El esclavo del profesor (14.0 Sumisión total)
Continuación de la saga del profesor Rivera y sus planes para pervertir y esclavizar a su sensual alumno Diego. Por favor, lean las otras partes para comprender la historia.
El esclavo del profesor
14.0 Sumisión total
Capítulo anterior: Clark fue sometido a un intenso tratamiento y ahora es un esclavo más de Rivera. Mientras tanto, ¿Qué habrá pasado con Diego?
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En medio de la oscuridad, Diego no podía moverse. No sentía ninguna atadura en su cuerpo. De hecho, apenas podía sentir algo sobre su piel, si bien, aunque él mismo no lo supiera con certeza, estaba desnudo. Apenas podía mover el cuello. Sólo podía mover los ojos y parpadear ocasionalmente, pero era inútil hacerlo, toda vez que la negrura a su alrededor era absoluta. De pronto, una fuerte luz se encendió. El contraste fue tal que le dolieron los ojos tan solo con ello. Poco a poco pudo darse una idea de lo que había a su alrededor: Una habitación de paredes lisas. Él estaba sentado en una silla y efectivamente, no estaba atado ni llevaba ropa. En sus tobillos, un par de grilletes le ataban a cadenas que, yendo a izquierda y derecha, se perdían detrás de él. Enfrente, Rivera, su odiado profesor, quien, con su sonrisa fría, lo miraba gozosamente
- Bienvenido a mi laboratorio, estimado Diego. Por fin estas aquí Te preguntarás que ha pasado. Bueno, es una larga historia pero la conocerás a su tiempo.
Diego descubrió que podía hablar.
-¿Qué tratas de hacerme, maldito? ¿Por qué me trajiste aquí? ¡Porqué no puedo moverme!
-Tranquilo. Ven, te contaré. Resulta, Diego, que estás aquí para convertirte en mi sirviente. Te he puesto un paralizante que te mantendrá así hasta que te dé el antídoto, para que puedas iniciar tu entrenamiento, o mejor dicho, completarlo
-¿Qué? ¿Tu sirviente? ¿Completar mi entrenamiento? ¿De qué demonios hablas? SUÉLTAME!!!! Diego intentó inútilmente tratar de moverse pero su cuerpo no le respondía. Rivera se acercó a él con tranquilidad, se arrodilló ante él, para mirarlo directamente a la cara.
-Ya te dije que es inútil. Nada de lo que hagas podrá ayudarte ahora, mi futuro esclavo. entonces, para enfatizar sus palabras y demostrar a Diego que en poco tiempo perdería su independencia de forma absoluta, Rivera se acercó a su rostro y con su lengua larga y húmeda le lamió la cara morbosamente al muchacho. Éste sintió el contacto, la calidez del músculo viscoso pero por más asco que le provocara, seguía inmóvil, inerme ante ese primer ataque. Sin embargo, apenas Rivera se alejó Diego prosiguió con su única arma, su voz:
-No eres más que un demente pervertido, suéltame, maldito!!!
Rivera se acercó nuevamente a Diego y en esta ocasión lo amordazó fuertemente.
-Es mejor que estés callado, tengo varias cosas que contarte. Debo decirte sobre tu entrenamiento Si, no me mires con esos ojos de sorpresa. Verás, hace unos meses, te conocí, cuando llegaste a mi clase. Desde el primer momento me di cuenta que eras un muchacho bastante especial y me las arreglé para investigarte. Decidí hacerte algunas pruebas así que te puse bajo el influjo de un gas hipnótico y conseguí acceso a tu departamento. A partir de entonces, te he dado toda una serie de sustancias que te han preparado para convertirte en mi esclavo perfecto.
