El engaño de Tía Soraya 6

Soraya avanza a por su próximo objetivo a someter

-         Seguid lamiendo esclavos- ordenó Soraya sonriendo mientras observaba como Esther y su sobrino David lamían sus pies con pasión.

La Dominante estaba acomodada en el sofá del salón con los pies sobre su mesita. Tal y como siempre la solía pasar después de recibir una larga lamida de pies la mujer comenzó a excitarte e instintivamente llevó su mano hasta su sexo.

-         ¿Quieres que te haga yo eso hermana?- le preguntó una voz femenina a su derecha. Soraya giró la cabeza y miró de arriba a bajo a María, su hermana mayor estaba vestida con un traje de sirvienta de color negro, con faldita extremadamente corta y gran escote que quedaba un poco deslucido por la escasez de sus senos.

-         No preguntes puta- respondió Soraya al momento- y no me llames hermana, llámame Ama, que es lo que ahora soy para ti.

-         Sí Ama- dijo la mujer sumisamente mientras comenzaba a arrodillarse para comenzar a lamer la mojada vagina de la Señora de la casa.

Pero el despertador quebró aquella mágica fantasía que su subconsciente había creado para excitarla.

Soraya se giró lentamente hasta que el cuerpo de Esther chocó con el suyo, la mujer sonrió ampliamente cuando sintió el cálido cuerpo de la chilena junto ella, como siempre que dormían juntas las dos estaban totalmente desnudas y Soraya no tardó en agarrar los blandos y suaves pechos de su sumisa la cual tan solo tres días después de confesar a Soraya que deseaba ser su esclava se había instalado en su casa para vivir con ella y poder servirla mejor.

-         Buenos días Ama- dijo la sumisa adormilada y sonriendo ligeramente- ¿Ha dormido bien?

-         Bastante bien, pero me he despertado muy caliente perrita- comentó la mujer tirando de la sábanas para quedar las dos destapadas- ya sabes lo que tienes que hacer- dijo Soraya sonriendo mientras separaba sus piernas.

-         Sí Ama- dijo la sumisa levantándose con presteza y echándose sobre el sexo de su Ama.

En los pocos días que Esther llevaba viviendo con su Ama aquello se estaba convirtiendo en una rutina, Soraya recibía una lamida hasta llegar al orgasmo por la mañana nada más levantarse y otra por la noche antes de irse a acostar.

Las cualidades como sumisa de Esther eran innegables. Soraya la mantenía muy ocupada ya que cuando ambas estaban por casa siempre tenía alguna orden para ella, tanto en materia sexual como de tarea doméstica.

-         Ama, ¿puedo correrme yo también?- preguntó Esther con la cara llena de los fluidos de su Señora, justo después de terminar con el cometido que le había ordenado.

-         Veamos como estás- dijo la mujer y la chilena al oírlo se dio la vuelta y separó exageradamente las piernas para dejar su vagina al alcance de su Ama- Parece que estás muy mojada- comentó Soraya mientras frotaba con sus dedos el clítoris de la sumisa, lo que la volvió loca de placer- pero por ahora no puedes correrte- dijo la mujer parando el seco y frustrando a la sumisa.

Soraya sin duda le habría hecho llegar al orgasmo cuando ambas eran amantes, pero desde el momento que la joven Esther se había puesto en sus manos sus orgasmos habían dejado de pertenecerla, siendo su Ama la única que le permitiría correrse cuando ella dijese y como ella ordenase.

La Dominante, que sabía del carácter dócil de su sumisa no esperaba disfrutar tanto a la hora de negarla los orgasmos, pero el ver su rostro desilusionado después de haberse esforzado en complacer a su Ama y no recibir nada a cambio a Soraya la ponía muy cachonda.

-         ¿Cuándo me va a dejar correrme Ama?- preguntó la chica cuando ambas cogían el ascensor para bajar a la calle.

-         Ya pronto mi perrita- contestó la mujer posando su mano sobre el trasero de su esclava y dándola un suave apretón.

