El error

A veces esperar es mejor que buscar.

"¿No va a callarse nunca?" Había estado toda la tarde en la oficina esperando la hora de salir y ahora, mientras tamborileaba los dedos en esa barra, sólo pensaba en cuando se callaría y se decidiría a follarla. Estaba aburrida de escucharle, pero... ¿que podía hacer? Nunca había tenido habilidad para ligar y él era el único que se había acercado.

Lo miró exasperada, le cogió la mano y se lo llevo al baño, ya había tenido suficiente. Después de asegurar la puerta, se puso de espaldas a él, dejo caer su cabeza hacia el espejo y se levantó la falda hasta su cintura dejando a la vista un precioso tanga de encaje negro.

No era una mujer escultural pero siempre había tenido unas buenas piernas, largas y contorneadas. Su culo era firme y redondo, para algo iba al gimnasio todos los días, y sabía que ponerlo en pompa, con la espalda arqueada, ofreciendolo al amante de turno era una apuesta segura. En menos de dos segundos tendría la polla de él en su coño y por fin podría correrse a gusto.

Lo miró desde el espejo y, con un leve movimiento de caderas al separar sus piernas, le invitó a follarsela.

La reacción de él fue más que previsible, se abalanzó sin dudar, le apartó la ropa interior y se la metió de golpe. Notaba como resbalaba dentro de ella, el balanceo de sus tetas en cada embestida... Uff, si al menos él estuviera allí para verla... Sacudió la cabeza para quitarse esa idea, tenía que centrarse en esa polla que la golpeaba cada vez más rápido, más fuerte... y conseguir ese orgasmo que la llevaba esquivando demasiado tiempo.

No le costaba correrse, no le hacía falta que nadie se la follara ni tener juguetes a su alcance para hacerlo. Muchas veces le bastaba sólo su imaginación para tener los mejores orgasmos, pero ahora llevaba demasiado sin conseguirlo. Había estado intentándolo desde principio de semana, había probado con sus dedos, sus juguetes, sus relatos favoritos, conversaciones subidas de tono en el chat de siempre... pero nada había servido para satisfacerla.

Por eso estaba en aquel baño, por eso ese desconocido la estaba bombeando con fuerza mientras la sujetaba de las caderas, por eso notaba como ese miembro se iba hinchando dentro de ella, como endurecía cada vez más hasta llenarla de leche.

Cuando noto el semen de él bajar por sus muslos supo que no había sido buena idea, ni siquiera había conseguido correrse decentemente. Suspiró mientras notaba las pequeñas embestidas que ponían fin a aquél encuentro y apartandose lentamente, le ofreció una tenue sonrisa. Ambos se recoloraron la ropa y se dispusieron a salir. Por suerte para ella, él entendía que había sido eso y no la obligo a decir frases tontas, ni siquiera a despedirse, simplemente salió por la puerta en silencio.

Se miró en el espejo, se ajusto bien la falda y se arreglo el pelo lo mejor que pudo. Parecía una chica decente, de carita dulce e intenciones buenas... Se le escapó la risa al pensarlo.

Eran más de las diez cuando miró reloj y decidió irse para casa. No había conseguido lo que buscaba pero al menos lo había intentado. Mañana sería otro día.

Y entonces...

  • Hola Bombón.

No atinó a responder, sintió palidecer en cuanto le vio delante suyo.

  • ¿ Se te ha comido la lengua el gato?

  • N.. No - consiguió tartamudear.

Allí estaba él con su metro ochenta de alto, mirándola divertido. Llevaba esos jeans azules que le gustaban tanto y la camiseta negra que ella le había regalado unos meses atrás. Estaba realmente imponente.

  • ¿No? Lo disimulas muy bien....jajaja

Le devolvió la sonrisa aún sin ser capaz de articular palabra. ¿La habría visto salir del baño?

  • ¿Qué tal? ¿Ya te ibas?

¿Cómo podía ser que estuviese allí? Le había dicho que no volvería hasta el lunes siguiente y que ya le avisaría para volver a quedar.

  • Si... Es tarde y estoy cansada. - lo dijo lo más seca y altiva que pudo. No le había mandado ni un triste mensaje y ahora pretendía hacer como si nada. Ni hablar, para orgullo... el suyo.

Se aproximo lentamente a ella hasta rozar su labios en su oreja.

  • ¿Ese idiota te ha dejado exhausta?

Si alguien la hubiese pinchado en ese momento no le hubiera sacado ni una mísera gota de sangre. Se quedo totalmente en shock. La había visto... Tenía un gran problema.

