El entrenamiento y despertar de Carolina. Día 2. E

Segunda parte del relato publicado como Carolinafetiche. no es necesario leer la primera parte para seguir la historia. Carolina es llevada por su ama para ser aceptada e iniciada en el grupo de amas al que pertenece. dominación femenina y transformismo.

Me encontraba extasiada, complacida. Había encontrado a la mujer que realmente me hiciese sentir suya, saber que mi voluntad podría entregarla a ella y que yo estaría segura a su lado. Todo un mundo se abría ante mis ojos y mi ama, me llevaría de la mano hasta alcanzar y superar cada límite juntas.

Pringada de mi corrida, sudando, recuperando el aliento, con las manos de mi ama recorriendo mi piel, me encontraba tumbada en la cama a su lado.

¿Qué pasa cielo? – Estoy asimilando todo lo que ha pasado ama. Me encuentro satisfecha, feliz, me siento libre después de toda una vida intentando averiguar quién soy. – Lo sé cariño, eres mía, eso es lo único que debes tener claro a partir de ahora. Eres mía, has nacido para estar aquí, y haré de ti Carolina, la sumisa más entregada, complaciente. No habrá límites cielo. – No habrá límites? – No. Todo lo que ahora te da asco, rechazas o no imaginas que serías capaz de hacer, de vivir, a mi lado todo eso será posible. – Dejará que otras personas me usen? – No pienses en eso ahora cielo, no pienses en eso.

Un beso en la frente, ponía fin a nuestra conversación. No negaré que me hizo temblar tal afirmación por su parte, y me hizo recordar que al follarme decía que me haría la mejor puta para complacer a quien ella me dijese, que por mis orificios entrarían todas las pollas que ella quisiese. Todo aquello lo entendía como parte de la excitación del momento, pero ahora no sabía que pensar.

Cuando nos conocimos le había dicho cuáles eran mis límites y lo que estaba segura que no haría nunca. Supongo que fue una estupidez por mi parte ya que probablemente le abría la puerta a todas las humillaciones, vejaciones y prácticas de las que fuese capaz para vencer mi voluntad, rompiendo mis límites y despojándome de mi libre advendría.

Venga putita mía, que hoy te presento en sociedad. – En sociedad ama? – sí cielo, te llevaré a mi comunidad de amas de la provincia. Cuando tenemos una nueva sumisa, y la sumisa supera la prueba, es presentada al resto de amas. – bueno, yo soy una sumisa un pelín diferente. – Lo sé cielo, lo sé, eso es lo que lo hará más interesante. Eres una chica a la que habrá que moldear, darle forma, esculpirla y convertirla en una obra de arte. Eso eres para mí. Eres mi mariposa y quiero enseñarte a volar.

No os haré el cuento largo con los detalles de aquella mañana. fue un desayuno ligero, hablar de todo un poco y el resto del día, dedicarlo a mi arreglo.

La esteticista del barrio, mujer de confianza de mi ama, había llegado a casa a las 10:00. Tenía todo listo para hacerme ver una mujer espectacular.

Depilación, extensiones, tinte, manicura, pedicura, en fin, una intensiva sesión con el castigo de no verme en el espejo hasta el final y según mi ama, quedar maravillada por el resultado.

Después de ducharme, sobre la cama ya estaba listo lo que llevaría puesto ese día.

Un conjunto de sujetador y culote de satén blanco con encaje rosa a la cintura del culote, así como en la entrepierna. Una mariposa como decorado principal, estaba en el centro, justo debajo del ombligo.

El sujetador era precioso. Blanco sin aros de finos tirantes que, entre hombro y pecho, comenzaba una fina cubierta de encaje rosa, que bajaba hasta el final del pecho como si fuese el velo de las tetas, decoradas por una pequeña mariposa en el canalillo.

Por debajo del pecho el sujetador se complementaba con un elástico más grueso para resaltar la figura del pecho que era poco por lo que llevaba relleno (es lo que tiene ser una chica en proceso de formación a sus 25 años). Sentía como se ajustaba a mi cuerpo y estaba decorado por finas líneas de mariposas rosas y blancas.

