El entrenador (5)

Quiero agradeceros a todos por vuestras valoraciones y comentarios. Espero vuestras opiniones para poder continuar. Saludos a todos.

La verdad que mi estado de animo no es el mejor en este momento.

Por más vueltas que le doy, no se como encajar lo presenciado hace ya unas horas. Mi deseo puede a mi razón, y prefiero olvidar algo que por otro lado nunca debí ver. Si la relación con Aarón es paralela a la nuestra, esta no se ha resentido en lo más mínimo, por lo que de buena gana la acepto. ¿En caso de un escarceo fortuito, acaso merece la pena poner en peligro lo que ya tengo? Y si por el contrario es el inicio de algo mayor, ¿no sería injusto y egoísta por mi parte retenerle si es a otro a quien realmente ama?

Tras deambular por los alrededores, mi caminar me devuelve a casa.

El tiempo ha pasado rápido y ya es hora de cenar. Entro en la cocina con intención de dar cuenta de un tentempié y sin más dilación acostarme.

La desnudez de Daniel irrumpe en la estancia y con él un aroma fresco y juvenil de reciente ducha. Tras besar mis labios me cuenta como ha encargado una pizza que tiene que estar a punto de llegar, por lo que podemos ir al salón, ya que tiene todo preparado allí. Se dirige a la nevera de donde saca dos refrescos con los que desaparece de nuevo, dirección al sofá.

Bueno, habrá que hacer de tripas corazón y tragando saliva me reúno con mi niño.

La conversación discurre fluida. Sentado en un extremo del sofá, jugueteo distraído con el mando de la televisión, cambiando constantemente de canal, sin hacer mucho caso a los programas que van apareciendo.

Daniel habla desde en el otro extremo, apoya su espalda en el reposa-brazos, con sus piernas encogidas y abrazadas, con la cabeza ladeada sobre sus rodillas, observándome.

Llaman a la puerta y me encargo de recibir al repartidor. Finalmente no ha sido tan mala idea, según la llevo hacia la mesa, su aroma me va abriendo el apetito.

Mi chico continua en la misma posición que le he dejado antes de levantarme, por lo que le sirvo un trozo, del que con glotonería da cuenta rápidamente. Tanto, que antes de servirme mí primer trozo, le paso divertido un segundo.

Tienes hambre, eh! – le comento.

Esta de muerte – responde con la boca llena.

Calmado ya el ansia inicial, regresamos a la conversación.

Me ha pasado algo curioso que no te vas a creer – cuenta mientras mastica. Cuando nos hemos cansado de tirar, Aarón me ha retado a un partidillo a veintiuno. Ya sabes que no me hace mucha gracia jugar así, pero él se ha empeñado y me ha convencido.

Apago la tele interesado en sus palabras, expectante de saber a donde pueden llegar, dando cuenta de mi segundo trozo de pizza.

Entre bocado y bocado, sigue hablando sobre lo acontecido, mientras estira sus piernas, para acariciar con las plantas mi muslo.

Me ha retado con una apuesta, la típica de que el que pierda tiene que hacer lo que le diga el que gane. Al principio le he dicho que pasaba, pero me ha entrado la curiosidad y luego he aceptado.

Ya me estoy imaginando la escena. Mi chico, aunque inferior físicamente, con mucho más talento en el juego, derrota a su adversario y le obliga a chupar. Pobre Aarón, aunque la verdad que por lo que he visto ponía su empeño, por lo que quizás tampoco le haya resultado tan desagradable.

El partidillo ha estado igualado hasta el final – continúa contando, mientras los dedos de sus pies juguetean con diferentes partes de mi ropa y sus mirada los observa moverse, distraídamente – que se ha decidido con dos canastas increíbles. Así que al final, ¿a que no sabes lo que ha acabado haciendo Aarón? – Cuestiona con voz decidida levantando la mirada hacia mi rostro sereno.

Pues si que lo se, pero voy ha hacer como que no, ya que no quiero que sepa que les he estado espiando.

Pues ha terminado de rodillas haciéndome una espectacular mamada – puntualiza, volviendo a comer.

¿Y como es que le has obligado ha hacer eso? – Le respondo con gesto indiferente mientras me preparo para dar cuenta al ultimo trozo de pizza. ¿Acaso sabias que a Aarón le podía ir el rollo?

No, si eso es lo increíble – dice - el que ha ganado ha sido él. Me ha ordenado, con la disculpa de me gusta tanto andar en pelotas por casa, que me desnude allí para jugar la revancha, así que me he despelotado.

Si, ¿pero de ahí a mamartela? – Pregunto.