Soraya habría cedido a las peticiones de su sumisa de recibir más orgasmos por sus funciones como esclava si no hubiese visto lo mucho que Esther disfrutaba con la sumisión, llegando a tal punto que después de decirla de que si se corría sin su permiso la abandonaría en el acto, la chica se arrodilló a sus pies y la juró y perjuró que no llegaría al orgasmo sin una orden suya.

La mujer dejó a su sumisa en la línea de cajas, justo antes de darla un beso en los labios y un azotito en el culo, algunas cajeras lo vieron pero tanto a Soraya como a Esther las dio exactamente lo mismo de puertas para fuera ambas eran unas novias lesbianas normales.

Soraya, como le pasaba desde que había descubierto el maravilloso mundo de la dominación no pudo centrarse en su trabajo todo lo que era recomendable, aunque tampoco pasaba nada porque desatendiese un poco su empleo ya que no tenía jefe al que dar cuentas, era una de las personas que más mandaba en aquel centro comercial.

Una vez estuvo en su despacho, ella sola comenzó a calibrar las posibilidades reales que tenía de dominar a su hermana, llevaba toda la mañana pensando en lo mismo incluso cuando había recibido la lamida de su esclava había estado pensando en lo que sería tener a su responsable y respetable hermana mayor arrodillada y humillada a sus pies, tan solo imaginarlo hacía que su sexo volviese a lubricarse.

Soraya estuvo cavilando alguna estrategia durante toda la mañana para lograr engañar a su hermana y conseguir someterla, hasta que su teléfono móvil comenzó a sonar y la saco de sus pensamientos.

-         ¿La queda mucho trabajo Ama?- le preguntó Esther al otro lado del teléfono, la mujer sorprendida por la pregunta miró el reloj para darse cuenta de que ya habían pasado casi un cuarto de hora de su hora de salida.

-         No, ahora salgo espérame a la entrada que ahora te cojo- dijo la mujer mientras se levantaba de un brinco de su asiento y cogía su bolso.

Esther tal y como su Ama se lo había ordenado esperó en la puerta principal acompañada de Sonia, la cual sabía que había una relación amorosa entre ellas, pero desconocía que Esther se había convertido en la sumisa de Soraya.

-         ¡Ya lo tengo!- exclamó la mujer sonriendo ampliamente mientras conducía hacia su casa.

-         ¿Qué tienes?- preguntó Sonia que estaba sentada en el asiento trasero del coche.

-         Una cosa del trabajo- mintió la mujer mientras sonreía- he estado toda la mañana dándole vueltas.

Esther que en aquellas dos semanas que llevaba como sumisa había aprendido mucho de la expresión corporal de Soraya supo que mentía y nada más dejaron a Sonia ante el portal de su casa la chica se atrevió a preguntar.

-         Voy a intentar someter a mi hermana- dijo la mujer que dejó a la chilena un poco sorprendido, la joven ya estaba al corriente de que David era su sobrino, pero la sorprendió sobremanera que su Dueña estuviese interesada en su propia hermana.

-         ¿Y como lo va a hacer Ama?- preguntó la sumisa después de unos segundos en silencio.

-         Ya lo tengo todo pensado, lo primero que quiero es que llames a mi perro y le digas que se presente en casa ahora mismo- ordenó la mujer, Esther no tardó ni un segundo en comenzar a buscar su móvil para llamar al sumiso.

Soraya y Esther llegaron a la casa tan solo cinco minutos después de llamar a David, con lo que, como era lógico, el muchacho no se encontraba allí.

-         Mejor- dijo la mujer mientras cerraba la puerta de su domicilio- así le podré castigar con motivo en cuanto llegue.

La Dominante se fue directamente a su habitación para cambiar su traje por algo más cómodo como era su camisón y sus pantaloncitos cortos, Esther por su parte, como estaba obligada desde que se convirtió en sumisa, quedó en ropa interior y la esperó en el salón arrodillada para darla un masaje de pies.

Soraya estaba sintiendo el placentero masaje cuando, después de casi cuarto de hora desde que lo llamó, entró David por la puerta. El sumiso tenía llave para que la mujer no tuviese que ocuparse de ir a abrirlo cada vez que lo llamaba.

-         Buenas tardes ama, lamento mucho el retraso- dijo el sumiso clavando sus rodillas en el suelo y agachando la cabeza.

-         Si te añadiese una semana de castidad por cada minuto que llegas tarde seguro que tardarías menos- comentó mirando con desprecio al sudoroso joven, que parecía haberse desplazado hasta la casa a todo correr. David calló asustando ante aquella posibilidad- ahora ve a ponerte tu vestido de chacha y comienza a cocinar algo para mí y para mi sumisa- dijo mientras restregaba sus pies por la cara de Esther que lo recibía con más placer que humillación.

-         Sí Ama- dijo el sumiso levantándose para marchar a la habitación donde guardaba su ropa de sirviente.

Después de más de media hora metido en la cocina David informó a su Ama y a Esther que la comida estaba lista, como era normal tan solo había preparado dos raciones comiendo el muchacho tan lo que Soraya, para divertirse, tiraba al suelo para que el esclavo se arrodillase y lo comiese, aunque no siempre se lo permitía, alguna veces lo tiraba al suelo para obligar al hambriento sumiso a que lo recogiese con los dientes y lo tirase a la basura.

-         Perro- dijo la mujer después de dar un largo trago de agua- ¿Qué te parecería si te digo que tengo intención de usar a tu madre?

-         No Ama por favor eso no- pidió el chico desesperado desde su posición arrodillado en el suelo. Soraya al oír la respuesta se giró en su silla y acaricio los hinchados huevos de su esclavo con el empeine de su zapato.

-         ¿Me vas a ayudar a someterla, esclavo?- preguntó la mujer con voz dulce mientras daba suaves patadas a la masculinidad de su sobrino.

-         Sí Señora- dijo el sumiso con la cabeza gacha sabiendo lo que supondría negar ayuda a su Ama.

-         Eso está mejor- dijo sonriendo- quiero que la llames y la hagas venir aquí ahora mismo.

David le miró dubitativo durante unos momentos pero cuando vio la mirada de enfado de su Ama los titubeos desaparecieron y se marchó gateando hacia la habitación donde había dejado sus cosas, entre las que estaba el teléfono móvil.

Por suerte para él su madre tenía aquel día libre y se lo cogió después de un par de tonos. María se sorprendió un poco ante la llamada de su hijo y más aún cuando le dijo que estaba en casa de su tía y que esta quería verla, ante las preguntas de la mujer el muchacho no supo que contestar, no tenía ni idea de lo que su tía Soraya estaba planeando.

Cuando el muchacho regresó con la misión cumplida se encontró con que ni su Ama ni Esther estaban ya en la cocina se habían trasladado al salón donde el sumiso caminó para ponerse a los pies de su Ama por si necesitaba algo.

-         Ve a fregar los platos- dijo la mujer mientras tenía a Esther mamando de sus pechos- y en cuanto llegue tu madre vas y la abres tal y como estás ahora- la mujer que esperaba un “pero…” se sorprendió cuando su esclavo agachó la cabeza y dijo.

-         Sí Ama.

-         Así me gusta, cuando te vea procura que no se marche, nunca se sabe como puede reaccionar, tienes que traerla ante mi presencia.- dijo la mujer sonriente ante el grado de sumisión que estaba alcanzando su esclavo.

-         Así lo haré mi Ama- respondió el sumiso antes de dirigirse a sus faenas.

La espera Soraya la sobrellevó divirtiéndose con su esclava, haciendo que se excitase, siempre sin dejarla llegar al orgasmo y disfrutando de su rostro de frustración mientras que ella gozaba de todas las sensaciones que la sumisa chilena le daba, pero se detuvieron en seco cuando el timbre de la casa sonó.

