El Engaño 1

¡Haré lo que sea!— respondió al instante Gustavo reflejando cada vez mas su angustia y desesperación y muy lejos del despotismo y la arrogancia que alguna vez lo caracterizaron.

EL ENGAÑO 1

Una importante compañía de publicidad y asesoría para micro y medianas empresas se encontraba envuelta en los últimos días en una absoluta controversia. El personal permanecía entre las ansias y la incertidumbre todo producto de la espera de una importantísima decisión por parte del dueño de dicha compañía, un señor sobra decirlo asquerosamente rico, ¡sí!, pero ya cansado y enfermo quien en sus buenos tiempos había revolucionado tal negocio pues habiendo ejercido buenos años de su vida como un magnífico empresario era mas que conocedor de lo que estos y las empresas ansiaban conocer para llegar a la senda del triunfo y las jugosas ganancias tal y como el lo había logrado y precisamente su negocio trataba de ello profesional y visualmente.

Esto por que el personal lo formaban nada mas y nada menos que tres bellezas en toda la extensión de la palabra que se encargaban de dividirse la cartera de clientes y sobre todo persuadirlos para que dejen en sus manos su capital de trabajo lo cual significaba considerables ganancias para ambas partes pero mas para el dueño de la compañía.

¿Y quien podía negarse ante el encanto y también profesionalismo de Aceneth, Alejandra y Liliana?; las tres rondaban por los 25 años y habían sido previamente supervisadas y calificadas para su trabajo aunque dicha contratación la lograron gracias a su belleza y casi perfectos cuerpos estéticos. Siendo Liliana una huerita hermosa de cabello ondulado, Alejandra era clara de color pero con un largo cabello lacio que le llegaba hasta los hombros y Aceneth al igual clara de color, cabello lacio y con unos aunque lejanos pero encantadores rasgos orientales.

Otro punto a destacar que contó y mucho para que las tres lograran dicho trabajo fue el ceder aunque ajenas a su voluntad a los chantajes de acostarse con su jefe inmediato el todopoderoso encargado de Recursos Humanos, Gustavo que era como se llamaba el clásico sangrón, machista, prepotente y nada feo joven de unos 27 años aproximadamente quien era el brazo derecho del dueño y en realidad era actualmente quien mandaba en el negocio como resultado de las constantes ausencias del dueño enfermo y a la confianza que éste había otorgado a Gustavo.

Ahora el dueño enfermo pareció enloquecer aún mas al decidir heredar toda su fortuna con la compañía incluida al que según el considerase su mejor y leal empleado, ésta loca decisión fue producto de que no tenía ni esposa ni hijos ni perro que le ladre. Las cosas no podían ser mejores para Gustavo máximo aspirante a quedarse con tal fortuna y las escrituras de la compañía y peores para las chicas pues suficiente tenían con casi tenerle que hacer una reverencia a su odioso jefe Gustavo y aparte dedicarle una sonrisa ante sus molestos y groseros comportamientos con ellas cuando en realidad lo que deseaban era escupirle a la cara como mínimo, ¡como lo odiaban cada vez que se paseaba tocándolas descaradamente por donde mas le apetecía hacerlo y casi escogiendo al azar con quien pasar un rato divertido!, pero lo que hacía que éstas chicas no renunciaran era que ganaban muy bien, mas que bien teniendo muchos privilegios los cuales no tendrían si se encontraran laborando en otros lugares y eso Gustavo lo aprovechaba a la perfección para amenazarlas de vez en cuando con despedirlas.

Gustavo tenía a las tres hermosas chicas justo donde quería, en la palma de su mano y encima ahora que corrían los fuertes rumores de que el sería el próximo dueño absoluto de todo. Así eran las cosas, toda felicidad para Gustavo y una pesadilla para esas lindas chicas pero, ¿Por qué siempre sale un pero?; el único punto negro para Gustavo aunque a decir verdad no era algo que no lo dejara dormir lo representaba doña Graciela, una señora ya de una avanzada y considerable edad y que era la única que desencajaba ante la juventud y belleza de las otras chicas aunque eso no quería decir que sea fea por lo contrario la señora se esmeraba en arreglarse invirtiendo en cremas y demás remedios y milagros en los que creía hasta los extremos ante la constante amenaza de las bellezas con quienes trabajaba, la señora en verdad se cuidaba y se arreglaba al máximo, el caso aquí o mejor dicho lo complicado de su caso era que no entendía que simplemente el tiempo no se detiene y que los años pasan y pesan y la edad no perdona, nadie le había expresado aquella famosa frase de que al final no importan los años de vida sino la vida de los años.

