El encuentro

Experiencias

Me encontraba nerviosa durante toda la mañana. No podía dejar de pensar que esa tarde había quedado por segunda vez con Mi Amo. Pensaba a cada momento cómo sería de nuevo encontrarme ante Él. Recordaba el primer día, y no podía dejar de imaginarme cómo reaccionaria al estar de nuevo a sus pies. Eso me mantenía tremendamente excitada y asustada a un tiempo. Él era un hombre no muy alto, de complexión medianamente fuerte, con el pelo castaño y los ojos negros. Su voz no era muy profunda, pero cuando ordenaba algo, tenías la necesidad imperiosa de hacerlo. Y cuando me susurraba al oído, sentía un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo.

No sé ni como pasaron las horas esa mañana, porque la viví en una constante ensoñación. Pero de pronto era la hora de volverme a encontrar con Él. Mientras me arreglaba, recordaba las instrucciones que me había dado ese día por teléfono, y no podía evitar ir poniéndome cada vez mas caliente. Me coloqué las bolas chinas como Él había dicho y después de ponerme una blusa, y una falda me dirigí a la calle. Durante todo el camino hasta su casa, podéis imaginaros como me iba sintiendo, notando las bolas moverse en el interior de mi vagina. Así que cuando llegue, me sentía como una autentica perra, excitadísima y con el coño empapado de mis propios jugos.

Aquel día cuando me abrió la puerta, pude fijarme un poco más en la disposición de la casa. A ambos lados del pasillo había diversas puertas, que supongo que darían a los dormitorios, cocina, servicio, etc. Pero como la otra vez, Él se dirigió directamente al fondo, donde se encontraba el salón. La habitación se encontraba igual que la última vez que estuve allí. Se dirigió tranquilamente a la mesa, y cuando regresó llevaba en las manos el collar, las muñequeras y las tobilleras. Mientras tanto, y tras una mirada suya, yo empecé a quitarme la poca ropa que llevaba, quedando así totalmente desnuda frente a Él. Solamente el roce de sus manos al ponerme todos los complementos bastaban para que mi piel se erizara. Cuando por fin, estuve vestida correctamente para la sesión, me dijo:

Bien esclava, hoy vamos a probar tu resistencia al dolor, para ello vamos a hacer una serie de pruebas con diversos instrumentos. Probaremos el látigo, la fusta, algo de cera y por supuesto las pinzas. Así sabremos realmente que nivel puedes alcanzar. ¿Lo entiendes?

Si Amo. Lo entiendo perfectamente.- Sus palabras despertaron en mi cuerpo una sensación extraña de miedo, ansiedad y deseo, todo mezclado a la vez.

Cogió unas cuerdas de la mesa, y las ato a la barra de las cortinas. Las cortinas se encontraban corridas y el balcón herméticamente cerrado. Hizo que me acercara lo más posible al ventanal. De cada lado de la barra caía una cuerda que ató a mis muñequeras. De esa manera me encontraba con los brazos totalmente extendidos, y elevados por encima de mi cabeza. Cogió otras cuerdas y las ato a unos ganchos, que no me había fijado que estaban en el suelo y que debían de servir de tope para las puertas del ventanal, y desde allí llevo la cuerda hasta sujetarlas a mis tobilleras. Esta posición hacia que tuviera las piernas totalmente abiertas, dejando ver perfectamente tanto mi coño, como mi culo. Por primera vez al verme así expuesta, sentí una mezcla de vergüenza y temor. Confiaba en Él por encima de cualquier cosa, pero no podía evitar sentir miedo al pensar en la dura prueba que se me presentaba.

Bien zorra, vamos a empezar.- Paso su mano por mi coño, que se encontraba totalmente empapado.- Ves lo caliente que estas perra, solo de pensar lo que vendrá a continuación.

Si Amo. Soy una verdadera puta que se calienta solo con pensarlo.

Su mano acarició mi espalda. Ese mínimo contacto bastó para que mi piel se erizara de nuevo. Mi Amo lo notó y se apartó despacio. Oí sus pasos deslizarse por la habitación. Debió de acercarse a la mesa y coger uno de los látigos, porque de pronto y sin esperarlo, el primer latigazo cayó. Mi cuerpo dio un ligero respingo. La verdad es que no eran muy fuertes, pero la falta de costumbre y los nervios de ser azotada realmente por primera vez, hacían que yo los sintiera más profundamente. Notaba también un calor cada vez mas intenso por toda la espalda. Supongo que los latigazos estaban haciendo su función, y después de mas de 40, debería tener toda la espalda de un tono rojizo. Mi Amo dejo entonces el látigo.

Bueno zorra, el látigo parece que lo llevas bien. Ahora vamos a ver que tal aguantas la fusta.

No me di cuenta del momento en que dejo el látigo y cogió la fusta, quizás porque me encontraba en un estado de tremenda ansiedad y excitación. Pero el primer fustazo casi me hace gritar. No se si será porque tengo las nalgas mas sensibles que la espalda o porque realmente la fusta es mas difícil de soportar. Pero lo cierto, es que notaba un dolor intenso que me traspasaba hasta lo mas hondo de mi ser. De vez en cuando, sus manos se habían ido deslizando suavemente sobre mis nalgas, y ese contacto me bastaba para darme las fuerzas suficientes para aguantar el siguiente azote. No se exactamente cuántos fustazos me daría Mi Amo con ella, pero si sé que cuando paró, tenia las lagrimas a punto de aflorar. Pero en contrapartida estaba mucho más excitada que antes de empezar. Y se que ese dolor solo lo produjo mi falta de costumbre y no la intensidad con que Mi Amo aplico la fusta. Para cualquier otra persona, hubiera sido algo muy suave. Pero para mí, fue algo muy duro. Aunque me siento realmente feliz de haber conseguido aguantarlo sin una sola queja, y poder entregarle ese placer a Él. Supongo que al igual que la espalda, en esos momentos mi culo tendría que tener un fuerte tono rojizo, porque el calor y el escozor que experimentaba era muy intenso. Mi Amo metió de nuevo su mano en mi coño. Empezó a acariciarme suavemente mientras me decía:

Ves puta lo zorra que eres- Saco su mano y me la enseñó toda empapada de mis flujos- En cuanto se te azota un poco, te mojas como una autentica perra. Veremos que te pasa con la cera.

No podía verle, porque se encontraba a mi espalda. Pero escuché fácilmente el ruido de una vela al encenderse y note claramente el olor de la vela al empezar a derretirse. Sentí como un ligero calor extendiéndose por todo mi cuerpo, así que supuse que Mi Amo había acercado la vela a mi piel. Mi cuerpo instintivamente se tensó, más por el miedo de lo desconocido, que por el calor que pudiera desprender la vela. Cuando las primeras gotas de cera cayeron sobre mi piel, casi no me di ni cuenta. Estaba tan concentrada en la cantidad de sensaciones que estaba percibiendo de mi cuerpo, que no era capaz de oír las palabras que Mi Amo me iba susurrando al oído.

Así estarás aun mas caliente zorra. Te esta quedando un cuerpo precioso con las marcas de Tu Dueño, perra.

Mi excitación era cada vez más grande. Entre las bolas, los azotes, la cera y encima las palabras de Mi Amo, mi cuerpo era un puro volcán de deseo necesitando explotar. Realmente me sentía una autentica puta deseosa de poder saborear la polla de Mi señor. No creo que dejara caer mucha cera, o será que por mi estado no me di cuenta del tiempo que había pasado, pero después de lo que solo me parecieron unos minutos, oí claramente como Mi Amo apagaba la vela. Noté entonces un ligero pinzamiento en los labios vaginales, y me di cuenta de que me había colocado una pinza en cada uno de ellos.

Estas preciosa, zorra. Se te ve tan hermosa ahí, con tu cuerpo castigado y expuesta para ser usada por Tu Amo. – mientras decía esto, sus manos iban acariciando mi cuello, mis pechos, mis muslos, etc.- ¿Y sabes, perra?, me he excitado mucho contigo. Y sí, voy a usarte, así tal como estás. Voy a utilizar tu culo para mi placer, puta.

Oí como Mi Amo se desnudaba. En el silencio de la habitación, se apreciaba claramente el ruido de los botones de la camisa al ser desabrochados, el roce de la cremallera del pantalón al ser bajada. No podía verle, pero mi mente recreaba cada uno de sus movimientos por el sonido que percibía a mí alrededor. Sentí su cuerpo totalmente desnudo apoyado contra el mío. Notaba su pecho en mi espalda, sus piernas rozando las mías. Su polla se encontraba ya tremendamente empalmada y se insinuaba ligeramente entre mis nalgas. Me encontraba tremendamente excitada solamente con ese ligero roce, a la vez que un poco asustada. La penetración anal es algo que solo había hecho en muy contadas ocasiones. Sus manos separaron mis nalgas. La punta de su pene comenzó a introducirse en mi ano. Poco a poco toda su polla se fue abriendo camino, hasta introducirse totalmente. El dolor inicial de la penetración, pronto dio paso a una sensación de excitación tremenda. Deseaba sentir su polla cada vez más dentro. Necesitaba desesperadamente la sensación de plenitud que con cada nueva embestida me proporcionaba. Al principio su ritmo era lento, su polla se introducía y salía rítmicamente, despacio, muy despacio. Después, conforme el deseo y la necesidad de los dos iba subiendo, su ritmo empezó a acelerarse cada vez más, así como nuestras respiraciones que eran cada vez más rápidas y entrecortadas. Sus manos jugaban con mis pezones retorciéndolos ligeramente y apretándolos entre sus dedos. Su polla comenzó a hincharse cada vez más en mi interior. Notaba sus huevos chocar contra mis nalgas en cada nueva embestida. Mi deseo de correrme era tan acuciante ya como el suyo. Y le suplicaba, le pedía:

Amo, te lo suplico, te lo ruego, permite que esta puta caliente se corra.

Las primeras veces que se lo solicite su respuesta había sido negativa. Me decía muy bajito al oído, que esperara un poco más, que lo aguantara todavía un rato por Él. Y pese a mi gran necesidad lo había intentado. Pero ya no podía mas, mi desesperación era tremenda. Necesitaba correrme, y mi cuerpo se empezaba a convulsionarse por el ansia contenida. Y por fin, Mi Amo concedió su permiso, diciéndome:

Bien perra, tienes mi permiso, córrete ya. Y mientras lo haces, quiero que me vayas dando las gracias, por permitírtelo.

Mi cuerpo prácticamente estaba fuera de control. Me sentía como un pozo de deseo sin fondo, que lo único que quiere es que lo penetren más profundamente y que busca desesperadamente la liberación del orgasmo, a toda costa. Su polla seguía siendo introducida cada vez mas hasta el fondo de mi culo, y yo cada vez pedía y suplicaba más. De pronto sentí el orgasmo mas bestial de toda mi vida, todo mi cuerpo se contrajo, mientras mis labios gritaban una y mil veces a Mi Amo las gracias por el placer que me permitía obtener. Prácticamente al poco rato, sentí como la leche de Mi Amo se liberaba y se esparcía por el interior de mi culo. Nos quedamos durante unos segundos así, con su polla aun en mi interior, sus manos en mis pechos, y su cabeza apoyada en mi hombro, mientras nuestra respiración se iba desacelerando y nuestros corazones recuperaban su ritmo normal.

Cuando por fin se retiró, mis piernas aun temblaban ligeramente, después del orgasmo que había tenido. Si no fuera por la sujeción de las cuerdas, creo que me hubiera caído al suelo. Mi Amo retiró entonces las pinzas de mi coño, se encontraban totalmente empapadas. Después fue soltando las ligaduras. Mientras me iba diciendo:

Bueno perra, esta vez te he permitido correrte porque te has portado muy bien. Pero quiero que te quede claro que eso es un premio que no siempre tendrás. Eso si, cuando se te permita, estoy seguro de que lo disfrutarás tanto como el que has tenido hoy. Y espero realmente que siempre lo agradezcas, como el regalo que Tu Amo te da.

Si Amo. Tu perra se sentirá siempre tan agradecida como hoy, no solo por el placer que me puedas proporcionar, sino solamente por el hecho de pertenecerte.

Me sentía tremendamente feliz aquella tarde. Mas que por el placer que yo hubiera podido obtener, por el hecho de sentir que Él estaba contento y orgulloso de mi. Mientras volvía de nuevo a mi casa, repasaba mentalmente todo lo sucedido durante esa sesión y me di cuenta de que a partir de ese momento, para mi no había nada mas importante que poder estar siempre al lado de Mi Señor. Solo deseaba poder entregarme a Él totalmente en cuerpo y alma. Necesitaba demostrarle todo aquello que era capaz de soportar por Mi Dueño. También deseaba proporcionarle el mayor placer posible, de cualquier manera que Él deseara. Con todo esto, yo me sentía feliz y en paz conmigo misma. Y lo único que quería o buscaba a cambio, era el hecho de que nunca me apartara de El, creo que eso es lo único que jamás podría soportar.

Esta ha sido la segunda sesión que viví y espero que deje en todos vosotros la misma impresión que siempre guardare yo en mi corazón

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