El entrenamiento del patrón

Después de ejercitarse el patrón sigue su rutina con la niñera.

Arturo es un ejecutivo de 38 años que vive con su esposa, una mujer atractiva que a pesar de ello consiguió esposarlo con mucho esfuerzo, pues él estaba acostumbrado a su vida de soltero y estar rodeado de todas las mujeres que lo conocían.

En su primer año de matrimonio ya tuvieron un hijo y como la esposa no estaba acostumbrada a ello sino a disfrutar de sus reuniones y eventos decidió contratar una niñera que se encargara entre otras cosas del hogar.

Arturo no pasaba casi en casa, se dedicaba al trabajo, a estar en el gym y otras reuniones no tan seguidas como cuando era soltero y por ello poco sabía de lo que pasaba en su casa, ni siquiera conocía con claridad la servidumbre.

Yileidi era la niñera, una joven del campo, con una mirada muy despierta, venía de un pueblo de la zona costera donde poco o nada se conoce de las comodidades de la ciudad, ya tenía casi 4 meses viviendo en casa y se dedicaba a otros quehaceres.

Una mañana Arturo llegaba de la calle con su bicicleta, siendo un amante de los deportes se levantaba muy temprano para salir a ciclear mientras su esposa dormía hasta tarde, Arturo entraba por la cocina directo a buscar algo para refrescarse y lo atendía Yileidi, el trataba de no quedarse mucho tiempo en la cocina para no intimar tanto con la que era la sirvienta. Pero aquel día notó como mientras Yileidi le servía un jugo su mirada se desvió hacia el bulto que su traje de ciclista de lycra marcaba.

Arturo acabó su jugo y se fue donde su esposa, se sentía excitado y después de esa jornada de ejercicio con más fuerza para tenerla, pero lo que más le excitaba era la reacción de aquella joven.

Entonces como en su rutina cada mañana Arturo llegaba a la cocina con su bicicleta para que Yileidi lo atienda pero poco a poco entraba en confianza y le conversaba de vez en cuando alguna tontería,

Yileidi como no era ni una tonta se portaba más atrevida y miraba el paquete de Arturo sin ninguna vergüenza y Arturo se paseaba por la cocina mostrándolo, un miembro apretado queriendo salir, era tanta la presión que se dibujaba su glande a un paso de salirse.

Arturo se acercó a dejar el vaso en el fregadero mientras Yileidi lavaba los platos.

Ella con su mano mojada tocó descaradamente el miembro de Arturo

-En mi pueblo los hombres tienen los huevos duros porque montan a caballo- dijo ella de manera atrevida- tu sabes montar?

Arturo se quedó inmóvil dejando que Yileidi se diera gusto tocando.

Me mojaste muchacha- dijo él tratando de responder algo que lo tomó por sorpresa en el momento.

Yileidi tomó una toalla y la paso por donde antes tenía la mano.

Entonces Yileidi ya no secaba el traje de Arturo, presionaba la toalla sobre el miembro de él de arriba abajo, sobándolo, tratando de masturbarlo, quitándole un gemido a su patrón.

-me vas a terminar mojando más muchacha – dijo él – donde está la señora?

-en su cuarto durmiendo- dijo ella y antes que Arturo fuera a descargarse en su esposa

ella sin pedir permiso solo bajo su lycra dejando al descubierto un mástil de carne y se lo engulló

Arturo lo disfrutaba y con cada lamida se ponía más duro, la embestía por la boca pero no le bastaba, así que la puso de pie y levantándole el vestido hizo a un lado su braga y se la metió hasta el fondo follandola como un animal con sus muslos ejercitados tan duros como su miembro sobre el mesón de la cocina.

-ay ay patrón – disfrutaba ella, usted es un toro

-para que veas como montamos en la ciudad- respondió él

En un mete y saca que daba mérito a todo el esfuerzo físico al que estaba acostumbrado terminó explotando de placer en Yileidi.

Se subió su lycra y la dejó a su sirvienta atónita y exhausta en la cocina para dirigirse a tomar una ducha.

Desde ahí la rutina de Arturo mejoraría cada mañana satisfaciendo a la joven niñera y enseñándole el poder de un patrón