Doña Gracielita como la llamaban las chicas cariñosamente había laborado en esa compañía casi toda una vida y aunque Gustavo ya varias veces había intentado correrla pues no iba con sus gustos y en su lugar deseaba como un loco poseído contratar a otra hermosa joven y ¡claro!, disfrutar de sus encantos ante previa contratación, pero esto no le había sido posible por que doña Graciela como se había comentado llevaba en esa compañía casi toda una vida y fruto de eso había entablado muy buena relación con el dueño aparte de que era todo amor y dulzura; el caso era que el futuro de la compañía estaba entre Gustavo y doña Graciela y todo dependía de un informe a futuro donde desarrollarían un porvenir aún mas glorioso para el negocio y debían presentarlo en unos días al dueño que cada vez empeoraba mas en salud y el decidiría así de fácil a quien dejarle su fortuna y rápidamente Gustavo tomó ventaja al intimidar a diario a doña Graciela ¡y lo había conseguido!; que si llamándola anciana, que poniendo a alguna chica en su contra, esto por amenaza previa a la chica que si no estaba con el en cuanto sea el dueño que era lo mas seguro la despediría; el caso era que la pobre doña Graciela casi vivía un infierno en su trabajo y casi por que aún faltaba lo peor para ella.

Vivía al borde de los nervios y el enojo ante las groserías de Gustavo que en verdad disfrutaba haciéndola sentir mal y amenazándola de que mejor renuncie al concurso. En fin, lo peor para doña Graciela llegó pues en esos días, por capricho de Gustavo y ante la molestia de todas en especial sobra resaltarlo, de la propia doña Graciela pues Gustavo contrató a una nueva chica, Andrea, ¿el motivo?, sí, era bella, como todas, pero no solo eso, a decir verdad, mas bien ante el juicio de los ojos de las personas, de los hombres en este caso ante el juicio de Gustavo y de las propias chicas que muy a su pesar lo reconocieron desde el primer instante en que la vieron, Andrea era perfecta, describiéndola físicamente era una hermosa morena, delgadísima de ojos negros con un cabello largo y lacio que lucía en un tono ligeramente rojizo que le sentaba de maravilla, sus pechos, ¡oh Dios, sus pechos, Dios mío, sus pechos!, cualquier pagano o ateo se convierte en creyente de saber que un encanto así ha sido obra de Dios aunque algunos quizás se inclinen por que ha sido creación de un encantador y seductor demonio y es que si Andrea decía eso, nadie la hubiese cuestionado tan solo la hubiesen adorado y como otro punto a resaltar la chica apenas y había cumplido los 19 años de edad y ya se le podría considerar toda una Diosa.

Gustavo se había vuelto loco por ella y sin pensarlo la contrató y su locura no era para menos, era una locura justificada, era algo que ¡mierda!, no se puede plasmar por escrito, uno intenta describirla, hacer de tratar entender al lector plasmándole por escrito esa belleza pero es que simplemente no se puede por escrito plasmar ese perfecto cuerpo de pies a cabeza, su perfecto trasero, ¿mencione lo de los perfectos pechos?, bueno pues sí, sus pechos eran perfectos, todo en ella era perfecto y no puedes describirla al menos no un hombre que la haya visto, todos han sucumbido al tratar de describirla y terminar acariciándose la polla hasta quedar exhaustos pensando en ella y es que la chica imponía, la presencia de Andrea imponía respeto, admiración y adoración en donde sea que se encontrara era una chica que con tan solo mirarte y clavarte esos ojos negros mandaba un mensaje directo a tu miembro ordenándole: ¡amigo, respétame!, cualquiera, cualquiera terminaba ante sus pies y encima Andrea te hacía sentir que era todo un privilegio siquiera poder limpiarle con la lengua el polvo de sus zapatos que orgullosamente calzaba y ya no hablemos de lograr la hazaña de besarle sus divinos pies; ¡bueno intentemos volver a la redacción del relato y que cada quien se haga en su mente la creación de su propia Andrea al igual que el desgaste empleado en ello es responsabilidad de cada quien!;