Pues veras – contesta – ese he ganado yo. Como te imaginaras, ahora el que se ha despelotado ha sido él. Y hemos jugado el desempate. El partido ha sido igualado. La verdad que me ha gustado jugar los dos en bolas, un día de estos tenemos que hacerlo tu y yo. Se lo he puesto más fácil y ha ganado. Los dos hemos terminado con ella polla algo morcillona, ya sabes, el roce y cuando se lo he dicho, nos hemos reído un rato. Entonces ha sido cuando se ha puesto serio y me ha preguntado si iba ha hacer lo que me pidiese. Solo me he encogido de hombros. Ha empezado con el rollo de que si somos amigos de verdad y si puede confiar en mí y esas cosas. Le he contestado que pasase de rollos y dijese ya que es lo que quería. Entonces ha sido cuando me ha propuesto que le deje probar. Probar que, le he dicho y mirándome a los ojos ha contestado que probar como se siente si me la chupa, mientras su mano me la ha agarrado.

¿Como ha sido? – le digo.

Pues veras. Su mirada era como de pena. Como pidiéndome que le dejara, así que lo he hecho. Ha seguido tocándome el pene como reconociéndolo, para después empezar a masajearlo. Claro que se me ha puesto dura y entonces es cuando animado a seguir, me la ha chupado. Dice que es la primera vez que lo hace. Y le creo.

Ahí estoy yo, con dos palmos de narices. Resulta que es el otro chico el que se ha aprovechado de Daniel.

Y tú que le has dicho – le pregunto curioso.

Que es la primera vez que me lo hacen – responde divertido – ¿que quieres que le diga? ¿Que nos pasamos follando todo el día desde que me vine aquí?

Para a continuación saltar sobre mi y con los brazos alrededor de mi cuello, plantarme un beso con lengua glorioso.

No me puedo creer que Aarón te la haya chupado –le increpo- Me estas tomando el pelo.

De verdad que no tío –responde separándose hacía atrás – mira, todavía tengo las marcas de sus dientes aquí, ¿las ves?

Efectivamente aquello son marcas de dientes. Se ve que Aarón tiene que practicar un poco más su técnica.

¿Y ya sois novios? –le pregunto sarcástico.

Que va – responde incorporándose para ir al baño – le he dicho que aunque me ha gustado, prefiero que me la chupe una chica, para que no me vuelva a dar el coñazo y prometiéndole que no se lo diré a nadie y que seguiremos siendo igual de amigos, se ha ido súper contento a su casa.

Cuando regresa Daniel, ya he recogido los restos de nuestra cena. Le pregunto si le apetece ver un rato la tele o si prefiere acostarse. Con una medio sonrisa me agarra de la mano y me dirige hacia el piso superior.

¿Todavía te quedan ganas? – Le cuestiono.

Uyh! –Responde – no sabes lo necesitado que tengo el culito.

La naturalidad y sinceridad de Daniel me hace valorar lo ocurrido, no tanto como una infidelidad, si no más bien como una anécdota más de nuestra relación.

Entiendo perfectamente que Aarón se sienta atraído por él. Que me va a contar a mí que no este viviendo en propias carnes. Y es de digna de admiración la amistad y confianza que tiene que sentir por su amigo, para dar un paso como el que ha dado Aarón con Daniel, así se lo explico y así lo entiende también.

El juego en la cama conocido para ambos, comienza como siempre con caricias, besos, el roce de diferentes partes del cuerpo de uno con las del otro, tratando de buscar esa sensación nueva por explorar, para poco a poco ir dirigiendo todas las fuerzas hacia el anhelado y compartido orgasmo.

Pero, algo perturba mi mente aún, que para Daniel no pasa inadvertido.

Que te pasa –dice – acaso no te apetece. ¿Quieres que lo dejemos?

Sus tiernos ojos miran los míos suplicando una respuesta.

¿Por que crees que no me apetece? –Respondo.

Mientras Daniel pausadamente se sitúa de cuclillas sobre mí miembro, para con un gesto de plena concentración, ir penetrándose poco a poco, sin dejar la conversación.

No tienes la pasión de otras veces –replica – es como si estuvieses a otra cosa. ¿En que piensas?

La verdad es que pienso en la suerte que tengo – le cuento mientras va bombeando – No me puedo creer que un chico tan maravilloso como tú que puede conseguir a cualquiera, como Aarón, se fije en alguien como yo.

Mientras su cuerpo sube y baja, con sus manos masajea mi pecho, jugueteando con mis pezones y los pocos pelillos que les rodean.

Aarón es un crío – termina diciendo – Esta muy bueno, pero no me puede dar lo que tú.

El silencio solo roto por los sutiles golpecitos de su cuerpo al chocar con el mío cuando se clava del todo mi miembro, dura una eternidad, hasta que me atrevo a preguntar

¿Que es lo que yo te doy?

