El entrenador (8)

Nueva entrega de la saga

Me tenéis que perdonar, ya que he cometido un grave error. La precipitación por recuperar la historia me ha llevado a saltarme un capitulo importante del relato, que con vuestro permiso os cuento ahora.

Si recordáis la anterior parte, tras mezclarnos con Aarón en la bañera hice entrega a los dos muchachos de uno de los regalos que tenia para ellos. El resto de cosas que había comprado, las deje para su regreso tras su obligada visita a casa de su padre el día de reyes, en el que tradicionalmente aquí se hace entrega de regalos a los niños y no tan niños y que curiosamente pone fin a las vacaciones navideñas.

Cuando apareció Dani a cenar, venia cargado de cosas que sus progenitores le habían entregado. Ya se sabe, padres separados. Las abandono en su habitación, se puso cómodo, como siempre y cenamos. Tras la cena, nos dirigimos al salón, donde había colocado los paquetes.

Con ilusión los fue abriendo. Primero le di los relacionados con el baloncesto. Efectivamente, la camiseta de la Nba tuvo muchísimo éxito y enseguida tapo por un rato su desnudo cuerpo. Seguido le toco el turno a los pantalones de camuflaje, que le sentaban muy bien como me imagine cuando los vi. Le sorprendieron mucho y me correspondió con una gran comida de morro.

Ahora llega el turno de los otros regalos. Lo primero que le entregue fue la lencería. En el paquete y ante sus sorprendidos ojos apareció un juego de diferentes tangas y llamativos colores de fina seda. Le comente que había uno para cada día de la semana si quería, aunque como le avise, eran algo atrevidos y merecían solo usarse en la intimidad de la alcoba, como ejemplo, uno con finos tirantes que no estaba seguro, pero que debido a su afición finalmente compre y de lo cual me alegro, ya que ver como mi niño se desprendía de su nueva ropa, para volviendo a la desnudez ponérselo inmediatamente, con tanta ilusión, mereció sin duda la pena. Sin olvidar la exhibición que me brindo. De color rojo intenso, en lugar de recorrer su cintura la fina cuerda como en el típico tanga, de cada lado de su ya abultado paquete sube directamente a sus hombros, para descender de nuevo por la

espalda y unirse en la rajita de sus glúteos. Sin duda preciosa estampa. Como esperaba, sus movimientos sensuales finalizaron sentándose en mis piernas, con un magreo general, sin que pudiese evitar la obligada comida de paquete sobre la fina tela, para endurecer a tope su miembro y poder poco a poco liberarlo de nuevo de toda ropa y completar por unos minutos una rica felación.

Me indico entre gemidos que el también tenia un regalo para mi, por lo que cuando nos calmamos un poco, salio disparado hacia su habitación de donde trajo un paquete. Lo compro junto a Aarón según me comento. Al abrirlo, me encontré con un bote de algo así como gel y una serie de instrumentos. Mi cachorro observaba divertido. Por más que miraba todas aquellas cosas, no entendía su propósito. Me hizo saber que hace tiempo que ambos chicos tramaban algo y que esperaba que me pareciese bien. Entonces tomo la iniciativa. Me pidió que le dejase hacer. Con cuidado, me desprendió del peto, para dejarme desnudo y me sentó en el sofá sobre la toalla que había traído también. Empecé a ver la luz. Tras colocarse de cuclillas entre mis abiertas piernas, con una especie de maquinilla a pilas de barbero, pero más pequeña, fue recortando los pelos de mi entrepierna. Trabajaba suave pero preciso. El toqueteo de sus dedos apartando mi miembro para poder acceder mejor a cada zona, produjo el efecto esperado. Cuando quedo satisfecho y hubo repasado bien todo, se unto las manos de espuma. Mirándome a los ojos, me fue embadurnando toda la entrepierna, hasta cubrir por completo la zona. Con una cuchilla fue limpiando para dejarlo libre de cualquier resto de bello. Ahora le tocaba el turno a la parte trasera. Estirando de mis piernas, me dejo los glúteos fuera del sofá, solo apoyado sobre mi espalda, de forma que accedía a mi raja, donde repitió la operación. Con una sonrisa, beso la zona afectada, para después esparcir un gel, para según me explico, aunque ya lo sabia, no se irritase la piel. Finalizada la tarea, se quedo observando mi duro pene y exclamo jocoso que ahora si que se veía bonita y limpia mi polla. A mi me llamo la atención su duro miembro.