David al oírlo, resignado, dejó de secar los platos y se encaminó a la puerta con su vestido negro de sirvienta puesto. El chico respiró hondo un par de veces hasta que por fin abrió de golpe.

El muchacho en un principio miró a su progenitora a la cara, pero bajó la vista al suelo cuando vio como el rostro sonriente de la mujer se tornaba a uno que denotaba sorpresa. La mujer no dijo nada durante unos segundos hasta que finalmente David fue el que habló.

-         Por favor mamá, pasa- pidió el muchacho agarrando la muñeca de María y tirando de ella al interior de la casa.

-         ¿Qué pasa aquí, David? ¿Por qué vas así vestido?- preguntó mientras David tiraba de ella hacia el salón donde su Ama la esperaba.

María se quedó petrificada cuando vio la escena que tenía ante ella; su hermana estaba en ropa interior, con sus pechos por fuera del sujetador y con una mujer de piel algo más morena y joven totalmente desnuda que chupaba con ansia los senos de Soraya.

-         ¿Qué está pasando aquí?- preguntó la recién llegada mirando alternativamente a su hijo y a Soraya- ¿Alguien me lo puede explicar?

-         ¡Perro desnúdate y ven a mi lado!- ordenó Soraya provocando la reacción de su esclavo rápidamente ya que el muchacho se quitó el vestido y las bragas que llevaba para colocarse firme ante su Ama.- Es normal que estés confusa, hermanita- dijo la mujer mientras tocaba con su dedo índice el dispositivo de castidad en el que estaba encerrado el pene de David.

-         ¿Esas bragas son mías?- preguntó María al ver las braguitas que David se acababa de quitar.

-         Sí- respondió Soraya mientras apoyaba sus pies sobre la espada de Esther que servicialmente y sin indicación alguna se había colocado a 4 patas- es un hobby que tiene David, le encanta ponerse ropa interior de mujer y masturbarse con ella, lo descubrí hace un par de meses tan solo- comentó la mujer como la cosa más natural del mundo- desde que lo sé él es mi esclavo.

-         ¿Cómo que esclavo?- preguntó María que no salía de su asombro.

-         Es fácil, ahora tu hijo me pertenece enteramente a mí- respondió Soraya tranquila mientras comenzaba a acariciar los sensibles testículos del muchacho que sintió una mezcla de placer, por sentir el tacto de la mano de su Ama tocándole y miedo, ya que la caricia podría convertirse rápidamente en un duro apretón de bolas- es mi fiel esclavo, hace todo lo que le ordeno, por muy humillante que sea.

-         ¿Y para que me cuentas todo esto a mí?- preguntó la mujer que no comprendía el papel que ella jugaba en aquel momento.

-         Por varios motivo, primero porque siempre estás presumiendo de tu hijo y quería que vieses que no es más que una maricona masoquista, segundo porque siempre te estabas jactando de lo buena madre que eres y alardeando de las cosas que conseguía mi actual esclavo como si fueran tuyas, y tercero pero no menos importante porque me pone cachondísima de idea de tenerte como esclava- dijo finalmente sonriendo mientras apretaba un poco los huevos de David que colgaban indefensos entre los dedos de la Dominante.

-         ¡Estás loca!- exclamó María escandalizada.

-         ¿Cómo has dicho?- preguntó Soraya mientras apretaba aún con más fuerza las pelotas de su sobrino que gimió de dolor.

-         Para, por favor, no le hagas daño- pidió la mujer viendo que David no estaba por la labor de tratar de liberarse.

-         No veo porque debería parar- dijo la mujer manteniendo el apretón y viendo como David comenzaba a doblarse- él es de mi propiedad ahora y puedo hacerle lo que yo quiera.

-         Por favor hablemos de esto- dijo la mujer y Soraya soltó los testículos del sumiso lentamente.

-         Esa actitud ya me gusta más- dijo la mujer sonriendo- pero para hablar conmigo tienes que estar desnuda de cintura para arriba- informó Soraya.

María a la que Soraya siempre había considerado una mujer lista comenzó a quitarse la ropa sin replicar, sabía que cualquier protesta produciría dolor a su hijo. Tan solo un minuto después de la orden de la dueña de la casa la invitada estaba en toples, mostrando sus pequeños pero firmes pechos de piel bastante clara coronados ambos con pezones de un marrón claro que a Soraya le agradó.

-         Muy bien, ya podemos hablar- dijo la mujer alzando la mirada para ver la reacción de su esclavo el cual no estaba contemplando a su madre, Soraya furiosa al verlo golpeó un puñetazo a su maltrecha masculinidad que le hizo caer al suelo- ¡mírala maldito perro!- exclamó indignada- ¿No te has hecho mil pajas imaginándotela así? ¡como vuelva a ver que la quitas la vista de encima te arranco las pelotas!- amenazó la mujer furiosa.

-         Lo siento Ama- dijo David arrodillado con la voz entrecortada.

-         ¿Qué quieres por dejar libre a David?- preguntó la mujer asustada al ver el duro trato que su hermana estaba dando a su hijo.

-         No sé, lo cierto es que desde que le tengo mi vida sexual se ha vuelto muy interesante y ya no tengo que ocuparme de tareas domésticas- respondió la mujer para que María supiese del valor de su esclavo.

-         ¿Si te encontrase un nuevo sumiso lo dejarías libre?- preguntó María.

-         Lo cierto es que me interesan más las sumisas- respondió con una sonrisa.

-         En ese caso ¿si te busco a una sumisa nueva lo dejarás libre?- dijo la mujer replanteando la pregunta.

-         Interesante hermanita, ¿y de dónde vas a sacar una sumisa?

-         Eso es cosa mía- replicó incómoda con la situación, respuesta que a Soraya la hizo sonreír.

-         De acuerdo, si me encuentras una perrita nueva y competente dejaré al perro de tu hijo libre- dijo Soraya- pero hasta que la encuentres pasarás a ser mi perra también.

El Ama vio la duda en el rostro de su hermana, pero que no se hubiese negado tajantemente al instante era una buena noticia, quería decir que se lo estaba pensando.

-         Acepto- dijo finalmente la mujer después de pensárselo unos segundos- pero cuando te entregue la sumisa nos dejarás a mí y a mi hijo.

-         Te lo aseguro- dijo la mujer sonriendo- ahora para comenzar desnúdate del todo.

María un poco coartada porque su hijo no quitaba los ojos de ella comenzó a quitarse la falda y a continuación las braguitas dejando al descubierto su sexo, tal y como Soraya esperaba tenía la zona que cubría su ropa interior algo más clara que el resto del cuerpo y con bastantes pelos.

-         Acércate a mí a cuatro patas como una perrita- ordenó el Ama y la nueva sumisa obedeció apoyando sus manos y rodillas sobre el suelo. Soraya disfrutó enormemente al ver a su recatada hermana mayor arrodillada y acercándose sumisamente hacia ella- Buena chica- dijo la mujer mientras acariciaba las mejillas de su María con las plantas de sus pies- abre bien la boca ahora esclava- ordenó la mujer.

María, totalmente humillada abrió la boca y Soraya no tardó en meter su pie todo lo que le fue posible. La dominante no podía creerse lo mucho que le había cambiado la vida en solo dos meses, en aquel momento tenía a su hermana lamiéndola los pies, a su compañera de trabajo más atractiva siendo usada como un simple reposapiés y a su sobrino sometido hasta el punto de haber aceptado colaborar para someter a su propia madre.

-         Estoy muy caliente perra- dijo el Ama sacando el pie derecho de la boca de su nueva esclava- ahora quiero que me lamas otro sitio- anunció la mujer agarrando sus piernas con los brazos y dejando al descubierto su culo y su empapado sexo.

-         ¿Qué sitio?- preguntó la mujer.

-         Desde mi culo hasta mi coño una y otra vez hasta que me corra- explicó la mujer con tranquilidad mientras pasaba sus dedos por la zona que tenía que tratar- y cada vez que te dirijas a mí hazlo como Ama o Señora, la próxima vez te castigaré ¿Te quedó claro?

