El emprendedor. (Parte 5)

Mi abuela se dejaba follar por su nieto como si fuera su esposo… consentida y sumisa, a la vez que me amaba como si fuera el único hombre sobre la faz de la Tierra. “Pero mi vida, eres insaciable, ¡¡me encantas!! Nunca imaginé que existiera un macho con tal capacidad de eyacular y de follar…”

Aquella tarde mi abuela pensaba salir a bailar con las amigas, le gusta  mucho bailar en lugares donde hay personas de su edad obviamente, especialmente cuando salía con su amiga Margarita. Le gusta arreglarse y estar bien vestida y demás. En su viudedad ha tenido varios pretendientes…, para su edad como ya saben, tiene bastante buen cuerpo, es alta, algunas arrugas, características de su edad, delgada y de pechos más bien pequeños comparados con Catalina o Margarita, pero con un culo perfecto y respingón digno de una treintañera…firme y sin signos ostensibles que indiquen tener 65 años. Yo nunca había visto a mi abuela de otra forma que no fuera mi abuela, una mujer sin vagina…tampoco había fantaseado, ¡era mi abuela!, pero desde que convivimos y sobre todo nos declaramos hacía unos meses las cosas cambiaron radicalmente entre nosotros. Se había creado un vínculo indeleble mucho más fuerte que entre dos simples amantes… mi abuela se dejaba follar por su nieto como si fuera su esposo… consentida y sumisa, a la vez que me amaba como si fuera el único hombre sobre la faz de la Tierra. Después de las primeras semanas de descontrol, comenzamos a normalizar nuestra convivencia a las nuevas circunstancias... de manera sibilina y sin darnos cuenta nos fuimos convirtiendo en un marido y su esposa en el estilo más tradicional si atendemos a nuestro comportamiento en los diferentes aspectos vitales... ella ama de casa y complaciente hembra de su hombre, y yo un emprendedor por cuenta propia que cumplía con su mujer en la cama y socialmente. Compartíamos la misma cama y se difuminaron los pudores de mostrar nuestros cuerpos y sentimientos e incluso los vicios inconfesables en gustos extravagantes en el sexo u otros aspectos. Nos confesábamos tales secretos porque sabíamos que nunca ni nada de todo ello nos separaría. ¡Nuestra unión era mucho más fuerte que el contrato de un matrimonio! Teníamos una unión de sangre.

Al llegar a su casa fui directamente al lugar donde dormí los primero días de vivir allí donde solía estar mi amada abuela, una salita-comedor de la casa..., tiene una cama muy cómoda, con unos almohadones que lo convierten en una especie de sillón, un televisor. Todo perfecto para pasar una noche, en fin, llegué, deje mi maletín de trabajo y me senté a charlar con mi abuela, mientras hablaban en la tele. Ya entrada la noche, me avisa que se va a ir a bailar y que volvería tarde. “¡No hay ningún problema, vete tranquila!” Dicho esto se va a cambiar a su habitación, ahora compartida conmigo. Una vez lista y esperando porque la vinieran a buscar, suena el teléfono. Era su amiga Margariata, quien le comunica que hoy no saldrían debido a que don Tomás se encuentra con problemas y no lo puede dejar solo…, mi abuela se molestó un poco, porque no pensaba salir sola, así que canceló el taxi, fue a su habitación y se puso el camisón para dormir. Cuando vuelve me dice… “Anda Alejandro pide una pizza, que no me apetece cocinar nada” Cuando nos llega nos la comemos en la cocina y nos pusimos juntos a ver una película, algo habitual... al mismo tiempo charlábamos un poco. En medio de la charla noto que le duele la espalda, así que le digo… “¿Abuela quieres que te haga un buen masaje a tu espalda? Sabes que tengo unas manos increíbles para ello” Sin pensarlo mucho me responde que sí, muy agradecida. “De hecho yo soy muy bueno haciendo masajes en verdad” insisto.

Así que comencé a masajear su espalda, mientras ella estaba sentada mirando la pantalla, de repente, en una mirada sin querer, noto que debajo del camisón mi abuela llevaba un sostén pequeño, podía ver sus grandes y estirados pezones casi completamente. No le di importancia, después de todo es mi abuela, y ya habíamos intimado lo suficiente para que nuestros cuerpos no fueran ningún secreto, no iba a tener vergüenza por ello…, pero mi instinto nunca fallaba y comencé a tener una erección, era increíble, porque ver a mi abuela me provocaba y mi cuerpo respondía. En fin mi abuela no lo notaba, ya que tenía un jean puesto y además estaba detrás de ella. Luego de esto me salió algo de dentro, que lo dije sin pensar, casi como si fuera mi cuerpo el que hablaba, le dije… “¿Quieres que te haga unos masajes con crema?” A lo que ella respondió… “si mi amor, me vendría muy bien, pero no quiero ser una molestia”. Pero insisto en masajearla como buen nieto que adora a su abuelita. Fue a su habitación y tomó una de sus cremas y regresó al sofá de la salita, para continuar con los masajes.

Ya con su espalda con crema, me facilitó mucho los masajes, tras de un rato de masajearla y aún con una inexplicable erección, aparece en la tele una película bastante picante, mi abuela está disfrutando mucho los masajes y yo ocupado haciéndolos, así que ninguno cambio. Mi abuela gemía del placer que le daban mis masajes…, el clásico gemido de gusto de cuando nos acarician. En fin de repente se nos da por charlar y sale el tema de la película que estaban pasando, sin ninguna inhibición nos pusimos a hablar de las escenas sexuales que se mostraban, a tono gracioso obviamente. Le bajé un poco el camisón, para poder abarcar más su espalda, no tuvo ningún problema, lo bajé solo un poco dejando sus hombros descubiertos. De repente la conversación se empezó a ir para otros lados…, nos sentíamos muy cachondos y mi abuela hábil en tales menesteres no dejó que aguantase mucho más con su contusión de espalda bastante aliviada, en un momento se da la vuelta y me baja el pantalón para sacarme la polla dándome ella a mí el masaje y una pregunta, con doble sentido, del estilo inteligente de doña Rosa… “Mi amor… ¿tu abuela te atiende bien? porque así debe ser, te mereces que te trate bien”. Yo respondí con una risa seguido de… “Me atiende muy bien y estoy muy satisfecho”. A lo que mi abuela respondió con una sonrisa pícara. El siguiente tema de conversación fueron sus pretendientes, algo de lo que nunca habíamos hablado, me contó muchas cosas y concluyó diciendo que nadie le había atendido como yo y que estaba muy sola hasta que entré en su casa, al mismo tiempo seguíamos con nuestros masajes… yo con sus tetas y ella pajeándome deliciosamente manteniendo una terturla amena en todos los ámbitos. Para ese momento yo ya estaba bastante sumergido, sin darme cuenta, en el éxtasis del incesto y el morbo... me salió decirle… “Pero abuela, ¿me vas a decir que nadie te folló como es debido hasta ahora? Eres una mujer muy sexi y atractiva para cualquier hombre de cualquier edad”.

A lo que contesta… “no mi amor, hacía mucho que nadie me follaba. Salí con algunos hombres, de mi edad como es natural, pero no estaban en forma. Llegué a pensar que mis tiempos de sexo habían pasado para mí”. Con algo de comprensión le dije… “Abuela, me gusta que te sientas bien y sabes que haría lo que fuera por ti, con tal de que estés contenta y feliz”. Ella responde, “¡Pero mi vida, que bueno eres conmigo, yo tan mayor y tú tan joven, fuerte y varonil! Ninguna abuela puede estar más feliz que yo con un nieto como tú…”. Ya sumergidos en la calidez de nuestro encuentro, de los cuales solían caer unos dos o tres semanales, y sin marcha atrás le dije…“Abuela, déjame que te haga sentir bien esta  noche también”. Comencé a deslizar mis manos hacia sus tetas sin llegar a apretarlas, acariciando y pasando la crema para terminar de embadurnarla. De un impulso irreflexivo metí mi mano en su camisón y comencé a masajear fuertemente sus laxas ubres y sus pezones empitonados, los cuales estaban bastante duros. Mi abuela gemía del placer, y en un momento de lucidez, me detuve… “Abuela, ¿te lo estoy haciendo bien?” A lo que ella respondió, “Sigue amor, me encanta, ¡no te detengas! Eres lo mejor de cada día...” Seguí acariciando sus mamas de tacto suave y cremoso. De pronto se me da por ponerme de costado, detrás de ella con una erección ya notable, mi abuela que estaba con los ojos cerrados disfrutando de todo, los abre. En su mirada pude notar el deseo y la desesperación de verse follada por el semental de su nieto. A lo que solo se le puede responder con una acción…, me terminé de bajar el pantalón y luego el bóxer, evidenciando mi polla de talla XL en plena rigidez extra dura. La reacción de mi abuela fue de satisfacción y dejo salir un suspiro de placer diciendo… “Mi amor, como la tienes de empalmada, no me explico cómo te puede caber tanta polla en esos pantalones tan estrechos”. A lo que yo respondí… “Pues del mismo modo que entra en tu vagina, a base de expandirlos... ¿La quieres abuela? ¡Es toda tuya!” Ella sin inmutarse y de un solo movimiento la introdujo completamente en su boca, era increíble, comenzó a mamarla como toda una experta… le estaba cogiendo el punto a mamar pollas como una puta, en mi vida me habían hecho una mamada de tal magnitud como las que conseguía doña Rosa. La metía y la saca con gran velocidad, al mismo tiempo que masajeaba mis testículos era una sensación inexplicable. Mi abuelita había aprendido en estas semanas lo que nunca hizo en los treinta años de casada con el abuelo. Mi tierna y adorable abuela se convertía ante su nieto en una consumada felatriz, tan buena como una zorra experimentada, donde mi verga era algo natural dentro de su boca o de su coño.

Me la estuvo mamando un rato ensaliando todo el tronco y las pelotas rebosante se esperma presto a ser suministrado..., la eficacia de la dama no tardó mucho hasta que me corrí… Cerró sus labios firmemente sobre el glande y esperó que saliese el primer chorretón de lefa. Se zampó el buen chorro de esperma espeso que guardaba desde hacía un par de días para ella, por lo que fue muy abundante, continuaba sugestionando mi bálano para recibir el sengundo y tercer gran lechazo de la noche. Los iba acumulando en su cavidad bucal hasta que no le dejó una sola gota a mi cipote por eyacular. Liberandose de la pieza de carne fátua jugó con el semen unos instantes y me enseñó todo el engrudo que batía con su lengua dentro de la boca y de un trago se lo engulló directo al estómago de una, al terminar sacó la lengua relamiendo la punta dejándomela impoluta. Mi verga aún estaba bien erecta, ella sabía que aquello solo era el aperitivo, su nieto es capaz de correrse dos y tres veces en una sola hora, así que la tenía como si no hubiese acabado…. “Pero mi vida, eres insaciable, ¡¡me encantas!! Nunca imaginé que existiera un macho con tal capacidad de eyacular y de follar…” Nos besamos notando el regusto de mi propio semen, y cuando nos desacoplamos le digo… “Abusa lo que quieras de tu nieto, ¡¿La quieres sentir dentro de ti YA?!” A lo que en tono de máxima excitación me responde. “Si mi amor, por favor, haz lo que debas hacer con tu pobre abuelita ¡Este conejo tiene mucha hambre de nabo!”. Hice que se parara del sofá y le quité el camisón y para mi sorpresa, solo llevaba el sujetador y un tanga… muy puta para alguien de su edad, pero ya me tenía acostumbrado. No me resistí y desnudé las tetas y le bajé el tanga, me agaché y comencé a mamarle el coño..., ella se retorcía de placer y gemía a los gritos, mientras yo lamía su clítoris encontrado bajo sus pliegues oscuros ¡Está delicioso! Y muy duro para alguien de su edad, era algo muy rico ver lo grande que se le pone a la vieja. Fue entonces que me senté, ella se subió encima de mí poniendo una pierna cada lado, abriéndose como un Cristo, me asió el cipote con destreza encauzándoselo a su bocana… y de un solo golpe se la metió toda en el coño, abriéndose sin miramiento la raja. Es una sensación exquisita, su vagina es perfecta para ser follada, caliente y lubricada, ¡buenísima! Con sus labios enormes posados alrededor de mi tallo y de repente me dice…“¡¡Métemela hasta el fondo, hazme tuya cariño una vez más!! Tu abuela no sabe como agradecerte tanto placer y cariño que le das ¡¡Dame fuerte y llena mi viejo coño de polla dura y de leche!! ¡Qué zozobra que no me puedas PREÑAR! ”

Esta mujer follando era una abuela completamente diferente a la que yo conocía, pero sin más no pensaba en ella como mi pariente en esas circunstancias, sino como mi esposa, mi amante o mi folla amiga…. La empecé a follar como si fuera un degenerado vicioso, se la metía toda hasta dentro y la escuchaba gritar como una adolecente a cada envión. Sus gritos y gemidos me alertan de su inminente llegada al clímax, así que comencé a hacerlo lo más rápido posible haciéndola terminar en un orgasmo, "¡¡Sí así es como se hace, vamos cariño córreme con tu polla dentro de la abuela!!" Acabó convulsionando, el extraje el cipote y tras de él un chorro de flujo al mismo tiempo. No sé cuál era el  motivo cuando me follaba a mi querida abuelita Rosa, pero mi verga se mantenía increíblemente en un estado de dureza permanente… tan erecta como si fuera una adolescente salido con las ganas de follar de un mandril… mi abuela tendría que soportar unas cuantas otra embestidas más, fruto de mi morbo por joder con ella. Y me dice con tono de puta... “¡Si te apetece Alejandro, puedes fóllame por el culo! ¡¡Pero dámela toda, la abuela necesita tu verga dentro otra vez más…!!” Yo ya metido en plena vorágine incestuosa plagada de morbo, le metí un beso de lengua que sabía a lujuria, le agarré su hermoso y terso culo mientras ella se agachó girada dándome el culo a cuatro patas. Entré en dudas de follármela por el culo o no, pero pensé que darle por el culo necesitaba de una preparación y yo solo quería resarcirme esa noche con un buen polvo relajante.

Se la metí en el coño con su culo respingado como a mí me gusta, en tanto la tomaba de las caderas y sobre su culo casi en vertical… ahí la empecé a follar con todo, al mismo tiempo me decía… “si mi vida ¡¡Mas adentro!! ¡¡Soy tuya, dame por el culo!! ¡¡ No quiero sentirme como una puta vieja!!" Diciendo esto solo lograba que me calentara más. Estaba enviciado con ese culo terso y grande que para nada parecía de una anciana. Se la estaba dando como nunca, mientras ella gemía como loca. De entre todo era de lo más bueno ver sus pechos moverse al ritmo de mis embestidas en esa pose de 90 grados recibiendo toda mi polla. Era increíble sentir nuestros cuerpos con los chapoteos de las zonas púbicas, mis clavadas iban a un ritmo de dos por segundo haciendo caer un hilo de fluido de su coño. Con tanto ejercicio me ahorraba muchas horas de gimnasio, un ejercicio placentero y en casa…me aliviaban los huevos colmados de leche y testosterona y me ponía en forma el corazón, todo en uno y gratis..., percibía el roce de sus pliegues internos enervar mi glande hinchado que horadaba sin clemencia el maduro útero de mi amada abuela Rosa. El chapoteo de nuestro cuerpo, las imparables ganas de llenar a esa fémina complaciente y los veinte minutos jodiendo sin parar hacían mella en la dama… "¡Hijo qué aguante tienes! ¡¿No piensas correrte esta noche en el coño de tu abuela…?!" Entonces le dije que estaba a punto de acabar, mi ritmo se acrecentó y ella me cogió de los huevos por entre sus piernas… unos segundos después le atiborré la vagina de lefa con mi primer y mejor chorro de leche, después se concatenaron os siguientes decayendo en profusión hasta tener mis seis o siete esténtores eyaculando para mi abuelita… le descargué otra buena ración de semen, ella gemía y suplicaba entre tanto me vaciaba…. “Córrete bien adentro, quiero que me llenes la vagina con tu leche, ¡Estás haciendo muy feliz a tu abuela! ¡Cuánto tiempo sin regarme el coño de leche de macho!”.

En esta follada aguanté mucho más obviamente, porque ya no tenía la urgencia de las primeras veces, lo disfrutaba mucho más manteniendo la intensidad en un periodo más prolongado, para culminar con la impagable la sensación de derramar un montón de semen en mismo fondo de su cérvix casi en la barriga de mi abuela de lo profundo que le solía meter el cipote. Ella soltó un gemido de placer al sentir mi leche calentita brotar en su raja con todo el bálano insertado en sus entrañas, salpicando lefa por toda su entrepierna al hacer presión en cada empuje al tiempo que eyaculaba y sus fluidos licuaban mi espeso esperma. Luego de esto tras unos segundos de descanso en su hondura tras el desove, retire mi cipote. Era increíble que mi rabo siguiera muy erecto con ganas de más, a mi abuela esto le encantaba y me dice. “Mmmm machote, ¡¡Nada te detiene!!” ahí se agachó y empezó a mamarme de nuevo, esta vez fue mucho más deleitable que la primera, me hizo correrme una última vez. A penas salió algo de leche de mis escurridos huevos pero lo poco se lo tragó todo, mientras le sobaba las tetas. Al final la sacó de su boca al mismo tiempo que yo le acariciaba su cabeza a modo de agradecimiento. Ahora sí que mi verga ya no tenía apetencias y mis testículos ni una gota de leche, me lo había sacado todo. Se puso en pie y se me acercó para darme un beso en la boca, acaricio mi polla y me dijo… “Gracias mi vida por regalarme tanto amor…, hace años que no gozaba tanto, hacía tantos años que ya se había olvidado lo que se sentía al tener un orgasmo. ¡¡Espero que te hayas quedado templado!! De lo contrario siempre tendrá a tu abuela para saciar tu viril masculinidad…".  Y nos fuimos a dormir como tantos otros días después de un duro día de trabajo y una follada criminal de casi una hora jodiendo, donde yo acababa con los huevos secos y ella con el chumino a rebosar de leche de su nieto.

Al día siguiente era domingo y no trabajó en todo día mi amado nieto… nos despertamos uno al lado del otro como si nada hubiese pasado, porque follar y compartir la cama era ya lo cotidiano entre nosotros… preparé el desayuno y charlamos amistosamente muy contentos haciendo planes para ese día. No obstante sus manos se deslizaron hacia mis nalgas posando una en cada atrayéndome hacia él sobre el taburete de la mesa isla del centro de la cocina… yo tomé mi tanga y me lo quité hasta que este cayó al suelo, con ayuda de mis pies la hice a un lado, seguimos acariciándonos y me cogió en brazos llevándome en volandas a nuestro sofá del salón… me recostó y al quedar totalmente desnudo miré su verga de color oscuro, su glande remangado del prepucio, un poco curvada, larga y del mejor grosor posible. Se recostó sobre mí… y nuevamente nos entregamos en besos cargados de morbo incestuoso y lujuria incontenible, abrazados nos acariciamos sin pudor alguno. Tomó mis tetas y las chupó como un bebé… el nene mamaba queriendo sacarme la leche de mis secas y flácidas ubres… ¡No deseaba que dejase de hacerlo nunca! Sus manos acariciaba mi culo al mismo tiempo sentía su verga sobre mi estómago… la busqué notando sus hinchadas venas, ese tacto en las yemas de mis dedos me electrificaba el cuerpo como ningún hombre logró hacerlo.

Aproveché para ponerme de rodillas al lado de mi macho y la metí en mi boca. Lo escuché gemir, seguí chupando mientras él estaba gozando de la mamada de su abuela. Sus gemidos se hicieron más intensos, sentí su mano buscar mis enormes labios vaginales escudriñando hasta encontrar mi clítoris entre ellos. Recorrió mi raja frotando enérgicamente la pepita erecta, dura y ansiosa de recibir el placer de mi nieto, la cual estaba mojada. Me tomó  de la cintura y me puso sobre de él, su lengua buscó con desesperación mi vagina y sus manos abrieron un poco mis labios vaginales viendo como hundía la lengua joven en el chumino de aquella vieja. Yo seguí mamando su verga. "¡¿Te gusta el coño de la abuela?! Anoche se lo llenaste bien de leche". Sí mucho, pero también me gusta que me comas el rabo… vamos abuela hazlo nuevamente. Al escuchar mi voz se giró y se plantó frente a mi culo, abriendo las nalgas con ayuda de sus manos. Metió su dedo en mi ano, después dos… estos abrían mi culo tratando de dilatarlo un poco más. Me puso en posición como una perrita y me dio su verga a mamar, cuando estaba en la mayor excitación, se colocó detrás de mí y me la metió entre mis nalgas. Anoche te llené el conejo, esta mañana no se va a quedar sin su premio este culito… Primero fue doloroso, pero ya teniendo el glande dentro se quedó quieto por un instante, cuando mi anillo se adaptó a su verga inicio un rítmico mete saca, quizá por lo apretado de mi culo solo duró unos minutos hasta que se tragó todo el cipote hasta las pelotas. Cada vez la follada era más fácil, él escupía en su tronco lubricando las inserciones anales... mi nieto me estaba desvirgando. Solo duró diez minutos por lo apretado de mi esfínter cuando soltó la leche en mi interior inundado mi intestino…, percibí cada aldabonazo de blanca lefa, cálida y joven llenándome de vida en cada polvo. El amor que me daba Alex era impagable con nada que no fuera amor y entrega a su persona, un hombre que en poco más de diez horas te llena la vagina, la boca y estómago, para finalmente inundar de semen tu culo es digno del mayor de los tributos.

Hoy en día no ya puedo evitar tener sexo anal, es uno de mis mayores placeres con Alex. Después de varios meses de follar con mi nieto, lo veo feliz alegre incluso parece haber regresado unos años atrás y yo estoy contenta de poder complacerlo como mujer, creo que seguiré siendo su complaciente esposa hasta que él lo quiera… follamos, nos amamos con tanta asiduidad que parecemos un par de recién casados, aunque a veces también tenemos nuestra discusiones. Lo que sí es cierto, es el cambio que han notado mis amigas de timba… me han comentado que vivir con mi nieto me ha devuelto la alegría, me ha transferido su juventud porque me ven siempre feliz y de buen humor. Lo que ellas no saben es cómo me transfiere esa alegría y juventud mi querido nieto, ¡Si supieran que lo hace vía vaginal inyectándome su virilidad…! ¡Qué pensarían de mí! Porque no pierde la ocasión de follarme cuando se le sube la testosterona, y esto ocurre con bastante frecuencia, sabiendo que tiene en casa a una mujer sumisa a su macho que recibe como un regalo cada polvo que su nieto le da, no importa el lugar ni la hora  poque donde menos me folla es en la cama como es tradicional... en la cocina mientras preparo la comida, en la sala de estar o incluso en el asiento trasero del coche en alguna salida de fin de semana.... Me hace feliz y yo a él que disfruta conmigo descargando en cada rincón de la casa toda su tensión sexual en una vagina de total confianza, a pelo y pudiendo vaciar su leche sin miedo a dejarme preñada. Nunca voy a olvidar el día en que a la tierna y dulce abuela, la hizo convertir su nieto en toda una hembra experta y servicial como ninguna otra mujer. Me excita dejarme follar por tan viril macho, permitiéndole que abra el hermoso coño maduro de du amada abuela Rosa.

FIN