Lo que mas molestó a las chicas fue el coqueteo descarado que Andrea le hizo a Gustavo y la mirada de rechazo, de superioridad hacia ellas, mas que nada les dedicó una sonrisa de desprecio dando muestra así de su carácter de soberbia y arrogancia, la chica sabía muy bien quien era, lo que valía y lo que podría lograr con sus encantos y eso la había convertido para muchas personas en una chica odiosa, vanidosa y sin escrúpulos a la hora de lograr sus objetivos; ese rechazo mostrado hacia las chicas las hizo suponer que Andrea no sería una mas del equipo que ellas formaban, lo contrario, Andrea estaría en contra de ellas.

Los días pasaban y Gustavo y Andrea eran inseparables e igual de groseros y molestosos y las chicas nada podían hacer pues era obvio que era la favorita del jefe y casi en su presencia de ellas se besaban y se acariciaban descaradamente pues Andrea al enterarse de que Gustavo estaba con miras a ser el dueño absoluto se esmeró en complacerlo aún mas para sacar partido de ello aunque sus mejores armas eran la seducción y en especial la excitación que provocaba en Gustavo en dejarlo mas que caliente y desesperado pues Andrea solo lo besaba y acariciaba cediendo en parte la iniciativa a Gustavo pero sabiendo de antemano hasta donde frenarlo. Las chicas y doña Graciela eran testigos mudos al observar por la ventana, por detrás de la cortina o por donde pudieran como Gustavo en su oficina prácticamente se devoraba los pechos de Andrea, como le sacaba la blusa como un loco para tener acceso a tan preciado manjar, Andrea gemía mientras que con elegancia le bajaba los pantalones a Gustavo junto con su ropa interior, le acariciaba el miembro con sus suaves y finas manos, Gustavo se sintió un Dios al ver a Andrea arrodillada ante el, al ver a esa belleza rozando con su lengua su enorme polla, al sentir ese cálido aliento y como prácticamente Andrea gozaba al igual succionándole la polla manteniéndola por escasos pero placenteros segundos dentro de su boca que hacían estremecerse de placer a Gustavo hasta que la sujetaba por su cabello dispuesto a apresurarla para que se corriera en su boca para que pudiera entonces desahogarse era justo cuando Andrea se apartaba y con una bella y seductora sonrisa le decía— ¡Eyyyyy, eso cuando seas en verdad el dueño de todo esto!;

¡Vamos Andrea preciosa no puedes dejarme así!— se expresaba agitadamente Gustavo.

¡Sí puedo!— le respondía Andrea con malicia y seguridad en sus palabras mientras se iba acomodando la ropa— ¡además tu te las puedes arreglar solo!, ¿tienes manos no?, ¡bueno pues úsalas, digo igual y puedes intentar chuparte la polla con tu propia boca!, ¿ay no verdad?, ¡jajajaja pero que locuras!, ¡bueno en fin, vamos, no te enojes ya verás que en su momento sabré recompensarte!— concluía besándolo apasionadamente en los labios algo que a Gustavo no le agradaba mucho tomando en cuenta que hacía unos segundos esos mismos labios habían tenido contacto con su polla, al final Andrea se retiraba a su lugar de trabajo dejando todo desconcertado a Gustavo que en otras instancias le hubiera dado un bofetón para después despedirla pero la chica en verdad valía la pena la espera.

¡Zorrita, en cuanto tome las riendas de todo esto tomaré también lo que se me antoje de ti y entonces serás tú quien suplique por mis caricias para mantener tu empleo al igual como las otras putas!— pensaba en silencio y muy irritado Gustavo mientras se expresaba con desprecio hacia todas las chicas para que al final se resignara como solía pasar siempre a tener que encerrarse en su oficina y terminar masturbándose el mismo mientras observaba y fantaseaba con una foto de Andrea.

El momento se acercaba y en todo ese tiempo Andrea demostró que así como era hermosa era igual de inteligente, en su trabajo no dejaba nada que desear, era en verdad fabulosa aunque a las otras chicas les dolió reconocerlo que profesionalmente Andrea no tenía nada que envidiarles al contrario y lo que mas les dolía a las chicas es que Andrea era inclusive un tanto mas joven que ellas. El profesionalismo y la inteligencia de Andrea le vino como anillo al dedo a Gustavo que sin dudarlo se apoyó en ella para que lo ayudara a realizar su informe. Todo indicaba que iban directo al éxito tanto así que faltando unos días para conocer la decisión del dueño la emoción los invadió y Andrea convenció a Gustavo de festejar antes de tiempo comprando de todo para su nueva oficina desde cortinas, muebles, una enorme pantalla de plasma, en fin de todo hasta que para rematar se coló un lujoso departamento, ropa de las marcas mas prestigiadas y las mas insultantes y carísimas joyas que Gustavo orgulloso dispuso como ofrenda ante los pies de Andrea, ¡claro!, todo a cargo de el, total ya lo pagaría sin problemas con su magnifico sueldo por lo tanto solo fue cuestión de firmar y su crédito fue aceptado.

Gustavo no cabía en dicha y felicidad, ¡Andrea era la chica que el siempre había soñado!, hermosa, inteligente y lo mejor ¡perversa y con malicia!; tal como lo era el pues la malvada muchacha no contenta con disfrutar a lado de su novio la derrota inminente día a día de la pobre doña Graciela, quiso humillarla de manera mas personal ¡y lo hizo!; faltaba tan solo un día para saber la decisión; doña Graciela se disponía a marcharse a su casa y consciente de la situación había comenzado a empacar sus pertenencias. Andrea entró sin tocar a la puerta de su oficina seguida de Gustavo.

¡Hola ruca!— saludó entre risas Andrea a doña Graciela según su parecer con suma cortesía— ¡vaya, pero que sorpresa!, ¿ya empacando anciana?;

¡Hagan el favor de salirse de aquí!— le respondió la pobre señora con la voz entrecortada— ¡por Dios!, ¿Qué no han tenido suficiente con todas las burlas que me han hecho?— concluyó doña Graciela sin poder evitar que una lágrima la traicionara y corriera por su mejilla.

¡Jajajajajajaja!— se carcajeó cruelmente la hermosa y malvada muchacha— ¡uy la ruca se enojó, verás y yo que deseaba personalmente ser la que le diera la patada en el trasero mañana!, ¡mi amor algo tienes que hacer para complacerme!— concluyo expresando la última frase a modo de berrinche mientras se abrazaba y besaba a Gustavo logrando que éste se revolcara de risa ante la indignación y al igual risas forzadas de las demás chicas que tuvieron que fingir ante sus nuevos jefes por que era seguro que en adelante también tendrían que obedecer a Andrea. Doña Graciela se limitó a salir de su oficina con unas carpetas que presumiblemente contenían las copias de su informe pero al cruzar a Andrea ésta se las arrebató.

¡Vaya que tenemos aquí!— se expresó burlona Andrea haciendo una ligera pausa para a continuación darse respuesta ella misma a su pregunta mientras que con toda la altanería que le fue posible le dedicó a doña Graciela una de sus mejores sonrisas mostrándole sus perfectos dientes blancos, eso sí, sonrisa cargada con un absoluto desprecio y una ejemplar y envidiable arrogancia— ¡pues basura igual que la basura a quien pertenecen!; todos rieron, doña Graciela nerviosa intentó quitárselas pero la grosera de Andrea la empujó y le tiró todos sus papeles al piso. La señora ya no pudo contener su llanto ante las risas de burlas y humillación por parte de las chicas y Gustavo.

Invadida por la impotencia y la vergüenza doña Graciela se arrodilló penosamente a levantar sus papeles llorando tan tristemente que conmovió a las chicas pero no así a la cruel pareja de Andrea y Gustavo. Andrea en un acto desalmado y ruin le pisoteó sus papeles mientras se burlaba aún más de ella.

¿Oiga ruca se me ocurre algo?, ¡digo, viéndola ahí como una perra a mis pies jajajaja!— hizo una pausa para reírse a gusto mientras admiraba orgullosa a la pobre señora tan humillada a sus pies enseguida miró coqueta a Gustavo y le dijo con una expresión tratando de aparentar lástima y pena cuando en realidad su única intención era la de burlarse por completo de doña Graciela— ¿mi amor por que no la contratamos pero como empleada de limpieza?, ¿no crees que sería divertido?; digo, después de soñar con ser la dueña de la empresa terminar fregando pisos jajaja— concluyó observando con desdén a la señora.

Doña Graciela la miró con furia y esa furia la reflejó al no contenerse y gritarle— ¡maldita mocosa púdrete eres una mal….., ayyyyyyyyyyyy!;

Andrea no la dejó terminar y sin piedad le pisó con su tacón la palma de su mano haciendo presión para hacerle el mayor daño posible y no apartó el fino tacón hasta que la pobre señora se humilló pidiéndole perdón ¡y el colmo!, ¡la obligó a que le besara los pies ante las risas de las otras chicas y un satisfecho Gustavo que cada día adoraba mas a Andrea!;

¡Esta chica es sensacional, somos el uno para el otro!— pensaba Gustavo mientras se partía de risa ante la infame humillación de doña Graciela y la cruel sonrisa de Andrea que se relamía los labios justo después de haber echo un asqueroso sonido que provenía de su garganta y mas asqueroso fue aún el salivazo que se estrelló en el rostro de doña Graciela, Andrea le había escupido la cara para cerrar con broche de oro obsequiándole un grandioso y monstruoso salivazo, mas bien un flemazo verde que se mostraba insultante en el rostro de la señora.

Como pudo y en cuanto pudo doña Graciela se retiró llorando y todavía con restos de saliva en su cara lamentándose y rogando que no tuviera destrozada la mano pues Andrea no había jugado con ella al aplastársela con su tacón y ante la amenaza de sacarla ella misma a patadas la pobre señora salió de ese lugar muerta de llanto, dolor y nervios.

Esa noche Gustavo y Andrea festejaron emborrachándose tanto de alcohol como de placer, Andrea empleaba una lujuria y provocación asombrosa para seducir y hacer a Gustavo y a cualquiera terminar rendidos a sus pies implorándole siquiera una migaja de sus caricias y de su atención y aunque lo mejor del acto vendría al otro día como le hizo ver Andrea a Gustavo cuando tuvieran oficialmente el poder y control de todo aún así la perversa muchacha hizo sufrir y mas bien fantasear al joven permitiéndole algunas caricias de mas incluso le ofreció su cuerpo para que Gustavo dispusiera de el por escasos momentos pero no se dejó penetrar ni mucho menos satisfació a Gustavo como el tanto deseaba terminando al final con la misma escena Gustavo machacándosela hasta eyacular y lograr calmar su excitación pero con la diferencia de que ésta vez lo hizo en presencia de Andrea que se carcajeaba de lo lindo al ver que Gustavo no lograba para entonces una erección producto del nerviosismo y quizás del alcohol esto por el expreso deseo de la chica de que quería verlo desnudo y masturbándose frente a ella.

Y amaneció. Gustavo se presentó a primera hora acompañado de una imponente y elegante Andrea que lucía un fino vestido rojo y unas hermosas sandalias plateadas de finos y altos tacones. Doña Graciela ya no se presentó a la empresa, era evidente el motivo por el cual no lo hizo. El abogado del dueño llegó puntual y en un santiamén les comunicó la buena nueva anunciándoles al nuevo dueño absoluto de una insultante fortuna y de la compañía: ¡doña Graciela!;

Gustavo se carcajeó como nunca pensando que se trataba de una estúpida broma pero enloqueció al asimilar que era la maldita realidad; el abogado solo se lo repitió una vez mas y se marchó dejando en claro para Gustavo su nueva situación, una muy triste y comprometedora situación en especial llena de deudas por los despilfarros que ya había echo al tener tan seguro el triunfo; al instante se puso histérico, quizás si doña Graciela hubiese estado presente la habría matado ahí mismo; nadie lo podría creer, ¿Qué diablos había sucedido?;

Pero lo peor para Gustavo llegó al ver que Andrea, su adorable Andrea le decía adiós marchándose; Gustavo no midió sus actos, se había enamorado perdidamente de ella y en un momento de angustia y desesperación al ver que la perdía poco le importó que las demás chicas estuviesen presentes; Gustavo se arrodilló a los pies de Andrea y le suplicó con el corazón en la mano que no lo abandonara.

¡Quita Gustavo o te aparto con una patada!— le dijo furiosa Andrea— ¿Qué no te das cuenta que ahora eres un pobre diablo?, lo siento, pero yo aspiro a algo mucho mas alto, ¡no se que haya pasado pero es obvio que aquí ni tú ni yo tenemos nada que hacer después de todo lo que le hicimos a la maldita de Graciela! Y esto no quiere decir que marchemos juntos, ¡para nada!, ¿te das cuenta?, ¡estás perdido y lo mas seguro es que termines en la cárcel, vaya, menos mal que yo no estoy endeudada, ni hablar, al diablo con esto!;

Y ante las súplicas de Gustavo, Andrea lo abandonó y era justificable como lo reconoció mas tarde el propio Gustavo; una hermosura como ella al lado del dueño de una importante compañía tenía sentido pero no lo tenía al lado como le había dicho, de un pobre diablo que lo había perdido todo y que se enfrentaba a un amargo porvenir. Gustavo se marchó igual de la compañía ante la mirada incrédula de las chicas que aún no entendían que había pasado pero al verlo marchar tan afligido no pudieron evitar sonreír por que la verdad era que lo detestaban pero también quedaron preocupadas al recordar que por influencia de el, ellas también se habían comportado groseramente con doña Graciela.

Apenas unas horas llevaba Gustavo en su casa pensando en que si lo mejor era suicidarse cuando las llamadas y las amenazas no se hicieron esperar, ¡hubiera luchado con todas sus fuerzas si contara con el amor de Andrea a su lado!, pero no era así, aún dentro de todas esas llamadas hubo una que lo intrigó y al igual le ofreció un pequeño rayo de luz; fue una llamada de la compañía en donde se le informó que doña Graciela ya había tomado el poder y quería verlo pero solo a el, sin Andrea.

¡Claro!— pensó Gustavo— después de todo fue Andrea quien mas cruel se comportó con ella a lo que no querrá verla pero ni en pintura ni mucho menos se compadecerá de ella para darle alguna oportunidad— pero enseguida se atormentaba pensando y dudando— ¿me devolverá mi empleo?, no, no lo creo, tan solo querrá humillarme, sí, es eso, solo quiere burlarse de mi, ¿pero y si me da una oportunidad y me devuelve mi empleo?, ¿y si está enamorada de mi?, total ya está ruca y urgida, ¡diablos y si como condición me propone que me olvide para siempre de Andrea y que ande con ella!, oh Dios, ¿y si quiere vengarse de Andrea por medio de mi?, eso si que no, ¡jamás permitiría que alguien le haga daño a Andrea!— se atormentaba cada vez mas un nervioso Gustavo que por esa noche ni siquiera pudo conciliar el sueño y al final decidió presentarse a la cita.

Al día siguiente a primera hora Gustavo acudía a las oficinas vistiendo impecable, se preparó lo mejor que pudo pero aún así no pudo evitar esconder su mirada afligida y su expresión de derrota aunque lo que mas le dolía era haber perdido el amor de Andrea, no le importaba incluso comenzar de nuevo desde abajo, sin dudarlo se sentía capaz de regresar a la cima, ¡claro!, con Andrea de su lado, se sentía capaz de comerse al mundo pero sin ella, simplemente se sentía un inútil. Gustavo se presentó ante Liliana que había sido ascendida a secretaria particular y si antes la chica le hubiese brindado una reverencia ahora lo recibió con una mirada dura y de desprecio.

¡Buenos días Liliana!— fue el saludo respetuoso de Gustavo al momento que le explicaba el motivo de su presencia. La chica no le contestó, se limitó a mirarlo y a sonreírle con cierta burla y arrogancia; Gustavo temblaba de nervios ante tan bochornosa situación y hasta que a la señorita se le antojó le señaló la oficina a donde debía presentarse incluso tronándose los dedos al mismo tiempo que le habló déspotamente— ¡date prisa y no nos hagas perder el tiempo con tus tonterías!;

Gustavo ignoró lo dicho por Liliana y se apresuró a caminar por el pasillo hasta situarse justo para tocar a la puerta y antes de entrar a la oficina principal de la presidencia en la sala de espera se encontró con Aceneth y Alejandra luciendo radiantes con sus trajes de ejecutivas y sandalias de finos y altos tacones charlando alegremente con doña Graciela que se veía muy bien y lo estaba física y moralmente luciendo un carísimo vestido café y unas finas zapatillas negras de mediano tacón; ambas chicas lo miraron igual burlonas y se retiraron.

Gustavo no buscaba donde meter la cara y fue doña Graciela quien tomó el control de las cosas abrazándolo a modo de consuelo.

