El engaño de Tía Soraya 4

Soraya muestra a su sobrino-esclavo a su segunda amiga de confianza, invitándola a participar en una pequeña sesión para someter a David todas juntas

David entró al piso de su tía y Ama con su bolsa de deporte al hombro. Era sábado y le tocaba hacer la limpieza en aquella casa. Desde que Soraya se presentase ante él como su dominante hacía tan solo una semana, pero al muchacho se le estaba haciendo eterno, con aquella era la tercera semana seguida sin correrse y ya tenía los testículos muy sensible e hinchado.

El muchacho entró en la casa, sabía que su tía no estaba allí, pero aún así tenía que afanarse en la lista de tareas que su Ama le había enviado por correo la noche anterior. El muchacho se encontró con la casa hecha un autentico desastre, cama sin hacer, ropa tirada por todos lados, la fregadera llena de platos y vasos, el salón desordenado… David al verlo suspiró pero se resignó rápidamente y abrió la bolsa de deporte.

Dentro había un vestido de mujer de color negro de su madre, unas medias, un sostén y unas braguitas que el sumiso no tardó en ponerse. Aquello había sido una orden muy clara de su Ama si se enteraba de que había hecho las tareas sin esa indumentaria puesta lo dejaría en castidad otro mes entero y el chico no se atrevía a imaginarse lo que sería estar en castidad casi dos meses.

El sumiso comenzó su trabajo por el cuarto de su tía, donde encontró infinidad de prendas íntimas por el suelo. David en otra situación se habría puesto muy contento y las habría usado para olerlas y darse placer sobándose con ellas, pero sabía que hacerlo lo único que le provocaría sería frustración debido al dispositivo de castidad que aprisionaba su pene.

Tardó más de dos horas en lograr poner casi toda la casa en orden, tan solo le quedaba el baño cuando escuchó como alguien introducía la llave en la cerradura de la puerta principal, el sumiso al oírlo caminó rápidamente hacía la habitación de su tía para asegurarse de que era su Ama la que estaba ingresando en la casa.

-          Pasa, y prepárate para perder la apuesta- dijo la voz de Soraya nada más entrar, lo que al sumiso le provocó un poco de alivio- putita, ven a mis pies- dijo con su voz dulce después de cerrar la puerta.

David, avergonzado, salió de la habitación, nunca se había mostrado ante nadie vestido de mujer y si no era lo suficientemente malo tener que hacerlo ante su tía, también tendría que hacerlo ante su acompañante.

Soraya sonrió con amplitud cuando el sumiso se mostró ante ella y ante Sandra, la que pese a haber pasado casi una semana desde que lo sometió junto aún no había mostrado a su esclavo ante ella.

-          Como te dije este es mi esclavo- informó sonriendo- y hace todo lo que ordeno, ahora me está limpiando la casa- pero de repente cambió su gesto y se acercó rápidamente al sumiso que antes de que pudiese prepararse para nada recibió una patada entre las piernas- ¿No escuchaste mi orden perro? ¡te quiero a mis pies!- ordenó con firmeza.

David sintió un dolor que le llegó al estómago cayendo al suelo de rodillas, aún así por miedo a recibir otro ataque a sus sensibles genitales se arrastró hasta los pies de su Ama y besó con devoción sus zapatos.

-          Ahora bésala los pies a mi amiga también como señal de respeto- dijo señalando a Sandra que no salía de su asombro.

-          Sí mi Ama- logró articular el muchacho mientras comenzaba a levantarse ayudándose de los brazos, pero el tacón del zapato de su Ama clavándose en su espalda le hizo caer de nuevo al suelo.

-          ¡Arrástrate a sus pies como el gusano que eres!- ordenó la mujer con firmeza y el sumiso, como si de una serpiente se tratase comenzó reptar por el suelo hasta llegar a los zapatos de la mujer que acompañaba a su Ama.

David besó con ansia los zapatos de la recién llegada, una mujer de la misma estatura y un poco más joven que Soraya. Sandra miraba al sumiso desde las alturas sin poder creer lo que aquel chico estaba haciendo.

-          ¿Ahora te crees que soy dueña de un esclavo?- preguntó Soraya visiblemente contenta de la sorpresa que había dado a su amiga.

-          Que remedio- respondió aún sorprendida, pero esbozando una ligera sonrisa.

-          ¡Es suficiente!- dijo Soraya dando una fuerte patada al costado del sumiso, que gimió de dolor- ¡ahora levántate y tráenos unos refrescos al salón como la sirvienta putita que eres!

-          Sí Ama- dijo el sumiso levantándose lentamente del suelo y dirigiéndose raudo a la cocina de la casa.

David tardó tan solo un par de minutos en llevarles un par de refrescos servidos en vasos de tubo con mucho hielo al salón, donde las mujeres lo miraron sonriendo. Cada día que pasaba Soraya disfrutaba más de la dominación de su sobrino y cada vez lo dominaba con una mayor dureza.

El esclavo después de dejar las bebidas sobre la mesa preguntó a las mujeres si necesitaban algo más, ante lo que Soraya le contesto negativamente, con lo que pudo volver a las faenas de la casa, metiéndose en el cuarto de baño para afanarse en su limpieza.

El muchacho comenzaba a arrepentirse un poco de toda la información que le había dado a su tía, en aquel momento estaba totalmente a su merced y pese a que le excitaba la situación no sabía hasta que punto aquella excitación le compensaría por la cantidad de humillación y dolor que estaba sufriendo.

Después de más de media hora encerrado en el baño el sumiso salió del baño agotado. El muchacho se había asegurado, aparte de desinfectar todo de limpiar hasta el último azulejo del habitáculo, no quería que su Ama por aquel fallo lo castigase.

-          Mi Ama- dijo el sumiso arrodillándose para recibir la atención de su Ama- acabe en el cuarto de baño, ¿puedo marcharme a casa ya?

-          ¿No estás a gusto con tu Ama escoria desagradecida?- preguntó con el clásico tono severo que acostumbraba a usar con su esclavo.

-          No es eso Ama, es que es casi la hora de cenar y mi madre podría estar preocupada, siempre la llamo cuando me retraso- informó el sumiso con la cabeza gacha.

-          Si es solo eso no es problema, llámala y dila que no podrás ir esta noche a cenar y que no te espere levantada, tengo planes para ti esta noche- informó la mujer con una malévola sonrisa.

-          Sí Ama- dijo el sumiso agachando la cabeza, sabía que nada de lo que dijese iba a hacer cambiar de opinión a su tía si realmente deseaba pasar la noches sometiéndolo.

Sandra y Soraya estuvieron charlando en el salón con David presente arrodillado a los pies de su Ama en un principio y dando masajes en los pies a las dos mujeres después. La dominante contaba sin ningún pudor todo lo que sucedió apenas una semana antes en la casa de Esther, dejando a su invitada boquiabierta.

-          ¿Así que Esther es lesbiana?- preguntó Sandra sin dar crédito a lo que oía.

-          No lo sé, creemos que tanto ella como yo somos bisexuales- informó la mujer tiraba un grano de maíz tostado al aire que el sumiso intentó atrapar al vuelo. El sumiso al ver donde cayó se acercó para comérselo, llevaba ya muchas bastantes horas sin comer nada y estaba hambriento.- ¡como te lo comas te daré una patada en los huevos!- le avisó la mujer al ver las intenciones del sumiso- ¡tráelo acá con la boca!- el sumiso dócilmente obedeció.

Después de aquella vez el sumiso tuvo que recoger muchas más veces el grano de maíz, su Ama lo tiraba mal premeditadamente para que el sumiso no llegase a él, mientras hablaba despreocupada sobre sus inclinaciones sexuales recién descubiertas, invitando a su amiga a probarlas. La respuesta de Sandra no fue una negativa demasiado tajante con lo que Soraya calculó que entre ella y Esther lograrían como mínimo hacer que lo probase.

-          Muy bien perrito- dijo Sandra aplaudiendo al esclavo cuando este atrapó después de más de treinta lanzamientos el grano de maíz que su Ama había estado lanzando. David estaba exhausto de tanto gatear.

-          Ahora ve a darte una ducha rápida de agua fría y regresa con ese mismo vestido para salir.

-          Ama, no me haga salir así se lo suplico- dijo David arrodillándose a los pies de su tía buscando una clemencia que estaba casi seguro que no encontraría.

-          ¡Separa las piernas!- ordenó la mujer mirándolo con enfado, el sumiso tembloroso de lo que le sucedería si no lo hacía obedeció, colocando sus manos detrás de la cabeza quedando del todo indefenso ante la patada que su Ama le propinó en tan delicada zona- ¡Mis ordenes no se discuten, se cumplen!- le dijo en voz bien alta.

-          Sí mi Ama- dijo con la voz entrecortada.

-          ¿Qué se siente al pegar una patada a los huevos de un tío?- preguntó Sandra curiosa al ver lo dócil que se volvía el sumiso cuando le golpeaban los testículos.

-          Es una sensación interesante- dijo la mujer mientras observaba como su sobrino se marchaba arrodillado- la próxima vez que haga cualquier indisciplina te dejo que le des tú- ofreció Soraya dibujando la sonrisa en el rostro de su amiga.

Tan solo media hora más tarde Soraya, Sandra y David estaban montados en el coche de la primera dirigiéndose a la casa de Esther, a la que no hizo falta llamar al móvil para que bajase, ya que se encontraba en su portal esperando vestida con un vestido blanco largo y escotado que dejaba a relucir su magnífica figura.

La chilena al ver el coche de su amiga se acercó rápidamente y se sentó en el asiento del copiloto, Sandra había preferido sentarse en la parte de atrás junto a David, al que estaba muy junto.

-          Buenas noches- dijo la recién llegada dando una par de besos en las mejillas a Soraya.

-          Estás espectacular Esther- comentó la conductora sonriendo ampliamente.

-          Vosotras también lo estáis- dijo educadamente primero mirando a Soraya y después a las ocupantes del asiento trasero posando su mirada en David, al que habían maquillado antes de salir y le habían puesto una peluca de pelo castaño- con un poco de maquillaje y una peluca estás adorable- comentó acariciando la mejilla del sumiso.

-          Gracias Señora- se apresuró a contestar David antes de que su Ama autorizase a Sandra a darle una patada en las bolas por no ser lo suficientemente educado.

David sintió algo menos de vergüenza cuando su Ama y sus amigas salieron del coche acompañándolo, lo había pasado mucho pero cuando había salido de casa de su tía vestido de mujer, Soraya para mayor disfrute le había hecho bajar por las escaleras del edificio con su  zapatos de tacón, con lo que cuando llegó a la planta baja donde la esperaban sus Dominantes el muchacho tenía los pies un tanto maltratados.

El muchacho caminó detrás de las tres amigas sin atreverse a preguntar a donde se dirigían, llevaba con su Ama lo suficiente como para saber que tratar de resolver aquella duda le supondría una patada en su masculinidad que ya estaba bastante dañada. Por suerte Sandra formuló la pregunta que el sumiso deseaba hacer.

-          Vamos a un sex-shop, lo visité el otro día nada más salir de trabajar para comprar algún juguetito para David. Comencé a charlar con la encargada y al final me invitó a que lo visitásemos esta noche para probar las cosas sobre él, se mostró muy interesada- comentó la mujer sonriendo.

Soraya les indicó cual era el local cuando se plantaron delante de la puerta que los clientes usaban en horario comercial, pero ellas estaban fuera de él, así que se adentraron sin ningún temor en el callejón que había a su derecha hasta que dieron con una puerta metálica que Soraya golpeó con fuerza un par de veces.

Al no escuchar nada tras la puerta después de unos segundos Esther y Sandra comenzaron a preocuparse, pero su rostro se relajó cuando se escucharon pasos al otro lado.

-          ¿Quién es?- preguntó una voz femenina al otro lado.

-          Soy Soraya- respondió la mujer y automáticamente la puerta se abrió.

La que les recibió era una mujer alta y espigada de piel morena y una sonrisa formada por unos dientes blancos y unos labios carnosos.

-          Perdona el retraso Daniela- dijo Soraya mientras entraba en el local para darla un par de besos.

-          No pasa nada, si hubieseis sido puntuales os habría hecho esperar porque un cliente pesado no me ha dejado cerrar hasta hace cinco minutos- comentó la dueña del sex-shop.

Una vez estuvieron todas dentro, Daniela indicó a sus invitadas que le siguiesen para llevarlas una salita en la que la mujer acostumbraba a recibir a los compradores potenciales. Era una sala muy agradable, con un par de sofás, algunas estanterías pegadas a las paredes cargadas de artículos sexuales, una televisión de pantalla plana anclada a la pared…

-          ¡Tú al suelo perra!- ordenó Soraya una vez estuvo sentada entre sus dos amigas y Daniela se había acomodado en el otro sofá – pues aquí la tienes, esta es la perra a la que quiero domesticar- dijo la mujer recuperando el tono amable.

-          No está mal, nada mal- comentó la mujer mirando al feminizado muchacho- me permites que le quite el vestido para ver que clase de cuerpo tiene- con tan solo una mirada de su Ama el muchacho comenzó a retirase el vestido hasta quedar en ropa interior, con un sujetador, unas braguitas blancas, los incómodos zapatos de tacón, las medias negras y la peluca- tengo un montón de juguetes adecuados para perritas como esta- comentó levantándose y dirigiéndose a una de las estanterías.

Lo primero que Daniela cogió de la estantería fueron unas pinzas metálicas que fue moviendo para que entrechocasen entre si y así provocar el entusiasmo de las tres mujeres ansiosas de ponerlas sobre el cuerpo del joven esclavo. Aunque antes de nada las pinzas pasaron por las manos de Soraya primero y de Sandra y Esther a continuación.

-          Ven aquí putita- dijo Soraya una vez recuperó las pinzas. David asustado se aproximó temeroso, lo que su tía disfrutó enormemente- manos detrás de la cabeza- dijo y una vez cumplió la orden la mujer retiró el sujetador para colocar en sus pezones las pinzas de presión regulable hasta ver su primera mueca de dolor- ¿te gustan estas pinzas perro?- preguntó Soraya.

-          Sí mi Ama- respondió dócilmente.

-          ¿Estupendo ahora que nos recomiendas, Daniela?- preguntó Soraya risueña ante la estupenda noche que se avecinaba.

La dueña del sex-shop comenzó a sacar toda clase de artículos para que sus clientas los probasen con el joven sumiso: tobilleras de cuero unidas por cadenas de diferentes medidas para dificultar al sumiso que anduviese con libertad, pinzas algo más grandes que las que David llevaba en los pezones y de plástico especiales para los testículos, que Sandra y Esther se ocuparon de colocar encantadas, collares de diferentes anchos y colores una gran gama de consoladores y arneses…

Después de casi 30 minutos probado objetos David ya estaba totalmente desnudo, tan solo le quedaba la peluca puesta y el dispositivo de castidad de su indumentaria inicial. Soraya lo observó complacida, el muchacho estaba arrodillado ante ella con unos grilletes con una corta cadena juntándole los tobillos, un par de grandes pinzas colgando de cada uno de sus testículos hinchados, las pinzas de los pezones fuertemente apretadas y tirando de sus pezones hacia abajo debido a los pesos que Esther había insistido en poner solo para probar y los brazos esposados a su espalda.

-          ¿Has usado ya látigo con él?- preguntó Daniela que portaba un látigo entre sus manos, tenía un grueso mango de cuero negro y una serie de tiras del mismo material de cerca de medie metro.

-          Aún no- respondió la mujer levantándose de un brinco de su asiento- pero estoy deseando probarlo. ¡perro ofrece tu culo a tu Ama!- ordenó la mujer sin ninguna piedad.

El sumiso obediente se inclinó colocando su mejilla sobre el suelo y dejando sus nalgas expuestas a su severa Ama, Sandra al ver aquello aprovechó para colocar sus pies descalzos sobre la cara del sumiso, aquello provocó risas entre las mujer hasta que Soraya se quitó el vestido quedando en ropa interior ante todas las mujeres de la sala, pero no permitió que la atención se focalizase en ella durante mucho tiempo, ya que una vez dejó el vestido en manos de Esther la mujer comenzó a descargar con energía el látigo sobre el culo del sumiso.

David en principio lo soportó estoicamente, tan solo se sobresaltaba un poco después de cada golpe, pero poco a poco su resistencia se fue minando y a partir del golpe numero 20 el muchacho no pudo evitar comenzar a gritar, lo que a Soraya le complació y por aquel motivo no paró hasta que llegó a la cuarentena de golpes.

-          ¿Me dejas a mi ahora?- preguntó Sandra levantándose de su asiento y acercándose a la mujer que potaba el látigo.

-          Sí, pero tendrás que darle en la espalda- dijo la mujer que no quería sobrecargar de dolor a su sumiso por el momento- además mejor que lo hagas en ropa interior para no acalorarte- dijo sonriendo mientras se pasaba la mano por la frente y dejándola empapada en sudor, aquella azotaina había requerido un mayor esfuerzo del que había estimado.

Para sorpresa de Soraya Sandra tenía tantas ganas de azotar al desdichado sumiso que quedó en ropa interior antes incluso de que la dependienta de la tienda colocase unas muñequeras a David. Con aquellas muñequeras puestas la mujer pudo unir con unos pequeños enganches la muñeca derecha del muchacho con su tobillo derecho y el izquierdo con el izquierdo, quedando su espalda y culo totalmente indefensos.

Sandra comenzó a descargar el látigo con violencia contra la espalda del joven sumiso, que gemía de dolor a cada impacto, lo que ampliaba la sonrisa de la azotadora. Soraya también la miraba sonriente al ver la dureza con la que trabajaba la espalda del esclavo, nunca había imaginado que su compañera de trabajo tuviese unos instintos tan sádicos y gozase produciendo dolor a un muchacho.

Las mujeres disfrutaron durante toda la noche del sumiso, probaron sobre él pinzas que le quitaron luego a fustazos, le cubrieron los testículos de cera ante lo que el joven gritó de dolor e incluso se le escapó alguna que otra lágrima, le obligaron a comer el coño de cada una de ellas, incluida Daniela,  hasta dejar a las cuatro satisfechas, mientras las que esperaban su turno se dedicaban a pincharle las piernas y el culo con agujas… Hasta que finalmente Soraya, después de tomarse la tercera copa de la noche dijo el voz bien alta y dirigiéndose a la dependienta.

-          ¡Quiero follarme a mi esclavo!- dijo sonriendo mientras sus amigas reían-¡Quiero follarle el culo aquí y ahora!

-          Claro que sí- dijo Daniela sonriendo mientras se levantaba para dirigirse a una de las estanterías y coger un arnés de buenas proporciones.- estás en el lugar indicado.

Soraya se puso el arnés ante la atenta mirada de sus dos compañeras de trabajo, Sandra algo más impactada que Esther al ver como sin ningún pudor se quitaba las bragas para abrocharse el dildo de correas. La mujer gimió de placer cuando sintió como la parte del consolador que la correspondía se hundía en su caliente y húmedo sexo, lo que la causó tanto placer que no pudo evitar quitarse el sujetador y comenzar  masajear sus pechos.

-          Bien putita- dijo apoyando la planta de su pie sobre la espalda del sumiso- vas a comporte como una niña grande o voy a tener que follarte a las malas manteniéndote atada.

-          Me portaré como una niña grande, mi Ama- dijo el muchacho que después de su última tortura había sido atado sus brazos con sus tobillos.

-          Asi lo espero- dijo abriendo los cierres que le mantenían en aquella incómoda posición y liberándole también de los grilletes con cadena que mermaban sus zancadas.- ¿Te gusta la polla de tu Ama?- preguntó la mujer mientras acariciaba el consolador de unos 25 centímetros de color negro.

-          Sí mi Ama me gusta mucho.

-          ¿Quieres que te la meta perro?- preguntó la mujer con dureza.

-          Sí mi Ama- respondió el sumiso que estaba casi seguro que su respuesta no alteraría los deseos de su Señora.

-          Pues chúpamela- ordenó golpeando la polla contra la cara del sumiso como si de una porra se tratase- ¡y procura hacerlo bien, porque como no me guste la saco de tu puta boca, la seco y te la meto por el culo sin piedad!- ordenó severamente.

El sumiso al oír la amenaza se lanzó sobre el arnés de su Ama y comenzó a introducirlo con energía a toda velocidad. La mujer se divertía metiendo la cabeza del sumiso algo más profundo de para lo que el joven estaba preparado y ejerciendo presión cada vez que trataba de sacarla para que aumentase el esfuerzo, tarea que después de un minuto Sandra se encargó de realizar con mucho gusto, agarrando con fuerza del cuello de David y marcándole un ritmo frenético.

Esther tampoco permaneció demasiado tiempo fuera del juego ya que después de acercarse Sandra ella tardó menos de un minuto en colocase a la espalda de Soraya para acariciar la aureolas de sus pezones. La mujer estaba tan centrada en ver como su sobrino devoraba su polla que no se dio cuenta de que se acercaba hasta que sintió sus enormes pechos sobre la espalda.

-          ¡Qué bien la chupas putita quizás pronto te deje chupar una de verdad!- dijo mientras sacaba la polla de plástico de la boca del sumiso totalmente empapada. A continuación se dirigió a su bolso y sacó de él el manojo de llaves que solía llevar entre las que se encontraba la de su cinturón de castidad- te voy a dejar esa cosita que te cuelga libre mientras te doy por el culo, eso si solo podrás comenzar a tocarte cuando se te ponga dura. ¿Entendido?

-          Sí mi Ama- respondió el sumiso con cabeza gacha.

-          Bien, ahora ofréceme tu culo para que lo folle- dijo una vez retiró el dispositivo de castidad del pequeño pene del sumiso, cuyas pelotas estaban aún apretadas por las pinzas testiculares y cubiertas por bastante cera roja.

-          Por favor mi Ama- dijo el sumiso arrodillándose y separando sus nalgas para mayor facilidad de acierto por parte de su Ama- le ruego que folle mi culo y me convierta en su putita.

Soraya al verlo se relamió encantada, le gustaba la postura que su esclavo acaba de poner exponiendo su culo al enorme dildo y ver la forma en la que colgaban sus hinchados y torturados testículos. Pese a que era una tentación darle un poco más de dolor a la zona más sensible de su cuerpo decidió acercar la punta del consolador al ano del sumiso.

El muchacho estaba sudando de nervios y excitación pero todo se convirtió en dolor cuando su tía introdujo la cabeza del dildo sin ninguna precaución, lo que le hizo gritar de dolor. David, cuando notó que no había una segunda embestida se relajó un poco al pensar que su tía se había apiadado de él, pero supo que se equivocó cuando de un nuevo empujón Soraya introdujo en su ano casi la mitad del dildo, con el consiguiente grito de David.

Después de un par de embestidas más el dildo había sido introducido por completo, lo que provocó una gran algarabía entre las mujeres. David jadeaba dolorido y frustrado, ya que sentía que las posibilidades de llegar al orgasmo con aquella gran polla de plástico metida en su anos era muy improbables, y para si el dolor del sumiso era poco las otras tres mujeres comenzaron a causarle más, colocándose una a cada costado para pellízcale, pincharle y golpearle, y otra justo delante suya para disfrutar de una lamida de pies mientras era sodomizado.

Después de las primeras duras embestidas por parte de su Ama, en las que no paró de gritar de dolor, comenzó a disfrutar un poco de los pies que tenía delante, lo cuales estaba seguro que eran los de Esther, al muchacho le gustaba el sabor y el olor de aquellos pies que ya había probado y seguramente por eso comenzó a sentir como su pequeño pene comenzaba a revivir.

Soraya jadeaba a cada dura penetración que sometía a su sobrino, pero los gritos iniciales del esclavo habían sido sustituidos por ligeros quejidos, más cercanos al placer que al dolor.

-          Mi Ama… ya la tengo en erección- dijo David entre jadeos.

-          ¿Es eso cierto Sandra?- preguntó la penetradora sin bajar el ritmo.

-          Yo creo que miente- dijo giñando el ojo a Soraya- esa cosa tan pequeña no puede ser una erección.- todas las mujeres que lo rodeaban y torturabas rieron.

-          Eso es normal, es un puto mini-pene- dijo sin para de reír- bien perro puedes tocarte todo lo que quieras hasta eyacular, tienes mi permiso.

El muchacho al oírlo movió su mano derecha hasta su miembro y comenzó a masturbarse frenéticamente mientras Soraya seguía sodomizándolo con violencia. Llevaba ya muchos días sin poder eyacular y estaba ansioso por descargar todo el esperma que guardaba en sus hinchadas pelotas.

David ya casi no sentía el dolor de sus pelotas que habían sido torturadas toda la noche, ni el de sus pezones, pese a que las pinzas que aún aprisionaban sus pezones tenían media docena de pequeñas pesas colgando de la cadena que los unía. El único dolor que aún le molestaba era el de su culo, pero pasó a un segundo plano cuando Esther se tumbó en el suelo, separó las piernas y hundió la cara del sumiso en su sexo, rodeándole el cuello con ellas para que no pudiese escapar.

Soraya sonreía a la chilena cada vez que esta gemía al sentir la lengua de David en su cálido sexo, la mujer sentía que estaba sudando, pero ver aquella excitante imagen hacía que se olvidase de todo el cansancio que sentía y siguiese sodomizando a su esclavo, hasta que finalmente se cuerpo comenzó a sentir espasmos.

-          ¡Me corro!- exclamó Soraya mientras notaba como su sexo comenzaba a soltar una gran cantidad de fluidos.

-          ¡Yo también!- gimió Esther que tenían la espalda en el suelo, los puños cerrados y una expresión de placer que a Soraya le encantaba ver.

David al oír que las dos mujeres que lo estaban usando sexualmente habían llegado al orgasmo comenzó a masturbarse con más intensidad, hasta que finalmente un chorro blanco salió a presión de su pene para darle el mayor orgasmo que había sentido en su vida, la polla del muchacho siguió convulsionando durante unos deliciosos segundos en los que tuvo un total de 11 espasmos, soltando semen en los seis primeros.

Pero una vez desapareció el placer el dolor regresó todo de golpe, sintió como de su culo salía a toda velocidad el arnés haciéndole gritar de dolor, el dolor tanto de sus pezones como se sus maltratados huevos también volvió con muchas más intensidad y comenzó a sentir como las piernas de Esther se aflojaban de su cuello para alejarle de la dulce vagina de la chilena, de todos modos David no perdió tiempo en darse la vuelta y arrodillarse ante su Ama y tía.

-          Muchas gracias por este orgasmo que ha dado a su putita mi Ama- dijo el sumiso besando los pies de su Ama.

-          Muy bien perro, ahora lame lo que has ensuciado del suelo mientras voy cogiendo los artículos que voy a comprar- dijo la mujer mientras se quitaba el arnés y se ponía el vestido que había llevado aquella noche.

Las tres mujeres salieron contentas de la sala, dejando al sumiso lamiendo del suelo el esperma que acababa de derramar, Soraya porque cada día disfrutaba más de la sumisión de su dócil sobrino, Sandra y Esther contentas porque su amiga estuviese compartiendo a su esclavo con ellas y Daniela, la dependienta, porque veía en Soraya y sus amigas tres potenciales clientas.

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias.