El engaño de Tía Soraya
Soraya enfadada al ver que su sobrino se ha corrido en sus bragas decide darle un escarmiento...
Soraya abrió los ojos perezosa y miró su reloj de pared, ya eran las 10 de la mañana. Por suerte era lunes y acostumbraba a tomarse aquellos días libres en el centro comercial en el que trabajaba. Destetaba su empleo, era muy estresante y a además tenía que dedicar muchas horas, su función era el marketing, asesorando a los gerentes de cada sección sobre el modo correcto de colocar sus productos.
- Ya verás como recibo alguna llamada con problemas del trabajo- le dijo a su reflejo cuando estaba frente al espejo.
La mujer que estaba al otro lado lucía una larga melena de pelo largo, negro y un poco enmarañado, una piel clara, un rostro suave y unos ojos castaños que aún lograban hacer titubear a muchos hombres pese a haber pasado ya de los 40 años. Normalmente se sentía bastante atractiva, pero debía reconocer que cuando se levantaba tenía un aspecto lamentable.
Lo primero que hizo fue poner un poco de en orden su casa, comenzando por el salón, que estaba hecho un desastre. La noche anterior un par de amigas se habían quedado hasta tarde tomando unas copas. Soraya estaba un poco preocupada por ellas, ya que las dos en aquel momento debían de estar trabajando si no las habían despedido ya por llegar un tanto perjudicadas.
Una vez dejó el salón como los chorros del oro fue a la cocina para fregar todos los vasos que ella y sus dos amigas habían manchado la noche anterior, pero allí se encontró con que la lavadora estaba a rebosar, así que comenzó a prepararla para iniciar un inesperado día de colada.
La mujer se echó las manos a la cabeza cuando vio que la lavadora no funcionaba con la eficiencia a la que la tenía acostumbrada. Visto aquello se puso a sacar prendas de ropa tirándolas sobre el suelo. No era ninguna experta en las reparaciones de aquel electrodoméstico, pero alguna vez ya le había pasado que una prenda había obstruido el tambor. Confiaba y deseaba que fuese un problema sin importancia, pero no lo llegó a descubrirlo, algo atrajo su atención.
Unas braguitas, unas braguitas suyas, de color rojo y bastante provocativas, concretamente las que usaba cuando quería acostarse con algún hombre. Aquella prenda tenía la cualidad de hacer que se sintiese más segura y en consecuencia lograr seducir a sus objetivos más que con ninguna otra prenda íntima, pero no era la braguita en si lo que la retuvo, sino la sensación pringosa que tuvo al cogerlas. Era semen, estaba segura de que era semen y también estaba segura de su propietario, su sobrino David.
David había sido el único hombre que había entrado, para desgracia de Soraya, en su casa en las últimas dos semanas, y el muchacho perfectamente podía haber eyaculado sobre sus bragas de la suerte la tarde del sábado, en la que dejó al muchacho solo en su casa para que se encargase de montarla el ventilador. No era una tarea complicada, pero el chico había insistido, en aquel momento Soraya comprendió el porque.
Furiosa fue a su habitación a vestirse para salir directamente a la casa de su hermana, y madre de David, para hablarle sobre la obscena conducta de su sobrino. Se puso el vestido rojo, unas medias negras, unos zapatos de poco tacón y metió sus braguitas mojadas en semen en una bolsa de plástico.
Hizo bramar a su pequeño coche blanco y salió a toda velocidad. No estaba segura de pillar a su hermana en casa, pero no la importaba, si no estaba allí la esperaría.
Su hermana María vivía en un apartamento pequeño junto a su hijo, se había divorciado de su marido un par de años atrás, cosa que a Soraya le había parecido muy bien, nunca había soportado la aptitud arrogante de su ex-marido.
La mujer aparcó en la primera plaza que encontró, pese a estar un poco lejos de la vivienda de su hermana, pero su enfado hizo que sus piernas no notasen que había aparcado a casi un kilómetro de su objetivo final.
Cuando llegó a la puerta de la casa tocó el timbre frenéticamente una y otra vez, la mujer tenía llaves, pero siempre prefería ser recibida por alguien y no entrar sin avisar. Pero al ver que no iba nadie a recibirla optó por pasar y esperar allí a su hermana para hablar con ella, o a su sobrino para ponerle a caldo.
Como vio que el enfado no se la pasaba decidió ir al frigorífico para tomar algo de agua, tratar de serenarse y pensar con calma. No quería que su hermana pensase que estaba exagerando con todo aquello. Soraya no consideraba estar exagerando, no era la primera vez que se encontraba con semen en su ropa intima, ya le había ocurrido en más de una ocasión, pero nunca había sido capaz de vislumbrar al culpable con tanta seguridad. Se sentó en el sofá del salón y se puso a esperar.
Esperó durante casi una hora pensando en lo que diría, pero por allí no apareció absolutamente nadie. Soraya comenzó a pasear por la casa, era una casa pequeña, tan solo contaba con una par de dormitorios un baño, una cocina y el salón. La mujer recorría el pasillo con el teléfono móvil en la mano, si no podía ver a su hermana la llamaría, pero desterró aquella idea de su cabeza cuando vio la puerta de la habitación del pervertido de su sobrino, abierta y su ordenador portátil sobre la cama.
La mujer con una sonrisa malévola comenzó a abrir el portátil de David. Si él se corría en sus braguitas ella también violaría la intimidad del joven. Lo primero que se encontró como salvapantallas fue una mujer despampanante, totalmente desnuda, con unos senos más que sobresalientes.
- Me lo habría imaginado antes de encontrarme el semen- comentó Soraya mientras abría el internet, la sorprendió la celeridad que el buscador de internet apareció en pantalla, la conexión que tenía en su casa era mucho más lenta, pero no tenía tiempo que perder, tenía que abrir el historial para conocer en los sitios porno que entraba su sobrino y así descubrir la clase de cosas que pensaba mientras descargaba su esperma sobre sus delicada y cara ropa interior.
Soraya quedó sorprendida cuando vio la cantidad de tiempo que le dedicaba al porno su David y que aún así lograse sacar tan buenas notas en la facultad, su hermana siempre estaba presumiendo de las buenísimas notas que había sacado el chico durante el primer año de carrera y esperaba que siguiese así en el segundo.
La mujer fue leyendo los sitios uno por uno y sonrió ampliamente cuando vio que todos tenían algo en común. En todos y cada uno de los ellos aparecían palabras o siglas relacionadas con la dominación, en su mayoría Femdom y BDSM. Aquella era una noticia que no esperaba, pero que le agradaba. A Soraya también le gustaba y alguna vez la había practicado con algún hombre, pero su sonrisa se hizo aún más amplia cuando se percató de que su sobrino acostumbraba a entrar a una chat de dominación y al parecer llevaba una semana usando el mismo nic, aquello le hizo soltar una carcajada mientras sacaba de su bolso una libreta y comenzaba a apuntar la dirección completa.
Después de asegurarse de que dejar todo tal y como lo había encontrado en la casa se marchó en dirección a su hogar, era lunes lo que quería decir que su sobrino aquella noche se conectaría con su clásico apodo de cerdito-joven.
Soraya esperó ansiosa las 10 de la noche, incluso rechazó un par de planes de sus amigas con la escusa de que no había dormido bien y que tenía que descansar para ir a trabajar al día siguiente en condiciones óptimas. Pero desde luego aquella noche en lo último que pensaba era en irse a dormir.
A las 10 en punto entró en el chat con un nombre provocativo, con el que estaba segura de que lograría que su sobrino fuese el primero en hablarla; AMADEJOVEN. La mujer después de ponérselo miró a ver si David estaba conectado y sonrió con amplitud cuando se encontró a cerdito-joven en línea.
Tuvo que recibir y eliminar cerca de una docena de invitaciones a conversar antes de que David se decidiese a interesarse por ella.