  • Venga, te llevo, no quiero que vayas sola a estas horas, no sabemos que clase de pervertido te puedes encontrar, jajajajaja - No, no se reía, veía la ira en sus ojos. Mientras intentaba pensar como reaccionar él la cogió del brazo y, sin saber muy bien como, la condujo hacía el coche y la metió dentro. Apenas supo atarse el cinturón sola, le temblaba hasta el alma.

Llegaron a su casa en poco minutos y ambos seguían en silencio cuando cruzaron la puerta de la entrada.

¡Plaass! La mejilla le ardía después de aquel bofetón.

  • Por puta. - dijo escupiendo odio en cada palabra y mirandola a los ojos.

  • Haber estado allí. - murmuró. Las palabras le salieron solas de su boca y se arrepintió en cuanto las dijo.

¡Plasss! Le volvió a cruzar la cara, pero esta vez ella le miró desafiante.

  • Si tu no te ocupas de mi... Lo hago yo solita. - ¿Por qué no podía tener la boca cerrada?

  • Jajajaja, que mal vamos de modales... De rodillas.

Ella no se movió, notaba latir sus mejillas y no iba a darle ninguna satisfacción.

  • He dicho... ¡De rodillas!

La fuerza de sus palabras la hizo arrodillarse sin pensarlo. Nunca lo había visto tan enfadado. Agachó la cabeza por puro instinto y no se atrevió a mirarlo.

Oyó como rebuscaba algo en un cajón cercano y volvía hasta ponerse detrás suyo. Le cogió ambos brazos y se los llevo a la espalda, juntó ambas muñecas y le colocó los grilletes bien apretados. Notar su piel rozando la suya, como se clavaban esas esposas en el dorso de sus manos... dios... A pesar del temor que sentía se estaba excitando sólo con ese roce.

Se puso en cluquillas delante de ella y cogiendola del mentón le hizo subir la cabeza hasta que sus ojos se encontraron. Podía ver aún su ira pero también veía algo más... ¿Sería el deseo de tenerla otra vez? Se relajó.

Sin dejar de mirarla le desabrochó la camisa y dejo que bajara hasta sus brazos,  mostrandole esos pechos que le encantaban. Él los acarició por encima con la yema de sus dedos e hizo que a ella se le erizara la piel y sintiera sus pezones erguidos  debajo de la tela. Le arrancó el sujetador de un sólo tirón y un suspiro quedo en el aire mientras él seguía mirandola.

-Sshhh...

Bajo sus dedos hasta su abdomen metiéndose lentamente por debajo de su falda, cuando rozó su tanga la miró extrañado.

  • ¿Ni siquiera te lo ha roto? - chasqueó la lengua en señal de desaprobación - Deberías escoger mejor a quien te folla mi niña.

El rubor cubrió sus mejillas y cerró sus ojos por vergüenza.

  • Mírame - dijo, mientras rompía ese maldito tanga y la besaba.

Siguió moviendo sus dedos hasta dejarlos encima de su sexo, dando pequeños circulos, haciendolos cada vez más grandes, como si no quisiera que se le escapará ningún centímetro de su piel. Le acarició con suavidad su clítoris y le arrancó un pequeño gemido cuando le introdujo con delicadeza un dedo en su coño. Notaba como se estaba humedeciendo por momentos. Apenas la había tocado y ya estaba empapada y con unas ganas locas de que la follara.

Él seguía mirandola, estudiando cada una de sus reacciones. Ella ya no prestaba atención a sus ojos, su mente había dejado ya el raciocinio a un lado.

  • Abre la boca.

Lo hizo en el acto y él, con media sonrisa de satisfacción, le metió los dedos empapados con sus jugos.

  • Mmmmm - Le encantaba que lo hiciera, le encantaba lamer sus dedos humedecidos, dejarlos limpios, pasar su lengua entre ellos, succionarlos hasta no dejar rastro de sus fluidos. Habría vuelto a cerrar los ojos, pero quería mostrarle como le deseaba, que lo viera, que le quemase...

Él se puso de pie sin sacar los dedos de su boca, con la otra mano bajo la cremallera de sus pantalones y saco su polla.

Uff... como le gustaba esa polla, era perfecta.

Le quito los dedos de la boca e hizo que la dejara abierta mientras la cogía fuertemente del pelo.

  • Saca la lengua.

Y se la metió de golpe hasta producirle una arcada. La dejo allí unos segundos mientras veía como ella intentaba echarse para atrás. Movió su cadera despacio hasta dejar sólo el glande dentro, veía como tenía los ojos llorosos y eso le ponía aún más cachondo. Le seguía sujetando el pelo con fuerza y cuando noto su lengua en su polla se la volvió a meter hasta el fondo.

