El encuentro

Una noche que no íbamos a olvidar ninguno de los dos

-Acuérdate de llamarnos en cuanto llegues, y si tienes algún problema con el coche métete en una carretera secundaria y avisa a la grúa ¿vale hija?

-Que si mamá no seas pesada, solo me voy una noche y sabes que la casa de mi amiga está a 20 kilómetros

Di un beso a mis padres y me despedí, estaba tan nerviosa que cuando cogí la maleta noté como me temblaban las manos, al parecer mi actuación había sido buena y se lo habían creído todo.

Entré en el garaje y arranqué el coche, seguía con el corazón a mil y se me caló cuando salía a la calle. De la guantera saqué el mapa que había impreso de Google Maps y le eché un vistazo mientras me detenía en el primer semáforo. Me lo había estudiado hasta la saciedad y era absurdo, además de peligroso, irlo mirando mientras conducía, así que lo dejé sobre el asiento del copiloto.

En cinco minutos me desvié de la calle por la que iba y me metí por un camino de tierra, en un descampado. Salí del coche y abrí el maletero, estaba empezando a llover. Me metí de nuevo en el coche y abrí la bolsa, comprobé que estaba todo en orden y comencé a desnudarme.

Preferí apagar las luces del coche para pasar desapercibida pues la zona donde me encontraba era un poco peligrosa, me quité la camiseta, los pantalones y los zapatos, hasta quedar en ropa interior. Miré por el retrovisor por si alguien me seguía pero estaba todo desierto. Nerviosísima, me quité el sujetador y mis pechos quedaron al aire, mis pezones estaban erectos, por miedo y, para que negarlo, porque la sensación de estar desnuda dentro del coche me estaba empezando a excitar.

Abrí la bolsa y vertí su contenido en el asiento del copiloto. Lo primero que me puse fue el sujetador negro de Victoria Secret que me había comprado ayer, me miré en el retrovisor del coche y vi como mis pechos se ajustaban perfectamente al sostén. Lo siguiente fue abrir las medias de encaje, que se deslizaron por mis piernas sin problemas. Por último me puse el vestido negro, lo había comprado bien ceñido y me costó ponérmelo en el coche, tuve que abatir el asiento.

Cuando pensé que había acabado me di cuenta de que me había dejado los zapatos en el maletero. Salí del coche de esa guisa, cualquiera que me hubiera visto así en un descampado hubiera pensado que era una puta con su cliente. Cogí la caja donde los guardaba y entré de nuevo en el coche. Me los puse y los estuve admirando, me los había dejado una amiga y eran unos zapatos negros con un tacón altísimo. Guardé la ropa con la que había salido de casa en la bolsa y encendí el coche.

Maniobré para salir del descampado, pero antes de incorporarme a la carretera paré el coche, pues estaba temblando, en parte por los nervios y en parte por la excitación. Respiré hondo y me metí en la avenida, tenía que recorrer la ciudad de punta a punta y para colmo lo que había empezado como una pequeña lluvia se había convertido en un chaparrón que se dejaba notar en el tránsito y en el humor de la gente. Miré el reloj, iba bien de tiempo. Puse un poco la radio pero la apagué enseguida.

Me incorporé a la autopista que rodea la ciudad y aceleré, por suerte no iba tan colapsada como las calles por las que había pasado, sólo me faltaban cinco salidas hasta llegar a la mía. No paraba de mirar por los retrovisores intentando adivinar si me seguía algún coche. Por prestar poca atención tuve que dar un frenazo para no comerme el automóvil que tenía adelante.

Por fin anunciaban la salida por la que tenía que salir, como era la misma que iba al aeropuerto el embotellamiento era monumental. Aproveché para sacar el lápiz de labios y el rímel, mientras me miraba en el retrovisor para ver el resultado. Estuve parada varios minutos en los que solo oía el ruido del limpiaparabrisas y de la lluvia que impactaba contra el coche. Por fin la interminable fila de coches empezó a moverse, me desvié antes de la salida del aeropuerto.

Primera a la derecha, seguir por la avenida hasta la rotonda, y después a la izquierda. Me lo sabía de memoria, llevaba dos semanas estudiando el recorrido. Por fin apareció ante mí el hotel. Mi corazón estaba a mil por hora. Un poco antes detuve el coche y miré por el retrovisor, la calle estaba desierta, nadie me había seguido.

Metí el coche en el garaje del hotel, era posible legar a la habitación desde el garaje sin pasar por recepción, por lo que la privacidad estaba asegurada. Cuando me metí en el ascensor aproveché para mirarme en el espejo, la verdad es que estaba espectacular con el vestido.

Por fin llegué a la habitación, la 203. Cuando estaba a punto de llamar a la puerta me entró la paranoia de que me había equivocado y que podría llamar y aparecer cualquiera, incluso algún conocido.

Por fin me armé de valor y llamé a la puerta. Silencio. Hasta que noté unos pasos que parecían avanzar desde el fondo de la habitación hasta la puerta. Mi corazón estaba desbocado, ¿sería él? De repente la puerta se abrió y apareció él, sí, era mi hermano.

Nos quedamos allí plantados mirándonos y sin saber muy bien que hacer

-Bueno pasa ¿no?

-Sí, claro

Entré sin darme cuenta de que mi hermano se había inclinado para darme un beso

-Ay perdona

Nos dimos un tímido beso en los labios

-Tranquila no te preocupes

Entré en la habitación, era enorme, a la derecha vi la cama de matrimonio, después entré al baño, que tenía un jacuzzi.

-Wow es más grande de lo que parecía cuando lo miramos en la página web, debe de haberte costado mucho dinero no?

-Bueno para eso he empezado a trabajar, para poder permitirnos cosas así

Estábamos los dos uno enfrente de otro, sin saber muy bien que hacer

-Bueno pues si quieres que...-dije mientras empezaba a bajar la cremallera del vestido

-No, no te preocupes-dijo mi hermano parándome. ¿Tenemos un montón de tiempo no?

-Sí, supongo

-¿Quieres un poco de champán? La botella va incluida en el precio de la habitación

-Bueno ya sabes que a mí el alcohol me sube muy rápido pero si tu quieres

-Es para no dejarlo sin abrir, pero vamos que si no te apetece anda...

-No no por favor ábrela, ya que lo hemos pagado

Mi hermano abrió la botella y sirvió dos copas, nos sentamos sobre la cama

-Y que tal ¿has llegado bien?

-Sí, vamos, había un poco de atasco pero sin problemas

Se creó un silencio un poco incómodo, terminamos de beber nuestro champán mientras el único ruido que se escuchaba era el de la lluvia golpeando el cristal.

Me levanté de la cama y apoyé mi cabeza en el cristal, afuera apenas se veía anda por culpa de la lluvia, estaba a punto de echarme a llorar. Noté las manos de mi hermano que rodeaban mi cintura y sus labios que besaban mi pelo.

-No sé si estamos haciendo bien o mal pero lo que de verdad sé es que nunca había sentido nada así hasta que lo hicimos por primera vez hace tres semanas. Y creo que tu también sientes lo mismo.

-¿Y qué pasa si se enteran nuestros padres, o nuestros amigos?

Por toda respuesta mi hermano me dio la vuelta, me puso frente a él y me empezó a besar en los labios. Íbamos a terminar lo que empezamos tres semanas antes, ese sábado en que mis padres no estaban en casa y dimos rienda suelta a una pasión que se había gestado durante años. Sin embargo, mis nervios y el dolor que sentí cuando mi hermano me desvirgó me impidieron disfrutar del todo. Habíamos necesitado tres semanas para inventar una excusa que nos permitiera volver a intentarlo, y no iba a dejarla pasar.

Estábamos a punto de perder el control, yo abrí mi boca y dejé su lengua entrar en ella, mezclándose con la mía. Nuestra respiración se aceleró y noté un bulto haciendo presión contra mi tripa que ganaba tamaño rápidamente.

-Isabel...

-No digas nada solo hazme tuya

Me subí a horcajadas sobre él mientras continuábamos besándonos, sobraba demasiada ropa y comencé a desabrocharle los botones de la camisa, acariciando su pecho con mis manos, él tampoco se quedaba quieto y me bajó con violencia el vestido, rompiendo uno de los tirantes y dejándome en sujetador, del que sacó uno de mis pechos y comenzó a besarlo, provocándome los primeros gemidos mientras su lengua recorría mi erecto pezón.

-Te deseo

-Quiero follarte

En menos que canta un gallo estaba completamente desnuda frente a él solo me había dejado puestos los zapatos de tacón (sé que a mi hermano le gustan)

-Estoy en inferioridad de condiciones, yo aquí desnuda y tu solo tienes abierta la camisa

-Estoy a tu libre disposición

Le fui quitando la ropa hasta que la mayor parte de su cuerpo quedó desnudo, solo le dejé los calzoncillos puestos.

-¿Qué voy a hacer con esto? dije mientras le miraba con una sonrisa maliciosa.

Me puse en cuclillas y poco a poco descubrí su polla larga y durísima que saltó del calzoncillo, que apenas lograba contenerla.

La agarré con una mano por la base mientras con la otra acariciaba sus testículos, había pensado mucho en esto pues no quería que pasara como la primera vez, donde mi falta de experiencia había hecho que mordiese la polla de mi hermano alguna vez.

Poco a poco me introduje su pene en mi boca, ensalivándolo, hasta que entró casi del todo, mi hermano dio un largo suspiro, una gran excitación recorrió mi cuerpo cuando noté su polla caliente y erecta dentro de mi boca, y enseguida me dediqué a chuparla con dedicación, teniendo cuidado de no volver a morderla. Su polla crecía todavía más gracias a la mamada que le estaba proporcionando pero hice verdaderos esfuerzos para mantener lo máximo posible de ella en mi boca. Puse mis manos en sus piernas para introducirla hasta lo más profundo de mi boca y mi hermano comenzó a moverse lentamente, como si penetrara mi boca, así estuvimos un buen rato, la cara de mi hermano era un poema, se notaba que estaba disfrutando y a mí me encantaba sentir el gusto de su polla y recorrer el glande y el tronco de su polla con mi ávida lengua. Con el vaivén de la mamada había veces que el flequillo me cubría la cara, pero a mi hermano lo apartaba rápidamente y me pedía que le mirase a la cara mientras se la chupaba.

Yo estaba completamente mojada y notaba como mis jugos empezaban a bajar por mis muslos cuando las piernas de mi hermano se estremecieron y empezó a bufar, había llegado el momento. Pocos segundos después mi hermano dio un rugido animal y empezó a correrse en mi boca, sentí el primer chorro impactando contra mi garganta y los dos siguientes, más abundantes todavía, llenaron mi boca de semen. Alex enteró más su polla dentro de mi boca y tuve que sacármela para no ahogarme, recibiendo sus últimos disparos con una cantidad increíble de leche sobre mi cara y mi pelo.

Tragué el semen almacenado en mi boca mientras retiraba el que cubría mi rostro, pude observar la polla de mi hermano semi erecta y todavía goteando semen sobre la alfombra de la habitación.

Sin pensárselo dos veces me besó apasionadamente en la boca y mi lengua traspasó a la suya restos de esperma, joder, nunca pensé que acabaría haciendo esto.

-Dios Isabel ha sido increíble

-Me he estado informando jeje-me apoyé en su hombro y me fui al baño para lavar el esperma que quedaba en mi cara. Cuando volví a la habitación mi hermano estaba sentado en la cama, su polla volvía a estar durísima.

-Ahora me toca a mí.

Me cogió en brazos como si no pesara nada y me sentó en la mesa que daba con la ventana. Abrió mis piernas y se quedó observando mi chochito húmedo

-¿Qué vas a hacer?

-Está depilado-dijo con una sonrisa maliciosa

Abrió la boca y su lengua fue recorriendo poco a poco los alrededores de mi coñito, que a esas alturas estaba completamente mojado. Empecé a gemir un poco, pero cuando su lengua pasó directamente a besar mis labios y mi clítoris di un gran grito que se debió de escuchar en todo el hotel. Su boca recorrió durante esos minutos mi coño y mi entrepierna, llevándome por un mundo de sensaciones desconocidas para mí hasta entonces, y mi orgasmo fue tan largo y profundo que pensé que no iba a acabarse nunca.

Sin darme tiempo a reaccionar mi hermano volvió a cogerme en brazos y me soltó sobre la cama, mientras él se colocaba sobre mí.

