El entrenador (6)

Continua la saga. Espero que os sigau gustando. Vuestros comentarios me ayudan mucho, no dudeis en escribir lo que pensais.

Aarón sigue visitándonos con regularidad el resto de las vacaciones. El asesoramiento de Daniel ha modificado en bastantes aspectos su forma de vestir, pareciéndose esta mucho ahora en ambos chicos, como hermanos vestidos por una misma madre.

Es viernes y el próximo lunes comienza de nuevo el curso y con él la rutina diaria. Hoy he madrugado con la intención de ir de compras. Por supuesto mi amado príncipe no me va a acompañar, ya que la mayor parte de lo que compre serán los regalos para el día de reyes que pienso hacerle, por lo que le he dejado dormido en la cama.

No tengo claro que es lo que voy a comprarle. Se que hay un par de cosas que le van ha hacer ilusión. Una camiseta de Calderón de su equipo NBA; unas zapatillas nuevas para jugar; cosas que en otras visitas al centro comercial, he visto como llamaban su atención y con las que seguro acertare.

De todas formas, doy una vuelta por algunas tiendas de moda, por si veo algo de mi gusto para él. En una de las tiendas de ropa surf, encuentro unos pantalones militares de camuflaje, que me parecen geniales, por lo que no lo dudo y me llevo un par en color blanco para nieve.

Tras esa compra, creo que tengo todo, al menos lo digamos público. En una calle adyacente al centro comercial, hay un sex-shop, que además de los típicos videos y revistas, tiene también algo de lencería. No es que busque nada en concreto, pero si que me apetece sorprender a Daniel con alguna cosa distinta. He mirado unas ideas en Internet, pero no me atreví a comprarlo por la red, por si no llegaba a tiempo. En un chat, me han hablado de esta tienda.

Efectivamente, hay mucha variedad de cosas, desde sugerentes tangas, con los que mi niño tiene que estar despampanante, pasando por todo tipo de juguetes sexuales, que divertido ojeo, pero no creo que sea lo que podamos necesitar, al menos por ahora.

Elijo varias cosas y camino a la caja, esta una sala apartada dedicada al llamado sado. Tampoco creo que sea lo que más nos va, pero en la cola para pagar, se me ocurre una picara idea, que seguro que divierte a mi muchacho. Pago, ahora si, todas mis compras y doy por cerrado el tema de los regalos.

Camino a casa, atajo por el centro comercial. Al final del pasillo, veo una tienda nueva, por lo que me animo a entrar. Todo es moda joven, de marcas que están saliendo nuevas y la verdad parece que tiene gran éxito entre los adolescentes. Una dependienta muy simpática, me pregunta si me puede ayudar en algo y bueno, más por su amabilidad que por un verdadero interés, le comento que estoy buscando algo para mi sobrino y que no se muy bien que coger. Me pregunta por la edad y talla y me acompaña a la zona de ropa vaquera, donde según me dice acaba de colocar esta misma mañana un par de cosas recién llegados. De la balda extrae un pantalón vaquero de la marca Mecca, que yo no conocía, pero que según me comenta es lo último de lo último y los chavales se pegan por ella. Pero según dice, no sabe si esta vez se venderá bien, ya que son de tipo peto (overoll) y dice no saber si sobre todo a los chicos lo aceptaran.

No se hace a la idea de lo equivocada que esta. Los miro un poco por encima y la verdad que tienen muy buena pinta, ya que no son de hechura clásica, si no que tienen un corte más a la moda actual de cintura ancha y bolsillos grandes, por lo que sin pensarlo dos veces, le encargo dos pares, uno de la talla de Daniel y otro una mas grande. Creo que a Aarón también le van ha sentar genial y seguro que les hace ilusión cuando se los entregue a los dos juntos.

Muy contento con el trabajo realizado, llego a casa. Me cuelo sigilosamente para no ser descubierto con los paquetes. Parece que Daniel esta en la cocina, por lo que directamente guardo todo en el desván, donde se que no lo encontrara antes de tiempo.

De camino a la cocina, en el salón esta la ropa de Daniel tirada sobre el sofá. Este chico y su manía de andar en pelotas. Ya ni se molesta en subir a su habitación para desnudarse. Tras una sonora carcajada y con fuerte estrépito se abre la puerta de la cocina. Un desnudo cuerpo irrumpe velozmente en la estancia, embadurnado de arriba abajo en los que parece ser harina. Tras él, Daniel tan blanco o más que el anterior, le persigue con las manos llena de polvos en alto. Aarón se protege a mi espalda, por lo que el disparo fallido del chico impacta de lleno en mi pecho, arrancando nuevas carcajadas de ambos cuerpos.

Esta claro que la ropa del sofá no es de Daniel, sino de Aarón.

¿Pero que andáis? – les recrimino – mirad como me habéis puesto.

Pues quítate la ropa – dice entre risas Aarón – Estamos haciendo un pastel y no se si tendremos harina suficiente.

En ese momento Daniel se dispone a realizar un nuevo disparo con la munición de su otra mano. Pido una tregua para poner orden, pero es imposible. El nuevo impacto da de lleno sobre mi cara, dejándome completamente a oscuras durante unos minutos, aprovechados por los dos chicos para abalanzarse sobre mí y hacerme caer sobre el sofá.

Si no quieres mancharte más vale que te quites la ropa –dice Daniel mientras me roba una de mis deportivas, para a continuación salir corriendo y lanzársela a su amigo que va en busca de munición.

No puedo caer en la trampa. Solo están jugando. Mi mente libidinosa me esta jugando una mala pasada.

Los chavales vuelven a la carga. Ahora es Aarón quien corre tras Daniel. Tras las carreras de rigor a mí alrededor, sin hacer caso a mis quejas, Daniel se sube a mi espalda. De nuevo al sofá los dos. Va a quedar hecho un asco. Me escabullo como puedo del chico, que se enzarza ahora con su amigo. Le tiene atrapado boca abajo. El culo respingón de Daniel esta a tiro. No puedo resistirme. De un golpe certero, mi mano derecha deja toda su huella en el glúteo blanquecino del chico, sacudiendo la harina que lo mancha. El sonido de la cachetada, es automáticamente respondido por un ¡ay! de dolor, mientras soltando su presa, se frota la zona dañada, girándose para mirarme con gesto malicioso. De la misma salta sobre mí, ahora en el suelo, para inmovilizarme los brazos. Aarón se compincha con su amigo, y libra mi pie del segundo zapato, para, sin pensárselo y de un tirón, sacar también la parte baja del chándal que llevo.

Los chicos siguen con sus peleas, mientras me levanto como puedo del suelo, en gayumbos y descalzo.

Por fin llego a la cocina. Es un verdadero desastre. Además de harina por todos lados, están todos los cacharros por el suelo, la mesa y el fogón. Hay un montón de botes abiertos y también cubiertos por todos lados.

Mi cara debe reflejar muy bien el cabreo que tengo encima, porque los chicos cesan en sus carreras y se quedan al otro lado de la mesa, expectantes mirándome como dos perritos desvalidos.

Queríamos hacer algo para la comida –empieza Daniel – pero creo que se nos ha ido la mano.

Me parece bien que os divirtáis- le respondo en mi papel de persona responsable – pero no vives solo y estas aquí invitado. Además con visita. ¿Qué puede pensar Aarón?

El chico se apoya en la mesa con sus codos, mientras observa curioso la conversación.

Cuando terminéis de cocinar, quiero todo esto bien recogido –les ordeno.

¿No nos vas a ayudar a terminar el pastel? – me invita Daniel con voz zalamera.

¿Pero al final hay algún pastel? – Le pregunto.

Si –habla por fin Aarón – Justo lo acabábamos de meter al horno. Y con la harina que nos ha sobrado, pues ya sabes.

Entonces me voy a duchar, que mira como me habéis puesto –les comento.

De la misma y según me giro, un nuevo trallazo de harina se estampa contra mi nuca. Sin pensarlo, me arranco hacia mi chico, para entre carcajadas de ambos, alcanzarlo y en volandas plantarle el culo en la encimera, en medio de la poca harina que queda en ella. Aarón desde atrás, me baja los boxers, por lo que salgo disparado detrás de él, alcanzándole en la puerta. Cuando me dirijo para sentarlo junto a su amigo, este tiene entre las manos el grifo extensible del fregadero.

Ni se te ocurra –le amenazo sin soltar al otro chico.

Suelta a Aarón o te ducho aquí mismo- ordena.

Está bien. Pero deja el agua que entonces si que me voy a enfadar –le respondo.

Cuando Aarón se aparta, un chorro de agua empapa la poca ropa que me queda. Me abalanzo sobre Daniel, que desternillándose de risa, protege el mando del agua, como si fuese de oro.

Así las cosas, allí estamos los tres, rebozados en harina y agua, listos para cocinar.

En ningún momento de la batalla campal se aprecia connotación sexual alguna. Todo discurre con naturalidad. Por fin se calma un poco la cosa, y quitándome el resto de la asquerosa ropa, la dejo en el cubo de la colada.

-Tenemos que limpiar todo esto y después habrá que ducharse –les digo muy serio.

Entre los tres el trabajo va bastante rápido. Daniel, siempre que Aarón sale de la cocina, se abalanza sobre mi, bien para tocarme, bien para dejar el sello de sus labios en los míos. De vez en cuando, me susurra al oído las ganas que tiene de que nos quedemos solos. Esta consiguiendo ponerme nervioso y le recrimino como puedo, que no estamos solos y nos van a pillar.

Cuando ya tenemos todo más o menos organizado, sale el pastel del horno, que con mucho cariño decoramos a gusto de los dos, con chocolate, nata y alguna fruta.

Estoy dando el último remate con el bote de nata, Daniel se sienta en el mostrador junto a la tarta. Cuando alzo la vista, un guiño me señala su entrepierna. Parece que la cena de la noche pasada con el bote de nata, le trae buenos recuerdos. Aarón despistado en el fregadero limpia los últimos enseres. Travieso, le pongo una gota en la punta de su pene y sin más dilación, se lo retiro con mi lengua.

¡Vaya pepino que tienes¡ -Espeta Aarón cuando se gira y se encuentra con todo el miembro de Daniel a mil.

Este chico es un cerdo – disimulo – mira como se le ha puesto de ver la tarta.

Entre risas, ambos chicos comienzan a compararse sus ahora erguidos miembros, ya que al otro muchacho también se le ha animado. Es el momento de que corte esta comprometedora situación o se nos ira de las manos, por que Daniel lleva rato mas que salido y no creo que se aguante mucho tiempo.

Ante mi indicación de asearnos, los dos pillastres salen disparados hacia el baño de mi habitación. Leyéndole el pensamiento a Daniel, le pido que se metan en la ducha antes de zambullirse en el yakuzzi, para no guarrear en exceso el agua.

Cuando llego, ya están metidos en el agua caliente y burbujeante.

Les acerco toallas, con intención de darme una ducha.

No vienes –dice Daniel.

Prefiero la ducha – replico.

No seas tonto. Hay sitio de sobra para los tres, o te da apuro. No somos peligrosos, al menos yo, ¡porque este tiene un peligro! – añade Aarón mientras Daniel le sumerge la cabeza para que se calle.

No me decido. No veo clara la situación ni donde puede acabar. Mis sentimientos por Daniel, no me dejan ni siquiera pensar en la posibilidad de compartirlo con otro.

Venga, por favor – ruega Daniel – Te estamos esperando.

Cuando mi niño me pide algo de esa manera no puedo resistirme, por lo que acabo sumergido en su compañía, tras aclararme un poco bajo el grifo de la ducha.

Los juegos continúan. Aguadillas, salpicones de agua, cantidades de jabón volando de un sitio a otro se sucede mientras intento inútilmente poner un poco de orden, acabando atacado por ambos chicos que unen fuerzas en mi contra.

En esas estamos, cuando Daniel, como suele pasar en estos casos, se extralimita y agarrando a Aarón de los pies, tira con fuerza sumergiéndole de forma brusca, de manera que Aarón se golpea con la cabeza en el fondo de la bañera. El chico, aturdido y tosiendo por el agua tragada, se incorpora, dejando a la vista todo su cuerpo.

Ya te has pasado – acierta a decir el accidentado.

Lo siento – se disculpa mi niño – No sabia que tenias la cabeza tan blanda.

No es broma, Daniel, le ha dolido – comento intentando dar un poco de apoyo al herido.

Pues mucho no le dolerá, por que la polla la sigue teniendo tiesa.

Es por el agua caliente –dice Aarón sonrojándose y metiéndose en el agua de nuevo.

No te apures que con tanto roce mira como se me ha puesto –dice jocoso Daniel mientras se levanta, para señalarme a continuación y añadir– Seguro que tú estas igual.

Ahora los dos chicos me están mirando expectantes. No quiero dar pie a nada, pero por solidaridad con el nuevo, me levanto, dejando ver mi erección. Los tres reímos nuevamente, para automáticamente seguir con los juegos.

Pero ahora la situación ha cambiado. Los inocentes juegos, se han vuelto más libidinosos y de vez en cuando, una furtiva mano, que no sabría decir a quien de los dos pertenece, hace contacto con mi dura verga. La mano furtiva se vuelve más osada en cada embestida. Juraría, que ambos chicos están implicados, pero como en el fragor de la batalla es difícil diferenciarlo, y como os digo, no quiero llevar la iniciativa en ningún momento, prefiero dejar discurrir los acontecimientos, que si algo tiene que suceder, así será.

En un momento, ambos chicos aúnan fuerzas de nuevo en mi contra. A mi espalda Daniel consigue pasar ambas piernas alrededor de mi cintura y sus brazos bajo los míos abrazando mi cuerpo y dejando notar su duro estilete en mi espalda. De rodillas sobre mis espinillas Aarón se debate por inmovilizar mis brazos asiéndome por las muñecas, dejando ver de vez en cuando su pene saltarín asomar y hundirse en el agua. Medio embobado por las sensaciones, finalmente consiguen su propósito y me inmovilizan.

Soltarme malditos – les espeto divertido.

Ríndete bellaco – grita victorioso Aarón.

Nunca – grito – antes pagare con la vida.

O te rindes, o nos veremos obligados a utilizar la tortura – señala Daniel, mientras una de sus manos se acerca a mi axila con intención de comenzar con las cosquillas.

No, eso no, me rindo – grito mientras me agito desternillándome.

Ya es nuestro mi general – le dice Daniel a Aarón - ¿Qué quiere hacer ahora con el prisionero?

Aarón mira fijamente a Daniel, mientras este, con un gesto de aprobación de su cabeza que puedo apreciar por el espejo, le anima a que responda.

La situación esta perdida. Ya no hay vuelta atrás.

Esta bien esclavo – espeta decidido – a partir de hoy tendrás que complacernos en todo lo que pidamos.

Eso ya lo hago – le respondo sarcástico.

¿Te burlas de nuestro general? – entona con voz profunda Daniel, mientras me libera – General, levántese. Este desagradecido ahora mismo le va ha presentar sus respetos limpiándole la espada.

Aarón dudoso de haber entendido bien, se pone de pie, dejando ante mí su duro miembro. De perdidos al río, pienso, mientras con mi mano, lo sujeto, para metérmelo en la boca.

Sin dejar de chupar, dirijo al agradecido Aarón hasta el borde de la bañera, donde se acaba sentando. Daniel, se sitúa a su lado, entre curioso y envidioso, sin perder detalle.

Sacando la carne de Aarón de mi boca, sin dejar de masajearla, me dedico ahora un rato a reconocer a mi amado.

El trabajo de mi mamada obtiene sus frutos en Daniel, que se contrae con fuerza, mientras inunda mi boca de néctar. A su lado también están por acabar, ya que el ritmo del pecho es característicamente rápido.

Saciados, los chicos se derrumban de nuevo en la bañera.

Pasado el calentón, nuestro invitado sale del agua para secarse. No se como ha podido pasar. Me parece que la hemos cagado.

¿Estás bien? – me intereso.

¿Comemos algo? –responde mientras nos observa.

No se, pero no estoy muy tranquilo. Nos secamos y les pido a los chicos que se pongan algo de ropa para comer. No quiero que Aarón se sienta más violento y hay que esperar a ver como reacciona el chico a lo que ha sucedido. Una cosa es que le guste pasarlo bien con Daniel y ya otra es montarse un trío. En que estaré pensando.

Les dejo en el salón mientras preparo algo para comer antes de la tarta.

Cuando entro para avisarles que ya esta todo listo, le encuentro hablando muy tranquilos.

¿Que confabuláis ahora? – Les pregunto mientras me seco en el delantal.

Le estoy poniendo al día – responde Daniel con una mueca sugerente.

¿Sabrás guardar un secreto? – Le comento.

¿Así que sois novios? – dice risueño – ¿Y yo que soy?

La verdad que no lo se – le comento mientras me siento a un lado de la cama – para mi eres un gran amigo de Daniel, pero es él con quien tienes que hablar.

¡Eyh! Que yo no quiero meterme entre vosotros. Si sois novios, sois novios. – dice saltando de su asiento como un resorte – A mi me vale con que de vez en cuando me dejéis participar en vuestros juegos.

Agradecido, le planto un beso en su boca. Sorprendido, se relame cuando nos separamos. Daniel le despierta del trance con una cachetada en el culo.

¡Eh! Que es mío. No te pilles por él – le recrimina su amigo.

Tengo algo para vosotros dos – les interrumpo, pasándoles a cada uno un paquete de regalo – Pensaba dároslo el Domingo, pero creo que ahora es el mejor momento.

¿Qué es? –pregunta impaciente Daniel mientras lo abre.

¡Vaya! –Exclama Aarón- Son geniales, ¿donde los has encontrado?

Liberándose de lo poco que se han puesto para comer en seguida tienen encima sus nuevos pantalones de peto. Ambos están radiantes y adorables ante mis ojos.

Que chulo – apuntilla Daniel – Vamos a ser la envidia del instituto.

Los estrenamos el lunes sin falta – ordena Aarón entusiasmado.

Y por que no ahora –le sugiero – Quédatelos puestos.

La comida trascurre sin más incidentes. Las cosas con Aarón han quedado medianamente claras y podemos estar tranquilos. Es un chico sincero e inteligente.

Están encantados con mi presente, que efectivamente se lleva puesto a su casa, no sin que antes le haya aleccionado para que si le preguntan cuando llegue, les cuente que Daniel se los ha prestado, ya que se ha manchado la ropa que llevaba.

Por cierto, la tarta no es que les saliese como para repetir, pero personalmente, les dejo que intenten hacer todas las que quieran, por que finalmente ha sido todo un placer.

ikeradan@hotmail.com