- Buenas noches Señora- fue lo primero que escribió el joven, lo que a Soraya le sorprendió nunca había escuchado a su sobrino tan educado con nadie.
- Nombre y edad- escribió después de dejar pasar unos segundos.
- Me llamo David y tengo 19 años, Señora- puso cerdito-joven.
Los dos primeros datos son ciertos, eso está bien, pensó para sí Soraya.
- Parece que estás bien educado cerdito, dime como eres físicamente- ordenó la mujer, recibió la respuesta escasos 30 segundos más tarde.
- Mido 175 peso 68 kilos tengo la piel clara, el pelo castaño claro cortado a tazón, los ojos de color marón y estoy depilado Señora.
- Por ahora no mientes, estoy segura de que eres tú, sobrinito- dijo la mujer con una sonrisa en la boca- ¿Qué esperas de un Ama?- escribió la mujer.
- Deseo una mujer que me trate con dureza y a la que poder adorar- escribió David en un abrir y cerrar de ojos.
- Yo estoy buscando algún jovencito que me adore, pero no sé, quizás seas demasiado joven- escribió la mujer sabiendo de las ansias de David.
- Yo estoy dispuesto a todo Señora- escribió rápidamente, temiendo que pudiese perder interés por él.
- Ya estás en la red Davicito, ahora solo queda sacarte del agua- dijo mientras escribía lo siguiente- Eso ya me lo han dicho muchas veces, y luego se echan atrás sobre todo los jóvenes.
- Deme una oportunidad se lo ruego Señora.- escribió una par de segundos después de que Soraya mandase su frase.
La mujer sonrió y se levantó de su asiento para ir a prepararse un café, ya lo tenía entregado a ella, y estaba segura de que estaba sufriendo esperando la respuesta de su ansiada Ama. Después de unos minutos regresó a su asiento y le pasó la dirección de correo electrónico que se había creado aquella misma tarde, para después escribirle que si tenía valor la agregase y sabría lo que es estar bajo los pies de una mujer. Antes de mandarle el mensaje recibió la invitación de su sobrino en su nuevo correo.
- Espero que tengas una web cam, porque como no es así nuestra relación acaba aquí- le escribió la mujer como primer mensaje, sabía perfectamente que su portátil contaba con una cam.
David no respondió con palabras, sino con hechos, ofreciendo a la Soraya una videollamada, que la mujer aceptó después de que diese 4 tonos.
Efectivamente allí estaba su sobrino, sentado sobre la cama, con las piernas cruzadas y desnudo de cintura para arriba, mostrando un cuerpo firme y unas abdominales ligeramente definidas.
- ¿Usted no tiene cámara, Ama?- preguntó el chico al ver que la imagen de su nueva dominatrix no aparecía.
- De momento de vas a conformarte solo con oírme perro- dijo la mujer a través de su micrófono sin miedo alguno a que su sobrino le reconociese la voz, era muy improbable apenas hablaban por teléfono y la voz a través del micrófono cambiaba bastante.
- Sí Ama- dijo el chico algo intimidado, pero sin replicar por el trato que le estaba dando la misteriosa mujer.
- ¿Qué coño haces sobre la cama, perro estúpido? Tu sitio es el suelo, quiero verte en el suelo desnudo y de rodillas para tu Ama- ordenó sin ninguna piedad, ahora que tenía a su sobrino en sus manos pensaba divertirse con él y ver hasta donde estaba dispuesto a llegar.
Soraya vio la imagen moverse con violencia durante unos segundos en los que su sobrino cambió la posición del portátil, de la cama al frio y duro suelo donde después de quitarse toda la ropa se arrodilló.
- Veo que estás empalmado como un perro en celo- dijo Soraya al ver la erección de David. Contemplar su escaso pene de algo más de 10 centímetros la desilusionó un poco, contaba con que David tuviese un miembro algo más grande que aquel, pero no importaba- ¿Te parece bien estar así ante un Ama?
- Lo siento Ama- se disculpó el muchacho humildemente.
- Sentirlo no es suficiente hijo de puta- dijo Soraya usando un tono aun más autoritario- date un buen manotazo en los huevos y procura que sea fuerte o tendrás que darte 10 más.
- Sí Ama.
Soraya deslizó su mano entre sus pierna y comenzó a acariciarse el clítoris mientras veía como su sobrino de 19 años separaba las piernas tembloroso, dejando colgando sus testículos, para después de respirar un par de veces profundamente golpeárselos con la palma de la mano con una violencia que ni la mujer esperaba. El muchacho cayó hacia delante y Soraya escuchó perfectamente su gruñido de dolor, lo que por alguna razón le excitó y le dejó sin palabras por unos segundos, por suerte recuperó las ganas de hablar antes que su sobrino.
- Está bien para comenzar, pero en cuanto tenga tus pelotas en mi poder la que te acabas de dar te parecerá una caricia en comparación- dijo la mujer fríamente- pero aún te queda pasar un par de pruebas para ser definitivamente mi esclavo, ¿estás dispuesto a seguir?- le preguntó.
- Sí Ama- dijo en un tono de voz un poco más bajo, aún no se había recuperado del soberbio golpe en su masculinidad.
- ¿Vives solo cerdito-David?- le preguntó la mujer.
- No Ama, vivo con mi madre.
- ¿Te pruebas sus bragas?- le preguntó Soraya, curiosa de conocer todas las perversiones de su sobrino.
- Sí Ama, cuando no está.
- Eres un puto cerdo maricón ¿verdad?- le preguntó no sabía porque, pero cada vez le estaba gustando más humillar así a su sobrino.
- Sí Ama.
- Quiero oírtelo decir bien alto- dijo la mujer.
- Soy un puto cerdo maricón- gritó lo que sorprendió a Soraya.
- ¿No temes que tu madre te oiga decir esas cosa, mi putita?- le preguntó sin poder disimular su sonrisa.
- No Ama, ella está durmiendo, y tiene un sueño muy profundo.- a Soraya le sorprendió un poco que su hermana se acostase tan pronto, pero podía ser verdad, su hermana era médico de urgencias y tenía unos horarios muy flexible.
- Muy bien- dijo y soltó una carcajada- a ver si es cierto. Ahora vas a salir tan cual estás, vas a buscar unas braguitas y un sujetador de tu madre, te los vas a poner y te vas a sacar una foto con ellas puestas. Una vez así vestido entrarás en la habitación de tu madre y le cogerás una barra de labios para pintarte los labio y ponerte en la tripa “soy la perra de mi Ama” quiero otra foto contigo así. ¿Te atreves o lo dejamos aquí?- preguntó estando casi segura de la aceptación de su sobrino.
- Me atrevo Ama- dijo el muchacho levantándose del suelo de un brinco totalmente desnudo.
David sintió como su corazón latía con fuerza y a un ritmo rápido, nunca se había sentido tan excitado como en aquel momento, no sabía el motivo, pero escuchar a aquella mujer tratándolo con esa dureza hacía que su cuerpo actuase por su cuenta y no tuviese otra opción que obedecer.
El muchacho salió de la habitación de puntillas con la cámara de fotos colgándole del cuello. Dejó la puerta abierta, era cierto que el sueño de su madre era profundo, pero no quería arriesgarse a despertarla si no era necesario.
Moviéndose todo lo rápido y sigilosamente que pudo fue a la lavadora, ya era suficientemente arriesgado tener que entrar a la habitación de su madre para cogerla una barra de labios, como para también tener que sustraerla un conjunto de ropa interior. Tan pronto lo tuvo fue a la habitación de su madre, giró el pomo de la puerta despacio y respiró aliviado cuando escuchó su respiración tranquila y regular.
Conocía a la perfección la ubicación de los muebles de la habitación en la que acababa de irrumpir y si a eso le sumábamos que su madre era una mujer muy ordenada, las posibilidades de éxito en aquella pervertida misión aumentaban de un modo considerable.
