El esclavo del profesor (11.0Contrato de sumisión)

Ahora Clark es la nueva víctima de las torturas de Rivera, iniciando su nueva vida como esclavo sexual, mientras que el destino de Diego aún está por definirse

El esclavo del profesor

11.0 Contrato de sumisión

Capítulo anterior: Clark fue secuestrado junto con Diego y obligado a aceptar ser el esclavo de Rivera con tal de proteger a Diego del perverso científico. Ahora, hará lectura del ominoso contrato que lo compromete sexualmente a servir a Rivera

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-Este es un documento más local, pero creo que es el más importante. Debes leerlo de pie y en voz alta, por favor.

Clark echó un vistazo al texto y enseguida comprendió porqué Rivera quería que lo leyera en voz alta. Era un "contrato" donde estipulaban su nueva condición como propiedad sexual de Rivera, redactadas en términos degradantes. Al pedirle leerlo en voz alta, Rivera humillaba aún más a Clark, al hacer patente su inferioridad de ahora en adelante.

Con furia pero resignado, Clark inició la lectura.

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"Por medio de este contrato, yo, Clark Randall, acepto que mi persona sea propiedad de Luis Rivera y declaro en consecuencia que a partir de ahora seré su esclavo y servidor personal, para lo cual cumpliré las siguientes disposiciones:

Consideraré a Luis Rivera como mi dueño absoluto, y me dirigiré a él en términos de "Amo", "Señor", "Maestro" o de cualquier otra forma que él me señale, siempre con el respeto que se merece como ser superior a mí.

Obedeceré todas y cada una de las órdenes de mi señor, sin importar la degradación que yo sufra en el proceso, lo cual incluye, entre otros, órdenes de carácter sexual, las cuales serán parte importante mas no exclusiva de mis funciones.

Asumo que seré su puto personal y procuraré demostrarle el placer que me cause servirle sexualmente. Reconozco que mi culo será uno de mis principales centros de actividad sexual y en consiguiente, será explotado como tal.

Permitiré que mi amo haga uso de mi cuerpo con fines sexuales, comerciales e incluso de investigación, para lo cual seré objeto de experimentos que incluyen el uso de sustancias y aparatos que mi amo considere convenientes. El objetivo de estos experimentos será contribuir a la ciencia y conocimiento de mi amo y, en particular, a proporcionarle más elementos para asegurar su control sobre mí.

La explotación comercial de mi cuerpo incluirá actividades de penetración, sexo oral, dominación, uso de juguetes y artículos por parte de terceros, espectáculos en vivo y cualquier otra instrucción de mi amo, el cual recibirá una remuneración monetaria de la cual yo no obtendré fracción alguna salvo que mi amo lo considere.

Todas mis pertenencias son pertenencias de mi amo, por lo que cualquier bien que pudiera obtener yo pasará mediante contrato a la propiedad de mi amo. Yo dormiré y viviré en los lugares y bajo las condiciones que mi amo me señale.

Con todo lo anterior, acepto que a partir de este día, seré esclavo, siervo y puto de Luis Rivera, mi amo y señor, a quien entrego con devoción mi cuerpo para que me domine, especialmente en el terreno sexual, pues espero con ansiedad que use y abuse de mi pene, testículos, culo y resto del cuerpo para la plena satisfacción suya o de quien él considere. Firmo este documento con total convicción del dominio permanente que Luis Rivera, mi amo y señor, adquiere sobre mí.

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Clark terminó la incómoda lectura, dejó el contrato en la mesa y miró a Rivera con furia. Éste le alcanzó el bolígrafo con el cual Clark, renuente, tuvo que firmar el humillante papel.

Muy bien, Clark. No creas que esto es todo, aún falta mucho para que te considere mío totalmente. A partir de hoy iniciarás tu entrenamiento y por ahora tu primera acción bajo mis órdenes será que te afeites completamente el vello. Veo que acostumbras a depilarte las piernas y las axilas, así que eso ahorrará tiempo, sólo tendrás que concentrarte en la entrepierna. Debes saber que no me gusta vello en el cuerpo de mis esclavos y como tú ahora eres uno de ellos, deberás quitarte eso, tú mismo.

