El error de Julia

Aquí les traigo otro guardadito de hace tiempo, no tengo mucha experiencia en este género pero espero que sea de su agrado, un saludo para todos.

El error de Julia

Estaba totalmente abstraída en el informe abierto en su computador, estudiando cifras y haciendo anotaciones cuando de pronto escuchó el zumbido de su móvil. Lo tomó con rapidez y leyó el mensaje.

  • ¿Qué estás haciendo?

Tres palabras inocentes que le daban la vuelta a su día. Hasta ahora todo había sido rutinario, levantarse temprano, entrenar en el gimnasio, tomar una ducha, ponerse un impecable conjunto Chanel gris perla, sus tacones Manolo Blanik y más tarde subir a su Mercedes rumbo a la empresa, para ocuparse del gran imperio financiero que dirigía desde hace cinco años con audacia y sagacidad, " y ahora viene y aparece este hijo de puta... " - Se dijo a sí misma cuando vio el mensaje-.

  • Estoy en la oficina, leyendo informes sobre la próxima fusión.

Le escribió en tono profesional, con la esperanza de que la dejara en paz. El zumbido de vuelta no tardó en aparecer, agachó la vista cansinamente hasta la pantalla del móvil y enseguida una ola de furia la recorrió de pies a cabeza.

  • Eso puede esperar, te veo en media hora ya sabes dónde....

Soltó el móvil en un cajón del escritorio, se llevó las manos a la cabeza y respiró hondo tratando de serenarse. Todavía no podía creer que ahora mismo este come mierda la tuviera en sus manos.

Su mente regresó quince años atrás, cuando ingresó en el Consorcio Lambert como una simple pasante de finanzas. Con ingenio y una dedicación feroz había ido subiendo poco a poco de nivel, impresionando al mismísimo Robert Lambert, el dueño del Consorcio, quién no dudó en promover su carrera cuando confirmó su talento. Todavía sonreía al recordar el día en que la nombraron Directora General, dejando por fuera a cinco ejecutivos más, tres de ellos con mucho más tiempo en la empresa. Incluso Lambert había mirado hacia otro lado cuando comenzó a implantar sus políticas sobre el acoso de personal, las cuales fueron llamadas por muchos una declaración de guerra feminazi, contra cualquiera que mirara a una empleada de la empresa treinta segundo más de lo debido. El Consorcio había sido un mundo de hombres por más de cincuenta años, pero ahora era su mundo, y ella lo dirigía según su voluntad.

Había tenido que asumir grandes riesgos y trabajar más allá de cualquier código de dedicación laboral, pero los frutos no se hicieron esperar, los casi noventa millones de ganancia obtenidos luego de su última negociación eran un ejemplo de ello y el motivo por el que Lambert le había confiado todo, incluso a su propia hija... la razón por la que ahora estaba en manos de un insignificante gerente de mantenimiento, que entró sin llamar y sin hacer ruido al hall de su oficina tarde por la noche, logrando filmar con su móvil a través de la puerta entreabierta la forma en que ella y Sophie -la joven y dulce hija de Robert Lambert- se besaban perdidas de deseo toqueteándose las tetas.

  • Amalia, tengo que salir, por favor deja los documentos para firmar sobre mi escritorio, regresaré más tarde y me haré cargo -Le dijo a su secretaria con aire de autoridad-.

  • Cancelo su cita con el Sr. Macklam?

  • Si, dile que si llego temprano pasaré por su oficina.

  • Perfecto, que tenga buenas tardes señora.

  • Igual para ti.

Bajó en silencio hasta el estacionamiento y subió a su Mercedes, un par de minutos más tarde estaba en marcha. Había estado muchas veces en ese lugar, podría conducir hasta él con los ojos cerrados, aunque siempre con la misma rabia y repulsión. A unos quince minutos de su oficina se encontraba el prestigioso hotel Palais, del cual para su desgracia se había vuelto cliente regular. Entró con paso confiado, aunque estaba muy lejos de sentirse a gusto con esta visita, sabía bien que cualquiera que la viera en el lobby podría pensar que iba camino a una reunión de negocios en el amplio y conocido bar del hotel, en donde de hecho había logrado cerrar un par de acuerdos de valor en el pasado.

Pasó de largo hasta la recepción, en donde un joven con aspecto serio la saludó enseguida.

  • En qué puedo servirle?

  • Soy Julia Cassini, tengo una reservación para esta semana.

  • Un segundo -respondió el joven, mientras tecleaba en el ordenador-.

Luego le entregó una llave un formulario escrito que ella firmó rápidamente.

Dio las gracias y salió con paso firme hasta los ascensores, observando el número de la llave para ubicar el piso. Mientras esperaba la llegada del ascensor, sacó el móvil de su bolso de piel y envió el mensaje.

  • Estoy en el hotel, habitación 114.

  • Perfecto, ya sabes qué hacer.

" Si, darte un tiro en las bolas y otro en la cabeza cabrón de mierda " -se dijo a sí misma- si tan sólo tuviera el valor para hacerlo, pero por mucho que lo había pensado no era una asesina, ni siquiera se atrevía a pagarle a otro para que lo hiciera. Su única esperanza era que el maldito cumpliera con su palabra tal y como le había dicho seis meses antes, en esa estúpida reunión que tuvo con ella, precisamente allá abajo en el bar del hotel.

Julia todavía recordaba con detalle ese fatídico día, cuando Daniel Méndez, gerente de mantenimiento y servicios generales de las instalaciones del Consorcio la había citado a esa estúpida reunión.

  • Necesito hablar algo con usted Dra. Cassini, y dada la naturaleza de la conversación no considero prudente hacerlo en la oficina.

  • Me parece, que cualquier cosa que tenga que ver con el Consorcio, puede discutirse perfectamente en mi oficina.

  • Esto no Dra. Le sugiero que nos veamos fuera del Consorcio, a usted no le conviene que hablemos aquí.

  • ¿Y qué diablos puede tener usted que decirme que requiera tanto misterio, si se puede saber? -Le preguntó en un tono molesto y autoritario, e iba a agregar algo más cuando aquel maldito le dijo con toda serenidad una frase que la dejó fría-.

  • No creo que prefiera hablar sobre sus relaciones con Sophie Lambert en este lugar. Créame, si le estoy pidiendo que hablemos fuera es porque a ambos nos conviene y porque tengo garantías, no soy estúpido.

En ese instante, toda la sangre de su cuerpo pareció detener su marcha, se puso pálida, era imposible que este imbécil supiera algo que ella había ocultado tan bien, que era bisexual, y que además se había estado acostando con la hija de Lambert, una hermosa jovencita diez años menor que ella.

Seguía recordando con amargura el tono de la reunión, mientras entraba en la habitación y se quitaba su traje Chanel para quedarse tan solo con unas bragas de encaje, esperando para complacer al come mierda. Casi sufrió un infarto en el reservado del bar, cuando Daniel Méndez le puso un móvil sobre la mesa, en el cual corría un vídeo donde ella y Sophie Lambert casi se cogían una a la otra dentro de su oficina.

  • Como se imaginará esto es una copia -Le decía el hijo de puta, mientras notaba como le temblaban las manos-. El original está a buen resguardo, además de una copia de respaldo.

  • ¿Con qué derecho entra usted a mi oficina espiar malnacido...? -Le susurró ella con tanta furia que casi resultó un grito-.

  • ¿A espiar? jajajajaja, no señora, llámelo suerte, sentido de la oportunidad, estar en el lugar y el momento adecuado. Esa noche estaba supervisando una filtración en el fregadero que hay en su piso, quería saber si había quedado bien, cuando vi su puerta abierta, pensé que la oficina estaba sola y entré para apagar las luces y cerrar todo, pero ahí estaba usted y la niña Sophie -dijo, haciéndo énfasis en la palabra niña-. Yo sólo aproveché la oportunidad.

  • Mire, dígame cuanto quiere por el maldito vídeo -le dijo en tono intimidante, tratando de esconder el miedo que se le atravesaba en la garganta-. Ponga una cifra y ya.

  • No, yo no quiero dinero Julia... te quiero a ti. Quiero que tú, la gran y autoritaria Directora General del Consorcio Lambert, olvides tu cargo conmigo y me consientas cuando yo lo desee.

  • ¿Cómo te atreves hijo de puta?