-         Sí Señora- respondió agachando la cabeza con la mirada fija en el sexo de su hermana.

-         Pues puedes comenzar.

Soraya sintió un placer inmenso en las primeras lamidas de María por sus zonas íntimas, pero la sensación estaba tan solo alimentada por el morbo, ya que después de unos instantes se dio cuenta de que la habilidad de su hermana como lamedora era muy escasa y que parecía tener reparos a la hora de pasar su lengua por el ano de su Ama. La Dominante al ver aquello dio la orden a Esther de que se levantase de su posición y cogiese a David para darle placer, María que seguía lamiendo a su hermana pareció alegrase un poco al oír aquello, pero Soraya se apresuró a contarla lo que realmente quería decir aquello.

-         Que Esther le dé placer ahora no le va a gustar, ya que tiene la polla aprisionada, me gusta calentarle cuando se porta mal o cuando me apetece hacerle sufrir- explicó mientras sentía la húmeda lengua de su hermana rozando su sexo- En este casi tienes que saber que lo castigo por tu incompetencia y mi esclava no dejará de calentarlo hasta que yo me corra así que tú sabrás- dijo la mujer.

La estrategia de Soraya surtió efecto rápidamente, la lengua de María parecía volverse más ágil por momentos y mejoraba más aún cuando escuchaba algún quejido de su hijo, que estaba siendo acariciando en las partes más sensibles de su cuerpo por la sumisa chilena. La recatada mujer cada vez mostraba menos reparos morales a la hora de lamer a su hermana y después de unos minutos pasaba su lengua por todo su ano y la hundía dentro de su coño.

-         ¡Voy a correrme!- dijo Soraya cuando sentía que estaba casi a punto, mientras se incorporaba para agarrar la cabeza de su hermana y colocar la boca de esta sobre su sexo- ¡Como se te escape una gota le rompo los huevos a tu hijo!- le avisó un instante antes de comenzar a soltar fluidos.

María notó como el líquido caliente inundaba su boca y comenzó a tragar por temor a que una nueva oleada llegase y no pudieses retenerlos todos. Cuando la mujer llegó al final de su orgasmo ordenó a la sumisa que tragase todo lo que tenía en la boca y tan pronto como comprobó que lo había cumplido la agarró de los pelos para restregar su cara por su húmedo sexo.

-         Me has dejado satisfecha perrita- dijo Soraya contenta del rendimiento de su hermana- en el fondo eres toda una zorra ¿verdad?

-         Sí Ama- dijo la sumisa roja de vergüenza tras lo que acababa de hacer.

-         Muy bien, ahora ya te puedes vestir y marchar. Tu hijo irá a casa cuando termine las tareas que aún le quedan aquí.

María preocupada por lo que su hermana haría con su hijo cuando lo dejase solo con ella y su hermana pero también ansiosa por salir de allí, se vistió con rapidez.

-         Como saludo y despedida cuando estés ante mí te arrodillarás y besarás mis pies- dijo la mujer cuando vio que su hermana estaba a punto de marcharse sin despedirse. María al escucharlo se dio la vuelta se acercó a su hermana, clavó sus rodillas en el suelo y dio un besos a sus pies descalzos, aún mojados por su propia saliva.

-         ¿Me puedo marchar ya Ama?- preguntó cuando se levantó del suelo.

-         Sí pero recuerda que tú al igual que tu hijo me pertenecéis hasta que me traigas una sumisa que merezca la pena- dijo la mujer sonriendo mientras hacía gestos a Esther para que regresase a sus pies.

-         La encontraré lo antes posible Ama- dijo la mujer mientras salía del salón para ir a la salida de la casa.

-         Tampoco hace falta que te des mucha prisa, tú me sirves bastante bien- dijo para después soltar una carcajada, la Dominante no había pensado nada concreto para hacer con su hermana mayor, pero estaba segura de que la sacaría un gran partido.

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias.