El empujoncito (2)

En medio de una relacion aburrida por los celos de mi novio, lo unico que me haria tomar la decision de dejarlo, seria un empujoncito. Segunda Parte.

Qué había hecho? Me preguntaba, una y otra vez. No podía creer la pasión que por tanto tiempo había estado represada en mí, dormida, como un oso que hiberna y que luego se hace sentir con su furia y agresividad. Así, así sentía mi deseo por Rodrigo, agresivo, imponente, ajeno a mi voluntad. Algo que no podía dominar por más que quisiera, por más que me reprochara por el momento tan maravilloso que había tenido momentos antes. Era tal mi deseo, que esos pensamientos de reproche, poco a poco se fueron esfumando al recordar el calor que recorrió mi cuerpo bajo las caricias de Rodrigo.

Mariana seguía aún dormida, y no quería despertarla, pero yo no podía pegar un ojo por más que lo intentara. Me recosté en la cama, aun con mis braguitas blancas húmedas y una pijama que yo sentía que era un poco aniñada, pero sexy. Me seguía dando vueltas en la cabeza, una y otra vez, aquellos momentos tan eróticos que había tenido con Rodrigo. Me había hecho disfrutar demasiado, sin siquiera penetrarme! Sin embargo, algo por dentro quería sentir más de él, y con sólo pensarlo volvía a experimentar la misma sensación, ese cosquilleo en todo el cuerpo, esa excitación… Dios, cómo me gustaba y cómo me hacía disfrutar ese tío!!! Con sus miradas y esa actitud soberbia que me demostraba todo el poder de seducción que tenía conmigo.

Sin proponérmelo, continué recreando en mi mente, paso a paso todo lo que había pasado y mis manos y dedos, comenzaron a repasar aquellos lugares que Rodrigo había acariciado momentos antes. No fue difícil comprobar que seguía tan húmeda como en ese momento, tanto que mis dedos se deslizaban muy suavemente entre mi entrepierna, que estaba completamente abierta, esperando ser acariciada lentamente, tan sensualmente como Rodrigo había hecho con su lengua. Mis dedos estaban empapados de mis jugos que fluían sin parar. Tenía grabado en mi mente el momento en el que sentí el aliento de Rodrigo en mi entrepierna, haciéndome vibrar de excitación al saber que su lengua pronto estaría lamiendo mis jugos y jugando deliciosamente con mi clítoris. No podía evitar sentir nuevamente el deseo de estar con él, y mis dedos me torturaban deliciosamente, haciéndome desearlo aún más. Sentía mis pezones tan duros y tan sensibles, que llevé uno de mis dedos a mi boca y luego los toqué, imaginando que eran sus labios. Sólo pensaba en él, mi cuerpo deseaba tanto haber continuado esa noche… Pero ese era el juego de Rodrigo, siempre llevarme al cielo y luego dejarme caer. El conocía el momento exacto donde me volvía loca de deseo, y luego simplemente me dejaba así, perpleja, ansiando aún más su contacto. Por eso esa noche terminó ahí, y seguramente estaría disfrutando de mi falta de sueño, imaginando lo que estaría haciendo en estos momentos para calmar mi sed de él.

Me levanté muy tarde, casi las 11 am. Mariana hacía mucho que estaba despierta y no sabía nada de lo ocurrido, fue tan pesado su sueño, que ni notó mis momentos en la cama… menos mal!, pensé, pues con todo lo que estaba sintiendo, me había olvidado que Mariana estaba en la misma habitación! Ella me esperaba ya lista con su ropa de playa. Al ver que desperté, me preguntó entre risas, si la había pasado bien. Yo, no supe que decirle, pero me sonrojé tanto que le conté que había tenido una noche maravillosa y le conté sin entrar en muchos detalles. A esa hora, aún Rodrigo no había llamado. Yo no sabía qué hacer, si llamarlo, si esperar por su llamada… así que mientras decidía, tomé un baño, me alisté y salí con Mariana a comer algo en el restaurante del hotel. Cuál no sería mi sorpresa, ahí estaba Rodrigo, desayunando a esa hora, fumándose un cigarrillo y se le veía un poco distraído. Nos acercamos, y me miró de arriba abajo dejándome ver que le gustaba mi pinta. Me lanzó una sonrisa y me preguntó que si había dormido bien, con esa mirada pícara de sé que no dormiste nada. Yo, asumí mi papel de mujer digna y le dije que sí, que había dormido profundamente toda la noche. El simplemente me miró y pude ver una leve sonrisa torcida… no me creyó. Intentamos sentarnos y acompañarlo en la mesa , y así comer algo también, pero se disculpó y se fue, eso sí, no sin antes darme un beso en mejilla. Dijo que tenía algo pendiente que hacer con su coche. En seguida comencé a pensar, qué hice?, dije algo que le molestó? Dios, este hombre era muy impredecible, y yo siempre me sentía a sus pies.

Luego de comer algo, fui con Mariana a la playa, a tomar algo de Sol, aunque en realidad, no podía quitarme a Rodrigo de la cabeza, tratando de descubrir sus intenciones, tratando de entenderlo… Mariana me decía que no le prestara atención, que ya volvería, que si lo de anoche había sido tan intenso, el seguramente vendría por más. Sin embargo, yo sentía que la que quería más era yo, porque él me confundía con su actitud. De repente, el señor que nos atendía en la playa, me llevó una nota. La nota sólo decía: "Te espero a las 7 pm en el lobby del hotel. Rodrigo". Mi felicidad no pudo ser mayor! Quería que saliéramos! Mariana se sonrió y me dijo que fuera, que ese fin de semana no era para ella, sino para mí, y que ella había visto en el restaurante a un tío que le había gustado y que trataría de investigar si estaba solo, así que ya tenía plan para esa noche!

Yo no sabía a dónde iría con Rodrigo, ni qué plan tenía para nosotros, no sabía nada, y tampoco quería llamarlo porque encontraba en esta situación algo sumamente excitante. Así que no tuve otra opción que imaginar a donde iríamos sin tener la menor pista. Decidí usar un vestido blanco que sabía que podía gustarle. Era un vestido a la rodilla, de tela muy suave al tacto, nada transparente, ni muy ajustado, pero que caía perfecto. Una tela delgada, suave, justo lo que necesitaba para esa noche. Además, tenía un escote muy sexy y sabía que no podría quitar su mirada de ahí en toda la noche! Por fin yo también tendría en algo el control. Acompañé mi atuendo con unas sandalias y me dejé suelto mi cabello. Me veía radiante y sexy. Justo como yo quería.

Llegué deliberadamente a las 7:10 pm al lobby, para que supiera que yo también podía tener el control si quería y que no sería puntual como mujer desesperada. Y al llegar… Rodrigo no estaba! Dios, por qué llegué tarde?! Me decía a mí misma, reflejando en mi rostro la frustración que estaba sintiendo. Cuando ya me iba, ahí lo veo, tan varonil, vestido de negro completamente, desde un sillón me observaba, mientras tranquilamente se tomaba un trago de licor. Quien sabe desde cuándo estaría allí, habría observado mi desespero? No lo sé, sólo sé que se acercaba a mí con su acostumbrada sonrisa

"Hermosa, como siempre. Tienes un destello distinto, quisiera saber a qué se debe…" me dijo sonriendo, y luego me dio un beso en la mejilla. Yo atiné a sonreírle también y darle las gracias, me sentía otra vez en las nubes

Le pregunté que a dónde iríamos y me dijo que a cenar y a dar un paseo. Así que fuimos a cenar. El había preparado todo con anticipación… y ya empezaba a entender por qué se fue con tanta premura del restaurante en la mañana… había organizado con el restaurante, un espacio sólo para nosotros, lejos de los demás comensales, en una terraza con vista al mar y alumbrado con velas. Había una música suave, envolvente que armonizaba con el sonido de las olas. Era una noche mágica. Yo no podía hacer otra cosa que mirarlo hipnotizada una vez más. Ya había caído otra vez… La comida, estuvo estupenda, y de vez en cuando, me miraba tan seductoramente que yo sólo pensaba en repetir la historia del día anterior. En algunos momentos, mientras hablábamos, rozaba mi piel con su mano, como de manera casual, pero yo sentía su contacto como fuego, y no podía evitar pensar en lo que había pasado. Pero él no hablaba de eso. No dijo ni una palabra sobre los momentos que habíamos tenido en el depósito del hotel. Hablamos de sus gustos, de los míos, y de lo mucho que le gustaría recorrer la playa después de la cena. Y aunque no hablábamos del tema, alcanzaba a sentir en cada mirada, cómo me recorría con deseo, y sentía que podía ver a través de mi piel, y llegar hasta mis deseos, me sentía desnuda frente a él, y sentía como latía a mil mi corazón, así como nuevamente ese calor que me recorría toda. Esta vez, había decidido llevar sujetador y unas bragas que hacían juego de color canela. Si no hubiera tenido ese sujetador, seguramente Rodrigo hubiera advertido que mis pezones empezaban a endurecerse.

Cuando terminamos de comer, fuimos a dar un paseo por la playa. Su sola compañía hacía mi piel más sensible. Sentía la brisa como sus caricias que recorrían mi rostro, y mi cuerpo suavemente. Poco a poco, mientras caminábamos, sentí que me fue abrazando. Su mano que pasaba por mi espalda y se posaba en mi cadera me quemaba y me llenaba de excitación. Sin pensarlo, le di un beso en su cuello, con mis labios entreabiertos que dejaron entrever mis deseos por él. El sé volvió hacia mí, me miró directamente a los ojos, me sonrió y me dijo que no se había olvidado del día anterior y que deseaba continuar lo que habíamos dejado empezado, que necesitaba continuarlo, que no había dejado de pensar en eso ni un momento, y que ardía en deseo de sentir mi calor por dentro. Yo, respiré profundo y sentí ese mismo calor, del que él hablaba, cómo bajaba hasta mi entrepierna humedeciéndome nuevamente. Mis pezones tan duros necesitaban urgentemente sus caricias, pero yo me quedé muda, asustada… total, aunque lo deseaba, estaba ante la posibilidad de estar por primera vez con él, más allá de los preliminares. Sin darme tiempo a pensar, me dio un beso en los labios, el primero de toda la noche, y trató de buscar dentro de mi boca un sí. Yo ardía también de deseos, y no pude evitar ser yo quien empezara a acariciar su espalda por debajo de la camisa negra. Lo sentía tan fuerte y tan caliente a pesar de la brisa. El me besaba con furia y con pasión, tomando mi cara entre sus manos, y mientras tanto yo empezaba a desabotonar su camisa. Se separó de mí, mirándome con lujuria, se terminó de quitar la camisa y volvió a tomarme entre sus manos. Yo alcancé a ver su pecho, bronceado por tantas tardes de natación y bajé la cara para besar su pecho. Quería hacerle sentir un poco lo que yo había sentido el día anterior. Lamí su pecho, deteniéndome suave y juguetonamente en sus tetillas. Sentía que le gustaba e instintivamente, él me pegaba a su cuerpo, haciéndome sentir lo duro que estaba.

Mi vestido era de tela muy suave y delgada, podía sentir su erección en mi entrepierna. El estaba agitado con mis besos y caricias, y el morbo de la primera vez juntos. Me volvió a tomar la cara con sus manos y me besó delineando mis labios con la punta de su lengua y luego, recorrió con ella mi cuello y el borde de mi oreja. Yo sentía que mis fluidos estaban empapando mi braguita y nada podía hacer. Nos dejamos caer en la arena y usamos su camisa para posarnos sobre ella. Delicadamente, desató el lazo anudado en mi cuello, haciendo que mis senos quedaran expuestos y cubiertos por el sujetador. Era un sujetador que se abrocha hacia el frente, así que le fue muy fácil descubrir cada una de mis tetas y comérselas con ese deseo puro que yo sentía en él. Estaba ardiendo de deseo tanto como yo. Me lamia mis pezones deliciosamente, haciendo pequeños círculos con su lengua, mientras que me acariciaba con la otra mano el resto de mi cuerpo. De pronto, se sacó la correa y bajó la cremallera de su pantalón, quedando en unos bóxers blancos de esos ajustados al cuerpo, dejándome ver lo empalmado que estaba, e incluso alcancé a ver su bóxer un poco húmedo por el líquido preseminal de su pene. Jamás lo había visto desnudo y mi deseo por verlo ya, me hacía humedecer aún más. Como pude, empecé a bajarle sus bóxers que quedaron a la altura de la rodilla. Subió mi falda y se me pegó completamente, dejándome sentir su erección en pleno, separados tan solo por mi braguita empapada, una tanguita tan delgada que me permitía sentirlo completamente y me excitaba aún más, al saber que eso era lo único que nos separaba de una penetración. A través de ella, podía sentir sus movimientos, que me frotaban con lujuria, y los sentía tan vívidamente como si no hubiera nada que nos separa de un contacto directo. Sentía que su frotación lograba rodar un poco la tanga mojada, como queriendo buscar ese contacto directo que ambos deseábamos.

Bajó la cremallera de mi vestido, y me dejó vestida sólo por mis sandalias y mi braguita rodada de tanto ajetreo. Yo lo tumbé a la arena, y bajé hasta su miembro tomándolo con mi mano. Suavemente comencé a frotarme encima de su miembro y veía como disfrutaba al darme placer yo misma. Luego, lo froté con mis manos y acerqué mi boca a él. Mientras lo frotaba, comencé a lamer sus testículos, sentía que Rodrigo estaba en mis manos y quería llevarlo al cielo, así como había hecho conmigo antes. Veía como trataba de agarrarse de la arena desesperadamente sin poder hacerlo, mientras yo suavemente lo lamía. Una de sus manos agarraba mi cabeza firmemente como queriendo indicar la presión exacta y el lugar que él deseaba que le acariciara. Subí hasta su capullo y me lo metí a la boca, y más, y más hasta tener su miembro totalmente dentro de mi boca. Sentía que le estaba haciendo el amor a mi boca y yo quería complacerlo totalmente, iba a su ritmo, pero a veces paraba, desesperándolo por el deseo. De pronto, el mismo me apartó y me dijo que ahora sería yo quien iría a llenarse de desespero. Me tumbó en la arena, me sacó las braguitas, y empezó a lamer mi entrepierna. Su lengua bordeaba mis labios vaginales y los chupaba, como si fueran de dulce, rodeaba mi clítoris llenándome de desesperación. A medida que mi desesperación aumentaba, Rodrigo más despacio iba alrededor de mi clítoris y de vez en cuando, me rozaba el clítoris como desprevenidamente, volviéndome más loca de deseo aún. Me lamía mis jugos y empezó a penetrarme con su lengua, una y otra vez. Yo sentía que cada vez que introducía su lengua, me rozaba mi clítoris y me empapaba más y más. Luego comenzó a darle pequeños golpeteos a mi clítoris, mientras me penetraba con su dedo y volvía a penetrarme con su lengua. Era un juego que me estaba volviendo loca. Cuando sentí que estaba a punto de llegar, se separó de mí y de una sola embestida, me introdujo su miembro. Fue tan fuerte que alcance a sentir un poco de dolor, pero de ese dolor adictivo que iba cambiando en placer inmenso a medida que me follaba. Sentía su miembro llegar hasta lo más profundo de mí y masajear en cada embestida, mi clítoris que ardía en deseo.

Mientras me follaba, lamía mis pezones, y con una de sus manos, me separaba aún más las piernas. Yo me sentía totalmente invadida por él, controlando mis deseos y mi excitación a su antojo. Me llevaba al límite y me regresaba para que continuáramos disfrutando por más tiempo. Yo ya no podía más, lo miré casi con sufrimiento por querer dejarme llevar por mi más delicioso orgasmo y finalmente asintió con un gesto, sin decir nada. Me abrazó con fuerza, haciendo sus embestidas más profundas y más rápidas y nos fundimos, los dos, en un orgasmo único que me dejó sin aliento. Ahí nos quedamos pegados unos minutos, él seguía moviéndose muy lentamente como queriendo prolongar aún más el momento.

Luego nos volvimos a vestir y caminamos abrazados hasta el hotel. No dijimos nada en el camino. Creo que cada uno estaba repasando los momentos en su mente. Al llegar a mi habitación, entré y noté que Mariana no había llegado. Creo que finalmente conoció a aquel tío y la estaba pasando bien. Miré el reloj, eran las 11:30 pm. Y Rodrigo al verme sola, me llevó de la mano hasta su habitación, no sin antes dejarle una nota a Mariana. Esa noche repetimos la historia y nos quedamos dormidos en su habitación. A la mañana siguiente busqué a Mariana y vi que desayunaba con su nuevo amigo. Me alegré por ella, y al acercarme, al oído medio me contó lo que había pasado la noche anterior. Ambas la habíamos pasado muy bien ese fin de semana, no había duda, y lo que me contó será una historia para otra ocasión.

De Rodrigo les contaré que a partir de ese día, empezamos una relación clandestina hasta que terminé con mi novio. Una relación llena de muchas historias, que les contaré más adelante.