Mis piernas resaltaban con las medias blancas con encaje rosa al inicio del muslo y una fina línea al lateral de cada pierna de purpurina rosa. Estas se enganchaban al liguero rosa que era un complemento perfecto con el diseño de la parte frontal del culote.

Los zapatos de tacón de 5 CM llevaban una casi imperceptible mariposa al inicio del empeine y dejaban los dedos al aire también de color rosa, el mismo tono de pinta uñas de las manos.

La amiga de mi ama solo había retocado mi color rubio, y había creado una melena a media espalda. Me excitaba sentir el pelo rozando mi cuello, hombros, columna, era una sensación indescriptible.

Sin poder verme al espejo, solo me quedaba mover mi cabeza con suaves movimientos para hacer flotar en el aire mi pelo y así, sentir su caricia.

“Casi lo olvidaba! Debo prepararte y no solo en la ropa o el maquillaje cielo, hoy tendrás que lucir como toda una nena”.

Me hizo abrirme de piernas, antes de vestirme con aquel conjunto. En su mano llevaba un bote como si fuese laca y me explicó su función.

“¡Cielo, con esto haré que tengas un chumino muy mono! Meteré los ovarios hacia dentro, estiraré la piel y plegaré para dar forma a los labios y tu clítoris lo pegaré de la piel que lo cubre para que abulte solo lo justo y parezca tu nueva cresta”.

A cada movimiento, echaba el líquido sobre la piel, de esa forma todo quedaba pegado y no se podría mover. Además, me untó una crema que adormecía a mi ahora clítoris para que no se levantase y se notase por debajo de la ropa.

“Pero que mono está quedando todo! Tranquilo cielo que no te causará ninguna reacción en la piel ni mucho menos. También y como veo que mi niña se está excitando, te pondré esta fina compresa en el puente de tu ropita para que no pringues con tus flujos la hermosa lencería que llevas”

Veía como pegaba al puente y, sobre todo, en la zona frontal del culote, una compresa que quedaría a la altura del orificio de mi clítoris.

Lo siento ama, no puedo sentir que estoy soltando jugos. - Claro que no putita, eso significa que todo está dando resultado. Tu clítoris está dormido y no nos dará sorpresas desagradables hasta que sea la hora. – puedo mirar lo que ha hecho antes de vestirme? – claro amor. Con este pequeño espejo, mira como ha quedado tu pubis, tus labios y tu clítoris. ¡Ha quedado como la mía! Jajaja!.

El resultado era increíble, en verdad tenía labios, clítoris y aunque sentía una pequeña molestia por llevar mis ahora ovarios en las oquedades de la pelvis, todo esto bien lo merecía. Mis dedos tocaban con incredulidad la zona y acariciaba cada milímetro de piel para comprobar que aquello que veía, era cierto. Mis dedos acariciaban mi vientre, justo a la altura donde estarían alojados mis ovarios. Hice un poco de presión y sentí dolor.

“Qué pasa cielo? ¿Te duele no es así? Bueno, piensa que a las que son niñas de nacimiento les duele. Sobre todo, cuando les baja la regla, así que estás experimentando una cosa más de ser mujer”.

Nos dimos un beso dulce, tierno, casi eterno.

Después del ritual y de haber levantado mi poco pecho con un conjunto de tiras de cuero para dar forma a mis tetitas, comencé a vestirme.

Era todo un ritual. Coger cada prenda, sentir su tacto en mis manos para después sentirlo en mi piel, era algo único.

¿Y el vestido?

Solo llevaba la lencería y dudaba que mi ama quisiese que saliese así de casa.

“tranquila mi niña, aquí lo tienes. Es un tutú. ¿A qué es precioso?

Era un ceñido tutú con dos tiras anchas en blanco, decoradas con diminutas rosas desde el inicio del tirante en la espalda hasta el inicio del pecho.