Por supuesto, que después repetí la sensual operación con él, aunque el trabajo fue mas rápido, ya que solo necesite limpiar la base de su pene y apenas algo bajo sus huevos, pero ni que decir tiene que me regocije en

el momento, disfrutándolo al máximo, para acabar llevándole en brazos a la cama donde terminamos dándonos mutuamente el mejor regalo posible del día, nuestro cariño, nuestro amor y compartir una vez más nuestros cuerpos sin complejos ni limites.


Tras este inciso, volvemos al momento actual. Como recordareis los chicos me dejaron solo para comer, ya que se liaron más de la cuenta en el centro comercial.

Tras la comida, me centro en preparar el partido del día, en el que por fin Daniel va ha tener la oportunidad de demostrar si realmente esta a la altura de las expectativas.

A la hora convenida, me dirijo al pabellón, donde espero que estén ya todos los componentes del equipo preparándose. A estos niveles, los rituales de los jugadores se vuelven repetitivos y sagrados. Quien no se da un masaje antes de empezar los calentamientos preceptivos, se tiene que vendar diferentes articulaciones para protegerse de posibles lesiones o no resentirse de las antiguas, o hay quien se da una ducha, por ejemplo. Por si acaso, tengo la costumbre de darme una vuelta por el vestuario para saber si todo esta en orden, aunque sepa que mis colaboradores me avisan inmediatamente si algo sucede, pero se que a los chicos les transmite confianza que me interese personalmente.

En esas ando, cuando hace su entrada en el vestuario el único que faltaba. Daniel. Aunque aún a tiempo, llega el último, lo que no pasa desapercibido a los veteranos, quienes jocosamente le van recriminando.

Se le ve feliz. Radiante. Al quitarse la gorra, sus rizos si cabe parecen aun más rubios. No puedo evitar que mi mente regrese al día en que le conocí. Morenito, dorado por el sol, con su mochila, sus prisas y su peto, hombros al aire y su sonrisa. Quizás ya no sea tan inocente como entonces, al menos a mis ojos, pero desde luego sigue siendo igual de angelical después del tiempo transcurrido desde entonces.

Tras ubicarse frente a su lugar asignado, siento curiosidad por observar la reacción del resto de los jugadores, ya que aunque ya lleva una semana trabajando con ellos, es la primera vez que el chico accede al vestuario y no va y viene preparado de su habitación, por lo que voy a tener la oportunidad de observar la primera reacción de los muchacho a

sus extravagancias tanto de atuendo como en sus formas poco convencionales.

El primer efecto es inmediato. Nada más desabrocharse la camisa de béisbol, que seguramente por el frió de la tarde llevaba atada y tras colgarla en su percha y dejar al descubierto el vaquero de peto y su cuerpo semidesnudo, hace que llame al menos la atención de un par de muchachos, que le observan discretamente de ahí en adelante. Mientras de esa guisa va colocando la ropa de juego en su taquilla, uno de los más veteranos se dirige a el.

¿Que tal Dani? – le dice sin dejar de observarle de arriba abajo- Preparado para debutar.

Claro, porque no – responde escueto el chico, intrigado ante el interés de este mientras se le queda mirando.

Espero que tengas mucha suerte y te salga un buen partido – sentencia el veterano.

Bueno, eso depende de si salgo a jugar – comenta dedicándome una furtiva mirada.

En ese momento, al percatarse que no pierdo detalle, Daniel comienza uno de sus juegos favoritos. El de ponerme cachondo delante de todos, sin que estos se den cuanta, y sensualmente mientras sigue charlando, va desabrochando los botones de su pantalón, uno a uno, para a continuación soltar con ambas manos el cierre de uno de los tirantes, dejándolo caer descuidadamente y así dejar a la vista parte de su interior desnudez, mientras su pantalón se sujeta en el hombro contrario. Por el lateral de la prenda semiabierta, se ve el inicio de su glúteo cada vez que se gira o hace un pequeño movimiento aparentemente natural. No pierdo detalle, como tampoco lo hace el chico con el que habla, que ya no le mira a los ojos, si no que no puede apartar su vista de la zona expuesta de Dani.

