EL ENCUENTRO 3 (El perro)

A pesar de la propuesta de su tío, Juan se quedó algo plasmado, su expresión lo demostraba, a pesar de conocerlo recientemente, comprendí qué le podía estar ocurriendo. Por una parte estaba algo expectante ante los posibles acontecimientos, pero por otra deseaba estar a solas con Juan.

EL ENCUENTRO 3 (El perro)

A pesar de la propuesta de su tío, Juan se quedó algo plasmado, su expresión lo demostraba, a pesar de conocerlo recientemente, comprendí qué le podía estar ocurriendo. Por una parte estaba algo expectante ante los posibles acontecimientos, pero por otra deseaba estar a solas con Juan.

Noté que Manuel estaba algo bebido, era algo, que no me atraigan los hombres en ese estado.

  • Estas caliente, putita? Me dice Manuel, como en tono de superioridad

  • “Por favor, está Juan, después haré lo que quieras.” Le contesto, aunque esta vez no me cayeron bien esas palabras, noté algo de insulto al decirlas, pero vuelvo a reiterarle que trate de calmarse.

Haciendo caso omiso a mis palabras, me empieza a besar, respondo a ello, mientras levanta mi camisola. Trato de evitarlo, pero su instigación

me doblega, esa sensación de ser sorprendida y a su vez infringida, me indignaba. Mi prenda estaba a la altura de mi cintura, y su mano por dentro apretándome una teta, y mientras apoyaba su pelvis en mi traste, me era imposible revelarme a Manuel, entregándome a su mística sensual, dejándome acariciar de una manera insaciable, apretujando mis tetas, hasta hacer salir parte de mi leche.

Algo me llevó a cortar ese momento, me solté y enérgicamente dije que no estaba con ganas de tener relaciones, que por favor me dejasen sola. A pesar de mi reacción, Manuel trató de persuadirme, a lo que le contesté de mala manera..

“Si me tocas en este momento me regreso a mi ciudad”.

Sin decir palabra, acomodó su ropa y se fue, mientras Juan me miraba totalmente sorprendido, pero solo atinó a irse también. No sé precisamente que fue lo que me impulsó a reaccionar de esa manera tan violenta, pero sentí la necesidad de

rebelarme, no contra Juan, sino con Manuel.

Estaba algo molesta, dispuesta a irme lo antes posible, apenas se fue Manuel, creo que me alegré, sabía que no regresaría hasta el día siguiente, y posiblemente ya no estaría. Eran cerca de las 7 PM, no sabía bien que hacer, me fui a bañar, permaneciendo un largo rato bajo la

ducha. Al finalizar, me tome todo el tiempo del mundo para secarme. Me envolví con el toallón, permaneciendo con él, sin ponerme ropa interior, recorrí la casa, sin hacer nada determinado, hasta que oí la puerta abrirse, era Juan.

Estaba algo huidizo por mi reacción, así que me saludo cortamente, y trato de irse a su habitación, le intercepté

el paso, lo saludé, quedándome parada frente a él, como desafiante, le pregunte de donde venia, me dijo que de lo de un amigo.

Esa retraimiento que demostraba me produjo una cierta ternura, ganas de agarrarlo y besarlo, que a pesar de lo que habíamos hecho anteriormente parecía aun contenerse. No quise entregarme tan deliberadamente, le hable cariñosamente, hasta pasar mi mano por su mejilla, intentando relajarlo, notando que su rostro parecía aflojarse.

Desabroche un poco su camisa, rosando con mis dedos, su pecho lampiño, cuando su reacción fue a tocarme los hombros, hasta que bajó su mano, cerca de mis pechos,

desplazándolos lentamente hasta el nudo que mantenía al toallón, cubriendo mi cuerpo, tomando una punta para desatarlo, deslizándose por mi curvilíneo cuerpo, hasta quedar sobre mis pies, era como entregar un postre a un goloso.

Ver mi cuerpo de embarazada, desprovisto de vestimenta, fue más que suficiente para que se abalanzase, besándome por todas partes, mientras se iba quitando su ropa, todo fue más que impetuoso y sin tardanza.

Mientras me reía de su arrebato, abrazándolo, caí sobre la cama, continuaba besando mi ardiente cuerpo, succionando mis pezones hasta sacar leche, estaba tan exasperada como Juan, su aparato jugueteo en la puerta

de mi sexo, lo bese empujando mi panza hacia él,

hasta que comenzó a penetrarme con total celeridad, nuestros cuerpos se fusionaron codiciosamente. Mis gemidos evidenciaban mi estado de excitación, disfrutando ese trastornado encuentro, nos manteníamos abrazados saboreando esa ardiente copulación, gritando mas, al percibir sus jugos regar mi útero, convulsionando hasta mi última fibra.

En ese instante de éxtasis y enajenación, mientras aun permanecíamos conectados, descubrí la presencia de un perro, un hermoso pastor alemán, me sorprendí y solo atiné a acariciar su cabeza, que la arrimó

a mi entrepierna, intentando olerme, atraído seguramente por los fluidos engendrados.

Todo nervioso, Juan me dice “Disculpa, Sofí, no sé cuando entró, ya lo saco”

“Está bien Juan, no me molesta”

Permanecimos en la cama, jugueteando, besándonos, no habrían pasado 20 minutos cuando el jovencito ya estaba listo para un nuevo y apasionado encuentro. Fue más prolongado y hasta algo más audaz, al comenzar a tocar mi sexo, para llevar su lengua a friccionar mis gruesos labios inferiores,

mientras su penetración anular se iba proyectando por mí recto, fue sublime, llevé mis manos a mis tetas para apretarlas, mientras Juan permanecía alterando mi zona pecaminosa.

Nuevamente el animal, se acerco atraído por los recientes tufillos, esta vez participo lamiéndome la ingle, que me crispó, al percibir su áspero y húmedo contacto, una morbosa atracción lleno mi cuerpo, acariciando más detenidamente la cabeza del animal. No sé si Juan hizo caso a lo sucedido, solo continuo mamando más mi vagina, mientras su dedo continuaba incrustado en mi ano.

Atraje a Juan hacia mi cara, para besarlo, abriendo mis piernas para “obsequiar” al perro con mi intimidad, que no tardó en lamer ansiosamente mi zona voluptuosa. Si estaba algo alterada esta nueva experiencia me encrespaba mas, mientras mi amante circunstancial, degustaba golosamente de mi entrega sexual, a la vez que mis hormonas continuaban revolucionando mi ser, cuando para Juan

ese panorama atípico lo convulsionó, abriéndome las piernas para volver a copularme.

Apenas Juan acabo, se tiro sobre la cama, bastante agitado, lo bese y permanecimos aferrados, sin hacer caso omiso al animal, que merodeaba de una manera bastante movilizada. Mientras nos mimábamos lentamente, besándonos de una manera pausada, el perro se subió a la cama, Juan intento bajarlo, pero le suplique que lo dejase a ver cómo reaccionaba. Cuando después de olernos a ambos, lamio su verga, algo avergonzado intento quitarlo, pero le volví a sugerir que lo dejase. El olor de su semen, mas mi flujo, debían de conformar un sabor muy agradable para el animal, que gustosamente lamia

el aparato de Juan hasta que lo puso bien erecto.

No pude negar que me excitó esa exhibición, ver como se enarbolaba, a la vez que oía sus leves gemidos de complacencia, que sin llegar a pensar demasiado, atraída por esa escena, me sume a colaborar con Joey, (así es su nombre), efectuando esa lamida paralelamente, y hasta poner en contacto nuestras lenguas.

Al ver mi estado el jovencito, aplico su boca en mis tetillas, absorbiéndolas, a la vez que su perro lamia de mi fuente vaginal, arqueándose mi cuerpo al unísono de esas sedientas lenguas, esa exquisita dupla me transportaba a un estado de total lujuria.

Todo se fue desarrollando de una manera impredecible, y espontanea, sin premeditación, en donde nos atraía la intervención natural del animal, que con su lengua, participaba fogosamente en este trío atípico. Me fui entregando espontáneamente a ese morboso encuentro, en donde el perro,

comenzaba a manifestar su estado de estimulación con actos y detalles que indicaban ese periodo de motivación. Toqué en varias oportunidades su zona erótica reaccionando positivamente, intentando tratar de montarme.

Nos reímos de la pretensión del perro, aunque sentí una sensación bastante, diría, “arrebatadora”, al tratar de convertirme en su “perrita”, Juan también lo capto, sonriendo de una manera algo capciosa, como atrayéndole la posible idea. Pero solo, me volcó sobre la cama, para volver a mamar mis tetas, dando un chirlo, sobre mi nalga, llamando la atención de Joey, que saltó sobre la misma, para iniciar una series de lamidas rápidas y continuas, separando bien mis piernas, para recibir esa serie de estimulaciones que me transportaban a un nuevo mundo.

Mi cuerpo se había transformado en un templo del sexo tanto para uno como para otro, Juan se excitaba cada vez que el perro trataba de estimularme, me besaba, no me cabían dudas que nuestras fogosidades eran tripartitas, en ese juego amatorio. Que si bien no pasaban a mayores esas posibles afinidades, habiendo sido la iniciadora, Juan parecía intentar llegar a otros parámetros.

Estaba bastante alucinada con la intervención del animal, pero sabía, que no podíamos quedarnos en esa casa, ya era bastante tarde y Manuel llegaría en cualquier momento y no deseaba su intromisión, así que pensé que podíamos hacer, para mejor Juan estaba bastante fogoso, a lo que me entregaba, sin reparo cada vez que me reclamaba, por lo tanto necesitábamos “privacidad”, y no tenia ganas de que llegase en el momento mas culminante de nuestra relacion, sabiendo que ya habia sucedido.

Le pregunte a Juan si había otra casa o algún lugar, para poder irnos unos días, me comento de unas cabañas que se podían alquilar por día, que estaban bastante cerca.

“Pero no tengo plata” me dice

“No te preocupes, yo las alquilo” le conteste.

“Que hacemos con Joey?” me pregunta

“Si quieres lo llevamos” le respondo

“Bueno” me responde con una picara sonrisa en sus labios.

Así que a la mañana siguiente, muy temprano, nos dirigimos para el lugar, en su moto y el perro troteando a nuestro lado.

El lugar era muy pintoresco, y el interior de la cabaña muy amplio y confortable, pague por adelantado por tres noches, con la idea de pasado ese tiempo, regresarme a mi ciudad, ya me había quedado demasiado y no sabía que mas decirle a mi esposo, pero a pesar de eso me arriesgaba, quería algo mas, pagando las consecuencias, aunque no lo tenía muy claro que.

No estuvimos durante el día en la cabaña, solo recorrimos el lugar, disfrutando del contexto, acampamos en un bosquecito, que lo circundaba un rio, nos bañamos, merendamos y pasamos un día muy

especial. Juan me había demostrado

su deseo de tener sexo, en variadas oportunidades, pero traté de disuadirlo y que prefería estar en la cabaña.

Por supuesto que apenas llegamos quería

concretar, pero volví a contenerlo, que teníamos varias noches, para divertirnos. Terminamos de cenar, y me fui al dormitorio a ponerme algo liviano. Besé a Juan, que rápidamente quería entrar en acción, nos toqueteamos bastante hasta que en un momento, me tenté, me quité el camisón, y me volqué sobre el perro, que estaba tirado sobre la alfombra, el contacto de su pelaje sobre mi piel me excitaba.

Juan se asombró pero se quedó observando, mientras hice algo mas aventurado, me agradaba eso,

rozaba su panza, tirándose plácidamente disfrutando de mi mano recorriendo la zona, hasta rozar casi su sexo. Mi joven amante disfrutaba verme pegada al animal, transitando con su palma mis nalgas, mientras esa transmisión de aficiones, nos iba perturbando.

Inconscientemente fui con mi boca friccionando los genitales del perro, incitada por la provocación que me efectuaba, que aprovechando mi posición boca abajo, me fue desplazando mis

bragas, para tocar mis cavidades. Eso me llevó a provocar más al animal, surgiendo parte del pene de Joey, como consecuencia de mi acercamiento bucal a su sexo. Ambos órganos, no dejaban de provocarme, la intención de mi amiguito de introducirlo analmente, y el nacimientos de la verga perruna, que cada vez era más tentadora.

Mientras Juan separaba mis nalgas, yo empecé a lamer superficialmente la verga del animal, los manoseos en mi ano, me llevaban a chupar suavemente ese grueso aparato, hasta que comencé a deglutirlo, mientras Joey tendido, aceleraba su respiración, disfrutando del sexo oral que le ofrecía. Sentía separar mis glúteos

y la lengua de Juan que rozaba mi raya, hasta concluir en mi esfínter, y entretenerse en ese lugar humedeciéndola, cuando uno de sus dedos jugueteo en el orificio. Me imagine cual sería su propósito, así que mientras me deleitaba con la verga perruna, continuo escarbando hasta que sentí algo de dolor al penetrarme mi querido Juan, sin que por ese motivo, suspendiese mi labor, un nuevo empujón permitió introducir su aparato, y mi boca se introdujo buena parte del de mi amante perruno.

Las manos de Juan se aferraron a mi cintura para comenzar a menearse, mientras que la verga del animal la introduje casi totalmente, sabía que eso era algo aberrante, pero creo que era más que excitante para mi, embarazada, penetrada analmente mientras mamaba la verga del perro, nunca pensé llegar a una situación de esta índole, tan promiscua y sensual.

Pero la intervención de Juan, hizo que abandonase al animal, para disfrutar de nuestra primera relación anal, que a pesar de su corta experiencia, lo hizo muy bien, al metérmela fuertemente para quitarla y repetir el acceso una y otra vez, mientras apretujaba mis delicadas tetas.

Proponiendo ese deseo irracional para cogerme, entregándome sin simulaciones, cada vez que la totalidad de su aparato era incrustado en mi accidentado recto, frunciendo mi esfínter al paso de ese trozo de carne, que al cabo de varias penetraciones regó mi conducto renal.

Nos dormimos, para despertarnos cerca de la 10 am, la cama era un caos, además del olor a esperma y otras cosas. Juan seguía durmiendo, el perro apenas me vio moverme, saltó sobre la cama, para hacerme una serie de agasajos, fundamentalmente lamerme por todos lados, me levante con ganas de orinar, así que fui a descargar. Cuando regrese Joey me esperaba impaciente, suponía que quería, aun contenía algo de orín en mi vagina, la que no higienice, de exprofeso, si bien siempre fui demasiada estricta en el aseo, no sé que me llevaba a cambiar esos hábitos.

Me acondicioné para tener sexo oral, que apenas me abrí de piernas, su lengua se despacho con toda su intensidad, como motivos de esos acontecimientos, Juan se despertó, observando lo que estábamos concretando. Me besó en los labios y después de tocarme bastante, intentó girarme, el perro al ver mi trasero se abalanzo sobre el mismo, con las intenciones lógicas de poder ensamblar su aparato en algunas de mis cavidades, a pesar que me atraía la propuesta, después de varios intentos, opté por concluirlo.

Juan me insistió, pero la dije que no estaba todavía preparada, si bien me atraia la idea, no estaba tan loca para concretarlo, así que fue él, con quien termine apareándome .

Continuara.......