El encuentro con un Amo (4)
Ahora que ya tenemos claro cual es nuestro respectivo status, deseo tu disponibilidad completa para este fin de semana próximo.
El encuentro con un Amo - IV
De piedra. Miro el teléfono como si no fuera posible. Me ha colgado. Pero que voz!. Nunca en mi vida un tono de voz me había helado la sangre de esa manera.
Mañana a la hora de la comida. Mañana a la hora de la comida.
He pasado todo el resto del día distraída, sin centrarme en el trabajo y finalmente, le he dicho a la secretaria que salía de compras. Y me he metido en un taxi en dirección a una conocida tienda de ropa interior; he estado mirando las medias (no pantys había dicho tajante la voz). He elegido unas negras de rejilla pequeña con una liga incorporada que a la altura del muslo sujeta perfectamente sin dejar marca. De paso me he comprado un pícaro conjunto negro, el sujetador muy ajustado de los que marcan canalillo y un tanga a juego diminuto.
Ha llegado a casa totalmente excitada pensando en mi encuentro del día siguiente. Pero encuentro con que, con quien? Y como una niña pequeña que se prepara para una fiesta, he lavado la blusa, y planchado la falda. Sobre la cama del cuarto de invitados he colocado las medias, la ropa interior y los zapatos de tacón inmaculadamente limpios.
Después y para relajarme, me he dado un baño de espuma; metida en el agua, me he acariciado pensando en esas manos que he visto sujetando el mechero que ahora reposa sobre la banqueta del baño.
Lo miro una y otra vez, es de plata, precioso, frío con un garabatillo que no acabo de identificar. Funciona, lo he probado varias veces y dice mucho de su dueño, es un ser exclusivo, interesante y sin duda, inquietante. Pero me excita.
No, no puedo evitarlo. Cierro los ojos y lo recuerdo sujetando la cabeza de la chica entre sus piernas, sobre su abultado paquete y no puedo por menos que sentir envidia. Si, envidia. Ella ha podido disfrutar de algo que tiene que ser maravilloso. Pero a que precio?.
Sin duda el precio era la entrega. Nunca he visto nadie mas sumiso. Era eso!. Claro, era eso. Un Amo con su sumisa. Bastante enfadado por cierto. No había vuelto con ella al día siguiente. He leído infinidad de relatos sobre el tema, a escondidas, desde que era niña. Siempre me pareció excitante el tema, las situaciones, pero siempre pensé que era fantasía, imaginación, morbo, no realidad.
Sigo acariciándome mientras me baño; deleitándome, pasando las manos suavemente con la esponja llena de espuma por entre las piernas, por los muslos, hasta llegar a mi sexo, completamente depilado, suave. Abro las piernas un poco, como había visto hacer a la mujer el otro día, y el agua entra caliente entre mis labios.
Los abro y acaricio lujuriosamente, toco con la yema de los dedos el clítoris que rápidamente responde, endureciéndose. Con la otra mano subo la esponja por mi vientre, mi estomago, hasta llegar a mi pecho. Tengo dos tetas apetecibles, que piden a gritos un buen repaso: caricias, lametones, besos, mordiscos, todo junto, Las enjabono bien, lentamente, y los pezones se ponen duros como pequeños garbancitos y las aureolas, de tamaño grande, se contraen.
Cierro los ojos y pienso en las manos de ese hombre acariciándome, sopesando lo que ve, comprobando "su mercancía".
¡Que extraños pensamientos recorren mi cabeza!. Solo es un tío con ganas de marcha que se ha fijado en mi y que a mi me gusta. Son los tiempos modernos.
Apenas he podido dormir, me he levantado media hora antes de lo habitual, me he duchado a conciencia, con fuertes chorros de agua caliente para abrir los poros, y luego he untado todo mi cuerpo de una crema hidratante corporal que huele a aloe. He masajeado mis muslos, mis piernas, mis glúteos, mi vientre, mis pechos, y luego mi cuello y mis brazos, lentamente. Tengo la piel muy suave pero esta crema acentúa esa sensación de estar tocando seda que todos los hombres aprecian en mi cuerpo.
Lentamente me he vestido, tanga, sujetador, medias, camisa oliendo a suavizante, falda, los zapatos, he perfumado suavemente mi cuello, mis manos y todo el camino que deja ver mi escote. Luego he espolvoreado toda la ropa con mi agua de colonia para que le quede bien claro como huele mi cuerpo. He cogido el encendedor y lo he acariciado casi con devoción y luego lo he guardado en el bolsillo del chaquetón, para poder tocarlo todo el trayecto de camino al trabajo. Es como tocarle a él.
Toda la mañana en la oficina ha sido un desbarajuste. No me he centrado en nada, ni he conseguido resolver positivamente ninguno de los proyectos que tenía pendientes. La mirada ida, el pensamiento en otro sitio. La secretaria me he preguntado si me encontraba bien, en varias ocasiones. Bien? En mi vida he tenido un aspecto más ilusionado, ni el semblante más excitante.
La jornada se ha hecho inmensa, pero finalmente ha llegado la hora de comer; de nuevo he tenido que eludir las invitaciones de los compañeros para que comamos juntos.
Antes de salir me he dirigido al baño y me he retocado el pelo, cepillándolo suavemente, los ojos y el colorete, no llevo maquillaje, no me hace falta y tampoco me gusta demasiado, un ligero tono de labios solo para dar brillo. De nuevo he espolvoreado mi ropa con el suave perfume de mi agua de colonia, nada empalagosa, dulce, fresca, suave,
Y me he dirigido al restaurante como la novata que se dirige a su primera entrevista de trabajo. Asegurándome que tenía el encendedor en mi mano, he empujado la puerta del restaurante y allí estaba, altivo, sentado en la misma mesa, con actitud displicente y consultando el reloj.