El vestuario esta en silencio. Solo se escucha la conversación de ambos chicos. El resto de gente también observa ahora a Daniel. Lo ha conseguido una vez más. Es el centro de atención. Se gira con naturalidad y se sienta en el banco, para liberarse del calzado. Tras esto, y tras volver a incorporarse, solo con apartar el tirante que le queda sobre su hombro, se libera de la prenda, quedando completamente desnudo a los ojos de todos.

La tensión se palpa en el ambiente. El muchacho con el que estaba charlando, ya no es capaz de articular palabra. El cuerpo inmaculado y completamente limpio de bello de Daniel se luce majestuoso. La situación únicamente se comienza a normalizar, cuando se enfunda los holgados pantalones de algodón que forman la equipación del equipo y vuelve a tapar su miembro

.

¿Nunca usas ropa interior? – Le cuestiona por fin el veterano, saliendo de su trance.

Pocas veces.- responde con indiferencia medida el muchacho – Me gusta la ropa holgada y la sensación de libertad que da no llevar gayumbos.

¡Vaya! – Espeta uno de los chicos más jóvenes del equipo, solo un año mayor que Daniel, señalando su entrepierna – o eres más crío de lo que nos han dicho, o te afeitas el bigote de abajo.

Es súper cómodo y limpio – contesta Dani con seguridad, encantado, con un sobe de polla sobre el algodón del pantalón – ¿nunca has visto a un tío depilado? si quieres te digo como se hace y pruebas, ya veras que bueno.

En ese momento decido interrumpir, con al excusa de dar las ultimas consignas antes de saltar a la cancha, volviendo la normalidad al vestuario. Al menos de momento.

El partido comienza tranquilo. El rival no es gran cosa para nosotros, por lo que pronto decido dar la alternativa a mi chico. Los minutos que esta en cancha no son malos, pero tampoco están al nivel que se espera, por lo que decido sentarlo de nuevo para que se calme un poco. En un momento del juego, Dani se levanta del banco y se acerca a la grada donde en primera fila están sentados Aarón y Jacob. Tras preguntarle algo que no adivino, Aarón con un sutil gesto, muestra a Daniel un fino hilo rojo que lleva bajo su camiseta. En ese momento se me para el mundo. Daniel vuelve a su sitio en el banco sonriente. No puedo creerlo. El capullo de él le ha dejado a Aarón el tanga que le regale y en medio del partido se va a comprobar si lo lleva puesto. Que poco profesional y que salido que esta. Con tremenda erección, termino el primer tiempo como puedo, sin poder sacar de la cabeza el incidente.

Ya en el descanso, me reúno con mis ayudantes antes de acceder al vestuario para dar las consignas para la segunda parte. Mas centrado, les comento que no me ha gustado el juego del chico y que seguramente no volverá a jugar en la continuación. Estos me insisten en que le de otra oportunidad, valorando que el partido esta ganado. Por mi parte, me doy cuenta de que estoy castigándole por lo que ha hecho fuera de la pista y no realmente por su juego, por lo que decido hacerles caso y dejarme de niñerías.

Efectivamente mis ayudantes tienen razón y Daniel en los muchos minutos que juega en la segunda parte brilla en todo su esplendor, finalizando aclamado por el público y entre las felicitaciones de todos sus compañeros. Por mi parte, a pesar de todo sigo molesto. Así que una vez que todo el mundo se ha retirado al vestuario, tras los preceptivos estiramientos, le llamo aparte, encerrándonos en el cuarto del material para que no nos molesten.