Daniel frena sus embestidas y sin dejar escapar mi herramienta se tumba sobre mi pecho, apoyando su rizada cabellera con la cara a un lado, como a él le gusta tanto.

Desde el día que nos conocimos –relata – se que entre tú y yo hay algo más. Desde que chocamos en la entrada del centro, entendí que no debo separarme de ti. La franqueza de tu mirada. Como te has ido adaptando a nuestras necesidades. No se, pero una fuerza especial que no se explicar, me obliga a estar aquí contigo. Necesito tocarte y sentir tu piel junto a la mía. Solo cuando me posees como lo estas haciendo ahora, esa fuerza se calma y me permite descansar un rato. Cuando estoy mucho rato separado de ti, una presión va creciendo en mi interior, hasta que se hace insoportable.

Ya se que parezco tonto – añade levantándose sobre sus manos y mirándome a los ojos.

Mis ojos humedecidos por la emoción le hacen saber que en ningún momento he podido pensar eso. Todo lo contrario. En este momento acaba de aclararse todo en mi mente. Lo que acaba de describir es lo que yo he sentido desde ese mismo día y para lo que no había encontrado palabras.

La maquina sexual de nuevo se pone en marcha.

Ante mis ojos ya no es Daniel quien alegremente sube y baja con sus rizos ondulantes al aire, su cara desencajada por el placer y de mirada perdida, su duro pecho palpitante, su duro miembro que pide a gritos ser acariciado para redondear así el placer que su esfínter le esta procurando. No es él. Lo que ahora tengo delante es parte de mi mismo. Ahora más que nunca comprendo que estoy locamente enamorado y lo que es mejor aún, me siento plenamente correspondido.

Decir que este esta siendo el acto de amor más satisfactorio de los que he tenido con Daniel hasta ahora, podría considerarse repetitivo y absurdo, pero desde luego si que es sin duda el momento más reconfortante que he vivido.

La vuelta a la calma tras la batalla siempre trae nuevos besos y caricias que ponen fin, como de costumbre, a un previo agotador. Normalmente todo desemboca en un profundo sueño que nos arrebata la consciencia hasta el nuevo día.

Aunque Daniel respira ya acompasadamente, no es este mi caso. No puedo dejar de disfrutar con la belleza de mi chico. Cada poco, mis labios acarician o bien una de sus mejillas, o bien la suave piel de su frente. El lóbulo de su oreja, es una de mis partes preferidas, por lo carnoso y en el me deleito un rato, lamiéndolo suavemente, apresándolo y liberándolo de nuevo con mis labios.

Mi espíritu explorador sale a relucir y se anima en busca de nuevos horizontes. Mi boca juguetona se entretiene ahora con un rosado pezón que no tarda mucho en endurecerse con el roce de mi lengua.

Daniel se revuelve en su sueño, mientras mi apéndice reta al pezón abandonado hasta ese momento a erigirse como su gemelo. Tras lograrlo, avanzo unos centímetros hasta la caverna profunda del ombligo, no sin dejar marcado el rastro con mi húmeda lengua como si a mi regreso necesitase de el para encontrar el camino de vuelta, donde esta convierte la sequedad reinante en un lago, que mi boca después succiona golosa.

Llegando a la selva dorada formada en su pubis, con gran agilidad evito el peligro de despertar a la serpiente que duerme tranquila sobre los blancos y aterciopelados cocos, que no se libran de ser regados por la sedosa fricción de mis labios. Superada esta barrera y no con pesar, sigo avanzando por la senda que forma su muslo, salvando la cordillera de su rodilla, para llegar al final del camino, donde recorro cada centímetro que de su pie, lamiendo uno a uno sus delicados dedos, jugueteando con la lengua entre ellos, para acabar degustándolos todos.

¿Puedes pasar al otro?- dice el bello durmiente con un susurro.

Pensaba que dormías – le rebato.

Estaba soñando que me daba un baño y que una suave esponja recorría mi cuerpo, mientras el agua tibia me caía por encima. El cosquilleo de los pies me ha despertado. Es muy agradable, ¿puedes seguir?

Con delicadeza, me paso a la otra extremidad, donde me apuro a saciar su necesidad.

Pero todo placer llega a su fin. De pronto la malvada serpiente que dormitaba en el dulce cocotero se levanta amenazante. Una de sus manos trata de apaciguarla mientras masajeo su pie, pero deseoso de servir a mi caballero, refreno su ímpetu, ascendiendo de nuevo por la colina de su rodilla, para rápidamente devorar totalmente a la serpiente.

Esta no se resiste mucho tiempo la lucha. En un último y desesperado intento suelta todo su veneno. No sabe que ya estoy inmunizado a él, por lo que finalmente se pliega a su madriguera, para volver a dormitar placidamente.

Ahora si, comparto sereno el descanso con mi amado.

ikeradan@hotmail.com