He leído sus comentarios y he llegado a la conclusión de que no puedo satisfacer a todos. Algunos piden más detalles, otros prefieren que sea menos explícito. Algunos quieren más porno, mas lujuria y uno hasta me acusó de pervertido (~_~). Trataré de poner todo tipo de acción y de ambiente, para ser variado, pero ustedes pueden ayudarme con sus sugerencias. Dejen sus comentarios o escríbanme a mi correo. Ahh y para todos esos despistados, esta historia es ficticia .