Le comento como no me parece serio que este pensando en sexo,

mientras estamos jugando un partido. Le abronco diciéndole que hay que centrarse al cien por cien y estar con todos los sentidos puestos en el juego incluso en el banquillo. Con cara desencajada y con los ojos llorosos me hace saber que no entiende a que me refiero y como ha estado en todo momento metido en el juego. Suavizando el tono de voz, le explico como le he visto hablar con Aarón y los detalles que creo haber adivinado. En ese momento su cara se ilumina de nuevo, pero no de alegría, sino mas bien rabiosa y enjuagándose las incipientes

lagrimas me relata como en el primer tiempo no se ha encontrado todo lo cómodo que quería y que ha entendido el porque le he sustituido, así que ha pensado que tenia que hacer algo para coger más confianza. Como no era el momento de acercarse a mí para que se la diera de la forma que necesitaba, valoro que era mejor buscar otra forma de estar en contacto, así que se acordó que a la mañana en el centro comercial Aarón estaba buscando algo especial para sorprender a Jacob esa noche. Como no lo encontraron Daniel le ofreció el tanga rojo, sabiendo que sería genial y una gran sorpresa, así que se acerco a los chicos y le pregunto a Aarón sutilmente si lo tenia ahí, cuando el chico, como vi perfectamente, le contesto con un gesto, diciéndole que lo tenia puesto. En el descanso, mientras tenia la charla técnica con mis ayudantes, convenció a Aarón para que se los devolviese en el baño del vestuario. Bajándose bruscamente los pantalones de juego y quitándose la camiseta, allí esta mi niño ante mis ojos con el tanga puesto, contándome como con ellos ha conseguido sacar lo mejor de si mismo en el campo, por que le recordaban a mi.

No se que hacer en este momento. ¿Cómo puedo disculparme? Daniel retrocede hacia la puerta con intención de salir sin darse cuenta como viste y que ahí fuera hay mucha gente que creo se sorprendería, y no precisamente gratamente, de verle así.

Le pido que no se vaya. El se detiene. Acercándome a su espalda, le acaricio sus hombros desnudos. No se que decir, pero tengo que disculparme. Con ambas manos voy bajando por su sedosa piel, deslizándolas por sus brazos hasta sus caderas, rogando en silencio su perdón. Mis labios rozan su nuca pidiendo inmerecida comprensión. Con mi lengua le suplico clemencia en el lóbulo de su oreja. Mi pene roza sus nalgas rogando su sabida generosidad. Le volteo con suavidad, para apartando los mechones rubios de su cara con mis labios secar sus húmedos ojos, acariciar sus acalorados pómulos y saborear sus carnosos labios.

Eres un idiota - me suelta con razón más calmado.

Lo se – respondo sincero.

¿Siempre tengo que demostrarte que solo te quiero a ti? – suspira.

Me merezco que me odies – le susurro al oído mientras nos abrazamos.

No, te mereces que te folle aquí mismo – suelta mientras se separa un poco, confirmándome que va en serio, mientras se libera los tirantes del tanga.

Resignado me desprendo de la parte inferior de mi indumentaria y apoyándome en un potro de salto le ofrezco mis nalgas, que rápidamente son invadidas por su ardoroso miembro. Sin preámbulos me la clava de un golpe, comenzando una de las folladas más agresivas que he tenido con Daniel. A pesar de que no me complace esa forma de hacerlo, esta vez aguanto el tipo como puedo purgando mis culpas, ya que el dolor se presenta por primera vez en nuestra relación. Enseguida noto correr por mi entrepierna el resultado de tanto ímpetu. Recostándose en mi espalda, mi niño va recuperando el aliento.

Que mierda de polvo – comenta al fin – cabreado no se disfruta nada.

Aprovecho el momento para darme la vuelta y volver a abrazarle, saboreando su boca de nuevo. Con toda la intención, trabajo su cuerpo con ganas para que reaccione y pasados unos minutos, su verga vuelve a la vida poco a poco. Mi boca consigue mi propósito finalmente y el bonito y lampiño pene de Daniel luce una clamorosa erección, momento que aprovecho para sentarle en una colchoneta en el suelo y mirándole a los ojos haciéndole saber que esta vez si se como disculparme, me voy sentando suavemente en su falo, hasta clavármelo entero, momento que aprovecho para volver a saborear su boca y empezar poco a poco a cabalgar cambiando en cada subida y bajada la velocidad, así como removiendo mi cintura cuando lo tengo bien dentro o modificando la presión de mi esfínter, intentando transmitir el mayor placer posible. Cuando creo esta por terminar, me freno, distrayendo su cuerpo atacando sus pezones o sus orejas o su necesitada boca que se abre y cierra como si de un pez intentando respirar fuera del agua se tratase obligada por el goce y la pasión de ahora si, la follada que me esta dando le esta provocando, para finalmente acabar con un gemido bestial, que a ninguno de los dos nos importa si alguien fuera del cuarto a podido escuchar.

Tras unos minutos de recuperación y en vista de que Dani tiene que ir al vestuario con sus compañeros, con mi legua me afano en dejarle bien limpio y listo para revista. Sin decir más, se viste con la equipación del equipo y se dispone a salir del cuarto. Antes de abrir la puerta se vuelve a mirarme a la colchoneta donde todavía continuo tumbado.

Que sepas, que estas perdonado – me regala risueño, mientras me arroja el tanga que lleva en la mano – pero si van a ser así todas las reconciliaciones, puedes cagarla cuando quieras.

Allí me quedo yo, desnudo de cintura para abajo, con el culo lleno de su leche y olisqueando el aroma de su prenda, mientras disfruto de la sensación del trabajo bien hecho.

Al entrar en el vestuario, algunos de los compañeros de Daniel ya han terminado de cambiarse y han salido, pero queda gente. Mi chico se desnuda y se dirige a las duchas. El enrojecimiento del miembro del muchacho no pasa desapercibido para Cristian, el chico que antes del partido se intereso por lo depilado de Daniel.

¿Qué pasa? ¿Alguna golfa te ha premiado por el gran partido? – le espeta a carcajadas mientras señala a los demás su descubrimiento.

Si tienes ganas y quieres probarla, aún le quedan fuerzas para dejarte bien satisfecho – le responde mi desvergonzado chiquillo sarcástico y a la vez desafiante callando inmediatamente al gracioso y provocando a su vez las carcajadas del resto.

No tengas ninguna duda que es cierto – confirma el más veterano entre risas al infractor – no se por que me da que este chaval tiene mucho peligro, así que cuida bien tu culito.

Tras pasar un buen rato bajo el agua, Daniel sale a secarse y prepararse para volver a casa. Ya no queda nadie, o eso cree. Al comenzar a colocarse su peto de nuevo, se da cuenta de que allí sigue Cristian observando. Sin cortarse nada, mi chico se va colocando la prenda una vez más sin ropa interior con delicadeza, regocijándose en los gestos, colocando primero el tirante que aún esta prendido desde que se lo quitase antes del partido, para después de colocarse bien su miembro, abotonar los laterales despacio, mientras le suelta al muchacho miradas furtivas. Finalmente amarra el último tirante y da por finalizado el espectáculo.

¿Realmente lo harías? – cuestiona Cris.

Claro. Te lo puedes afeitar tu mismo - responde Daniel evasivamente esperando ver por donde sale el chaval – cuando quieras te enseño como.

Cristian asiente acercándose a Daniel.

Tú eres amigo de Aarón y Jacob, ¿verdad? - pregunta en voz baja buscando complicidad.

Si –responde tajante Dani intrigado.

¿A ti también te molan los tíos como a ellos dos? – cuestiona sentándose en un banco cercano.

¿De donde has sacado que les molen los tíos? – disimula Daniel sin mucha convicción y algo desconcertado mientras se enfunda su camisa.

¿No lo sabes? – afirma con seguridad – es la comidilla del campus. Se lo montan de vez en cuando en la habitación de Jacob. Dicen que se les oye todo. ¿Tú eres su amigo y no lo sabes?

¿Y si es así que pasa? –contra-ataca mi chico – acaso eres homófobo.

Cristian se queda serio mirando a Daniel

Vale – replica ahora Daniel suavemente mientras se sienta enfrente del compañero – Al que le gustan los chicos es a ti, ¿verdad?

Sin decir nada Cris se levanta mirando a Daniel y tras dibujar en su cara una media sonrisa, se pone su bolsa al hombro y sale del vestuario. Daniel por su parte, entre sorprendido y desconcertado, termina de vestirse y se dirige a mi despacho para irnos juntos a casa. De camino, me cuenta lo sucedido en el vestuario. Quedamos en que no hay que darle mayor importancia y que si Cris quiere abrirse más adelante, pues que debe ayudarle en lo que pueda. También decidimos que hay que avisar a Aarón para que sean más discretos en sus encuentros, ya que si no seguramente tendrán problemas.