El emprendedor. (Parte 2)

En dos días cumpliría 65 años, así que decidí darle el mejor regalo que pudiera tener, para su jubilación.... "El conejo de tu abuela tiene mucha hambre atrasada ¡¿Lo sabes…?!"

Ese día después de levantarme y desayunar salí un rato a dar una vuelta, me ayudó el paseo para pensar sobre lo que había sucedido, al regresar, busqué a mi abuela hasta que la encontré en el lavadero, ella no se percató de mi presencia… quedé sorprendido al pillarla oliendo los calzoncillos que había usado esa noche, los restregaba contra su nariz y boca, cerraba los ojos inhalando el aroma contenido en ellos, justo antes de introducirlos en la lavadora. Al darse cuenta de mi presencia me miró de manera natural e inmediatamente continuó como si tal cosa con su tarea de hacer la colada, y así disimulando a sabiendas que la podía haber cazado en tan ordinaria situación, me dijo... “¿Qué se te ofrece cariño…?" Yo sin querer darle más importancia al asunto, solo dije… "Nada abuela, solo quería ver si se encontraba en la casa y decirte que ya estoy aquí…" respondí… esa acción me puso cachondo. Cuando acabó y programó la lavadora, justo en el momento de pasar por mi lado me acerqué un poco más a su paso y nos fundimos en un abrazo bastante largo, lo hacíamos de vez en cuando sin haber un  motivo aparente, solo nuestro cariño por el otro… era una demostración que nos teníamos para lo bueno y lo malo, solos nosotros dos ante la vorágine de la vida. La cogí de la cintura y ella me acariciaba los brazos, los hombros y finalmente la cara… sin mediar palabra nos besamos en la boca sin lengua, pero esta vez no fue con siempre, este beso había cierto contenido pasional como el de una pareja de enamorados. Por unos instantes me olvidé que era mi abuela, ella solo quería darme un poco de felicidad y de paso sopesar mi atracción hacia ella, que como se pudo evidenciar fue bastante y de manera mutua… nos arrastraba la corriente de la pasión intestina que todo ser humano siente por el sexo contrario si es heterosexual. Nuestros cuerpos pegados se friccionaban con delicadeza, nuestras bocas pegadas saboreando el aliento del otro nos embargaban de tal manera, que no pude evitar abrir un poco la boca y darle a tomar algo de mi saliva, ella largó su lengua lamiendo mis labios y de pronto las puntas de nuestras lenguas se palparon, no nos atrevimos a llegar a más pero se podría haber llegado sin mucho esfuerzo…, apartó su cuerpo del mío para continuar su camino. Mi polla se izó como en una tremenda erección que ella tuvo que notar ostensiblemente… Voy a preparar un arroz de verduras para hoy… ¿Te apetece verdad, cariño…? Contesté un sí dudoso, sin saber muy bien de qué estábamos hablando, me quedé un tanto anonadado.

En dos días cumpliría 65 años, así que decidí darle el mejor regalo que pudiera tener, para su jubilación. Llegado el día la llevé a cenar a un buen restaurante de la ciudad, hablamos sobre cosas de la familia, nuestras vidas y el trabajo. Al terminar, ofrecí llevarla al cine, pero me dijo que ya se encontraba muy cansada y que solo quería ir a casa a descansar. Llegando a la casa me dio un tierno beso en la mejilla que duró más de lo normal cerca de la comisura, ella y yo hubiéramos preferido fuese en la boca como en el lavadero, pero en el último instante se arrepintió… a esa horas con la lujuria no se juega o terminas en el infierno. Me agradeció que estuviera con ella en ese día acompañándola. Ya dentro de casa, le reclamé que se quedara un poco más conmigo, accedió y puse la tele donde daban una película, así que nos sentamos en el sofá uno al lado del otro y la abracé por la cintura recostada sobre mi costado… parecíamos dos esposos enamorados. La película contenía algunas escenas sexuales, lo que nos empezó a inquietarnos a los dos, mi abuela suspiró. Le pregunté… “¿y ese suspiro abuela?” Ella dijo… “Nada hijo, solo extraño la compañía de tu abuelo, a veces me siento muy sola”. “Tú no estás sola, me tienes a mí, para hacerte compañía”. Le dije. “Vivimos juntos y me gustaría estar así mucho tiempo y darte todo lo que necesites. En casa me tienes a mí para que no te falte nada que un hombre te pueda dar”. Aquellas palabras avivaron sus sentidos y los míos, no sé cómo lo dije, pero lo llegó a interpretar en el más amplio de los sentidos…. “Hijo no sé si entiendo lo que me quieres decir… pero si es cierto como yo lo interpreto, debo de confesarte de algunas carencias que llevo sin atender debidamente y solo un hombre es quien puede resarcirlas…. Solo si tú lo deseas, se entiende”. En eso mi abuela sigue.  “Pero claro eres mi nieto, el hijo de mi hija y no está bien pensar en esos términos…”, la miré fijamente a los ojos sin contarme, de sobra me daba cuenta de su atención hacia mí, del beso lascivo del lavadero mucho más penetrante que los muchos anteriores, así que le espeté… “Abuela, sé que las mujeres necesitáis ser atendidas como es debido por un hombre en la cama”, le dije. “No porque os hacéis mayores os quedáis inactivas, tal vez algunas al contrario… buscáis tener relaciones más frecuentemente incitadas por la menopausia al poder follar a pelo sin quedaros preñadas… ¡Eso siempre es un incentivo cariño... como lo sabes granuja! Abuela soy tu nieto y te quiero como a una madre, pero eso no quita que me haya dado de cómo me miras últimamente… tus necesidades fisiológicas se mantienen intactas y desde hace muchos años no están cubiertas. Es que cariño no me siento tan mayor como indica mi DNI, me siento aún muy joven y creo que aún puedo dar mucho a un hombre…  Y yo estoy seguro que es así… Sabes abuela que hace meses que no tengo novia oficial, salgo y algo cae de vez en cuando, pero nada que me llene… ¡Echo de menos tener en mi cama a una mujer que me dé calor todas las noches…!” Así que nada más decir eso, su mano izquierda se deslizó acercándose a mi entrepierna… para ese entonces comenzaba a hincharse mi falo. Ella se dejó hacer metiendo mi mano por su culo, a la par que ella iba pasando la mano abierta por todo el cipote sobre el pantalón, y en pocos segundos la cosa estaba lista, abriendo los ojos exclamó “¡¡Madre de Dios, cariño mío… cómo la siento de dura!!”, no dejó de  acariciarlo sobre mis apretados pantalones, la verga se notaba en mi muslo, y mi mano ya estaba alcanzando con sus caricias el ano y la vulva de mi abuela atacándola desde atrás…sobando de una sola vez su culo y coño. Estuvimos varios minutos en tal trance, hasta que la calentura nos quitó el raciocinio del todo, ya no éramos una abuela y su nieto, sino un macho y una hembra con deseos inconfesables de aparearse como animales salvajes.

Tomándola de la mano le dije que fuéramos mejor a su habitación, poco le habían importado nunca a mi abuela Rosa los tabúes o las supersticiones, su mentalidad moderna se hallaba por encima de esa orbe de imperativos sociales que no hacen más que coartar la libertad de cada individuo... Ella creía en una emancipación donde se hace el bien sin molestar a los demás. Nos dejamos arrastrar por el devenir de los acontecimientos, ambos estábamos cachondos sin lugar a dudas, nadie podría sospechar de nuestras intenciones o acciones conviviendo juntos bajo el mismo techo… ¿Qué de malo podría haber en compartir un poco más de amor filial entre una abuela y su nieto? Un orgasmo compartido no es más que un placer semejante a dosificar un rico helado para dos, un café o un baile pegados.  Llegando a su cuarto la empecé a acariciar lentamente tocando sus tetas sobre la ropa que tenía puesta besando su cuello de pie ambos en medio del cuarto. Sin prisas ni pausa desabotonaba el discreto y largo vestido que llevaba, y finalmente la cremallera, quitándolo completamente. Ella se dejó hacer diciendo… “¡Mmm sí así tócame cariño, hace tanto que no me acariciaban de esta manera…!”.

Comencé a besar y mordisquear lentamente sus pezones de esas tetas ligeramente caídas pero aun llenas de masa carnosa suave y sedosa… me cantaban, se las veía y notaba hermosas. Ella solo gemía y disfrutaba poco quedada de la abuela cariñosa y servicial con su nieto. Después le quité sus medias y muy lentamente sus pequeñas bragas blancas que llevaba ajustadas. “¡¡Quítate tu ropa hijo!!”, me dijo. “Quiero verte desnudo también”. Comencé a quitarme la camisa, y mi abuela gimió al ver mi abdomen, mis brazos fuertes y marcados en un estriptis solo para ella. En un arrebato de desquite me arrancó los ajustados pantalones y mis calzoncillos bóxer que apenas podía ocultar mi enorme erección con mis huevos duros de lo llenos que estaban de leche…, en esos momentos ya notaba un cierto dolor en ellos ansiando aliviarse en tan tremenda hembra. Mi abuela al verme completamente desnudo se sorprendió y abriendo los ojos dijo…“Pero Hijo, Dios mío que grande la tienes, es más de la mitad de lo que tenía tu abuelo que en descanse en paz, ¡Es una polla enorme y muy dura…!”, gimió. Y es toda para ti abuelita, y diciendo esto, la apretó con mayor decisión por debajo del glande y aún le sobró tallo para la otra mano que la dedicó a manosearme las pelotas… puso entre sus labios mi capullo y cerrando la boca lo engulló. Mi abuela lentamente empezó a rozar la punta de mi polla con su lengua, se notaba que no tenía mucha experiencia, pero sí la necesaria para hacerme gozar con su boca…, aun así lo hacía bastante bien, sentir sus calientes labios rodeando el glande, me hicieron gemir de placer al remangar todo el prepucio y engullirse un tercio del cipote sin remilgos. Mientras me mamaba el glande con succiones contundentes, su mano firme en mi erecto falo realizaba un suave masaje masturbatorio. La sensación de su mano en mi polla con mi capullo en la boca era genial, no era la primera vez que una mujer me hacía gozar así, pero lo de mi abuela era gloria bendita. La paja era suave pero a un buen ritmo, como la haría toda una experta… "La tienes muy grande y dura mi vida… nunca imaginé que fuera así ¡Ummm que buena nene!"  Dijo con orgullo, tal vez pensando en lo mucho que podía llegar a gozar de ella a partir de ahora. "¿Te gusta cómo te la chupa la abuelita, Alex? Tú cierra los ojos y disfruta". Si abuela…,  contesté con un hilo de voz.

Pero la verdad es que no podía cerrar los ojos. Ver a mi señora abuela tan respetada en el barrio por todo el mundo, allí entregada a la lujuria y el placer más prohibido y morboso que existe haciéndome una mamada-paja me ponía más cachondo aún. Sus ojos no apartaban la vista de mi cipote y su mano se movía sin descanso. Pero lo mejor era ver sus pechos bamboleándose sin cesar debido al movimiento de su brazo. No puede evitar empezar a gemir levemente, aquello me estaba encantando. Doña Rosa respondió acelerando un poco el ritmo lo que hizo que aún sintiese más placer. "Me gusta mucho, abuela así no pares por favor", susurré gimiendo. Rosa sonreía satisfecha de ver a su nieto disfrutar tanto, gracias a ella. Volvió a acelerar el ritmo agarrando fuertemente mi polla, seguramente a sabiendas que no me faltaba mucho para eyacular. El ritmo de la paja era cada vez más rápido y yo ya empezaba a sentir la tensión en mis huevos.

Después de un rato sentí todo tipo de escalofríos al ver a esa dama que parecía mi abuela pero no se comportaba como tal, sentía estar en una montaña rusa en la que por momentos parecía me iba a correr y en otros me seducía las ganas de arremeter con fiereza metiéndole toda la tranca hasta el esófago. Ante tanto desconcierto, decidí sacarla de su boca, ante una baja temporal de mi presión sobre los huevos, y cumplir con ella también… bajé lentamente sobre las tetas mordisqueando sus pezones, se le pusieron tiesos en un instante… le gustaba mi mamada de teta. Alterné una con otra lengüeteando sin cesar para acto seguido continuar camino abajo por su barriga, monte de Venus y finalmente caí entre los labios de su vagina que estaba adornada con unos vellos sobre su pubis. Le abrí el coño con dos dedos y los grandes labios internos como flamantes pétalos de flor se expandieron para ofrecerme su caliente y rosado interior. El aroma de su coño de una hembra en celo me enturbió la razón avivando mis deseos más primitivos…, con mi lengua comencé a lamer su clítoris y a meter un dedo lentamente en su vagina entre sus grandes labios vaginales oscuros… mi abuela comenzó a gemir fuertemente mientras yo con mi lengua seguía jugando con su pepita y le follaba simuladamente con dos dedos ya, en un coño muy cerrado… mucho más apretado de lo que esperaba.

"¡¡Ahh sí, así Alex, así ahhh! Me encanta como lo haces sí, sí mi amor, mmm". Continué un buen rato comiendo el coño de mi abuela, me gusta que mis mujeres disfruten de un orgasmo previo antes de follármelas…. La comilona era demencial, ya no había parentesco, solo una mujer y un hombre dispuestos a divertirse, saciar el hambre de sexo atrasado y aliviar la tensión sexual que se había generado entre ambos. Sé que a ciertas mujeres les cuesta correrse, máxime si van teniendo una edad, pero la excitación de Rosa era esdrújula por que en menos de cinco minutos saltó una explosión de flujo… “¡¡Aaaggg cariño me corro, Ummm Aaaag!” Sin compasión me roció toda la boca, la cara y parte de mi pecho…se corrió como una zorra salida y eso me gustó mucho. Ya la tenía en su punto, excitada y bien lubricada… continuó convulsionado unos segundos más hasta que se tranquilizó con mis caricias sobre su barriga y zonas erógenas…tetas, muslos, culo y su boca…nos dimos un beso húmedo sin reserva saciando el apetito instintivo, cual dos hienas insaciables… "Ahora te toca a ti mi vida… ¡Vamos mi rey, ahora vas a follarte a tu pobre abuelita!" Diciendo esto, le abrí de piernas y una vez despatarrada observé como su mojado coño se entreabrió despegando sus flamantes labios vaginales esperando recibir al invasor… me subí encima de ella, haciendo que sintiera mí peso tratando de ser delicado a la vez. Ella me miraba fijamente a los ojos, esperando a que la penetrara de una vez por todas. Coloqué la punta de mi cipote en su vagina apartando los grandes labios que la franqueaban, rozando levemente su clítoris e impregnando mi punta hinchada con sus inundados pliegues… emitió un gemido indicación del buen camino cerrando los ojos interiorizando todo ese gozo relegado, restregué todo le bálano entre sus labios a lo largo de la raja y llegando al punto de entrada la clavé con suavidad…. Comencé a meter el ariete gradualmente entre pequeños gemidos ahogados de mi abuela. Pensé que por su edad su vagina estaría fláccida y poco lubricada, pero me sorprendió al sentirla apretada y húmeda como una puta… como si fuera una jovencita virgen. Esa predisposición de su coño debía de ser por los años que llevaba la pobre sin ser follada. Haciendo fuerza logré meter la mitad de mi nabo en su intimidad, arrancándonos a los dos un gemido… su estrechez y mi grosor no ayudaban nada. Comencé un lento bombeo a modo de martillo pilón hacia las profundidades de su útero… “¡Anda hijo entiérramela hasta los huevos, no quiero que queda nada fuera de mi coño…! ¡Vamos nene…Fóllate duro a esta vieja que necesita una buena tanda de pollazos!” No paró de animarme hasta que enterré toda la polla en su vagina. Mi abuela me lanzó y gimió al verse ensartada… se abrazó fuertemente a mi cuerpo atrayéndome a su coño a modo de capitulación, pero yo dejé pasar unos segundos para que su coño se acostumbrara al recio tamaño de mi verga..., no obstante ella se veía desesperada y me suplicó que la follara por todos los Santos del Cielo, y sin darme tregua inició ella el movimiento de vaivén tragándose todo el badajo hasta la raíz.

Saqué lentamente mi espolón de su apretada vagina y poco a poco lo inserte de nuevo… empecé a penetrarla más rápidamente elevando la frecuencia. Mi abuela gemía y cerraba sus ojos diciéndome… "Ahhh así, así hijito, ahhh me estás partiendo en dos, mi vida. ¡¡Fóllate a tu pobre abuela, hijo mío!! ¡Aahh, así, así la quiero toda dentro de mí! Por favor métemela hasta las pelotas, sin miedo". La señora Rosa era una hembra rendida al regocijo del deleite que no esperaba a esas alturas de su senectud… "¡Ya me había olvidado lo que se sentía al tener una verga en lo profundo de mi coño…!”. Después de algunos minutos empecé a penetrarla más fuerte, imprimiendo velocidad en el bombeo, haciéndola gemir de placer casi a la locura, se desgañitaba a cada empellón haciéndola notar mis huevos en su coño una y otra vez sin impunidad. Mi abuela empezó a retorcerse debajo de mí, se puso tiesa, susurrando a mi oído entre jadeos… “Sí así Alejandrito, dale más a tu abuela, si así, ahhgg, ahhgg. ¡Me vas a correr otra vez cabrón!”. No tardó mucho en convulsionar la fémina… se corrió abundantemente con todo mi rabo enclaustrado en su chumino. Aflojé un poco dejando salir todos sus jugos en pequeños chorritos que pareciese estuviese meando sobre mi polla, la cual regó copiosamente. “¡Ahh sí nieto mío, así qué gusto me has dado! ¡¡Vamos mi rey… ahora tú!! ¡Quiero que termines corriéndote dentro de mí, dame toda tu leche, dámela toda! El conejo de tu abuela tiene mucha hambre atrasada ¡¿Lo sabes…?!”.

Me dio un ligero pico en los labios y se levantó, pero aquello no había acabado, se dio la vuelta y me ofreció su precioso culo. La puse a cuatro patas y con su culo respingón me abalancé sobre aquella raja de labios enormes y oscuros que salvaguardan su entrada vaginal. Con la mano me ayudó a volver a meter la polla dentro. Apoyándose con los brazos movía su culo intentando follarme y como el torero que entra a matar se la inserté de una vez hasta las pelotas. Mi pobre abuela ida de placer emitió un grito seguido de un jadeo al mismo ritmo que la embestía por detrás… fue en busca de mayor penetración chocando su culo contra mi pelvis empujando hacia mí con decisión. Aquello era increíble. Su generoso culo moviéndose delante de mi polla completamente sincronizados en un mete saca encomiable. Sus gemidos, cada vez más fuertes, me volvían loco. Yo la agarraba por las caderas e intentaba clavar mi polla con fuerza en aquella postura donde era muy fácil moverse encontrando toda la profundidad de su vagina. Decidí levantarme y reclinar a mi abuela un poco más. Rosa aceptó un poco sorprendida por la postura tan vulnerable que llegó alcanzar donde mi verga entraba casi vertical y su coño era un frontón para mis pelotas y así, en esa postura empecé a bombear lo más fuerte que pude. "¡¡¡¡Oooooh siiiii!!!! Dame así Alex... siii, que rico...". Gemía ella desesperada mientras que yo, como poseído, la follaba sin parar empalándola desde la punta del capullo a la misma cepa de mi polla aplastando mis huevos, chocaba una y otra vez mi bálano en su pared vaginal. Como podía, mi abuela se agarraba a las sábanas con tal fuerza que se le blanqueaban los nudillos de sus manos. No deseaba que aquella follada demencial se acabase, esa aventura con mi amada abuela era lo mejor que me había pasado en muchos años, sin embargo de pronto me dijo sacándome de mis elucubraciones… "Hasta hace unos días pensaba en ti como en un niño… pero veo que eres todo un macho ¡Ya no te tendrás que hacerte más pajas teniendo a tu abuela aquí…!" Me miró y se rio de lo mucho que estaba gozando la muy condenada. "Cuanto tiempo desperdiciando contigo…. soy una tonta por haberme pensado que aún eras un niño. Pero me estás demostrando que ya no lo eres…. Venga dame duro ¡Fóllate con todo a tu puta abuela! Quiero que termines dentro de mí llenándome de leche el coño a rebosar…", dicho esto me agarró los huevos entre sus piernas y yo me abalancé a darle un beso en la boca, metiéndome la lengua sin pudor. Se salió de nuevo sin soltarme la polla me guio sobre ella.

Se tumbó con las piernas abiertas ofreciéndome su coño mojado y abierto. Yo me puse encima de ella en la postura del misionero, y sin esperar un segundo se la metí y empecé a follármela todo trapo. Sabía que iba a aguantar poco tiempo más antes de correrme. "¡¡Oooooh siiiiiii... fóllame Alex, fóllame!! Hace diez años que no me follan… ¡¡Fóllame lo necesitooo!!" Gritó desesperada. Ahora era yo el que estaba follando a mi cachonda abuela... nunca más le faltaría verga para llevarse a su coño. Me alcé un poco con los brazos para tener mejor vista. Los pechos de mi señora abuela se movían al ritmo de mi follada, ella estaba gozando como una loca. Ya casi estaba a punto de correrme, empecé a sentir la presión del semen subiendo por mis huevos. “¡Dios mío Alex…, la tienes a punto cariño!”, apuntó al notar la dureza de mi estoque, la penetré más fuerte y entre gemidos le descargué un buen chorro de lefa en la boca de su matriz. Sentí una descarga electrizante que recorrió mi cuerpo hasta la polla, llenando de esperma la madura vagina de mi abuela Rosa… el primer chorro de lefa fue demencial, pero el segundo y tercero no se quedaron cortos suministrando un grueso lechazo tras otro. "¡¡Ahhh sí, abuelita mía, siii me corro en tu coño!! Aquí tienes, mi leche toda para ti". Metiendo más profundo mi verga en su interior, empecé a descargar todo el esperma que mis pelotas habían producido para depositarlo en el fondo de su acogedor útero en lo más hondo de esa caliente vagina, en el mismo cérvix. "Sí, así hijito, todo dentro siiii ahhhhh… ¡¡Lléname bien con toda tu leche! ¡QUÉ LÁSTIMA QUE NO ME PUEDAS PREÑAR!" Gimió mi abuela. Quedándome clavado con los huevos pegados a su coño unos segundos más, seguí follándomela lentamente hasta que vacié la última gota de leche Quedamos enganchados como los perros unos largos minutos completamente derrengados… la inseminación se aseguró al 100%.

La saqué de aquel acogimiento maternal y la giré acostándome a su lado. Mi abuela respiraba agitadamente con su vagina completamente llena de sus jugos y sobre todo de mi espesa y blanquecina lefa acumulada de varios días en mis cojones. Me dio un beso en la boca con un poco de lengua y me dijo… “Muchas gracias mi amor, por hacerme sentir viva otra vez, ha sido el mejor cumpleaños en mucho tiempo ¡Me has vuelto a dar la vida con tu juventud…!”. Lo que mi abuelita no imagina era lo mucho que yo había disfrutado follándome a tan apuesta mujer sesentera con apariencia de casi cuarentona… sin celulitis, ni piel de naranja, ni sobrepeso alguno… una delicia de la genética. Lo único caído era su vientre por las dos veces que estuvo preñada y sus tetas, el resto se mantenía firme como el de una treintañera. Allí mismo nos acoplamos uno al lado del otro y nos quedamos dormidos. En los días siguientes continuamos follando y llevando una vida cotidiana normal…, yo con mi trabajo habitual y ella ahora jubilada en casa adaptándose a la nueva vida que se le planeaba en el horizonte cercano… ¡Mi querida abuelita recibía toda la atención de su querido nieto,  al menos dos  o tres veces por semana!

Continúa...