-¿Estás lista?

-Sí, pero ten cuidado por favor

-Tranquila, esta vez no te va a doler, te lo prometo.

Me besó tiernamente en los labios mientras notaba la punta de su pene intentando entrar dentro de mí. La primera vez que hice el amor con mi hermano había sentido tanto dolor al romperse el himen que ahora estaba asustada de volver a experimentar esa sensación, y mi vagina se cerraba instintivamente.

-Isabel cariño tranquilízate

-Me da miedo

-Te prometo que esta vez no te va a doler, ya no tienes himen, no hay de que preocuparse.

Mi hermano empezó a besarme con ternura en la boca y en el cuello, logrando que me relajara mientras me acariciaba la cara noté que su polla iba entrando lentamente en mi, hasta hundirse del todo. Había notado algo de dolor, pero mi vagina ya se había acostumbrado a la polla de mi hermano.

-No me ha dolido, tenías razón

-Tranquila, ahora voy a empezar a moverme ¿vale?

Asentí con la cabeza.

Mi hermano comenzó a sacar y meter su polla lentamente, ya no sentía dolor si no una agradable sensación que subía por mi tripa

-Dame más fuerte-dije casi sin darme cuenta

El ritmo de la penetración se hizo más rápido, yo estaba tan excitada que llevé mis manos a su culo para que la penetración fuera más profunda mientras comenzaba a gemir, sentía que iba camino de tener un orgasmo pero quería alargar ese momento un poco más. Notaba la respiración entrecortada de mi hermano mientras me penetraba una y otra vez, la dureza de sus músculos por el esfuerzo realizado y las gotas de sudor que empezaban a nacer en su espalda. Él me penetraba hasta el fondo y sin piedad, y mis gritos y gemidos le ponían todavía más cachondo. Notaba su polla llenándome por completo, adherida a mis paredes vaginales, pero lo mejor de todo fue cuando pensé que me estaba follando a mi propio hermano. En ese momento exploté en un orgasmo que anuncié con gritos y alaridos de placer mientras mi hermano me besaba en la boca y continuaba penetrándome.

Casi perdí la noción del tiempo, cuando volví en mi hermano seguía follándome duro, yo estaba aprisionada por sus fuertes brazos, miré al espejo y vi mi delicado cuerpo envuelto en el cuerpo de mi hermano y me volví a correr, casi sin darme cuenta. Cuando mi hermano notó que me estremecía entre sus brazos se rindió, clavó su polla hasta lo más profundo de mi coño y se corrió entre gritos, notaba dos, tres, hasta cuatro descargas de semen. Cayó rendido sobre mí con la respiración entrecortada y con su polla soltando las últimas gotas de esperma dentro de mí. Los dos estábamos sudados y agotados. Poco a poco noté como su polla se iba tornando flácida e iba saliendo de mí, al igual que una cantidad considerable de su leche.

Nos tumbamos uno al lado del otro mirándonos a los ojos e intentando recobrar el aliento.

Yo apoyé mi cabeza en su pecho y le sonreí, él me acarició la cara con cariño y me dejó descansar allí un rato.

-Quiero repetir Alex-dije casi sin darme cuenta

-Tranquila hay tiempo de sobra hasta mañana por la mañana

-No, me refiero a que quiero repetir ahora

Me recosté y agarré su polla, que ya estaba medio erecta y comencé a agitarla

-Eh tranquila hermanita, esta vez me pido elegir lugar

Se levantó y me hizo un gesto de seguirle con el dedo. Yo también le seguí y mientras me ponía de pie notaba su semen saliendo de mi coño y resbalando por mis piernas, no habíamos usado ningún tipo de protección pero, ¿a quién le importaba eso ahora?

Entramos en el baño

-Oh, es verdad me había olvidado

Mi hermano se metió en el jacuzzi, retándome a que fuera a por él. Yo me hice la interesante y me metí por el lado contrario, el contacto del agua caliente y borboteante con mi cuerpo me calentó más si cabe. Estábamos los dos en un extremo de la bañera, desafiándonos.

-Demuéstrame de lo que eres capaz

-¿Me estás retando hermanito?

-Ven aquí y lo descubrirás

Me moví a lo largo del jacuzzi y agarré su polla con fuerza, por debajo del agua. Me senté a horcajadas sobre ella, sintiendo otra vez esa sensación de plenitud y logrando que entrara de una vez

-Ahora vas a ver de lo que soy capaz-dije cuando la tenía completamente enterrada dentro de mí.

Poco a poco comencé a moverme arriba y abajo, arriba y abajo, me encantaba tener el control de la situación, yo era la que decidía el ritmo de la follada, unas veces rápida y otras lenta para poder sentirla en su plenitud dentro de mí. En ese plan no tardé mucho en correrme de nuevo, estrujando su polla contra mi coñito mientras lo hacía. Mi hermano por su parte no se quedaba corto y aprovechaba para comerme las tetas y saborear mis pezones. Así estuvimos un buen rato hasta que noté que la polla de mi hermano volvía a hincharse dentro de mí y se corría lanzando otra abundante corrida a  lo más profundo de mi coño.

Salimos del agua y tras secarnos nos tumbamos en la cama, eso de follar debajo del agua cansa y mucho. Estuvimos hablando de nuestros planes de futuro, entre las cuatro paredes de la habitación de ese hotel todo parecía muy fácil, mi hermano hablaba de irse a vivir al extranjero donde nadie nos conocía, yo, la más inconsciente de los dos, llegué a proponer que se lo dijéramos a algún amigo para ver su reacción. De hecho empecé a acariciar la idea de que las dos abundantes corridas de mi hermano dentro de mí me dejaran embarazada, en ese momento solo deseaba tener una relación con mi hermano lo más normal posible, como si fuéramos una pareja normal.

En eso estábamos cuando noté que la polla de mi hermano llevaba un buen rato erecta y mi coñito estaba otra vez húmedo. En unos segundos estaba a cuatro patas sobre la cama mientras mi hermano me penetraba de nuevo mientras me agarraba el culito con fuerza. En esa postura volví a tener un gran orgasmo que me dejó definitivamente sin fuerzas. Mi hermano, cuando estaba a punto de eyacular, la sacó y prefirió correrse en mis tetas y mi pecho. Era increíble, quien me hubiera dicho que iba a acabar haciendo estas cosas hacía tan solo unas horas. Bañada en semen y en sudor, me recosté sobre el cuerpo de mi hermano y me dormí rápidamente.

El ruido del tráfico me despertó la mañana siguiente. Miré el reloj y eran las 8.30 de la mañana, se supone que teníamos que irnos antes de las 12. A mi izquierda, vi el cuerpo desnudo de mi hermano, que respiraba plácidamente mientras dormía. La luz que entraba por las cortinas iluminaba su espalda y su culo de una manera muy sexy. Suspiré y fui al baño, cuando volví a la cama vi mi móvil tirado por el suelo. Lo recogí y tuve una idea, sabía que era una locura pero empecé a hacer fotos a mi hermano. Sabía que cualquiera que me cogiese el móvil podría ver las imágenes pero, sinceramente, me daba igual. De hecho, casi mejor, así acabaríamos de una vez por todas con la mascarada. Cuando me cansé una idea cruzó mi cabeza, me fui al otro extremo de la habitación y marqué el número de mi madre.

-¿Mamá? Sí, soy yo...bien, todo bien, llegué sin problemas...que sí mamá, que hemos estado estudiando. Mira, te llamaba porque he pensado que podía quedarme un día más ¿no? en el fondo quedarme un día solo con mi amiga me sabe a poco...que si mamá que nos vamos a portar bien...ya sabes que Ana es un poco mojigata y no le gusta salir ni ligar con chicos...bueno mamá que se corta la conexión, entiendo que dices que sí, bueno mamá hasta luego te quiero.

-¿Recepción? Sí, llamo de la 203, mire ¿hay algún problema en que nos quedemos una noche más?...ajá, entiendo, no hay problemas entonces...sí, eso es, cargue el dinero a la tarjeta de mi herma...quiero decir, de mi novio. Muy bien, hasta luego.

Me tumbé de nuevo en la cama ¿por qué no se despertaba mi hermano? Empecé a darle con el pie y a moverme en la cama…