En el pecho, un triángulo invertido de lentejuela rosa enmarcaba el inicio de los pechos terminando la punta al final del canalillo. Todo el fondo en color blanco hasta llegar a la cintura en la cual se simulaba un cinturón morado donde se ceñía aún más si cabe, sintiendo que no podía respirar.

Finalmente, una falda hasta la rodilla e color blanco y detalles en rosa como mariposas y rosas, decoraban el vestido.

Solo podía sentir el roce de la falda del vestido en la piel de los muslos que quedaba al descubierto de las medias y el liguero, pero el tacto era único.

“Para terminar cielo, quiero que chupes esto”.

Mi ama metió a mi boca un dilo de 10 CM que se hacía más grande hasta llegar a su base, la cual era una rosa, que evitaría que mi agujero se tragase del todo ese juguete.

“Esto es para mantenerte dilatada”.

Me hizo inclinarme hasta que mis pechos descansasen sobre la cama y haciendo a un lado la tira del culote, lo metió sin miramientos. Gemí por la molestia y mi ama me dio un azote en el culo para hacerme callar.

“Calladita zorra que ese agujero se ha tragado cosas más grandes.

Un bolso rosa más los pendientes, pulsera y anillo decorados con una pequeña mariposa, complementaban todo el conjunto.

“Ahora es el momento cielo”, ve al espejo de mi habitación y quiero que me digas qué es lo que ves”.

¡No lo podía creer!

Era yo, yo, pero mejorada. Mejor que cuando llegué a su casa, mejor que ayer antes de la cena, era yo, al fin era yo.

Lágrimas de felicidad, de satisfacción brotaban de mis hermosos ojos, pero no quería llorar porque no quería estropear el maquillaje.

Mi ama se acercó. Me abrazó y me besó.

“Carolina, juntas nos divertiremos y seremos muy felices, ya lo verás”.

Después de media hora en coche, llegamos a una casa a las afueras del pueblo.

Desde el interior del coche podía ver un extenso jardín con piscina, cámaras en trípode, así como una gran tarima en la que había quince sillas.

Cielo antes de entrar debo ponerte esto. No quise hacerlo en casa porque sería algo un poco violento y he preferido que sea aquí, así tendrás todo un coctel de emociones. – Es un collar? – Sí cielo, es rosa, porque estarás a prueba esta tarde y debo entregar a nuestra ama para que sea ella quien guíe el ritual de esta tarde contigo. – seré usada por otras mujeres? – Sí cielo, pero no puedo darte detalles. Te recomiendo que no pienses en nada y solo déjate llevar por la situación. Piensa que yo estaré presente en todo momento, no estarás sola ante ellas nunca. Debes dirigirte a todas ellas como señoras y a mí como ama. Solo al iniciar el ritual, solo llamarás “ama” a nuestra líder y al resto, incluida yo, “señora”. – ¿Ama, puedo preguntar algo?  – sí. – Me dolerá?

Mi ama me cogió de las manos y me besó muy profundamente y con ternura. No respondió a mi pregunta, o más bien, creo que lo hizo con ese beso de consuelo, ternura y para mí, de protección.

Al entrar un grupo de mujeres de diversas edades nos recibían y nos saludaban efusivamente.

Podía ver que las más jóvenes, más que yo incluso, llevaban un vestido rosa claro con un cinturón de cuero en rosa más oscuro, el pelo suelto y una tiara dorada con una rosa en el centro.

Cuatro mujeres más, entre 30 y 40 años, llevaban vestido rosa claro también, pero con un cinturón de cuero fucsia.

Tres más, vestido rosa con cinturón en rojo.

¡Una más vestida rosa con cinturón negro, igual que mi ama!

Y finalmente, la mujer de más edad, de aproximadamente 50 años, llevaba un vestido blanco, con escote hasta el ombligo, sin sujetador, y cinturón morado. Deduje que al ser solo ella la que portaba ese color, y siendo el morado, el color del feminismo, ella era la líder del grupo y en segundo rango, mi ama.

Ahora entendía porqué mi ama se atrevía a presentarme ante ellas en mi condición, aunque no negaré que los nervios comenzaban a aparecer.

Continuará.