  • Ya, ya. Me parece que es mucho mejor eso a que Robert Lambert se entere que te pasaste de confianzas con su hija, eso sin mencionar que a la larga todos en la empresa terminarán sabiendo de tus tendencias lesbianas, y ya sabes, la información se riega, el mundo financiero es pequeño... Además -agregó, como si le estaba pidiendo cualquier cosa- no creo que te cueste tanto, ya vi que eres bastante fogoza, si me tratas bien te aseguro que también te daré placer. Luego, cuando me canse de ti, renunciaré al Consorcio, tú me darás una buena cantidad para que pueda desaparecer tranquilo y dejar de ser una molestia, y yo te haré llegar los CD que contienen las únicas copias que quedarán de tu vídeo candente, no está mal.

Y allí había comenzado todo, desde hacía seis meses, cada vez que el maldito la llamaba, tenía que salir corriendo al hotel Palais -habitación que ella pagaba para hacerlo aún más humillante- y complacer al desgraciado pervertido. En ese instante sintió el golpeteo contra la puerta, ya estaba ahí. Salió a toda prisa y se puso de rodillas frente a la cama mirando al piso.

  • Está abierto -dijo, y escuchó los pasos del desgraciado entrando.

  • Mmm, así me gusta encontrarte puta... -gruñó con satisfacción, mientras ella sentía como se le enrojecían las orejas y el rostro de la rabia- Mira como te sonrojas al verme, se ve que te excito, no? Esta semana te portaste mal conmigo...

"¿ Cómo ?" -Pensó ella- " Ahora qué mierda se habrá inventado este cabrón para humillarme ".

  • Si, no te hagas la sorprendida. Hace dos días pasaste por mi lado en el pasillo y fuiste muy fría para saludarme, siempre con esos aires de reina, como si los demás no valieran nada, parece que no te estoy enseñando bien, así que hoy tendré que castigarte, súbete a la cama, boca arriba, manos al frente -le gritó con autoridad, mientras ella se levantó de prisa e hizo lo que se le ordenó-.

Sacó un par de esposas metálicas de su maletín de segunda y le puso una en la muñeca izquierda. Luego de ordenarle que subiera las manos, pasó la siguiente esposa a través del tubo de hierro dorado que adornaba la cabecera de la cama y entonces la cerró sobre su muñeca derecha, dejando un espacio tan estrecho que tenía que estirar bien los brazos para que el metal no se le clavara dolorosamente en la piel.

  • Piernas abiertas, ya!

Le ladró la siguiente orden que ella obedeció de inmediato. Sintió como bajaba sus bragas hasta quitárselas por completo, luego pudo sentir como se hundía el colchón entre sus piernas, ahora él estaba sobre la cama frente a ella desnuda, atada y con las piernas abiertas.

  • Que buena estás puta de mierda, va a costar que me canse de ti...

Acto seguido sintió su lengua humedeciendo su pubis perfectamente depilado, recorriendo sus labios vaginales con suavidad de arriba hasta bien abajo justo en donde se abren las nalgas hacia el ano. Ella sintió una lágrima que le corría por la mejilla, producto de la impotencia que sentía al comenzar a notar su humedad, por mucho que quisiera evitarlo su cuerpo se excitaba por completo cada vez que el cabrón la tenía, haciendo que su humillación fuese todavía más amarga.

Sintió como la lengua iba abriendose paso, acariciándo su clítoris, y tallando con lentitud sus labios internos hasta la entrada del coño, haciendo que toda su piel se erizara de deseo. Le recorría cada pliegue, hundía su lengua penetrándola despacio y luego volvía a iniciar el recorrido, ella intentaba calmarse, pensar en cualquier cosa que evitara que su excitación aumentara, pero inevitablemente un suave jadeo se le escapó de los labios.

  • Mmm como te excitas puta... Te gusta, eh? Pero creo que te has portado muy mal como para recibir más, no te lo mereces.

Ahora soltó sus esposas y le ordenó que se arrodillara en el piso frente a la cama, tumbando sus pechos contra el colchón. Ella sentía que le temblaban las piernas, no sólo por la excitación de lo que acababa de pasar, sino porque sabía bien lo que ocurriría ahora. Como siempre, hizo acopio de todas sus fuerzas, si bien no podía evitar excitarse con él, por lo menos no le daría el gusto de verla llorar.

  • ¿Por qué hago esto perrita? -Escuchaba su voz justo detrás de ella-.

  • Porque no lo saludé adecuadamente señor Daniel -Le respondió ella con la garganta casi cerrada-.

  • ¿Y qué vas a hacer al respecto de ahora en adelante?

  • Seré menos soberbia y le trataré con más humildad...