Diego escuchaba, inmóvil y mudo, la fría y burlona voz de Rivera, mientras todo adquiría sentido, desde esa extraña enfermedad que había tenido, las noches ardiendo en fiebre sexual, obsesionado con masturbarse y luego esos extraños momentos en los que parecía haber olvidado algo, ahora lo comprendía. Y sin embargo, eso no era posible, él había ido con aquel médico, Mendoza, él debió darse cuenta de que algo andaba mal
-Y claro, tu estimado doctor Mendoza trabaja para mí. De hecho, Mendoza es uno de mis siervos más fieles y a quien más privilegios le doy. Incluso dejé que disfrutara un poco de ti mientras estabas bajo los influjos de las drogas hipnóticas. Te mostraré:
Detrás de Rivera, en una pantalla, aparecieron una a una diversas imágenes. Era el consultorio de Mendoza. En ellas, Diego, desnudo sobre la mesa de auscultación, era acariciado y tocado obscenamente por el doctor, quien se deleitaba pellizcando los pezones o los testículos del muchacho y luego lamiéndolos con gusto. En otras, Diego aparecía de rodillas, lamiendo los pies de Mendoza como un perro. Lo incomprensible era, sin embargo, la cara de placer que Diego parecía reflejar en esas imágenes. Diego aún se negaba a creer que él pudiera estar haciendo eso.
-Ahora bien, debo decir que hasta ahora los resultados de mi investigación fueron exitosos ya que he descubierto que tú eres precisamente quien se convertirá en mi mejor siervo. Tu evolución ha sido perfecta, incluso a pesar de la intromisión de ese instructor de natación Si, no pongas esa cara, claro que sé que te involucraste con él. Pero no te preocupes, ya me encargué de ese problema Ahora, proseguiremos con la conversión, ¿de acuerdo? Ha llegado el momento de tomar lo que me pertenece. Tengo entendido que ni siquiera el instructor pudo conocer tu culo. Pero también sé que ese culo está ansioso por ser poseído aunque tú mismo no lo sepas.
Diego escuchó las palabras de Rivera con creciente aprensión. Por una parte, este había mencionado a Clark. ¿Acaso también lo había capturado? ¿O qué le había hecho? El cariño que sentía por su rubio y viril amante le causaron una gran preocupación que, sin embargo, casi olvidó cuando Rivera mencionó su virginal agujero. Como por instinto, un miedo feral se apoderó de él. Aún inmóvil, su pulso se aceleró y sintió que su cuerpo se tensaba ante la perspectiva de que el sádico profesor intentara desflorarlo. Ante él, Rivera se desnudaba lentamente, aderezando el espectáculo con su monólogo sarcástico.
-No te asustes. Tener una verga en el culo no es malo. De hecho, para cuando termine contigo, será lo mejor para ti. se desabotonó la bata, se la quitó, dejándola caer al suelo.
-Al principio, puede que te duela un poco, tienes un ano muy estrecho. Me gustaría decirte que conforme te acostumbres a la penetración tu ano se dilatará, pero no te preocupes, entre los fármacos que te he dado, hay algunos que fortalecieron tus esfínteres, no quiero que el agujerito de mi mejor esclavo se relaje de tanto uso. Permanecerás estrecho para mí, tanto tiempo lo desee ahora se despojaba de su fina corbata de seda y del cinturón de piel. Un botón de la rígida camisa almidonada.
- Tal vez debiera darte el mismo tratamiento que le di a tu amorcito güero, ese estúpido instructor. Así, te deleitarías chupando cuanta verga vieras Los botones de la camisa se abrían uno a uno, dejando al descubierto la pálida y lampiña piel del torso, tensa sobre músculos no abundantes en volumen pero que adivinaban una fuerza de látigo. Diego escuchaba con horror las palabras que Rivera decía. En la pantalla de atrás, Clark aparecía desnudo, atado con una cadena a los testículos y arrodillado, chupando ansiosamente la gigantesca verga negra del doctor Mendoza. Entonces, era cierto, había atrapado a Clark y hasta lo había sometido, convirtiéndolo en su esclavo también. Su mente, sin embargo, apenas le daba tiempo para esos pensamientos, mientras su frente se perlaba de sudor, aterrorizado por la próxima penetración - Sin embargo, eso no sucederá, tú serás sólo para mí, hasta que obtenga lo que busco en ti. Fui afortunado contigo, no solo me diste al instructor para convertirlo en el puto de mi siervo Mendoza sino también me regalaste otro muchacho interesante. la camisa se desprendió del todo, dejando ver la elegante condición física del científico, incluyendo, sorpresivamente, un sensual tatuaje negro en torno al ombligo, con la figura estilizada de una cabeza de serpiente. Ahora Rivera se desabotonó los pantalones, que cayeron con un apagado sonido, revelando dos piernas nudosas, hechas para correr y patear. Rivera se fue a sentar a un banco que se hallaba detrás, se despojó de sus zapatos y terminó de quitarse el pantalón.