Esta vez no paro, empezó a follarse esa boca sin piedad, sentía como sus huevos golpeaban esa barbilla a cada movimiento, su saliva cayendo por la comisura de los labios y sus lágrimas a punto de desbordar. Se obligó a parar, la saco un poco de su boca y la dejo allí. Supo en seguida que quería. Su lengua empezó a moverse con aquel falo en su boca, intentaba rodearla todo lo que podía y rozarle el glande una y otra vez con la punta de su lengua. Él aflojo la presión en su pelo y ella lo aprovecho para sacarla de su boca.

Se inclinó levemente hacía delante y le miro a los ojos para pedirle permiso. Él movió la cabeza sutilmente y ella comenzó a deleitarse con sus huevos.

Pasaba su lengua por ellos y se los metía en la boca para mojarlos con su saliva. Notaba su calor y oía de vez en cuando sus gemidos, sabía que le encantaba cuando prestaba atención a todo su miembro.

Sacó la lengua otra vez y, dejandolos atrás, empezó a subir despacio por su polla. Saboreandola, pegando su nariz a su piel para sentir su olor. Cuando llegó a la base del glande se lo introdujo en su boca con maestría y le dió unos suaves golpecitos con su lengua.

  • Mmmmm.- Le encantaban esas gotitas de líquido preseminal recogidas en su boca. Noto el pequeño espasmo en su polla cuando se la introdujo dentro y rozó con sus dientes suavemente todo su falo.

Volvió a sentir la fuerza de su mano en su pelo y, antes de que pudiera darse cuenta, le hizo tragarla entera. Rápido, fuerte, sin compasión. Notaba las arcadas, la lágrimas bajando por sus mejillas, intentaba coger aire sin éxito mientras sentía como esa polla se iba haciendo cada vez más grande, latiendo encima de su lengua. Le hacía daño y sin embargo su coño estaba empapado y aún más ansioso por tenerlo dentro.

Pudo sentir el primer chorro de su semen en la garganta, como la apretaba la cabeza mientras la llenaba de su leche. No le daba tiempo a tragar ese suculento manjar y sentía como sobresalía por la comisura de sus labios, cayendo sobre sus pechos. Apretó los labios por encima de su polla cuando la sacaba, le gustaba hacerlo y sabía que no tenía que caer nada en el suelo. Trago parte del semen que había en su boca y apreto su lengua contra los labios entre abiertos para que lo que quedase se escurriese por su barbilla, por sus tetas...

Él se metió su polla en los pantalones mientras observaba la escena. Se agachó hasta que sus cabezas quedaron a la misma altura y se deleitó viendo toda la lujuria que transmitían sus ojos.

  • Me encantas.

Ella le sonrió y él la compensó metiendole con fuerza sus dedos en el coño. Casi se corre cuando se sintió llena pero sabía que debía pedir permiso.

Sus dedos no paraban de entrar y salir y ella tuvo que juntar todas sus fuerzas para pedírselo y no dejarse llevar por el momento.

  • ¿ Pue..puedo...? - los gemidos entrecortaban sus palabras y perdía el hilo de la frase antes de conseguir terminarla. Él la miraba divertido.

  • Dime perrita.

  • ¿Puu..puedo correrme? - lo notaba, estaba a punto de tener el orgasmo que llevaba buscando. Su pecho se movía al compás de su agitada respiración.

  • Ni se te ocurra. - esa voz fría y cruel le perforo los oídos. No podía ser cierto, estaba a punto de correrse, le faltaba un suspiro para dar rienda suelta a su placer. Le miro a los ojos con la interrogación flotando en ellos, por respuesta sólo obtuvo una sonrisa sarcástica mientras sacaba sus dedos y se ponía de pie.

Se quedó quieta, arrodillada en el suelo, estaba ardiendo, con los grilletes clavándose en sus  muñecas y su cadera moviéndose en un ligero vaivén involuntario sin apartar la vista de él.

No pudo evitar mirar hacia abajo cuando una porción de semen que aún quedaba en su barbilla cayó en la piel erizada de sus tetas, deslizándose al compás de su respiración hasta sus pezones erguidos y cayendo suavemente hasta su abdomen. Sus ojos se recrearon en esa imagen. Fueron segundos, quizás ni llego a eso, pero cuando levanto la cabeza y le vio en el marco de la puerta, con esa maldita sonrisa en sus labios, supo que la iba a dejar allí.

  • No se puede ser tan puta perrita mía.

Un grito de desesperación salió desde su estómago m

ientras lo veía alejarse por el pasillo.