  • Espero por tu bien que así sea.

Enseguida sintió el primer azote del cinturón quemándole la piel de las nalgas.

  • Es desagradable, verdad? -Le decía con la respiración agitada por el deseo- Eso mismo siento yo, cuando tú pasas contoneando tu culo de zorra, haciendo que se me pare la verga, y luego pasas dándotelas de gran cosa -Seguía diciéndole mientras continuaba azotándola, ocho veces en total, mientras ella seguía tumbada con los ojos cerrados, sintiéndo como la furia la consumía por dentro-. Muy bien, muy bien -Le dijo con satisfacción- me encanta que me ahorres el drama de los lagrimones, te estás portando bien, creo que tendrás suerte hoy. Vamos, súbete a la cama, en cuatro! -Le gritó con autoridad-.

Ella se apresuró a subirse de prisa, sintiéndose mareada por la rabia y el esfuerzo que acababa de hacer para no llorar. Enseguida escuchó el familiar sonido que se produce cuando abres un condón, luego sintió como la embistió con fuerza, haciendo que se mordiera la lengua hasta sangrar debido al dolor.

Siguió embistiéndola una y otra vez, mientras ella experimentaba la impotencia de sentir como toda la rabia, la humillación y el dolor se convertían en deseo líquido centrándose bajo su vientre. Como siempre trató de luchar con todas sus fuerzas, hasta que su cuerpo no pudo más y se corrió con un gemido largo y fuerte.

  • Me encanta como te corres por mi puta faldera... ya te puedes sentar -Le dijo con aire de suficiencia-.

El comenzó a vestirse nuevo, así que tomó sus bragas para ponérselas, pero de inmediato el le gruñó con autoridad.

  • ¿Te dije que te podías vestir perra?

  • No, no señor -le dijo ella, con la cara roja de rabia y a punto de llorar-.

  • Te esperas a que yo me vaya, quiero un Whisky, con hielo solamente.

Desnuda como estaba se acercó al minibar de la habitación y le sirvió el trago, luego se lo entregó sin mirarlo a los ojos y regresó a la cama, en donde esperó pacientemente a que él terminara su bebida y se arreglara del todo.

  • La pasé bien contigo putita, por hoy estás perdonada, espero que lo del pasillo no se vuelva a repetir, está bien?

  • Si señor Daniel, no pasará de nuevo.

En cuanto se cerró la puerta lanzó sus bragas con toda la furia de la que fue capaz. Luego, recogió el condón sucio de la cama y lo lanzó a la papelera, como si al dejar de verlo pudiera fingir que nada pasó. Se metió a la ducha y se dio un largo baño, teniendo cuidado al enjabonar sus nalgas que todavía ardían producto de los azotes y llorando calladamente mientras se limpiaba los flujos de su propio orgasmo.

Finalmente, con toda la dignidad que le era posible se arregló de nuevo, bajó a la recepción, pagó la cuenta y se aseguró de dejar una nueva reserva abierta, por si el cabrón se le antojaba regresar. Luego subió a su Mercedes y se marchó al Consorcio.

Justo cuando entraba al piso de su oficina se encontró al hijo de puta, mirándola con esa sonrisita mal disimulada, era casi un milagro que lograra controlarse y no abalanzarse encima para volarle la cabeza.

  • Señor Daniel, buenas tardes, con su permiso.

  • Buenas tardes Dra. Cassini, propio...

Nota a los lectores:

Amigos, muy agradecida por sus comentarios, tanto acá como en el correo. Sin embargo, quiero pedirles por favor, no insistan con el tema de ligar, buscar fantasías. charlas subidas de tono, Etc., simplemente no va a pasar, ahórrense los trucos, las estrategias, a estas alturas ya me conozco todo el repertorio, ahórrense tiempo y ahórrenme tiempo a mi. Como lectores les aprecio, les muestro respeto al ofrecerles lo mejor posible en mis escritos, disfrutemos de la comunidad TR, si quieren dejarme un comentario será bien recibido, les he respondido a todos, salvo a los que envían mensajes sin texto, creo que es una falla en los teléfonos móviles. Me encanta conversar con ustedes, intercambiar con gente que gusta de leer o escribir es un placer, pero en serio olvídense de generar algún tipo de interés sexual conmigo, por favor no pierdan el tiempo, esto lo digo con todo el aprecio y respeto posible, saludos y hasta la próxima.