- Me refiero a tu amiguito, ese muchacho, Arturo. Que trasero tan generoso tiene. Y además tan sensible. Pocos reaccionan como él a mi tratamiento. Sólo unos cuantos elegidos pueden volverse totalmente pasivos y con él lo logré. -Ahora, el monitor mostraba al atlético muchacho de cabello trigueño y sonrisa confiada, convertido ahora en un adicto a las vergas, montando embravecido el miembro de otro hombre, viva imagen de la deleitación y satisfacción en el rostro. El sudor inundaba ahora no sólo la frente, sino todo el cuerpo de Diego, cuyo entendimiento a pesar de estar obnubilado de terror, llegó a sopesar el hecho de que también su amigo había quedado atrapado en la red de semejante araña. Ahora, Diego podía ver a Rivera de pie frente a él, usando sólo una fina prenda interior de color negro, que resaltaba con la blancura de su piel y que, apretada como era, dejaba adivinar un portentoso miembro que se obstinaba en salir de semejante prisión.
- Y sin embargo, ni Clark ni Arturo ni todos los que han tenido el honor de formar parte de mi cohorte son tan especiales como tú. En cierto modo, eres tú a quien he buscado todos estos años, desde que salí de la universidad, con mis estudios de fármacos bajo el brazo y mi primer esclavo esperando en casa, mi compañero de dormitorio. Tú eres quien me dará la última droga que necesito.
Rivera se encaminó paso a paso a Diego, pasando su mano por encima del tenso bulto en su entrepierna, ahora metiendo los dedos bajo la tela negra, sacando su tenaz herramienta, larga, poderosa y trepidante, 23 cm de masculinidad coronada por un glande brillante en su lubricación. Debió desabrochar algún otro botón oculto pues al hacer ese movimiento, el resto de la prenda se desprendió de su cuerpo. Diego intentó gritar, movió la mandíbula e intentó morder para librarse de la mordaza, pero sólo consiguió morder un pliegue de su labio y su boca se llenó de su sangre caliente y llena de temor. Volvió a luchar para que su inerme cuerpo reaccionara pero era inútil. Rivera se acercaba más y más Su verga dura amenazaba una violenta penetración, un taladro para su apretado, virgen orificio Más y más Veía el brillo de la punta, una gota de pre-semen casi veía fluir la sangre a través del par de venas que surcaban el enhiesto falo casi podía oler los fluidos futuros o presentes?... no de hecho, podía oler algo Diego sentía un lejano vaho, como un espíritu intangible que emanaba de la verga de Rivera, que se acercaba a su nariz y se introducía en su ser. Su mente reaccionó a esa intrusión con un ataque de pánico.
NO, NO, no me penetres, no quiero ser tuyo, no lo lograrás, no, no, no, no, era lo único que pensaba mientras sus ojos se fijaban en esa carne rígida que pretendía hendirlo.