Gateando con sumo cuidado el muchacho se acercó al tocador en el que su madre solía maquillarse. Pasó la mano por encima de él muy despacio, sintió entre sus dedos la laca de uñas, el rizador de pestañas, peines, su neceser… hasta que finalmente sus manos rozaron el cilíndrico objeto deseado por David, la barra de labios.
Con una sonrisa de triunfo apretó el pintalabios con la mano derecha y salió por donde había entrado sin hacer el más mínimo ruido y cerrando la puerta a sus espaldas con la mayor de las delicadezas.
Entró en el cuarto de baño y cerró con el pestillo, para comenzar a realizarse las fotos. Con las braguitas no hubo ningún problema, alguna vez ya se las había cuando estaba solo en casa y era una sensación que le gustaba, pero nunca se había puesto un sujetador y le costó un poco hasta que por fin logró abrocharlo a su espalda.
Ver su reflejo en el espejo le provocó una rápida erección. Aquello era lo que tanto anhelaba, ser sometido y humillado por una mujer. Desde hacía años aquello era con lo único que se masturbaba, pero nunca había encontrado una mujer que tuviese las cosas tan claras como la que estaba al otro lado del ordenador. A David no le importaba nada, ni su edad, ni como era… tan solo quería una mujer dominante que lo tratase con la dureza que ella desease. El muchacho al ver que la erección se mantenía después de unos segundos decidió abrir las piernas lentamente y darse otro golpetazo sobre sus testículos, ante lo que volvió a gemir de dolor, pero consiguió lo que se proponía, la erección desapareció.
Disparó la primera foto después de dejar la cámara sobre el lavabo y dar unos cuantos pasos hacia atrás, había dejado cinco segundos de retardo para que lanzase la foto sola, y sus cálculos no habían fallado, en la pantalla se le veía a él, vestido con la ropa interior blanca de su madre, ropa que le quedaba muy prieta, lo que hacía que su estampa fuese aún más ridícula.
Una vez satisfecho con su primera instantánea comenzó a escribir sobre su estómago lo que su Ama le había ordenado “soy la perra de mi Ama”. El chico lo escribió en tres líneas, para que todas las letras de pudiesen leer con claridad y la mujer a la que obedecía no criticase su incompetencia. Una vez estuvo escrito repitió la operación, consiguiendo un resultado tan bueno como el anterior.
El muchacho dudó en limpiarse el lápiz de labios antes de salir ante su Ama de nuevo, pero lo pensó mejor y prefirió dirigirse a su habitación lo antes posible para no hacer esperar a la dominante mujer.
Sin tomar ninguna precaución caminó hacia su habitación, desde el baño hasta allí tan solo había unos escasos pasos y no tenía que pasar cerca de la habitación de su madre.
- Ya hice las fotos, Ama- dijo el chico dócilmente, ante lo que Soraya al otro lado sonrió.
- Has tardado perro, si me agrada el resultado voy a tener que enseñarte a obedecer más rápido- dijo con tono duro.
- Lo siento Ama- dijo el muchacho arrepentido, aunque el consideraba que había sido bastante rápido.
Soraya en apenas tres minutos tuvo en su ordenador las fotos de su sobrino vestido con la ropa interior de su madre y con la inscripción que ella había ordenado, el primer impulso que tuvo fue el de reír, pero logró aguantarlo debía mantener su aptitud dura con él que por lo que había visto era lo que le gustaba.
- Voy a divertirme mucho contigo perro, desde el día de hoy eres mi esclavo- dijo la mujer con dureza.
- Sí mi Ama, será un honor para mí poder servirla.
- Ahora estás en mis manos, y podré hacer contigo lo que se me antoje- dijo Soraya con una sonrisa mientras observaba las dos fotografías de su sobrino, pensando en todo lo que iba a hacerle.
Continuará…
Agradeceré comentarios y sugerencias con respecto al relato.