Uno de los sirvientes trajo todo lo necesario y Clark, de su propia mano, se vio forzado a obedecer esa primera orden, humillante porque representaba el inicio de su servidumbre a manos del demente profesor. Con ira contenida, Clark se afeitó los testículos y toda el área en torno a su verga y el perineo, en la medida en la que se lo permitió la degradante cadena que aún sujetaba sus firmes bolas y que era el instrumento de opresión para controlarlo. La misma acción no era tan humillante como el hecho de que lo hacía consciente de que estaba bajo las órdenes de ese odioso individuo al cual de ahora en adelante tendría que llamar AMO . Una vez acabó, le dieron la misma sustancia que habían usado en Arturo, para retardar el crecimiento del vello, con la que se mojó y frotó el área afeitada.

A continuación, Rivera mandó a esposar a Clark, quien se dejó impotente. Lo sacaron de la celda donde había estado encerrado. Luego de caminar a través de los fríos y oscuros pasillos de ese extraño y desconocido lugar, lo llevaron a una habitación más, con las paredes y el suelo cubiertos de losas como si fuera una ducha. Había algunas rejillas de drenaje y grifos, pero también una estructura de metal y cuero, un soporte con cadenas

-Dime una cosa, Clark. Tú te has cogido muchos culos, ¿no es cierto? Eso ha sido muy injusto ya que nunca has pagado tu parte. Pero ahora solucionaremos eso. No puedes ser un buen sirviente sexual si no usas todo tu cuerpo, ¿verdad? Vamos a comprobar la estrechez de ese trasero tuyo… ¡Átenlo al soporte!

Si bien lo esperaba, en ese momento, la posibilidad de que Rivera lo penetrara le hizo rebelarse. Se movió para liberarse del siervo que sujetaba su brazo izquierdo e intentó lanzarle un golpe. Los esclavos, sin embargo reaccionaron velozmente y el de la derecha logró sostenerlo con firmeza antes de que el izquierdo recuperara el control. Clark aún hubiera podido luchar de no ser porque Rivera le dio un fuerte jalón a sus torturadas bolas, con lo que gritó de dolor y cayó de rodillas

Los dos esclavos tomaron al adolorido Clark y lo sujetaron a la estructura. Clark quedó sometido en ese aparato, de pie, con las piernas abiertas un poco y con el cuerpo doblado sobre un soporte a la altura del abdomen, de forma que su culo quedaba listo para ser explorado.

-Será inútil que te resistas, Clark, ya eres mío en cierto modo y pronto serás uno más como estos sirvientes, devoto mío. Para ello, tendrás que pasar por un entrenamiento. Eres un buen elemento, pero un poco rebelde. Por ello te dejaré con uno de mis "entrenadores" de mayor confianza y competencia. Él se encargará de doblegar esa voluntad tuya para que verdaderamente seas mío. Te presento a Carlos Mendoza. Ahh por, cierto, él ya ha tratado a tu querido Diego, con muy buenos resultados hasta ahora.

La mención de Diego volvió a enfurecer a Clark.

-Maldito, no le hagas nada a Diego, te lo advierto, no te perdonaré si lo lastimas.

-En estos momentos no deberías pensar tanto en él, Clark. Mejor preocúpate por lo que Mendoza te hará. Él es más persuasivo que yo

-Asi es, Clark, acostúmbrate porque yo no tolero indisciplinas –dijo una voz a sus espaldas. Un hombre se presentó ante el sometido Clark: Fornido, ancho de espaldas y estrecho de cintura, Mendoza estaba desnudo, mostrando su marcada musculatura y su piel negra y lustrosa, sus perfectos pectorales, con sendas perforaciones en los pezones y una más en el ombligo. Sólo llevaba un suspensorio blanco que envolvía sus testículos pero que dejaba pasar por encima su negro instrumento, un falo grueso, con una piel surcada de venas, que cubría con sus pliegues un prominente glande, dándole un aspecto inquietante. - Verás que yo logro convertirte en un puto adecuado para nuestro amo.

Los ojos azules de Clark miraron los ojos cafés de Mendoza y así estuvieron un momento, el formidable negro dispuesto a dominar al rebelde rubio. Mendoza lanzó un fuerte golpe al rostro de Clark, con la palma de la mano.

- Abajo esa mirada, puto, aprende a respetar a tus amos.

Rivera rió y se fue, advirtiendo que volvería cuando Clark estuviera listo para él.

-Bueno, empecemos con el entrenamiento. Veamos que tienes para ofrecer. Tu culo se ve rico, así que empezaremos por ahí.

-No te atrevas a tocarme, maldito

-Jaja, ¿eso es todo lo que tienes? Eres patético si crees que tus amenazas me detendrán.

Mendoza se colocó detrás de Rivera y tomo con ambas manos sus firmes nalgas, separándolas para divisar su todavía virgen agujero. Usó uno de sus dedos para pellizcar la entrada a ese rincón, destinado a convertirse en objeto de placer y depravación. Empezó a meterlo. Clark se sacudió pero el soporte limitaba su movimiento y lo dejaba indefenso ante la intrusión.

-Umm, estrecho, pero temo que algo sucio. A mi amo no le agrada la suciedad, ¿sabes? Tenemos que solucionar esto de inmediato.

Mendoza acercó una de las mangueras adosadas al cuarto de baño, que terminaba en una cánula para lavativa. Colocó un poco de lubricante y la introdujo con pericia en el orificio de Clark. Abrió la llave. Clark se sobresalto al sentir una corriente de agua muy fría invadiendo sus entrañas y un intenso escalofrío recorrió su cuerpo. Poco a poco, el líquido empezó a presionar su interior, creando incomodidad. Finalmente. Mendoza cerró la llave y de un solo movimiento, sacó la manguera del culo de Clark y rápidamente introdujo un plug que tenía preparado, golpeando y expandiendo con violencia el interior de Clark, quien lanzó un grito ante el inesperado ataque y contrajo los músculos para tratar de retirar el objeto agresor, más la fuerte presión en su abdomen le impidió poder aplicar fuerza e incluso se causó un agudo estirón en su interior, que le hizo gritar nuevamente. Mendoza aseguró el plug acoplándolo a una especie de cinturón que le puso a Clark, rodeando sus muslos y cintura, con lo que el objeto dilatador permaneció firmemente bloqueando e impidiendo la salida del líquido, que seguía helado en su interior. Entonces abrió otra llave y una lluvia de agua empezó a salir por una regadera justo encima de Clark, quien recibió el torrente helado en su cuerpo desnudo. Mendoza, que se había retirado para evitar el baño, accionó un panel en la pared y el soporte al que estaba atado el rubio instructor empezó a moverse, girando lentamente como un torno. Clark se sintió suspendido y luego empezó a descender, como un pollo en el asador. Sintió el agua helada caer por su desprotegida espalda y luego sobre sus piernas, luego sobre su rostro, cuando completó la vuelta y nuevamente. Mientras, en su interior percibía el movimiento del líquido, creándole una horrible sensación nauseabunda que iba creciendo en cada vuelta. La molestia se incrementó en un incipiente dolor, conforme el líquido presionaba y deformaba sus intestinos y su cuerpo se iba helando y poniéndose rígido del frío.

-Vas a repetir lo que yo diga. De lo contrario, te dejaré ahí tanto tiempo sea necesario y créeme que no es nada lindo luego de un rato. Repite: "Soy un puto"

Clark se empeñó en permanecer callado, afrontando con tanta dignidad como pudiera esa degradante tortura, ante lo que Mendoza incrementó el ritmo de las vueltas y la intensidad y el frío del agua. El dolor en sus entrañas ya casi era intolerable, sentía como si lo estuvieran golpeando por dentro, especialmente cuando quedaba cabeza abajo, el líquido azotaba contra sus costillas y le hacía sacar el aire de los pulmones, dejándolo con apenas una fracción de segundo para tomar aire antes de que el chorro de agua le ahogara el rostro. Pensaba y trataba de resistirse, pero el dolor ascendente era cada vez más intenso, con su culo taponado y sus huevos comprimidos.

-Vamos, que esperas, repite: "SOY UN PUTO Y QUIERO QUE ME COJAN"

Como pasara el tiempo y Clark, aún con el dolor intenso, se resistiera a doblegarse, Mendoza decidió aplicar más castigos. Tomó una paleta de plástico y dio un fuerte golpe en el redondo trasero del rubio semental, quien lanzó un alarido, no tanto por el impacto en su firme carne como por la reverberación que la nalgada tuvo en el líquido en su interior, castigando sus torturadas entrañas. Mendoza siguió, dando paletadas cada que el culo de Clark pasaba frente a él, aumentando la fuerza

-Repite, bastardo: "SOY UN PUTO Y QUIERO QUE ME COJAN"

-No, NO NO, no lo haré!!! AHHHHHH

Clark ya tenía ambos glúteos enrojecidos a fuerza de golpes y ya los sentía, con el impacto magnificado por el agua que empapaba su piel, que hacía que cada paletada se sintiera con mayor intensidad. Por dentro, el estómago de Clark era un caos, pugnando por sacar su contenido pero el soporte lo comprimía junto con sus intestinos, torturados por el inclemente líquido opresor. Fuera de su culo castigado y sus pelotas estrujadas, Clark no sentía su frío cuerpo. Un vértigo empezó a invadir su mente, apoderándose lentamente de él, nublando su razón y minando su resistencia. La tortura se iba imponiendo, reforzada por la debilidad corporal, sobre la mente rebelde. Cada fibra del cuerpo de Clark pedía clemencia y forzaba a su cerebro a rendirse. En un momento, empezó a hablar, a su pesar

-NO, no te lo diré, maldito… ahhhhhhh…. Basta, detente… ahhhh… ahhhh… no…nooooahhhh… por… por… por favor… detente… ahhh

-Ahh, ya suplicas que pare, vamos bien. Pero eso no es lo que quiero. Sólo me detendré si repites lo que digo. Vamos: "SOY UN PUTO Y QUIERO QUE ME COJAN"

-No… por favor… no… ahhhh… basta… agghhhhhhhh…por

-¡¡¡"SOY UN PUTO Y QUIERO QUE ME COJAN"!!!! Dilo ya!!!!

Clark estaba al borde de la resistencia, Mendoza lo sabía. La tensión en sus testículos, el frío por fuera, sus enrojecidas nalgas, la náusea y la presión interna, era demasiado. SU mente empezó a divagar y su lengua hablaba por sí misma.

-Soy… Soy… Soy un puto…quiero… que… me cojaaaaahhh… que me cojan… ahhhh

-Bien, una vez más: "SOY UN PUTO Y QUIERO QUE ME COJAN"

-Soy un puto… ahhh…. y quiero que me cojan…por favor, basta… soy un puto… ahhh… basta… quiero que me cojan….ahhhhhhhhh… soy un puto y quiero que me cojan!!!!!

-Eso es. Ahora di: "Soy un puto y quiero que me den verga" Si no lo haces, seguiré

-Si… si… lo que sea… soy un puto… aaaaghhhh y quiero que me den verga… ahhhhh

-"Quiero verga, la necesito"

-Ahhh… Quiero verga, la necesito…ahhhhhh…por favor

-Repítelo todo una vez más!!!

-Ahhhh soy puto… ahhh quiero que me cojan… quiero… ahhh, verga… la necesito

-Sigue así, vamos

-Soy… puto, soy puto, quiero verga… ahhh… quiero que me cojan… soy puto… la necesito… ahhh por favor… la necesito… basta, detente… quiero verga… cógeme… ya cógeme pero detente…. Soy puto

Clark escuchaba su propia voz como un autómata, su cuerpo no respondía a nada que no fuera dolor mientras sus propias palabras resonaban en su cabeza, introduciéndose en ella con sutileza y alevosía. Finalmente, Mendoza quedó satisfecho, dejó la paleta y cerró la regadera. Detuvo el torno. Clark aún seguía repitiendo la frase como un mantra cuyas palabras permeaban su consciencia y se grababan en su mente, susceptible luego de la tortura, como abonando el terreno de su próxima sumisión. Cuando Mendoza le retiró el plug, un torrente de agua, ya atemperada por el escaso calor que le quedaba al rubio, salió a borbotones, distendiendo los magullados intestinos de Clark en un último hálito de dolor. Antes de desmayarse, todavía alcanzó a repetir

-Soy puto… quiero verga… la… ne…ce…si…toooo

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A todos mis lectores, disculpen el retraso, pero espero que esta entrega les guste y les compense el tiempo que tardé. Pretendo continuar con mayor rapidez, en la medida de mis posibilidades.

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