¡Ah Gustavo, el buen Gustavo!, ¿te preguntarás por que mandé a llamarte?;

¡Sí señora!— respondió humildemente Gustavo.

¡AH, SEÑORA!— comentó burlona doña Graciela y en un tono fuerte como con la intención de enterar a todos como se había referido hacia ella Gustavo— ¡que lindo se oye a diferencia de ruca o anciana!;

¡Señora, yo…..,!— se expresó Gustavo a punto de llorar incapaz de terminar la frase por lo desesperado que se encontraba.

Shhhhh, ¡calla!— intervino doña Graciela al ver que a Gustavo le resultaba imposible articular palabra al momento que le acomodaba un dedo en sus labios— precisamente para eso te llamé, porqué quizás haya una ligera oportunidad para ti.

¡Haré lo que sea!— respondió al instante Gustavo reflejando cada vez mas su angustia y desesperación y muy lejos del despotismo y la arrogancia que alguna vez lo caracterizaron.

¡Sí Gustavo lo se!— le contestó doña Graciela— ¡tu situación está tremenda hijo, la revisé hace unos momentos y créeme que hasta el diablo se lo pensaría para ayudarte!; pero bueno— continuó doña Graciela haciéndose la interesante y desesperando aún mas a Gustavo al asimilar ese ligero toque de burla e ironía que la señora empleaba al hablarle.

¡Doña Graciela!— le habló nervioso Gustavo— si usted me permite conservar mi empleo le prometo ser el mas eficiente de sus empleados, no puede negar que soy muy bueno en mi trabajo y coordinándome con mis compañeras podemos hacer las cosas aún mucho mejor y así, y así yo puedo ir pagándole mis deudas, ¡depende de usted doña Gracielita!— concluyó al momento que se aferraba tocándole sus manos haciéndole ver que en realidad estaba aterrado y se sentía tan perdido que no le importaba una burla por parte de ella con tal de que al final accediera a ayudarlo.

¡Ese es el detalle mi buen Gustavo!— le dijo doña Graciela con una sonrisita sarcástica, disfrutando al máximo la angustia del arrogante Gustavo— ¡que su futuro no depende de mi!— concluyó mirándolo con lástima.

Gustavo la miró sin entender y ésta sonriente procedió a explicarle— ¡pues verás, como bien solías decirme, yo ya estoy grande para tomar ésta responsabilidad y carajo, con la fortuna que ahora poseo no estoy como para lidiar al frente de ésta compañía por lo tanto he decidido heredarla y dejar las riendas de esto a otra persona y es dicha persona quien se interesó por no dejarlo desamparado y al borde de su muerte y es a ella a quien debe rogarle si es preciso arrastrarse de la manera mas humilde para ver si se apiada de usted por que en serio que su caso da pena!— concluyó doña Graciela mirando con sumo interés la expresión de una mayor preocupación en el rostro de Gustavo.

Gustavo tragó saliva y al final con la voz entrecortada preguntó— ¿de quien se trata?;

¡DE MI NIETA!— le respondió al instante muy entusiasmada doña Graciela— ¡así es Gustavo, ha sido mi única y adorable nieta a quien he decidido heredarle todo!;

¡No tengo el gusto de conocerla!— se expresó de nuevo con nervios un temeroso Gustavo.

¡Vamos pues a conocerla y a ver que sucede!— le dijo doña Graciela al mismo tiempo que lo abrazaba sin ocultarle una enorme sonrisa de satisfacción que la señora sentía al tenerlo en esa situación mientras se dirigían a otra de las flamantes oficinas de la presidencia.

Gustavo estaba tan frágil como tal cual hoja de papel, en su mente confundida y atormentada se hacían presentes muchos pensamientos en especial, ¿Qué le esperaba con la dichosa nieta de doña Graciela?— ¡se burlará de mi!— pensaba en silencio mientras avanzaba Gustavo— ¡sí, eso seguro!, ¿pero?, ¡no, Dios mío, que la nieta no quiera vengarse al igual de Andrea por que seguro que está enterada de todo lo acontecido!, ¡seré fuerte, lo seré, pero Dios bendito, aparta de la mente de esa persona todo deseo de venganza hacia Andrea por que entonces sí que moriría de pena, la amo demasiado y no soportaría verla sufrir y menos en manos de doña Graciela y de su nieta!;

Continuará