El engaño de Tía Soraya 2

Después de casi una semana sin mantener contacto con su sobrino-esclavo, Soraya decide darle una sesión que no olvidará

Soraya se sentó ante su ordenador nada más regresó de trabajar, había pasado casi una semana desde que había conseguido esclavizar a su sobrino, pero no tenía ninguna intención de desvelar su identidad ante él por el momento. Seguramente en otras circunstancias ya habría concertado una cita con él, pero al ver lo sometido que estaba a ella decidió esperar.

Desde el día en que lo sometió por primera vez por la cam no había vuelto a hablar con él. Tan solo le había mando un correo para informarle de que si durante los siguientes días la mandaba cosas que la pudiesen agradar le daría una sesión real aquel domingo.

La mujer no pudo creerse lo efectivas que fueron sus palabras. Desde el martes al sábado su sobrino le había mandado más de 10 paginas escritas de lo que le gustaba, lo que no, con lo que fantaseaba, incluso muchos datos de su vida personal. Soraya sonería siempre que leía algún dato interesante, nunca habría imaginado que su sobrino se pudiese entregar así. Aparte de lo escrito también había recibido más de 20 fotografías en las que el joven parecía desnudo, vestido con ropa interior, maquillado…

Ahora era el turno de Soraya, de cumplir con su palabra.

David se despertó aquella mañana con el incesante cantar de los pájaros. Estaba bastante deprimido, llevaba muchos días ya sin contacto alguno con la dominante mujer que lo había sometido días atrás, y aún habiéndola tratado de informar de cómo era él  en todos los aspectos la mujer parecía no dar señales de vida, de todos modos el muchacho estaba dispuesto a seguir esperándola.

Como hacía todas las mañanas, la primera acción del día era encender su ordenador para mirar su correo. Los dos días después del primer contacto con su Ama el corazón del muchacho latía con fuerza deseoso de encontrar alguna nueva orden de la mujer, pero a partir del tercero la sensación se fue diluyendo. Todas las noches de 10 a 2 de la madrugada se las pasaba conectado esperando que su Ama hiciese lo mismo, pero todas las noches se acostaba como si le faltase algo cuando caía dormido sin ser sometido. Aquella mañana para no variar no hubo ningún correo en su cuenta, con lo que se dirigió a la ducha para tratar de relajarse.

Después de darse la ducha el muchacho desayunó un poco y se sentó en su escritorio. Era cierto que ya había terminado el curso, pero no podía relajarse, de lo contrario sus sobresalientes notas se verían afectadas y su madre se sentiría decepcionada con él. Normalmente acostumbraba a ir a estudiar junto a sus amigos, pero todos se habían marchado a la playa hacía unos pocos días. David había preferido no acompañarles deseoso de recibir una sesión de sumisión a los pies de su Ama, aunque en aquel momento no veía aquella posibilidad demasiado viable, ya que le había prometido que se la daría el domingo si estaba satisfecho con su sumisión, pero al parecer no estaba dando la talla.

Tras un par de horas de repasar las lecciones que había dado en el curso anterior el muchacho se levantó y fue al frigorífico para tomar algo que le hiciese refrescarse, hacía muchísimo calor.

-          ¿David estás en casa?- le preguntó la voz de su madre.

-          Sí, estoy en la cocina- dijo el muchacho en voz bien alta para ser oído.

-          Hay una carta para ti- le informó y el muchacho salió con a su encuentro.

La madre de David era una mujer de mediana estatura, piel clara, pelo no muy largo de color castaño claro. Su cuerpo se mantenía bastante bien pese a haber pasado ya los 45 años.

-          ¿De quien es?- preguntó el muchacho mientras cogía la carta de manos de su madre.

-          No tengo idea, no viene remitente- respondió en lo que se quitaba las gafas para secarse los ojos, estaba sudando mucho- me voy a dar una ducha.

David abrió la carta rápidamente cuando su madre se marchó, en su interior había un papel tipo postal en tamaño cuartilla. Aquello era algo muy poco habitual, pero David lo comprendió todo cuando vio la imagen de él mismo totalmente desnudo con los labios pintados de color rojo intenso, sin duda era de su Ama. Asegurándose de que su madre había entrado ya en la ducha dio la vuelta a la foto y se encontró con el mensaje de su Dueña.

Espero que tu madre no acostumbre a abrirte el correo, si no vas a tener que explicarla muchas cosas, jejeje. Me han complacido tus cualidades como sumiso así que he decidido darte una sesión, será esta noche te espero a las nueve de la noche en el hotel, habitación 506.

El muchacho sintió una gran alegría al ver que su Ama por fin iba a tener un contacto real con él, pero la ansiedad no tardó en apoderarse de él cuando vio que no figuraba el hotel en el que tenía que encontrarse con su Ama. Por suerte mantuvo la cabeza fría un par de segundos más y encontró la tarjeta del lugar de la cita dentro del sobre.

Soraya acabó de trabajar aquel domingo a las tres de la tarde, los domingos que abrían el centro comercial en el que trabajaba (casi todos) acostumbraba a tan solo trabajar por la mañana, a veces para acumular horas extra y que su salario se incrementase se quedaba también por la tarde, pero aquella tarde no tenía intención de quedarse allí aunque le ofrecieran todas las horas extras del mundo. Estaba convencida de que su carta había llegado ya a manos de su sobrino, ya que en un pequeño descanso que se había tomado en su oficina había curioseado su correo encontrando una carta de agradecimiento de su sobrino-sumiso.

La mujer estuvo esperando a las compañeras con las que mejor se llevaba en la sala de descanso, tomando un café de máquina. Sandra y Esther no tardaron en presentarse. Las dos eran cajeras, Sandra, más próxima a su edad cerca de los 40 años, de mediana estatura, piel clara, pelo largo y negro y bastante delgada. Esther por su parte era un poco más alta que su compañera, más joven no llegaba a los 30 y lucía una piel mucho más morena debido a su procedencia, era chilena e increíblemente tímida, seguramente por eso la única amistad que tenía era Sandra, que había sido la que la había enseñado en sus primeros días de trabajo. Soraya no comprendía la timidez de la mujer, era una chica joven, guapa y una vez se la conocía muy simpática, aparte de contar un par de senos que hacía que casi todos los hombres que pasaban por su caja mirasen algo más debajo de lo que deberían.

-          Vamos chicas- les dijo cuando las vio aparecer, mientras tiraba el vaso desechable de su café- tengo muchas cosas que hacer hoy.

-          ¿De verdad?- preguntó Sandra- ¿Tenemos algún plan salvaje para esta noche?

-          No sé vosotras, yo desde luego hoy con vosotras no puedo quedar- dijo la mujer- tengo una cita.

Aquella revelación hizo que las dos mujeres se interesasen vivamente por su vida personal. Soraya tan solo las contó lo que iba a hacer aquella noche agrandes rasgos, las dijo que había quedado con un chico por internet, para verse en un hotel y tener sexo. La mujer confiaba en las dos, y sabía que lo que las contase no saldría de allí. Sandra se interesó por como era él, la interrogada la contestó que no estaba muy segura, pero que tenía 19 años, con lo que debía de estar repleto de energía. Las dos estaban solteras y sabía que contarlas aquello las hacía ponerse los dientes largos.

Soraya llegó a su casa después de media hora en las que sus amigas no pararon de insistirla en que se divirtiese mucho con su jovencito. La mujer no paraba de reír solo de pensarlo, divertirse iba a divertirse mucho, pero de un modo muy diferente al que ellas imaginaban.

La cita de aquella noche no la tenía demasiado nerviosa, por primera vez en mucho tiempo no estaba nerviosa en una primera cita, siempre la asaltaba alguna duda sobre algo, su físico, no ser lo suficientemente inteligente para su pareja, ser un poco aburrida, su edad… pero en aquella ocasión nada la perturbó. Tenía la sartén por el mango, estaba totalmente convencida de que los nervios de aquella noche los tenía todos su sobrino, que no sabía lo que le esperaba. Ella podía comportarse como la pareciese y estaba convencida de que David la seguiría adorando y venerando.

La mujer se presentó en el hotel a las ocho en punto de la tarde, después de dejar su coche aparcado en el aparcamiento subterráneo del edificio, sabía que por allí David no iba a pasar ya que el joven no tenía coche, lo más seguro era que se desplazase año con algún amigo o en transporte público. Habló durante unos minutos con la recepcionista del hotel para explicarla que cuando llegase su acompañante lo dejase pasar, aunque no le diese la llave de la habitación, ella se ocuparía de recibirlo como se merecía.

Una vez en la habitación y después de dejar la maletita de viaje en el suelo se tumbó sobre la cama grande de matrimonio. Era una habitación bastante iluminada, que contaba con un gran par de ventanas que más adelante se encargaría de cerrar.

David llegó al hotel 20 minutos antes de la cita, le había dicho a su madre que pasaría la noche fuera con unos amigos para que no se preocupase por él. Miró su cartera, tan solo le quedaban 20 euros, el taxi que había tomado para que le llevase al hotel le había salido un poco más caro de lo que había estimado, pero estaba seguro de que iba a ser un buena inversión. Todo fuese por el primer contacto real con un Ama.

-          Buenas tardes- saludó a la recepcionista- he quedado con una mujer en la habitación 506.

-          Sí, puede ir subiendo, la mujer ha llegado hace un rato, me dijo que ella se ocuparía de recibirle.

-          ¿Me puede decir como es?- preguntó ansioso por conocer algún detalle de su Ama.

-          Imposible, lo siento, me dijo que tendría que esperar.

David se dirigió rápidamente a la habitación 506 ansiosos por sentir el control de su Ama. En el ascensor no paró de moviese hasta que este se detuvo en el 5º piso, del que salió rápidamente, presentándose en la puerta numero 6. Pero no llamó. En el pomo de la puerta había un sobre como el que había recibido aquella mañana y ponía su nombre en letras bien grandes. El  muchacho lo abrió.

Si estás leyendo esto es que te has atrevido a ponerte a mis pies por fin. Pero no te va a ser tan fácil, lo primero que tienes que hacer es desnudarte ahí mismo y ponerte la venda que he dejado detrás de la maceta que hay a tu derecha. Cuando hayas cumplido con eso llama al timbre y te recibiré.

David rápidamente buscó la venda, encontrando una tira de tela negra muy opaca, estaba seguro de que con ella no vería nada, pero conocer a su Ama era mucho más importante que aquella pequeñez. Una vez con la venda en las manos se desnudó en pocos segundo, viendo que su pene estaba mucho más pequeño de lo habitual, al parecer el nerviosismo estaba ganando a la excitación. Una vez desnudo y vendado pulsó el timbre de la habitación.

Soraya al oírlo miró por la mirilla, allí estaba su sobrino, totalmente desnudo y con la venda puesta, tal y como había ordenado. Lentamente abrió la puerta y lo miro de arriba abajo, un cuerpo joven, totalmente depilado con un miembro que causaría decepción en la mayor parte de las mujeres después de contemplar su cuerpo ligeramente musculado y su cara bonita.

-          ¿Es usted Ama?- preguntó el muchacho con voz temerosa. Soraya se acercó lentamente a él y le agarró su pequeña polla con el dedo pulgar e índice.

-          Soy yo perro desgraciado- le dijo susurrándole al oído, de aquella forma aún no la reconocería, tiró de su miembro hasta meterlo dentro de la habitación  junto a ella- Te aviso que como te resistas a cualquier cosa que quiera hacerte no me volverás a ver o sentir en tu puta vida ¿está claro?

-          Sí Ama, seré un buen esclavo.

-          Muy bien, así me gusta- dijo susurrándole al oído para después darle un fuerte mordisco en el lóbulo de la oreja que le hizo gemir de dolor.

Soraya lo primero que hizo fue esposarle las manos mediante unas esposas que había comprado en un sex-shop el día siguiente de la primera sesión con su sobrino. La mujer vio en el rostro del muchacho algo de duda al escuchar el clic que definitivamente le inutilizaba los brazos. Pero la mujer le habló de nuevo en susurros antes de que el muchacho comenzase a pensar en su delicada situación.

-          Ponte de rodillas perro y espera un momento- el muchacho al oírlo clavó sus rodillas en el suelo con la cabeza gacha.

La mujer caminó lentamente hasta la puerta y la abrió para meter la ropa de su esclavo dentro. Se había presentado allí con sus mejores galas, vestido con un traje negro y unos zapatos marrones que tenían la pinta de ser bastante caros.

Soraya dejó la ropa tirada por el suelo y extrajo el móvil del sumiso. Rápidamente lo abrió y sacó la tarjeta, para a continuación meterlo en un teléfono móvil que había llevado de casa para seguir aumentando la dominación sobre su esclavo. La mujer se sorprendió cuando después de hacerle esperar unos minutos, el tiempo en el que copiaba todos los números del teléfono de su sobrino en el suyo, el muchacho no movió ni un músculo.

Después de terminar con aquella cuestión la mujer decidió desnudarse por completo, sin vergüenza alguna, él no podía verla. Y se acercó lentamente hasta su esclavo que permanecía arrodillado.

Soraya miró su estampa en el espejo que tenía delante, estaba totalmente desnuda, su cuerpo tenía la piel especialmente clara en sus pequeños pechos, ambos firmes y de pezones pequeños y rosados, y en su sexo, que estaba adornado por una gran cantidad de pelos. Realmente parecía muy poderosa con su sobrino delante arrodillado y totalmente expuesto a sus deseos.

-          ¿Te hice esperar mucho?- le susurró mientras restregaba sus pechos por la espalda del muchacho, y su coño con pelos por su culo.

-          No Ama- respondió el muchacho con la voz entrecortada, al perecer no esperaba aquello.

-          Parece que te estás excitando- comentó en voz baja mientras cogía el pene ligeramente erecto del chico con dos dedos y comenzaba a subir y bajar la piel que cubría su glande una y otra vez- ¿Te has masturbado desde el último día que hablamos, trozo de mierda?

-          No Ama- dijo el muchacho- solo lo haré cuando tenga su permiso.

-          Parece que no mientes- comentó agarrando los testículos de David  con la otra mano, lo sentía entre sus dedos realmente hinchado- si cumples con mis expectativas podrás correrte- le dijo con lo que una ligera sonrisa apareció en el rostro del muchacho, aquello era mucho más de lo que había esperado para una primera sesión.

La mujer se alejó del chico de nuevo para hurgar en la bolsa que había llevado al hotel, de ella sacó un collar de perro y una correa, había tenido mascota en otras época y la mujer había decidido usarlo para su primera sesión con su sobrino. Era un collar de cuero negro, con pinchos y que se ajustó perfectamente al cuello del sumiso, que no intentó nada por evitarlo. Una vez le puso la cadena tiró de él haciéndole caer al suelo. David al verse así trató de levantarse pero dejó te intentarlo cuando sintió uno de los pies de su Ama en la cara.

Soraya pasó su pie derecha por el rostro de su sobrino y sin que le diese orden alguna este comenzó a tratar de lamerlo. A la mujer la agradó aquella reacción, era algo realmente delicioso sentir la lengua de un hombre lamiéndola entre los dedos de sus pies, la gustó tanto que decidió ir un poco más allá metiéndole en pie en la boca. Era sorprendente lo elástica que podía llegar a ser la boca de su sobrino, pudo meter sin problemas todos sus dedos y no paró de empujar hasta que sintió que tocaba su garganta con los dedos. Soraya permaneció así durante unos segundos hasta que el rostro de David comenzó a tornarse rojo, entonces se arrodilló junto a él para volver a susurrarle.

-          Te ha gustado ¿Verdad perro asqueroso?- le preguntó

-          Sí Ama, sus pies saben muy bien- dijo entre jadeos tratando recuperar resuello.

-          ¿Qué parte de tu Ama te gustaría lamer?- le preguntó.

-          La que usted desee ofrecerme Ama- dijo sorprendiendo a la mujer, sin duda la disciplina de su sobrino le sorprendía cada vez más.

-          Te estoy dejando elegir inútil- le dijo después de propinarle un fuerte codazo en el estómago- no desprecies la generosidad de tu Ama- David se quedó sin respiración unos segundo, pero cuando se recuperó mínimamente contestó.

-          Me gustaría poder lamer su vagina Ama, y poder hacerla sentir bien- dijo  y Soraya sonrió para ponerse sobre el pecho de su sumiso.

-          Muy bien esclavo, espero que tu puta lengua sirva para algo- le susurró para a continuación apoyar todo su sexo sobre el rostro de su sobrino.

Soraya se aseguró de que el muchacho apenas pudiese respirar, así estaba seguro de que se afanaría mucho más en hacer correctamente su trabajo. La lengua de David era más experta de lo que la mujer se había atrevido a predecir. Consideraba a su sobrino como un chico inexperto, pero a juzgar por lo profundo que metía su lengua aquel no era el primer coño que chupaba.

Soraya levantaba su coño de la boca del muchacho cada vez que sentía como la energía de este se diluía, pero tan solo por un instante para que cogiese otra bocanada de aire. Tras unos pocos minutos la mujer comenzó a sentirme más y más caliente con lo que espoleó a su lamedor tirando con energía de la cadena o tirándole de los pezones con fuerza. Aquello fue una revelación para la Dominante, que al ver que el dolor mejoraba el rendimiento de su esclavo echó su espalda hacia atrás hasta que sintió que podía coger el torso de su sumiso con las manos, primero lo acarició un poco, pero después de eso, y sin que David lo esperase, le clavó la uñas, con lo que el joven gimió de dolor y lamió aún más rápido. En escasos segundos la mujer soltó todos sus fluidos sobre la cara del muchacho repartiéndoselos, moviendo su sexo desde la barbilla de David hasta la nariz, no quería desplazar la venda y que descubriese su identidad.

-          ¿Te gusta el sabor de mi vagina, esclavo?- le preguntó volviendo a los susurros.

-          Sí mi Ama, sabe usted aún mejor de lo que imagine- dijo el muchacho que estaba bastante rojo, la falta de oxigeno se hacía patente en su rostro.

-          Bien esclavo, como has sido bueno conmigo ahora yo seré buena contigo- le anunció susurrándole al oído- pero tienes que ser obediente, separa las piernas- le dijo en tono dulce el muchacho las separó rápidamente. Dejando expuestos su pene y sus testículos.

La mujer apoyó sus nalgas sobre el pecho del sumiso y se inclinó hasta coger la polla del joven con su mano derecha, con la izquierda agarró sus genitales comenzando a acariciarlos. Soraya sentía el pequeño miembro de su sobrino totalmente hinchado y palpitando entre sus dedos, loco de excitación. Los gemidos del sumiso no se hicieron esperar y la Dominante los recibió con una sonrisa, en aquel momento podía pedir a su sobrino lo que desease que él lo cumpliría tan solo por conseguir eyacular.

-          Ama, estoy a punto de correrme- le dijo- ¿Me da su permiso?

-          No- dijo la mujer en un susurro tirando de la piel que cubría el glande mostrando todo su rosado capullo. Soraya sabía que no aguantaría mucho más ya que el líquido pre seminal ya la estaba humedeciendo las manos.

-          Se lo ruego Ama, estoy a punto- dijo el muchacho que sentía un gran placer con su miembro entre las manos de su Ama, nunca había sentido tanto placer.

-          Ya puedes- dijo el voz baja la mujer, pero suficiente para ser escuchada.

La eyaculación fue instantánea, un chorro de líquido blanco salió a prensión del pene del muchacho que inició un gemido de gusto, pero que se convirtió en un grito desgarrador. La Dominante al ver el inicio de la eyaculación del muchacho agarró con violencia sus testículos y los apretó con fuerza y sin ninguna piedad. Eso provocó espasmos en la polla del esclavo que soltó tres chorros de semen más después del inicial, cada uno más pequeño que el anterior. Los gritos del muchacho también se fueron haciendo más agudos conforme pasaban los segundos y no cesó hasta que la presión de la mano de Soraya liberó sus pelotas.

-          ¿Te ha gustado el orgasmo que te ha regalado tu Ama, esclavo?- le preguntó a su oído apoyando su cuerpo sobre el de David.

-          Dolió mucho Ama- dijo el muchacho con la voz entrecortada.

-          Vamos, no seas quejica, lo hice por tu bien, para vaciarlos bien- comentó la mujer satisfecha con lo que había hecho.

-          Gracias Ama- dijo David aún con la voz entrecortada.

-          Así me gusta, que seas agradecido.

Después de aquello Soraya tiró de la correa que ataba a su sobrino el cuello y lo hizo caminar sobre sus rodillas por toda la habitación, primero lo llevó hasta las zonas donde había caído su semen, había sido realmente abundante, con lo que el esclavo tuvo mucho que lamer. Pese a que al principio sintió un poco de asco y trató de negarse los dedos de su Ama en torno a su masculinidad le hicieron cambiar de idea, y lamer con ímpetu todo lo que había manchado.

-          ¿Estaba rico, esclavo?- le preguntó y el muchacho asintió firmemente.

-          Estaba muy rico gracias por la comida Ama- contestó educadamente.

-          Bien, ahora espera ahí, que tu Ama te tienes que hacer otro regalo.

El sumiso se puso tenso al oírlo, el primer regalo que le había dado le había producido mucho dolor, tanto que sus testículos aún estaban resentidos del poderoso apretón. En aquella ocasión la mujer no tardó casi en agarrar el pene del muchacho y comenzar a introducirlo dentro de un dispositivo de castidad. Era un aparatito de plástico transparente en el que el pequeño pene del muchacho entró sin problemas, la mujer antes de cerrarlo definitivamente acaricio las pelotas del sumiso con el candado.

-          ¿Imagino que sabes lo que te he puesto?- dijo la mujer admirando como había logrado hacerse la dueña total de los orgasmos de su sobrino.

-          Un dispositivo de castidad, mi Ama- respondió.

-          Sí, ahora tus orgasmos me pertenecen enteramente y con él estaré segura de que te reservas para mí- dijo dándole un pequeño apretón en sus parte nobles que le hizo torcer el gesto por el dolor- Ahora te voy a quitar las esposas, pero no vas a seguirme, es más no quiero que quites la venda hasta dentro de una hora. Si me entero de que tratas de averiguar cualquier cosa sobre mí o en nuestro próximo encuentro veo en tu dispositivo la más mínima alteración te juro que te dejaré y no volverás a verme en tu miserable vida. ¿está claro escoria?

-          Sí Ama, seré un buen esclavo, se lo aseguro- dijo temeroso tan solo por imaginar la posibilidad de ser abandonado por el Ama que tanto le había costado encontrar.

La mujer tardó 10 minutos en ponerse toda la ropa y liberar a su sobrino de las esposas dejándole desnudo sobre la cama. La mujer no dejó de mirarlo mientras se marchaba para asegurarse de que el joven cumplía su palabra, tal y como había hecho desde que se inició su relación no movió ni un músculo.

Soraya salió con una sonrisa triunfante de la habitación, aquella noche había conseguido más medios aún para tener sometido a David, tanto tiempo como ella desease.

Contuniará…

Agradeceré comentarios y sugerencias.