El entrenador (7)

Continua la saga.

Para los que leéis mis relatos por primera vez, comentar que es la séptima parte de la saga y que conviene empezar desde el principio… espero que os guste.

Con el comienzo de nuevo de las clases y entrenamientos, la bulliciosa actividad regresa al centro y Daniel a su habitación en el campus.

Ante el progreso deportivo que esta teniendo Daniel en su equipo, en la siguiente reunión técnica su entrenador recomienda la conveniencia de promocionarle hacia otro equipo de nivel superior. Barajadas todas las posibilidades, todos parecen de acuerdo, en que es en el que yo dirijo donde mejor se va a adaptar, por conocernos tras la convivencia de las últimas semanas y además por ser un gran reto para él, ya que este equipo es el de referencia dentro del Club. Sinceramente, personalmente creo y así lo digo, que promocionar alguien tan joven a un equipo de elite, puede ser contraproducente, pero la expectativa de tenerlo conmigo todo el tiempo e incluso en los desplazamientos del equipo, provoca que por primera vez, no sea mi cabeza la que tome una decisión de este tipo.

Así las cosas, desde este momento Daniel esta a mis ordenes directas.

En el siguiente entrenamiento, le presento a sus nuevos compañeros. Casi todos los miembros del equipo ya le conocen o han oído hablar de él, por lo que en seguida se integra al grupo, aunque en lo deportivo le cuesta un poquito más, debido sobre todo a la diferencia de edad. Ahora el juego se vuelve más duro y físico, pero mi niño se defiende bastante bien.

Las sesiones como digo son largas y duras, además de muy técnicas, pero en esta faceta es donde mi ángel se defiende como pez en el agua, ganándose poco a poco el respeto de los mayores. Por mi parte, me doy cuenta que quizás por intentar que no se me note lo contrario, estoy siendo excesivamente duro con Dani, y en la tercera sesión de esa semana, el capitán del equipo, como es su obligación, así me lo hace saber, tras pensármelo durante la cena, hacer una visita sorpresa a mi niño.

Al llegar a su pasillo y asegurarme que no me ha visto nadie, me dirijo a la puerta ardiente de deseo. Según me acerco, se escuchan leves gemidos en el pasillo. Mis sospechas son ciertas, esos ruiditos me son muy familiares. Claramente alguien se lo esta montando en la habitación, pero gracias a Dios, los ruidos no vienen de la Habitación de Dani, sino de la contigua. Más tranquilo, con mi llave, entro en la estancia. Desde la mesa de estudio un risueño rubio como su madre le trajo al mundo, me observa pasar.

De un brinco se me acerca y me abraza.

Con la envidia que estaba pasando con esos dos, como me alegro de que hayas venido – me susurra mientras me come la oreja a besos.

Poco a poco, consigo zafarme de su embiste, para mas tranquilo posarlo en la cama, ya que me gustaría hablar, y así se lo comento.

He venido a disculparme Daniel – comienzo – se que estoy siendo injusto en los entrenos. A partir de hoy voy a intentar moderarme más, pero me esta siendo difícil. No quiero que nadie pueda sospechar nada y poner en peligro tu estancia aquí,

Daniel suavemente se acerca a mi boca para con su apéndice buscar mi lengua. El beso es suave y cariñoso. Nuestras salivas se mezclan entre roce y roce. Cuando se separa me mira a los ojos. Los adoro.

Se que es difícil. Para mi también lo es, no abrazarme a ti a cada momento. – dice – Quiero que sigas igual. Me motiva y me obliga a centrarme al 100%.

Los ruidos de la habitación de al lado aumentan con el ritmo de los jadeos.

Oye –le suelto – esos ruiditos me son familiares

Lo has adivinado – responde divertido – es el pelirrojo.

¿Y quien es el afortunado? – pregunto sin dudar ya de la tendencia sexual de Aarón.

Adivina – me replica Daniel jocoso, mientras de tumba en la cama invitándome a desnudarme.

Mientras me preparo a compartir el lecho, intento recordar quien se aloja en la habitación contigua, ya que Aarón no duerme en la residencia, sino en su casa. Cuando ya me meto debajo del nórdico y localizo mi premio erecto, caigo en la cuenta, ayudado por un sordo quejido de placer que anuncia un glorioso orgasmo.

Jacob, el catalán – anuncio.

Enhorabuena – me confirma, mientras con la mano me ayuda a volver a la faena que he abandonado al despejar sorprendido la incógnita.

Buena pieza – le comento a Dani al oído, cuando pasados unos minutos de mamada, me acerco a su oreja, para seguido morrearnos un buen rato.

La verdad que si, ya me lo calzaría con ganas – me aclara con sorna – si no estuviésemos juntos.

Sinceramente que Jacob, un chico catalán como digo, de metro noventa largos, con melena lisa que le llega mas allá de los hombros que luce majestuoso hasta el momento justo de comenzar los partidos, para recogérsela en ese momento en una coleta. De figura esbelta y piel clara, es lo que podríamos definir, como todo un galán en el centro, siempre sonriente y rodeado de chicas como moscas a la miel.

Anda, déjate de flipar y centraté en lo que haces – me recrimina mi amante, mientras se gira y me ofrece su trasero, para que le haga disfrutar como lo han hecho nuestros vecinos.

Tras la primera semana, como jugamos en casa y no hay viaje, sin más contratiempos, finalizado el entrenamiento del viernes, nos vamos juntos a mi casa.

¿Qué te apetece cenar? – le pregunto.

No se, algo rápido. Me apetece dormir, estoy muerto – responde sinceramente.

Ok, pues unos sándwiches y algo de picar y a la cama – le comento.

En esas estamos. Tras la fugaz cena y para cuando recojo la cocina y me voy a acompañar a Daniel, este ya resopla en un sueño profundo. Con cuidado me acoplo a su lado, para disfrutar una noche más de su dulce compañía.

Cuando los primeros rayos de sol se cuelan por la ventana, algo a mi lado se remueve suavemente.

¿Te apetece un polvote? – susurra cuando me intuye semidespierto.

¿Has descansado bien? – le contesto.

He dormido como un rey. –responde mientras sus manos comienzan a recorrer mi anatomía – Estaba cansado, las sesiones son muy intensas.

Me encanta mecer sus rizos mientras me acaricia. Poco a poco su cuerpo se roza con el mío, para acabar sobre el, con sus piernas abiertas una a cada lado y su miembro frotándose en mis muslos ligeramente. Su cabeza se apoya en mi pecho, donde parece escuchar los sonidos de mi interior.

Luego tienes que estar a tope para el partido – le recuerdo.

Estaré más centrado si descargo toda la tensión de la semana – sentencia mientras se incorpora para poner nuestros miembros juntos y aumentar el ritmo del roce.

He descrito muchas veces como son nuestros encuentros de cama, pero no me aburro de comentarlos, ya que la dulzura y el sentimiento con que se dan cada vez es tan grande que parecen nuevos cada día, por lo que para nada se hacen monótonos.

Si no te importa déjame que sea yo quien perfore – pide mientras

se hace a un lado.

Colocándome de lado le ofrezco lo que desea.

Prefiero que te tumbes boca arriba. – dirige – eso es, ahora levanta las piernas y sujétalas por las rodillas.

Con sus manos empuja mi cuerpo hasta que me encuentro con las rodillas una a cada lado de mi cabeza. ¿De donde sacara este chico estas ideas? Entre divertido y sorprendido me presto una vez mas a su juego. Desde esa posición y ayudándome a guardar el equilibrio, comienza a

saborear mi orto como él solo sabe hacerlo, para una vez que lo tiene bien humedecido, con sus finas manos una sobre mi glúteo y la otra sujetando la cabeza de su morcillón miembro, lo presiona con su dedo pulgar sobre su glande, para que poco a poco desaparezca por mi agujero. Cuando por fin consigue que entre, se incorpora para facilitar que entre el resto, comenzando poco a poco a meterla y sacarla. Para conseguir que entre por completo, se ve obligado a incorporarse sobre mí, lo que provoca que perdamos el equilibrio desacoplándonos y que de poco caigamos de la cama.

Será mejor seguir de forma tradicional – sugiero entre risas, mientras Daniel se incorpora, ya con su sable totalmente erguido, para directamente taladrarme de nuevo, pero esta vez a ritmo frenético.

Su calido néctar no tarda en bañar mi interior. Mientras su herramienta recupera su estado de descanso, regresan las caricias y besos por mi espalda y cuello. Mientras juguetea con sus manos por todo mi cuerpo, no puedo dejar de relajarme y dejar hacer su trabajo. Cuando por fin se descabalga, al guerrero de rizos dorados, aún le quedan bríos para guiarme de nuevo y dándome la vuelta consolar mi erecto pene con su dulce y calida boca, hasta llevarme de nuevo a la gloria. Finalizada la tarea, nos amodorramos de nuevo juntos, al calor de los rayos del sol que ya entran alegres por la ventana.

Se abre la puerta de la habitación y aparece Aarón, con una bandeja

repleta de ricos manjares.

¿Os apetece el desayuno? – pregunta mientras nos reponemos de la sorpresa.

He entrado y me he imaginado que seguíais en la cama, así que he preparado algo de picar – añade mientras deja todo sobre la cama y se sienta a los pies, dando cuenta del primer bocado de su cruasán.

Daniel se incorpora con apetito y sigue los pasos de su amigo.

En esta casa se ha acabado la intimidad – comento - ¿Cómo has entrado?

Con la llave del tiesto – responde – La verdad que quería pillaros

así por una vez. ¿Me he pasado?

Que va. – Espeta Daniel – Ha estado bien. Ha sido toda una sorpresa.

Para habernos matado del susto – replico irónico mientras ambos muchachos se parten de risa.

Las viandas desaparecen rápidamente. Por mi parte, tras saciar el apetito, me voy al baño a ducharme, ya sin ningún pudor por que Aarón admira mi desnudez.

Ha sido una mañana movida, ¿eh? – Espeta divertido, mientras ambos chicos se ríen a carcajadas.

¿Por qué lo dices? – Me revuelvo mal humorado por ser el único que no ha pillado el chiste.

Mírate los muslos – responde Dani.

Al mirar la parte trasera de mis muslos, compruebo que un fino reguero de semen fresco se desliza por ellos.

Que marranos sois. – Les dirijo con desdén mientras me meto al baño. – Solo sabéis mirar culos.

Si, pero solo los que merecen la pena. –Contesta Aarón mientras Dani se retuerce.

¿No nos tienes que contar nada? – Le pregunto interrumpiendo sus carcajadas desde la ducha.

La otra noche os oímos a Jacob y a ti – le aclara ricitos de oro al sorprendido chaval.

¡Vaya!, ¿tanto se nos oyó? – Pregunto indeciso de revelarnos más cosas.

¡Y tanto! – Exagera mi ángel – cuéntame todos los detalles.

A la salida de la ducha la habitación esta despoblada. Recojo los restos del desayuno y tras adecentar la habitación me voy para la cocina. Al rato llegan los chicos.

¿A que así va muchos mejor conjuntado? – pregunta Dani.

Si, te queda mejor esa camiseta y la sudadera abierta. – Le

respondo.

Aarón vestía el peto que le regale, bueno, realmente ambos chicos lo llevaban puesto, pero Aarón traía de casa un camisero que no le hacia justicia. Ahora llevaba una de las camisetas de Dani y su sudadera verde militar de cremallera, que abierta le quedaba mucho mejor.

Daniel por su parte, al mencionado pantalón lo acompañaba a pecho descubierto con una camisa roja de béisbol abierta y una gorra a juego del mismo equipo, que recogía sus rizos de forma muy personal.

¿Tú no tendrás frió así, sin nada debajo del peto? – Le pregunte inquisidor.

Vamos al centro comercial de aquí al lado. – respondió – esos tienen la calefacción a tope.

Y sin más, eso si tras darme ambos un par de besos, salen disparados a la puerta de la casa.

Por cierto, Iker, tienes que invitar a Jacob a casa – me chilla desde la puerta Daniel. – que dice Aarón que tiene una polla grandísima.

Tras lo cual se escucha una colleja y tras las carcajadas de rigor el cerrarse de la puerta.

Un mensaje al móvil me anuncio que comería solo, por lo que aproveche para preparar el partido de la tarde, el del estreno de Daniel con el nuevo equipo.

ikeradan@hotmail.com