Llegas tarde!, han sido sus primeras palabras, "que no se vuelva a repetir!".
El camarero se ha acercado y hemos encargado la comida, mientras esperamos el primer plato, su voz me da las primeras instrucciones.
"A partir de este momento y siempre que estés conmigo abstente de cruzar las piernas, mantenlas abiertas que los muslos no se toque, para que yo pueda tocar sin ningún tipo de dificultad"
Cuando iba a contestar, me ha dado un pequeño golpe con el dorso de su mano en el brazo.
"Nadie te ha autorizado a hablar, Contestaras cuando se te pregunte. Ahora solo escucha. Sabes lo que soy y si no lo sabes, ya lo iras aprendiendo, espero que a la mayor brevedad posible. No soy muy paciente. Soy exigente. Las instrucciones solo las repetiré una vez, si luego no las cumples tendrás castigo. Entendido?"
En sencillo, "Si" salio de mi garganta. De nuevo el golpe con el dorso de la mano. "Ese no es el tratamiento adecuado, perra".
Me explicó en pocas palabras, que debía dirigirme a él como Amo, no como mi Amo (pues nada suyo era) sino simplemente como Amo. Que le gustaba que se cumplieran sus órdenes sin rechistar y por supuesto sin cuestionar, rápida y diligentemente. Que la palabra NO estaba terminante prohibida en mi vocabulario y si la empleaba seria castigada. Que desde ese momento y hasta que él lo juzgase oportuno mi cuerpo le pertenecía en exclusiva y que ya me indicaría como pensaba disponer de él.
"Ahora, me dijo, voy a darte la oportunidad de remediar el primer desacato a mis instrucciones. Perra, te dije ayer que con la misma ropa, eso incluía la ropa interior, aprecio que llevas tanga cuando ayer llevabas bragas y que el sujetador negro de hoy es diferente al de ayer. Bien, quitatelos ahora mismo, aquí, de la manera discreta que juzgues oportuna, pero YA"
No salía de mi asombro, entendía lo del sujetador pero lo del tanga me pareció un exceso y a punto estuve de replicar que ayer también llevaba tanga (mentira, evidentemente) pero no me pareció buena idea.
Como pude me quite el sujetador, pero el tanga me costo algo mas de trabajo, pensé en pedirle permiso para hacerlo en el baño, pero algo en mi interior me dijo que no se me permitiría, así que me contonee lentamente hasta que ambas prendas descansaron en mi bolso.
Instintivamente le puse el mechero sobre la mesa, cerca de su mano, como para demostrarle que había cumplido al menos esa parte de sus ordenes correctamente, pero de nuevo golpeó mi brazo.
"Perra estúpida, es que no sabes comprender ni la mas elemental instrucción, yo te dije que guardaras el encendedor hasta que te lo pidiera, y no recuerdo haberlo hecho"
Me quede de piedra, recogí el encendedor y cuando iba a guardarlo en el bolso, su voz me indicó que lo mantuviera agarrado todo el tiempo en la palma de mi mano.
"Mira, putita, voy a darte una serie de normas elementales de comportamiento que espero que sigas a rajatabla, a partir de ahora no te pondrás nunca mas esos ridículos tangas, ninguna prenda te dará por culo, para eso ya estoy yo. No te pintaras los labios, a mi polla y a mi pantalón no les gusta. Veo que no llevas maquillaje, bien, una cosa menos que tendrás que quitarte. Nunca mas usaras pantys, si te sorprendo con ellos te los haré quitar inmediatamente donde estemos. Eres de mi propiedad hasta que yo lo juzgue oportuno, por tanto, te abstendrás de tener trato cordial o excitante con cualquier hombre en tu oficina o en los restaurantes, comportándote como una perra salida que era lo que parecías ayer con tanto contoneo de piernas y desabrochándote la blusa como una furcia barata. Eres mi perra, mi puta y mi furcia y actuaras solo para mi, cuando y como yo quiera. Recuerda que no debes, bajo ningún concepto cerrar las piernas, como ya te indique, para que seas en todo momento de fácil accesibilidad a mis manos o a cualquier objeto que quiera utilizar contigo. Te queda claro?"
Un "Si, Amo" salió de mi garganta. Anonadada no sabía si salir corriendo o echarme a llorar como una niña. Aquel hombre era un salvaje, un autentico salvaje cruel, pero que me tenia excitada como una perra. Desde que empezará a hablarme, su voz había actuado sobre mí como una caricia, como si una gran polla me estuviera acariciando todo el cuerpo, y cuando me había quitado el tanga ya estaba empapada. Mi preocupación era que mojaría la falda en breve, y nada podía hacer para contener el reguero, puesto que se me obligaba a permanecer con las piernas abiertas.
"Ahora que ya tenemos claro cual es nuestro respectivo status, deseo tu disponibilidad completa para este fin de semana próxima. A las seis de la tarde del viernes, cuando salgas de la oficina, te estaré esperando con mi coche en la puerta y nos iremos a una casita que tengo en la sierra, donde aprenderás a ser una buena esclava o te moleré a palos. Entendido?. Luego te llamaré para darte mas instrucciones, ahora debo irme."
Puso su mano sobre mi muslo y acariciándolo lentamente hasta llegar al principio de la liga, me beso tiernamente en los labios y se levantó.
(Continuará)
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