Y sin embargo, ante ese mismo efluvio, esa miasma asquerosa para su mente, su cuerpo reaccionaba diferente. Como un ser sediento en el desierto que despierta al rocío del oasis, su cuerpo empezaba a sentir una inexplicable sensación de ansiedad, de deseo, que se acrecentaba exponencialmente conforme el aroma se hacía más intenso. Rivera se encontraba ahora de pie frente a Diego, a escaso medio metro, y su esencia seminal inundaba al chico, haciendo que su propio pene se irguiera, endureciéndose ante el influjo de las feromonas presentes en el aire. Los esfínteres de su culo se contraían fuertemente, podía sentirlos, pero al interior, apareció una misteriosa y nueva sensación de vacío, incómoda al principio pero volviéndose rápidamente dolorosa. Sus pezones se endurecían también y hasta las mínimas corrientes de aire en ese espacio cerrado parecían ser descargas eléctricas que los ponían a vibrar. Ahora el cuerpo de Diego, que durante meses había recibido toda clases de drogas estimulantes, reaccionaba sorpresivamente para su dueño, traicionándolo y buscando servir a ese ser que se hallaba frente a él.
Rivera tocó un botón de la silla y las cadenas que sujetaban los tobillos del muchacho empezaron a jalar hacia arriba y luego hacia atrás, mientras el respaldo también cedía, cambiando la posición del inmovilizado Diego, quien quedó parcialmente recostado boca arriba, con ambas piernas bien levantadas y sujetas, su verga erecta por encima de su ombligo y exponiendo su virginidad a Rivera. Apenas habrían pasado unos minutos desde que Rivera empezara a desnudarse, pero había bastado para desencadenar en Diego la reacción que el depravado científico buscaba. Atormentado por la mezcla de ansiedad y dolor físico por un lado y por el terror, la furia y la impotencia en su mente, en el interior de Diego, las sutiles drogas hacían su labor, catalizadas por esa doble tortura. Como en un rompecabezas, cada una iba acomodándose. Esta en un receptor neuronal, aquella en un liberador de hormonas, algunas en los centros de placer, otro tanto en la corteza cerebral. Todas orquestadas por el espectro sexual de Rivera. El propio Diego sentía su cuerpo como un mar de pasión, embravecido ante la perspectiva de ser poseído por semejante macho mientras su mente era un remolino. Ante sus ojos pasaban fugaces las imágenes de él, a Mendoza tocando su verga, de Clark chupando verga, de Arturo gozando la verga en su culo y sobre todas, la del propio Rivera, brillante, lubricada poderosa cruel sádica masculina vigorosa deliciosa NO Diego rechazó ese pensamiento, sumergiéndose de nuevo en el vórtice. NO NO NO NO NO
De pronto, como si un relámpago lo golpeara, Diego se percató de que Rivera estaba sobre él. La cabeza de su verga había tocado la entrada de su ano, que reaccionó contrayéndose aún más. Rivera presionó un poco más. A partir de ese momento, la lucha antagónica se duplicó, pues ante la presión del miembro de Rivera, su cuerpo se debatía ahora entre el apretado esfínter que se cerraba a toda costa mientras las entrañas ardientes anhelaban ser llenadas de ese pedazo de carne masculina en tanto en su mente, las palabras habían perdido sentido y se sucedían sin orden aparente.
Pervertido, maldito, bastardo, delicioso, malnacido, hijo de puta, sorprendente, poderoso, magnífico
Más presión, más presión
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Un receptor celular se saturaba mientras en las entrañas de Diego se producían ciertas sustancias excitadoras. En su médula espinal, en su corazón, la concentración de minerales oscilaba, en sus testículos, las oleadas crecientes de hormonas provocaban la producción de esperma. En su mente, las más sutiles drogas de Rivera habían encontrado finalmente los genes latentes en el ADN de Diego y sólo de Diego, ausentes en los otros esclavos, despertándolos por primera vez de su letargo, activando proteínas y enzimas irreversibles en todas sus neuronas, consumiendo energía, consumiendo voluntad. Finalmente, fuera del mundo molecular, la fuerza física del consumado científico se impuso a su propia obra, a la fuerza de ese terco ano que se obstinaba en cerrarse, irrumpiendo por primera vez en su cavidad trasera, que lo recibió como un mesías, alabando al dios fálico que venía a ocupar su odiado vacío. Derrotado, el agujero recién desvirgado aún se quejaba con dolor intenso pero inútil ante el placer mayor que el resto del cuerpo emanaba. Y como en un espejo de esta lucha física, en la arena de la lucha mental, las nuevas neuronas de Diego asimilaban para siempre la esencia de su amo, restableciendo rápidamente el orden de sus pensamientos, si bien con otro matiz.
Maldito Canalla Señor Amo vigoroso valiente sagaz astuto
Las palabras y los sentimientos negativos se disipaban con rapidez increíble, apenas el tiempo en que los 23 cm de la verga de su señor tardaban en llegar al fondo de su insaciable culo. Cuando el suave vello de los testículos de su amo tocaron su trasero por primera vez, ya casi no quedaban resquicios de rebeldía. Rivera sacó la verga inmediatamente y volvió a embestir, apenas algunas fracciones de segundo en las cuales, sin embargo, el cambio ya estaba hecho y ahora sólo faltaba reforzarlo. Diego sentía la intensa energía de la penetración, su ano constriñendo el fuerte cilindro, que frotaba sus paredes internas, provocando un goce indescriptible de placer y se preguntaba cómo era posible que hubiera podido vivir tantos años sin permitirse ese éxtasis, cómo había podido soportar la ausencia en su interior y la falta de dominio en su exterior, sobre todo el dominio de semejante ser, tan superior, tan fuerte e inteligente, casi un dios. Qué afortunado se sentía de haber sido elegido por semejante semidios para ser su fiel servidor. Puso todas sus energías en dar placer a su señor, apretando, voluntariamente esta vez, el miembro sagrado que lo penetraba, con un oculto, egoísta y sacrílego sentimiento de querer que esa divinidad permaneciera para siempre en su interior. Al poco tiempo (o mucho el tiempo era tan relativo ), Diego, en su nueva personalidad de esclavo, se conmocionó al sentir una nueva vibración de la verga de su señor, pues se dio cuenta que estaba próximo el orgasmo, y su mente y sus ojos se abrieron ante la perspectiva de saberse bautizado con el semen de su amado maestro. Y en efecto, fue cuestión de unas pocas embestidas más para que un exhausto y sudoroso Rivera, luego de media hora de penetración vigorosa, eyaculara en el interior del muchacho recién desvirgado. Como una droga superconcentrada, el semen inundó su seno. Y si el mero olor de macho había sido el catalizador y luego la cogida el detonante, ahora el esperma, blanco y lleno de sustancias, era como el cemento final, que aseguraba las cadenas mentales de Diego a su maestro Rivera, en una matanza de las ideas de libertad que hubiera en la joven mente. Diego sintió cuando la poderosa verga se retiraba por última vez de su anatomía que, milagrosamente, pensó, se cerraba inmediatamente, hermética y apretada, celosa de que cualquier otra cosa que no fuera la verga de su señor pudiera siquiera acercarse. Como por casualidad, Diego se dio cuenta de que se sentía muy cansado, rendido. Un sueño fuerte cayó raudo sobre su recién reconstruida consciencia y apenas atinó a decir, cuando Rivera le retiró la mordaza: Gracias, amo
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Finalmente, el penúltimo capítulo de esta serie. Una disculpa a todos mis lectores por el retraso. Ojalá la espera les sea recompensada con esta nueva entrega y estén pendientes para la última parte de esta historia. También agradezco a todos los que me escribieron con ideas y sugerencias y créanme que tomaré algunas para historias futuras, si bien no prometo fechas, ya que mi tiempo es limitado.
Comentarios y propuestas, escriban a city_in_shadows@hotmail.com PONGAN EN EL ASUNTO "todorelatos" así sabré de quien se trata (o podría borrarlo sin leerlo si parece spam)